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viernes, 1 de febrero de 2019

Capítulo 11


Hacia fines de julio, Vanessa había reunido lo que, a grandes rasgos, podría llamarse un equipo de trabajo. Además de Ashley y Simon, tenía un investigador y una persona para hacer los contactos, supervisados por Cassie. Todavía le faltaban cuerpos y cerebros... y un presupuesto para poder pagarlos.

El aspecto técnico estaba ya bastante solucionado. En una de las interminables reuniones a las que Vanessa asistió, se convino en que el estudio B contaría con buena iluminación y buenos técnicos. O sea que los elementos de producción serían excelentes.

Lo único que ella debía hacer era darles algo que producir.

Vanessa había colocado transitoriamente dos escritorios en el que fuera el despacho de Brittany: uno para ella y otro para Ashley. Entre las dos se dividían el trabajo y concebían ideas geniales.

Ash: Ya tenemos los ocho primeros programas vendidos -caminaba de aquí para allá en el despacho, con una tablilla con sujetador en la mano-. Cassie maneja todo lo referente a viajes y alojamiento. Está haciendo un muy buen trabajo, Ness, pero la hemos sobrecargado de tareas.

Ness: Ya lo sé. Necesitamos un productor asistente, y otro investigador. Si podemos sacar adelante los primeros doce programas, tal vez logremos el éxito.

Ash: Mientras tanto, tú no estás durmiendo lo suficiente.

Ness: Aunque tuviera tiempo, no podría hacerlo. Tengo constantemente un nudo en el estómago, y me resulta imposible desconectar la cabeza. -Levantó el auricular para contestar una llamada-. Hudgens. No, no lo he olvidado. -Consultó su reloj-. Tengo una hora. -Suspiró mientras escuchaba a su interlocutor-. Está bien, diles que suban aquí el guardarropa. Yo elegiré los trajes y bajaré dentro de treinta minutos para el maquillaje. Gracias.

Ash: ¿Una sesión de tomas? -recordó-.

Ness: Y las promociones. No puedo acusar a Delacort de no ocuparse de la publicidad, pero ocurre que no tengo tiempo. Necesitamos una reunión de equipo, y todavía tenemos que leer las respuestas a las ochocientas encuestas.

Ash: La convocaré para las cuatro -sonrió-. Espera a leer el material de las encuestas. La idea de Margaret de por qué se debería matar a los ex maridos de un tiro, como a los perros, es increíble.

Ness: Pero esa idea la suavizamos mucho, ¿no?

Ash: Sí. Quedó en «por qué su ex marido es su ex marido». Bastante suave, pero las respuestas no lo eran. Tenemos de todo, desde casos de abusos serios a tipos que lavaban partes del motor del coche en el fregadero de la cocina. Necesitaremos un experto. Pensé que sería mejor un abogado en lugar de un consejero. Los abogados especializados en divorcios tienen anécdotas terribles, y Richard tiene bastantes contactos entre ellos.

Ness: Está bien, pero... -Se interrumpió cuando por la puerta empujaron un perchero con ropa-. Ven, Ashley, ayúdame a elegir ropa. -Una cabeza asomó entre los trajes y vestidos-. Hola, Jeff. ¿Ahora te tienen de chico de los recados?

Jeff: Confieso que estaba buscando la oportunidad de subir aquí y ver cómo marchan las cosas. Allí abajo todos te apoyamos con todas nuestras fuerzas.

Ness: Gracias. ¿Cómo están todos en la sala de redacción? Hace días que no tengo ocasión de bajar a verlos.

Jeff: Bastante bien. El calor hace salir a los chiflados, así que nos llegan muchas noticias. Vanessa... bueno, me preguntaba si tendrías un puesto vacante aquí. Ya sabes, para que alguien haga los recados, conteste el teléfono y esas cosas.

Ness: ¿Lo dices en serio?

Jeff: Sé que tienes gente con experiencia en esta clase de programas. Pero yo siempre he querido trabajar en este estilo de televisión. Y, bueno, se me ocurrió que...

Ness: ¿Cuándo puedes empezar?

Él la miró, asombrado.

Jeff: Yo...

Ness: Lo digo en serio. Estamos desesperados. Necesitamos a alguien dispuesto a hacer un poco de todo. Sé que tú puedes, por tu trabajo en las noticias. Y tu experiencia en el montaje sería preciosa. El sueldo es miserable, y exige muchas horas de trabajo. Pero si quieres probar como productor asistente (con figuración en pantalla y todo el café que quieras beber) estás contratado.

Jeff: Daré aviso de que me voy -dijo con una sonrisa de oreja a oreja-. Es posible que deba seguir en mi actual trabajo una o dos semanas más, pero te daré todo el tiempo libre que me quede.

Ness: Dios, Ashley, hemos encontrado un héroe -lo tomó de los hombros y lo besó en la mejilla-. Bienvenido al manicomio, Jeff. Dile a Cassie que te pruebe una camisa de fuerza.

Jeff: Está bien. -Mientras reía se dirigió a la puerta-. Muy bien. Fantástico.

Ashley sacó un traje color ciruela del perchero y lo sostuvo frente a Vanessa.

Ash: ¿Y? ¿Encontramos al hombre que necesitábamos?

Ness: Sí, y al mejor. Jeff es capaz de bajar una montaña de papeles con más velocidad que nadie. Tiene un verdadero archivo en la cabeza. Pregúntale cuál fue la mejor película de 1956 y te lo dirá. O cuál fue la noticia principal a las diez de la noche, el martes pasado, y lo sabrá. Me gusta el vestido rojo.

Ash: Para la promoción. No para las fotos fijas. ¿Qué hace él abajo?

Ness: Asistente de montaje. También escribe. Es bueno. Y absolutamente fiable.

Ash: Con tal que trabaje muchas horas y cobre poco...

Ness: Eso cambiará. Sé lo mucho que todos ponen en esto. Juro que haré que funcione.


Para tener más oportunidades, Vanessa concedió entrevistas a medios de prensa, radio y televisión. Apareció en un bloque de Noticias del mediodía y fue entrevistada por Roger. Se tomó dos días para visitar todas las emisoras que quedaban relativamente cerca, y habló por teléfono con el resto.

Personalmente supervisó cada detalle de su plató, leyó cuanto artículo encontró con ideas para el programa, y pasó horas revisando las respuestas a los anuncios pidiendo temas y nombres de los invitados.

Eso le dejaba poco tiempo para la vida social, y le proporcionaba una buena excusa para eludir a Zac. Hablaba en serio cuando le dijo que no quería comprometerse. Decidió que no podía darse ese lujo. Ni en el terreno emocional ni en el profesional. ¿Cómo confiar en su propio juicio cuando se había mostrado tan dispuesta a creer en Mike?

Pero no era fácil evitar a Zac Efron. Pasaba por la oficina de Vanessa, se dejaba caer por su apartamento. Con frecuencia llevaba pizza o comida china. A Vanessa le resultaba difícil discutirle cuando ella convencía de que, después de todo, tenía que comer en algún momento. En un momento de debilidad, Vanessa aceptó ir al cine con él. Y después se sintió tan encantada y turbada como la vez anterior.

Cassie: Loren Bach por la línea uno.

Todavía no eran las nueve, pero Vanessa ya se encontraba frente a su escritorio.

Ness: Buenos días, Loren.

Loren: Cinco días, en la cuenta atrás -dijo con tono jovial-. ¿Cómo vas?

Ness: Estoy trabajando como una loca. La publicidad ha generado mucho interés local. No creo que tengamos problemas en llenar el estudio.

Loren: También has despertado interés en la costa Este. Hay un artículo muy jugoso en el National Enquirer.

Ness: ¿Habla bien o mal de mí?

Loren: Te lo mandare por fax. Como conozco bien a nuestra heroína, te cuento la información que ella filtró. Da la impresión de que te recogió de la calle, asumió el papel de hermana mayor y mentora, y después de tanta generosidad le diste una puñalada por la espalda.

Ness: Al menos no dijo que me habían arrojado de una nave espacial al jardín de su casa.

Loren: Tal vez lo hará la próxima vez. Mientras tanto, tú recibes publicidad en la prensa. Y, le guste o no, tu nombre ha quedado unido al de ella de tal manera que a la gente le despierta curiosidad. Creo que podremos sacarle provecho.

Ness: Fantástico, espero.

Loren: Vanessa, podrás despreciar los periódicos sensacionalistas cuando seas famosa. De momento, considéralo publicidad gratis.

Ness: Cortesía de Brittany.

Loren: Se dice que está negociando para escribir su autobiografía. Tal vez te dedique un capítulo.

Ness: Vaya, eso sí que me entusiasma. Espero que no te importe que me concentre en la preparación del primer programa. Después podré preocuparme por retribuirle a Brittany su generosidad.

Loren: Vanessa, si consigues que tu programa sea un éxito será retribución suficiente. Ahora hablemos de negocios.

Veinte minutos más tarde, con un dolor de cabeza incipiente, Vanessa colgó. ¿Por qué había creído ser capaz de manejar detalles? ¿Qué la hizo pensar que deseaba la responsabilidad de conducir un programa de entrevistas?

Cassie: ¿Vanessa? -entró con una bandeja-. Pensé que te gustaría un café.

Ness: Me has leído el pensamiento -despejó un poco el escritorio para hacer lugar a la cafetera-. ¿Tienes tiempo para tomarte una taza? Creo que tal vez nos convendría llenar el depósito antes de que la agenda del día nos engulla.

Cassie: He traído dos tazas. -Sirvió café en las dos antes de sentarse-. ¿Quieres que repasemos tu agenda para hoy?

Ness: No lo creo necesario. La tengo grabada en la frente. ¿Tenemos organizado un almuerzo para las esposas de los jugadores de béisbol después del programa?

Cassie: Simon y Ashley harán de anfitriones. Las reservas ya han sido confirmadas. Y Jeff pensó que sería agradable que hubiera rosas en el camerino cuando ellas llegaran. Pero quería tener antes tu visto bueno.

Ness: Jeff cuida los detalles. Una idea espléndida. Podríamos colocar tarjetas en cada ramo con un agradecimiento de nuestro equipo. Cassie, confieso que tengo mucho miedo. Quiero preguntarte algo, pero promete que me contestarás con total sinceridad, ¿de acuerdo?

Cassie: De acuerdo.

Ness: Tú trabajaste con Brittany mucho tiempo, así que probablemente sabes tanto sobre esta clase de programas como un productor o un director. Supongo que tienes una opinión acerca de por qué tuvo tanto éxito el programa de Brittany. Quiero que me digas, con total franqueza, si crees que tenemos alguna posibilidad de triunfar.

Cassie: ¿Quieres saber si podemos convertir La hora de Vanessa en un programa competitivo?

Ness: Ni siquiera tanto como eso -meneó la cabeza-. Si podemos presentar los primeros seis programas sin que se rían de nosotros y nos despidan.

Cassie: Es fácil. La semana que viene, la gente comenzará a hablar sobre La hora de Vanessa. Y más gente verá el programa para comprobar de qué se trata. Les gustará, porque tú les gustarás. -Sonrió al ver la expresión de Vanessa-. Y no lo digo para quedar bien. Pero lo cierto es que el espectador medio no verá ni apreciará todo el esfuerzo que ha costado que el programa sea bueno y fluido. No se enterará de las muchas horas de trabajo y sudor. Pero tú sí lo sabrás, así que eso te hará empeñarte más. Cuanto más te esfuerces tú, más lo haremos los demás. Porque tú haces algo que Brittany no hizo. Algo que supongo que a ella le resultaba imposible. Nos haces sentir importantes. Y eso marca la diferencia. Tal vez no te coloque en cabeza de los índices de audiencia de forma inmediata, pero sí te pondrá en primer lugar para nosotros. Eso es lo que cuenta.

Ness: Ya lo creo que cuenta -asintió-. Gracias.

Cassie: Dentro de un par de meses, cuando el programa tenga un éxito total y te aumenten el presupuesto, volveré aquí. En ese momento sí te pediré aumento de sueldo -sonrió-.

Ness: Si nos aumentaran el maldito presupuesto, todos recibirían un aumento. Mientras tanto, necesito ver los vídeos promocionales para las emisoras.

Cassie: Necesitas un gerente de promoción.

Ness: Y un gerente de unidad, y un director de publicidad, un director permanente y varios asistentes de producción. Hasta ese feliz día, yo también me ocuparé de esos asuntos. ¿Ya han llegado los periódicos?

Cassie: Se los di a Margaret. Ella los examinará en busca de ideas y recortará lo que le parezca interesante.

Ness: Muy bien. Trata de traerme los recortes antes de almorzar. Necesitaremos algo realmente interesante para la segunda semana de septiembre. Bach acaba de decirme que competiremos con un nuevo concurso en tres ciudades durante las primeras semanas de otoño.

Cassie: De acuerdo. Ah, tu cita a las tres de la tarde con el capitán Queed quedó para las tres y media.

Ness: El capitán... oh, Ryce. -Sin molestarse en tratar de ocultar una sonrisa, lo anotó en su agenda-. Sé que es una persona un poco excéntrica, Cassie.

Cassie: Y avasalladora.

Ness: Y avasalladora -convino-. Pero es un buen director. Es un privilegio tenerlo para las primeras semanas.

Cassie: Si tú lo dices... -Se dirigió hacia la puerta, pero vaciló un momento y se detuvo-. Vanessa, no sabía si mencionártelo.

Ness: ¿Qué?

Cassie: El doctor Crosby. Llamó cuando hablabas con el señor Bach.

Vanessa pensó un momento.

Ness: Si vuelve a llamar, pásamelo. Yo me ocuparé de él.

Cassie: Está bien. -Sonrió y se hizo a un lado para no tropezar con Zac-. Buenos días, señor Efron.

Zac: Hola, Cassie. Necesito hablar un minuto con tu jefa.

Cassie: Es toda suya -cerró la puerta tras de sí-.

Ness: Zac, lo siento, estoy hasta aquí de trabajo.

Pero no fue suficientemente rápida para esquivar el beso que él le dio tras rodear el escritorio.

Zac: Ya lo sé. También yo tengo solo un minuto.

Ness: ¿Qué ocurre? -Vio la excitación en sus ojos, lo sintió en el aire-. ¿Es algo importante?

Zac: Estoy camino al aeropuerto. Irak acaba de invadir Kuwait.

Ness: ¿Qué? -Su adrenalina de periodista le hizo dar un respingo-. Dios mío.

Zac: Un ataque con vehículos blindados, apoyado por helicópteros. Tengo un par de contactos en Green Ramp, Carolina del Norte, un par de tipos que conocí durante la toma del aeropuerto de Tocumen, en Panamá, hace unos meses. Lo más probable es que al principio ejerzamos presión diplomática y económica, pero es casi seguro que enviaremos tropas. Si mis corazonadas valen algo, será una acción a gran escala.

Ness: En esa región hay conflictos continuamente -se sentó en el brazo de su sillón-.

Zac: Son tierras, Kansas. Y petróleo, y también una cuestión de honor. -Le tomó las manos, la hizo levantar y le apartó el pelo de la cara. Necesitaba mirarla un momento. Mirarla bien-. Es posible que esté ausente bastante tiempo, sobre todo si enviamos tropas.

Vanessa estaba pálida y trataba de mantener la calma.

Ness: Creen que ese tipo tiene armamento nuclear, ¿no? Y acceso a armas químicas.

Zac: ¿Estás preocupada por mí?

Ness: Me preguntaba si llevarías una máscara antigás, además del equipo de fotografía. Estaré pendiente de tus informes.

Zac: Sí, hazlo. Lamento perderme tu estreno.

Ness: No te preocupes -musitó y logró sonreír-. Te enviaré un video.

Zac: ¿Sabes? Técnicamente me voy a la guerra, y solo Dios sabe lo que me deparará el mañana -sonrió-. Supongo que no podré convencerte de que cierres esa puerta con llave y me ofrezcas una despedida memorable.

Ella tuvo miedo de querer hacerlo.

Ness: Ese es un viejo truco, Zac. Además, todo el mundo sabe que Zac Efron siempre trae personalmente sus notas.

Zac: Bueno, al menos lo he intentado. -Le rodeó la cintura con los brazos-. Dame algo para llevarme al desierto. Dicen que allí hace mucho frío por las noches.

Una parte de Vanessa sintió miedo. La otra lo deseó con todo su corazón. Le rodeó el cuello con los brazos.

Ness: Está bien, Efron. Recuerda esto.

Por primera vez, lo besó sin ninguna vacilación. Hubo algo más que un estremecimiento familiar cuando entreabrió la boca, más incluso que ese dolor abrumador que ella intentaba negar. Sintió necesidad de probar su sabor, de absorber y, curiosamente, de consolar.

Cuando el beso se profundizó, Vanessa olvidó todo y solo se ocupó de sentir.

Zac: Vanessa... -Con desesperación, le besó la cara y el cuello, donde se sentían los latidos de su corazón-. Dios, cómo te voy a añorar.

Ness: No se suponía que esto fuera a pasar.

Zac: Demasiado tarde -levantó la cabeza y le rozó la frente con los labios-. Te llamaré en cuanto pueda -se dio cuenta de que era la primera vez que hacía esa promesa. Era la clase de compromiso del que siempre escapaba-. Buena suerte la semana que viene.

Ness: Gracias -dio un paso atrás para que ambos se pudieran medir con la mirada, como dos boxeadores después de un combate cuerpo a cuerpo-. Sé que es inútil que te lo diga, pero cuídate mucho.

Zac: Me portaré bien. Eso es más importante. -Se acercó a la puerta, y se detuvo con una mano en el pomo-. Mira, Vanessa, si el imbécil del psicólogo vuelve a llamarte...

Ness: ¿Has estado escuchando tras la puerta?

Zac: Por supuesto que sí, soy periodista. De todos modos, si vuelve a llamar, sácatelo de encima, ¿quieres? No deseo verme obligado a matarlo.

Ella sonrió, pero su sonrisa pronto se desvaneció. Algo en los ojos de Zac le dijo que hablaba en serio.

Ness: Qué absurdo. Mike no me interesa en absoluto, pero...

Zac: Es una suerte para él -se llevó un dedo a la frente a modo de saludo-. Espérame, Kansas. Volveré.

Cuando comenzaron a escocerle los ojos, giró la cabeza para contemplar Chicago. Había una guerra en el otro extremo del mundo, pensó cuando apareció la primera lágrima. Y un programa para producir allí mismo.

Así que, ¿qué hacía ella enamorándose?


Ash: Bueno, Ness, ya casi estamos listos para ti -volvió a meterse en el camerino-. El público ya ha llenado el estudio.

Ness: Fantástico -siguió con la vista fija en el espejo mientras Marcie terminaba de retocarle el peinado-. Fantástico.

Ash: Usan gorras de los Cubs y camisetas de los Sox. Algunos hasta han traído banderines, y los agitan como locos. Están muy motivados.

Ness: Estupendo.

Mientras sonreía para sí, Ashley miró su bloc de notas.

Ash: Las seis esposas están en el camerino. Se ven muy sociables. Simon las ayuda a prepararse.

Ness: Yo pasé por allí más temprano para presentarme. -Su voz era monótona. Vanessa sintió que comenzaba a tener náuseas-. Por Dios, Ashley, creo que voy a vomitar.

Ash: Nada de eso. No tienes tiempo. Marcie, ese peinado le queda fabuloso. Podrías darme más tarde algunos consejos sobre el mío. Vamos -le dio un tirón que la obligó a levantarse-. Tienes que salir y hablar un poco con el público, ganártelo.

Ness: Debería haberme puesto el traje azul marino -dijo mientras Ashley la arrastraba-. Los colores naranja y kiwi son demasiado.

Ash: Te quedan de maravilla. Dan la imagen justa -la tomó por los hombros-. Por esto es por lo que hemos luchado tanto durante el último par de meses, y es lo que has deseado desde hace años. Ahora sal y hazte querer.

Ness: Esto me preocupa. ¿Qué pasará si los dos bandos se pelean? Ya sabes lo violentos que son los fanáticos de los Sax y los Cubs. ¿Si se me acaban las preguntas? ¿O si no puedo controlar al público? ¿Y si alguien pregunta por qué se me ocurre hacer un estúpido programa sobre béisbol cuando estamos mandando tropas a Oriente Medio?

Ash: Primero, a nadie se le ocurrirá pelearse porque todos se estarán divirtiendo demasiado. Segundo, jamás te quedarás sin preguntas, y eres capaz de controlar cualquier gentío. Por último, haces este programa sobre béisbol porque es preciso entretener a la gente, sobre todo en tiempos como este. Ahora junta todo esto, Hudgens, y ve a hacer tu trabajo.

Ness: De acuerdo -aceptó y respiró hondo-. ¿Seguro que estoy bien de aspecto?

Ash: Vete de una vez.

Ness: Ya me voy.

Mike: Vanessa.

Se dio la vuelta, sorprendida, y se puso furiosa al ver a Mike.

Ness: ¿Qué haces aquí?

Mike: Quería desearte suerte. Personalmente. -Le tendió un ramo de rosas rojas-. Estoy muy orgulloso de ti.

Ella no cogió las flores y le sostuvo la mirada.

Ness: Acepto tus buenos deseos. Pero me temo que aquí solo se permite la entrada de la gente de mi equipo.

Él bajó las flores.

Mike: No imaginaba que fueras tan cruel.

Ness: Parece que los dos nos equivocamos. Tengo que hacer mi programa, Mike, pero me tomaré un momento para decirte una vez más que no deseo reanudar ninguna clase de relación contigo. ¿Simon? -llamó sin apartar la vista de Mike-. Acompaña al doctor Crosby, ¿quieres? Creo que se ha equivocado de lugar.

Mike: Conozco el camino -dijo con los dientes apretados y dejando caer el ramo de rosas-. Pero te advierto que no siempre permitiré que me echen de esta manera.

Y se fue, con Simon detrás.

Ash: Basura -murmuró-. Hijo de puta. Venir aquí justo antes del programa en vivo. ¿Estás bien? -le preguntó a Vanessa-.

Ness: Sí, estoy bien -se sacudió la furia. Tenía demasiadas cosas importantes que hacer como para distraerse con eso-. Estoy bien.

Y salió, y al pasar le quitó el micrófono a Jeff.

Entró en el plató y sonrió a un mar de rostros.

Ness: Hola a todos, gracias por venir. Yo soy Vanessa. Dentro de cinco minutos empezaremos el programa. Espero que me ayudéis. Es mi primer día en este trabajo.


Britt: Pon esa maldita cinta.

En su oficina de Nueva York, Brittany apagó un cigarrillo y encendió otro.

Drew: He hecho lo imposible para conseguir una copia de ese vídeo -le dijo mientras lo metía en la casetera-.

Britt: Ya me lo has dicho -estaba harta de oírlo. Y también muerta de miedo por lo que podría ver en el monitor durante los próximos minutos-. Vamos, hazlo funcionar de una vez.

Drew pulsó el play y dio un paso atrás. Con los ojos entrecerrados, Brittany escuchó la música de introducción. Decidió que estaba demasiado cerca del rock. Luego vino la panorámica del público: gente con gorras de béisbol que aplaudía y agitaba banderines. Decidió que era gente de medio pelo, y se recostó en el sillón.

Se tranquilizó. Al fin y al cabo, todo iría bien.

Ness: Bienvenidos a La hora de Vanessa. -La cámara tomó un primer plano de la cara de Vanessa, en la que apareció una sonrisa cálida y un atisbo de nervios en la mirada-. Nuestras invitadas de hoy, aquí en Chicago, son seis mujeres que saben todo lo que hay que saber sobre béisbol.

Está nerviosa, pensó Brittany, complacida. Con suerte llegará a la publicidad. Al anticipar la humillación, Brittany se permitió sentir lástima por Vanessa. Después de todo, ¿quién mejor que ella misma para saber lo que era enfrentarse al ojo implacable de una cámara de televisión?

Vanessa se había propuesto algo demasiado ambicioso, y demasiado pronto. Cuando fracasara, como sin duda ocurriría, y llamara a su puerta para suplicar ayuda, Brittany decidió que la perdonaría y le daría una segunda oportunidad.

Pero Vanessa salió adelante con éxito y en medio de grandes aplausos. Después de los primeros quince minutos de programa, para Brittany el sabor agradable de la compasión se convirtió en amargura.

Siguió mirando el programa hasta los créditos de cierre, pero sin decir nada.

Britt: Apágalo -dijo, se puso de pie y se acercó al bar. En lugar del habitual vaso de agua mineral se sirvió una copa de champán-. No vale nada -afirmó, en parte para sí misma-. Un programa mediocre con atractivo para una mínima franja de audiencia.

Drew: La respuesta de las emisoras fue entusiasta -le dio la espalda para sacar la cinta del reproductor-.

Britt: Un puñado de canales en el polvoriento Medio Oeste -bebió deprisa-. ¿Crees que eso me preocupa? ¿Te parece que ella podría hacer lo mismo en Nueva York? Lo que funciona aquí es lo que importa. ¿Sabes cuál fue mi porcentaje de audiencia la semana pasada?

Drew: Sí -decidió seguirle la corriente-. No tienes nada de que preocuparte, Brittany. Tú eres la mejor, y todo el mundo lo sabe.

Britt: Ya lo creo que soy la mejor. Y cuando estrene mi programa especial en horario central durante los sondeos de audiencia de noviembre, empezaré a recibir el respeto que merezco. -Con una mueca, terminó lo que quedaba de champán. Ya no le sabía a celebración, pero la ayudaba a contrarrestar el miedo-. Yo ya tengo mucho dinero. -Se dio media vuelta. Podía darse el lujo de ser generosa, ¿no?- Le permitiremos a Vanessa tener su pequeño momento de gloria, ¿por qué no? No durará. Déjame la cinta, Drew, y dile a mi secretaria que venga. Tengo una tarea para ella.

A solas, Brittany giró en su sillón para observar la vista desde su nuevo hogar. Nueva York haría por ella algo más que convertirla en estrella. Le daría un imperio.

Lorraine: ¿Sí, señorita Snow?

Britt: Cassie... maldición. Lorraine. -Se dio la vuelta y fulminó con la mirada a su nueva secretaria. Detestaba tener nuevos empleados, verse obligada a recordar sus nombres y sus caras. Todos esperaban siempre demasiado de ella-. Consígueme a Beeker por teléfono. Si no lo encuentras, déjale un mensaje. Quiero que se ponga en contacto conmigo lo antes posible.

Lorraine: Sí, señora.

Britt: Eso es todo.

Brittany miró la botella de champán, pero sacudió la cabeza. No, no caería en esa trampa. Ella no era su madre. No necesitaba alcohol para pasar el día. Jamás lo había hecho. Lo que necesitaba ahora era acción. Una vez pusiera a Beeker en movimiento para que escarbara a fondo y encontrara roña en Vanessa Hudgens, tendría toda la acción que deseaba.




Cómprate una vida, Brittany 😒
¡Pero qué bonita y que triste a la vez la despedida de Zac y Ness!
Lo bueno de una despedida, es que habrá un reencuentro 😉

¡Gracias por comentar y leer!


1 comentarios:

Maria jose dijo...

Brittany es una horrible persona
Zac y vanessa tuvieron un lindo momento
Ya quiero ver que harán a la regresada
De zac
Siguela pronto
Saludos

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