topbella

jueves, 1 de octubre de 2015

Capítulo 1


Los cotilleos son noticias que se adelantan a sí mismas envueltas en satén rojo. 
Brittany Snow, columnista

Suave, con dinero y acostumbrado a conseguir todo con facilidad. En pocas palabras, pensó Vanessa con desprecio mientras lo veía acercarse a ella desprendiendo elegancia, aquel hombre representaba todo lo que había aprendido a evitar gracias a la historia de su familia.

Zac Efron. Lo había visto nada mas llegar a la fiesta que se celebraba aquella noche en uno de los mejores hoteles de Boston para celebrar la publicación de la autobiografía de un piloto de Formula Uno ya retirado. Entonces le vino a la cabeza el titular que había escrito sobre él para la edición del Boston Sentinel: «Pillado con Fluffy, abandonado por Huffy. ¿Será Buffy la Caza Hombres la próxima conquista de Zac?»

Vanessa imaginaba que a Zac no le habría hecho ninguna gracia, pero ella no hacia las noticias, solo informaba de ellas. Y lo cierto era que él le daba mucho material con el que trabajar, no en vano se había convertido en un personaje esencial de su columna. Escribir sobre él resultaba muy sencillo. Conocía perfectamente a los de su especie. Actuaba como si el mundo entero fuera un cóctel preparado especialmente para él, igual que había hecho el padre de Vanessa.

Lo observó mientras se acercaba y trato de eliminar una irritante sensación de nerviosismo. No había motivo alguno para estar nerviosa. Sabía que para muchas mujeres Zac Efron era sinónimo de pecado; sin embargo Vanessa había sido vacunada contra los hombres como el nada más nacer... aunque era capaz de apreciar sus atractivos de manera completamente desapasionada. Tenía el pelo corto, grueso y del color de las hojas en otoño, media más de un metro setenta y tenía cuerpo de atleta. Había tenido una breve y meteórica carrera como piloto de carreras, pero ahora se lo conocía por ser el vicepresidente de Efron Enterprises, el conjunto de empresas que la familia poseía en Carlyle, cerca de Boston.

Zac se detuvo frente a ella.

Zac: Vanessa Hudgens, ¿verdad? -hizo una pausa, marcando los masculinos rasgos de su rostro-. ¿O debería decir -añadió en un tono que denotaba una ligera burla-... la señorita Según los Rumores?

Vanessa levanto la barbilla automáticamente. Si pretendía desconcertarla, se iba a llevar un buen chasco; tenia experiencia de sobra para enfrentarse a la mordacidad de los ricos y privilegiados.

Ness: Exactamente, es un detalle que se acuerde.

Él torció la boca para esbozar algo parecido a una sonrisa.

Zac: No podría olvidarme después de que usted haya estado haciendo pedazos mi vida social. ¿Eso figura entre sus deberes como columnista de cotilleos del Boston Sentinel?

Esa vez si se puso en tensión. Se habían visto en varios actos sociales, pero aquella era la primera vez que Zac Efron se dignaba a hablar con ella.

Ness: Prefiero el término columnista de sociedad. Escribo para la sección de estilo del Sentinel.

Zac: ¿Es así como se llama ahora la sección de ficción de los periódicos?

Intentó soltar una carcajada despectiva.

Ness: Si no hubiera oído tantas veces esa frase, creería que trata de ofenderme.

Él bajo la cabeza, como si estuviera considerando sus palabras.

Zac: Depende de sus intenciones. ¿Esta intentando deliberadamente hacer correr mentiras sobre mí, o se trata simplemente de una ventaja adicional de su trabajo?

Ness: Para su información, todo lo que aparece en mis artículos esta perfectamente contrastado y comprobado; siempre me aseguro de que mis fuentes sean fidedignas.

Zac: Es evidente que tiene que asegurarse mejor.

Ness: ¿Estamos hablando de mi columna de hoy?

Zac: Exactamente. Esa y la de la semana pasada, y la anterior también. Me pregunto que tendrán en común todas ellas.

Ness: No es necesario que se ponga sarcástico. Soy consciente de todas las veces que lo he mencionado en mis artículos.

Zac: ¿En serio? -preguntó con repentina suavidad-. ¿Y es usted consciente también de que por culpa suya Elise Banks, o Huffy, la malhumorada, como usted la llama, ha roto conmigo?

Por lo que Vanessa había oído, Elise había hecho algo más que romper con él. Según los testigos con los que había hablado, Elise le había dado la noticia acompañada de un bofetón... en presencia de las decenas de invitados que asistían a una fiesta el sábado por la noche. Un fotógrafo del Sentinel había conseguido retratar a Zac sujetando a Elise por los brazos y mirándola furiosamente.

¿Pero que quería decir con eso de que había sido por culpa suya?

Ness: ¿Y eso ocurrió como resultado de mi articulo? -preguntó con escepticismo-. ¿No seria porque usted estuvo retozando con Fluffy? -al ver el modo en que la miraba, corrigió-: quiero decir, con Cindy.

Zac se echo a reír cínicamente.

Zac: ¿Retozando? Que vocabulario tan exquisito utilizan ustedes los periodistas. Supongo que hacen todo lo que sea necesario para escribir sus insinuaciones.

Vanessa movió la cabeza, abandonando todo intento de ser correcta.

Ness: Lo que usted diga -con el rabillo del ojo vio que un grupo de invitados habían empezado a dirigir miradas de curiosidad en su dirección-. El caso es que existe una foto de Cindy y usted besándose en la puerta del club Kirkland.

Zac: Y todos sabemos que una imagen vale mas que mil palabras. En este caso vale más que mil mentiras. Sin embargo, si usted se hubiera tomado la molestia de investigar un poco en lugar de fiarse de una simple instantánea, habría descubierto que Cindy me pillo completamente por sorpresa.

Ness: Que suerte para usted.

Zac hizo caso omiso a aquellas palabras.

Zac: Vera, Cindy tiene la extraña idea de que los cotilleos la ayudarán a lanzar su incipiente carrera como actriz... y aun más si el tipo con el que aparece resulta ser rico o famoso. Ese fue el motivo por el que se pegó a mí en cuanto vio al fotógrafo de su periódico.

Ness: Entonces quizá debería replantearse si debe seguir saliendo con actrices en ciernes sedientas de publicidad -sugirió dulcemente-. O con modelos no muy listas. Y, ahora que lo pienso... -fingió tener que hacer un esfuerzo por dar con otro ejemplo-, creo recordar también una concursante de un reality show.

Zac: Dado que por el momento la lista no incluye ninguna periodista de cotilleo -comenzó a decir, observándola de arriba abajo-, no creo que se deba poner en duda mi buen gusto.

Ness: Por lo que he podido observar, su gusto se limita a las morenas platino.

Zac: ¿Me esta llamando superficial?

Ness: Si se da por aludido...

Zac meneó la cabeza.

Zac: Tan joven y tan amargada.

¿Amargada? No, Vanessa se consideraba cauta, pero así era como debía ser cualquier mujer que se esforzaba sola por llegar a fin de mes. Así era como tenia que ser la hija de un hábil arribista y de su joven amante. Pero, evidentemente, el señor Efron no tenia la menor idea de por lo que debía pasar la gente normal.

Contraatacó en voz alta:

Ness: Nosotros los periodistas debemos pensar para trabajar y no parece que tal capacidad tenga demasiada relevancia entre los criterios por los que usted elige a sus novias.

Zac: La tenga o no, es algo que no incumbe a nadie excepto a mí.

Ness: Para su información, no me basé únicamente en la fotografía. Llamé a Elise y ella me confirmó que pensaba romper con usted por culpa del incidente.

Zac: Porque a Elise le preocupa mucho su imagen pública. Me creyó cuando le dije que usted había malinterpretado las cosas porque ella sabe como es Cindy; pero, según ella, debía parecer que ella me castigaba por mi comportamiento.

Vanessa tuvo que controlar el impulse de sonreír.

Ness: Bueno, me temo que eso no es culpa mía.

Zac: Claro que lo es -protestó-. Es usted la que no deja de publicar rumores lujuriosos que están arruinando mi vida social.

Ness: Pues búsquese otra joven aspirante a estrella -replicó-. Aproveche porque creo que Buffy, la caza hombres, está libre.

Zac: Ah, ese es otro tema -dijo con evidente tensión-. No necesito que me busque novia. Sobre todo si se trata de alguien a la que se le considera una barracuda con tacones.

Ness: Que cruel es. Debería considerar la idea de abrir sus horizontes.

Zac apoyó una mano en la pared, dejándola muy cerca de la cabeza de Vanessa, que, automáticamente, se alejó de él. Él continuó mirándola con una sonrisa en los labios.

Zac: Me pregunto por qué le resulto tan fascinante. ¿No será porque le gustaría ser una de esas mujeres con las que salgo?

Ness: No diga tonterías -espetó-.

La miró una vez más, deteniéndose en su mano desnuda, sin anillo alguno y dejando que sus ojos se pasearan por su pecho antes de volver a su rostro, invadido por una expresión de indignación.

Zac: Parece usted un poco tensa. ¿Qué ocurre? ¿Acaso le gustaría que hubiera en su vida un poco más de emoción?

Ness: No, gracias. Mi madre me enseñó a alejarme de los hombres como usted.

Zac: Claro. Esto empieza a tener sentido. La intrépida reportera está reprimida.

Ness: No estamos hablando de mí -le recordó fríamente-.

Qué desfachatez. Él no sabía nada de su vida. Absolutamente nada.

Zac: Le parece bien sacar a la luz las vidas de los demás, pero la suya es intocable, ¿es eso lo que piensa?

Ness: No hay nada que sacar a la luz -replicó enseguida-. No hay nada en mi pasado tan interesante como un accidente fatal.

En cuanto las palabras salieron de su boca, se dio cuenta de que quizás se había excedido. Podía ser un completo cretino que creía que su dinero y su apellido lo sacarían de cualquier apuro, pero no debía haber mencionado una tragedia como aquella.

Su gesto se endureció.

Zac: Alégrese de que así sea.

Ness: Discúlpeme -dijo alejándose de él en busca de la salida mas cercana-.

Zac se quedó mirándola mientras se alejaba.

**: ¿Problemas?

A su espalda encontró a Serena Lawson, columnista de sociedad del Boston World.

Zac: Solo una pequeña riña de enamorados -respondió sarcásticamente-.

Pero al ver como Serena abría los ojos de par en par, se dio cuenta de que la periodista se había tomado en serio su frívola respuesta.

Serena era la mayor competidora de Vanessa en el mundo de la prensa de sociedad. A sus casi sesenta años, Serena parecía una versión actualizada de la esposa de Papa Noel, pero lo cierto era que tenia la habilidad de descubrir los trapos sucios más escondidos.

Ahora lo miraba perpleja.

Serena: Pero si últimamente se le ha visto mucho con esa modelo... ¿cómo se llama? Elise.

Zac estuvo a punto de decirle que estaba bromeando, pero entonces cayó en la cuenta de que aquella era la oportunidad perfecta para devolverle el golpe a Vanessa.

Zac: Mi relación con Elise no era más que una tapadera para despistar a los paparazzi. Elise obtenía la publicidad que buscaba y Vanessa y yo conseguíamos un poco de privacidad. El trato perfecto.

Serena: No comprendo. ¡La semana pasada Elise le pegó una bofetada por haberla engañado! -recordó de pronto-.

Zac: Una manera estupenda de hacer público el fin de nuestra falsa relación, ¿no le parece? -pregunto, deleitándose en privado del titular de la columna que escribiría Serena al día siguiente-.

La periodista abrió la boca, seguramente para averiguar los detalles, pero el la interrumpió con suavidad:

Zac: Discúlpeme -dijo fijando la mirada en el otro extremo de la sala-. Acabo de ver a alguien a quien debo saludar.

Serena: Claro -respondió echándose a un lado-.

Zac se permitió echarle una última mirada con la que comprobó que parecía un gato que acabara de conseguir atrapar a su presa.

Mientras se dirigía a la barra, pensó en lo sucedido con la autora de Según los Rumores. Si su periódico se editara en color, la columna de Vanessa no sería mas que una sucesión de exclamaciones rosa; aquellos textos eran lo más parecido a los cotilleos que compartían las integrantes de las hermandades universitarias mientras se pintaban las uñas. Aunque también era cierto que aquella columna no hacia sospechar como era su autora. Esa noche llevaba puesto un ajustado vestido negro que le marcaba los pechos generosos y dejaba ver una buena extensión de sus esbeltas piernas. El pelo color negro le caía como una cortina sobre los hombros descubiertos. Tenía los ojos grandes y siempre bien abiertos y los labios carnosos. En otras circunstancias, habría dicho que aquella mujer era su tipo: pelinegra, de pechos grandes y muy bella.

Sin embargo ni siquiera el atractivo envoltorio podía ocultar el hecho de que Vanessa Hudgens suponía un peligro para él.

Su reputación de playboy lo convertía en objetivo de la prensa y de las burlas de sus hermanos mayores, Alex y Mike, y de su hermana menor, Miley. Pero lo cierto era que trabajaba mucho como vicepresidente de Efron Enterprises, el negocio familiar que había creado su padre, David. Su título del prestigioso Instituto de Tecnología de Massachussets le era de gran ayuda para dirigir aquel negocio.

Y no iba a martirizarse a si mismo porque le gustara disfrutar de la compañía de modelos y actrices cuando podía salir de la prisión que a veces parecía la oficina; no pensaba negarse un poco de diversión. Además, no era común encontrar gente atractiva en el mundo de los locos de los ordenadores.

Pidió un cóctel al camarero sin poder dejar de fruncir el ceño. Esa Vanessa había tenido el descaro de burlarse de él por el accidente que había acabado con su carrera como piloto de carreras. Dios sabía que si hubiera podido volver atrás en el tiempo y borrar aquel terrible accidente que le había costado la vida a otro piloto, lo habría hecho. Pero parecía que la prensa no podía comprenderlo.

Las cicatrices de su cuerpo se habían curado, pero las que le habían quedado en el alma no desaparecerían nunca.

Ya con el cóctel en la mano, volvió a pensar que era una pena tener que perderse la reacción de Vanessa al ver el artículo de Serena.

Pero entonces... una sonrisa apareció en su rostro.

Sacó el teléfono móvil. El número que quería figuraba en su agenda pues lo había utilizado antes y después de numerosas citas: la floristería Bloomsville.


A la mañana siguiente, el primer indicio que le dijo a Vanessa que algo iba mal fue el enorme ramo de rosas rojas que encontró en su mesa del Boston Sentinel. Al principio pensó que se trataba de un error y miró a su alrededor tratando de buscar una respuesta. Sin embargo después encontró la nota que acompañaba las flores.

Vanessa, gracias por una velada maravillosa.

Observó la tarjeta una y otra vez, pero no encontró nada que disipara su confusión o le diera la menor pista sobre quién le había enviado el ramo... ni siquiera el nombre de la floristería.

Interesante. ¿Quién le habría mandado aquellas flores? Hacía ya un par de meses que no salía con nadie, desde aquella cita con un productor de radio después de la cual había decidido que entre ellos no había química.

Se sentó a la mesa con la intención de llamar a la recepcionista para que la informara de los visitantes, pero, como era su costumbre, primero miró los titulares de las noticias en Internet; especialmente los de sociedad. Había adquirido el hábito de leer los artículos de la competencia para estar al corriente de lo que hacían sus rivales.

Al llegar a la página de sociedad del Boston World, vio la fotografía en blanco y negro de Serena Lawson, que la miraba fijamente, como tratando de atraer su atención sobre el titular de su artículo:  Amistades Peligrosas: la relación secreta de Zac Efron y la periodista Vanessa Hudgens, también conocida como la señorita «Según los Rumores».

Se quedó helada, parpadeó y volvió a mirar.

No. Pero allí seguía el titular.

Leyó el resto del artículo mientras notaba cómo se le revolvía en estómago.

Serena afirmaba que Zac y Vanessa llevaban juntos algún tiempo y que la noche anterior, durante la fiesta, habían tenido una pequeña riña de amantes. Finalmente insinuando que los ataques que Vanessa le había lanzado a Zac en su columna no eran más que una cortina de humo para ocultar la relación clandestina que había entre ellos.

La mente de Vanessa se puso a funcionar a mil por hora. Quizá Serena los había visto discutir la noche anterior y había llegado a la errónea conclusión de que había presenciado una riña de enamorados. O quizá... una posibilidad más siniestra le vino a la cabeza... quizá alguien había hecho creer a Serena que había algo entre ellos.

Levantó la vista del ordenador y se encontró con la extraña mirada de uno de sus compañeros de la sección de salud. ¿Se habría corrido ya la voz de la noticia que Serena anunciaba en su titular? Volvió a mirar el ramo de flores y de pronto comprendió su procedencia.

Zac. El muy cretino. Fuera él el causante de tanto lío o simplemente se estuviera beneficiando de él, iba a decirle un par de cosas.

Buscó el número de teléfono de Efron Enterprises y, unos segundos después, estaba hablando con la secretaria de Zac:

**: ¿Quién lo llama? -preguntó la secretaria en cuanto ella pidió hablar con Zac-.

Ness: Vanessa Hudgens.

**: Lo siento, señorita Hudgens, pero el señor Efron todavía no ha llegado. ¿Quiere que le dé algún mensaje?

¿Todavía no había llegado? Seguramente había trasnochado el día anterior, pensó con mordacidad. Miró al reloj de la pared, eran más de las nueve. Justo cuando iba a decirle a la secretaría que volvería a llamarlo, sus ojos se fijaron en un hombre que se dirigía hacia ella.

Zac Efron, radiante y sonriente.

Ness: Déjelo -murmuró en tono despistado-. Ya lo he encontrado.

No podía creer que tuviera la desfachatez de presentarse en el periódico. Parecía dispuesto a sacarle todo el partido a tan descabellado rumor.

Se puso en pie y lo miró fijamente mientras él observaba el ramo de flores.

Zac: Me alegra ver que he gastado bien el dinero.

Ness: Cretino.

Prefirió hablar en voz baja, sin importarle que su tono de voz resultara sospechoso. Lo último que deseaba en aquel momento era que alguien del Sentinel escuchara aquella conversación. Afortunadamente, todavía era temprano y muchos de sus compañeros no habían llegado.

Zac se echó a reír.

Zac: Vaya manera de darme las gracias por venir a disculparme después de nuestra riña de enamorados.

Ness: ¡Sabes perfectamente que eso es mentira!

Protestó sin levantar la voz, lo que volvió a atraer la mirada del periodista de salud.

Zac: Supongo que ahora me dirás que estás indignada y quieres algún tipo de compensación.

Vanessa lo miró atónita. Parecía tan satisfecho, tan irritantemente satisfecho.

Ness: Tú lo has planeado todo. Hiciste creer a Serena que entre tú y yo había... algo -apenas podía decirlo en voz alta-. Y después me enviaste las flores para que la historia de Serena cobrase consistencia.

Zac: No solo la hice creer que había algo entre nosotros, sino que le dije abiertamente que estábamos juntos.

Ness: ¿Qué? -chilló en un grito ahogado-.

Zac: Anoche justo después de que te marcharas, tuve un encuentro fortuito con Serena. Por lo visto nos había estado observando lo bastante como para darse cuenta de que estábamos discutiendo.

Vanessa cerró los ojos. Aquello era una pesadilla, una terrible pesadilla.

Zac: Hay que admitir que esa mujer tiene muy buen olfato para los cotilleos -continuó diciendo-. El caso es que hice una broma sobre que lo que había presenciado había sido una riña de enamorados y se lo tomó en serio. Iba a aclararle el malentendido cuando me di cuenta de que sería más divertido sacar provecho de la situación.

Ness: ¿Así que en lugar de decirle que simplemente estábamos discutiendo, le dijiste que estábamos juntos? -preguntó con incredulidad-.

Zac: ¿Qué ocurre? ¿Te resulta incómodo ser el objetivo de los rumores? No es muy agradable, ¿verdad?

Ness: Estás disfrutando con esto, ¿verdad?

Zac se encogió de hombros.

Zac: Debo confesar que me satisface tener la oportunidad de devolver el golpe.

Ness: Hablemos de esto en otro sitio -propuso agarrando el bolso y la chaqueta-.

Zac: Como quieras -respondió ligeramente sorprendido-.

Tenían que hablar, pensó Vanessa, pero aquél no era el lugar adecuado. No tenía intención de alimentar aún más los chismorreos de la oficina, pero tenía que convencerlo de que llamara a Serena y la hiciera publicar otro artículo retractándose. No soportaba la idea de que la metieran en el mismo saco que el resto de amiguitas de Zac.

De camino al ascensor, no podía evitar sentir su presencia y las miradas que se clavaban sobre ellos.

Ya en la calle, bajo el cálido sol de septiembre, respiró aliviada. Se volvió a mirar a Zac con el ceño fruncido y comenzó a hablar:

Ness: A ver, escucha...

Pero el discurso se cortó en seco cuando él la tomó en sus brazos. Abrió los ojos de par en par. Con el rabillo del ojo vio a un hombre, un fotógrafo, que apretó el botón de su cámara justo antes de que los labios de Zac se estrellaran sobre los suyos.




¡Hala! O.O
Vanessa se va a poner hecha una fiera. Zac se va a llevar un guantazo que se va a ir a casa calentito XD

¡Thank you por los coments y las visitas!

Espero que os haya gustado el capi. Seguro que os va a gustar esta novela. Creo que tengo alguna más de Anna DePalo. Es una escritora que me gusta mucho.

¡Comentad, please!
¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

Yes!!! Más Anna depalo!!
Ame este primer capítulo
Zas le dará muchos problemas a Vanessa
Será muy divertido
Ya quiero leer el próximo capítulo
Sube pronto por favor

Sigues y saludos
:)

Unknown dijo...

Por dios! Que inicio de novela!
Con razón la novela se llama la venganza del magnate, Zac fue muy malo! Pobre Ness... Si ella habla de la vida de el es porque ese es su trabajo pero bueno.
Me encanto este capitulo, ya quiero seguir leyendo.


Sube pronto

Unknown dijo...

sube un capitulo que buena novela!

Publicar un comentario

Perfil