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miércoles, 28 de octubre de 2015

Capítulo 10


Nada más entrar por la puerta, Miley se disculpó por presentarse sin avisar.

Ness: No importa. Es una costumbre de los Efron a la que ya me estoy acostumbrando -respondió con cierta sequedad-.

Miley le lanzó una mirada de complicidad al tiempo que se quitaba la chaqueta.

Miley: Mi marido cree que estoy loca por venir -Alyson se acercó para colgarle la chaqueta y ella le tendió la mano a modo de saludo-. Hola, soy Miley, la hermana pequeña de Zac Efron.

Aly: Yo soy Alyson, la hermana pequeña de Vanessa. Me alegro de que hayas venido, lleva toda la mañana hecha una furia.

Miley esbozó una sonrisa.

Miley: Las hermanas pequeñas siempre tenemos que acudir al rescate. ¿Qué harían sin nosotras?

Aly: Eso me pregunto yo muchas veces.

Ness: ¡Alyson! -Dios, pensó Vanessa, parecía que su hermana no pudiera callar nada delante de los Efron-. Y yo no estoy hecha una furia.

Aly: Claro que lo estás. Te he oído jurar entre dientes.

Vanessa cerró los ojos con resignación. ¿Acaso no podía estar triste de vez en cuando?

Miley: Ojalá hubiera tenido una hermana -comentó-. Pero tuve que crecer con los Hermanos Marx; Chico, Harpo y Groucho.

Aly: ¿Cuál de ellos es Zac? -preguntó mientras pasaban al cuarto de estar-.

Miley: En este momento, sin duda, Groucho.

Vanessa sintió una extraña emoción al oír aquello.

Ness: ¿Y a qué se debe tu visita? -le preguntó, tratando de no interpretar sus palabras-.

Miley: Estoy pagando una deuda -al ver la mirada de confusión de Vanessa, siguió hablando-: Es una larga historia. Digamos que a los Efron nos gusta ayudarnos los unos a los otros, sin importarnos si el otro quiere o no dicha ayuda.

Diciendo eso, Miley se sentó en el sofá y Alyson ocupó el espacio que quedaba a su lado.

Aly: Así que Zac es Groucho... Qué interesante.

Vanessa lanzó a su hermana una mirada de reprobación.

Miley: Sí, la verdad es que últimamente ha estado un poco difícil de tratar -explicó-.

Ness: ¿Sabe que estás aquí? -preguntó, e inmediatamente después se arrepintió de haberlo hecho-.

Miley: No. No ha querido hablar conmigo, ni siquiera el otro día cuando pasé por su despacho y le hablé del artículo de Serena en el que hablaba de vuestro viaje a las Islas Caimán. Solo conseguí que me dijera que ya no había nada entre vosotros. -Vanessa bajó la mirada-. Pero -continuó diciendo-, sé que ha pasado algo. Por lo visto, todo el mundo en la empresa dice que últimamente es imposible trabajar con él. Incluso Mike y Alex lo han notado. Así que, sumé dos más dos y decidí averiguar dónde vivías, pero dime si me he equivocado.

Ness: ¿Por eso estás aquí? -preguntó incapaz de responder de manera más directa-.

Miley: ¿Acaso no resulta obvio? -dijo después de observarla unos segundos-. Yo quiero mucho a mi hermano y él está triste.

Ness: ¿Y crees que es por mi culpa?

Miley: No, creo que la culpa la tiene el hecho de que te hayas marchado.

Deseaba con todas sus fuerzas que eso fuera cierto, pero ella no sabía lo mal que había acabado todo entre ellos. Llevaba toda la semana al borde del llanto. Y ahora las miradas de comprensión de Miley y de Alyson no hacían más que hacerla sentir peor.

Miley: ¿No quieres contárnoslo?

Vanessa respiró hondo, tratando de contener las lágrimas que se agolpaban en los ojos. La explicación de todo, o de casi todo, lo sucedido salió de sus labios sin que ella pudiera hacer nada. Les contó la llamada de Serena y la tremenda discusión que había tenido con Zac cuando él la había encontrado mirando su correo.

Pero no mencionó el hecho de que aquella mañana se había despertado completamente enamorada después de una noche increíble junto a Zac. Ya había repasado aquellas escenas suficientes veces en su cabeza.

Miley: Podría escribirse una enciclopedia con todas las cosas que mis hermanos ignoran de las mujeres -comentó cuando Vanessa hubo terminado con su relato-. Lo que quiero decir es que es evidente que está loco por ti. Todo lo que haya dicho o hecho para negarlo se debe a que es como un pez que acaba de darse cuenta de que lo han enganchado.

Le resultaba bastante difícil ver a Zac como un pez enganchado al anzuelo.

Aly: El caso es que yo siempre he creído que a Vanessa le cuesta mucho confiar en los hombres -intervino-, y creo que todo se debe a Charles McPerson.

Miley: ¿Qué?

Ahora era Miley la que no entendía nada.

Ness: Alyson está estudiando psicología y le gustan mucho los libros de autoayuda.

Aly: No es cierto. El problema es que nadie quiere hacer caso de la lógica.

Miley: ¿Pero qué tiene que ver todo esto con Charles McPerson?

Vanessa encogió los hombros con resignación antes de contarle a Miley que Charles era su padre y hacerle un breve resumen de la historia que había tenido con su madre hacía veintiocho años.
También le dijo que no solía contárselo a nadie y que ni siquiera él sabía la relación que los unía.

Miley: No me extraña que tuvieras esa cara en la gala benéfica -recordó-.

Ness: ¿Era tan evidente? -preguntó con preocupación-.

Miley: Bueno, parecías muy afectada. Ese fue el momento en el que empecé a pensar que había algo entre Zac y tú. Él parecía tan preocupado por ti.

Vanessa negó con la cabeza.

Ness: Puede ser, pero yo tampoco le daría mucha importancia.

Miley: Zac tiene muchos defectos. A veces es un arrogante insoportable...

Ness: Sí, lo sé.

Miley: Pero también es un hombre de palabra. Jamás habría convertido Efron Enterprises en el éxito que es ahora si no hubiera estado tan motivado y no hubiera sido tan constante y atento con los empleados.

Vanessa asintió pues eso era algo que ya sabía... ¿o no?

A pesar de que Zac se había asegurado de dejarle claro que él no era como su padre biológico, en el momento de la verdad Vanessa había caído en la trampa de tratar a Zac como si fuera como Charles McPerson.

Quizá hubiera ciertas similitudes entre ellos: ambos eran ricos, tenían encanto a raudales, un enorme éxito con las mujeres y mucha ambición.

Pero Zac no le había fallado. Había cumplido todas y cada una de sus promesas al pie de la letra.

En las últimas semanas, había descubierto también que no era el playboy consentido que ella había querido retratar en sus artículos. Era mucho más complejo que todo eso.

Y lo cierto era que, si se ponía en su lugar y después de todas las experiencias desagradables que había tenido con la prensa, ella también se habría puesto como loca si encontrara a alguien con quien acababa de acostarse leyendo su correspondencia privada.

Echó un vistazo a Alyson.

Ness: Después de todo, quizá tenga que admitir que tienes parte de razón.

Aly: ¡Claro que la tengo!

Se mordió el labio inferior.

Ness: ¿Qué debería hacer?

No se lo preguntaba a nadie en particular, las palabras salieron solas de su boca.

Miley: Eso tienes que decidirlo tú.

Ness: ¿Sabes? Ni siquiera trató de explicarme por qué le había hecho ese comentario a Serena -dijo, sin poder deshacerse de las dudas por completo-.

Miley: Muy típico de él. Probablemente estaba demasiado enfadado contigo por haber desconfiado de él y pensó que no tenía por qué darte ningún tipo de explicación. Ya sabéis cómo son los hombres -añadió mirándolas a ambas-, ni dan explicaciones, ni piden indicaciones en la calle.

Aly: Estás de broma -dijo con una carcajada-.

Miley: Ahí tienes un buen tema para escribir un libro de autoayuda -aseguró guiñándole un ojo-.

Ness: Bueno, ¿qué crees que debería hacer?

Deseaba creer que Miley no se equivocaba.

Miley: Tú decides -dijo, poniéndose en pie-. Seguro que se te ocurre algo. Zac merece una segunda oportunidad aunque no haya hecho ningún esfuerzo por explicar su comportamiento. Confía en mí... he visto cómo te mira -añadió-. Sería estupendo que la vida fuera más sencilla, pero lo cierto es que a veces nos encontramos con situaciones en las que solo podemos saltar al vacío y esperar que todo vaya bien.

Confianza, pensó Vanessa. ¿Se atrevería a confiar en Zac? Lo cierto era que no tenía otra opción porque estaba completamente enamorada de él. ¿Quién lo habría pensado?


Cuando llegó al despacho, Zac sacó un sobre de la bandeja del correo. No tenía remitente, pero algo le hizo sospechar. Después se dio cuenta de que había algo en el ambiente, su presencia.

Pasó el dedo por la solapa del sobre y, en cuanto lo abrió, dos hojas cayeron en sus manos. Era el borrador final de un artículo firmado por Vanessa.

El titular atrajo su atención inmediatamente: La vida secreta de Zac Efron al descubierto. Al final de la primera página había una nota escrita a mano que decía que el artículo se publicaría en la edición de ese mismo día del Sentinel.

Se quedó helado.

No se habría atrevido. Seguro que no.

Pero las tripas le decían algo muy diferente. La ira le recorrió las venas. ¿No le había hecho ya suficiente daño? Lo había retorcido como un trapo viejo y lo había colgado a secar. Pero era evidente que creía que todavía podía sacar otra buena historia gracias a él y no iba a perder la oportunidad de aprovecharla.

Se obligó a leer el artículo.

Empezaba describiendo el accidente y las repercusiones inmediatas que había tenido en su vida. Describía cómo Zac había vuelto al mundo de la alta tecnología después de dejar las carreras de coches y cómo había convertido el negocio familiar en un importante competidor en el mundo de la ingeniería informática.

Continuó leyendo a la espera de encontrar el párrafo en el que desvelaba su relación con Medford.

Pero se encontró con uno en el que se decía que, a pesar de su imagen de juerguista y playboy, Zac era un empresario respetado y trabajador al que le gustaba ayudar a otros... incluso cuando esos otros ni siquiera sabían que los estaba ayudando.

Y eso era todo. No había mención alguna de Medford, ni de las Islas Caimán. Nada. El artículo terminaba diciendo que la autora había descubierto que Zac era un personaje mucho más complejo y agradable de lo que su imagen pública hacía pensar.

Zac dejó el artículo sobre la mesa y se llevó las manos a la cabeza. No tenía la menor duda de quién le había enviado el artículo. Y ahora sabía por qué.

Había creído que Vanessa lo había traicionado, pero ahora se veía obligado a reconsiderar tal creencia.

No había podido olvidarla. Durante las dos últimas semanas, había estado de un humor de perros; había gruñido a sus hermanos y torturado a sus subordinados. En resumen, había estado insoportable.

Y todo porque la echaba de menos. La deseaba.

La amaba.

Aquello detuvo sus pensamientos en seco.

Amor. ¿Sería eso lo que le pasaba? ¿Por eso tenía la sensación de que se le había dado la vuelta el estómago? ¿Eso era el constante dolor que había sentido últimamente?

Sin duda había tenido experiencias con muchas mujeres, algunas de las cuales le habían gustado mucho y lo habían excitado como un loco. Pero ninguna de esas mujeres le había hecho sentirse tan destrozado como Vanessa. Nadie se le había colado de ese modo en el corazón y en la cabeza.

Nadie había retirado todas las capas que lo protegían, llegando hasta el fondo de él.

Y se alegraba de que hubiera sido Vanessa la que finalmente hubiera descubierto su esencia.

Levantó la cabeza y una melancólica sonrisa se asomó a sus labios. Siguiendo un repentino impulso, sacó la foto que había metido en el cajón de su escritorio dos semanas antes.

Allí estaba Vanessa sonriendo en las Islas Caimán... donde había vivido la mejor aventura romántica de toda su vida. Su biquini moldeaba el cuerpo que tan bien había llegado a conocer y que, sin embargo, seguía haciéndole estremecerse de deseo.

De pronto supo qué debía hacer. Era hora de hablar con Serena Lawson.


Después de algún tiempo sin hacerlo, Vanessa encendió el ordenador de su trabajo y pinchó en el enlace que abría la página del Boston World. Al leer el titular de la columna de Serena Lawson, estuvo a punto de escupir el trago de café que acababa de beber. Dejó la taza sobre la mesa y limpió las gotas que había derramado con el susto.

Sus ojos volvieron a centrarse en el titular: La periodista de cotilleos Vanessa Hudgens y el playboy Zac Hudgens: novios y camino del altar.

Después de años de leer la columna de Serena, había sentido sorpresa, enfado y a veces incredulidad. Sin embargo, aquélla era la primera vez que se quedaba en estado de shock.

¡No era posible! Serena nunca se había inventado algo sin tener siquiera una base de verdad, pero seguramente había una primera vez para todo.

Se obligó a seguir leyendo.

Zac ha comprado un diamante de cuatro quilates para su amada.

Siguió leyendo por encima hasta que llegó a lo que se suponía era una cita textual de las palabras de Zac:

«No es un Arca, pero hay un yate de siete metros en el que quiero navegar el resto de mi vida junto a Vanessa.».

«Maldita sea. ¡Le exigiré que se retracte!»

Serena iba a enfrentarse a una buena. Quedaría en el más absoluto ridículo cuando se supiera que lo que había publicado no era cierto. Y, desde luego, Zac la demandaría.

Al pensar en Zac, se quedó paralizada.

No había sabido nada de él desde que le había enviado la copia de su artículo. ¿Qué estaría pensando? Desde luego aquello no iba a hacerle ninguna gracia. Salir en la columna de Serena relacionado con una mujer a la que despreciaba.

A menos que pensara que ella había sido la informante de Serena. No, él jamás pensaría algo así... ¿O sí?

Solo había un modo de responder a esa pregunta. Agarró el teléfono y marcó el número de Efron Enterprises. No tardó en hablar con la secretaria de Zac, que la informó de que Zac estaba en una reunión. Vanessa le preguntó cuándo podría ponerse en contacto con él. Según le dijo, saldría de la reunión en una hora, pero se dirigiría directamente al aeropuerto a tomar un avión.

Sin pararse a pensarlo, agarró su bolso y se puso en pie. Tenía que cortar aquella historia de raíz inmediatamente y, para ello, tendría que hablar con Zac cuanto antes. Tenían que ponerse de acuerdo sobre qué decirles a los reporteros en cuanto empezaran a llamarlos.

También se prometió a sí misma que le explicaría su comportamiento y le pediría disculpas. Si después la echaba de una patada, tendría que aceptarlo.

Se estaba poniendo la chaqueta, cuando apareció Edward con una edición del Boston World en la mano.

Edward: Mira lo que nos ha estado ocultando la señorita Hudgens -dijo en un tono de voz que cualquiera podía oír-.

Afortunadamente, todavía no había mucha gente.

Ness: Sé que resulta difícil de creer, Edward, pero confía en mí. Ahora mismo no hay nada entre Zac y yo, ni lo había mientras escribí el primer artículo sobre su empresa.

Edward: Querida -dijo aprovechando una pausa-, uno de estos días te contaré cómo conocí a mi mujer mientras cubría la historia más importante de mi carrera. Solo te diré que no lo pondrían como ejemplo de ética profesional.

Ness: Edward... -se calló y negó con la cabeza. Más le valía intentar conservar el empleo. Ya daría explicaciones más tarde-. Gracias, Edward -y salió corriendo-.

Debía impedir que Zac tomara ese avión sin hablar con ella antes.




Wow! ¡Vaya notición! Vanessa debe echar humo por las orejas. A Zac le va a caer una buena bronca...

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Solo espero q las cosas entre ellos mejore
Y en verdad espero que en el próximo
Capítulo haya reconciliación
Ellos merecen estar juntos
Buena la novela
Próximo capítulo aún mejor
Síguela


Saludos

Unknown dijo...

Que capítulo por dios!
Las hermanas menores son lo mas, no se que harían sin ellas.
Espero que las cosas se solucionen entre ellos, se merecen estar juntos.
Y me imagine a Nedd hecha una furia por lo de la revista, Zac hizo muy bien eso.
Me encanto!!



Sube pronto :)

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