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lunes, 5 de octubre de 2015

Capítulo 2


Vanessa puso las manos en el pecho de Zac e intentó apartarlo, pero él hizo más fuerza.

Durante los segundos siguientes, varios pensamientos recorrieron su mente. ¿Quién era el tipo de la cámara? ¿Estaría por allí alguno de sus compañeros? Si así era, la mortificarían hasta la saciedad. ¿Qué demonios le ocurría a Zac? Sin embargo, todas esas ideas fueron arrastradas enseguida por la increíble sensación de notar los labios de Zac contra los suyos.

Besaba con indudable maestría; el movimiento de sus labios era suave pero firme, centrados en hacer que ella sintiera. Su cuerpo grande y fuerte se apretaba contra el de ella. Olía a jabón y loción de afeitado y sabía a menta... Una cálida y dulce masculinidad que embriagó sus sentidos de inmediato y la dejó paralizada.

Era como estarse besando con el capitán del equipo de fútbol delante de todo el instituto, excepto por el hecho de que ahora ella era una mujer de veintisiete años con un trabajo y multitud de cuentas que pagar y se encontraba delante del edificio en el que trabajaba a la hora a la que solían llegar su jefe y mucha otra gente.

Ese pensamiento la devolvió de golpe a la realidad.

Apartó la boca de la de Zac y lo empujó para obligarlo a alejarse. Él la miró con una mezcla de sorpresa y... «Dios»... curiosidad en el rostro.

Ness: ¿A qué viene eso? -le preguntó antes de mirar a su alrededor. El tipo de la cámara seguía allí-. ¡Y tú! ¿Quién eres tú?

Tras la cámara, no tardó en reconocer al fotógrafo del Boston World.

Y sintió una náusea.

El fotógrafo, que normalmente trabajaba con Serena Lawson, la miró sonriendo y la saludó con la mano.

**: Hola, Vanessa. ¿Sabes? Si no acabara de verlo con mis propios ojos, jamás habría creído ese rumor sobre Zac y tú -aseguró con aparente confusión-.

Vanessa no tuvo oportunidad de contestar porque en ese momento, vio a alguien caminando en su dirección. Era Edward Newman, el director del Sentinel.

Su jefe.

Se volvió hacia Zac y, con una sola mirada, se dio cuenta de que estaba tocada y hundida o, más concretamente, atrapada en una trampa. Y no se le escapó lo irónico de la situación; acababan de fotografiarla besándose con Zac del mismo modo que a él lo habían fotografiado antes besándose con Cindy.

Ness: ¡Ahora lo entiendo! -exclamó, golpeándole el pecho con el dedo-. Todo esto es parte del plan, ¿verdad?

Zac le agarró la mano.

Zac: Preciosa... -dijo, sabiendo que tenían público-, ¿tan terrible te parece que el mundo se entere de nuestro amor?

Ella retiró la mano con un gesto airado.

**: Hola, Vanessa.

Ambos se dieron la vuelta para encontrarse cara a cara con Edward, en cuyo rostro se podía ver que no entendía muy bien qué estaba ocurriendo.

Ness: Ho... hola, Edward -dijo con una sonrisa forzada-.

Zac le tendió la mano.

Zac: Hola, Edward.

¿Zac conocía a su jefe?

Edward: ¿Qué te trae por aquí a estas horas de la mañana? -preguntó bruscamente al tiempo que le estrechaba la mano-.

Zac: Bueno... -comenzó a decir-.

Ness: En realidad ya se marchaba -intervino tan pronto como pudo y después dio un paso hacia la entrada del edificio-. Subiré contigo, Edward.

Edward los miró a los dos y después al fotógrafo que seguía en la acera.

Edward: ¿Podría alguien explicarme qué está pasando?

Vanessa estaba a punto de morir allí mismo, delante del edificio de su periódico. Ya podía ver el titular: la señorita Según los Rumores muere por culpa de una instantánea.

Zac: Lo siento, Edward, pero yo tengo que irme -dijo con una sonrisa en los labios antes de mirarla a ella fijamente-. Vanessa te lo explicará todo, ¿verdad, cariño?

Apretó los dientes mientras veía cómo abría los ojos de par en par al oír aquel apelativo.

Ness: Claro -dijo por fin-. Saluda a Huffy, Fluffy y Buffy de mi parte.

Volvió a mirarla con la sonrisa reflejada en los ojos.

Zac: Descuida.

En cuanto Zac se hubo alejado, Vanessa se dirigió a su jefe en voz muy baja:

Ness: Hay un fotógrafo del Boston World a solo unos metros. Te lo explicaré todo en cuanto estemos dentro.

Entraron en el edificio sin decir nada más, pero Vanessa se prometió a sí misma que luego clavaría algunos dardos en una foto de Zac o quemaría un muñeco que lo representara.

El único punto positivo de tanta catástrofe era que, dado que él ya había llevado a cabo su venganza, con un poco de suerte, no tendría que volver a tener ningún tipo de relación con Zac.

Pero parecía que la suerte estaba de vacaciones esa semana.


Ness: ¡Edward, no puedes hablar en serio!

¿Por qué estaban hablando siquiera de la posibilidad de que ella atendiera una rueda de prensa en Efron Enterprises? ¡Una rueda de prensa que iba a dar el mismísimo Zac Efron!

¿Acaso no se lo había explicado todo a Edward el día anterior? ¿No le había dicho que en realidad Zac y ella se odiaban mutuamente? ¿No le había aclarado que su «relación» no había sido más que un rumor que Zac había propagado para vengarse por el artículo que ella había escrito describiendo sus travesuras?

La oleada de miedo que sentía cada vez que se imaginaba enfrentándose de nuevo a Zac no tenía nada que ver con el beso del día anterior, sino con el odio que sentía por él. Definitivamente, era demasiado engreído para su gusto.

Miró a Edward fijamente. Era su jefe, pero seguramente se daría cuenta de que esa rueda de prensa no era la misión más adecuada para una periodista de sociedad.

Edward se rascó la cabeza por segunda vez desde que se había acercado a la mesa de Vanessa.

Edward: Escucha, creí que estabas preparada para cubrir noticias importantes.

Ness: ¡Y lo estoy! -aseguró consternada-.

Se había hecho periodista con la intención de informar de las noticias de economía, no de la última moda en los bailes de sociedad.

Edward: Pues aquí tienes una oportunidad de demostrarlo. Iba a mandar a Rob, pero está cubriendo un acontecimiento de última hora y los demás están a tope de trabajo.

Ness: Lo sé, pero Zac Efron me odia. No va a darme opción a preguntar.

Su oportunidad de cubrir una noticia importante no debería haber llegado así.

Edward: Bueno, cuando llegues allí, sé amable con Zac; arregla las cosas con él y todo irá bien.

Vanessa deseó ver las cosas tan sencillas como su jefe, pero lo cierto era que le parecía más probable acabar pegando a Zac con el bolso a modo de protesta por la foto que ilustraba aquel día el artículo de Serena Lawson en la que aparecían ellos dos besándose junto al edificio del Sentinel.

Edward: Y, si no consigues hacer ninguna pregunta, al menos asegúrate de traer una copia del comunicado de prensa que van a entregar -le sugirió apiadándose de ella-. Eso te dará información suficiente para escribir el artículo sobre lo que anuncien en la conferencia.

Notó cómo sus hombros se encorvaban.

Ness: Muy bien.

Edward: Hudgens -dijo con dureza-, he intentado guiarte desde el día que llegaste al periódico. Tienes ambición de sobra, ahora sal ahí fuera y aprovéchala.

Debería haberse sentido agradecida por los ánimos de Edward, pero se sentía completamente bloqueada; lo único que pudo hacer fue sonreír débilmente.

Ness: Gracias, Edward.

Edward: Y -continuó diciendo-, si te interesa hacerte hueco en la sección de negocios, Zac Efron es la persona perfecta con la que empezar.

Ness: ¿Por qué?

Edward se encogió de hombros.

Edward: Hace tiempo que se oyen rumores sobre una empresa situada en las Islas Caimán relacionada con Zac Efron. Puede que no tengan ningún fundamento, pero nunca se sabe. Si es cierto, sería un bombazo porque Efron tiene una reputación impecable en el mundo de los negocios -añadió enfáticamente-. Una historia así prácticamente te garantizaría el puesto que quisieras.

No era necesario preguntar a qué tipo de historia se refería. Vanessa sabía que muchas compañías situadas en paraísos fiscales como las Islas Caimán no eran más que refugios para los ricos. Otras, sin embargo, proporcionaban una tapadera perfecta para el blanqueo de dinero y otros negocios turbios.

¿Qué motivos podría tener alguien como Zac para meterse en algo así? Tenía todo el dinero que pudiera necesitar... Claro que el padre biológico de Vanessa, sin ir más lejos, era el ejemplo perfecto para demostrar que la codicia no tenía límites.

Ness: Gracias por el consejo -dijo en voz alta-.

Edward asintió.

Edward: Será mejor que te vayas -añadió señalando al reloj de la pared-.

Ness: Sí -respondió con todo el entusiasmo que pudo-.

Además, qué otra opción tenía. Las cosas que tenía que hacer para pagar las facturas. A diferencia de las mujeres con las que salía Zac, o de las que habían sido sus compañeras en el prestigioso instituto donde había estudiado, ella no tenía ningún fondo fiduciario que la respaldara ni parientes importantes que la sacaran de apuros. No, ella había entrado en el mundo del periodismo desde lo más bajo; nada más acabar la universidad, había aceptado aquel puesto en el Sentinel sin importarle que fuera en la sección de estilo porque era el mejor sueldo de entre las pocas ofertas de empleo que había recibido.

Al principio había tenido que dedicarse a investigar y contrastar datos para otros, hasta que, poco a poco, había conseguido empezar a firmar algunos artículos. Había escrito de todo, desde desfiles de moda hasta inauguraciones de museos; todo ello cuando no tenía que hacer de recadera para Leslie, la anterior encargada de la columna de sociedad.

Pero entonces Leslie había escapado con su amante, un millonario cincuentón, divorciado tres veces que había abandonado a su tercera esposa para llevarse a Leslie a París. Así había sido como Vanessa se había convertido en la señorita Según los Rumores. Aquel día, la habían hecho acudir al despacho del director, que olía a los puros que a Edward le gustaba fumar en privado.

Edward: Hudgens -le había dicho-, ha llegado tu turno. Necesitamos a alguien con urgencia y tú eres la persona ideal... una mujer con estilo y la formación necesaria. Podrás hablar de tus ex compañeras de instituto en las páginas de cotilleo.

Y eso había hecho. Se había lanzado a sustituir a Leslie, y eso que la subida de sueldo con la que Edward la había tentado no había sido ninguna maravilla. Pero para ella había sido suficiente. Bien era cierto que aquél no era el puesto con el que ella había soñado, pero al menos había logrado tener su propia columna antes de cumplir los veinticinco años y había podido dejar de preocuparse por cómo pagar el alquiler. Ya habría tiempo, se había asegurado a sí misma, para hacerse un hueco en la sección de negocios.

Desde entonces habían pasado tres años. Había hecho su trabajo, y lo había hecho bien. Tan bien, que nadie parecía querer que abandonara la página de sociedad. Pero, a pesar del aparente glamour de su misión, últimamente había empezado a sentirse inquieta. Una mujer no podía seguir comiendo canapés indefinidamente sin acabar vomitando sobre los zapatos Manolo Blahnik de Buffy la Caza Hombres.

Ese era el motivo por el que había solicitado encargarse de alguna noticia importante. Porque Edward tenía razón, Vanessa era muy ambiciosa y se negaba a pasar el resto de sus días hablando de los ricos y famosos. Había decidido visitar otros lugares.

Desgraciadamente, ese día le tocaba visitar el cuartel general de Zac Efron.

Miley: Bueno, es interesante ver cómo cambian las cosas.

Desde el otro extremo de la mesa de reuniones, Zac lanzó a Miley una mirada malhumorada.

Acababa de explicarle que su reciente mala prensa era totalmente injustificada.

Zac: Sé que todo esto te resulta muy divertido, pero intenta contener la euforia.

Miley se echó a reír.

Miley: Vamos, hermanito, no me digas que tú no le ves el lado cómico. Antes las mujeres te perseguían como a una ganga y, sin embargo ahora, pareces un par de zapatos de la temporada pasada; todavía se pueden poner, pero uno no puede evitar preguntarse por qué los compró.

Alex y Mike se unieron a las risas y Zac resopló exasperado.

No era común que la familia de Zac se reuniera, pero las juntas directivas de Efron Enterprises les daban la oportunidad de hacerlo de vez en cuando, haciendo una especie de paréntesis en sus agitadas vidas.

Zac miró a su alrededor y pensó que formaban un grupo estupendo y, aunque sus hermanos y él podían burlarse los unos de los otros sin piedad, estaban unidos por un vínculo irrompible.

En la cabecera de la mesa se encontraba su padre, David, que, a pesar de estar retirado, seguía presidiendo las juntas de dirección. Su madre, Amy, de quien habían heredado el pelo castaño y los ojos azules, era una opinión muy respetada en la familia. Mike, dos años mayor que Zac, era también vicepresidente de Efron, aunque al mismo tiempo había desarrollado sus propios proyectos. Miley había seguido los pasos de su madre en el mundo de la abogacía y era ahora ayudante del fiscal del distrito de Boston. Alex, el mayor de los cuatro, era director general de Efron Enterprises.

Faltaban la esposa de Alex, Brittany, que estaba en casa con su bebé, Andrew, y William Hemsworth, con el que Miley se había casado hacía un mes y que dirigía su propia empresa de seguridad.

Dada la afición a las bromas que sentía su familia, Zac sabía que no debería haberse sorprendido de que, una vez acabada la reunión y mientras esperaban que llegara la hora de la rueda de prensa, la conversación girara en torno a las noticias que habían aparecido sobre él en los periódicos en los últimos días.

Gracias a Vanessa, en solo dos semanas, lo habían tachado de donjuán por aparecer en público con Elise, de traidor por la escena con Cindy y, para cerrar el círculo, lo habían pillado discutiendo con la mismísima señorita de Según los Rumores. No pudo evitar preguntarse si Vanessa habría visto la columna de Serena Lawson. Sí, seguramente sí. El titular afirmaba: ¡Vanessa y Zac se reconcilian con un beso!

Afortunadamente, Elise se encontraba en Europa trabajando y lo más probable era que ignorara por completo los rumores que relacionaban a su ex con la periodista. De otro modo, seguramente tendría que enfrentarse a la ira de otra fémina.

En cualquier caso, se sentía satisfecho de que la columna de Serena hubiera sacado a Vanessa de sus casillas. Después de todo, él tenía que enfrentarse a las burlas de su familia.

Miley: Personalmente -continuó hablando-, a mí me encantaría felicitar a Vanessa Hudgens -aseguró mirando a Alex y a Mike en busca de apoyo-. A diferencia de esas insulsas vampiresas con las que sueles salir, es lo bastante lista para no dejarse encandilar por tus encantos.

Zac se quedó boquiabierto al oír la manera en la que su hermana definía a sus acompañantes habituales, mientras sus hermanos no podían contener las risas.

Zac: Estupendo -protestó frunciendo el ceño-. Le diré a William que no se preocupe por tu futuro profesional. Si alguna vez te cansas de la fiscalía, podrás ganarte la vida como periodista de cotilleos. ¿Es que la lealtad familiar no significa nada para ti?

Miley: No desde que intentaste emparejarme con William -respondió dulcemente-. ¿Cómo se lo dijiste a él? -fingió tratar de recordar durante unos segundos antes de chasquear los dedos-. Ah, sí. Creo que tus palabras fueron «¿Por qué no nos ayudas y nos la quitas de encima?»

Zac gruñó.

Zac: Quizá no debería haberle dicho eso, pero es que estaba seguro de que William y tú debíais estar juntos. Esto es diferente.

Entonces fue Mike el que intervino:

Mike: Lo cierto es que Vanessa Hudgens parece haberte calado, cosa que no han conseguido... ¿cómo las llama ella? Huffy, Fluffy ni Buffy. Y, además, hay que admitir que tu querida periodista es un bombón.

Zac intentó dominar el deseo de borrar el gesto de satisfacción del rostro de su hermano. Quizá Vanessa fuera un bombón, pero también era un peligro y, desde luego, no era «su querida» periodista.

Zac: Sí. Y también es una maestra inventora de cuentos chinos.

Desde la cabecera de la mesa, su padre se aclaró la garganta antes de participar en la conversación:

David: La cuestión es que hay un problema que debes solucionar. Por mucho que todo sea mentira, lo cierto es que esos titulares no son nada buenos para la imagen pública de la empresa ni la tuya propia.

Alex asintió.

Alex: Papá tiene razón. Aunque preferiría creer que no es así, hay mucha gente que cree todo lo que lee en los periódicos y, hasta los que no lo crean, se preguntarán si no estás dedicando más tiempo a tu vida social que al trabajo.

Zac dirigió la vista hacia su madre, que lo miraba con ternura, pero con un ligero gesto de reproche.

Amy: Sé que te educamos para que respetaras a las mujeres, Zac, por lo que no tengo la menor duda de que todos esos titulares no son más que mentiras. Sin embargo, querido, me temo que tengo que darles la razón a tu padre y a tu hermano. Debes solucionar todo esto. Tienes que asegurarte de no aparecer en más titulares de ese tipo y quizá deberías hacer algo para limpiar un poco tu imagen.


Zac sabía que tenían razón. Su filosofía de trabajo y diversión le había funcionado durante mucho tiempo, pero entonces había aparecido la señorita Según los Rumores.

Tenía que encargarse de ella y de los problemas que le había provocado.

¿Qué estaba haciendo ella allí?

Zac la miró sin dar crédito a lo que veía; allí estaba sentada al fondo de la sala de prensa junto al resto de reporteros, fotógrafos y cámaras de televisión, esperando que comenzara la conferencia.

Como si pudiera pasar desapercibida.

Aunque no hubiera tenido ese pelo negro azabache y esa figura que atraía las miradas de todos los hombres heterosexuales de la sala, llevaba un atuendo que habría llamado la atención por sí solo. El suéter rosa pálido se ajustaba a sus pechos como un guante y la falda de rayas dejaba ver aquellas larguísimas piernas que terminaban en unos impresionantes zapatos de tacón.

Muy a su pesar, el recuerdo del beso que habían compartido se apoderó de la mente de Zac. Sus labios eran tan suaves, tan carnosos. Pero bueno, ¿qué importaba que aquella mujer supiera besar apasionadamente?

Frunció el ceño. Lo último que debía hacer en aquel momento era pensar en aquel beso. La rueda de prensa estaba a punto de comenzar y era en eso en lo que debía concentrarse. Esa misma mañana había decidido que se encargaría de ella, pero no había previsto que tendría que enfrentarse a ella allí mismo, rodeado por gran parte de los periodistas de Boston. Dios. En cualquier caso, lo que querría saber era qué demonios estaba haciendo ella allí. Que él supiera, los periodistas de cotilleos no se ocupaban de las noticias de negocios.

En cuanto el reloj de la sala dio las once, Zac se acercó al atril y se dispuso a anunciar la adquisición por parte de Efron Enterprises de Avanti Technologies, una pequeña empresa dedicada a la alta tecnología informática. A él le correspondía hacer el anuncio porque la informática era su especialidad dentro de la empresa, pero después su hermano Alex y él, acompañados por el director de Avanti, atenderían las preguntas de los periodistas.

Después de un par de bromas con las que trató de romper el hielo, Zac prosiguió con el orden establecido en sus notas y, durante todo ese tiempo, se dio cuenta de que Vanessa mantenía la mirada fija en algún punto por encima de su hombro izquierdo. Era evidente que se sentía incómoda. Volvió a preguntarse qué la había llevado hasta allí y decidió que, en cuanto terminara la conferencia, lo averiguaría. Concentrado de nuevo en los reporteros, concluyó informándoles que los comunicados de prensa se encontraban en la mesa que había al fondo de la sala.

Llegó el momento de atender las preguntas junto a Alex y el director de Avanti. Un periodista con vaqueros se puso en pie para hablar:

**: Las acciones de Efron Computing han bajado bastante últimamente. ¿Cree que es una reacción a los artículos que sobre usted han aparecido en la prensa en los últimos días?

Todos los músculos de Zac se pusieron en tensión. Efron Computing era una de las empresas que formaban Efron Enterprises y parte de sus acciones eran públicas. Había multitud de razones por las que las acciones de dicha empresa habían bajado recientemente, cosa que sabría si estuviera mínimamente al corriente del funcionamiento del mercado; pero era obvio que aquel reportero trataba de provocarlo.

Zac esbozó una sonrisa antes de contestar con total tranquilidad:

Zac: El mercado de valores tiene mejores cosas que hacer que seguir los falsos rumores que se escriben sobre mí.

Vanessa se hundió aún más en la silla. Parecía que su incomodidad aumentaba, y eso alegraba a Zac.
Se dispuso a atender a otro periodista, pero el reportero de los vaqueros insistió, seguramente era un novato empeñado en dejar huella.

**: ¿Y no cree que pueda dar la impresión de que no se lleva bien con las mujeres? Se especula que eso podría afectar a su disposición a la hora de contratar mujeres para Efron.

Zac apretó los lados del atril. Le habría encantado poder darle una bofetada a ese entrometido.

Zac: Creo que es más bien que ciertas mujeres no se llevan bien conmigo. -La respuesta le hizo ganarse la carcajada de los asistentes, pero él siguió mirando al periodista hasta obligarlo a apartar los ojos-. Efron Enterprises hace gala de una política de total igualdad a la hora de contratar a sus empleados; por lo que valoramos y apreciamos a las trabajadoras sin ningún tipo de prejuicio. De hecho, nos enorgullece que una importante revista de Boston nos haya considerado uno de los mejores centros de trabajo para mujeres. El servicio de guardería y la flexibilidad de nuestros horarios son un modelo para otras empresas. Ninguna mujer que trabaje conmigo en Efron podrá decirle otra cosa. -Por fin, dispuesto en poner fin a la curiosidad del periodista, se dirigió a otro punto de la sala-. Más preguntas.


Quince minutos después, la rueda de prensa había terminado y Zac no tardó en localizar a Vanessa intentando escabullirse de la sala.

Zac: Tenemos que hablar -anunció, agarrándola del brazo. Ella levantó la mirada y lo miró con gesto culpable-. ¿Qué? ¿Intentabas huir?

Ness: Creo que ya nos hemos dicho todo lo que teníamos que decirnos -dijo con una frialdad que podría haber congelado a los pingüinos-.

Zac: Ni mucho menos, Barbie -respondió fijándose en su cabello negro y en el suéter rosa-.

Pero ella apartó el brazo de su alcance.

Ness: No pienso ir a ningún lado contigo. Puede que yo sea Barbie, pero desde luego tú no eres Ken; tú eres un tipo al que le gusta cambiar de mujer como de ropa. Barbie y Ken llevan unidos en una relación comprometida y monógama más de cuarenta años.

Dios, se estaba volviendo loca. Acababa de compararlo con un muñeco de plástico.

Zac volvió a preguntarse por qué la encontraba tan increíblemente atractiva. Estaba enfermo. Completamente enfermo.

Zac: Por muy desagradable que nos resulte a ambos, tenemos que hablar y sugiero que lo hagamos en privado... a menos que quieras que continúen criticándonos públicamente -volvió a agarrarla del brazo-.

Ella miró a su alrededor.

Ness: Si sigues, gritaré.

No había nadie en el vestíbulo aparte de ellos dos; todo el mundo seguía en la sala de prensa. Sin embargo, Zac estaba seguro de que Vanessa se haría oír.

Zac: Yo te recomendaría que no lo hicieras -dijo secamente-. A menos que quieras ver nuestros nombres en otro titular, cosa que dudo mucho. -Vanessa abrió la boca-. Piénsalo bien -insistió enérgicamente-. Nuestros nombres unidos en tinta una vez más. Para siempre.




Ahora Zac es Ken y Ness es Barbie  XD XD XD
Eso me ha encantado.

¡Thank you por los coments y las visitas!
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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Por dios que capitulo!
Me parece que Zac esta empezando a sentirse atraído por Ness y me parece que Ness también.
Y es como dice el dicho "Los que se pelean, se aman" y después de tanto odio puede nacer el amor, lo se.
Y creo que Ness se llevaría re bien con la hermana de Zac y eso me gusta.

Ame el capitulo.
Sube pronto :)

Maria jose dijo...

Dios esta novela cada vez me gusta más y más
La relación que tienen Zavala y Vanessa
Es muy chistosa
La forma en la q él quiso desquitarse y ahora
Se está arrepintiéndo
Espero el próximo capítulo
Síguela pronto, gran elección con esta novela
Esta muy interesante
Síguela!!!!

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