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domingo, 11 de octubre de 2015

Capítulo 4


Cuando llegaron al sofisticado restaurante japonés en el que iban a cenar, los esperaban los dos ejecutivos de Silicon Valley. Zac presentó a Vanessa como una periodista que estaba acompañándolo para escribir un artículo en profundidad sobre Efron Enterprises.

Tim y Ben, que no parecían haber alcanzado ni los veinticinco años, habían estudiado juntos en el prestigioso Instituto Tecnológico de California. Ninguno de los dos llevaba las gafas típicas de los empollones, pero Tim llevaba una camiseta naranja con una americana roja oscuro y Ben se había puesto un imperdible en lugar de uno de los botones de la camisa.

Vanessa no tardó en enterarse de que ambos habían estado trabajando ochenta horas a la semana en empresas de alta tecnología hasta que habían decidido montar su propio negocio, uno en el que seguirían trabajando como esclavos, pero donde al menos serían sus propios jefes.

Durante la cena, hablaron de diferentes temas relacionados con el mundo de la empresa y de los ordenadores. Pero, en contra de lo que Vanessa habría deseado, nadie hizo ningún tipo de comentario sobre la clase de relación comercial que unía a Zac con Tim y Ben. Sin embargo, si aquella cena podía servir como indicativo, nada hacía sospechar que Zac tuviera motivos para realizar negocios fraudulentos en algún paraíso fiscal como las Islas Caimán. Resultaba evidente que tenía suficientes ofertas de negocios legítimos.

Poco después la conversación derivó al trabajo que Vanessa desempeñaba en el Sentinel. Ben y Tim parecían fascinados con la idea de que ella fuera la señorita Según los Rumores, a quien veían como un personaje lleno de glamour. A punto estuvo de echarse a reír. Vanessa ganaba una milésima parte de la fortuna que debían hacer ellos con su empresa. Qué glamorosa les parecería su vida si viesen el diminuto apartamento en el que vivía y el coche que tenía desde el instituto.

Se dio cuenta de que Zac no dijo nada, ni siquiera una broma sobre su constante aparición en sus artículos... Hasta que Tim le preguntó cómo elegía las historias sobre las que escribir.

Zac: Sí, Vanessa -intervino con voz afable-. Cuéntanos cómo eliges las historias.

Prefirió no mirarlo siquiera y mantener la atención en Tim y Ben, que parecían ignorar por completo que Zac era uno de sus objetivos preferidos.

Ness: Intento escribir historias que la gente quiera leer -respondió encogiéndose de hombros-. Pero supongo que sí que intervienen mis gustos a la hora de elegir si me centro en políticos, famosos u otro tipo de personas.

Ben: ¿Y tú qué sueles elegir?

Ness: Busco historias divertidas; siempre resulta interesante reírse de los egos y las pretensiones de la gente.

A su lado, Zac resopló y cambió de postura y, al hacerlo, su pierna rozó la de Vanessa, que se puso en tensión y tuvo que concentrarse en seguir mirando a Tim y a Ben.

Ness: Aunque hay veces que no tengo que buscar, las historias vienen a mí.

Tim: ¿Y la gente quiere aparecer en tus artículos? -preguntó lleno de curiosidad-.

Ness: Te sorprendería. Hay una relación amor odio entre los periodistas y los agentes de los famosos. A veces quieren un poco de publicidad para mantener a su cliente en el candelero. Pero si ese mismo famoso es descubierto en una situación que podría provocar un escándalo, el agente te llamará enseguida para suplicarte que no publiques la historia... Si no tienen manera de negar la verdad tajantemente.

Ben: ¡Es increíble! -exclamó mientras Tim se reía encantado-.

Zac: ¿Y cómo consigues descubrir los trapos sucios de los famosos?

Vanessa se volvió a mirarlo, en su rostro había una ligera expresión de descontento.

Ness: Creo que eso no debería contártelo.

Zac: Yo pensé que tu trabajo consistía en contar cosas que no deberían contarse.

Podría haberle respondido algo igualmente ingenioso, pero se recordó a sí misma que debía tratar de llevarse bien con él. Al menos hasta que escribiera el artículo, después la tregua habría acabado. Así que sonrió a los dos jóvenes empresarios y continuó hablando:

Ness: Cualquiera puede ser una buena fuente de información. Porteros, camareros, a veces los enemigos o los supuestos amigos de la persona te llaman para contarte algo y luego están, por supuesto, los confidentes anónimos.

Ben: ¿Alguna vez has descubierto un bombazo gracias a un confidente anónimo? -quiso saber-.

Ness: Sí. La última historia fue la del director general de una cadena de grandes almacenes al borde de la quiebra...

Zac: Ya me acuerdo de eso -comentó-.

Vanessa asintió.

Ness: Resulta que se había gastado cinco mil dólares en un hidromasaje para su apartamento de lujo mientras la empresa y los accionistas se iban a pique.

Ben: ¡Vaya! ¿Y qué pasó? -siguió preguntando-.

Zac: Ya no dirige la empresa -respondió por ella-. Del mismo modo que, si Vanessa se sale con la suya, yo dejaré de ser el playboy del hemisferio Norte.

Ambos jóvenes se quedaron mirándolos sin saber qué decir, aunque era evidente que los dos pensaron que había algo entre Zac y Vanessa.

Después de la cena, se dirigieron a un Karaoke. Aunque no era muy aficionada a ese tipo de locales, Vanessa no tardó en unirse a la diversión y aplaudir las actuaciones como los demás. La tenue luz del lugar y el pequeño tamaño de la mesa en la que estaban sentados hicieron que en todo momento fuera consciente de la proximidad de Zac, que se encontraba a su lado. Tan absorta estaba en la sensación que le provocaba el roce de su pierna, que se sobresaltó cuando Zac le habló.

Zac: Bueno, ¿cuál va a ser?

Ness: ¿Qué? -preguntó sin entender-.

Zac: ¿Qué canción vas a cantar? -aclaró señalando al pequeño escenario-.

Ness: No voy a cantar nada.

Zac: Cobarde -se burló con gesto provocador-.

Ness: No he vuelto a cantar desde que dejé el coro del instituto.

Zac: ¿Ni siquiera en la ducha?

Ness: Eso no es en público.

Zac: Lo que quiere decir que sí que cantas en la ducha -dedujo con una pícara sonrisa en los labios-. Es curioso. No pensé que fueras de las que cantan en la ducha.

Ness: ¿Y tú?

Zac: Yo hago muchas cosas en la ducha -dijo bajando el tono de voz y mirándola con malicia-. Cantar es solo una de ellas.

Ness: Lo importante es saber si hay alguna que hagas bien.

Zac echó la cabeza hacia atrás y soltó una sonora carcajada que atrajo la atención de Ben y Tim, que estaban sentados frente a ellos, más cerca del escenario.

Vanessa sintió la risa de Zac hasta en los dedos de los pies. Era una risa profunda y seductora.

Zac: Vamos -le dijo entonces-. Si tú subes, yo subo. Creo que deberíamos hacerlo, hasta Ben y Tim van a cantar.

Y lo cierto era que no lo hicieron nada mal. Vanessa estaba anonadada, pero Zac se limitó a decir:

Zac: Como ya te dije, lo que importa es la novedad. Además, el rap los ayuda a atraer mujeres.

Su turno llegó solo unos minutos más tarde. Subió al escenario y solicitó una canción. Si lo importante era hacer algo nuevo, ella sabía cómo cumplir. En cuanto las primeras notas de la canción llenaron la sala, Vanessa cerró los ojos unos segundos y trató de concentrarse. Por fin los abrió y comenzó a cantar Come Away with Me de Norah Jones, una canción lenta y romántica que se ajustaba al tono más bien grave de la voz de Vanessa.

Al principio, evitó la mirada de Zac, pero cuando se encontró con sus ojos, lo hizo de un modo tan intenso que a punto estuvo de olvidar lo que estaba haciendo.

En ese momento, las sensaciones más extrañas se apoderaron de ella. Sintió la alegría de correr con el viento en el cabello y, al mismo tiempo, la languidez de estar tumbada en una hamaca al cálido sol de la tarde. La letra de la canción hablaba de un paseo en un día nublado y de un amor que duraría para siempre.

La mirada de Zac parecía vacilante y sin embargo su rostro parecía tallado en cemento. Fue entonces cuando la conciencia de su atractivo sexual la envolvió como una manta.

Cuando terminó, volvió a mirarlo unos segundos, entreteniéndose en observar sus ojos que la miraban con la misma intensidad, como si estuviera haciendo un esfuerzo por no salir al escenario, tomarla en brazos y llevársela de allí volando. Solo con imaginarlo se le puso el vello de punta, pero enseguida se dijo a sí misma que no fuera ridícula. Devolvió el micrófono a su lugar y regresó a la mesa.

Zac: Impresionante -murmuró poniéndose en pie para salir al escenario-. Deberías hacer algo más que cantar en la ducha.

Ness: Gra... gracias.

Acababa de sentarse cuando escuchó la canción que había pedido Zac, una canción que reconoció de inmediato.

No era posible.

Sí, sí lo era.

Sintió una oleada de calor al escuchar cómo Zac comenzaba a entonar Me and Mrs. Jones de Billy Paul. Tim y Ben se volvieron a mirarla con gesto divertido, pero ella no podía apartar los ojos de los de Zac.

Mientras él contaba con la canción que había algo entre él y la señorita Jones, aunque ambos sabían que estaba mal, Vanessa intentó controlar el sofoco y la necesidad de darse aire con algo. Había cambiado la letra y, en lugar de decir la señora Jones, estaba diciendo la señorita Hudgens; Vanessa corría peligro de derretirse allí mismo.

Miró a su alrededor y rezó porque no hubiera nadie allí que los conociera porque Zac estaba pidiendo a gritos aparecer en los titulares del periódico del día siguiente. Volvió a mirarlo; la expresión de su rostro era tan intensa y sensual como su voz.

«Ay, Dios».

Vanessa no habría sabido decir cómo había conseguido sobrevivir durante toda la canción, solo sabía que el martini la había ayudado bastante. Por fin terminó de cantar y se rompió el hechizo, aunque varias mujeres de la sala lo siguieron con la mirada hasta que volvió a sentarse.

Bueno, pensó Vanessa con cierta tristeza, acababa de demostrar que había algo que hacía muy bien. No pudo evitar preguntarse qué otras cosas haría igual de bien.

Una cama. Eso fue lo primero en lo que pensó Zac. Después pensó que tenía que deshacerse de los dos genios de Silicon Valley.

Al acercarse a la mesa, se fijó en que Vanessa parecía ruborizada y algo nerviosa. Parecía estar mirando a todos sitios excepto a él. Había tal tensión sexual entre ellos que casi le daba miedo tocarla. No le extrañaría acabar con ella en el cuarto de baño, arrancándose la ropa mutuamente.

Había elegido Me and Mrs. Jones pensando que se divertirían con la broma; pero mientras cantaba, la atmósfera había pasado de festiva a intensa y muy, muy sensual. Ni siquiera recordaba la última vez que había sentido una conexión tan rápida y tan fuerte con una mujer. Y eso lo confundía. Una vez estuvo junto a la mesa, Ben le dijo a Tim:

Ben: Y también sabe cantar.

Tim: La camiseta, la imitación de Billy Paul... creo que vamos a tener que darnos por vencidos -respondió, torciendo el gesto-.

Zac se fijó en que Vanessa seguía sin decir nada antes de responder a los dos jóvenes empresarios.

Zac: Chicos, si no pudiera ganaros en mi terreno, tendría que tirar la toalla -dijo mientras dejaba unos billetes sobre la mesa-. Como ya tenemos vencedor, creo que podemos irnos a casa.

Tim y Ben le dieron las gracias por invitarlos, momento que él aprovechó para mirar a Vanessa de reojo.

Zac: ¿Estás bien?

Por fin lo miró directamente. En su rostro se reflejaron una buena cantidad de emociones que intentó controlar para poder sonreír con normalidad.

Ness: Sí, estoy bien.

Zac la siguió hasta la puerta. Parte de él no dejaba de pensar que no podía esperar a librarse de Ben y Tim. Otra parte sin embargo le advertía de que no era buena idea quedarse a solas con Vanessa. Se suponía que debía darle información para su artículo, no llevársela a la cama.

Afortunadamente, no tuvo que seguir debatiéndose entre ambas partes porque, cuando llegaron a la puerta, Tim se volvió a decirles algo:

Tim: Malas noticias. El portero nos ha dicho que han visto un fotógrafo ahí fuera; están diciéndoselo a todo el mundo por si alguien cree que puede ser el objetivo de la prensa.

Zac maldijo entre dientes al tiempo que notaba cómo Vanessa se ponía en tensión.

Zac: ¿Será algún amigo tuyo?

Ness: No digas tonterías. Además, si hay alguien aquí que tenga la costumbre de avisar a la prensa, eres tú. De todos modos, no sabemos si es a nosotros a quien espera. Hay muchos lugares de moda en esta calle; puede que simplemente esté por aquí por si hay suerte y pesca algo.

Zac: Puede ser -murmuró sacándose del bolsillo la llaves del coche-. Pero lo que importa es que está ahí y podría vernos salir juntos de aquí -fue entonces cuando vio el pánico reflejado en su rostro-. ¿Qué ocurre?

Ness: ¡No pueden fotografiarnos juntos! Todavía no, y desde luego no saliendo de un bar y metiéndonos en un coche. Es demasiado pronto, solo hace unos días que Serena publicó la noticia de que tú habías negado que hubiera ningún tipo de relación entre nosotros. Esto lo estropearía todo.

Zac: Bienvenida a mi mundo, preciosa -no podía evitar sentirse ligeramente satisfecho de que por fin Vanessa entendiera por lo que tenía que pasar él tantas veces-. Me temo que estás a mi amparo -añadió malévolamente-. Está bien. Aprovecharemos que seguramente no sepa que estamos aquí dentro... Seguro que hay una salida de emergencia.

Ness: ¿Qué? -y, en cuanto se dio cuenta de lo que proponía, empezó a negar con la cabeza-. No, no.

Zac: No te preocupes -dijo, riéndose con fingida lujuria-. Si hay que escalar algún muro, yo te echaré una mano. -Vanessa resopló a modo de respuesta-. Bueno, caballeros, aquí es donde nos separamos. Vanessa y yo vamos a escapar por la puerta trasera. No creo que el fotógrafo os espere a vosotros, pero nos serviréis de distracción.

Ambos asintieron, pero no desaprovecharon la oportunidad de bromear.

Tim: ¿Te has fijado en que también se lleva a la chica siempre? -le dijo a Ben-.

Zac: No siempre -respondió riéndose-.

Ness: Parece que tu reputación ha llegado también a la Costa Oeste -comentó-.

Zac le guiñó un ojo porque sabía que eso la molestaría, y no se equivocaba.

Se separaron de Tim y Ben y salieron por la puerta trasera con la ayuda del gerente del local. Resultó no haber ningún muro que escalar, solo un callejón que desembocaba a la calle en la que se encontraba el coche de Zac.

Zac: Seguro que los chicos de Silicon Valley lo han pasado estupendamente esta noche -comentó, una vez se pusieron en marcha-.

Ness: Tim y Ben son encantadores.

Zac: ¿Y yo no? -le preguntó en tono provocador-.

Ness: Tú sacas demasiado provecho de los rumores.

Zac: Cuando se sabe que todo lo que se hace en la vida es pienso de revistas del corazón, uno se familiariza con las puertas traseras -al ver que ella no respondía nada, Zac cambió de tema-. Tu trabajo parece muy interesante, lo cual hace que me pregunte por qué quieres pasarte a la sección de negocios.

Por cómo lo miró, resultaba evidente que la había sorprendido al admitir que su trabajo pudiera tener algo de positivo.

Ness: Mi trabajo tiene sus momentos, pero lo que aparece en mis artículos son sobre todo noticias de la gente de la zona porque el Sentinel no puede competir con los periódicos y revistas sensacionalistas de tirada nacional.

Zac: ¿Por qué no buscas trabajo en una de esas publicaciones?

Vanessa se quedó unos minutos en silencio, como si estuviera considerando qué quería revelarle y qué no.

Ness: Estoy preparada para trabajar en algo que no sea cotilleos -dijo por fin-. Lo creas o no, resulta cansado informar de las conquistas de Buffy la Caza Hombres. Además, hace falta ser muy duro para sacar a la luz los trapos sucios de los famosos.

Zac: ¿Por qué?

Lo miró de refilón antes de contestar.

Ness: Publicar cosas que siempre molestan a alguien suele tener repercusiones. En realidad yo no disfruto haciendo público algo que sé que puede hacer daño.

Aquella confesión lo sorprendió mucho. De hecho, toda la conversación que habían tenido sobre su trabajo le había parecido sorprendente. Aunque aún estaba enfadado por lo que había escrito de él, estaba dispuesto a admitir que quizá se había apresurado al describir su trabajo como una sarta de mentiras. Aunque seguía sin creer que sus artículos fueran una sátira social, en el fondo sabía que parte de su vida social... y desde luego muchas de las mujeres con las que salía eran un blanco fácil para la burla.

No obstante, se alegraba de que esa noche Vanessa hubiera experimentado lo que era tener que huir de los paparazzi; había visto la preocupación en sus ojos y había sentido una ligera satisfacción al verla nerviosa ante la posibilidad de que la descubrieran con él, sabiendo el torbellino informativo que eso desencadenaría.

Aparcó a la puerta de su edificio y se apresuró a ayudarla a salir del coche y acompañarla hasta la puerta, donde había cámara de seguridad pero no portero.

Ness: No sé muy bien qué se dice en estos casos -dijo sacando las llaves-. Pero gracias, lo he pasado muy bien. Supongo que ha sido una buena introducción al mundo de la industria tecnológica.

Zac: Me alegro.

Ese aire de vulnerabilidad lo atraía y lo divertía al mismo tiempo. Se preguntaba si sus citas normales acabarían en situaciones tan extrañas como aquélla. De repente se dio cuenta de que le resultaba desagradable imaginarla con otros hombres. Al demonio con los demás hombres o con lo que hubiera hecho con ellos, lo que él quería en ese momento era besarla.

Se inclinó ligeramente, pero ella lo esquivó con una risa nerviosa. Zac la miró con gesto burlón.

Ness: No has cumplido tu parte del trato.

Zac: ¿Qué?

Ness: Es cierto que esta noche he aprendido mucho sobre la industria del software en general, pero no me has dicho absolutamente nada sobre Efron Enterprises en particular -alzó la barbilla desafiantemente-. ¿Qué interés tienes en la empresa de Tim y Ben?

Y qué barbilla tan atractiva, pensó Zac. Una barbilla que dejaba paso a un espléndido cuello y más abajo a unos pechos que parecían sacados de una fantasía erótica. Su fantasía erótica.

Ness: ¿Me estás prestando atención?

Zac: Mmmmm. Sí -volvió a mirarla a la cara-. Me comprometí a dejarte entrar en la empresa, no a darte ningún tipo de información confidencial sobre los proyectos de Efron. Para empezar, eres periodista y además, esa información podría ser muy valiosa en la Bolsa.

Ness: ¿Estás insinuando que yo haría algo ilegal como comprar acciones de tu empresa valiéndome de un chivatazo? -preguntó ofendida-.

Zac: No tú personalmente, pero es la política de la empresa. Lo que menos necesito en este momento es que se filtre ningún tipo de información, aunque sea involuntariamente, así que cuanta menos gente esté al corriente de los planes, mejor -estaba tan encantadora allí frente a él, mirándolo con esa cara de enfado-. Pero te puedo dar una pista... nanotecnología.

Ness: ¿Solo eso? ¿Una palabra?

No pudo evitar esbozar una sonrisa e inclinarse de nuevo hacia ella.

Zac: Sí -murmuró-. Pero no te preocupes, tengo más guardadas.

Le dio un beso rápido, aunque poderoso e inquietante que le hizo preguntarse una vez más qué estaba haciendo. No podía implicarse con una periodista para la que no era más que el camino más directo a un ascenso.


Aly: ¡No puedo creerlo! -exclamó-. Dos tipos camino de ser multimillonarios y ni siquiera eres capaz de mencionarles que tienes una hermana soltera. ¿Es que no se te ocurrió pensar que tengo un préstamo de estudios que debo pagar? No, claro que no -se contestó a sí misma antes de dejarse caer sobre el sofá-. Estabas demasiado ocupada con «don Travieso».

Ness: Yo no estaba pendiente de Zac -aseguró con la mirada ausente-.

Aly: No, claro. Por eso lo has mencionado unas cincuenta veces en la última hora.

Vanessa cerró la página de Internet que estaba viendo y dirigió la vista a la ventana. Era una soleada tarde de domingo; como muchas otras veces, Alyson se había quedado allí a dormir después de salir por la ciudad la noche anterior y no haber querido tomar el tren para volver a la residencia.

Ness: Eres una sabelotodo, ¿lo sabías?

Aly: Sí, sabelotodo pero pobre. ¿Qué estabas haciendo? -preguntó mirando al ordenador-.

Ness: He estado buscando información sobre nanotecnología. Ya te he dicho que es la única pista que me dio.

Si el viernes por la noche Zac hubiera cumplido su parte del trato, Vanessa no habría tenido que investigar por su cuenta. Aún no podía creer que la hubiera dejado sin darle más pistas que una sola palabra.

No disponía más que de tres semanas, así que más le valía cooperar o tendría que atenerse a las consecuencias. Y no habría más besos. Si el viernes no la hubiera pillado desprevenida, tampoco la habría besado entonces. Era una periodista de servicio y él era el objeto de su artículo, por el amor de Dios.

Aunque, si debía ser honesta, ella también tenía parte de culpa porque se había dejado llevar por la sensualidad del ambiente. Le había afectado cada roce de su pierna, cada sonrisa que había iluminado su rostro, cada matiz de la conversación. Tanto que había llegado a olvidar el motivo que la había llevado allí, el objetivo de conseguir información sobre Efron Enterprises.

También la había distraído el susto que se había llevado al saber que había un fotógrafo. Había creído que podría seguir a Zac Efron a todas partes sin atraer la atención de la prensa.

Y después, para colmo de males, él la había besado.... y a ella le había gustado. Había deseado más.

Dios. Tenía que controlarse. Trató de recordar que Zac Efron era un seductor nato.

Aly: ¿Qué problema hay entonces con Zac? -le preguntó de pronto-.

Ness: ¡Nada! -enseguida se dio cuenta de que había respondido con un grito y trató de arreglarlo-. Nada.

Aly: Solo que es rico, guapo, inteligente...

Ness: ¡Para ya! También es irritante, engreído, arrogante y privilegiado... y está demasiado acostumbrado a que las mujeres caigan rendidas a sus pies. Yo solo intento escribir un artículo, Zac no me interesa en absoluto.

Aly: Si tú lo dices. Sabes que negar que existe atracción normalmente es el primer paso para comenzar una relación sentimental.

Ness: ¡Ay, Dios! -exclamó exasperada-

Desde que había empezado a estudiar psicología, complementada por la ingestión masiva de libros de autoayuda, Alyson no dejaba de dar consejos del tipo de «expresa tus sentimientos», «no reprimas tus emociones».

Aly: Deberías saber que no todos los tipos ricos son unos canallas. Solo porque mamá cometiera un error...

Ness: No fue un error tan simple, fue una catástrofe que dejó toda su vida patas arriba.

Aly: Sí, pero en medio de todo eso, te tuvo a ti y no creo que lo haya lamentado nunca.

Vanessa trató de aplacar el torrente de sentimientos que desencadenó aquel comentario. Cierto era que siempre había tenido muy buena relación con su madre, pero no podía olvidar aquellos terribles años durante los que su madre se había obligado a terminar sus estudios universitarios por las noches y criar sola a una niña. Aun con la ayuda de su familia, había sido muy duro para ella.

Aly: ¿Has sabido algo de él últimamente? -le preguntó al verla tan ensimismada-.

Ness: ¿De quién? -respondió aunque sabía perfectamente a quién se refería-. ¿De Charles McPerson IV?

Llevaba algún tiempo ya sin pensar en su padre biológico.

Su hermana asintió.

Aly: No.

Se entretuvo en ordenar los papeles que había sobre su escritorio. Su mujer y él se retiraron a su mansión de Martha's Vineyard después de que él saliera de la cárcel. Desde entonces, ha tratado de pasar inadvertido. Lo cual era una suerte para ella porque no habría sido extraño que se lo encontrara en cualquier acto social de las que tenía que cubrir para el Sentinel. Claro que él no habría podido reconocerla ya que jamás se había preocupado por ella y además Vanessa utilizaba un apellido tan común como Hudgens.

En ese momento sonó el timbre de la puerta y Alyson acudió a contestar.

Aly: ¿Quién es? -dijo levantando el telefonillo-.

**: Zac Efron -respondieron desde el automático del portal-.

Alyson se volvió a mirar a su hermana.

Aly: Es...

Ness: Ya lo he oído -la interrumpió con sequedad-.

¿Qué estaba haciendo allí? Pensó con el estómago encogido.

Aly: Sube -dijo antes de apretar el botón para abrirle el portal-.

Vanessa se fijó en la sudadera y los pantalones viejos que llevaba; estaba hecha un desastre y el azote de las mujeres estaría ya en el ascensor.

Aly: ¡Rápido! -le dijo tirando de ella para que se levantara de la silla-. Al dormitorio. Vaqueros estrechos, blusa escotada y un poco de carmín en los labios. Piensa en qué te recomendaría el Cosmopolitan: informal pero dispuesta a todo.

Vanessa intentó protestar, pero su hermana ya la había metido en su habitación de un empujón.

Aly: Yo lo entretendré todo lo que pueda -aseguró justo antes de cerrarle la puerta en las narices-.




¿A alguien más le ha recordado la escena del karaoke a HSM? XD XD

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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Woww que gran capitulo!
Es inevitable ya la atracción que hay entre ellos dos...
Se gustan demasiado y no van a poder evitarlo mucho tiempo.
Me encanto el capitulo.



Sube pronto

Maria jose dijo...

Que capítulo!!!!
Claro que si me recordó a HSM
Incluso creí q cambiarías el nombre de la canción
Por la de hsm
Gran capítulo lo ame
Quiero más así
Zas le encanta Vanessa y no creo q tarde en
Admitirlo
Sube pronto por favor
Esta capítulo me alegro el día!!!!

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