topbella

viernes, 23 de octubre de 2015

Capítulo 8


Las Islas Caimán. Habían aterrizado en el aeropuerto de Grand Cayman poco después del mediodía. Desde el momento que Vanessa había puesto el pie fuera del avión, todo había sido sol y diversión. Diversión bajo el sol junto a Zac Efron. Aún no podía creer que hubiera aceptado ir con él.

Zac había reservado la suite del ático de uno de los mejores complejos hoteleros de la isla, situado en la conocida playa de Seven Mile. La vista desde el balcón de la suite era impresionante; el interminable océano se extendía frente a sus ojos con todo su brillo durante el día y, Vanessa suponía que con todo su maravilloso misterio durante la noche.

Ahora que observaba el biquini que había elegido, se preguntaba si había sido siempre tan pequeño o acaso había encogido durante el vuelo.

Al retirarse del espejo volvió a fijarse en la enorme cama de matrimonio que presidía la habitación. Desde el momento que había aceptado la invitación de Zac había sabido que acabarían allí juntos. Él sin embargo no la había presionado en absoluto; de hecho se había instalado en la otra habitación sin hacer el más mínimo comentario. Pero Vanessa sabía que acabarían haciendo el amor con la misma seguridad con la que sabía que el sol saldría cada mañana.

Zac: ¿Preparada? -preguntó desde el cuarto de estar, provocándole un sobresalto-.

Respiró hondo.

Ness: Solo un minuto.

Se envolvió en un pareo y agarró el bolso de playa. Tan pronto como salió de la habitación, desapareció cualquier inseguridad que pudiera tener.

Zac: ¡Vaya! -exclamó mirándola de arriba abajo-.

Ella se echó a reír con nerviosismo. Solo llevaba puesto un bañador y su aspecto le aceleró el pulso. Se llevó las manos a la cabeza y comenzó a moverlas de un modo extraño.

Ness: ¿Qué haces?

Zac: Preguntándome si podré volver a moverme.

Vanessa volvió a echarse a reír, pero esa vez mucho más relajada.

Zac: Vámonos -dijo, tendiéndole la mano-.

Y ella la aceptó.


Esa tarde pasearon por la playa y disfrutaron de una increíble puesta de sol antes de cenar en uno de los mejores restaurantes de la isla. A Vanessa le encantó la comida caribeña, que tanto énfasis hacía en los condimentos y en productos tan deliciosos como el coco, el plátano o el camote o boniato.

Esa noche, cayó agotada en la cama y se quedó dormida antes incluso de que su cabeza aterrizara en la almohada, con lo que se ahorró tener que tomar una decisión sobre si acostarse con Zac o no.

A la mañana siguiente, se despertaron temprano y Zac se metió con ella por haberse quedado dormida tan rápido la noche anterior.

Ness: ¿Qué vamos a hacer hoy? -preguntó evitando tener que darle una respuesta a su comentario-.

Zac: Lo que quieras. Soy todo tuyo.

Eso era precisamente lo que ella temía. Y sin embargo acabó pasándolo en grande. Durante la mañana fueron a bucear por los arrecifes cercanos y después alquilaron una moto de agua; Vanessa se aferró a la cintura de Zac mientras el viento le acariciaba el pelo y surcaban el mar a toda velocidad. Por la tarde eligieron volver a bucear, pero esa vez sin oxígeno, solo con el tubo. Fue maravilloso bucear a su lado y ver los peces que él le señalaba.

Seguramente no debería haberle sorprendido que Zac fuese tan activo; tenía el cuerpo fuerte y musculado de un atleta. La única sorpresa era que combinaba la actividad física con su carrera de genio de los ordenadores y con la vida social de un playboy. A medida que avanzaba el día, Vanessa se adentraba más y más en la contradicción que suponía Zac Efron. Definitivamente, había sido muy injusta con él al centrarse en un aspecto de su vida y plasmarlo en sus artículos. Ahora comenzaba a darse cuenta de la cantidad de facetas y capas que se escondían tras esa despreocupada fachada.

Después de tanta actividad, Vanessa empezó a burlarse de él y a preguntarle si alguna vez dormía. Su respuesta fue tan cómica e ingeniosa como cabía esperar de él:

Zac: Según tus artículos, paso la mayoría del tiempo en la cama.

Lo único que pudo hacer Vanessa fue sonrojarse y recordarse a sí misma no volver a darle pie para entrar en tan peligroso terreno.

A pesar de toda la diversión, en varios momentos del día, no pudo evitar recordar lo que Edward le había dicho sobre esos supuestos negocios fraudulentos que podrían estar relacionados con Zac y con las Islas Caimán. Por supuesto, no había encontrado ningún tipo de prueba o sospecha y, cuanto más conocía a Zac, más convencida estaba de que tal relación no existía. Aun así, su mente seguía dándole vueltas a la idea y pensando que, si hubiera algo oscuro en sus negocios, aquél era el momento de descubrirlo.

Al mismo tiempo, sabía que sería difícil averiguar nada dado el secretismo con el que se protegía a las empresas de las islas. Seguramente no podría obtener ningún tipo de relación a menos que entrara en los archivos del gobierno por medio de sobornos, insinuaciones o mentiras. Y eso significaría mentir también a Zac para poder escaparse unas horas.

Lo cierto era que resultaría bastante complicado y, sobre todo, no parecía existir motivo alguno para intentarlo siquiera: Zac le había proporcionado un artículo estupendo sobre Efron Enterprises. Había cumplido con creces su parte del trato. Y, gracias a él, aquel artículo sería suficiente para darle un nuevo rumbo a su carrera.

Así pues, debería relajarse y disfrutar de las atenciones de un tipo guapísimo, como Alyson le había aconsejado. Y, si era sincera consigo misma, debía admitir que Zac era el hombre más fascinante que había conocido en su vida. De hecho cada vez le resultaba más difícil mantener las manos alejadas de él; especialmente ahora que se pasaba el día viéndolo en bañador.

En las últimas semanas, se había sumergido de lleno en el mundo de Zac y no le había disgustado en absoluto. En realidad no era tan malo como ella había creído.

Cuando volvían en el barco después de bucear, Zac volvió a mirar a Vanessa. Incluso con aquel traje de neopreno y el pelo aplastado estaba preciosa.

Había hecho todo lo que había podido para mantener las manos alejadas de ella durante todo el tiempo que llevaban en las islas pues no quería presionarla. El problema era que la extraña sensación que notaba en la boca del estómago se intensificaba a medida que se aproximaba la noche. Además, ella no había dado la menor muestra de sentirse tan reprimida y frustrada como él.

Zac: ¿Qué te gustaría hacer el resto del día? -le preguntó una vez en tierra-.

Rezó para que sugiriera algo movido como el esquí acuático, cualquier cosa que lo ayudara a liberar parte de su tensión sexual.

Ness: ¿Qué? -preguntó con fingida sorpresa-. No me digas que no has hecho ningún plan para hacer windsurf o saltar en paracaídas. Quedan muchísimos deportes que todavía no hemos practicado.

Cierto. A él se le ocurría uno en el que se necesitaba una cama, dos cuerpos desnudos y con el que se liberaba mucha tensión.

Zac: No. ¿Tú qué quieres hacer? -preguntó, en lugar de decir en voz alta sus pensamientos-.

Suponía que no había la menor posibilidad de que le leyera la mente y dijera «¡Estupendo! Eso es precisamente lo que estaba pensando. Vamos a la cama».

Vanessa lo miró unos segundos durante los cuales parecía estar ponderando diferentes posibilidades y que le hicieron llegar a dudar de si había dicho en voz alta lo que había pensado o quizá había leído algo en la expresión de su rostro.

Apartó la mirada. ¿Era su imaginación o parecía incómoda?
Por fin volvió a mirarlo.

Ness: Vamos de tiendas a Georgetown.

Zac: Muy bien -dijo, fingiendo cierto entusiasmo hacia la idea-.

Ya en el coche que habían alquilado en el aeropuerto, se fijó en que Vanessa había estado muy callada, incluso apagada, desde que habían salido del hotel; no, en realidad desde que habían vuelto de bucear.

Perplejo y muy impaciente, Zac decidió preguntarle directamente en cuanto pararon en un semáforo.

Zac: ¿Qué te ocurre?

Ness: Quiero hacer el amor contigo -soltó a bocajarro e, inmediatamente después, se llevó la mano a la boca-.

Parecía horrorizada por las palabras que acababan de salir de su boca.

Zac sintió como si acabaran de darle un martillazo en la cabeza, pero trató de parecer tranquilo... como si no llevara semanas esperando ese momento... como si no acabara de encontrar un oasis en mitad del desierto.

Pero entonces otro pensamiento irrumpió en su mente, algo que lo hizo gruñir y darle un cabezazo al volante.

Ness: ¿Qué? -preguntó con perplejidad-.

Zac: ¿Acabas de darte cuenta? -su voz salió a un volumen extremadamente alto incluso para sus propios oídos-. ¿Por qué no lo has dicho hace cinco minutos, cuando estábamos en el hotel a solo unos pasos del dormitorio?

Vanessa no dijo nada, pero él se incorporó en el asiento y apretó el acelerador.

Ness: ¿Qué haces?

Zac: Voy a hacer un giro ilegal. Vigila que no haya policía.

De sus labios salió una sonora carcajada. Bueno, pensó Zac, al menos había desaparecido la tensión. Ahora solo necesitaba llegar a la habitación antes de perder el poco autocontrol que le quedaba; su confesión de que lo deseaba no había hecho más que empeorar su situación ya de por sí bastante delicada y estaba al límite.

De reojo vio que Vanessa estaba metiéndose la mano por el cuello de la blusa.

Zac: Me encantaría que empezaras a desnudarte aquí mismo -comenzó a decirle con gesto travieso-, pero creo que hay leyes contra el escándalo público.

Ness: ¡No seas tonto! -protestó sin poder reprimir otra carcajada-. Solo me estoy colocando el biquini; las copas se me mueven.

Zac: Muy bien, encima dime esas cosas y acabarás matándome.

Volvió a reírse.

Ness: Date prisa.

Zac: ¿Y qué crees que estoy haciendo?

Vanessa estaba asombrada de lo que sentía. Si no hubiera estado tan desesperada, se habría reído de sí misma. Zac se había quedado de piedra al oír aquellas palabras que habían salido de su boca como un torrente. Su imprudente reacción había sido más que suficiente para disipar cualquier duda que pudiera tener Vanessa de lo que opinaría de su declaración.

Desde que habían llegado a aquella isla, había esperado que él diera el primer paso y, en algunos momentos, había estado tan impaciente, que a punto había estado de gritar. ¿Podría alguien culparla por dar un paso al frente y decir lo que deseaba?

Volvió a mirarlo mientras conducía, parecía igual de desesperado por llegar. Apenas podía creer que hubiera llevado al poderoso Zac Efron al borde de sí mismo. Y pensar que hacía no demasiado tiempo, ni siquiera habría podido imaginar desear tanto a aquel hombre.

Soltó una risilla nerviosa.

Zac: ¿Qué te resulta tan divertido? -le preguntó, apartando los ojos de la carretera tan solo un segundo-.

Ness: Tú. Conduces como si tu vida dependiera de ello.

Zac: Ríe mientras puedas -advirtió en tono retador-. Muy pronto, estarás reaccionando de un modo muy diferente.

Ness: Promesas, nada más que promesas -replicó a pesar de sentir cómo se le sonrojaban las mejillas-.

Justo cuando llegaban al hotel, Zac volvió a mirarla.

Zac: No recuerdo la última vez que deseé a alguien de una manera tan desesperada.

El corazón le dio un vuelco al oír aquello.

Ness: Yo tampoco.

Una vez dentro del hotel, atravesaron el vestíbulo a toda prisa y se metieron en el ascensor como dos adolescentes. Y, ya en la habitación, Zac echó el cerrojo de la puerta, le dedicó una lenta sonrisa y la acorraló contra la pared... y empezó a devorar su boca sin perder más tiempo.

Ella suspiró encantada. Olía a sol, arena, viento y masculinidad.

Tomándole el rostro entre las manos, la obligó a mirarlo y Vanessa no pudo menos que volver a recibir su boca con los labios entreabiertos, para que su lengua se sumergiera en ella de placer.

Nada era suficiente. El beso fue adquiriendo más y más pasión, más y más urgencia. Ella se apretaba contra su cuerpo, se amoldaba a sus formas. Cuando levantó el rostro, fue solo para darle miles de besos en los labios, en los párpados y en el cuello.

Zac: ¿Sabes lo difícil que me ha resultado mantener las manos lejos de ti hasta ahora? -murmuró con voz ronca-.

Ness: ¿Entonces por qué lo has hecho? -dijo sin abrir los ojos-.

La risa de Zac llevaba implícita una burla de sí mismo.

Zac: Trataba de demostrarte que era digno de confianza.

Le resultaba muy difícil seguir pensando mientras notaba su mano en el pecho, acariciándola a través de la tela de la blusa y del biquini.

Ness: Mmmm -farfulló abriendo los ojos-. Sedúceme y te diré si cumples mis más malévolas expectativas.

Zac: ¿Me estás desafiando? -le preguntó al oído-.

Ness: Sí -se limitó a decir-. Adelante.

Zac reprimió una carcajada.

Zac: Creo que nunca me había reído tanto intentando llevarme a una mujer a la cama.

Ness: Yo tampoco -intentó hablar con lógica-. Quiero decir, intentando llevarme a un hombre a la cama.

En realidad, no recordaba haberle pedido nunca a nadie que le hiciera el amor, ni haber intentado seducir a alguien de ese modo, pero tampoco iba a ponerse a darle tantos detalles. Sobre todo en aquel momento en el que Zac estaba concentrado en desabrocharle los botones de la blusa, que acabó en el suelo en solo unos segundos después de que él se quitara la camiseta.

Vanessa se entretuvo en mirar aquella deliciosa imagen que se le había hecho tan familiar en las últimas cuarenta y ocho horas y que por fin podía observar descaradamente en lugar de lanzarle rápidas miradas robadas. Recorrió con las manos su piel suave y morena.

Ness: Llevaba queriendo hacer esto desde ayer -murmuró extasiada-.

Zac: ¿El qué?

Ness: Tocarte.

Zac: Pues tócame.

Por debajo de la cinturilla de sus pantalones, su erección resultaba más que evidente y ella no dudó en acariciarla.

Zac: Dios, Vanessa -dijo con un hilo de voz-. No sabes cuánto te deseo.

Después de dedicarle una ardiente mirada, Zac se desabrochó los pantalones y los dejó caer al suelo, de manera que su cuerpo quedó cubierto tan solo por el bañador. E hizo lo propio con la falda de Vanessa, pero todavía quedaba el biquini.

Zac: Este biquini lleva torturándome todo el día.

Jamás se había sentido tan sexy como en aquel momento, sabiendo que él la deseaba con todas sus fuerzas. Hasta entonces, nunca se había considerado el tipo de mujer capaz de volver loco a los hombres. Sabía que no era fea y que el pelo negro la convertía en el ideal de muchos, pero siempre había sido demasiado seria como para que nadie la viera como un bombón.

Sin embargo Zac la hacía sentir gloriosamente sexy.

Le cubrió los pechos con las manos y sus dedos acariciaron los pezones endurecidos por la excitación incluso bajo la tela del biquini. Un gemido salió de sus labios y cerró los ojos al sentir aquel delicioso cosquilleo entre los muslos.

Zac: Mírame -le pidió con una voz profunda y ansiosa-. Quiero que me mires mientras te hago el amor.

Se obligó a enfocar la vista, a observar su rostro, tenso de placer. Zac inclinó la cabeza y poseyó su boca una vez más mientras sus manos exploraban cada centímetro del cuerpo prácticamente desnudo de Vanessa.

Zac: Tienes la piel suave y tersa.

Ness: Es por la crema.

Zac: ¿Otra vez? -preguntó con una nueva carcajada que desapareció cuando su mano alcanzó el lugar donde se unían sus piernas-. Está húmedo -le susurró al oído-.

Vanessa volvió a cerrar los ojos. No podía más. La hacía sentir algo increíble. Sus caricias eran seguras, hábiles... peligrosas.

Zac: Y tiene un ligero bronceado.

Ness: ¿Mmmm?

Volvió a oír su risa.

Zac: Tu piel. Es preciosa, como el resto de tu cuerpo.

Abrió los ojos de nuevo.

Ness: Es por mis raíces cubanas... gracias a mi abuela. En cuanto me pongo al sol, me bronceo -dijo, haciendo un esfuerzo por no perder el control mientras él seguía besándola en los lugares más insospechados-.

Zac: Recuérdame que le dé las gracias a tu abuela -susurró cubriendo de besos su cuello al tiempo que le agarraba las nalgas-.

Ella se pegó a él, arrancándole un gemido con ese solo movimiento.

Ness: Zac...

Zac: ¿Me has llamado? -preguntó completamente ausente-.

Ness: Sí.

Y volvió a cerrar los ojos para sumergirse en un nuevo beso.

No sabía cuánto podría aguantar. No recordaba haber deseado tanto nadie.

Zac: ¿Ahora, preciosa? -le preguntó por fin-.

Ness: Sí, sí -insistió deseosa de unirse a él, de conocerlo a fondo-. Te necesito.

En menos de un segundo la liberó de la parte de arriba del biquini para, acto seguido, recorrer sus pechos desnudos con los labios y con la lengua. Vanessa tuvo que apoyarse en la pared en busca de apoyo, pero el alivio duró poco.

Zac se puso recto y coló una mano por la braguita del biquini para despojarla de la última prenda que cubría su cuerpo. También se quitó el bañador y la obsequió con la maravillosa visión de su erección.
Vanessa se humedeció los labios con la lengua. Él gruñó y luego rió.

Lo miró deleitada mientras se acercaba a la mochila que había dejado en la mesa de la entrada y de la que sacó un preservativo.

Ness: Déjame a mí -le pidió, que se moría por tocarlo-.

Zac: Cariño...

Pero no le dejó protestar, le puso la mano sobre la boca y después le colocó el preservativo con una suavidad que lo obligó a respirar hondo.

Ness: Ya está -susurró mirándolo a los ojos pero sin dejar de acariciarlo-.

Zac: Aún no hemos empezado siquiera -volvió a acorralarla contra la pared-. Bueno, ¿dónde estábamos?

Vanessa soltó una risilla juguetona.

Ness: ¿No te acuerdas? -le preguntó mientras fingía huir de él-.

Zac: Parece que voy recuperando la memoria. -Se rieron juntos mientras Zac la perseguía hasta el dormitorio. Acabaron tumbados en la cama, él encima de ella-. Dios -murmuró sintiendo aquel precioso cuerpo pegado al suyo-. Tengo que hacerte mía.

Ness: Hazlo -le suplicó casi sin aliento-.

Y eso hizo. Ambos soltaron un gemido cuando Zac se sumergió dentro de ella y sus cuerpos comenzaron a moverse en perfecta armonía.

Aquello era una maravilla.

Zac: Ay, Vanessa -susurró completamente extasiado-. Preciosa...

El ritmo fue subiendo hasta que el placer se hizo casi insoportable y sus cuerpos estaban empapados en sudor, entonces Vanessa se aferró a él y se dejó llevar hasta lo más alto gritando su nombre.

Con un profundo rugido, Zac la siguió en aquella explosión que era el éxtasis más absoluto. Después, cayó rendido sobre ella.




Y pasó lo que tenía que pasar... XD
Pero... ¿cuánto durará esa felicidad?

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Siiiiii finalmente paso!!!!
Sé que como toda novela tendrán un
Problema ahora que todo está bien
Pero no logro descifrar por qué se pelearan?
Tal vez zac piense que Vanessa solo lo utilizaba
O algo así para su carrera
Solo espero que terminen juntos
Amo la novela y este capítulo fue el más esperado
Saludos y sube pronto!!!!

Unknown dijo...

Me muero del amor! Que gran capitulo, el mejor hasta ahora en toda la novela. No puedo creer lo que tanto se deseaban!! Entre ellos hay amor, eso es seguro.
Ame ame demasiado el capitulo, son muy amores.


Sube pronto

Publicar un comentario

Perfil