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sábado, 31 de octubre de 2015

Capitulo 11


Al salir del ascensor de Efron Enterprises, lo primero que vio Vanessa fue a Zac hablando con su secretaria.

Justo a tiempo, pensó mientras se debatía entre el alivio y el pánico. Apenas tuvo tiempo de secarse el sudor de las manos en los pantalones antes de que él levantara la vista hacia ella.

Ness: Hola -lo saludó, dando un paso hacia él-.

Estaba tan guapo, que tuvo que hacer un esfuerzo para no dejarse llevar por el deseo de echarse en sus brazos.

Zac: Hola -respondió metiéndose las manos en los bolsillos-.

Ness: ¿Podemos hablar?

Primero asintió y luego le pidió a su secretaria que no le pasase ninguna llamada. Ella seguía mirando a Vanessa de manera especulativa.

Una vez en su despacho, Vanessa respiró hondo y fue directa al grano.

Ness: ¿Has visto el artículo de Serena?

Zac la miró extrañado.

Zac: ¿Debería haberlo hecho?

Ness: ¡El titular afirma que tú y yo vamos camino del altar! -sintió cómo la sangre le subía a las mejillas. Zac enarcó una ceja-. Solo quería que supieras que yo no he tenido nada que ver.

Zac: Nunca se me habría ocurrido pensar eso -dijo con suavidad-.

Aquello la hizo sentir un profundo alivio.

Ness: ¿Ah, no?

Zac: No -en sus labios apareció una cálida sonrisa-.

Ness: No sé quién habrá sido su fuente, pero...

Zac: Yo sí.

Ness: ¿Qué? ¿Qué?

Zac: Yo sí sé quién ha sido.

Vaya. Ahora comprendía que estuviera tan tranquilo.

Zac: Es alguien de fiar -continuó diciendo-. Totalmente digno de confianza.

Ness: ¿Cómo puede ser de fiar si está completamente equivocado?

Zac: ¿Cómo sabes que está equivocado?

Ness: Porque... -empezó a farfullar. Parecía que iba a obligarla a explicárselo todo-. Porque tú... yo...

Zac: ¿Sí?

Ness: ¡Porque tu y yo no vamos a casarnos! -exclamó por fin-.

Zac: Ah.

Ness: Por cierto -mejor sería cambiar de tema-, ¿podrías decirme quién es su fuente?

Zac: Alguien que conozco -dijo misteriosamente-.

Ness: ¿Un amigo tuyo?

Zac: Es un buen tipo -aseguró-. A veces un poco incomprendido y a veces bastante torpe, pero con buenas intenciones.

Ness: Aja -había tenido la poca vergüenza de condenarla a ella por escribir una columna de cotilleos y, sin embargo ahora estaba dispuesto a defender a un amigo suyo que había ido a la prensa con una sarta de mentiras-. Sí, debe de ser muy buen tipo.

Zac: Cuidado, podrías herir sus sentimientos -dijo sin demasiada preocupación-.

No, en realidad no parecía nada preocupado, más bien al contrario. Vanessa empezó a sospechar algo.

Ness: ¿Cuánto hace que conoces a ese amigo tuyo?

Zac: Muchos años. Por eso sé que puedo responder por él.

Sus sospechas aumentaban por momentos, pero también lo hacía la confusión. ¿Estaba jugando con ella? ¿Acaso creía que no había pagado suficiente por su supuesta traición en las Islas Caimán? ¿Estaría enfadado por su artículo y trataba de castigarla? ¿O...?

Lo observó detenidamente. No parecía enfadado; en todo caso, expectante.

El corazón empezó a latirle con fuerza.

Ness: Me sorprende que seas tan amigo de alguien que le ha contado tantas intimidades a la prensa.

Zac le aguantó la mirada mientras decía:

Zac: Digamos que mi amigo se ha dado cuenta de que las columnas de sociedad pueden llegar a resultar muy útiles.

Ness: ¿De verdad? -muy bien-. No te he preguntado si conozco a tu amigo.

Dio un paso hacia ella.

Zac: Sí.

El corazón le latía como un caballo desbocado.

Ness: ¿Es guapo?

Zac: Mucho -dio otro paso más hacia ella-.

Ness: Ah -estaba al alcance de su mano, podía sentirlo con tanta fuerza-. ¿Es inteligente?

Zac: Supongo.

Ness: ¿Divertido?

¿Era su voz la que temblaba?

Zac: Eso dicen algunos.

Ness: Ah.

Zac: ¿Por qué lo preguntas? -su voz era profunda e intensa-.

Lo miró a través de las pestañas.

Ness: Quizá esté dispuesto a tener una relación estable.

La sonrisa de sus labios se hizo más grande.

Zac: Pues es una lástima.

Vanessa abrió los ojos de par en par.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Porque entonces supongo que no te interesará esto -dijo, sacándose algo del bolsillo-.

Al abrir la cajita, el diamante brilló en todo su esplendor.

Ella se quedó sin respiración unos segundos, después levantó la mirada hacia él.

Zac: Yo fui su fuente, Vanessa. Porque te quiero y he sido un estúpido.

Se puso de rodillas.

Ness: ¡Dios!

Sintió que las lágrimas le inundaban los ojos, pero no pudo decir más que aquella exclamación incoherente.

Zac le tomó la mano y le puso el anillo.

Zac: ¿Quieres casarte conmigo?

Lo miró a través de las lágrimas.

Ness: Yo también te quiero.

Zac: Creo que la respuesta debería ser «sí» o «no».

Estaba bromeando, pero en sus palabras había un ligero toque de inseguridad.

Ness: ¡Sí!

Se puso en pie, la estrechó en sus brazos y la besó con toda la pasión acumulada. Y ella se entregó a aquel beso. No podía creer lo afortunada que era, no alcanzaba a entender cómo era posible que sus sueños se hubieran hecho realidad de pronto. Pero por el momento, le bastaba con gozar de aquella fantasía.

Ness: ¿Tú planeaste todo esto? -preguntó entre besos-.

Zac: Ya sabes lo que dicen -comenzó a decirle, mirándola con los ojos llenos de ternura-: «A situaciones desesperadas, medidas desesperadas». Serena estuvo encantada de ayudar.

Ness: ¿De verdad le pediste ayuda?

Zac: Recordarás que le dije que cuando decidiera ir en serio contigo, la llamaría para contarle cosas sobre mi vida privada. Bueno, pues lo cierto es que no podría ir más en serio contigo.

Ness: Es... -entonces se dio cuenta de algo-: ¡Tu vuelo! ¿Qué hora es? ¡Perderás el vuelo!

Por la carcajada que soltó y la cara de travieso, Vanessa se dio cuenta de que tampoco existía tal vuelo. Según le explicó, había convencido a su secretaria de que le dijera todo eso con la esperanza de que así, si quería hablar con él, se viera obligada a hacerlo de inmediato.

Ness: Eso explica que vayas con un anillo de compromiso en el bolsillo -dedujo emocionada por la cantidad de molestias que se había tomado por ella-. Eres muy rápido.

Zac: Ya sabes cuánto me gusta la velocidad.

No pudo hacer otra cosa que mirar embelesada a ese hombre maravilloso, divertido y dulce que le había enseñado a confiar, a reír y a amar.

Ness: Te debo una disculpa.

Se apartó unos centímetros de ella para poder mirarla.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Por no haber confiado más en ti -hizo una pausa-. Pensé que eras como Charles McPerson solo porque eres rico y poderoso. Me limité a convertirte en el blanco de mi columna.

Zac apoyó la frente en la de ella.

Zac: Si no hubiera sido por esa columna, no nos habríamos conocido. Siempre le estaré agradecido a Según los Rumores.

Ness: Cómo has cambiado -bromeó, al tiempo que le daba un rápido beso-.

Zac: Bueno, he aprendido unas cuantas lecciones -Vanessa lo miró con curiosidad-. Tenías razón, iba sin rumbo desde el accidente. La muerte de Dan me dejó destrozado y me escondía de la realidad saliendo de juerga con actrices y modelos.

Ness: Pero ahora vas a dedicarte a las periodistas -le recordó con picardía-.

Zac: He descubierto que las periodistas de cotilleos tienen su encanto y que su trabajo es complicado, como el de la mayoría de la gente.

Ness: ¿Tienen su encanto aunque te obliguen a enfrentarte al pasado?

Zac: Especialmente entonces -dijo, tomándole el rostro entre las manos-. Por mucho que me esforzara en negarlo, seguía sintiéndome culpable de la muerte de Dan. No sabía cuánto necesitaba una especie de absolución... hasta que leí tu artículo.

Ness: Espero que no te enfadaras.

Zac: Al principio sí me enfadé, pero cuando me paré a leerlo. Creo que al hacerlo, por fin me di permiso para perdonarme a mí mismo.

Ness: Quería compensarte por lo que había hecho -le explicó-. Aunque creía que había arruinado cualquier oportunidad de arreglar las cosas entre nosotros. Por cierto, gracias al artículo sobre Efron Enterprises, tienes delante a la nueva reportera de negocios del Sentinel.

Con una enorme sonrisa en los labios, Zac la levantó en brazos y la estrechó con fuerza antes de devolverla al suelo.

Zac: ¡Fantástico! ¿Y quién va a sustituirte?

Ness: Espero que sea Judy Donaldson y no mi hermana. Alyson tiene la descabellada idea de que la columna es la manera ideal de conocer chicos.

Zac: Me gusta tu hermana. Es muy valiente.

Ness: No te preocupes, está deseando acogerte en la familia con los brazos abiertos.

Zac: La mía ya cree que eres fantástica por haberte encargado de bajarme los humos -le dijo en broma, pero enseguida se puso serio-. Hablando de familia, ¿qué tienes pensado hacer con Charles McPerson?

Ness: Nada -hizo una pausa para intentar expresar lo que sentía-. Es evidente que él nunca ha deseado tener nada que ver conmigo y, ahora que lo conozco, yo tampoco quiero tener nada que ver con él. Además he decidido dejar de torturarme por la carga genética que haya podido dejarme. Los genes no marcan el destino.

Zac: Así se habla -dijo satisfecho-. No sirve de nada sufrir por cosas que no se pueden cambiar, pero hay que darse cuenta de que hay muchas otras que sí se pueden cambiar.

Ness: Te quiero.

La conocía tan bien. Él era todo lo que había deseado, con lo que tanto había soñado. La entendía de un modo, que conseguía que ella misma se viera con mejores ojos.

Zac: ¿Podrías demostrármelo? -le pidió con un peligroso brillo en los ojos-.

Ness: ¿Aquí?

Zac miró a su alrededor.

Zac: Puede que tengas razón, sería un poco incómodo. Mejor vamos al dormitorio.

Ness: ¿Al dormitorio?

Según le explicó, la empresa disponía de una habitación en la que dormían los ejecutivos que se quedaban a trabajar hasta tarde y no tenían tiempo de ir a casa. Aunque, de manera extraoficial, se rumoreaba que había gente que la utilizaba para citas clandestinas.

Vanessa trató de protestar, pero cuando quiso darse cuenta, Zac la había agarrado de la mano y la arrastraba por el pasillo. Al salir del despacho, no pudo ni mirar a los ojos a su secretaria, ni levantó la mirada del suelo hasta que estuvieron en dicha habitación.

Zac la estrechó en sus brazos y comenzó a besarle el cuello.

Ness: ¡No puedo creer que estemos haciendo esto! -exclamó, mitad escandalizada, mitad encantada con la idea de escabullirse a hacer el amor con el hombre al que amaba-. ¿No nos oirán?

Zac: Las paredes están bastante insonorizadas -dijo, colándole las manos por la blusa y acariciándole los pechos por encima del sostén-. Pero será mejor que seamos discretos.

Ness: Piensa en tu reputación, imagina que...

No podía seguir hablando porque sus manos habían empezado a moverse con maestría sobre su piel.

Zac: Gracias a ti, mi reputación es la de un gran seductor, así que tendré que hacer justicia al título.

Tenía razón.

Cuanto más la besaba y acariciaba, más lógica le parecía la idea.

Unos segundos después, ambos se habían despojado de la ropa y Vanessa le acariciaba el pecho y se entretenía en admirar aquel cuerpo maravilloso... y todo suyo. Y él la miraba con un deseo que la hizo estremecer.

Ness: Puedes tocarme donde quieras... por todas partes -le susurró de un modo que hizo que se le endurecieran los pezones. Se moría por sentirlo dentro, por entregarse a él-. Por supuesto, espero iguales privilegios.

Vanessa acarició su erección, vio cómo cerraba los ojos y se le entrecortaba la respiración.

Zac: Sabes que vamos a tener una vida maravillosa juntos, ¿verdad? -le dijo, casi sin aliento-.

Ness: Claro que lo sé -susurró justo antes de agacharse y tomarlo en la boca, acariciándolo y dándole todo el placer que podía-.

Se deleitó en la sensación de sentirlo en su boca.

Después volvió a ponerse en pie y se encontró con unos ojos inundados de pasión. Se dejó llevar a la cama, donde cubrió su cuerpo de besos hasta llegar al centro de su ser. Al principio se puso en tensión.

Zac: Confía en mí -le susurró dulcemente-.

Y eso hizo. Cuando pensaba que ya no podía aguantar más, él fue hasta los pantalones y se puso un preservativo.

De nuevo en sus brazos, se dio cuenta de que se sentía la mujer más seductora del mundo, allí desnuda, con solo aquel maravilloso diamante que él le había regalado.

Zac se movió sobre ella, buscando la entrada a su cuerpo, una entrada que ella le proporcionó encantada. Y comenzaron a moverse juntos, a amarse en armonía, en un crescendo imparable.

Ness: Te quiero.

Zac: Yo a ti también -respondió con un gemido. Podía sentir la tensión aumentando dentro de su cuerpo, acercándola a un éxtasis que ya casi podía tocar-. ¿Es suficiente? -le susurró con la misma tensión-.

Ness: Más de lo que habría soñado -respondió antes de perder el sentido y lanzarse con él... hacia el futuro-.




Awww! ¡Qué bonito!
Al final todo era obra de Zac XD Se nota que la quiere un montón.

Pero aún falta el epílogo.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


¡HAPPY HALLOWEEN! >=)


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Siiiii que buen plan el de zac
Qué bueno que alfin son felices
Fue muy romántico este capítulo
Me gusto mucho
Ya quiero leer el epílogo
Síguela pronto

Maria jose dijo...

Casi se me olvida......

Happy Halloween!!!!!

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