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lunes, 30 de marzo de 2015

Capítulo 5


Miley: Me encanta tu vestido -le dijo con admiración cuando Vanessa atravesó el enorme salón para llegar a la zona del comedor-.

La mesa de cristal había sido decorada con rosas blancas y velas que parpadeaban con la suave brisa que entraba por las puertas de cristal de la terraza, que estaban abiertas.

El entorno era maravilloso y relajante, pero Vanessa no había podido evitar darse cuenta de que Zac la miraba de manera enigmática mientras se acercaba.

Miley: ¿Es una de tus creaciones? -preguntó distrayéndola de la atracción que sentía por él. Vanessa asintió y la novia sonrió triunfante-. ¿No te había dicho que era una diseñadora genial? -le preguntó a su hermano-.

Zac: Por supuesto.

Era una pena que su hermana no le hubiese advertido también de la belleza de Vanessa. Estaba deslumbrante con aquel vestido gris, pero lo habría estado también con cualquier otra cosa, o incluso desnuda, le dijo una vocecilla en su interior. El deseo volvió a crecer y Zac agradeció a su hermana que se pusiese a hablar alegremente mientras él intentaba controlar a sus hormonas.

Miley: Vanessa, este es Will.

Esta sonrió al joven que había al lado de Miley.

Ness: Encantada. Siento que tu padre esté enfermo.

Will: Gracias. El médico nos ha dicho que habría que adelantar la fecha de la operación, pero mi padre insiste en que continuemos con nuestros planes.

Ocuparon sus sitios en la mesa y Vanessa se sentó lo más lejos posible de Zac. Mike, muy elegante con un traje oscuro, le guiñó el ojo mientras servía el primer plato.

Mike: He pensado que sería mejor que me quitase las bermudas, dado que mi jefe tiene invitados a cenar -comentó en un susurro-.

Y Vanessa se dio cuenta de que apreciaba mucho a su jefe. Miró hacia el otro lado de la mesa y se puso tensa cuando su mirada se cruzó con la de Zac. Algo en ella hizo que se le acelerase el corazón. Notó que se ruborizaba y deseó apartar la vista de él, pero estaba hipnotizada por el brillo de sus ojos azules, que ya no eran fríos y duros, sino sensuales y calientes.

Se sintió incapaz de respirar y abrió mucho los ojos, porque sentía pánico y atracción al mismo tiempo.

Volvió a recordar los momentos en los que le había puesto crema. Vanessa le había dicho que no se sentía atraída por él, pero había mentido y, a juzgar por la expresión de Zac, él lo sabía también.

Aquello era una locura. Por fin consiguió apartar la mirada y bajarla a la ensalada de queso de cabra que tenía delante. Nunca se había sentido tan atraída por un hombre.

Después de haber vivido el infeliz matrimonio de su madre y John Anderson, siempre había dudado de las relaciones y no había querido cometer un error como el de Gisele. Nunca había sentido una atracción como la que estaba sintiendo por Zac, y, por lo tanto, su instinto tampoco le había dicho nunca que la combatiese.

Will: ¿Y cómo es que decidiste especializarte en vestidos de novia, Vanessa? ¿Eres una romántica?

Vanessa estuvo a punto de negarlo, pero al ver cómo se miraban Miley y su prometido, no fue capaz.

Ness: Pienso que es maravilloso que dos personas se enamoren y estén seguras de que están hechas la una para la otra y de que quieren pasar el resto de su vida juntas -dijo despacio-. Las bodas son momentos felices y me encanta poder contribuir a que ese día sea especial diseñando el vestido de la novia.

Aunque en el fondo pensaba que era imposible estar seguro de que uno iba a ser feliz con otra persona durante el resto de su vida. Con respecto al hecho de tener hijos, le parecía un concepto demasiado vasto.

Sabía por experiencia propia que cuando una relación fracasaba, eran los niños quienes sufrían las consecuencias.

De repente, se dio cuenta de que todo el mundo estaba esperando a que continuase.

Ness: Sinceramente, no puedo permitirme el lujo de pasarme el día soñando, teniendo mi propia empresa -les explicó-. Estoy decidida a que Wedding Vanessa tenga éxito, así que mis vestidos son románticos, pero yo tengo que ser práctica.

Zac: Entonces, ¿te definirías a ti misma como una mujer centrada en su carrera?

A Vanessa le sorprendió el tono en el que Zac le había hecho la pregunta y también su sonrisa un tanto burlona. Era cierto que le había rogado que permitiese que le diseñase el vestido de novia a su hermana, pero si pensaba que podía pisotearla, estaba muy equivocado.

Ness: Sí -le respondió en tono frío-. Como tú también eres un hombre de negocios, supongo que entenderás que me dedique en cuerpo y alma a mi empresa.

Él arqueó las cejas con curiosidad.

Zac: ¿Si tu carrera es tan importante para ti, quiere eso decir que no tienes pensado diseñar tu propio vestido de novia a corto plazo?

Ness: No tengo planes en ese aspecto -le informó airadamente-.

Y se sintió aliviada cuando Alice retomó el debate en torno al color de los vestidos de las damas de honor.

Zac: ¿Cuánto crees que tardarás en tener el diseño del vestido de Miley? -le preguntóa Vanessa al final de la cena-.

Ella saboreó la última cucharada de mousse de chocolate antes de mirarlo, y el corazón volvió a darle un vuelco. Se preguntó si Zac se ponía siempre tan elegante para cenar. Estaba muy sexy con aquel esmoquin negro y la camisa de seda blanca. La intensidad de su mirada mermó su frágil compostura.

Vanessa se obligó a sonreír.

Ness: Hemos empezado antes de la cena. Creo que podré tener los bocetos a finales de semana, y en cuanto Miley haya decidido qué materiales quiere, los pediré a mis proveedores. Luego volveré al estudio para hacer los vestidos.

Zac frunció el ceño.

Zac: ¿Significa eso que Miley y sus damas de honor tendrán que ir a Londres a hacerse las pruebas?

Ness: Sí, pero solo harán falta dos o, como mucho, tres.

Zac: Va a ser difícil que hagan tres viajes a Inglaterra, teniendo la boda tan cerca y tantas cosas que hacer, ¿no crees, Miley? -preguntó a su hermana-. Además, estoy seguro de que preferirías quedarte en Grecia ahora que Henry está hospitalizado.

Miley asintió despacio.

Miley: Por supuesto que sería más sencillo no tener que viajar a Londres -admitió. Y luego formuló la misma pregunta que Vanessa se estaba haciendo-. ¿Se te ocurre algo, Zac? Vanessa no puede trasladar su estudio a Grecia.

Zac: ¿Por qué no?

En esa ocasión, fue Vanessa quien frunció el ceño.

Ness: Sería imposible. Tengo todo mi equipo en el estudio.

Zac: Pero si yo pudiese proporcionarte todo lo que necesitas, ¿podrías quedarte aquí en Aura a hacer los vestidos? La habitación en la que habéis estado hoy tiene un tamaño adecuado para instalar un taller, ¿no?

Ness: Bueno… sí, pero… Habría que alquilar o comprar todo lo necesario, y serían muchos gastos. Una buena máquina de coser cuesta varios miles de libras. Además, tengo dos costureras a mi cargo, y no creo que Diana y Judy puedan venir a Grecia y dejar en Londres a sus familias.

Zac se encogió de hombros.

Zac: El coste es lo de menos. Y, si es necesario, yo podría encontrar costureras en Atenas para que te ayudasen. Lo único que me importa es que todo esté preparado para el día de la boda, con las menos tensiones posibles para Miley, y un modo de conseguirlo es que tú le hagas el vestido aquí en Aura.

Donde el podría, además, controlar sus progresos, pensó Vanessa furiosa. Zac no lo había dicho, pero ella sabía que lo estaba pensando y eso la enfadaba. Quería controlarlo todo.

Ness: Pareces olvidarte de que tengo que dirigir un negocio en Londres -murmuró, intentando controlar el tono de voz para que Miley no se sintiese mal-.

Zac: ¿Tienes otros encargos en estos momentos? -inquirió sonriendo-. ¿No podrías dejar a una de las costureras a cargo de la empresa mientras estás aquí? Por supuesto, serás recompensada económicamente por el esfuerzo. Y no olvidemos que Wedding Vanessa recibirá mucha publicidad con esta boda.

Vanessa supo que estaba vencida, y sus temores se confirmaron cuando Miley comentó emocionada:

Miley: Oh, Vanessa, sería maravilloso que te quedases. Yo podría implicarme en todas las fases de creación de mi vestido. Y tú serías una invitada de honor en mi boda.

¿Cómo iba a decepcionar a Miley, que ya había sido engañada por la primera diseñadora a la que había encargado el vestido?

Ness: Supongo que es factible -admitió lentamente-.

Zac: Excelente. Entonces, ya está decidido -sentenció sonriendo-. Hazme una lista de las cosas que vas a necesitar para el taller y yo haré que las tengas lo antes posible.

Verlo tan satisfecho enfadó a Vanessa. Era evidente que era el rey de la isla y estaba acostumbrado a salirse siempre con la suya. Lo fulminó con la mirada y él respondió con una sonrisa burlona, pero fue el brillo de sus ojos, que le recordó la atracción sexual que había entre ambos, lo que hizo que Vanessa se estremeciese.

Había pensado quedarse en Aura cinco días, no hasta la boda. Eso significaba que tendría que pasarse cinco semanas luchando contra la atracción que sentía por aquel hombre. Era normal que le temblase la mano al tomar la copa de champán que tenía delante para darle un buen trago.

El resto de la noche fue una tortura para Vanessa, que intentó que no se le notase el intenso interés que sentía por Zac. Trató de relajarse y charlar con Miley, Will y sus hermanas, pero no pudo evitar sentir las miradas de Zac clavadas en ella, ni tampoco mirarlo constantemente. Se ruborizó cada vez que sus ojos se cruzaron y su cuerpo era consciente de que lo tenía cerca.

No supo qué hacer, cómo comportarse. La atracción que sentía por él era aterradora y emocionante al mismo tiempo. Nunca se había sentido tan viva, pero su instinto le advertía que aquello era peligroso. Zac era demasiado poderoso, demasiado tenaz, y estaba completamente fuera de su alcance. Se preguntó si debía rechazar el encargo y volverse a casa.

Miró hacia el otro lado de la habitación, donde Miley reía al lado de Will. Parecía tan contenta, tan emocionada con su boda, que no podía decepcionarla. Además, aquel iba a ser el encargo más importante de su carrera, y no podía rechazarlo solo porque se sentía atraída por el hermano de la novia.

Solo tendría que evitarlo durante las siguientes semanas para que todo fuese bien.

Miley se alejó de su prometido y se acercó a Vanessa.

Miley: Esta noche vuelvo a Atenas con Will, que está mucho más preocupado por su padre de lo que parece, pero regresaré mañana por la mañana -le dijo, un tanto nerviosa-. Siento tener que dejarte sola en Aura, aunque, bueno, en realidad no estarás sola, sino con Zac. Si necesitas cualquier cosa, o tienes algún problema, estará encantado de ayudarte.

Ness: Estaré bien -murmuró conteniéndose para no contestar que Zac era su problema-.

Después de dar las buenas noches a todo el mundo, volvió a su habitación, y unos minutos después, oyó cómo despegaba un helicóptero. Tenía la sensación de que hacía días, y no horas, que había salido de Inglaterra. Era casi media noche, pero estaba demasiado nerviosa para meterse en la cama, ya que no podía dejar de pensar en cómo la había manipulado Zac para que se quedase en Aura hasta la boda.

Era tan dominante y contundente como su padrastro. Aunque no eran iguales. Era evidente que Zac adoraba a su hermana y quería asegurarse de que tendría una boda perfecta. John Anderson había sido un matón, mientras que Zac tenía una parte sensible. La vida lo había hecho duro e inflexible, pero quería proteger a su hermana y, seguro que debajo de aquel exterior tan áspero había un corazón. Un corazón que, según Miley, le habían roto en una ocasión.

Como supo que no iba a poder dormirse y estaba acostumbrada a trabajar por la noche, momento del día en que estaba más creativa, salió de su habitación y se dirigió al piso de arriba, a la habitación que iba a utilizar de taller. De camino, pasó por delante de las escaleras que Miley le había dicho que llevaban a la terraza, y después de dudarlo un instante, decidió subirlas.

En lo alto, una puerta con arco daba a un amplio jardín cubierto, iluminado suavemente por la luz de la luna. Era cierto, parecía posible levantar la mano y tocar las estrellas, y el único ruido que había era el de una fuente. En un extremo de la terraza había una una mesa de comedor y sillas, y en vez de sofás y sillones, unos enormes cojines apilados en el suelo, debajo de un dosel, cuyo efecto recordaba a un campamento beduino.

Vanessa respiró hondo y empezó a relajarse, pero una voz a sus espaldas la hizo girarse. Dio un grito ahogado al ver a Zac en la puerta.

Zac: Veo que has descubierto mi escondite -comentó-.

Ella se quedó mirándolo y volvió a ponerse tensa. Él, por su parte, parecía cómodo.

Ness: Sé cuál es el verdadero motivo por el que quieres que me quede en Aura.

Le dijo retándolo mientras intentaba controlar la reacción de su cuerpo al verlo sin chaqueta y con los primeros botones de la camisa desabrochados.

Zac: ¿De verdad? ¿Te importaría explicármelo?

Ness: Sigues pensando que no tengo la experiencia suficiente para diseñar el vestido de novia de Miley. Por eso quieres tenerme aquí, controlada. Ya te he dicho que estoy preparada para trabajar veinticuatro horas al día si es necesario. ¿Por qué no confías en mí?

Zac: La confianza es algo que hay que ganarse -respondió con brusquedad, acercándose a ella-.

Había confiado en Amber, pensó muy serio, y no volvería a confiar en ninguna otra mujer. Vanessa se puso tensa al ver que se detenía muy cerca de ella. Lo miró a los ojos y le sorprendió ver una repentina desolación en ellos. Parecía casi… vulnerable, y Vanessa sintió ganas de abrazarlo.

La expresión de Zac cambió y el momento pasó.

Vanessa se dijo que era una locura, pensar que aquel hombre necesitaba a alguien. Se apartó un mechón de pelo de la cara.

Ness: Quiero que sepas que el único motivo por el que he accedido a quedarme y a hacer el vestido de Miles aquí en Aura es que eso le facilitará las cosas a ella. Queda muy poco tiempo para la boda y sé que está preocupada por el padre de Will.

Intentó pasar por delante de él, pero Zac la agarró del brazo y la hizo mirarlo.

Zac: Te debo una disculpa.

Ella abrió mucho los ojos al oír aquello y deseó pedirle que la soltara, pero en su lugar le preguntó:

Ness: ¿Qué quieres decir?

La luna hacía que su pelo pareciese un río de plata y su vestido gris brillaba, dándole una apariencia etérea.

Zac notó una punzada en el corazón, como cuando veía amanecer y se imaginaba a su padre pescando.

Por algún motivo que no llegaba a comprender, Vanessa le había calado más hondo que ninguna otra mujer desde Amber. Era menuda, luchadora y no tenía miedo a enfrentarse a él, un cambio refrescante, acostumbrado a la falsedad de tantas de sus anteriores amantes.

Zac: Siento haber pagado contigo el enfado que tenía con la primera diseñadora del vestido de Miley -admitió-. Protejo mucho a mi hermana y no quería que volviesen a hacerle daño. Por lo que he podido ver de tu trabajo, sé que tienes talento. Tu entusiasmo es evidente, así como tu buena relación con Miley, y me alegro de que seas tú quien vaya a hacerle el vestido.

Ness: Ah -fue lo único que consiguió contestar-.

Había pensado que era tan dominante como su padrastro, pero lo cierto era que jamás había oído a John disculparse por nada.

Estudió el rostro de Zac y se le hizo un nudo en el estómago al posar la mirada en la curva de sus labios.

Se dio cuenta de que había querido pensar mal de él porque estaba asustada por cómo la hacía sentir y por lo mucho que lo deseaba.

Zac: Sin duda, será de gran ayuda para Miley que le hagas el vestido aquí, pero existe otro motivo por el que he querido que te quedes.

A Vanessa se le aceleró el corazón y vio, paralizada, cómo Zac bajaba muy despacio la cabeza. Ella se humedeció los labios con la punta de la lengua.

Ness: ¿Qué… otro motivo? -susurró-.

Zac: Este…

La besó despacio, con suavidad y una increíble sensualidad. El placer explotó dentro de Vanessa con fuerza volcánica. Tembló de deseo y no pudo evitar gemir. Había deseado que Zac la besase desde que lo había visto llegar a Kea. Llevaba todo el día intentando negar la atracción que sentía por él, pero no podía seguir resistiéndose más.

Zac profundizó el beso con firmeza, exigiéndole una respuesta, y Vanessa no pudo negarle algo que ella también quería. Apretó su cuerpo contra el de él y se le cortó la respiración al ver que la abrazaba.

Estaba muy excitado. Vanessa sintió su erección contra el vientre, pero en vez de entrar en razón, notó humedad entre las piernas. Una voz en su interior le advirtió que aquello estaba yendo demasiado lejos, pero su cuerpo se negó a escucharla. Siempre había sido sensata y obediente. Tal vez aquello estuviese mal, pero no podía desearlo más y todo su cuerpo estaba temblando. ¿Cómo podía estar mal si ella se sentía tan bien?

Zac se dijo que tenía que parar antes de perder el control. Levantó la cabeza y miró a Vanessa. Y supo que era demasiado tarde. Había perdido el control en el momento en que la había visto en Kea.

Ninguna mujer lo había excitado tanto desde Amber.

Apretó la mandíbula. Aquello era distinto. Aunque odiase admitirlo, a Amber la había querido, y su deseo por ella había sido mucho más que una atracción física.

Lo que sentía por la mujer que tenía en ese momento entre los brazos era solo deseo. Y la entusiasta respuesta de ella le demostraba que era mutuo.

Aturdida, Vanessa pensó que aquello era una locura.

Todo su cuerpo parecía ser una zona erógena y se sentía embriagada solo por el olor exótico de la colonia de Zac. Su cerebro le estaba diciendo que parase, pero ya no tenía claros los motivos. El instinto estaba ganándole terreno a la razón.

Zac: Quiero verte -le dijo con voz ronca-.

Ella tembló mientras él levantaba la mano y le desabrochaba el vestido para ir bajándoselo muy despacio, dejando al descubierto la curva de sus pechos poco a poco. Vanessa no necesitaba bajar la vista para saber que tenía los pezones duros como piedras.

Zac le bajó el vestido hasta la cintura y dejó escapar un sonido gutural al ver sus pechos, erguidos provocadoramente hacia él, casi rogándole que los acariciara.

Zac: Dios, eres deliciosa.

Vanessa contuvo la respiración mientras Zac la acariciaba y las piernas empezaron a temblarle todavía más cuando lo vio inclinar la cabeza y notó cómo pasaba la lengua primero por un pezón y luego por el otro, una y otra vez, hasta hacerla gemir de placer y doblar las rodillas. Zac la sujetó contra su cuerpo y la tomó en brazos.

Unos segundos después estaba tumbada en los enormes cojines. Zac se arrodilló a su lado y a pesar de que una voz en su interior le decía que era solo un extraño, Vanessa no le hizo caso. Desde que lo había visto, se había sentido atraída por él.

Tenía los labios doloridos de los besos, pero en esos momentos Zac estaban dedicándole toda su atención a sus pechos. Vanessa dio un grito ahogado al notar que le chupaba con fuerza uno de los pezones.

Deseó que aquel placer no terminase nunca y enterró los dedos en su pelo para sujetarle la cabeza. La realidad se desdibujó. Vanessa miró hacia el cielo y se sintió perdida en el universo. Se había liberado de su padrastro, que le había estropeado toda la niñez. Podía hacer lo que quisiera, tomar sus propias decisiones y vivir la vida que escogiese. La idea la emocionó.

Zac se había arrodillado encima de ella y Vanessa le acarició el pecho y sintió su calor. Vanessa quería más, quería tocar su cuerpo desnudo con las puntas de los dedos, así que le desabrochó los botones de su camisa y se la quitó para explorar con ansias los definidos músculos de su pecho y su abdomen. Se dejó llevar por el instinto y le acarició el bulto que tenía entre las piernas, haciéndolo gemir.

Él se dio cuenta de que estaba al borde del orgasmo.

No recordaba la última vez que había estado tan excitado. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no levantarle el vestido, apartarle las braguitas y penetrarla sin más.

Entonces la miró. Era preciosa, con la melena negra extendida sobre los cojines y los cremosos pechos al descubierto. Era una bruja que lo tenía hechizado y que hacía que solo pudiese pensar en poseerla. Quería verla entera, acariciar todo su cuerpo.

Vanessa dudó un instante al ver que Zac llevaba las manos a sus braguitas. Lo había conocido ese mismo día, aunque ya sabía muchas cosas de él. Sabía que era un buen hermano y un amigo leal, que a pesar de su duro exterior, se preocupaba por las personas a las que quería. Lo miró a los ojos y se le aceleró el corazón al ver la intensidad de su mirada.

Zac: Quieres esto tanto como yo -le dijo con voz profunda y aterciopelada-.

Ella no podía contradecirlo, ni quería discutirlo. Lo deseaba y era un deseo tan fuerte, tan intenso, que nada más importaba. Permitió que le separase las piernas y metiese la mano, y vio su gesto de satisfacción al darse cuenta de que estaba muy húmeda.

Vanessa no pudo evitar dar un grito de sorpresa y arquear la espalda cuando Zac encontró su clítoris y se lo acarició con cuidado. Sintió que se deshacía cuando le metió un dedo e, instintivamente, echó las caderas hacia arriba, para sentirlo todavía más dentro. Ya estaba empezando a sentir unos pequeños espasmos en el vientre, pero quería más… quería tenerlo en su interior.

Movida por un deseo que jamás antes había experimentado, se aferró a sus hombros e intentó hacer que la penetrase, pero Zac se echó a reír y se resistió. Vanessa protestó al notar que se alejaba, pero luego se dio cuenta de que se estaba quitando los pantalones y los calzoncillos. Unos segundos después volvía a estar allí, empujándole con la erección en la pelvis. Notó que le ponía la punta de la erección a la entrada del sexo y dio un grito ahogado al notar lo grande que era. Tuvo dudas a pesar del aturdimiento y recordó, demasiado tarde, su inexperiencia. No obstante, Zac estaba empezando a penetrarla lentamente, como si se hubiese dado cuenta de su repentino temor. La agarró por el trasero, empujó más y acalló su gemido de placer con un beso.

Zac no podía seguir controlándose. Empezó a moverse, despacio al principio, para que Vanessa se acostumbrase a él. Tenía la sensación de que era algo que no hacía con frecuencia, así que intentó aguantar lo máximo posible para no llegar al clímax antes que ella.

Vanessa empezó a moverse siguiendo su ritmo, con las caderas arqueadas hacia él y la cabeza apoyada hacia atrás en los cojines, los ojos medio cerrados.

Nada la había preparado para la intensidad del placer que le estaba dando Zac con cada empujón.

La llenaba, la completaba, sus dos cuerpos se movían como si se tratase solo de uno, hacia un lugar mágico que cada vez estaba más cerca. Vanessa vio las estrellas brillando en el cielo antes de que la cabeza de Zac se las tapase y él le diese un beso que le llegó al alma. Vanessa se aferró a sus hombros mientras la tormenta crecía cada vez más en su interior y dio un grito al notar que su cuerpo empezaba a sacudirse y tenía un orgasmo increíble.

Él llegó al clímax casi a la vez. La agarró por las caderas mientras la empujaba por última vez y gimió salvajemente antes de desplomarse sobre su cuerpo e intentar respirar de nuevo. Vanessa notó cómo le latía el corazón, al mismo ritmo que el de ella, y sintió ternura al pensar que aquel hombre tan fuerte y poderoso se había deshecho entre sus brazos. Le dio un beso en la mejilla y se reconoció a sí misma que nunca se había sentido tan cerca de otro ser humano. Deseó poder quedarse así para siempre. Fue su último pensamiento antes de quedarse dormida.




¡Qué bonito!

Seguro que este era el capi más esperado, pero no os podéis perder el siguiente.

¡Thank you por los coments y las visitas!

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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanto me encanto.
Primero me gusto mucho que a Miley y a Zac le gusten lo diseños de Ness.
Segundo, era muy obvia la quimica que habia entre Zanessa, se comian con la mirada... Y supongo que esa noche traera consecuencias y solo espero que Zac no se la agarre con Ness, ella me parece tan buena... y Zac tan mandon.


Me encanto muchisimo el capi de hoy, sube pronto :)

Maria jose dijo...

1- me encanto el capitulo nuevo!!!!
ame la forma de redactar la parte del sexo
espero que ahora zac y vanessa se lleven mejor
2-siempre leo la novela en mi celular y hoy la lei en la compu, no habia notado que en la parte de abajo puedo ponerle una calificacion al capitulo( osea que toda la vida yo no le he puesto calif al los capitulos jajajaja)
esta vez ya lo califique
3-a mi me dicen "majo" y descubri que en españa tiene un significado y me gusto mucho
4-SUBE CAPITULO PRONTO!!!!

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