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domingo, 22 de marzo de 2015

Capítulo 2


Zac: No es necesario implicar a mi hermana en esto.

Vanessa dio un grito ahogado cuando Zac se inclinó por encima de la mesa y le quitó el teléfono de la mano. Intentó sujetarlo, pero no pudo.

Ness: ¿Cómo se atreve? Devuélvamelo. ¿Qué quiere decir con eso de que no es necesario implicar a su hermana? Al fin y al cabo, se trata de su boda, ¿o es que se le ha olvidado?

Zac entrecerró los ojos ante aquel tono de voz.

Muchos años atrás había sido un inmigrante pobre, que había vivido en una de las peores zonas de Nueva York, pero en esos momentos era un multimillonario y estaba acostumbrado a que todo el mundo lo tratase con cierta deferencia.

Zac: Sé lo que es mejor para mi hermana. Y, con el debido respeto, señorita Hudgens, estoy casi seguro de que no es usted.

Vanessa parpadeó, sorprendida por aquella arrogante afirmación. No obstante, había pasado muchos años con un hombre parecido, al que tenía la suerte de no tener que seguir llamando «padre», y se negaba a dejarse intimidar por ningún otro.

Ness: Miley no ha cambiado de opinión, ¿verdad? -lo retó-. Usted ha decidido que Brittany Snow le haga el vestido. ¿Por qué? ¿Acaso ha visto alguno de mis vestidos? ¿Por qué está tan seguro de que no puedo hacerle a Miley el vestido de novia perfecto?

Zac apretó la mandíbula, pero tuvo que reconocer que, en cierto modo, aquella mujer tenía razón.

Zac: No, no he visto nada de su trabajo -admitió-.

A pesar de su enfado, Vanessa no pudo evitar posar la mirada en sus anchos hombros. Debía de hacer mucho deporte. Tenía la piel bronceada y los antebrazos cubiertos por un fino bello oscuro. ¿Cómo serían sus abrazos?

De repente, se dio cuenta de que Zac le estaba hablando otra vez y tuvo que obligarse a dejar de pensar en su sensual cuerpo.

Zac: Pero tiene razón, preferiría que fuese Brittany quien le diseñase el vestido a Miley. Es mi amiga, además de ser una diseñadora aclamada internacionalmente. De usted no he oído hablar -le dijo sin más-. Solo sé que Wedding Vanessa existe desde hace tres años. Si le soy sincero, no sé si tiene la experiencia necesaria para diseñar el vestido de novia de mi hermana en el plazo de tiempo del que disponemos. Brittany lleva en el negocio diez años, y sé que puedo confiar en ella.

Ness: Puedo hacerlo, si me da la oportunidad -replicó inclinándose hacia delante, con los ojos clavados en Zac-. Estoy preparada para trabajar noche y día en el vestido con el que Miley sueña. Ella me escogió a mí. Supongo que eso tendrá que contar algo, ¿no? Es una mujer adulta que debe tener libertad para tomar sus propias decisiones. ¿Qué derecho tiene usted a organizar toda su vida?

Zac: A mi hermana ya la ha defraudado la primera diseñadora que escogió. He sido yo quien ha pasado días consolándola, así que creo que tengo derecho a asegurarme de que no se repita -replicó-. Imagino que usted tendría la esperanza de que este encargo aumentase su negocio, pero le he pagado una cantidad importante para recompensarla por el tiempo perdido hoy.

Vanessa bajó la vista al papel que tenía entre las manos.

Ness: ¿Así que este cheque es, en realidad, un soborno? -preguntó consternada, entendiendo por fin el motivo de aquella generosa cantidad-. Espera que acepte el dinero y me vuelva a Inglaterra. Así, Miley no tendrá elección y tendrá que acceder a que Brittany Snow le haga el vestido y usted se habrá salido con la suya. ¡Dios mío! ¿Qué es? ¿Un fanático del control?

Zac golpeó la mesa con tanta fuerza que Vanessa se sobresaltó.

Zac: Me niego a disculparme por querer proteger a mi hermana -rugió-. Confió en Tania Davis, pero esta se marchó con su dinero. Solo faltan cinco semanas para la boda y no pienso arriesgarme a que vuelvan a engañar a Miley.

Ness: Es cierto que Wedding Vanessa no está funcionando tan bien como esperaba cuando empecé -admitió con toda sinceridad-, pero ahora mismo hay muchos negocios con dificultades debido a la recesión económica.

Era evidente que Zac quería proteger a su hermana, pero a Vanessa le parecía que, como John Anderson, también tenía la necesidad de que las cosas se hiciesen siempre a su manera. No merecía la pena intentar convencerlo de que la escuchase, pero tenía que hacerlo.

Ness: No puedo negar que una boda así ayudaría mucho a mi negocio, pero no es por eso por lo que quiero hacer el vestido de Miley -empezó-. Me gusta lo que hago. Los vestidos de novia no son solo un trabajo, son mi pasión, y aunque la boda de Miley fuese íntima y no despertase ningún interés en los medios de comunicación, me haría la misma ilusión que me hubiese escogido a mí como diseñadora. -Rompió el cheque por la mitad y se lo tendió por encima de la mesa-. No me interesa su dinero. Quiero diseñar el vestido de Miley porque me cae bien. Conectamos de inmediato cuando vino al estudio y estoy deseando enseñarle mis ideas. -Lo miró fijamente a los ojos con la determinación de convencerlo-. Deme una oportunidad, señor Efron, le prometo que no defraudaré a su hermana.

Zac se fijó en que tenía los ojos del mismo color que un bosque en otoño. No podía apartar la vista de su rostro. Estaba tan fascinado con su manera de expresarse, con cómo movía las manos al hablar…

Le recordaba a una bella y frágil mariposa, y estaba seguro de que, si intentaba atraparla, se le escaparía.

¿Por qué estaba disfrutando con semejante tontería?

Se sentía cautivado por Vanessa Hudgens. Se la imaginó tumbada en su cama, desnuda, con las mejillas sonrojadas y aquellos increíbles ojos marrones oscurecidos por el deseo.

Tenía la piel suave como la porcelana y sus labios rosados eran una tentación difícil de resistir. Había tensión sexual entre ambos y las voces de los demás clientes del bar se fueron apagando a su alrededor.

Zac: ¿Está casada, señorita Hudgens? -le preguntó, acercándose más-.

Ella cerró los ojos un instante, tomó aire.

Ness: No… no. No estoy casada -balbuceó-. ¿Por qué me lo pregunta?

Zac: Me preguntaba si su pasión… -dijo bajando la vista a sus labios un instante- por el diseño de trajes de novia se debía a su propia experiencia como novia.

Vanessa negó con firmeza.

Ness: Lo que me apasiona es el arte y la creatividad. Me inspiro en la historia. En estos momentos estoy especialmente influenciada por la suntuosa extravagancia del Palacio de Versalles en la época de Luis XIV, una de las más extraordinarias muestras del arte francés del siglo XVIII. Lo he visitado en varias ocasiones y he sacado ideas que he incorporado a mis diseños. Aspiro a transformar las imágenes de mi cabeza y realizar vestidos increíblemente bellos, pero que una pueda ponerse. Pienso que una novia necesita estar cómoda en su gran día y segura de que el vestido también va a ser práctico… -Se interrumpió y sonrió al darse cuenta de que había hablado sin parar-. Ya ve -añadió, incómoda-. Me temo que tiendo a dejarme llevar por la pasión.

En el silencio que siguió, Vanessa fue consciente de la tensión que había entre ambos.

Zac pensó que la pasión de Vanessa por el diseño era indiscutible, y que a él le era imposible apartar la vista de su rostro. ¿Y si lo mejor era confiar en Miley?

Zac: ¿Cómo la conoció mi hermana? -preguntó con brusquedad-.

Ness: Vio algunos de mis vestidos en la revista de moda Style Icon.

Zac arqueó las cejas sorprendido.

Zac: Debe de ser más conocida de lo que pensaba, para llamar la atención de esa revista.

Ness: Bueno, en realidad, fue en parte cuestión de suerte -le explicó con sinceridad-. Mi hermano estaba trabajando en un reportaje fotográfico para la revista. No sé si habrá oído hablar de él, es Dan Anderson. Últimamente se está haciendo muy conocido como fotógrafo de moda. Cuando uno de los diseñadores no se presentó, Dan convenció al director de la revista de que utilizase algunos de los vestidos de mi colección.

Muy a su pesar, Zac se sintió cada vez más intrigado por aquella mujer.

Zac: ¿Por qué utilizan su hermano y usted apellidos diferentes?

Vanessa dudó. Aunque la verdad no tenía por qué avergonzarla. El hecho de ser hija ilegítima no era culpa suya.

Ness: Porque somos de padres distintos.

Aquella era una de las cosas que la habían entristecido al enterarse de que John no era su padre biológico, aunque Dan había insistido en que no importaba.

«Sigues siendo mi hermana, aunque en realidad seamos hermanastros -le había dicho cariñosamente-. Y, míralo por el lado bueno, al menos no tienes nada que ver con el hombre más desagradable del mundo. Yo tendré que seguir viviendo sabiendo que, cuando mamá decidió seguir casada con mi padre, tú perdiste la oportunidad de conocer al tuyo.»

Y ya nunca lo haría, puesto que su madre se había llevado aquel secreto a la tumba.

No obstante, no podía enfadarse con su madre.

Gisele se había visto obligada a tomar una decisión muy dura, ya que John la había amenazado con llevarse a Dan si rompía su matrimonio.

Y ella había antepuesto el amor que sentía por su hijo a su felicidad personal. No obstante, eso había hecho que Vanessa sufriese mucho de niña, al no entender por qué el hombre que creía que era su padre, parecía despreciarla.

Y todo porque su madre se había casado con el hombre equivocado.

Ella jamás cometería el mismo error. Le encantaba diseñar vestidos de novia, pero la idea de abandonar su independencia por un hombre no le gustaba lo más mínimo. «En especial, por un hombre como Zac Efron», pensó.

Estaba perdiendo el tiempo. Se terminó el zumo que le quedaba, dejó el vaso en la mesa y tomó su bolso.

Ness: De acuerdo, señor Efron. Usted gana. Tomaré el siguiente ferry de vuelta a Atenas y, con un poco de suerte, allí podré tomar un vuelo de vuelta a Londres esta misma noche. ¿Le importa si inventamos una excusa para Miley? ¿Le puede decir que me ha surgido una emergencia familiar o algo así? No quiero que piense que le he fallado sin más.

Zac no respondió inmediatamente, y en el silencio que siguió, no dio ninguna pista a Vanessa acerca del recorrido de sus pensamientos.

Zac: ¿Le importa lo que piense Miley? -preguntó por fin-.

Ness: Por supuesto. Su hermana es una persona encantadora y odiaría que pensase que la he dejado tirada, como la primera diseñadora. Sé que no es asunto mío, pero me parece que se equivoca al interferir así en su vida, aunque lo haga con la mejor intención. La frontera entre querer protegerla y controlarla es muy delgada, y verá como, al final, Miley se enfadará si no le permite que tome sus propias decisiones.

Zac: Tiene razón, mi relación con mi hermana no es asunto suyo -rugió molesto-.

No quería controlar a Miley, aquello era ridículo.

Solo quería que todo saliese lo mejor posible y cuidar de ella.

No pudo evitar pensar en lo que le había dicho su padre en el lecho de muerte: que tenía que ser un hombre y cuidar de su madre y de su hermana. Por aquel entonces, había tenido solo dieciséis años y se había sentido aterrado con aquella responsabilidad.

Dos años más tarde, su madre había fallecido de un cáncer y también le había encargado que cuidase de Miley.

¿Cómo se atrevía Vanessa Hudgens a criticarlo?, se preguntó furioso. No tenía ni idea de cómo se había sentido con dieciocho años, sabiendo que era responsable de su hermana de seis. La vida había sido dura y había pasado muchas noches en vela, asustado, pensando que no iba a ser lo suficientemente fuerte como para aguantar.

Era normal que protegiese a Miley en exceso.

Había aprendido lo peligroso que podía ser el mundo al presenciar el asesinato de su padre, pero no pudo evitar darle vueltas a la idea de que Miley pudiese enfadarse con él por ese motivo. Recordó lo emocionada que había visto a su hermana al contarle que Vanessa iba a ir a Aura a diseñar su vestido de novia.

Juró en silencio. Tal vez Vanessa tuviese razón al decir que Miley debía tomar sus propias decisiones. Tal vez había llegado el momento de que él aprendiese a dar un paso atrás y aceptase que su hermana ya no era una niña. Además, ¿qué podía salir mal? Vanessa estaría en Aura, bajo su atenta mirada. Le había dicho que estaba dispuesta a trabajar día y noche para terminar el vestido de Miley, y él se aseguraría de que cumpliese su promesa.

Una vez más, bajó la mirada a su boca y notó cómo su cuerpo se tensaba de deseo. No podía negar la atracción que sentía por ella y, además, sabía que esta era mutua.

Vanessa se levantó de la mesa y le tendió la mano.

Ness: Devuélvame mi teléfono, por favor -le pidió airadamente-. Necesito llamar al aeropuerto para ver si puedo cambiar el vuelo de vuelta.

Él se puso las gafas de sol y se levantó antes de devolvérselo. Sus dedos solo le rozaron la palma de la mano un par de segundos, pero Vanessa notó un cosquilleo por todo el brazo y apartó la mano tan deprisa que estuvo a punto de dejar caer el teléfono. Tenía calor por todo el cuerpo y no podía sentir más atracción. Se obligó a tranquilizarse.

Era tan alto, tan fuerte, tan masculino. Tal vez volver a casa fuese lo mejor, ya que parecía que era incapaz de controlar la respuesta de su cuerpo ante Zac. Tenía los pezones tan duros que estaba segura de que se le marcaban a través de la fina chaqueta.

Con el rostro colorado, cruzó los brazos y empezó a buscar el número del aeropuerto en la memoria del teléfono.

Zac: Deje de perder el tiempo y venga conmigo ahora si quiere que la lleve a Aura.

Ella levantó la cabeza y vio que Zac ya tenía en la mano la mayor de sus maletas y estaba tomando la otra.

Ness: Espere… -dijo, echando a correr detrás de él, que ya había salido de la terraza-. No lo entiendo. -Por fin llegó a su lado-. ¿Quiere decir que puedo hacer el vestido de Miley? -le preguntó, confundida-. ¿No le preocupa que deje tirada a su hermana, como la tal Tania, y se quede sin vestido de novia?

Zac: No, no me preocupa nada de eso. -Habían llegado al muelle y dejó las maletas en la motora antes de girarse hacia ella-. Tengo plena confianza en que diseñará el vestido de novia con el que mi hermana sueña y la hará muy feliz. Porque, si no… -le advirtió, dedicándole una dura sonrisa- tendrá que responder ante mí.

Vanessa estuvo a punto de perder los nervios en ese momento. Zac Efron no era solo ofensivo y arrogante, también era un matón al que le gustaba mangonear a la gente, pero a ella ya la había tratado así

John Anderson durante toda su niñez y no iba a volver a permitirlo.

Ness: ¿Me está amenazando, señor Efron? -inquirió, poniéndose en jarras y deseando fervientemente ser más alta y no tener que levantar la cabeza para mirarlo a los ojos-.

Zac: Solo le estoy haciendo una advertencia -le dijo en tono suave-. Decepcióneme y, sobre todo, decepcione a Miley y le prometo que no volverá a conseguir ningún tipo de apoyo económico para Wedding Vanessa.

Ella supo que hablaba en serio y que, con su riqueza y su poder, podría acabar con su pequeña empresa con la misma facilidad con la que aplastaba una hormiga con el zapato.

Zac: ¿Qué? ¿Viene? No tengo todo el día.

Vanessa deseó decirle algo muy feo, pero lo cierto era que necesitaba aquel trabajo para devolverle el préstamo al banco.

Con los tacones y la falda de tubo, no podía subir al barco sin su ayuda. A regañadientes, se inclinó hacia delante para tomar su mano y dio un grito cuando Zac, sin paciencia, la agarró por la cintura y la levantó del suelo.

Vanessa notó humedad entre los muslos al estar pegada a su musculoso torso y a sus fuertes muslos. Y tuvo que respirar hondo cuando la dejó en el barco.

Ness: Gracias -le dijo con frialdad-, habría podido hacerlo sola, señor Efron…

Zac: Tonterías -la interrumpió-. Eso es imposible con esos ridículos zapatos. Y será mejor que empieces a llamarme Zac. Mi hermana estaba emocionada con la idea de tenerte en Aura, y querrá ver que nos llevamos bien… Vanessa.

Ella se estremeció al oír cómo decía su nombre y su sonrisa le cortó la respiración e hizo que le temblasen las rodillas.

Zac: Agarra bien el sombrero antes de que se lo lleve el viento -le advirtió quitándoselo de la cabeza y dejando al descubierto una cascada de pelo negro que le llegaba casi a la cintura-.

La brisa le puso un par de mechones en la cara y él no pudo contenerse, levantó la mano y se los apartó de la mejilla. El tiempo se detuvo. A Vanessa dejó de latirle el corazón mientras se perdía en sus ojos azul cielo, que ya no eran tan fríos y duros como el acero, sino que brillaban con un calor que delataba el deseo de Zac de tomarla entre sus brazos y devorarla con salvaje pasión.

¿Cómo podía sentirse atraída por él, si era todo lo que odiaba? Se dijo que era solo algo físico, una reacción química que no podía controlar, aunque tendría que ignorar la atracción que sentía por Zac si no quería pasarse la siguiente semana como una adolescente enamorada.

El motor del barco empezó a rugir y ella se agarró a su asiento mientras se alejaban del muelle e iban en dirección a Aura. De repente sintió pánico y tuvo la sensación de que su vida jamás volvería a ser la misma cuando entrase en los dominios de Zac Efron.




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2 comentarios:

Unknown dijo...

Que lindo capi!
Menos mal que Ness no perdio el trabajo, igual era obvio que no lo iba a perder, Zac la desea mucho y Ness a el tambien.

Parece que los dos tuvieron una infancia terrible, puede ser que luego se lleven bien por eso.
Me encanto el capiiiiiiiiiiiiiii!!! Y la novela esta muy genial, como todas las que subes.


Sube prontooo :)

Maria jose dijo...

Ho dios esta novela esuu buena
Amo que zac y vanessa se odien
Ya quiero seguir leyendo
Se que dentro de poco ese odio
Se volverá todo lo contrario
Y no se podrán quitar
las manos de encima

Sube pronto

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