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miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 4


Vanessa se estremeció. Reconocía la expresión que estaba viendo en el rostro de Zac, el brillo de alarma de su mirada. Tenía miedo. Y tenía miedo por ella.

Ness: ¿Zac? -la cabeza había empezado a darle vueltas. El suelo parecía ceder bajo sus pies-. ¿Qué quiere decir eso? -susurró-.

Pero no tenía necesidad de formular la pregunta. Sabía ya la respuesta.

Zac se recuperó, adoptando la apariencia fría y controlada que ella conocía tan bien. Pero, en esa ocasión, esa frialdad no la tranquilizó.

Zac: Puede que Kane haya desarrollado una fijación por ti -le dijo, y se interrumpió de pronto, como si quisiera tantear su reacción. La dosis de verdad que estaría dispuesta a soportar-. Una fijación semejante a la que desarrolló por su mujer, antes de matarla. Antes de que lo capturáramos. Quizá, en esta ocasión, de quien quiera vengarse… sea de ti.

Ness sintió una punzada de terror. Había visto aquel brillo de maldad en los ojos de Kane el día en que se casó con Brittany. Lo había oído en su tono de voz. Recordó sus palabras: «hasta que la muerte nos separe». Porque, de alguna manera, a pesar de que su amenaza estaba dirigida contra su hermana… sabía que había pronunciado aquellas palabras para herirla a ella.

Ness: Dios mío… Kane sedujo a Brittany, se casó con ella… y ahora va a matarla por culpa de ese artículo que escribí sobre él -no era una pregunta. Lo sabía, pero no quería enfrentarse a ello. Habría dado cualquier cosa con tal de no hacerlo-. Brittany va a morir por mi culpa.

Zac se inclinó hacia ella, apretándole el brazo.

Zac: No puedes culparte a ti misma, Ness. Si tú no hubieras escrito ese artículo, probablemente Kane habría encontrado algún otro motivo de ofensa. Y si no hubiera encontrado nada, se lo habría inventado. Él es el único culpable, y no tú.

Su argumento estaba cargado de lógica. Y, racionalmente, Ness sabía que estaba en lo cierto. Pero hacía mucho tiempo que había aprendido que la razón y el sentimiento, el corazón y el cerebro, eran cosas absolutamente opuestas. El propio Zac le había enseñado tan amarga lección. Y, en aquel preciso momento, su corazón la estaba juzgando culpable. De la furia de Kane. Y del secuestro de Brittany. El pánico amenazaba con ahogarla, como una marea incontenible…

Ness: ¿No hay nada que pueda hacer, verdad? A Brittany se le está acabando el tiempo y no hay nada que podamos hacer…

Zac: Te equivocas. Es mucho lo que podemos hacer -la tomó de la barbilla, obligándola a que lo mirara-. Cuando Kane soltó a aquellas jóvenes en el bosque y les dio caza, lo hacía para prolongar todo lo posible la experiencia. Para prolongar su miedo. Quería alargar su asesinato para saborearlo mejor. Si él matara ahora mismo a Brittany, perdería la conexión que tiene contigo. Perdería su poder para torturarte, para alargar tu sufrimiento. Y eso es precisamente lo que más desea.

Vanessa cerró los ojos mientras intentaba aferrarse a las palabras de Zac, a la energía que emanaba de su contacto.

Ness: Espero que tengas razón. Dios mío, espero que la tengas de verdad…

De repente llamaron a la puerta. No sabía por qué, pero aquel ruido, que repercutió a través de su cuerpo como una descarga eléctrica, se le antojó singularmente abominable. Abrió los ojos, suspirando. Vio que Wiley se levantaba para abrir. Se había olvidado de que los otros dos policías estaban allí, como silenciosos testigos de su angustia. Y a juzgar por el inexplicable resentimiento que parecía albergar hacia ella, Wiley debía de haber disfrutado mucho con la situación. El simple pensamiento le provocaba náuseas. Aquel hombre le tenía verdadera aversión, y ella ignoraba por qué. Ni siquiera la miró cuando rodeó la mesa y abrió la puerta.

Wiley: ¿Sí?

Un policía de uniforme apareció en el umbral. Cuando todas las cabezas se volvieron para mirarlo, pronunció, visiblemente nervioso:

**: Hemos encontrado algo, inspector.

Zac se tensó de inmediato, asistiendo al diálogo entre Wiley y el agente. Después de lanzar una despreciativa mirada a Vanessa, Wiley señaló la puerta.

Wiley: Hablaremos en el vestíbulo.

Rogers se levantó para acompañar al agente. Wiley fue el último en salir, cerrando la puerta a su espalda con gesto decidido. Evidentemente era un asunto de la policía, que no incumbía al FBI.

Ness estaba más nerviosa que nunca, mientras hacía suposiciones sobre lo que había podido encontrar la policía. Imágenes diversas asaltaban su mente. Horribles imágenes de una joven pálida, con el cabello oscuro enredado, lleno de sangre. Imágenes de Brittany.

Miró a Zac, esforzándose por encontrar alguna respuesta en sus ojos. O, al menos, compasión. Pero cualquier sentimiento que pudiera estar experimentando en aquellos instantes quedaba velado por su expresión fría, imperturbable. Debió haber adivinado que volvería a recuperar el control. Había dejado traslucir su miedo por unos segundos. No permitiría que eso volviera a ocurrir. Tenía la mirada fija en la puerta cerrada, aparentemente concentrado en la conversación que se estaba desarrollando al otro lado.

Finalmente, se abrió la puerta. Solamente Wiley entró en la sala, con un rostro que habría envidiado hasta el mejor jugador de póquer.

Zac: ¿Qué han encontrado? -le espetó-.

El inspector miró a Vanessa con una expresión evidentemente incómoda, los labios convertidos en una fina línea. Se le heló la sangre en las venas. Las horribles imágenes que antes habían asaltado su cerebro retornaron con toda su crudeza.

Ness: ¿Brittany? -musitó-. ¿Han encontrado a Brittany?

Wiley no dijo nada. Simplemente continuó mirándola. Había dureza y disgusto en su mirada. Quizá incluso desprecio. Zac se levantó entonces, encarándose con él.

Zac: Maldita sea, Wiley, ¿qué es lo que han encontrado?

Wiley: Su coche.

Ness: ¿El coche de Brittany? -inquirió-. ¿Ella no estará…? -se interrumpió, incapaz de continuar-.

Wiley: No, no está dentro. No ha aparecido ningún cuerpo.

A punto estuvo de desmayarse de puro alivio. Quizá Zac estuviera en lo cierto acerca de Kane. Quizá pretendiera conservar viva a Brittany con el fin de torturarla a ella todo lo posible. Solo podía rezar para que la mantuviera viva el tiempo suficiente para que Zac y la policía la rescataran.

Zac: ¿Dónde han encontrado el coche? -quiso saber-.

Wiley: En un granero abandonado, a unos diez kilómetros de aquí.

Zac: Me voy para allá. Quiero echar un vistazo para luego informar al grupo de investigación -se volvió hacia Vanessa, indeciso, como si estuviera librando una dura decisiva batalla interior-. ¿Crees que podrás soportarlo? -le preguntó al fin-.

Ness sintió una punzada de aprensión. De miedo por lo que pudieran encontrar. Por lo que pudieran averiguar. Tragando saliva, asintió. Tenía que hacer todo lo posible para salvar a su hermana.

Ness: No podrías impedírmelo.

Zac: No. Supongo que no -y se dirigió hacia la puerta-.


Para cuando llegaron a la antigua granja donde había sido descubierto el coche de Brittany, en el cielo ya asomaban las primeras luces del alba. Vanessa se sentía terriblemente cansada. Zac condujo el coche por un largo sendero de grava, guiados por las luces de los coches patrulla.

Cuando detuvo el vehículo, se volvió para mirarla. Las luces giratorias la cegaban, así que fue incapaz de ver sus rasgos. Pero tampoco era necesario. Sabía perfectamente cuál era su expresión en aquel mismo momento. Preocupada. Protectora.

Zac: Puede que Kane nos haya reservado alguna sorpresa. Ya sabes cómo es. Una amenaza, o una señal. Como la foto de su celda. Quiero que esta vez estés preparada.

Ness conocía los peligros. Pero dudaba que alguna vez pudiera llegar a estar preparada del todo. Solo podía concentrarse en una cosa: en encontrar viva a su hermana. Esa era la única esperanza a la que podía aferrarse.

Ness: Adelante.

Zac bajó del coche, seguido de Vanessa. Se abrieron paso entre técnicos y policías hacia el enorme granero. La pintura blanca había empezado a desprenderse como la corteza de un abedul, revelando las tablas de madera antigua. Tenía un tejado de chapa inclinado, y en la parte más alta un letrero informaba de que la granja sería pronto transformada en un edifico de lujosos apartamentos.

Ness observaba el edificio, el letrero, las luces de los coches de policía, los focos, los metódicos movimientos de los agentes y de los técnicos. Y allí donde posaba la mirada, creía ver el rostro de Brittany. Y la malvada sonrisa de Derek Kane.

Conforme se fueron acercando, alcanzó a distinguir una mancha roja. Era el coche de su hermana, medio oculto entre la maleza. Se le encogió el corazón. Aquel coche había sido el orgullo y la alegría de Brittany. Había estado ahorrando durante meses para comprarlo. Como si el hecho de conducirlo la hubiera ayudado a superar sus complejos.

La invadió una abrumadora tristeza. Tristeza por la solitaria infancia de su hermana, y por la joven débil y vulnerable en que se había convertido. Sus primeros recuerdos de Brittany eran los de una niña demandando desesperadamente las atenciones de su papá, suplicando su amor. Todavía podía ver al padre de Brittany, el segundo marido de su madre, apartándola de su lado con el pretexto de que estaba demasiado ocupado. Como si tuviera mejores cosas que hacer que atender a su hijita.

Aquellos recuerdos le dejaban un amargo sabor en la boca. Cuando Vanessa cumplió los diez años y se marchó para vivir con su padre y con su segunda esposa, aquel cambio de ambiente fue lo mejor que pudo haberle ocurrido. Ojalá Brittany hubiera tenido la misma suerte.

Esforzándose por regresar a la realidad, aspiró profundamente. Olía a césped fresco y a lilas. Brittany tenía que estar allí fuera, viva. Tenía que haber algo en aquel coche, una pista que pudiera ayudarlos a localizar a su hermana.

Zac se volvió en aquel instante hacia ella, tenso.

Zac: ¿Preparada?

Asintió con la cabeza. Zac le sostuvo la mirada durante unos segundos más antes de seguir a uno de los agentes hasta el maletero del coche. Estaba abierto como una horrible boca, medio cubierto por la maleza. Ness se obligó a asomarse y vio únicamente un maletín estampado, con un dibujo de flores. El de Brittany. El corazón se le subió a la garganta.

Zac: ¿Es el de Brittany? -inquirió señalándolo-.

Vanessa volvió a asentir, incapaz de hablar, incapaz de hacer otra cosa que no fuera mirar fijamente aquel maletín… y rezar para que no significara lo que tanto temía.

Zac abrió la cremallera y alzó la cubierta. Estaba lleno de ropa mal doblada, como si la hubieran metido a toda prisa. Los vaqueros favoritos de Brittany. Una blusa estampada que Vanessa le había regalado por su cumpleaños. Sus pantalones ajustados. Su bolsa de Cosméticos.

De repente experimentó una sensación de ahogo.

Zac: ¿Ness? ¿Qué te pasa?

Ness: Su bolsa de maquillaje… -era como si la vista se le nublase, como si todo se oscureciera de pronto. Era la desesperanza-. Brittany se maquilla todos los días, incluso cuando se queda en casa a ver la televisión. Nunca va a ninguna parte sin su bolsa de cosméticos.

Zac: Pero si tuviera prisa…

Ness: No. Él tuvo que haberla forzado a dejarlo. O… -se interrumpió-.

No podía expresar con palabras ese pensamiento. Hacerlo sería como darle carta de naturaleza real. Y lo que más ansiaba en el mundo era que no lo fuera.

A Zac se le encogió el estómago al advertir su repentina palidez. Y, antes de que pudiera evitarlo, la abrazó.

Ness se refugió en sus brazos como si fuera la única persona en quien podía confiar. Como si el resto del mundo se hubiera derrumbado a sus pies. Temblaba. Le costaba trabajo respirar.

Rodeándole los hombros con un brazo, la alejó del coche, del cordón policial, del mensaje explícito que Kane les había dejado. Cuando llegaron a una esquina apartada del granero, se detuvo y volvió a abrazarla. Volvió a abrazarla hasta que dejó de temblar.

Sabía que debería meterla en el coche y llevarla a casa, pero, de alguna forma, era incapaz de soltarla. En lugar de ello se impregnó en la deliciosa sensación de su cuerpo contra el suyo, como la lluvia empapando la tierra largo tiempo seca. La había sentido así en sus sueños. Sueños en los que se despertaba bañado en sudor. Pero aquello no era un sueño; era real. Su cuerpo menudo, su aroma a lavanda… La había echado de menos mucho más de lo que le habría gustado admitir.

Finalmente Ness soltó un profundo suspiro y alzó la mirada hacia él. El temor brillaba en el fondo de sus pupilas. Tenía los labios tensos, apretados. Zac se estremeció. No, él no era el hombre adecuado para consolarla. Lo único que podía hacer por ella era localizar a su hermana y luego salir de su vida lo más rápidamente posible. Ya le había ocasionado suficientes preocupaciones. Suficiente terror, dolor… y desengaño. Dio un paso atrás, bajando los brazos.

Zac: Necesitas dormir. Permíteme que te lleve a casa. Haré que pongan un policía de vigilancia.

Pero Vanessa negó con la cabeza, alzando la barbilla.

Ness: No puedo irme a casa ahora. Si encuentras algo, cualquier cosa, necesito estar aquí.

Zac: Esto me llevará algún tiempo. Y luego tendré que reunirme con el grupo de investigación. No puedes participar en la reunión, Ness. Y estarás mucho más cómoda esperando en casa que aquí o en la comisaría de policía -al ver que abría la boca para protestar, la interrumpió alzando una mano-. Así no vas a ayudar a Brittany. Tenemos horas, jornadas agotadoras por delante. Tienes que descansar mientras puedas.

Ness se calló, reflexionando. Y no pudo menos que darle la razón, reacia.

Ness: ¿Me llamarás si la policía descubre algo? ¿Aunque no sea nada más que una pequeña pista?

Zac: Me comprometí contigo a mantenerte al tanto de todo -declaró suspirando-. Y aunque sigue sin gustarme la idea, no voy a cambiar de decisión. Te llamaré si encontramos algo.

Ness: De acuerdo. Entonces llévame a casa.

La tomó del codo para guiarla hasta su coche de alquiler. Incluso el más leve contacto de sus dedos le producía una sensación semejante a una descarga eléctrica. Sacudió la cabeza, intentando ahuyentar los recuerdos de sus caricias, del aroma de su piel… Cuanto antes la llevara a su casa, antes podría concentrarse en su trabajo. Y, con un poco de suerte, localizar a Kane y a Brittany y terminar de una vez con aquel asunto.

Entonces podría alejarse para siempre de ella. En buena hora.

Vanessa se recostó en el asiento del coche de Zac, contemplando el verde paisaje de Wisconsin por la ventanilla. Sentía una insoportable opresión en el pecho. No podía respirar. Ni moverse. Lo único que podía hacer era pensar en Brittany, en las posibilidades que existían de que jamás volviera a verla viva.

La fuga de Kane. El secuestro de Brittany. El retorno de Zac. Aquello era demasiado para asimilarlo en una sola noche. Se alegraba de que Zac estuviera con ella, tanto por su bien como por el de Brittany. Pero estar cerca de él, aunque solo fuera por unos segundos, significaba verse abrumada por incontables recuerdos. Recuerdos de cuando paseaban de la mano por Washington, cuando los cerezos estaban en flor. Recuerdos de la calidez de su cuerpo cuando la abrazaba, cuando hacían el amor, cuando entraba en ella…

Entrelazó los dedos sobre el regazo y se concentró en mirar por la ventanilla las familiares casas de su barrio residencial. Tenía que llevar cuidado. No podía dejarse abrumar por los recuerdos de los buenos tiempos. No podía dejar que su necesidad por la ayuda de Zac le hiciera olvidar lo ocurrido. Tenía que acordarse del horrible dolor que le había supuesto su abandono. Y tener bien presente que, una vez que todo aquello hubiera acabado, volvería a abandonarla de nuevo.

Cuando finalmente llegaron ante la casa, su tensión no había hecho más que aumentar. El sol del amanecer despuntaba ya en el horizonte. Zac apagó el motor y se desabrochó el cinturón de seguridad. Abriéndose la chaqueta, desenfundó su pistola de la sobaquera.

Zac: Voy a echar un vistazo a la casa. Colócate detrás de mí.

Vanessa se inquietó. Ni siquiera se le había ocurrido la posibilidad de que Kane pudiera estar precisamente allí, en su propia casa.

Ness: ¿Crees que puede estar aquí? ¿Esperándome?

Zac: Me gustaría pensar que no es tan audaz como para eso, pero hay que tomar precauciones.

No pudo evitar un escalofrío. De repente, el riesgo de que la cercanía de Zac le evocara viejos e indeseables recuerdos no le parecía ya tan peligroso. Al menos comparado con la perspectiva de tener un asesino en serie en su propia casa.

Ness: Bien. Te seguiré.

Zac: Dame las llaves.

Las buscó en su bolso. Con dedos temblorosos, las depositó sobre su mano abierta. Zac bajó del coche rápidamente, y Vanessa se apresuró a colocarse detrás.

Una vez en el porche, insertó la llave en la cerradura y empujó sigilosamente la puerta. Alzó su arma antes de asomarse, preparado para disparar. Pero, nada más entrar, se quedó paralizado.

Algo andaba mal. Al principio, Ness no tomó verdadera conciencia de lo que estaban viendo sus ojos. Una especie de pelusa blanca invadía el pequeño vestíbulo. Estaba en el suelo de madera encerada, en la estantería, en el banco. La corriente que entraba por la puerta la aventaba hacia el extremo más alejado.

El pulso comenzó a atronarle en los oídos. Sus ositos de peluche. Su colección de ositos de peluche. La miraban con sus diminutos ojos de cristal. Sus redondeados cuerpecitos estaban destripados, vacíos. Acuchillados. Kane.

La cabeza le daba vueltas. Le flaquearon las rodillas.

De repente Zac le rodeó los hombros con un brazo. Sujetándola, obligándola a caminar. A salir de aquella casa.




Confirmado: Kane va a por Ness =S
Y Zac la protegerá hasta la muerte. Qué mono...

¡Gracias por los coments!

Esta vez habéis tardado más en comentar. Aunque seguramente sea por los mismo que he tardado yo en publicar: falta de tiempo. O cansancio XD.

Espero que me comentéis mucho en este. El próximo será muy interesante. Seguro que os gusta mucho.

¡Un besi!


5 comentarios:

Anónimo dijo...

noooooooooooo, sus ositos, en el momento que estaba leyendo esa parte creí que me iba a dar un infarto.
ahora no le va a quedar otra que tenerla cerca muy cerca
espero el proximo sea tan interesante como decís, porque ya lo quiero leer
saludos yoha¡

Unknown dijo...

AYYY NOOOO!
QUE SUSTO, POBRE NESSS!!!
O SEA? MALDITO DESGRACIADO. PERO AHORA ELLA VA A TENER QE DORMIR CO ZAACCCCCCC :D
SUBE PRONTO.

Unknown dijo...

:O
No no no no.. Me suuper encanta la nove, en serio! está suuper intersante... alguien morirá, yo lo sé jaja... :D

Subee pronto!

Lau B. dijo...

Esto es escalofriante
Ness debe tener hecha la cabeza un lio!
Nadie deberia tener que pasa por una situacion asi y tener que sufrir con todos esos sentimientos encontrados, en cuestion de horas... solo horas se le ha puesto el mundo de cabeza!
Bye
Xx

Lau B. dijo...

Una cosa mas... cuando vas a publicar el test?
=P

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