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lunes, 8 de julio de 2013

Capítulo 6


Vanessa miraba la puerta cerrada de la sala de reuniones de la minúscula comisaría de Grantsville, tensa y nerviosa. Todavía no había sido capaz de hablar con Pete Wiley.

Cuando Zac y ella llegaron a la comisaría para la reunión del grupo investigador, Wiley ya había ocupado su lugar en la sala junto a una decena de inspectores del condado Grant y de los condados vecinos, policías del Estado de Wisconsin y un par de agentes del departamento de Grantsville. Incluso un puñado de hombres trajeados, con todo el aspecto de agentes federales, había logrado encontrar sitio en la pequeña habitación. De modo que Ness no había tenido más remedio que quedarse fuera, esperando a que terminaran.

Por fin se abrió la puerta y los inspectores empezaron a salir. Secándose el sudor de las manos en los vaqueros, Vanessa buscó con la mirada a Wiley.

**: Profesora Hudgens -un joven agente se dirigió directamente hacia ella-. Soy John Rogers, ¿se acuerda? El jefe de policía de Grantsville. Nos vimos aquí esta mañana, aunque me temo que no fuimos formalmente presentados -le tendió su mano huesuda-. Me gustaría hacerle unas cuantas preguntas acerca de su hermana.

Ness le estrechó la mano, sin dejar de buscar entre los presentes la rubia cabeza de Wiley. No quería que se le escapara mientras respondía a las preguntas de Rogers.

Ness: Lo ayudaré en todo lo que pueda, jefe Rogers, pero ahora mismo estoy buscando al inspector Wiley. Tengo algo urgente que decirle. ¿Lo ha visto usted?

John: Por favor, llámeme simplemente Rogers. O John -señaló a alguien, al final de la sala-. Wiley sigue allí, hablando con el agente especial Efron.

«Estupendo», pensó irónica. Indudablemente Zac debía de estar abrumándolo con todo tipo de argumentos para evitar que la involucrara en el caso.

John: ¿Podríamos fijar una hora para que pudiéramos hablar después? ¿Dónde podré localizarla? -le preguntó expectante-.

Buena pregunta. ¿Dónde iba a quedarse? No podía volver a su casa: en aquel momento debía de haber sido acordonada por la policía. Y, además, sería incapaz de poner un pie en aquel vestíbulo sin volver a ver sus ositos destripados… y sin volver a sentir la presencia de Kane.

Pensó en la habitación de hotel de Zac. En la cama de matrimonio. En el calor de sus brazos. En el frío dolor que golpeó su corazón cuando se apartó de ella. Y en el anhelo que todavía la torturaba, a pesar de aquel dolor.

Con un poco de suerte, Zac podría reservar una habitación aparte para ella.

Ness: Yo… todavía no lo sé. Supongo que el agente Efron se encargará de ello.

John: Entonces supongo que se quedará en el mismo hotel que él -sacó una tarjeta de un bolsillo y se la entregó-. Estará bastante ocupado, así que seguro que usted dispondrá de un rato para hablar conmigo. Llámeme cuando quiera. Estaré allí en seguida.

Vanessa se guardó la tarjeta. Aparentemente, el joven Rogers estaba decidido a demostrar que su pequeño departamento de policía era tan eficaz como las poderosas fuerzas de seguridad del condado. Fuera cual fuera el motivo de su ambición, se sentía agradecida. Ojala todos los demás tuvieran esa misma disposición. La vida de Brittany dependía de ello.

Ness: Lo llamaré tan pronto como disponga de un momento libre -y, tras despedirse, se asomó a la puerta de la sala justo en el momento en que salía Wiley, hablando con otro policía. Armándose de valor, lo abordó directamente-. ¿Inspector?

Pete Wiley se limitó a lanzarle una mirada arrogante. Como de costumbre.

Wiley: Efron todavía sigue ahí dentro.

Ness: Necesito hablar con usted -al ver su gesto escéptico, añadió-: A solas.

Wiley: Si quiere información acerca de la búsqueda de Kane, yo no soy su hombre. Será mejor que se arrime a Efron. Yo no estoy aquí para atenderla a usted, profesora.

Pero Ness no se intimidó. Ignoraba por qué su presencia disgustaba tanto a Wiley, pero no importaba. De hecho, ese disgusto era precisamente el ingrediente que necesitaba.

Ness: Quiero que me utilice como cebo para atraer a Kane a una trampa.

Wiley lanzó una rápida mirada al policía que lo acompañaba.

Wiley: Hablaremos después, Morris -una vez que su compañero se hubo retirado, le preguntó a Vanessa-: ¿Está Efron al tanto de esto?

Ness: Sí. Y no le gusta la idea.

Wiley: Ya me lo imagino -la miró de pies a cabeza-.

Ness soportó pacientemente su análisis.

Ness: Yo soy el verdadero objetivo de Kane, y no las otras pobres mujeres a las que pueda matar. ¿Qué me dice? ¿Querrá utilizarme para atraparlo?

Una sonrisa se dibujó en los labios de Wiley.

Wiley: Claro que sí. No lo dude.

Vanessa se esforzó por dominar un estremecimiento. Ya estaba hecho. Para bien o para mal. Zac ya no podría detenerla.

Como si lo hubiese conjurado mentalmente, Zac apareció en el umbral justo en aquel instante. Lo acompañaba uno de los hombres trajeados con aspecto de policía federal. Tenía el cabello blanco, y sus rasgos eran duros, angulosos.

Vanessa no sabía por qué, pero aquel hombre le provocó una cierta sensación de incomodidad.

Zac: Ness, este es el agente especial Vince Donatelli. Del FBI, oficina de Milwaukee.

El FBI. Con razón había reaccionado de esa manera.

Ness: ¿Y qué lo ha traído hasta aquí, agente Donatelli? -le preguntó, aunque la respuesta era obvia-.

Vince: He venido para rescatar a su hermana, profesora Hudgens -le sonrió con intención evidentemente reconfortante-.

Pero aquella sonrisa no logró en absoluto su objetivo.

Ness: El departamento del sheriff ya está haciendo un buen trabajo -comentó señalando con la cabeza a Wiley-. ¿Por qué razón habría de enviar el FBI a alguien… aparte de Zac?

Vince: No dudamos en absoluto de la eficacia del departamento del sheriff. Pero hemos recibido informes asegurando que Kane y su hermana han sido vistos en el Mississippi, por el lado de Iowa. Y supongo que sabrá que una vez que un delincuente atraviesa una barrera estatal, el caso pasa a manos del FBI.

Ness: ¿Cómo? ¿Que alguien ha visto a…? -se quedó sin aliento-. Kane no ha podido llevarse a Brittany a Iowa. Esta mañana estuvo en mi casa. Me destrozó mi colección de osos de peluche. No pudo haber ido a Iowa para luego volver tan rápido. Es imposible.

Zac: No lo es -intervino en voz baja-. Desde tu casa hasta la frontera de Iowa no hay ni dos horas de coche.

Se volvió hacia Zac, estupefacta. ¿Realmente habrían visto a Kane y a Brittany en la frontera de Iowa? ¿O había sido un truco de Zac para conseguir implicar a sus colegas del FBI en el caso… y así arrebatarle el control a la policía y al propio Wiley?

A su lado, Wiley parecía nervioso. Y nada contento con la situación.

Wiley: La profesora Hudgens precisamente me estaba diciendo que le gustaría ayudarnos a tenderle una trampa a Kane.

Donatelli arqueó una ceja con gesto descortés.

Vince: ¿Está usted sugiriendo que utilicemos a un civil como cebo?

Wiley: Yo no estoy sugiriendo nada. Es ella la que se ha ofrecido -replicó a la defensiva, con tono hostil-.

Aparentemente los agentes del FBI le disgustaban tanto como la propia Vanessa.

Donatelli negó con la cabeza, rotundo.

Vince: No nos plantearemos esa opción hasta que no hayamos agotado todas las demás.

Vanessa estaba furiosa. Una vez más se volvió hacia Zac, apretando los puños, frustrada.

Ness: Quiero hablar contigo, Zac. Ahora mismo.

Zac: Muy bien.

A juzgar por su expresión, sabía lo que lo esperaba. Y, por la rapidez con que se disculpó con Donatelli y Wiley, sabía también lo muy cerca que estaba Vanessa de perder el control.

La guió fuera del edificio, hasta el pequeño aparcamiento, que en aquel momento estaba ya prácticamente vacío de coches. Dirigiéndose hacia el suyo, activó el mando a distancia.

Zac: Sube. Hablaremos de camino.

Pero Vanessa se detuvo en seco. Lo último que deseaba hacer en aquel momento era subir a aquel coche y dejar que la llevara a algún lugar seguro, lejos de cualquier oportunidad que pudiera tener de ayudarlo a encontrar a Kane y a Brittany.

Ness: Maldito seas… -Zac se detuvo, volviéndose para mirarla-. Es mentira eso de que los vieron en Iowa, ¿verdad? Solamente es un truco tuyo.

Zac: No. Los han visto de verdad. Lo único que he hecho yo ha sido aprovecharme de ello.

Ness: Y cuando Donatelli se hizo cargo del caso, tú lo convenciste de que me mantuviera al margen. Le dijiste que el riesgo era demasiado grande.

Zac: Pues claro que sí. Porque el riesgo es demasiado grande.

Ness: Pero soy yo quien lo corre. Y a quien corresponde esa decisión.

Zac: Que te maten no ayudará en nada a Brittany. -Maldiciendo entre dientes, Vanessa se dispuso a volver a la comisaría-. Espera, Ness. Sube al coche. Te vienes conmigo -quiso agarrarla de un brazo-.

Pero en el último momento, cuando sus dedos apenas le habían rozado la piel, retiró bruscamente la mano. Como si su contacto lo hubiese quemado.

Vanessa se detuvo en seco, mirándolo.

Ness: ¿Qué te pasa? ¿Es que ya ni siquiera soportas tocarme? -exclamó, furiosa. La enfurecía la manera en que se apartó de ella dos años atrás. La enfurecía su rechazo de aquella misma mañana. Todo aquel antiguo dolor volvió de repente, de golpe-. ¿Acaso temes contaminarme tocándome el brazo?

Zac: Abre los ojos de una vez, Ness. Fíjate en lo que le pasó a Brittany. Y en lo que te pasó a ti. Si yo no hubiera traído a Kane a tu vida, Brittany y tú ahora mismo seríais perfectamente felices, estarías a salvo. Yo ya te he contaminado.

Ness abrió la boca para hablar, pero no pudo. Sabía que él no la escucharía. Nunca aceptaría que el hecho de que hubiera elegido a Kane como parte de su estudio nada había tenido que ver con él.

Y, si era sincera, ella tampoco. Porque sí que había tenido que ver.

El caso de Kane había cambiado a Zac. Cuando volvió de Wisconsin, era ya un hombre diferente. Un hombre torturado. Un hombre que no podía casarse con ella.

Después de que él cancelara la boda, cuando la universidad de Wisconsin le ofreció una plaza de profesora, lo primero que pensó Ness fue que se trataba de una irónica coincidencia. Pero cuando empezó con su proyecto de psicología criminal y tuvo que elaborar una lista de casos a estudiar, no fue ninguna coincidencia que incluyera el nombre de Kane. Había querido descubrir aquello que había hecho cambiar a Zac. Había querido encontrar algunas respuestas. Había querido ver el mal cara a cara.

Y lo había conseguido. Pero no eran respuestas lo que había encontrado. Había encontrado únicamente furia. Odio. Una pura maldad.

Miró al hombre que tenía delante. No podía luchar contra su lógica. No cuando gran parte de lo que le había dicho era verdad. No cuando, cada vez que lo veía, le sangraba el corazón de nostalgia.

Ness: De acuerdo, Zac. Como quieras. Todo esto es culpa tuya. Tú me contaminaste. Y por eso deberías alejarte de mí todo lo posible.

Aquellas palabras le dejaron un amargo sabor en la boca. Giró sobre sus talones y se dirigió de vuelta a la comisaría. Tal vez el jefe Rogers no se hubiera marchado todavía, para que pudiera hablar con él de Brittany. Zac la había expulsado de su corazón y de su vida, pero no podría evitar que participara y ayudara en la captura de Kane.

A su espalda, oyó a Zac subir al coche y encender al motor. Pero cuando se puso en marcha, lo que hizo fue dar una vuelta al aparcamiento y frenar bruscamente ante ella, cortándole el paso.

Zac: Sube, Ness. No estoy dispuesto a perderte de vista.

Ness: ¿No quieres perderme de vista, pero tienes miedo de acercarte a mí lo suficiente como para contaminarme? ¿No te parece un tanto… contradictorio? -al ver que se limitaba a mirarla con gesto ceñudo, añadió-: No, claro. Supongo que no.

Zac: Maldita sea, Ness. Sube al coche.

Ness: No hasta que me digas adónde vamos.

Zac: De vuelta a la prisión.


Zac vio cómo Ness se obligaba a comerse un sándwich de máquina, mientras esperaba en la sala de entrevistas de la cárcel. Aunque prácticamente no había comido nada en veinticuatro horas, parecía tener tan poco apetito como él. Pero era una mujer resistente. Y necesitaba conservar las fuerzas.

Seguía muy pálida, y sus ojos tenían el clásico brillo apagado que Zac había visto tantas veces en los familiares de las víctimas. Estaba pasando por un verdadero infierno. Primero, el trauma de que Kane secuestrara a su hermana, y luego enterarse de que ella misma era el verdadero objetivo del asesino en serie. Lo sorprendente era que todavía pudiera mantenerse en pie.

Necesitaba comer. Necesitaba dormir. Necesitaba consuelo. De lo primero, ya se había encargado. Lo de dormir, en cambio, iba a ser más difícil. ¿Y el consuelo?

Dios sabía que él era la persona menos adecuada para proporcionárselo.

Imágenes de los momentos que habían compartido en la habitación de su hotel bombardearon su mente. La visión de su cuerpo desnudo. El contacto de sus senos desnudos contra su pecho. Su aroma a lavanda impregnándole la piel…

Intentó ahuyentar aquellas imágenes. No podía permitirse el lujo de recordar. No si pretendía refrenar la pasión que había estallado entre ellos. No si pretendía protegerla. De Kane… y de él mismo.

Afortunadamente, el suceso de Iowa había hecho que Donatelli se encargara de la dirección del caso. Si no hubiera sido así, habría tenido que inventarse algo. Todo con tal de evitar que Ness se expusiera como cebo humano para capturar a Kane, con el consentimiento de Wiley.

Pero si no hacían algún progreso pronto, y si Kane empezaba a acuchillar mujeres en vez de osos de peluche, Donatelli se vería obligado a recurrir a cualquier medio con tal de atrapar al asesino. Y, obviamente, el medio más efectivo para ello sería la propia Ness. Zac tenía que evitar a toda costa que eso sucediera. Tenía que encontrar algo, una pista que les hubiera pasado desapercibida, cualquier cosa que pudiera conducirlos hasta Kane.

Por eso se encontraban en aquel momento en la prisión. Alguien debía de haber ayudado a Kane a escapar. Y, lógicamente debían empezar por entrevistar a los guardias. Alguien llamó a la puerta antes de entrar. Era Charles Levens, el guardia que los había acompañado la víspera hasta la celda de Kane.

Ness: Hola, Charles -lo saludó-.

Zac la miró disgustado. Ya era bastante malo que tuviera que estar presente en las entrevistas como para que, además, quisiera participar en ellas.

Levens sonrió tímidamente a Vanessa antes de volverse hacia Zac.

Charles: ¿Quería usted verme?

Zac había escogido empezar con Levens porque el guardia se había mostrado especialmente colaborador la primera vez que se vieron. Pero a juzgar por su mirada de desconfianza, su actitud parecía haber cambiado considerablemente durante las últimas horas. Le señaló una silla frente a la mesa.

Zac: Tome asiento, por favor.

El gigantesco guardia así lo hizo. Zac pensó que probablemente debía de sentirse muy nervioso ante la perspectiva de ser interrogado por un agente del FBI después de la fuga de Kane. Y su intención no era otra que aprovechar en su favor ese nerviosismo. Así que fue directamente al grano.

Zac: Todo indica que Kane no pudo fugarse de aquí sin algún tipo de ayuda, Levens. Ayuda de alguien de dentro.

El hombretón se removió en su silla, sudando.

Charles: ¿Qué tiene que ver eso conmigo?

Zac: Eso es precisamente lo que me estoy preguntando.

Charles se ruborizó de furia, indignado y ofendido.

Charles: Pues yo se lo diré: no tengo absolutamente nada que ver con ese asunto.

Zac: ¿De veras?

Charles: Así es. Jamás se me ocurriría ayudar a un canalla asesino como Kane.

Zac: ¿Así que no fue usted quien lo dejó entrar en el muelle de descarga segundos antes de que llegara el camión para llevarse el papel y el cartón de reciclaje?

Charles: No.

Zac permaneció callado. Sabía que una persona que se sintiera culpable intentaría llenar aquel incómodo silencio, como si el hecho de no decir nada fuera una innegable prueba de culpabilidad.

Pero Levens no mordió el anzuelo.

Zac: ¿De que solían hablar Kane y usted? -le preguntó probando con otra táctica-.

Charles: Yo no hablo con esa gente -replicó indignado-.

Zac: Kane era un tipo amable y simpático. Seguro que charlaba con los guardias.

Charles: Conmigo no, desde luego.

Zac: ¿Nunca?

Charles: Nunca.

Zac: Si ahora mismo yo preguntara a sus compañeros… ¿está seguro de que me dirían que ni una sola vez lo vieron a usted hablando con Kane?

Esa vez Charles pareció dudar ante aquella velada amenaza.

Charles: Nunca hablaba con él a no ser que tuviera necesidad.

Zac: ¿Y de qué hablaban?

Charles: Se quejaba de la comida o de que pasaba demasiado tiempo encerrado solo en su celda -pronunció a regañadientes-. Cosas así.

Zac: Y, en esos diálogos, ¿qué le contestaba usted?

Charles: Lo mandaba al infierno. Y eso era mucho menos de lo que se merecía. Sobre todo si piensa en esas pobres chicas a las que asesinó.

Interesante. Su odio por Kane parecía auténtico. Y muy intenso.

Zac: ¿Así que no le caía bien?

Charles: No -respondió, ya más calmado-.

Zac se encaró con el gigantón. Ya era hora de meterle algo de miedo en el cuerpo. Abrió su maletín y sacó una gruesa carpeta que nada tenía que ver ni con la prisión ni con Levens. Solo que eso no lo sabía el guardia. Lanzó la carpeta sobre la mesa, frente a él, como si fuera la prueba definitiva y demoledora de su culpabilidad.

Zac: Al parecer Kane ha estado recibiendo una serie de favores especiales: más tiempo fuera de su celda, privilegios a la hora de llamar por teléfono, esas cosas. Y da la casualidad de que precisamente recibía todos esos favores durante su turno de guardia. ¿Puede explicarlo?

Charles: No me importa lo que diga esa carpeta. Jamás le hice favor alguno a Kane, ni le di nada. Aunque me habría gustado darle algo, sí… Una bala en la cabeza.

Zac sabía que aquel odio no podía ser fingido. Pero eso no significaba que el guardia no supiera quién había ayudado realmente al asesino en serie.

Zac: Si no fue usted, ¿de dónde han partido esos favores, Levens?

Charles. No lo sé.

Zac: ¿De alguno de los otros guardias?

Charles: No lo sé. No puedo ayudarlo y ahora déjeme en paz de una maldita de vez. Tengo que volver a mi trabajo.

Zac: Necesito respuestas -se inclinó hacia él-. Si no me las da usted, entonces tendré que conseguirlas de otra forma.

Charles: Haga lo que quiera. Yo me voy de aquí -y se levantó pesadamente de la silla-.

Ness: Espera, Charles -le rogó desde una esquina de la sala. Levens se detuvo en seco, volviéndose hacia ella-. Yo sé que odias a Kane -pronunció con tono compresivo-. Y también sé que no lo ayudaste. Si lo hubieras hecho, jamás me habrías ayudado a intentar impedir la boda de Brittany.

El hombretón asintió con la cabeza.

Charles: Así es.

Ness: Pero alguien lo ayudó a escapar. Y ese alguien podría saber dónde está Kane ahora mismo -se levantó de la silla y se acercó a él, poniéndole una mano en el brazo-. Por eso necesito tu ayuda, Charles.

Zac quiso ordenarle que se sentara, que se mantuviera al margen de aquello. Pero había sido ella, y no él, quien había hecho que Levens se detuviera en seco. Y su súplica estaba afectando la ceñuda expresión del guardia. Así que, mordiéndose la lengua, se limitó a contemplar la escena.

Ness: ¿Quién crees que pudo haber ayudado a Kane? -le preguntó con tono suave-.

Levens sacudió con la cabeza.

Charles: De verdad que no lo sé, profesora.

Zac: ¿Qué me dices del director? -le espetó de pronto-.

De repente se había acordado de su expresión de entusiasmo cuando se enteró de la fuga de Kane.

El hombretón arqueó las cejas, asombrado.

Charles: ¿El director? ¿Por qué el director?

Esa vez fue Ness quien contestó a su pregunta:

Ness: Cuando esta mañana nos encontramos con el director en la puerta de la celda de Kane, se quejó abiertamente de los recortes de fondos que estaba sufriendo la prisión. Decía que no le quedaba suficiente dinero para pagar las horas extras de los guardias, o para actualizar las medidas de seguridad. En tu opinión, esas quejas… ¿son legítimas?

Levens asintió con la cabeza.

Charles: Siempre andamos cortos de gente. Eso es cierto.

Zac: ¿Qué hay de la actualización de los sistemas de seguridad? -quiso saber-.

Charles: Creo que, desde que yo empecé a trabajar aquí, no se ha actualizado ninguno. Y de eso hace ya diez años.

Zac: Esta mañana el director se quejó de que los fondos federales estaban siendo desviados hacia otras prisiones en Tennessee y Oklahoma, y a una nueva supercárcel de máxima seguridad.

Levens soltó una carcajada.

Charles: Sí, claro…

Ness: ¿Qué es lo que te hace tanta gracia, Charles?

Charles: No es el recorte de fondos lo que lo preocupa realmente al director.

Ness: ¿Ah, no?

Charles: No. Esa supercárcel es como una espina que lleva clavada en el costado.

Zac: ¿Y eso? -insistió-.

Levens le lanzó una mirada de superioridad como si la respuesta fuese más que obvia.

Charles: Fíjese en este lugar. Se está cayendo a pedazos. Es la basura mayor de la red pública de prisiones. No es ningún secreto que Hanson aceptó de mala gana el puesto de director de Grantsville. Él quería dirigir la supercárcel.

Zac: ¿Otros se le adelantaron?

Charles: No solo eso. Algunos de sus presos más famosos serán trasladados la próxima semana a la supercárcel -una amarga sonrisa se dibujó en sus labios-. Lo único que le quedará por vigilar aquí será un puñado de desconocidos. Algo de lo que no podrá alardear en cócteles y fiestas.

De repente Zac lo comprendió todo. El asunto de los fondos federales. La promoción perdida, el preso trasladado… Un vívido cuadro se estaba formando en su mente. Un cuadro que hablaba de venganza… de la venganza de Hanson contra el sistema penitenciario por una larga lista de desprecios. Solo faltaba una pieza por encajar. Una pieza fundamental.

Zac: Kane estaba en esa lista de presos para trasladar, ¿no?

Ante la sola mención de su nombre, un profundo odio volvió a reflejarse en los rasgos del guardia.

Charles: Sí.




¡Se acercan los problemas, chicas! Bueno, se acercan más problemas XD

¡Gracias por los coments!
¡A ver si veo más!

¡Un besi!


5 comentarios:

Unknown dijo...

OMG!
Esto se esta poniendo muy interesante de verdad.. y no voy a negarlo, pero me da miedo tambien. Hay algo escondido ahi pero no sabria decirte que.. Hay gato encerrado sisi.

Muy interesante el capi, sube pronto.

Anónimo dijo...

Cada vez se pone mejor & mejor. Zac necesita dejar de ser tan terco & darse cuenta que aunque no este con Ness ella ya esta en peligro de todas maneras. Hombres, quien los entiende. Sabremos que tiene Wiley en contra de Vanessa? Publica pronto, que me encanta.

att: Naya <3

Unknown dijo...

Interesante el capi, pero mmm... Charles me causa curiosidad, por qué odiara tanto a Kane?? y cuál es su relación con Ness??..

Me encanta la noveee!!! :D
Siguela pronto, xoxo!

Lau B. dijo...

Parece que todo esta encajando para Zac...
esperemos que si logre estar ese paso adelante de Kane que tanto necesita para poder salvar a Ness.
eso es lo mas importante en este momento!
Bye
Xx

Lau B. dijo...

Una cosa mas... cuando vas a publicar el test?
=P

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