topbella

viernes, 12 de julio de 2013

Capítulo 7


Zac aparcó el coche frente a la vivienda del director Hanson. Detrás de la verja de entrada podía distinguirse una luz. Estaba en casa. Bien.

Hanson ya había terminado de trabajar cuando acabaron con Levens, pero Zac no podía permitirse esperar hasta la mañana siguiente para interrogarlo. No sabía cuándo iba a efectuar Kane su siguiente movimiento, pero sospechaba que lo haría pronto. Muy pronto.

Miró a Ness, sentada a su lado en el coche. Vio que esbozaba una amarga sonrisa.

Ness: Todavía no me has dado las gracias por haberte ayudado. Con la entrevista de Charles.

Tenía razón. Su ayuda, a la hora de interrogar a Levens, había sido inestimable. Pero, aun así, seguía siendo una ayuda que no deseaba en absoluto. Ya le había complicado demasiado la vida.

Zac: Si estás esperando que te las dé, será mejor que no contengas el aliento.

Ness: No te preocupes. Si hubiera empezado a hacerlo contigo, hace tiempo que habría muerto asfixiada.

Zac no dijo nada. No había nada que decir. Nada que pudiera aliviar su frustración, la furia que Ness sentía contra él. Una furia absolutamente merecida. Lo único que podía hacer era concentrarse en Kane.

Zac: Quédate aquí -abrió la puerta y bajó del coche-.

A un lado de la verja había un portero automático, con cámara. Pulsó el botón de llamada.

**: ¿Quién es? -preguntó una voz femenina por el interfono-.

Zac: FBI, señora -anunció-. Necesito hablar con el señor Hanson. Es acerca de la fuga que se ha producido en la prisión de Grantsville.

Un denso silencio siguió a sus palabras.

**: ¿Cómo puedo saber que usted pertenece realmente al FBI?

Zac acercó entonces su credencial al objetivo de la cámara.

Zac: Soy el agente especial Zac Efron, señora.

**: Hay alguien más con usted, ¿no? ¿Quién es?

Ness se aproximó a Zac, hasta situarse en el campo de visión de la cámara. Había estado tan distraído en sus reflexiones que no la había oído bajar del coche. Maldijo para sus adentros.

Zac: Es la profesora Vanessa Hudgens. Me está ayudando con el caso -pronunció reacio-.

**: Lo siento -dijo la voz-. Paul no está en casa.

Zac: ¿Sabe cuándo volverá?

**: No.

Zac frunció el ceño. ¿No lo sabía… o no quería decírselo?

Zac: ¿Es usted la señora Hanson? -La mujer no respondió-. ¿Señora?

Sra. Hanson: Sí -respondió al fin-.

Zac: ¿Podría entrar a hablar con usted?

Sra. Hanson: No, yo… -soltó un tembloroso suspiro-. Preferiría no dejar entrar a nadie. No mientras Paul no esté en casa.

Pero Zac no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente.

Zac: Se trata de un asunto urgente, señora Hanson. Tengo verdadera necesidad de hablar con usted.

Sra. Hanson: Yo… no me siento cómoda recibiendo visitas en ausencia de Paul. Mañana estará en la prisión. Allí podrán hablar con él. Por favor.

Zac tuvo un mal presentimiento. Contempló la alta verja de seguridad con la casa al fondo. Si hubiera necesitado una razón más para mantenerse alejado de Ness, esa era una de ellas. Nunca habría podido soportar la idea de Ness llevando una vida de miedos y paranoias… como la que aparentemente llevaba esa mujer.

Zac: ¿De verdad que se encuentra bien, señora Hanson?

Sra. Hanson: ¿Yo? Oh, sí, estoy perfectamente. Lo que pasa es que no me sentiría cómoda dejándolos entrar. Están pasando cosas tan horribles… -le temblaba la voz-.

Zac: Si me deja pasar, podría incluso revisarle la casa, para asegurarnos de que todo está bien cerrado…

Sra. Hanson: No, no es necesario, de verdad. No insista más, por favor.

Zac seguía teniendo un mal presentimiento. El miedo de la señora Hanson… ¿se debería simplemente a la paranoia? ¿O era un temor mucho más concreto… como el miedo al propio Derek Kane? Se llevó una mano a la pistola. A su espalda, Ness ahogó una exclamación.

Zac: ¿Hay alguien en la casa con usted, señora Hanson?

Sra. Hanson: ¿Qué? No, ya le he dicho que estoy sola. Por eso no quiero dejarlos entrar. En realidad, no lo conozco a usted…

Zac: Ya se lo he dicho, señora, soy un agente del FBI. Le he enseñado mi credencial.

Sra. Hanson: Yo nunca había visto ninguna antes. Podría ser falsa. Usted podría ser un antiguo recluso buscando a mi marido.

A Zac todo aquello le parecía cada vez más extraño. Se frotó el cuello.

Zac: ¿Alguna vez algún antiguo recluso ha perseguido o molestado a su marido?

Sra. Hanson: Bueno, no, pero podría suceder. Podría suceder cualquier cosa. Y ahora tengo que irme…

Zac: Perdone, señora, pero si no abre ahora mismo la puerta para que yo me asegure de que se encuentra bien, tendré que entrar. -Un silencio siguió a sus palabras-. ¿Señora?

Sra. Hanson: De acuerdo. Pero solo un momento -y colgó el telefonillo-.

Zac se volvió hacia Ness.

Ness: ¿Qué está pasando? -susurró inquieta-.

Zac: Probablemente nada. Vuelve al coche y espérame dentro.

Ness: Ni hablar. Me quedo aquí. No te librarás de mí tan fácilmente.

Zac ya lo había sospechado, pero tenía que intentarlo. Se habría sentido mucho mejor con Ness dentro del coche, en caso de que sucediera algún imprevisto.

Al cabo de unos minutos, la verja se abrió al fin y una mujer extremadamente delgada, de larga melena color castaño, salió al porche. Con pasos cortos e inseguros, se acercó hasta la puerta.

Sra. Hanson: Aquí estoy. ¿Ya está contento?

Pero «contento» no era la palabra más adecuada.

Sra. Hanson: Ya le dije que estaba perfectamente -conforme se fue acercando, las luces del jardín iluminaron sus rasgos. Estaba muy pálida. Deteniéndose a unos metros de la verja, preguntó con tono desconfiado-: ¿Es acerca de los sobornos?

Zac se esforzó por disimular su sorpresa. No sabía nada de sobornos, pero no iba a decírselo a la señora Hanson. En lugar de ello, asintió con la cabeza.

Zac: ¿Qué puede decirme acerca de los sobornos, señora?

Podía sentir la tensión de Ness a su lado, expectante. La mujer sacudió la cabeza.

Sra. Hanson: Probablemente nada que usted no sepa.

Zac: Por favor, comience desde el principio.

La señora Hanson lo miró durante un buen rato, cautelosa, antes de hablar.

Sra. Hanson: Hace aproximadamente un mes, Paul descubrió que ese asesino en serie que se ha escapado estaba accediendo a ciertos pequeños privilegios, como más horas de televisión y salidas fuera de su celda. Paul sospecha que alguno de los guardias pudo haber aceptado sobornos. Seguro que eso ya se lo habrá dicho.

Zac: No a mí, pero sí a un compañero policía -mintió-. ¿Le dijo el director Hanson quién creía que estaba pagando esos sobornos?

Sra. Hanson: Bueno, algo oí mientras hablaba por teléfono… -suspiró-. Tenía un nombre muy raro. No lo recuerdo bien. Fina, o algo así. Era una mujer.

Zac: ¿Fiona?

Sra. Hanson: Eso es.

Así que Fiona Hamilton había sobornado a los guardias. Y el director estaba al tanto. Interesante. La imagen del director Hanson vestido con un elegante traje italiano acudió de inmediato a su mente. Podía imaginarse por qué no le había contado lo de los sobornos a la policía. La señora Hamilton poseía mucho dinero. Más que suficiente para pagar el silencio del director.

Zac: Bueno, muchas gracias por todo, señora Hanson. Hablaré con su marido en otra ocasión -al ver su expresión temerosa, añadió-: Ah, y avisaré a la policía local para que mantenga vigilada su casa.

Sra. Hanson: Gracias. Muchas gracias. Buenas noches, agente -desvió la mirada hacia Ness-. Profesora…

Ness: Buenas noches -se despidió. La vieron entrar presurosamente en la casa. Ness se volvió para mirar a Zac-. Es tan triste…

Zac: ¿A qué te refieres?

Vanessa señaló la casa, protegida por la alta verja de seguridad.

Ness: La señora Hanson, esa pobre mujer… Es como si estuviera usando todas estas puertas y alarmas para protegerse de la vida, del mundo. Y ahora lo único que le queda es el miedo.

Esa era una sensación con la que Zac convivía todos los días.

Zac: Quizá sea ese su único medio para sobrevivir.

Ness: Tú lo has dicho. Sobrevivir, no vivir.

Zac sintió en el pecho un nudo de emoción. Una vida infectada por el mal no era una verdadera vida: solamente mera supervivencia. Ness no podía saber hasta qué punto tenía razón.


Zac: ¿Lista?

Vanessa asintió con la cabeza, clavando la mirada en la estructura de cemento que asomaba entre los árboles. En realidad, no estaba lista. En absoluto. No quería conocer a Fiona Hamilton. No quería conocer a una mujer que había enviado fotos eróticas suyas a un asesino en serie. Pero si Fiona sabía algo acerca de la posible localización de Derek Kane, quería estar presente en la conversación. Y aunque los policías que habían estado vigilando la lujosa propiedad de Fiona no habían visto señal alguna de Kane, Vanessa no estaba dispuesta a quedarse al margen y esperar.

Zac echó a andar por el sendero de entrada, precediéndola. Caminaba a grandes y enérgicas zancadas. Su traje oscuro se adaptaba a su cuerpo como una segunda piel, elegante, masculino. Vanessa procuró concentrarse en la casa que se alzaba frente a ella, pero no pudo. Casi podía sentir cada paso que daba Zac, cada uno de sus movimientos. Era como si su cuerpo estuviera conectado al suyo. Como si fueran un solo cuerpo, una sola persona…

Sacudió la cabeza al reflexionar sobre la ironía de aquella situación. No podía permitirse saborear algo que habían perdido para siempre. Y lamentar algo que nunca más volverían a tener. Tenía cosas mucho más importantes en las que concentrarse, como interrogar a Fiona y encontrar a Brittany.

Una vez en el portal, Zac tocó el timbre.

Zac: Yo haré las preguntas, Ness. ¿Entendido?

Nes: Sí, señor -repuso con tono sarcástico-.

Al cabo de un minuto, fue la propia Fiona quien abrió la pesada y maciza puerta. Parecía mayor que en las fotografías que habían visto de ella. Iba vestida con una bata de seda roja.

Fiona: Vaya, el agente del FBI y la cuñada… ¿A qué debo este dudoso placer?

Evidentemente, Kane debía de haberle hablado de ellos. Vanessa se tensó, desviando la mirada hacia el oscuro bosque que se levantaba detrás de la casa. ¿Estaría Kane allí? ¿Lo estaría escondiendo Fiona?

Zac: Me gustaría que respondiera a unas preguntas.

Fiona: Bueno, entren, si no hay más remedio. Seguro que su compañía será más entretenida que la de los polis con los que he hablado hasta ahora -giró sobre sus talones y atravesó el lujoso vestíbulo, dejándolos en el umbral-.

Zac hizo pasar a Vanessa y cerró la puerta. Miró a su alrededor, tenso, como si esperara ver aparecer a Kane de un momento a otro. Las paredes y el suelo eran de mármol blanco, y del altísimo techo colgaba una enorme lámpara de cristales. Una escalera con barandilla de plata llevaba al piso superior.

Ness pensó de inmediato en la obsesión de Kane por la limpieza. Le habría encantado un lugar como aquel. Vacío, estéril, y a la vez elegante. Indudablemente, Fiona conocía sus gustos. ¿Habría elegido aquella decoración a propósito para agradarle, en caso de que algún día llegara a visitarla?

Se estremeció. Aspirando profundamente, siguió a Zac y a Fiona a la habitación contigua, separada por un gran arco de mampostería. Aquella sala era igual de fría que el vestíbulo. Todo era blanco: la moqueta, el mobiliario, las paredes. Parecía un castillo de hielo.

Fiona: ¿Una copa? -les ofreció acercándose a la barra del bar-.

Zac: No, gracias -pronunció-.

Fiona: ¿Y usted? -miró a Vanessa, entrecerrando los ojos-.

Ness había tenido que acostar demasiadas veces a su madre, en sus noches de borrachera, para desarrollar una mínima afición por la bebida.

Ness: Tampoco, gracias.

Fiona arqueó las cejas, haciendo un gesto con los labios.

Fiona: Bueno, si voy a tener que volver a soportar una nueva tanda de esas aburridas preguntas, será mejor que me tome yo una -después de servirse una copa de vodka, tomó asiento en un sillón-. ¿Van a sentarse o piensan quedarse de pie durante toda la entrevista?

Zac escogió un sillón de cara a la puerta. Ness se sentó en el sofá, a su lado. Sin dejar de mirarlos, Fiona se llevó la copa a los labios. La mano le temblaba ligeramente.

Fiona: Quieren que les hable de mi relación con Derek, ¿verdad? Que les diga si lo he visto o si sé dónde puede estar, o si está con esa mujercita suya… ¿voy muy descaminada?

Zac no dijo nada. La miraba con una extraña intensidad, como si supiera muchas más cosas de las que realmente sabía.

Fiona: Bueno, pues no sé dónde está -alzó la barbilla en un exagerado gesto de decisión, desafiando a Zac a que la desmintiera-. No lo he visto, y supongo que esa muchachita está con él, según me ha contado la policía.

Zac: ¿Le pasó pornografía a escondidas a Kane en la prisión?

Fiona: ¿Es eso un delito? -exclamó, obviamente sorprendida por la pregunta-.

Zac: No del tipo que persigue el FBI, al menos.

Fiona: Pues entones sí, lo hice. ¿Qué pasa?

El rostro de Zac no traslucía absolutamente ninguna emoción.

Zac: ¿Consiguió que los guardias le brindaran ciertos favores? ¿Más tiempo fuera de su celda? ¿Más horas de televisión?

Fiona: ¿A usted qué puede importarle eso? -alzó la barbilla de nuevo, pero en esa ocasión el leve temblor de su voz traicionó su falta de confianza-.

Vanessa se movió incómoda en el sillón. Vio que los dedos de Fiona estaban apretando la copa con demasiada fuerza.

Zac: ¿Pagó por esos favores? -insistió-.

Fiona: Dígame, ¿por qué debería responder a esa pregunta?

Zac: Quiero localizar a la persona que ayudó a Kane a escapar. Usted puede colaborar conmigo y darme su nombre, o asumir las consecuencias Me siento inclinado a pensar que esa persona fue usted misma.

Tragando saliva, lo miró furiosa.

Fiona: Si hubiera podido, lo habría ayudado. Él no se merecía estar en ese lugar. No se merecía ese trato. La culpa de todo la tuvo su esposa, ¿sabe? Esa zorra… Ella lo impulsó a hacer las cosas que hizo. No es justo. Ahora está muerta. Derek no debería pagar con su vida entera por el dolor que ella causó.

A Vanessa se le revolvió el estómago. Fiona se había dejado convencer por Kane, se había creído todos sus argumentos. Al igual que Brittany.

Sintió una repentina punzada de dolor. No, no podía pensar en Brittany ahora. Tenía que concentrarse en Fiona. Y en las preguntas de Zac.

Zac: ¿A quién pagó por esos favores?

Fiona: No recuerdo sus nombres.

Zac le tendió una hoja de papel. Desde donde estaba sentada, Vanessa pudo ver que contenía una lista de nombres.

Zac: ¿A cuál de estos guardias sobornó?

Fiona echó un vistazo a la lista.

Fiona: Caldwell, Franklin y Bollinger.

Zac: ¿Solo esos tres?

Fiona: Sí.

Vanessa suspiró aliviada. Nunca había dudado ni por un instante de Charles. Él odiaba a Kane con toda su alma.

Fiona: Usted está muy en contacto con el inspector Wiley, ¿verdad? Ese hombre lo sabe todo sobre mí. Durante este último año, ha estado controlando todos y cada uno de mis movimientos.

Zac: ¿Wiley? -preguntó asombrado-.

¿Cómo sabía Wiley que Fiona había sobornado a los guardias? ¿Y por qué le había ocultado esa información a Zac?

Zac: ¿De dónde consiguió Wiley esa información? -le preguntó, esforzándose por disimular su sorpresa-.

Fiona: Lo averiguó. Yo no se lo dije. Y dudo que los guardias a los que soborné lo fueran contando por ahí. Aparte de ellos, la única persona que lo sabía era Derek. Supongo que él se lo diría a Wiley.

Vanessa estuvo a punto de soltar una exclamación. Miles de preguntas acribillaron su mente. ¿Estaría Wiley relacionado con Kane de alguna forma? ¿Sería esa la explicación del odio que sentía hacia ella?

Zac: ¿Kane le mencionó el nombre del inspector Wiley en alguna ocasión, señora Hamilton?

Fiona: A veces me hablaba de algunos policías. Pero no decía nombres. No se llevaba bien con ninguno, si es eso lo que está pensando -desvió la mirada hacia Vanessa-. Apostaría cualquier cosa a que su hermana sabía lo de los favores especiales…

Ness: Brittany no estaba enredada en eso -replicó indignada-.

Pero antes de terminar de pronunciar aquellas palabras, fue consciente de lo ridículas que sonaban. Y, a juzgar por la expresión de Fiona, ella también.

Fiona: Ella se casó con Derek, ¿no? Y en este mismo momento está con él. Quizá su hermana pagó a alguien para que lo ayudara a escapar. Como buena esposa suya.

Vanessa se mordió el labio. Ansiaba espetarle a aquella mujer que su hermana jamás pagaría a nadie para ayudar a escapar a un asesino como Derek Kane. Pero no podía.

Zac: ¿Qué le parece que Kane se haya casado con Brittany, en lugar de con usted? -le espetó de pronto-.

Fiona pareció encogerse sobre sí misma. Una expresión de dolor atravesó su rostro.

Fiona: Derek y yo teníamos un vínculo muy especial -pronunció recuperándose-. Algo mucho más fuerte que un vestido blanco y un simple papel firmado.

Zac arqueó las cejas.

Zac: ¿Y se puede saber en qué consiste lo especial de ese vínculo?

Fiona: Química -una obscena sonrisa asomó a sus labios-.

Pero, detrás de aquella bravuconada, se traslucía una mujer herida, vulnerable.

Vanessa desvió la mirada. No quería ver la vulnerabilidad de Fiona. No quería ver que, detrás de aquella fachada, aquella mujer tenía un corazón. Un corazón que podía sangrar. Quería mostrarse agresiva, fuerte, y tan malvada como Kane. Y no como un pobre pajarillo herido como Brittany.

Fiona: ¿A qué se debe esa reacción, cariño? ¿Celos? -le preguntó sorprendiéndola-. Derek decía que sentías una especial debilidad por él.

Ness se estremeció, asqueada por aquella suposición.

Zac: ¿Y Kane por ella, verdad, Fiona? -intervino-.

Fiona: ¿Él por ella? -apretó con tanta fuerza la copa que los nudillos se le pusieron blancos-. Usted no sabe lo que está diciendo.

Zac: Conozco bien a Kane. ¿No se lo dijo? Fui yo quien lo capturó la primera vez. -Fiona apretó los labios, fulminándolos a los dos con la mirada-. Él quiere a Vanessa, ¿verdad? -insistió-. Por eso le pidió que se tiñera el pelo. Quería que usted se le pareciera a ella. Cuando lo visitaba, cuando miraba esas fotos suyas con aquella lencería roja… se hacía la ilusión de que usted era ella.

Fiona: ¡No! -un brillo de pánico apareció en sus ojos-. Él me ama. Derek me ama a mí.

Zac se inclinó hacia ella.

Zac: No. Kane simplemente la utiliza como una sustituta. Una sustituta de Vanessa. -Fiona negó enérgicamente con la cabeza. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Zac insistió una vez más-: Esta misma mañana estuvo en casa de Vanessa.

Fiona: No -exclamó, desviando la mirada hacia el oscuro bosque que se divisaba por la ventana-. Esos malditos policías no han hecho otra cosa que rondar esta casa… Si no hubiera sido por ellos, Derek se habría reunido conmigo… -las lágrimas rodaron al fin por sus mejillas-. ¡Conmigo!

Vanessa cerró los ojos. Ignoraba el tortuoso y retorcido camino que había llevado a Fiona a relacionarse con Kane, pero estaba segura de que detrás había una historia muy triste, marcada por el maltrato y la soledad. El mismo solitario camino que había tenido que recorrer Brittany.

Sintió una punzada de culpa. Si pudiera hacer retroceder el tiempo y corregir las decisiones que había tomado… Si hubiera podido defender a su hermana, en vez de abandonarla, y esforzarse todo lo posible por elevar su autoestima… Quizá entonces la vida de Brittany habría sido por completo distinta.

Y, en aquel momento, no estaría en las garras de Kane.




Poco a poco se van sabiendo más cositas y también se va poniendo más feo =S

¡Gracias por los coments!

Perdón por no poner antes capi. No he tenido tiempo. Espero que os esté gustando la nove. ¡Seguid leyéndola!

¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

AY NO LO PUEDO CREERR!!
ESTO SE ESTA PONIENDO MUY MISTERIOSO..
HASTA QUE ME DA MIEDO.
SUBE PRONTO.

Unknown dijo...

Me encantaaa!!!! Son tantas cosas que sucenden!!! Waaa ya quiero saber que sigue :D

Siguela pronto *.*

Lau B. dijo...

Yo sabia que el tal Wiley tenia que ver!
ese odio hacia Ness tenia que venir de ahi!
pero lo que no entiendo es que clase de relacion tiene con Kane!
porque debe tener alguna para no haber dicho nada sobre lo hacia Fiona o al menos pedirle dinero a ella para guardar silencio como lo hizo el director Hamilton!
Se pone cada ver mas interesante
Bye
Xx

Lau B. dijo...

Una cosa mas... cuando vas a publicar el test?
=P

Publicar un comentario

Perfil