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viernes, 5 de julio de 2013

Capítulo 5


Zac consiguió sostenerla con una mano mientras se alejaba por el sendero de entrada, apuntando su pistola contra las sombras del jardín, de los tejos, de los abetos. Podía sentir la mirada de Kane fija en él. Y en Ness. Casi podía escuchar su risa triunfal, de absoluta satisfacción.

Kane los estaba observando. Había querido asistir a la reacción de Ness cuando viera sus ositos acuchillados. Había querido ver su miedo. Alimentarse, regodearse en él. Porque eso lo hacía sentirse fuerte, poderoso.

Zac apretaba con fuerza su pistola. ¿No le bastaba acaso a ese monstruo con habitar en la mente de Zac, en su corazón? ¿No le bastaba con haberle robado su paz, sus sueños, su felicidad, su futuro? Al parecer además de eso, quería hacer lo mismo con Ness. Lo maldijo mil veces.

La subió al coche y cerró la puerta. Luego barrió una vez más con la mirada el jardín, los árboles y los tejados de las casas vecinas antes de sentarse al volante. Arrancó y se puso en marcha. Se moría de ganas de pisar el acelerador, pero no quería que Kane percibiera su miedo, que descubriera lo muy asustado que estaba.

Minutos después llamó por el móvil a Pete Wiley. Cuanto antes llegara la policía a casa de Ness, mejor para todos. Tal vez no lograran capturar a Kane, pero una pista fresca podría resultar fundamental para localizarlo.

Solo después de terminar la llamada se permitió volver a mirar a Ness. Era miedo lo que iluminaba sus ojos. Terror. Justo el efecto que Kane había querido provocar.

La furia se apoderó de él. Una galería de imágenes atravesó su mente. Mujeres acosadas, cazadas, despedazadas en el bosque. Mujeres que dejaban detrás hijos, parientes, amigos.

Tenía que sacar a Ness de allí, lo más lejos posible. Kane no se saldría con la suya. Esa vez no. Antes tendría que pasar por encima de su cadáver.


Vanessa no podía dejar de temblar. Ni siquiera después de que Zac la hiciera entrar en la habitación de su hotel de Platteville y cerrara la puerta con llave.

Contempló la habitación. Era como la de cualquier hotel de mediana categoría. Dos sillas alrededor de una mesa baja, redonda, y una cama de matrimonio. Debería sentirse segura allí, y sin embargo, era imposible. Por todas partes seguía viendo aquella pelusa blanca empujada por la brisa. Y también estaba el frío. Aquel frío que le calaba los huesos.

Siempre había sido capaz de cuidar de sí misma. Y no solo de sí misma. De otros también. Incluso de niña, siempre había estado pendiente de su hermana y de su madre. Ella había sido la más fuerte. La que ayudaba a su madre a acostarse después de que se pasara la noche entera bebiendo vodka. La que se aseguraba de que Brittany terminara sus deberes cuando a nadie más le importaba que lo hiciera o dejara de hacerlo. La única responsable.

Qué ironía. En aquel momento no habría podido responsabilizarse ni de un animal de compañía. Seguían flaqueándole las piernas. Podía sentir la presencia de Zac a su espalda. Oler su aroma masculino, fuerte. Seguro.

Zac: Deberías sentarte.

Ness: ¿Antes de que me caiga al suelo, quieres decir?

Intentó inyectar un tono de humor a su voz, pero fracasó miserablemente. En lugar de ello, su voz sonaba trémula, temerosa.

Zac: Sí. Antes de que te caigas.

Asintió con la cabeza, pero no se movió. No podía. No solamente dudaba de poder dar los cuatro pasos necesarios para sentarse en la cama. Además, y sobre todo, no quería separarse de él. De su calor. De su fortaleza.

Ness: No puedo, yo…

Zac: Tranquila. Ahora estás a salvo -la abrazó suavemente por detrás-.

Ness apoyó la espalda contra su pecho, cerrando los ojos para saborear mejor aquella sensación. Evocando los dulces momentos que había pasado en los brazos de Zac. Pero los recuerdos palidecían en comparación con la realidad. Con la fuerza de su abrazo. Con su aroma. Con su contacto.

Podía luchar contra los recuerdos, pero no podía luchar contra aquella realidad. Ni siquiera deseaba hacerlo. Lo necesitaba demasiado. Necesitaba su calor, su fuerza, necesitaba que la mantuviera a salvo, que la hiciera suya.

Se volvió dentro del círculo de sus brazos y, alzando los brazos hasta su cuello, lo atrajo hacia sí. Zac la tomó entonces de la nuca, como tantas veces había hecho en el pasado. Luego, ladeando la cabeza, la besó en los labios.

No tardó en deslizar la lengua en el dulce interior de su boca. Pero eso no bastaba. Ni de lejos. Vanessa quería sentirlo, piel contra piel, sin ninguna barrera que los separase. Le desabrochó precipitadamente los botones de la camisa, abriéndosela y deslizando las manos dentro.

Desnudo ya de cintura para arriba, Zac la estrechó contra su pecho. Vanessa delineó suavemente con los dedos sus duros músculos, su vientre plano, la fina línea de vello que desaparecía bajo sus pantalones. El contacto de su piel le resultaba familiar y novedoso a la vez. Y lo necesitaba más que nunca.

Como si le hubiera leído el pensamiento, Zac empezó a quitarle el suéter sin dejar de besarla. Sin perder ni un segundo, Ness se llevó las manos a la espalda para desabrocharse el sujetador. Un segundo después la fina prenda de seda aterrizaba en el suelo.

Volvió a abrazarlo. Necesitaba su calor, necesitaba sentir su piel desnuda contra la suya. Con los senos apretados contra su pecho, el fino vello que lo cubría estimuló aún más sus sensibilizados pezones. Zac soltó un ronco gemido. Bajando la cabeza, comenzó a devorarle los labios, mordisqueándoselos. Sus dedos encontraron la cintura de sus pantalones, y empezó a desabrochárselos. Se los bajó por los muslos. Las bragas siguieron el mismo camino. Se las bajó hasta las rodillas, presa de una urgencia incontenible.

Vanessa se apretó aún más contra él. Anhelaba fundirse con su cuerpo, de manera que nada ni nadie pudiera separarlos. Palpando la cintura de sus pantalones, le desabrochó el botón y le bajó la cremallera. Él mismo terminó de quitárselos. Luego, deslizando las manos por sus nalgas, la levantó en vilo para acercarla a su sexo excitado. Ness separó las piernas y las enredó en torno a su cintura. Eso era lo que necesitaba, lo que tanto había anhelado. Sentirse viva. Segura. Poderosa.

Sosteniéndola a pulso, se acercó a la cama y la tumbó sobre el edredón. Luego se cernió sobre ella. Sus caricias le encendían la sangre como una fiebre, privándola de toda razón, de todo pensamiento. El rumor de su respiración resonaba en sus oídos, agitada, jadeante. El corazón le latía a toda velocidad. Deslizó los dedos bajo el elástico de sus calzoncillos.

Ness: Te necesito tanto, Zac… Nunca he dejado de necesitarte.

De repente, se quedó tenso, rígido.

Zac: Nosotros… -suspiró, sujetándole la mano- no podemos hacer esto, Ness.

Vanessa abrió los ojos y escrutó su rostro, esforzándose por entender lo que estaba diciendo. Y por qué se había detenido. Estaba ruborizado de deseo. Su mirada reflejaba el mismo deseo que se había apoderado de ella.

Zac: No podemos -insistió, sacudiendo la cabeza-.

Esa vez sí que consiguió asimilar el significado de aquellas palabras. Seguía estando encima de ella, piel contra piel. Pero ya se estaba retirando. Distanciándose. Negando sus necesidades… y las suyas propias.

Al igual que había hecho antes.

Ness: ¿Qué quieres decir con eso de que no podemos hacerlo? ¿Por qué no podemos hacerlo, Zac? -inquirió furiosa-. ¿Acaso porque tienes miedo de… de mancharme, de contaminarme con tu carácter agriado por la vida?

Vio que apretaba los labios. Aquello había sido un golpe bajo y lo sabía. Le había arrojado su antigua confesión a la cara. Había intentado herirlo deliberadamente. Pero no había podido evitarlo. Había querido herirlo. Como él la había herido a ella dos años atrás.

Y como la estaba hiriendo en aquel preciso momento.

Zac rodó sobre su espalda, sentándose en la cama.

Zac: Lo siento, Ness.

Ness: ¿Qué es lo que sientes? ¿Negarme lo que necesito? ¿Es eso lo que sientes?

Zac cerró los ojos y volvió el rostro hacia la ventana. La luz que se filtraba por las persianas iluminaba sus rasgos duros, su gesto de preocupación. Un gesto que evidenciaba el abismo que se había abierto entre ellos. El abismo que era incapaz de salvar.

Ness: Si lo sientes tanto, entonces no te apartes… -pronunció suspirando-.

Zac: No es tan sencillo. Lo sabes perfectamente -se volvió para mirarla-. Con nosotros no, al menos.

Ness: Es sencillo, Zac. Hace unos segundos yo me sentía fuerte y segura en tus brazos, y ahora no. Los dos éramos más fuertes. Juntos. Los dos lo necesitábamos.

Zac frunció el ceño con una expresión mezclada de furia y frustración.

Zac: Necesitábamos escapar de la realidad de Kane. De la oscuridad. De la muerte. Pero hacer el amor conmigo no te ayudará en nada. Solo te acarreará más dolor.

Ness abrió la boca para protestar, pero en el último momento cambió de idea. Tenía razón. Hacer el amor con Zac no la ayudaría a escapar de la amenaza de Kane, o del miedo a perder a Brittany. Necesitarlo de aquella manera, fundirse con él, perderse en él… solo le provocaría más dolor. Y ya había sufrido demasiado.

Y sin embargo, no podía negar que se había sentido mucho más segura y fuerte en sus brazos…

Le escocían los ojos por las lágrimas. Se levantó de la cama y, haciendo un supremo esfuerzo, logró caminar hasta el cuarto de baño. Cerró la puerta y se apoyó contra ella. Se miró. Tenía los pezones erectos, excitados por el roce contra el vello de su pecho. Y su sexo todavía latía dolorosamente después de sus caricias… Agarró una toalla y se cubrió con ella. No podía aferrarse a una falsa esperanza, a lo que nunca podría ser. No podía permitirse necesitarlo, desearlo. Tenía que mantenerse fuerte, y sola. Lo único que importaba, lo único que podía importarle… era rescatar a Brittany de las garras de Kane antes de que fuera demasiado tarde. Haría cualquier cosa con tal de conseguirlo. Y a cualquier precio.

Zac se sentó en la cama, con la espalda apoyada contra el cabecero, maldiciendo para sus adentros. ¿Por qué había perdido el control de esa manera? ¿Por qué había dejado que sus necesidades físicas se impusieran a su sentido común?

Ness necesitaba que él la abrazara, la consolara… y no que la besara, y la desnudara… aprovechándose de su vulnerabilidad. El problema era que, al hacer un inmenso esfuerzo por controlarse y no traspasar la línea, había acabado por hacerle daño. Una vez más.

Cerró los ojos. Ness necesitaba más que nunca de su protección. Sabía a lo que se enfrentaban. Había visto las atrocidades que Kane era capaz de cometer. Los cuerpos mutilados. La mirada sin vida de los cadáveres. Y Dios sabía que la oscuridad y la maldad de Kane se le habían destilado en el alma, contaminándolo. Contaminándolo con una mancha negra que amenazaba con apagar hasta el último rastro de luz.

Tenía que proteger a Ness del cuchillo de Kane. Y de su maldad. Si pudiera conseguirlo sin hacerle ningún daño en el proceso…

De repente se abrió la puerta del cuarto de baño. Ness salió cubierta con una toalla, con la melena oscura derramada sobre sus hombros desnudos. Una visión que le revivió, a su pesar, una cascada de recuerdos.

Mirándolo a los ojos, alzó la barbilla con gesto decidido.

Ness: Ya sé cómo podemos atrapar a Kane.

A Zac se le hizo un nudo en el estómago. Tuviera lo que tuviera en mente, sabía que no iba a gustarle. Lo sabía por su tono de voz.

Ness: El detalle de lo que ha hecho con mis ositos confirma que es a mí a quien quiere, ¿verdad?

Zac: Exacto -repuso con tono frío, inexpresivo-.

Ness: Y muy probablemente repetirá la misma pauta de comportamiento que siguió con su esposa, ¿cierto?

Zac: Así es. Empezará a asesinar mujeres que se te parezcan. De tu misma figura, de tu mismo color de pelo -«como Brittany», añadió para sus adentros-.

Y aunque no lo dijo, supo por el brillo de pánico de su mirada que ella estaba pensando lo mismo.

Ness: Matará a otras mujeres hasta que esté lo suficientemente excitado y deseoso como para ir a por mí.

Zac: Y no abandonará. No hasta que nosotros lo atrapemos.

Ness: O hasta que me mate a mí.

Zac no tuvo más remedio que asentir. Ness tenía razón excepto en un único detalle. Kane nunca se detendría. Encontraría a otra mujer y desarrollaría una nueva fijación. Otra mujer de la que vengarse.

Ness: Dado que me quiere a mí, y no a Brittany… -dio un paso más dentro de la habitación-, ¿por qué no utilizamos eso como ventaja?

Zac: Espero que no estés pensando en…

Ness: ¿Por qué no? Si él me quiere a mí, ¿por qué no podría hacer yo de cebo para atraerlo?

Aquella sugerencia no podía horrorizarlo más.

Zac: ¿Exponerte como cebo de un asesino en serie? ¿Con un hombre tan peligroso como Kane? ¿Acaso has perdido el juicio?

Ness: Tú siempre estás diciendo que hay que ser valiente, atrevido… Y esto podría funcionar. ¿Por qué no intentarlo?

De repente le entraron ganas de levantarse de aquella maldita cama y sacudirla por los hombros.

Zac: Porque es demasiado peligroso.

Ness: ¿Y no hacer nada no es peligroso? ¿Sobre todo para Brittany? ¿Y para mí? Zac, va a matarla a ella y luego irá por mí de todas formas.

Zac se levantó por fin. Ansiaba decirle que Brittany no le importaba. Que la única persona que le importaba era ella. Ansiaba arrancarle esa toalla, tumbarla sobre la cama y hacerle el amor. Estrecharla entre sus brazos y no soltarla jamás. Solo que no podía hacer nada de eso. Y tampoco tenía la seguridad de que sus brazos fueran el lugar más seguro para Ness…

Zac: No pienso seguir escuchándote.

Ness: Sigues intentando protegerme, Zac. Pero así podríamos salvar a Brittany, también. Sé razonable.

Zac: ¿Razonable? -repitió furioso-. ¿Me estás hablando de entregarte a Kane como un gusano en un anzuelo, y soy yo quien debería mostrarme razonable? Olvídalo, Ness.

Ness: A Brittany se le está acabando el tiempo -replicó con tono urgente-.

Zac: He dicho que lo olvides -recogió sus pantalones del suelo y se los puso-.

Aunque esa hubiera sido la única forma de salvar a Brittany, jamás habría permitido que Ness se sacrificara para sacar a Kane de su escondite.

Ness: Si este fuera un caso como cualquier otro -lo señaló con un dedo acusador-, si yo fuera una completa desconocida para ti, aceptarías hacerlo, ¿verdad? -vio que se mantenía en silencio, tensando la mandíbula- ¿Verdad?

Zac: No lo sé. Lo cierto es que este no es un caso como cualquier otro. Y no estoy dispuesto a utilizarte de esa manera.

Ness sacudió la cabeza, a punto de llorar de frustración. Pero no derramó una sola lágrima. En lugar de eso, recogió precipitadamente su ropa del suelo.

Ness: ¿Sabes una cosa? Por suerte para mí, tú no estás al frente de esta investigación. Tengo la impresión de que Wiley aprovechará al vuelo la oportunidad de utilizarme como cebo para atraer a Kane. Y tú no podrás hacer absolutamente nada para evitarlo.

Y sin esperar su reacción, giró sobre sus talones y se encerró en el cuarto de baño, dando un portazo. Un portazo que vino a ser como la firma de su última y rotunda frase.

Zac se dirigió a la puerta, dispuesto a hacer cualquier cosa para hacer entrar en razón a Ness. Pero finalmente se detuvo en seco, frustrado. Era verdad. No podía hacer nada para evitarlo. Él no estaba al frente de aquella investigación. Solo estaba allí para ayudar y asesorar a la policía. No tenía ninguna capacidad de decisión. Si ella quería ofrecerse como cebo, no podría impedírselo. Su vida estaba en las manos de Pete Wiley.

Y si había interpretado correctamente las miradas de desprecio que, hasta ese momento, el inspector le había lanzado a Ness… Zac tenía bastantes motivos para preocuparse.




Preocupación es poco para definir como se va a sentir Zac =S
Esto se está poniendo de cada vez más feo, chicas.

¡Gracias por los coments!

Seguid así que la nove se pondrá cada vez más interesante y peligrosa...

¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

Ah, pero si Zac es un tonto! Como se atreve a decire a que ellos no pueden estar haciendo lo que tanto deseaban los dos? Es un loco, ambos se desean, se aman.. todo y el le dice que no.

Y Ness.... bastante loca esta, como va a querer hacer eso por su hermana? Quiere ir a a muerte solo por su hermana? Esta muy loca.

Y esto me parece que los distancio un poco a los dos... o sea, como que algo malo va a pasar ahora.

Me encanto cuando Ness dijo que eran fuertes cuando los dos estaban juntos.

SUBE PRONTOOOOOOO :)

Unknown dijo...

Woohoo! Yo no sé, pero Zac hace lo que hace por protegerla, en el caso que se este equivocando, al final el tambien sufre porque la quiere :(

Y weeno, al final, el amor de hermanos prevalece <3

Lau B. dijo...

Contrariada es poquito para lo que siento en este momento!
es obvio que Ness quiera servir de cebo asi como tambien es obvio que Zac no se lo quiera permitir!
pero la cuestion para mi esta aqui... por que el tal Pete detesta tanto a Ness? y hasta que punto la detesta? hasta el punto de ayudar a Kane a escaparse de la carcel para matarla? o hasta el punto de ponerla en peligro como cebo solo para darle otro susto mas?
Demasiadas preguntas...
Bye
Xx

Lau B. dijo...

Una cosa mas... cuando vas a publicar el test?
=P

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