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viernes, 26 de julio de 2013

Capítulo 12


Zac se sumergió en la ternura de aquellos dedos. Había soñado con aquellas caricias tantas veces durante los dos últimos años… O con la luz que brillaba en sus ojos cuando lo miraba. Y ahora estaba allí, ofreciéndole todo lo que tanto había deseado. Todo lo que necesitaba. Y lo único que tenía que hacer era extender una mano y tomarlo.

Tragó saliva, con la garganta seca. Lo que habría dado por recuperar aquella luz. Por capturarla para devolverla a su alma. Para borrar la oscuridad de su realidad cotidiana… aunque solo fuera por una noche.

Lo que habría dado por un indulto… temporal.

Un temor lo sacudió en lo más profundo. Deslizó una mano por su brazo, siguió luego por su hombro y acabó en su rostro, acariciándole la mejilla. Sus ojos brillaban en la habitación en penumbra. Y cuando se encontraron con los suyos, Zac volvió a ver en sus profundidades aquella luz pura, limpia, imperturbable.

No podía hablar, ni moverse. Lo único que podía hacer era mirar aquellos ojos. Unos ojos que en el pasado lo habían nutrido, sostenido, fortalecido aun en medio de la oscuridad. Unos ojos que, en aquel instante, estaban buscando en los suyos la respuesta a su ofrecimiento.

El corazón le dio un vuelco en el pecho. Su vida se había convertido en un solitario infierno. En un ejemplo de perseverancia. Y de privaciones. Y eso no podía cambiarlo. Nunca podría.

Pero sí podría aceptar lo que le ofrecía.

Podría disfrutar de aquella maravillosa luz por una sola noche. Podría empaparse de su energía, almacenarla en su corazón y alimentarse de ella para cuando volviera a la oscuridad. Vio que ladeaba la cara, alzando la barbilla. Con los labios entreabiertos, invitadores. Y aquellos ojos ardientes, iluminados por la esperanza…

Tomándola de la nuca, se inclinó hacia ella y la besó en los labios. Su boca sabía a miel. Suave y tierna como una larga y plácida noche. Una noche de cielo limpio, despejado, adornado de estrellas. Una noche libre de pesadillas.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que experimentó aquella misma sensación, desde que se permitió sentir algo más que furia y tristeza. Era una sensación que casi le dolía. Dolorosa en su intensidad. Una deliciosa agonía.

Y quería más.

Interrumpiendo el beso, la llevó a uno de los dormitorios. Y Vanessa se dejó llevar, deseosa, dispuesta.

Entraron en una habitación tan delicada y femenina como la propia Ness. Una cama con la colcha bordada, con encajes. Velas en la mesilla. Sus pies se hundían en la mullida alfombra.

Un fresco aroma a lilas lo barrió como una dulce marea. La atrajo hacia sí. Su cuerpo se adaptaba perfectamente al suyo. Su calidez se derramaba sobre su piel. Sí, allí estaba. La fragancia de su cabello, de su piel. Su aroma.

Y aun así, quería más.

Apartándose de ella solo por un instante, se despojó de la sobaquera y de la camisa. Ness se le acercó, acariciando con la mirada su torso desnudo. Deslizó los dedos por su cuello, descendiendo lentamente hasta su pecho, sintiendo el acelerado latido de su corazón.

Zac le sujetó entonces la muñeca. Acercándola hacia sí, le colocó el brazo en torno a su cuello. Y la abrazó con todas sus fuerzas, envolviéndola, apretándola, amoldándola contra su cuerpo. Su fino suéter de algodón le acariciaba el pecho desnudo. Y su calor penetraba a través del tejido, calentándolo como el primer rayo de sol calentaba la tierra helada por un largo invierno.

Ansiaba acariciarla por entero, toda ella. Le quitó el suéter. Recorriendo su sedosa piel con los dedos, le deslizó los tirantes del sujetador por los hombros. Hasta que soltó el broche y la prenda cayó al suelo.

La luz de la luna, filtrándose a través de las cortinas de encaje, acentuaba la perfección de sus senos desnudos. Comenzó a acariciárselos, deleitado con su tersura, excitando y endureciendo los sensibles pezones.

Un gemido escapó de los labios de Vanessa. Un gemido de placer, de necesidad. Sus dedos buscaron y encontraron la cintura de sus pantalones. Tentativamente se dedicó a desabrochárselos, indecisa, como esperando que de un momento a otro se apartara de nuevo. O la rechazara.

No tuvo que preocuparse por eso.

Fue el propio Zac quien se los quitó, sin perder el tiempo. Y los calzoncillos siguieron el mismo camino. Hasta que quedó completamente desnudo ante ella.

Vanessa deslizó las manos por su pecho, por su vientre plano, duro. Frotando, acariciando. Zac estaba ardiendo ya de deseo. De urgencia. Palpó la cintura de sus vaqueros. Quería verla toda ella, acariciarla por completo. Le bajó los pantalones y las bragas por los muslos.

Ya estaba. Ahora los dos estaban completamente desnudos, frente a frente. Nada los separaba. Se tumbaron en la cama.

Vanessa entreabrió las piernas.

Un dulce tormento se apoderó de Zac. Comenzó a moverse contra su húmedo sexo, contra el centro de su deseo. Frotándola, excitándola, abrasándola. Sin dejar de besarla en los labios, respirando el aroma de su pelo. Sumergiéndose en su alma.

Ness se aferraba a sus hombros, jadeante.

Ness: Por favor, Zac -le suplicó alzando las caderas-.

Fue entonces cuando se enterró en ella. Ness lo envolvió por completo, fundida con su cuerpo.

A continuación, se retiró. Luego volvió a entrar, más profundamente, y se retiró de nuevo. Cada vez que lo hacía, Ness reclamaba su cuerpo, desesperada de deseo. Y él la satisfacía, hundiéndose en ella. Más fuerte a cada embestida.

Enredó las piernas en torno a su cintura, atrayéndolo hacia sí. Atrayéndolo a su calor, a la llama que ardía en su interior… Hasta que Zac se sintió estallar. Hasta que todo se consumió. Todo excepto ella. Excepto ellos. Y aquella luz blanca, pura.


Para cuando el sol de la mañana bañó la habitación, sacando a Vanessa de su profundo sueño, Zac ya no estaba. Suspiró profundamente, saboreando el aroma de su cuerpo que impregnaba las sábanas. Los recuerdos de aquella noche de amor.

Zac la había necesitado aquella noche. La había necesitado tanto como ella lo había necesitado a él. Para aliviar su dolor. Para recordarle lo dulce que podía llegar a ser la vida. Para proporcionarle un respiro, por muy corto que fuera.

Cerró los ojos. ¿Por qué no podía darse cuenta Zac de la vida tan maravillosa que podrían llevar juntos? ¿De lo fuertes que podrían llegar a ser? Si él también hubiera sentido aquella fuerza, la fuerza que había surgido de su unión…

Quizá la había sentido.

Casi tenía miedo de hacerse esperanzas. Suspirando, abrió los ojos y se levantó de la cama. No tenía tiempo para soñar. Probablemente Zac llevaría ya varias horas repasando los informes del FBI, buscando alguna pista sobre el paradero de Kane, y ella necesitaba ayudarlo.

Después de tomar una ducha rápida, se puso la blusa roja de seda y los vaqueros que sacó de su maletín. Y se fue a buscar a Zac.

Nada más abrir la puerta, aspiró deleitada el aroma del café procedente de la cocina. Descalza, bajó las escaleras. Lo encontró en el comedor. Había preparado una enorme jarra de café. Y al lado había una taza vacía, esperándola.

Y no solamente la estaba esperando la taza. También había un asiento libre. Preparado para ella.

Zac alzó la mirada del informe que estaba leyendo. Recién afeitado, llevaba una camisa almidonada, con corbata. Y la conocida sobaquera con la pistola.

Zac: Buenos días.

Aunque tenía el ceño levemente fruncido, Ness creyó detectar en su voz un tono suave, cálido. Un tono que no había existido el día anterior.

Ness: Buenos días -cruzó la habitación y se detuvo a su lado-.

Ansiaba darle un beso, saludarlo como habría hecho una amante, segura del amor de su pareja. Pero no se atrevió. Lo que habían compartido la noche anterior era todavía demasiado nuevo, demasiado frágil para que pudiera soportar la dura realidad de la mañana.

Limitándose a apoyar una mano sobre su hombro, ojeó el informe que había estado leyendo. Atestados policiales. Entrevistas a testigos. Pero de repente Zac lo cerró de golpe.

Vanessa se mordió el labio. Había concebido la esperanza de que algo hubiera cambiado entre ellos durante la noche anterior. Pero quizá eso había sido esperar demasiado.

Luego vio que sacaba una abultada carpeta de la caja que tenía a los pies y la dejaba encima de la mesa. Alzó la mirada hacia ella, sonriendo.

Zac: Son recortes de periódicos. Para que los leas mientras desayunas.

Ness intentó disimular la sonrisa que asomó a sus labios. Sí. Algo había cambiado aquella noche. Por muy pequeño y frágil que fuera, había algo nuevo, distinto.

Ness: Gracias.

Zac levantó la jarra y le sirvió café. Nada más sentarse, Ness tomó un sorbo. Necesitaba aquella dosis de cafeína para despejarse la cabeza. Bajó la mirada a la carpeta de recortes. Suspirando profundamente, comenzó con el primer artículo.

Trataba de la desaparición de Ashley Dalton, una estudiante de bioquímica, de veintiséis años. Su compañera de habitación la había visto por última vez cuando se dirigía a la estación de autobuses. Ashley había planeado volver a su pueblo para pasar el fin de semana con sus padres y sus dos hermanas. Cuando el autobús llegó sin ella, los Dalton informaron de su desaparición a la policía. El artículo estaba escrito en un estilo seco, breve, pero lo que más impresionó a Vanessa fue la foto de la joven.

Aunque no exactamente preciosa, el rostro de Ashley Dalton desbordaba un entusiasmo por la vida innegablemente atractivo, presente sobre todo en sus ojos vivaces, luminosos. Una viveza y una luz que Kane le había arrebatado para siempre.

Fue revisando otras informaciones sobre su desaparición antes de llegar al artículo que informaba de que su cuerpo había sido encontrado por un cazador. Con un nudo de angustia en la garganta, siguió adelante. El siguiente artículo recogía varias fotografías sobre el funeral de Ashley y detalles sobre la investigación en ciernes. Leyó el texto antes de concentrarse en las fotos.

La primera era otra instantánea de Ashley en la que también aparecía feliz, radiante. En la segunda aparecía un inspector de policía en el bosque donde había sido hallado el cadáver. Vanessa estaba a punto de preguntarle a Zac si lo reconocía cuando la tercera foto llamó poderosamente su atención.

Era del funeral. Los padres de Ashley se hallaban en la puerta de la iglesia, abrazando a sus hijas pequeñas como temiendo que fueran a correr la misma suerte que su desgraciada hermana. Detrás, sin embargo, un rostro familiar llamó su atención sobre todos los demás. Un rostro de forma cuadrada y ojos expresivos, con la mirada baja, dolida.

Charles Levens. Soltó una exclamación.

Zac: ¿Qué has visto? -le preguntó apresurándose a mirar la foto-.

Ness: Mira -le señaló el rostro-. Es Charles Levens, el guardia de la prisión.

Zac: Es verdad.

Vanessa se vio asaltada por cientos de preguntas. ¿Qué habría estado haciendo Charles en el funeral de la primera víctima de Kane? ¿Era posible que ya entonces tuviera algún tipo de vínculo con él, dos años antes de que fuera capturado? Recordó el odio que el guardia parecía profesarle a Kane. No, no podía ser. No podía haberlo ayudado.

De repente, recordó sus palabras exactas durante el interrogatorio al que le sometió Zac: «jamás le hice favor alguno a Kane, ni le di nada. Aunque me habría gustado darle algo, sí… Una bala en la cabeza». Se estremeció visiblemente.

Cuando su mirada se encontró con la de Zac, comprendió que él estaba pensando lo mismo. Sin decir una palabra, sacó otra carpeta de la caja y comenzó a revisarla. Hasta que encontró un informe y se lo mostró a Vanessa.

Zac: Ashley Dalton tenía un novio. Al principio la policía lo incluyó entre los sospechosos. Pero luego lo descartó.

Bajó la mirada al informe y leyó el nombre de la persona que había sido interrogada. Charles Levens.

Miró luego a Zac. De pronto lo veía todo claro. El intento de Charles por evitar que Brittany se casara con Kane. Su odio hacia el asesino. Sus comentarios acerca de que se merecía la muerte. Todo cobraba sentido.

Ness: Kane mató a la novia de Charles. Y Charles quiere venganza.


Zac conducía a toda velocidad. En el espejo retrovisor la casa rural se alejaba a cada segundo, hasta disolverse en la mancha verdosa del bosque que la rodeaba. A su lado, Ness no había pronunciado una sola palabra desde que descubrieron el rostro de Levens en la fotografía del funeral de Ashley Dalton. Simplemente se había limitado a hacer el equipaje mientras él telefoneaba para avisar de que la trampa quedaba suspendida. Por el momento.

Maldijo una vez más a Charles Levens. No solamente había ayudado a Kane a escapar, por culpa de un equivocado sentido de la justicia. Con ese acto había provocado dos muertes, además de que la vida de Brittany seguía amenazada.

Y había puesto en peligro la vida de Ness. Solamente por eso, habría merecido que lo estrangulara con sus propias manos. Se pasó una mano por el pelo, esforzándose por controlarse. Tenía que pensar, tenía que concentrarse en cómo podría utilizar a Levens para localizar a Kane. Tenía que hacer todo lo posible para salvar a Brittany. Y librar a Ness de la amenaza del asesino.

La miró de nuevo. A pesar de todo lo que había pasado, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido entre ellos durante la noche anterior. Todavía podía oler la dulce fragancia de su cabello, saborear la deliciosa tersura de sus senos, sentir el resplandor de su luz blanca y pura, envolviéndolo. Como un hambriento al que de pronto hubieran sentado ante un banquete, se había llenado de su esencia, de su energía.

Pero, la noche anterior, no se había saciado. Había querido más. Y ahora también quería más. Incluso el hecho de tenerla sentada a su lado lo llenaba de aquella maravillosa calidez, de aquella increíble luz.

Y eso era lo que lo preocupaba. Porque ahora que había gozado nuevamente de aquella luz… ¿cómo podría volver a vivir sin ella? Se obligó a concentrarse en la carretera y en el asunto que tenía entre manos. No podía responder a esa pregunta. Al menos por el momento.

Lo que tenía que hacer ahora era encontrar a Kane. Y a Brittany.

Gotas de lluvia empezaron a salpicar el parabrisas, convirtiendo la tortuosa carretera en una brillante serpiente negra. Los árboles pasaban veloces a cada lado, confundidos en un desdibujado mosaico de colores verdes y pardos.

Por fin llegaron a la autopista. Y Ness salió al fin de su silencio.

Ness: ¿Crees que se nos adelantará el FBI?

Zac: Probablemente -habría preferido encararse con Levens en la prisión. Pero era el día libre del guardia, de modo que no les había quedado otra opción que ir a buscarlo a su casa-. La gente del departamento del sheriff también estará allí. Para cuando lleguemos, seguro que ya habrán arrestado a Levens.

Ness: Déjame hablar con él, Zac. A mí me dirá cosas. Sé que lo hará. Me ayudará a salvar a Brittany.

Zac apretó los dientes. No le gustaba la idea de implicar a Ness en aquello, pero ella tenía razón. Levens la apreciaba, le tenía cariño. Además, probablemente se sentiría culpable del perjuicio que le había causado con su irresponsable comportamiento. Y del peligro que amenazaba a su hermana. Si alguien podía lograr que confesase lo que había hecho y lo que sabía acerca de Kane, esa era Ness.

Vio que Vanessa asentía con tono resuelto. Tampoco le pasó desapercibida la leve sonrisa que asomó a sus labios.

Ness: Trabajaremos juntos, Zac.

«Juntos».

Se pasó una mano por el pelo. Él solo podía pensar en una cosa. En hacer su trabajo. Encontrar a Kane. Salvar vidas. Solo podía concentrarse en lo que era real.

Un coche de color verde oscuro estaba bloqueando un cruce en las cercanías de la casa de Levens. Evidentemente, era de la policía. Zac frenó bruscamente y sacó su credencial por la ventanilla.

**: El agente especial Donatelli me informó de que lo estaba esperando -le comunicó el policía-.

Zac: ¿El sospechoso está bajo custodia?

**: Sí. En la casa. Adelante -y se hizo a un lado para dejarlo pasar-.

Zac aceleró hacia la pequeña casa que se levantaba al fondo. Había una fila de coches aparcados a lo largo del sendero de entrada. Los agentes federales y los del departamento del sheriff.

Detuvo el coche y se volvió hacia Ness.

Zac: Vamos.

Apretando los labios, Vanessa abrió la puerta y lo siguió. Caía una lluvia fría, persistente. Subieron los escalones del porche. Dos agentes montaban guardia en la puerta.

*: Los están esperando en el salón -les informó uno de ellos-.

Zac asintió, y entraron. El vestíbulo, sumido en la penumbra, estaba forrado de paneles de madera oscura. Subieron la escalera y llegaron al salón. Al lado de la puerta había unos aparejos de pesca en el suelo, que tuvieron que sortear para pasar. Levens se hallaba de pie en una esquina. Sacudía la cabeza lentamente, como si no pudiera comprender por qué le estaba pasando todo aquello precisamente a él. Tenía las manos esposadas a la espalda, y estaba rodeado de agentes. Donatelli se hallaba frente a él.

Cuando el guardia descubrió a Ness, una expresión de inmenso pesar cruzó por su rostro. Bajó rápidamente la mirada.

Charles: Lo siento, profesora.

Ness se plantó también frente a Levens. El guardia le sacaba más de una cabeza de estatura, pero tenía un aspecto tan abatido que a su lado casi parecía más pequeño. Irguiéndose, lo miró a los ojos.

Ness: ¿Qué ha pasado, Charles?

Charles: Yo no quería que ese canalla le hiciera ningún daño a su hermana, se lo juro. Tiene que creerme. Yo nunca quise que todo esto sucediera…

Ness: Lo sé. Lo que no sé es por qué lo ayudaste a escapar.

Charles: Yo no lo ayudé -masculló rechinando los dientes de rabia-. Le juro que jamás lo ayudé.

Ness: Sí que lo ayudaste, Charles. -En esa ocasión no dijo nada. Simplemente se ruborizó-. ¿Por qué lo hiciste? -insistió-. Si lo hubieras matado, te habrían encarcelado por ello.

Levens la miró. Le brillaban los ojos por las lágrimas mientras se esforzaba por mantener el control.

Charles: Ashley no se merecía lo que le hizo ese canalla. Y yo quería hacérselo pagar. Tiene que pagar.

Ness: Estaba en la cárcel, Charles. Ya estaba pagando.

Charles: ¿A eso lo llama pagar? ¿Tres comidas al día, televisión, gimnasio, libros? ¿Favores especiales de los guardias? ¿Una chica guapa con la que casarse? -resopló de furia-. Se merece al menos una pequeña parte del infierno que le hizo pasar a Ashley y a las otras chicas. Se merece la muerte.

Ness: Quizá -comentó sacudiendo la cabeza-. Pero lo cierto es que mientras estaba en la cárcel, Brittany se hallaba a salvo.

Charles: Yo no quería que se escapara. Ni que secuestrara a su hermana. Lo que quería era que sufriera. Que muriera.

Ness: Entonces… ¿qué es lo que salió mal?

Charles: Lo dejé entrar en el camión de la basura, me largué y esperé a la primera parada. Cuando me detuve y bajé a buscarlo, ya no estaba. De alguna manera, consiguió escapar. Tuvo que haber saltado en marcha.

Zac: ¿No se le ocurrió que podía escaparse? ¿No pensó en ese riesgo? -le preguntó incrédulo-.

Charles: No entiendo cómo pudo hacerlo. El recorrido de la primera parada transcurre por autopista, y en ningún momento bajé de los noventa kilómetros por hora. Estaba seguro de que no podría saltar a esa velocidad sin romperse la cabeza -se volvió hacia Ness, mirándolo con unos ojos fríos, sin vida. Como si su alma hubiera sido consumida por el odio-. Lo siento.

Viendo aquella mirada, Zac sintió un amargo sabor en la boca. Entendía perfectamente lo que había hecho Charles. Entendía perfectamente sus razones. El odio, el arrepentimiento, el fracaso. Lo entendía demasiado bien.

Zac: ¿Tiene alguna idea de dónde puede estar ahora Kane?

Charles: No -el guardia cerró los ojos, derrotado-. Si la tuviera, ya lo habría matado con mis propias manos.

De repente sonó un teléfono móvil. Zac se llevó una mano a su cinturón, pero el piloto no estaba encendido.

Zac: No es el mío.

Donatelli miró el suyo, negando con la cabeza. El móvil volvió a sonar. Era el de Ness.

Ness: Me había olvidado de que lo llevaba -lo sacó del bolsillo de su cazadora-. ¿Diga? -Estremecido, Zac vio que palidecía visiblemente-. Brittany, ¿eres tú?




Oh my God!
Con lo bien que había empezado el capi y ahora esto =S
Bueno, Britt llamó a Ness. Podría ser algo bueno... o malo.

¡Gracias por los coments!
Todavía quedan muchas cosas por pasar, ¡así que seguid haciéndolo!

Lau, ya se que lo haces para molestarme XD. Pero lo que consigues es hacerme reír XD.
Como cuando me has dicho lo de la serie de AXN. Tu familia debió pensar que estás loca XD.
Aquí tenemos también ese canal, pero es de pago.
Bueno, cuando empiece esa serie la miras a ver si es igual que esta nove.

¡Comentad!
¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

UH.. ESTE CAPITULO SI QUE ESTUVO INTERESANTE!
PERO FUE MEDIO RARO.. PIENSO YO.
QUE SE VENDRA AHOORA? FALTAN SOLO 3 CAPITULOS VERDAD?..

LO QUE SI ME GUSTARIA ES QUE NESS SE HAYA EMBARAZADO DE ZAC, ESO SERIA GENIAL!









SUBE PRONTO.

Unknown dijo...

OHhh!!!
Siii siii!! De acuerdo con el comentario de arriba!!! Que esté embarazada!! :D

Yo pensé que iba a durar más esa noche, o que los iba a afectar un poco más en la mañana cuando se vieran...no importa, igual me encantó el capítulo..

Síguela pronto!

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