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domingo, 23 de octubre de 2011

Capítulo 15


El Mercedes de Zac irrumpió en el aparcamiento y frenó en seco junto al Explorer de Stephen. El trayecto había sido un auténtico torbellino de emociones. La mente de Zac había ido a toda velocidad, intentando adivinar por qué Stephen le había pedido que fuera solo y que les dijera a Nancy y Brian que había tenido una avería. Les estaba escondiendo algo, pero ¿qué? No estaba borracho. Esa sería la conclusión lógica, la que Nancy habría sacado, sin duda. Pero Zac había oído la lastimera voz de su hermano. Stephen sentía dolor, dolor físico. Le había hablado con esfuerzo, como si le costara pronunciar cada palabra. Y tenía miedo. Había insistido en saber si Brian estaba bien (se lo preguntó a Zac dos veces), y luego le había pedido a su hermano que fuera hasta el aparcamiento municipal y lo sacara de allí antes de que un coche patrulla pasara por aquel lugar y lo encontrara.

Fuera lo que fuera que estaba pasando, había llegado a un punto importante.

Zac saltó de su coche, se acercó a toda prisa al de Stephen y observó a través de la ventanilla del acompañante. Stephen yacía en el asiento del conductor, que estaba reclinado al máximo. Tenía la cabeza apoyada en el respaldo y vuelta hacia el otro lado, así que Zac no le veía el rostro.

Zac dio unos golpecitos en el cristal.

Zac: Stephen, soy yo.

Su hermano volvió la cabeza lentamente, con dificultad, hacia Zac. Incluso a través del cristal ahumado, éste pudo ver que el rostro de Stephen estaba hinchado y lleno de sangre seca.

Zac sintió que lo invadía la ira.

Zac: Abre la puerta -ordenó-.


Stephen asintió y palpó torpemente hasta encontrar el botón que abría los seguros de las puertas.

Zac se arrodilló sobre el asiento del acompañante, comprobando el estado físico de su hermano al mismo tiempo.

Zac: Mierda. -Su mirada pasó del rostro de Stephen al arrugado traje y a la postura tensa del cuerpo de éste-. Tengo que llevarte a que te vea un médico.

Stephen: No. -Meneó la cabeza e hizo una mueca de dolor-. Por mi aspecto, parece peor de lo que es. No tengo nada roto. Solo unas costillas magulladas y la cara hecha un mapa. -Respiró profundamente, con dificultad-. Pero Brian se impresionaría si me viera así. No puedo ir a casa, no hasta que me haya lavado. -Una mirada asustada, inquieta-. ¿Estás seguro de que Brian está bien? ¿Estabas con él cuando he llamado?

Zac: Estábamos sentados en el suelo del salón, haciendo los deberes de matemáticas. Brian está bien.

Reprimió las mil y una preguntas que quería formular. Lo primero es lo primero. Tenían que remediar el nefasto aspecto de Stephen y salir de allí.

Vio una botella de agua medio vacía en el soporte para latas entre ellos dos y el montón de ensangrentados pañuelos de papel que yacían en el suelo. Estaba claro que Stephen había empezado ya con el proceso de lavarse.

Zac: Tengo más agua en mi coche -informó brevemente-. Voy a buscarla.

Stephen: Bien. -Señaló con su pulgar hacia el asiento de atrás del Explorer-. Hay un paquete de toallitas de papel en el maletero y también un botiquín. Nancy lo lleva por Brian. He intentado alcanzarlo, pero está enterrado bajo una tonelada de cosas variadas. Y me duele tanto cuando intento levantar peso...

Zac: Pues no lo hagas. Ni siquiera te muevas. Quédate sentado y quieto. -Salió del coche, lo rodeó y cogió lo que necesitaban-.

Stephen: Date prisa -lo apresuró cuando su hermano volvió junto a él-. Muy pronto pasará un coche patrulla haciendo su ronda, sobre todo ahora, con la escalada de robos. No puedo dejar que me vean.

Zac: Sí, de acuerdo.

Se quedó en silencio, concentrado en borrar la sangre del rostro de Stephen. Desinfectó los cortes más profundos y luego ayudó a su hermano a alisarse el traje, intentando no hacer presión sobre sus magulladas costillas.

Una vez que hubieron terminado, el aspecto de Stephen, aunque todavía un tanto hinchado y dolorido, era mucho más cercano a lo que se llamaría presentable.

Zac: Ya está bastante bien por ahora -declaró-. Nos ocuparemos del resto cuando lleguemos a casa. -Echó un vistazo alrededor, aliviado al comprobar que no había aún ningún coche patrulla en la zona-. Tú no puedes conducir, eso está claro. Dejaremos tu coche aquí. Se supone que has tenido una avería, así que la historia que contaremos, no solo a Brian, sino al público en general, es que te has herido al meterte debajo del coche para intentar arreglarlo. Yo te llevaré hasta casa y te traeré de nuevo aquí mañana.

Abrió la puerta, rodeó el coche y ayudó a Stephen a salir. Se pasó uno de los brazos de su hermano por encima de los hombros y acomodó a Stephen en el asiento del acompañante del Mercedes. Tiró las toallitas y los pañuelos de papel llenos de sangre en una papelera, y estaba a punto de escribir una nota para dejarla en el salpicadero del Explorer cuando un coche patrulla apareció por la curva y avanzó hacia ellos.

***: ¿Tienen algún problema?

Preguntó el oficial al volante, mirando primero el coche del alcalde y luego el de Zac. En sus ojos no había ningún signo de sospecha, tan solo curiosidad y una firme decisión de ofrecer una imagen de primera calidad. Reconoció el vehículo del alcalde y el parecido entre los dos hermanos Efron era demasiado para que no se diera cuenta de quién era Zac.

Zac: Pues, de hecho, sí -contestó tranquilo-. Estaba a punto de dejar una nota en el parabrisas explicándolo. El coche del alcalde ha empezado a tener algún fallo y él se ha hecho daño intentando repararlo. He venido a recogerlo y llevarlo a casa. -Una mirada interrogativa-. A mí no me hace ninguna gracia dejar el coche aquí toda la noche, sobre todo porque mi hermano se ha cargado el mando del dispositivo de bloqueado y cualquier ladrón podría llevárselo tranquilamente. Pero no quiero que él conduzca, se ha hecho daño de verdad. ¿Les importaría a ustedes vigilar el coche hasta mañana? Se lo agradecería mucho.

**: Sí, claro, no hay problema. -El otro policía, un tipo de mediana edad con expresión preocupada, salió del coche y se acercó unos pasos en dirección al Mercedes-. ¿Está usted bien, señor? -le preguntó, alzando la voz para hacerse oír bien, al alcalde-.

Demos gracias a Dios por los cristales ahumados, pensó Zac. Sin ellos, habría sido imposible disimular el ojo medio cerrado y el labio hinchado de Stephen; y de ningún modo, ni siquiera desde esa distancia, habrían podido convencer a los entrenados oficiales de policía que las heridas que veían eran resultado de las chapuzas de Stephen en los bajos del coche.

Nadie sabía eso mejor que el propio Stephen. Y, dolorido o no, consiguió actuar como el político consumado que era. Al tiempo que agitaba la mano con un forzado gesto, logró dedicarle al oficial una de aquellas encantadoras y carismáticas sonrisas que eran como su sello personal.

Stephen: Me siento como si acabara de salir de una pelea -repuso en voz igualmente alta-. Cuando las compañías de coches dicen que los todoterrenos son potentes, no mienten. No volveré a meterme debajo de uno de esos en mucho tiempo.

El oficial se rió.

**: Ya sé lo que quiere decir. De todos modos, usted y su hermano váyanse a casa. Haremos que nos envíen un coche patrulla extra. Entre todos, vigilaremos su vehículo toda la noche.

Stephen: Gracias. Muchas gracias. -Mantuvo la sonrisa hasta que Zac se hubo despedido de ellos, subido al coche, puesto el motor en marcha y salido a toda prisa. Entonces, se hundió en el asiento-. Maldita sea, cómo duele.

Zac: Ya me lo imagino. -Le alargó a Stephen lo que quedaba de la botella de agua-. Bébetela toda. Y luego cuéntame qué demonios está pasando. ¿Quién te ha hecho esto, y por qué?

Stephen: Supongo que has tenido noticias de papá. ¿Cuándo viene? -preguntó en lugar de responder-.

Zac lo miró de reojo.

Zac: No llega hasta el jueves. Tiempo más que suficiente para que la hinchazón haya bajado. Podrás incluso montar bien toda la historia de la reparación del coche.

Stephen: Bien. -Con un suspiro de alivio, casi agonizante, cerró los ojos, se llevó la botella a los labios y tomó varios tragos-.

Zac: Olvídate de papá. No se trata de él, aparte de intentar que no se entere. No vas a evitar hablar de este asunto, Stephen -le advirtió mientras tomaba Main Street en dirección a la casa de su hermano-. No nos lo ocultarás, ni a mí ni a tu esposa. Nancy sabe que está pasando algo muy gordo. Y no solo por tu pésimo comportamiento. Hoy la ha llamado Ness. Está preocupada por Brian. Muy preocupada. Han sucedido más cosas. Olvídate de que yo pueda mantenerla alejada. Ya no me será posible. Este problema no desaparece. No puedes esconder la cabeza bajo el ala.

Stephen se había puesto tenso.

Stephen: ¿Qué cosas han sucedido? ¿Qué ha hecho que Ness se preocupe aún más por Brian? ¿Alguien le ha hecho algo a mi hijo?

Zac: No. -Repuso con tono tranquilizador y sereno-. Ness tan solo ha hablado con él sobre la redacción que Brian escribió. Y es obvio que tu hijo está inquieto con su vida familiar. -Su mandíbula se tensó y volvió a sentir aquel nudo en la boca del estómago-. ¿Quién crees que podría haberle hecho algo a Brian? ¿El mismo hijo de puta que te ha hecho esto a ti?

Stephen: Sí. No hacerle algo en el sentido de hacerle daño, pero quizá sí hacerle una visita. Probablemente, me estoy comportando como un paranoico. Solo que el modo en que esos tipos han hablado de él... era como si le hubieran visto, como si le hubieran quitado algo suyo. Me ha metido el miedo en el cuerpo.

Zac: Su gorra de béisbol. -Sobre el volante, sus nudillos se quedaron blancos-. Por eso dijo Brian lo que dijo.

Stephen: ¿Su gorra de béisbol? ¿Qué pasa con ella?

Zac: Ha desaparecido. Brian la ha dejado en la valla, con la chaqueta, durante el recreo y cuando a vuelto a buscarla, ya no estaba. Ha dicho algo acerca de haber visto a un tipo que se iba en un coche con la gorra puesta. Todos lo hemos considerado una coincidencia, una gorra roja que se parecía a la suya. Pero es obvio que nos hemos equivocado. Quienquiera que sea ese tipo, te estaba dejando un mensaje.

Stephen se quedó absolutamente pálido.

Stephen: Dios mío.

Zac: Voy a preguntártelo una vez más -le espetó-. Y será mejor que me respondas, antes de que pierda la paciencia. ¿Qué está pasando? ¿Quién va tras de ti? ¿Algún gángster poderoso al que le debes dinero? ¿Se trata de eso? ¿Más apuestas? Incluso después de jurarme que no lo harías...

Stephen: No. -Se llevó ambas manos a la cabeza e hizo una mueca de dolor ante la consiguiente punzada-. No he apostado ni un centavo desde que tú me diste los quinientos mil. No es un asunto de dinero. Ya no. Ojala lo fuera, por Dios.

Zac: Sigue.

Una sopesada pausa.

Stephen: Zac, creo que no deberías inmiscuirte en todo esto. Te convertiría en una pieza más. Y eso es lo último que quiero. Además, no puedo acudir a la policía. Sería el fin de todo... y no me refiero tan solo a mí. Me refiero a toda nuestra familia, a todo lo que hemos construido.

Zac: Todo lo que papá ha construido, querrás decir.

Stephen: No solo papá. Tú, Nancy y Brian... la vida de mi hijo no volvería a ser la misma nunca más. No puedo dejar que eso suceda.

Zac: Yo ya soy una pieza más, Stephen. Me convertí en ello en el preciso instante en que te rescaté dándote esos quinientos mil dólares a sabiendas de que tú habías usado fondos de la campaña para fines personales. Eso es un acto criminal. Así que, a menos que hayas malversado capitales o hayas asesinado a alguien y quieras que yo esconda el cadáver, no voy a meterme en el asunto más de lo que ya estoy metido.

Stephen lanzó un suspiro de cansancio.

Stephen: De acuerdo. Lo que te conté sobre el dinero que debía es solo parte de la historia. El resto trata del hombre al que debía la mayor cantidad de la suma.

Zac: ¿Quién es?

Stephen: Philip Walker.

Zac: Philip Walker. -Frunció el ceño, pensativo-. Ese nombre me resulta familiar.

Stephen: Es un constructor inmobiliario, un empresario muy importante. Y también juega más sucio y tiene más sangre fría de lo que yo imaginaba. -Con voz queda, relató a Zac todos los detalles de lo que había sucedido desde que Walker le había hecho donación de los quinientos mil dólares para la campaña hasta su intento de chantajear a Stephen para que le consiguiera el contrato del aparcamiento municipal-. No tengo ni idea de cómo se enteró de lo de mis apuestas -concluyó-. Pero tiene detalles suficientes para arruinar a nuestra familia y meterme en la cárcel.

Zac: ¿Y no te molestaste en comentarme todo esto? ¿Ni siquiera la noche en que él te presionó por primera vez, cuando vine a Leaf Brook para encontrarte completamente borracho, tirado en el sofá?

Stephen: Yo soy el responsable de esta pesadilla; quería ser yo el que acabara con ella. Creía de veras que podría hacerlo solo. Pero no me imaginaba hasta qué punto sería Walker capaz de llegar para lograr lo que quiere.

Zac frunció el ceño de nuevo, intentando asimilar todo lo que su hermano acababa de decirle. Algo no le cuadraba. Pero no sabía qué.

Zac: ¿Walker está detrás de todos los robos de coches, o solo del de Kirson?

Stephen: Buena pregunta. No lo sé.

Zac: Vale la pena averiguarlo. Sobre todo en los casos de coches robados en aparcamientos con propietarios independientes y asociados en gremio... propietarios que podrían asustarse hasta el punto de ofrecer sus contratos a Walker, ya que él ofrece servicio de seguridad, además de gestión. Si es así, ese tipo es aún más hijo de puta de lo que pensamos. Está brindando un importante incentivo para que las compañías le sean confiadas.

Stephen: Sí, lo sé. -Hizo una pausa para reunir sus fuerzas-. Zac, hay algo más que me preocupa. Está claro que los tipos que me han dado la paliza son la respuesta de Walker a mi investigación acerca de su empresa. Supongo que puede haber averiguado por muchas vías lo que yo estaba haciendo. Pero, ¿cómo ha podido saberlo tan rápido? Yo he puesto el proceso en marcha esta misma mañana, cuando me he reunido con Cliff, Andrew y Marty. ¿Estás seguro de que ha sido por eso por lo que te han agredido?

Zac: Sí. Cuando mis atacantes se iban, han dicho muy claramente que las pesquisas se habían terminado. Lo que significa que saben cómo planeaba yo llevar el asunto. Y esto quiere decir que la red de Walker es muy extensa. Desde luego, así lo parece. -Su ceño fruncido se acentuó-. Bien, la lealtad de Cliff es indiscutible. ¿Qué hay de Andrew y Marty... confías en ellos?

Stephen se encogió de hombros e hizo una mueca de dolor.

Stephen: No tengo motivos para desconfiar. Andrew ha hecho un excelente trabajo como administrador desde que yo ocupé el cargo y Marty lleva veinte años como jefe de la policía.

Zac: ¿Y qué me dices de sus contactos? ¿Con quién han hablado después de salir de tu despacho esta mañana?

Stephen: Supongo que Cliff ha ido al registro legal, Andrew a su despacho para reunir todos los informes que tenemos sobre Construcciones Walker de nuestros previos tratos con ellos y Marty ha vuelto a la comisaría y ha comenzado una investigación de antecedentes. Pero tengo la intención de preguntarles eso mismo a cada uno de ellos mañana a primera hora. Sobre todo a Marty. Tiene un campo muy amplio que explorar, incluso por ordenador. Así que es probable que buscara ayuda.

Zac frunció la boca.

Zac: ¿Crees que alguien de la comisaría podría estar en el asunto?

Stephen: Se me ha pasado por la cabeza, sí.

Zac: En ese caso, las cosas se nos podrían poner muy feas.

Stephen: Eso es definirlo con benevolencia. Pero no me puedo echar atrás ahora. Walker quiere ese contrato en el bolsillo a finales de esta semana. No puedo concedérselo. No lo haría ni aunque pudiera...

Zac: No, llegados a este punto. Ese tipo es más que un hombre de negocios infame y tramposo. Es un maldito gángster que contrata matones para pegar palizas y amenazar a la gente. Dios sabe de qué más es capaz. No voy a comprometer a todo Leaf Brook en negocios con él. De ninguna manera. Así que necesito descubrir algo acerca de él... y rápido. Tengo que actuar con discreción, pero debo hacerlo. El problema es averiguar en quién puedo confiar.

Stephen: Estás jugando con fuego.

Zac: ¿Qué otra opción tengo? Debo conseguir información que incrimine a ese tipo si quiero proteger a Brian. -Stephen se acabó el agua-. ¿Y cómo lo protegerás mientras?

Stephen miró a Zac con el ceño fruncido.

Stephen: Asegurándome de que no esté solo ni un segundo. Va a ir de casa a la escuela y de la escuela a casa y punto. Se lo dejaremos a Vanessa Hudgens y lo recogeremos al final de la jornada escolar. Yo mismo lo llevaré al entreno y esperaré allí mientras él juega. Estamos hablando solo de un par de días.

Zac: ¿Y Nancy? ¿Dónde encaja ella en todo esto?

Stephen: En el mismo lugar donde encaja siempre... siendo una madre fantástica. Si me estás preguntando por mi matrimonio, no sé cómo están las cosas. Supongo que mi esposa está a punto de estrangularme. Ahora mismo, seguro que piensa que estoy borracho.

Zac: Sí, estoy convencido de eso. -Aminoró la marcha mientras tomaba la calle de Stephen-. Nancy está casi al borde de un ataque de nervios -admitió-. Trátala con cuidado.

Stephen: Mensaje recibido. Ahora mismo, no es Nancy la que me preocupa. Es una mujer muy fuerte. Sobrellevará esto con la misma indiferencia que lo sobrelleva todo. O eso, o llorará sobre el hombro de Cliff.

Zac percibió el matiz de amargura que había en las palabras de su hermano.

Zac: Vamos, Stephen, déjalo ya. Entre Nancy y Cliff no hay nada más que amistad. Lo sabes tan bien como yo.

Stephen: ¿Ah, sí? Cliff es un tipo estupendo. También es mi mejor amigo. Y, sí, le conozco bien. Demasiado bien, quizá. Sé que jamás cruzará los límites. No en sus actos. En cuanto a sentimientos, eso es un asunto completamente distinto. ¿No te has preguntado nunca por qué sigue teniendo un montón de citas, sin la menor intención de iniciar nada serio? ¿Por qué ninguna mujer ha logrado mantener su atención durante más de seis meses? Y, sobre todo, ¿por qué es tan protector con Nancy? Si no te lo has preguntado, deja que yo te informe. Porque está enamorado de ella.

Zac: ¿Te ha dicho eso él mismo?

Stephen: Por supuesto que no. Él jamás ofendería nuestra amistad o minaría mi matrimonio diciendo esas palabras en voz alta. Pero ambos sabemos que son ciertas.

Zac: Si lo son, es solo por una de las partes.

Stephen: Quizá sí, quizá no. Hace tiempo, yo habría estado de acuerdo contigo. ¿Pero ahora? ¿Quién sabe? Nancy acude a Cliff cada vez más últimamente. Supongo que no puedo culparla. No soy candidato al Marido del Año. -Se quedó callado mientras Zac tomaba la curva y la casa aparecía al fondo-. ¿Quieres saber la verdad? -Murmuró finalmente, valorando su hogar y su vida con la misma resignación total-. Incluso si los sentimientos de Nancy hacia Cliff están empezando a ser algo más que amistad, yo estoy demasiado agotado para hacer nada al respecto.


Zac y Stephen apenas sí habían cruzado la puerta cuando oyeron unas pisadas atolondradas en el piso de arriba. Un instante después, Brian corría escaleras abajo.

Brian: ¡Papá! -Se detuvo en seco-. ¿Qué te ha pasado?

Stephen consiguió esbozar una sonrisa.

Stephen: He intentado reparar el coche. No soy muy bueno arrastrándome bajo esas máquinas. Me he hecho varios cortes, me he dado dos porrazos en la cabeza y, al salir de debajo, el tubo de escape me ha atizado en un ojo. Supongo que debo de tener un aspecto bastante horrible, ¿no?

Nancy se había acercado sin hacer ruido tras su hijo. Miraba fijamente a Stephen con ojos incrédulos.

Stephen: Hola -la saludó su esposo cariñosamente-. No pongas esa cara de preocupación. Estoy bien.

Nancy: Vale. -Se aclaró la garganta y se volvió hacia Brian-. Bueno, nuestro rato empieza ahora. Diez minutos con papá. Luego, es hora de irse a dormir. Le daremos un vistazo a ese oído mañana por la mañana.

Stephen: ¿Le duele el oído?

No solía alarmarse tanto. De todos modos, tampoco solía estar tan pendiente de la salud de su hijo. Pero, dado el estado en que se encontraba, incluso un insignificante dolor de oído lo puso en alerta.

Nancy lo observó atentamente y luego asintió.

Nancy: Ha empezado a quejarse justo después de que Zac se fuera.

Brian: Sí -confirmó-. Es como si tuviera un túnel en el oído. Oigo un eco cuando hablo. Y cuando habláis vosotros también una punzada. Seguramente voy a necesitar uno de esos chicles de medicina.

Nancy: Seguramente -concedió-. Pediré hora para el pediatra mañana a primera hora. Podemos alquilar una cinta de vídeo al volver a casa. Nos tomaremos un día de descanso.

Zac y Stephen intercambiaron una rápida mirada de alivio.

No querían que Brian estuviera enfermo, pero tenerlo en casa sano y salvo era una enorme ventaja.

A Brian no le gustó la idea.

Brian: Me perderé el entreno.

Zac: Un lanzador necesita unos días libres entre partidos para descansar los brazos -le recordó-.

Brian: Si, supongo que sí. Pero ¿qué hay de mi gorra de béisbol? ¿Cómo voy a saber si la encuentran en la escuela?

Zac percibió perfectamente cómo Stephen se tensaba ante la mención de la gorra y en su cerebro sonó el timbre de alarma. Lo peor que podía pasar era que Brian notara la tensión de su padre y preguntara. La velada amenaza de Walker hacia Brian era algo de lo que Stephen necesitaba hablar con Nancy a solas.

De repente se le ocurrió una idea, un modo de matar dos pájaros de un tiro: evitar que Brian y Nancy advirtieran la reacción de Stephen y poder hablar con una persona con la que tenía muchas ganas de hablar, por varios motivos.

Zac: Yo te lo diré, campeón -intervino-. Mañana por la mañana, a primera hora, iré a tu escuela. Le pediré a la señorita Hudgens tus deberes y veré si tu gorra de béisbol ha aparecido en objetos perdidos.

Eso apaciguó a Brian.

Brian: De acuerdo. Pero le dices lo importante que es, ¿vale?

Zac sonrió de medio lado.

Zac: No será necesario. Estamos hablando de la señorita Hudgens. Está tan implicada en tu labor como lanzador como tú mismo.

El alivio invadió el rostro de Brian.

Brian: Tienes razón. Ella encontrará mi gorra. O la encontrarás tú. -Se estremeció un poco y se frotó el oído derecho con la palma de la mano.

Nancy: Bueno, tiempo. Un Tylenol y a dormir -anunció-.

Su voz sonó falsamente animada y Zac la observó mientras ella entraba en el lavabo de la planta baja para emerger un minuto después con el Tylenol y un vaso de agua. Su mano tembló al darle la medicina Brian y Zac se preguntó si Nancy estaba a punto de perder el control.

Brian: Pero si papá acaba de llegar a casa -protestó después de tragarse obedientemente la gragea-.

Nancy: El aspecto de papá es peor que el tuyo. Voy a darle un poco de cena y también lo enviaré a la cama.

Aunque de mala gana, Brian asintió.

Brian: De acuerdo. Buenas noches. -Se dirigió a las escaleras y se detuvo un instante para volverse hacia su padre-. Papá, ¿estarás aquí a la hora del desayuno?

Stephen: Claro que sí. -Haciendo un esfuerzo por no mostrar su dolor, se acercó lentamente a su hijo, le puso ambas manos en los hombros y lo miró con una expresión de sufrimiento que zac sabía que poco tenía que ver con sus heridas-. ¿Qué te parece unas tortitas? Hacen maravillas con los dolores de oído y las caras magulladas.

Un destello de esperanza brilló en los ojos de Brian, como si el gesto de su padre fuera un salvavidas, una indicación de que todo podía, simplemente, ir bien.

Brian: Unas tortitas estarán la mar de bien. -Observó detenidamente a su padre-. Nuestro coche te ha dejado la cara hecha un cromo realmente. Donny Simms tenía el mismo aspecto después de poner hormigas rojas en los bocadillos de Mitch Pratt y Krissy Halpern y de que éstos le dieran una zurra. Mitch solo le hizo sangre en el labio. Pero Krissy le pegó puñetazos hasta que se le hinchó toda la cara. Me imagino que los coches hacen incluso más daño. -Dio unos golpecitos de apoyo en la mano de Stephen-. El hielo ayuda.

Stephen: Gracias.

Brian: Buenas noches, papá.

Stephen: Buenas noches, Brian. -Se apoyó en la barandilla y siguió a Brian con la mirada hasta que éste desapareció de la vista-.

Sonó el teléfono.

Nancy: Yo lo cogeré. -Le dedicó una mirada de inquietud a Stephen y se dirigió a la cocina. Ambos perecían estar a punto de derrumbarse-. Cuando me haya librado de quien quiera que sea hablaremos.

Stephen se dejó caer sentado en el primer escalón y apoyó la cabeza contra la pared.

Zac: Me voy a mi habitación. Vosotros dos necesitáis estar un buen rato a solas -valoró serenamente-.

Stephen: De acuerdo. -Lanzó un suspiro-. Es una ventaja que Brian se quede mañana en casa con Nancy. Eso me dará tiempo para indagar un poco sin tener que preocuparme de las repercusiones.

Zac: Solo por un día -asintió. Se frotó las palmas de las manos y miró solemnemente hacia la cocina-. Nancy está desesperada.

Stephen: No hace falta que lo digas. -Con un gran esfuerzo, se sentó erguido-. No voy a contarle lo de la amenaza hacia Brian. El resto sí, pero esto no.

Zac lo miró sorprendido.

Zac: ¿Qué dices?

Stephen: Se hundiría, Zac. No tengo ánimos para soportar eso. Ahora mismo, no. Tengo que centrarme en proteger a Brian y en obtener información que inculpe a Walker. Cuando lo tenga todo bajo control, ya se lo diré.

Zac: Ella es la madre de Brian.

Stephen: Y yo soy su padre. Yo llevaré este asunto.

Zac: Siempre dices eso -gruñó intentando mantener el volumen de voz baja para que Brian no lo oyera-. Pero lo cierto es que nunca llevas ningún asunto, nada de nada, maldita sea.

Stephen: Sí lo hago. Lo haré. -En sus ojos volvía a asomar el desafío de siempre, la mirada a la defensiva que aparecía cuando alguien lo reprendía y él sabía perfectamente que lo habían pillado en falta, que sus apuestas, una vez más, lo habían echado todo a perder. Estaba perdiendo el control sobre su vida y él actuaba a la desesperada, intentando estabilizarla-. Tan solo necesito un par de días. Mientras, contárselo a Nancy no nos haría ningún bien ni a ella ni a mí. Ella no puede ayudarme. Nadie puede. Yo me metí en todo esto. Y yo saldré de ello. Mantendré a mi esposa e hijo a salvo. Protegeré el apellido de la familia. Lo haré todo yo. Así que déjame. Dame un condenado respiro.

Antes de que Zac pudiera responder, Nancy volvió al recibidor. Su semblante era decididamente sombrío.

Nancy: Era Vanessa Hudgens. Está seriamente preocupada por Brian. Muestra signos de depresión. Se está aislando y se culpa de los problemas que hay en casa. Ness dice que está empeorando.

Stephen se puso en pie, tambaleante, mientras su actitud defensiva se convertía en pánico.

Stephen: ¿Qué le has dicho?

Nancy: ¿Que qué le he dicho? -Se pasó una temblorosa mano por los cabellos-. No le he dicho nada. No sé nada. Me las he arreglado para insinuarle que era un mal momento para hablar, he dicho que Brian está indispuesto y que me necesita. Prácticamente le he colgado el teléfono. -En su voz empezaba a adivinarse la histeria-. Stephen, ¿qué demonios está pasando? ¿Quién te ha pegado? ¿En qué clase de lío estás metido?

Zac percibió la ira irracional que empezaba a manifestarse en el rostro de su hermano e intervino inmediatamente, decidido a cortar de raíz la inminente pelea.

Zac: Stephen, no -le ordenó en tono firme, agarrándolo con fuerza por el brazo-. Brian todavía está despierto. Según Ness, ya está emocionalmente desmoronado. No empeores las cosas. Nancy y tú podéis echaros en cara lo que queráis, pero guardando las formas. El pobre Brian ya está tragando demasiado de toda esta historia. Por favor, piensa en tu hijo.

Era la única petición que iba a funcionar. Zac lo sabía, así que no le sorprendió que buena parte de la furia ciega desapareciera del rostro de Stephen.

Stephen: Sí, tienes razón.

Entonces, Zac se volvió y miró brevemente a Nancy.

Zac: Tómatelo con calma -murmuró-. Por el bien de todos.

Ella asintió y Zac empezó a salir hacia su habitación. Había hecho todo lo que podía hacer.

Pero mientras escuchaba desde el pasillo el tono en que ambos hablaban, tenso y cortante aunque controlado (Stephen contándole a Nancy una historia acerca de un adversario político al que debía dinero y que lo estaba chantajeando, y Nancy espetándole en una réplica cortante y amarga que las malditas apuestas habían destrozado sus vidas), Zac se preguntó si nada de lo que él dijera o hiciera sería suficiente.

Y no solo para salvar el matrimonio de su hermano. Sino para evitar que el mundo se derrumbara sobre los Efron.


1 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Stephen tene que arreglar todo rapido porque va perder a Nancy y a el pequeño Briam...
Zac no siempre le puede resolver los problemas...
espero que cuando hable con Vanessa almenos eso ayude a pensar a Zac ..
:D
siguela
esta super
Muackkk
XoXo

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