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miércoles, 19 de octubre de 2011

Capítulo 13


8 de abril 13.05

Dos hombres en dos días.

Ashley estaría encantada con su animada vida social, pensó irónicamente Ness, mientras observaba a Andrew, que se comía un pedacito de su tortilla. Bueno, pues ella no estaba tan encantada. Estaba agotada y confusa, y tenía el estómago completamente revuelto.

El restaurante era muy bonito; la comida, abundante y bien cocinada. Pero ella se sentía tan de humor para almorzar como para hacer paracaidismo.

Había dormido como máximo tres horas y la cabeza le retumbaba como si la golpearan con un martillo. Peor aún, tenía tan poca idea sobre qué decir o hacer como la velada anterior. Se había pasado la noche con la mirada fija en el techo de su dormitorio, intentando no ponerle un nombre a lo que había sucedido entre Zac y ella. No, eso no era cierto. Sabía perfectamente lo que había pasado. Lo que no sabía era qué significaba ni cómo iba a llevar el asunto.

¿Y qué debía decirle a Andrew? «Por cierto, ayer por la noche salí con otro hombre y me siento tan condenadamente atraída por él que si no se hubiera controlado y hubiera seguido, probablemente habríamos hecho el amor allí mismo, contra la pared de mi recibidor, aunque solo era nuestra primera cita». Eso funcionaría, sobre todo porque Andrew ya llevaba cortejándola entusiasmadamente más de un mes y ella casi no le había concedido ni un beso de buenas noches.

Pero incluso si Ness dejaba a un lado los detalles gráficos, ¿cómo iba a explicar lo que pasaba entre Zac y ella, si ni siquiera lo sabía?

Tenía que decirle algo a Andrew. No solo porque sentía que era lo correcto, sino también porque Zac era el hermano del alcalde y Andrew se enteraría inevitablemente de que ella estaba saliendo con él.

Solo en caso de que siguiera saliendo con él. Eso era otro asunto, Zac había sido muy claro acerca de sus expectativas. Y ese punto era indiscutible, porque Ness lo deseaba tanto como él a ella. Si aceptaba la cita para el fin de semana siguiente, acabarían en la cama. ¿Estaba preparada para ello? Se había prometido a sí misma que nunca transigiría a un término medio, que cuando se acostara con un hombre sería porque a ambos les importara y se comprometieran, no solo por la atracción sexual. Sin embargo, aquella decisión había sido fácil de cumplir antes de desear a alguien tanto como deseaba a Zac. La cuestión era: ¿qué significaba una noche de cama para él? ¿Y estaba ella preparada para afrontar la respuesta, fuera la que fuera? Por Dios, estaba hecha un lío.

Sentado frente a ella, Andrew estaba tan encantador como siempre y la obsequiaba con las travesuras del gato de su vecino de rellano, animalito que insistía en maullar a todo volumen pidiendo el desayuno a las cinco de la mañana.

Andrew: Es como vivir con un gallo -exclamaba poniendo los ojos en blanco-. Podría arrojar mi despertador por la ventana. -Ella esbozó una maquinal sonrisa, aunque su mente estaba concentrada tan solo a medias en lo que él decía-. ¿Ness? -Dejó su monólogo, apoyó los codos sobre la mesa y se inclinó hacia delante para observar a la joven-. ¿Estás bien? No has dicho ni diez frases en la última hora.

Ella lanzó un suspiro y dejó el tenedor junto al plato.

Ness: Lo siento, Andrew. Me cuesta mucho concentrarme.

Andrew: ¿Es culpa mía?

La pregunta resultaba casi irónica.

Ness: No, no es por ti, es culpa unía. He dormido fatal esta noche.

Él frunció el ceño, preocupado.

Andrew: ¿Algún motivo en particular?

Esa era la pregunta del millón.

Ness: De hecho, sí. Me sentía confusa y quería hablar contigo sobre ello.

Andrew mal interpretó aquellas palabras y pareció completamente satisfecho mientras tomaba un buen sorbo de su zumo de naranja.

Andrew: Me siento halagado. Y complacido. Mucho. Me gusta que acudas a mí para contarme tus problemas.

Ness: Espero que sigas pensando lo mismo después de oír lo que me preocupa. -Respiró hondo al darse cuenta, de repente, de que tenía que haber hecho aquello la semana pasada, en lugar de dejar las cosas a medias-: Andrew, tú me gustas. Eres un tipo estupendo. Nos divertimos juntos. Pero tengo la sensación de que tú ves esta relación de un modo distinto a cómo la veo yo. No puedo dejar que pienses que...

Andrew: Ness -la interrumpió, que ahora parecía nervioso, en lugar de complacido-. Creía que ya dejamos esto claro la semana pasada. Siento haberte presionado. No volverá a pasar... no hasta que estés preparada.

Ness: Eso es, precisamente. No creo que vaya a estar preparada.

Ness agarró con fuerza la servilleta que tenía sobre las rodillas. Odiaba hacer aquello. Pero tenía que hacerse, fuera lo que fuera que acabara pasando entre Zac y ella. El hecho era que Ness jamás había querido nada con Andrew, más allá de una amistad. Lo había intuido desde el principio, pero ahora, después de experimentar la ola de pasión ciega de la noche anterior, estaba segura. Y no era justo tener a Andrew sobre ascuas.

Ness: Andrew, lo he dicho de veras. No es culpa tuya, soy yo. No puedo evitarlo... simplemente, lo nuestro no funcionaría.

Andrew: Entiendo. -Le dirigió una mirada triste-. ¿Y qué te ha llevado hasta esta conclusión?

Ella suspiró.

Ness: Creo que ambos sabíamos que esto podía ocurrir. He intentado cambiar lo que siento, pero no puedo. Y tú te mereces algo mejor.

Andrew: ¿Hay otra persona? -le preguntó sin más-.

Ness no desvió la mirada.

Ness: No lo sé. Podría haberla. Pero, sea como sea, eso no es el problema.

Andrew entrelazó los dedos y apoyó la barbilla en ellos.

Andrew: No me di cuenta de que estabas saliendo con alguien.

Ness: No salía con nadie. Y no estoy segura de estar saliendo con nadie. -Dio aquella explicación con cierta inquietud-. Hablo como una idiota. El hecho es que salí a cenar con alguien ayer por la noche. Todo fue muy espontáneo. Tan solo fue una cita.

Andrew: Debió de ser una cita muy especial, si consiguió que te dieras cuenta de que tú y yo no estamos hechos el uno para el otro.

Ness sintió que se sonrojaba hasta las orejas y que aquel sonrojo confirmaba la manifestación de Andrew. Deseó que la tierra se la tragara. ¿Por qué no colgaba un cartel anunciando lo que había pasado entre Zac y ella la noche anterior, simplemente?

Andrew: Vaya. -Obviamente, no se le escapó su reacción. Su rostro se tensó, pero no perdió la compostura-. Dime, ¿dónde conociste a ese tipo? ¿En tu conferencia del viernes por la noche?

Aquella iba a ser la parte más comprometida de todas.

Ness: No. De hecho, fue a través de Brian Efron.

Andrew parpadeó.

Andrew: ¿El hijo del alcalde?

Ness: Sí. El hombre con el que salí es su tío.

Lentamente, Andrew apoyó la espalda contra el respaldo de la silla.

Andrew: ¿Estás saliendo con Zac Efron?

Ness: Solo salí con él anoche -corrigió-. Una vez. Quiero decir que nos hemos visto un montón de veces, pero nunca había pasado nada.

Andrew: Hasta ahora. -Frunció los labios, pensativo-. Y ahora te ha pedido que salgas con él. A cenar. Es bastante pesado viajar desde Manhattan solo para pasar unas horas en un restaurante.

Ness captó lo que Andrew quería decir, alto y claro. Normalmente se habría ofendido ante su insinuación y su descaro al meterse en lo que no le importaba. Pero, en aquellas circunstancias, Andrew merecía una explicación.

Ness: Fue solo para cenar. En cuanto a conducir desde la ciudad, no lo hizo. Está pasando unos días en casa del alcalde y su familia.

Andrew: ¿En serio? ¿Desde cuándo?

Ness: Desde el viernes. El alcalde Efron está muy atareado estos días. No hace falta que te lo diga. Y ahora tiene la preocupación adicional de lo que comporte el robo del coche del consejero, Kirson. Brian se siente un poco desanimado, está acostumbrado a pasar mucho tiempo con su padre. Así que Zac lo sustituye, dedicando su tiempo y atención a Brian.

Andrew: Y a ti, según parece.

Ella se sonrojó de nuevo.

Ness: Ya te lo he dicho, no sé si esto va a llegar a alguna parte. De todos modos, te pido disculpas. Tendría que haber sido sincera contigo... con nosotros dos. Debería de haber dejado las cosas claras definitivamente hace una semana. Pero seguía pensando que podía pasar algo que...

Andrew: No hace falta que me des ninguna explicación. -La sorprendió alargando un brazo y entrelazando sus dedos con los de ella-. Ness, no es ningún secreto que siento algo por ti. Mentiría si dijera lo contrario. Pero no puedo culparte por no compartir esos sentimientos. Lo que sí puedo hacer es tener la esperanza de que cambies de opinión. Ya sé que me estás diciendo lo contrario, pero el destino tiene extraños caminos. Has expuesto lo que te pasa. Yo lo he aceptado. Y todavía no estás comprometida con una nueva relación. Así que, ¿hay algún motivo que nos impida seguir viéndonos... no en un sentido romántico, sino como amigos? Sin expectativas por mi parte, te lo prometo.

Vaya. Aquella reacción no estaba prevista, pensó Ness, a punto de soltar un grito ahogado de sorpresa. Había esperado un buen número de reacciones (todas desagradables), pero jamás había imaginado que Andrew sería tan magnánimo. Simplemente, no encajaba. Era un hombre ambicioso, que no estaba dispuesto a conformarse con menos que ganar. Lo que Ness había temido era su enfado ante un claro rechazo. Se había imaginado que le diría que no quería escucharla más, dejaría unos cuantos billetes sobre la mesa y daría el almuerzo por terminado. Sin embargo, ahí estaba, haciéndose cargo de las nuevas noticias y sugiriendo, además, que siguieran siendo amigos.

Ness no sabía lo que la había impulsado a aquella respuesta tan dócil, pero tampoco iba a mirarle el diente a un caballo regalado. Habiéndose quitado un gran peso de encima, le dio a la mano de Andrew un cariñoso apretón.

Ness: Eso me gustaría mucho. Gracias por ser tan comprensivo.

Andrew: Es un placer. -Le acarició levemente los dedos antes de soltarlos-. Para eso están los amigos.


13.45

¿Comprensión? ¿Amistad? «Sí, claro».

Andrew observó a Ness mientras salía del parking con el coche y le dedicó una sonrisa maquinal y agitó la mano en un gesto de despedida. La sonrisa se desvaneció tan pronto como Ness hubo entrado en la carretera principal y desaparecido de la vista.

Furioso, Andrew subió a su coche y cerró la puerta de golpe, se quedó sentado, inmóvil y en silencio, largo rato, recuperando la calma, y luego evaluó lo que acababa de ocurrir y sus consecuencias.

La decisión que él había tomado había sido espontánea. Pero también la correcta, la única. Muy bien, pues, se había tragado su orgullo. No solía hacerlo, pero a veces era necesario.

Tenía que mantener su relación con Ness... en el grado que le fuera posible. Oh, no tenía ninguna intención de dejarla escapar. Ni por asomo. Y, al final, no le sería necesario hacerlo. Zac Efron volvería a Nueva York y a sus prósperos negocios y Ness no tendría más remedio que buscar un amigo más constante, un confidente, alguien con quien poder contar. Bueno, él era ese confidente. Y si tenía que demostrarlo desempeñando el papel de amigo, lo haría.

Mientras, tenía que conservar el contacto. El rumbo que habían tomado las cosas hoy podía hacerlo todo más fácil incluso. Por mucho que odiara la idea de que Ness saliera con otro hombre... si se trataba de Zac Efron, podía significar obtener más información que nunca.

Y hablando de eso...

Andrew sacó su móvil y marcó un número.

Philip: ¿Sí? -contestó-.

Andrew: Soy yo.

Philip: Bien. ¿Cómo están las cosas? Y ten cuidado con lo que dices. No me gustan los teléfonos móviles. Me ponen paranoico. Hay demasiados cruces.

Andrew: De acuerdo. Ya sabes que ayer se suspendió el partido de golf por la lluvia. Pero yo me puse en contacto con los seis jugadores. Eso mismo hizo el alcalde, por cierto. Estuvo hablando con ellos la mayor parte del día. No sirvió de nada. Todavía están divididos.

Philip: ¿Divididos, cómo?

Andrew: Al alcalde le falta un voto. La mayoría de jugadores se aferra a su creencia de que la seguridad debería separarse de las tasas de aparcamiento y que los contribuyentes no deberían tener que pagar porque haya habido unos cuantos robos. Estoy convencido de que el alcalde tiene la intención de seguir insistiéndoles, sobre todo después de lo del viernes por la noche. -Una pausa-. Que, supongo, fue idea tuya, ¿no? Tenía realmente tu sello.

La respuesta de Walker fue helada.

Philip: No estoy seguro de qué quieres decir.

Andrew: Sí, claro. De todos modos, fue una jugada inteligente. Estoy seguro de que les metió el miedo en el cuerpo a las personas indicadas. -Entendió que Walker no pensaba responder y continuó-: Hablemos de Ness. Acabo de verla. Al parecer, el hermano del alcalde está en la ciudad por un tiempo indefinido. Se ha instalado en casa del alcalde y su familia.

Philip: ¿De veras? Vaya, eso sí es interesante. -Hubo otra pausa mientras Walker digería lo que Andrew acababa de decirle-. Me imagino que habrá venido para poner a su hermano en cintura... si es que no lo ha hecho ya. Eso solucionará el problema inmediato del alcalde. Pero no el de largo plazo. -Su mente comenzaba a maquinar-. Esperemos a ver qué es lo que hace ahora. Seguiré en contacto.

Un tajante clic.


19.45

Ness estaba enroscada en el sillón de su sala, leyendo la redacción «Lo que deseo» de Jimmy Thomas. Como de costumbre, su deseo era más tiempo de recreo y menos deberes. No era una sorpresa, observó Ness, con un destello de diversión asomando a sus ojos. Jimmy era muy brillante y despierto, pero tenía la capacidad de atención de un cachorro juguetón.

Corrigió uno o dos errores gramaticales, escribió «buen trabajo» en la parte superior de la página y dejó la redacción a un lado.

El montón de hojas redactadas ya se había convertido en dos. Ness se masajeó las sienes.

Estaba mentalmente agotada, demasiado para estar haciendo aquella tarea ahora. Debería haberse puesto a ello antes pero su fin de semana había sido un culebrón colosal.

Centró su atención en la redacción siguiente. La de Brian. Sus labios esbozaron media sonrisa. Sin duda, estaba a punto de leer dos párrafos sobre la aspiración de Brian a ser el lanzador de los Yankees en el próximo Mundial.

Un instante después, la sonrisa desapareció.

La redacción de Brian empezaba así:

«Ojala pudiera vivir con tío Zac. Por un tiempo. Él también está ocupado. Pero eso no lo pone tan furioso. Podríamos jugar al béisbol en un parque grande. Y solo estaríamos él y yo. Yo no sería un estorbo. Y él no gritaría ni lloraría. Después, yo volvería a casa, más tarde».

El párrafo siguiente hablaba de que Zac había ido a verlo muchas veces últimamente para hacerle compañía, pero que sería más fácil que le hiciera compañía en «Manhattan», hasta que papá y mamá le dijeran que volviera a casa.

A Ness se le cayó el alma a los pies.

Dejó la redacción sobre la mesa, cogió su bolso y lo revolvió buscando el número de teléfono que Zac le había dado. Era domingo por la noche. Probablemente, estaría en casa, descansando con su familia... incluido Brian. Eso dificultaría mantener aquella conversación. Pues mala suerte.

Zac había insistido en que le avisara si había alerta roja. Y aquella alerta roja no podía esperar.

Encontró el número y cogió el teléfono. Zac descolgó al segundo timbrazo.

Zac: Zac Efron.

Ness: Soy Ness -dijo breve-.

Zac: Hola. -Su tono era neutro, como si no tuviera libertad para hablar-. El sonido de fondo de un televisor, junto con la familiar voz de Brian, explicaban por qué.

Ness: No le digas a Brian que soy yo -dijo rápidamente-. Necesito hablar a solas contigo. ¿Puedes salir de la sala con alguna excusa?

Zac: Espera un momento. -Se aclaró la garganta-. Campeón -dijo, levantando el tono para hacerse oír por encima del programa que Brian estaba viendo-. Tengo que llevarme esta llamada a la habitación. Volveré dentro de unos minutos.

Brian: Vale -fue su desinteresada respuesta-.

Zac: Ahora mismo estoy contigo -indicó en voz baja. Se oyó el amortiguado sonido de unos movimientos, seguido del leve clic de una puerta-. Muy bien, ya estamos solos. ¿Qué pasa?

Ness fue directa al grano, sin tapujos.

Ness: Ya sé que no son horas de llamar, pero se trata de algo importante. Les encargué a mis alumnos una redacción bajo el título «Lo que deseo». Acabo de leer la de Brian. Normalmente, escribe sobre béisbol. Esta vez, ha escrito que le gustaría vivir contigo porque así no sería un estorbo. Ha escrito que tú no te enfureces, ni gritas, ni lloras. Zac, está triste y confundido. Sea lo que sea lo que está pasando, le afecta mucho. -Zac masculló algo-. No puedo quedarme sentada sin hacer nada -le informó-. Tengo que...

Zac: No, no harás nada. -El Efron que llevaba dentro salió de inmediato-. Ness, recuerda que Brian escribió esa redacción antes de que yo me instalara en su casa. Ahora estoy aquí y me quedaré tanto tiempo como él necesite. Su situación y su estado, mejorarán.

Ness: Quizá sí. Y quizá no. Sigue viviendo en un entorno tenso, un entorno con el que él cuenta para sentirse seguro.

Zac: Me aseguraré de que tenga esa seguridad.

Muy atentamente, Ness valoró la situación y las opciones que ella tenía al respecto.

Ness: Tú tienes tu punto de vista. Pero yo también. Así que te diré cómo llevo yo las cosas. Mañana, cuando le devuelva a Brian su redacción, hablaré con él. Eso no es nada fuera de lo normal, siempre charlo con los niños sobre su trabajo. En este caso, aprovecharé la ocasión para averiguar cómo está. Espero ver una mejora. De lo contrario, volverás a saber de mí. Y, Zac, no me dejaré intimidar. Si creo que es necesario no tenerte de intermediario y telefonear a tu cuñada, lo haré. -Un largo silencio-. ¿Me has oído?

Zac: Te he oído -replicó-. Pero no creo que sea necesario.

Ness: Espero que no. -Respiró hondo-. De todos modos, ya dejo que vuelvas con Brian ahora. Te dije que te llamaría si había cualquier cosa concerniente a él y así lo he hecho.

Zac: Te lo agradezco. -Una breve pausa-. ¿Cómo ha ido el almuerzo?

Ness parpadeó ante aquel brusco cambio de tema.

Ness: Era muy abundante.

Zac: Ya sabes a qué me refiero.

Ness: Ha sido muy agradable.

Zac: Muy agradable -repitió-. No del modo en que describirías la cena de ayer, ¿verdad?

Ness: No voy a responder a eso.

Zac: No hace falta. Yo estaba allí. ¿Se lo has dicho?

¿Cómo conseguía hacerla perder pie con tanta facilidad?

Ness: Zac, no te he llamado para hablar de Andrew. Te he llamado para hablar de Brian.

Zac: Y hemos hablado de Brian. Es tan prioritario para mí como lo es para ti. De hecho, creo que deberíamos hablar de él otra vez mañana, después de que lo hagáis vosotros dos. Veámonos en el Starbucks, hacia las ocho.

Ness: ¿Para beneficio de quién, de Brian o tuyo?

Zac: De los dos -replicó un tanto seco-. Quiero asegurarme de que mi sobrino está bien. Y quiero verte. No bromeo, si es eso lo que insinúas. Ni tampoco estoy utilizando el estado emocional de Brian como anzuelo. Te dije que tú y yo nos veríamos durante la semana. De hecho, iba a llamarte cuando Brian se hubiera ido a la cama. Pero te me has adelantado.

Ness: El Starbucks -murmuró-. ¿Podré tomarme un bizcocho, o solo una miserable taza de café?

Zac: Lo que quieras. Ojala pudiera invitarte a almorzar, pero tanto Stephen como Nancy van a trabajar hasta tarde y le he prometido a Brian que compartiríamos una pizza. Así que yo solo tomaré un café. Nos vemos en la puerta del Starbucks, entonces. -Su voz de Zac adoptó un tono un tanto ronco-. Me ofrecería a recogerte en tu apartamento, pero quizá te verías obligada a invitarme a pasar. Y te prometí darte hasta el sábado para eso.

Ness: Buenas noches, Zac -replicó rápidamente-.

Él soltó una risita.

Zac: ¿A las ocho en el Starbucks?

Ness: A las ocho en el Starbucks -asintió-.

Zac: En ese caso, buenas noches, Ness.


2 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

o_O
Andrew es un buen actor.. esta dolió y fingió..esta tramando algo :(
hay Zac y Nessa son super tiernos con sus discusiones de ideas haha
espero que para Zac, nessa sea mas que una atracción ;)
siguela
esta super :D
XoXo

Natasha dijo...

jajajaja después de esa conversación seria solo Zachary puede adoptar un tono "ronco" e insinuarsele a ness xD

Lalii tiene razón... esta super ;)

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