topbella

domingo, 30 de julio de 2017

Capítulo 30


Dar malas noticias formaba parte de su trabajo, se recordó Zac mientras caminaba entre la nieve para llegar a la cabaña del campamento Kioga. Siempre había sido así. En la academia le habían enseñado métodos para dar malas noticias y proporcionar apoyo a su receptor. En el trabajo había tenido que llamar muchas veces a puertas de desconocidos para decirle a alguien completamente desprevenido que había ocurrido lo que jamás debería ocurrir: un accidente, una muerte, una detención o cualquier otro incidente que podía cambiar para siempre su vida. El recuerdo de aquellos momentos le perseguía durante años.

Por culpa de la nevada la carretera hasta el campamento no era accesible, de modo que había subido en una moto de nieve y se había visto obligado a recorrer el último tramo caminando con las raquetas. Uno de sus ayudantes le había dicho que podía ponerse en contacto con Vanessa por teléfono, pero Zac había descartado inmediatamente aquella opción. Necesitaba decírselo en persona.

Para cuando llegó a la cabaña estaba anocheciendo y nevaba con más fuerza que nunca. Se concentró en el resplandor dorado de la luz que iluminaba la ventana y en el humo algodonoso que salía de la chimenea. Imaginó a Vanessa en el interior, seguramente sentada ante el ordenador, o preparando algo de comer, escuchando música, pensando, o soñando. Y esas imágenes hicieron emerger una intensa ternura y la conciencia de que Vanessa había estado a su lado durante casi toda su vida. Muchos años atrás, durante un verano, se había enamorado de ella. A partir de entonces había pasado muchos años intentando olvidarse de ella. Pero en ese momento estaba obligado a reconocer que le había resultado imposible. En alguna parte del mundo había gente que sabía amar, que encontraba el amor de una manera fácil y era algo que pronto daba sentido a sus vidas. Él no formaba parte de ese grupo.

Se detuvo en la puerta de la cabaña y se quitó las raquetas. Los escalones de la entrada estaban cubiertos de nieve y colgaban carámbanos del tejado. Al pasar por debajo, uno de ellos cayó y se clavó silenciosamente en la nieve. Zac llamó a Vanessa y llamó después a la puerta. Rufus corrió ladrando hacia allí.

Buen perro, pensó Zac. Le gustaba aquel instinto protector.

La puerta se abrió y Rufus se deshizo en muestras de afecto en cuanto le reconoció. Vanessa retrocedió con una expresión que Zac no supo cómo interpretar. No parecía alegrarse en absoluto de verlo y parecía sentirse... ¿culpable, quizá? ¿Pero por qué iba a sentirse culpable? Iba vestida con vaqueros, un jersey de lana y una cola de caballo. Permanecía frente a él con los brazos cruzados, en una postura casi defensiva.

Ness: Zac, no te esperaba.

Era evidente.

Zac: Tengo que hablar contigo, y... quería hacerlo en persona.

Vanessa frunció el ceño y desvió la mirada, como si estuviera... Zac no podía quitarse de la cabeza la idea de que se estaba comportando como alguien a quien acabaran de detener.

Zac entró y cerró la puerta tras él. Con Rufus saltando a su alrededor, se quitó las botas y el abrigo.

Zac: ¿Puedo sentarme?

Ness: Sí, claro -señaló el sofá-.

Zac decidió abordar rápido aquel asunto. Vanessa parecía distraída y nerviosa, y retener aquella información le parecía cruel.

Zac: Han encontrado un cadáver en una de las cuevas de hielo de las cascadas -dijo sin ninguna clase de preámbulo-.

Vanessa lo miró confundida.

Ness: Un cadáver.

Zac: Sí.

Ness: Un cadáver humano.

Zac volvió a asentir. Aunque se moría de ganas de abrazarla, mantuvo los puños cerrados.

Zac: Sarah, Troy y Miley han ido a hacer una excursión con raquetas. Todavía no han identificado... -había estado a punto de decir «los restos», pero se le quebró la voz-. En cuanto mejore el tiempo, vendrá un equipo de recuperación. Quería que lo supieras para que estés preparada para la noticia -de acuerdo, pensó. Ya no podía seguir retrasando el momento-. Estamos casi convencidos de que es el cadáver de tu madre.

Zac observó cómo iba asimilando Vanessa aquella información, cómo el desconcierto inicial daba paso a la comprensión y después al dolor.

Zac: He comparado... eh, he comparado las ropas con todos los informes sobre personas desaparecidas -le explicó-.

Había leído dos veces el informe sobre la desaparición de la madre de Vanessa, aunque no le habría hecho falta. Lo había repasado tantas veces a lo largo de los años que lo había memorizado y en cuanto había visto la fotografía de Miley, había sabido que era ella.

Zac: Es bastante concluyente -se interrumpió. Le dolía infinitamente estar haciéndole daño-. Lo siento.

Vanessa permaneció en silencio durante mucho rato. Parecía estar muy lejos de allí. Tragó saliva y se colocó un mechón de pelo tras la oreja. Después, tomó aire y lo soltó lentamente.

Ness: Cuando era pequeña, tenía un diario -dijo con un hilo de voz-. Cada entrada comenzaba con un «querida mamá». Era mi manera de convertirla en alguien real. Aunque pasaban los años y seguía sin tener noticias de ella, para mí era alguien real, una persona a la que le contaba todo, que estaba allí cuando la necesitaba.

Zac: Ness, no sé qué decir, excepto que averiguaremos lo que le pasó. Te juro que lo averiguaré.

Vanessa se mostraba preocupantemente tranquila, aunque Zac sospechaba que se estaba desatando una tormenta dentro de ella. Después se aclaró la garganta y volvió a desviar la mirada. Zac volvió a tener la impresión de que se estaba comportando como si se sintiera culpable.

Ness: Eh, por cierto... Mi madre tenía un secreto. Acabo de descubrirlo esta mañana.

Se levantó y se acercó a la mesa. Al lado del ordenador había una caja con aparejos de pesca. Estaba quemada por fuera, de modo que debía de ser uno de los objetos rescatados del incendio. Le tendió una taza de té que parecía contener un puñado de guijarros.

Ness: Creo que son diamantes. De hecho, después de hablar con Leslie, estoy segura. Y creo que lo que le pasó a mi madre tiene que ver con eso.

Zac se colocó una de las piedras en la palma de la mano mientras Vanessa le explicaba que habían estado escondidos en unos plomos de pesca que había hecho su propia madre.

Zac sintió un escalofrío al pensar en las posibilidades que aquella información abría. Anne tenía una fortuna escondida y era posible que eso hubiera puesto en peligro su vida.

Zac: Tenemos que verificar lo que es esto.

Pero la intuición le decía que Vanessa tenía razón.

Vanessa permanecía al lado de la mesa. Parecía de pronto muy pequeña y perdida.

Ness: He estado siempre tan enfadada con mi madre... -dijo por fin-. La culpaba por haberse ido y haberme abandonado. Ahora no sé qué sentir -cruzó los brazos por debajo de los senos, como si necesitara abrazarse a sí misma-.

Y Zac tuvo entonces la certeza de que era un auténtico canalla, porque lo que él sintió fue una oleada de puro deseo. No era una novedad, pero allí estaba, en medio de una tragedia y deseando acostarse con ella. Lo había hecho en otra ocasión, cuando habían anunciado la muerte de Derek. Y allí estaba de nuevo, informándole de otra tragedia y deseándola con todas sus fuerzas.

Ness: ¿Por qué me miras así?

Zac: No creo que quieras saberlo.




Pobre Ness... 😟
Zac podría haberla abrazado o algo y no pensar siempre en lo mismo 😒

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Lu dijo...

Uh... que capitulo.
Que le habra pasado a la madre de Ness?
Zac esta muy enamorado y no puede manejarlo.
Me encantó!!


Sube pronto:)

Maria jose dijo...

Zac y su mente debil
Ya quiero saber mas dd la investigacion
Pobre vanessa
Zac debio abrazarla
Sube pronto

Saludos!!!

Publicar un comentario

Perfil