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sábado, 8 de julio de 2017

Capítulo 21


Tras la marcha de Vanessa, Zac retomó la que hasta entonces había sido su vida, que, curiosamente, sentía extrañamente vacía. Se decía a sí mismo que debería alegrarse de volver a la rutina. Estaba acostumbrado a vivir solo, a hacer las cosas a su manera. Llevar a Vanessa a vivir a su casa, aunque fuera de forma temporal, había supuesto un gran cambio.

Realmente, había sido una molestia.

Se daba unas duchas interminables y había llenado el cuarto de baño de todo tipo de jabones, champús y productos de belleza. Insistía en desayunar de forma saludable y nutritiva y veía los peores programas de televisión que nadie pudiera imaginar.

De modo que era un alivio volver a recuperar su cuarto de baño y su vida tranquila. Volver a desayunar bollería industrial y a ver boxeo en televisión. Definitivamente, era un auténtico alivio.

Pero, por alguna razón, estaba nervioso e irritable. Contestaba de mala manera a sus compañeros de trabajo, se había burlado de su asistente y había gritado a sus dos ayudantes. Durante la reunión que había tenido con Matthew Alger en el ayuntamiento descubrió que estaba al límite de la paciencia.

Alger no se molestaba en ocultar que Zac no era su policía favorito. De hecho, tenía por costumbre protestar por todos los gastos en los que Zac incurría. Y le bastó ver su rostro para comprender que estaba a punto de protestar por algo.

Matthew: He estado revisando estos números -dijo, tendiéndole a Zac una hoja de cálculo-. No tenemos presupuesto para los cuatro coches que has incluido.

Zac: Pues procura que lo haya, porque no pienso retirar la petición.

Matthew: En ese caso, la retiraré yo mismo.

Zac se recordó que no debía perder la calma. Alger tendía a discutir todos y cada uno de los puntos del presupuesto, palabra por palabra.

Zac: No -se limitó a decir, con una nota de advertencia en la voz-.

Matthew: No tenemos dinero -respondió en un tono amable tras el que se escondía una determinación de acero-, y no vamos a emplear el dinero que tenemos de reserva.

Zac: ¿Has leído mi petición? -preguntó con brusquedad-. Estamos conduciendo coches que deberíamos haber retirado hace cinco años. No pienso ceder en esto, Matthew.

Matthew: No te va a quedar más remedio -sacó otro documento de un cajón de su escritorio. Era el código de administración del Ayuntamiento-. «Todos los gastos están sujetos a la aprobación del administrador». Y yo no apruebo este gasto.

Zac: Entonces eres un cretino y me aseguraré de que la gente sepa que te importa un comino la seguridad de tus vecinos.

Matthew: Estupendo, dile a tu amiga Ashley que lo incluya en su próximo discurso. La gente conduce coches con muchos años, jefe.

Zac: Pero es posible que la vida de alguien dependa de que un coche patrulla no esté en perfectas condiciones.

Matthew: Eso es muy poco probable y lo sabes.

Zac estaba a punto de estallar. Sin apartar los ojos de Alger, le mostró su propio documento.

Zac: He hecho las cuentas y sé que el Ayuntamiento puede asumir este gasto.

Matthew: El encargado de hacer las cuentas soy yo.

Zac: Te advierto una cosa, el mes que viene vendrá un auditor independiente y...

Matthew: Hay que cambiar la fecha de esa auditoría.

Zac: Mira tu maldito código. Tú no puedes cambiar la fecha a tu antojo.

Mientras abandonaba el despacho, Zac se recordó que no iba a conseguir nada enfadándose. Sencillamente, tenían que solucionar un problema. Se suponía que aquello no era asunto suyo, pero como una parte considerable del presupuesto del Ayuntamiento se dedicaba a cuestiones relacionadas con la seguridad, tenía que justificar hasta el último centavo que gastaba su departamento. Los ingresos del Ayuntamiento habían disminuido y nadie comprendía por qué. Había algo que no encajaba y Ashley estaba asustada porque aquel año se presentaba a las elecciones. Con las finanzas del Ayuntamiento en tan mal estado, Ashley iba a darle muchas ventajas a su oponente. Matthew Alger podría presentarse como una suerte de caballero andante capaz de controlar los gastos.

Zac se dirigió al despacho de Ashley. Estaba tan enfadado que hasta la decoración del despacho de Ashley le irritó. Todo era tan condenadamente agradable: el color amarillo de las paredes, las fotografías de vecinos de Avalon, las fotografías y los recuerdos de su hija. No por primera vez, Zac sintió una punzada de envidia. Ashley tenía una hija maravillosa y una gran familia a la que adoraba. Él no tenía ninguna de esas cosas. Normalmente no le importaba. Sin embargo, aquel día, sí.

Si Ashley lo notó, no lo mostró mientras abría una carpeta.

Ash: Vamos a tener que volver a revisar el presupuesto de tu departamento. Me temo que tendremos que volver a recortarlo este trimestre.

Zac: Nada de eso -repuso alzando la mano-. No vas a volver a revisar el presupuesto. Dios mío, Ashley, nuestros coches tienen diez años. No pienso recortar ni un solo centavo, así que no te molestes en pedírmelo.

Ash: No voy a pedirte ningún recorte. Soy consciente de que en tu departamento no sobra nada.

Zac: Gracias.

Aun así, continuaba mirándolo con recelo. No le habría pedido una reunión si no escondiera algo bajo la manga.

Ash: Lo que me gustaría es solicitar un presupuesto al estado para que paguen las cámaras digitales que has pedido para los coches.

Muy bien, ya sabía adonde quería llegar.

Zac: Mi padre es el presidente del departamento de orden público...

Ash: Ya lo sé. Zac...

Zac: No pienso hacerlo. Intenta buscar otra manera de financiar el proyecto.

Ash: ¿Por ejemplo?

Zac: ¿Por qué no averiguas, por ejemplo, por qué está habiendo tantos problemas con el presupuesto del Ayuntamiento?

Ash: Muy listo. Llevo meses intentando averiguarlo -tragó saliva y posó las manos en el escritorio. Evidentemente, estaba nerviosa-. Y creo que ya es hora de que un contable externo revise nuestras cuentas. Y sí, ya sé que debo parecer una paranoica.

Zac: Además, costará dinero.

Ash: Si conseguimos encontrar por dónde se nos está yendo el dinero, a la larga será rentable.

Zac: ¿Has hablado ya con Matthew Alger? Yo creo que deberías empezar con él.

Ash: No me ha servido de ninguna ayuda. Lleva todos los libros de contabilidad perfectos -frunció el ceño-. Como no podría ser de otra manera.

Zac: ¿Por qué dices eso?

Ash: Le conviene que la contabilidad cuadre perfectamente porque quiere optar a la alcaldía en las próximas elecciones.

Parecía tan preocupada que Zac casi se olvidó de sus propios problemas.

Zac: Escucha, ¿y si pides una auditoría en vez de contratar a otro contable? Así no parecerás una paranoica y también podrás averiguar lo que está pasando.

Ash: Y la solicitud de dónde vendría, ¿de tu departamento?

Zac dio un golpe en la mesa.

Zac: Estoy intentando ayudar.

Aunque con la mayoría de la gente funcionaba, Ashley no se amilanó ante aquel ataque de mal genio.

Ash: ¿Qué te pasa, Efron?

Zac la fulminó con la mirada.

Zac: No me pasa nada, a menos que te refieras a los problemas con el presupuesto.

Ash: Mentiroso. Nunca has perdido la paciencia por culpa de un recorte en el presupuesto -se cruzó de brazos y lo miró con atención-.

Zac se negaba a dejar que le afectara aquel escrutinio. Ashley Tisdale era una mujer muy atractiva. Estaba soltera y todo el mundo la adoraba. Durante años, la gente de Avalon había estado esperando que se enamoraran y se casaran. La alcaldesa y el jefe de policía. Sencillamente, era demasiado bonito para poder resistirlo.

El único problema era que no encajaban. Los dos lo sabían, y se respetaban. Y si Ashley quería saber lo que le pasaba, no iba a andarse con rodeos.

Zac: Últimamente no ando muy bien.

Ash: Oh -asintió en silencio-. Así que estás con el SEPV.

Zac: ¿Qué es eso?

Ash: El síndrome de estrés post-Vanessa.

Zac: Me volvía loco cuando estaba en mi casa. Supongo que debería alegrarme de que se haya ido.

Ashley soltó una carcajada.

Ash: Efron, eres único.

Zac: ¿Qué quieres decir?

Ash: Vanessa te ha gustado desde que erais niños.

Zac: Sí, le dije algo parecido antes de que se fuera.

Ash ¿Y aun así se marchó?

Zac: Sí.

Ash: Entonces es que no se lo has dicho.

Zac: Claro que se lo he dicho.

Ash: A ver, ¿qué es lo que le dijiste exactamente?

Zac se lo pensó un momento.

Zac: Le dije que la razón por la que salía con tantas chicas era porque ninguna de ellas era ella.

Ashley tardó varios minutos en dejar de reír y ponerse seria. Entonces, tomó un bolígrafo y le apuntó con él.

Ash: Un gran trabajo, eres un auténtico genio.

Zac: No sé qué estás intentando decirme.

Ash: Si tengo que explicarte que eso es algo completamente inapropiado, en ese caso, nunca lo entenderás.

Zac: Escucha, ¿podemos cambiar de tema? Es evidente que Vanessa está mucho mejor fuera de Avalon.

Ash: Dios mío, Efron, te has pasado la vida haciendo esto.

Zac: ¿Haciendo qué?

Ash: Intentando encontrar las razones por las que no deberías estar con Vanessa, o con ninguna mujer decente, ¿por qué?

Zac: Ashley, no necesito que analices mi vida personal.

Ash: Muy bien. Entonces sigue haciendo las cosas a tu manera -le mostró entonces una caja llena de papeles y fotografías-. Seguro que si Vanessa viera esto se animaría.

Zac: ¿Qué es?

Ash: La respuesta a la petición que publiqué en el periódico. No han parado de llegar cosas.

Poco después del incendio, Ashley había escrito una carta abierta a los ciudadanos de Avalon, explicando la pérdida que había sufrido Vanessa y pidiendo copias de cualquier fotografía o recuerdo que pudieran tener los vecinos de los Hudgens y la panadería. Para su sorpresa, habían sido muchos los objetos que le habían enviado: fotografías, calendarios de la panadería, cartas con recuerdos escritos por los propios vecinos y un número sorprendente de fotografías de Anne Hudgens. La escuela del distrito había donado copias de las fotografías anuales de todos los años que Vanessa había estudiado allí. Zac removió algunos papeles, impresionado por los sentimientos que Vanessa despertaba en él. Estaba preciosa en todas y cada unas de las fotografías en las que sonreía a la cámara. Intentó imaginarse lo que sería perderlo todo. En un momento de su vida, él se había alejado de su familia con sólo una mochila a la espalda, pero eso no era lo mismo. Él se había alegrado de dejar su antigua vida.

Llegó hasta un artículo recortado de un periódico, fechado el 30 de agosto de 1995. En él aparecían Vanessa y Derek en una fotografía, con los rostros resplandecientes de felicidad.

La señora Helen Hudgens anuncia el compromiso de su nieta, Vanessa Anne Hudgens, con el cabo Derek Morgan. La boda se celebrará este verano.

Los recuerdos le devoraban, recuerdos todavía dolorosos. Puso la tapa en la caja.

Zac: ¿Vanessa sabe algo de esto? -le preguntó a Ashley-.

Ash: No, todavía continúan llegando muchas cosas. He pensado que podrías hacerte cargo de ellas.

Zac: No, de ningún modo.

Una cosa estaba clara para Zac. Todavía estaba bajo la influencia de los sentimientos que le habían perseguido desde el día del incendio. Durante unos minutos, cuando creía que había perdido a Vanessa para siempre, en lo único en lo que podía pensar era en que nunca le había dicho a Vanessa lo que sentía por ella.




¡Pues ya va siendo hora de que se lo digas! 😒
Qué gente... Siempre dejando las cosas importantes para lo último...

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Ya quiero que llegue el momento
Que zac le diga a vanessa todo
Lo que ha sentido por ella
Sube pronto!!!

Saludos

Lu dijo...

Me encanto el capitulo.
También quiero que ya se encuentren y se digan todo.


Sube pronto

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