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lunes, 3 de julio de 2017

Capítulo 19


Vanessa se había comprado un libro para leerlo en el tren. Había cargado tres episodios de This American Life en el iPod y se había llevado también su nuevo ordenador portátil, que tenía tantas prestaciones que tardaría años en descubrirlas.

Pero lo único que hizo durante todo el viaje fue mirar por la ventanilla. Las inesperadas palabras de Zac, su beso y su mirada, la persiguieron hasta la Gran Estación Central. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Olvidar todo lo que Zac le había dicho? Cuanto más pensaba en ello, más se enfadaba. Zac se había decidido a dar un paso cuando ella estaba a punto de marcharse. No podía haber elegido otro momento más conveniente para él. Sabía que en aquellas circunstancias, lo último que iba a hacer Vanessa era quedarse y obligarle a asumir un compromiso.

Pero, en realidad, era ella la que había decidido marcharse. Huir, si quería hablar con propiedad, huir de un pasado para el que no tenía solución y de la convicción de Zac de que le había fallado a Derek, de que los dos le habían fallado.

El tren cruzaba por un paisaje nevado tan rural e intemporal como una acuarela de Currier & Ives. Poco a poco el paisaje iba cambiando. Iba desapareciendo la nieve y aumentando el tráfico. El cielo parecía hacerse más pesado y el mundo más lúgubre. Las grandes superficies y los barrios de las afueras iban cediendo paso a edificios más altos.

Mientras observaba aquel paisaje cambiante, comenzó a sentir en el pecho una presión desagradable y desgraciadamente familiar.

No, pensó. Aquello no podía estar sucediéndole.

En cuestión de segundos tenía las manos empapadas en sudor y el corazón acelerado. Cerró los ojos e hizo los ejercicios que el doctor Barret le había enseñado. Tomaba aire por la nariz y lo expulsaba por la boca. Visualizó un lugar seguro, con una luz dorada, en el que nada podía hacerle daño. Se imaginó un mundo en el que sólo habían bondad y amor.

Pero no funcionó. En realidad, tampoco esperaba que sirviera de mucho. Se sentía triste, atrapada y muy estúpida. Ella era una persona que siempre había tenido los pies en la tierra. No iba a tener un ataque de pánico sin motivo alguno.

Prácticamente histérica, se levantó para dirigirse al cuarto de baño. Allí se humedeció la cara y las manos con una toalla de papel. Después, se tomó un tranquilizante y regresó a su asiento.

La pastilla funcionó, suavizando los bordes afilados del pánico y permitiéndole la dulce rendición del sueño. Vanessa sabía que aquél era un remedio artificial, pero estaba dispuesta a tomar cualquier cosa que pudiera ayudarla.

Se reclinó en el asiento y fijó la mirada en la nada que se extendía ante sus ojos. Intentó concentrarse en las personas que veía de vez en cuando, intentaba imaginar cómo serían sus vidas. ¿Tendrían familia? ¿Reirían juntos? ¿Se harían sufrir los unos a los otros? ¿Se pelearían?

Pero por mucho que intentara distraerse, su mente volvía una y otra vez al mismo pensamiento obsesivo. Ella pensaba que los ataques de pánico habían terminado porque no había vuelto a sufrir ninguno desde la noche que había cenado en casa de Greg. Había sido suficientemente ingenua como para pensar que aquellos días que vivía intentando medir la intensidad de su ansiedad habían terminado.

Sin embargo, el pánico había vuelto para vengarse de ella y tenía que volver a examinar cuál era su situación.

A lo mejor, los ataques no habían cesado porque por fin estuviera adaptándose a los cambios que había sufrido su vida. A lo mejor los ataques habían cesado porque estaba con Zac.

Lo cual era una auténtica locura, porque, en realidad, ella no estaba con Zac. A pesar de que la había besado para despedirse de ella, y de que ella había estado a punto de derretirse en sus brazos, no estaba con él.

Pero pensar en ello la asustaba más que el propio pánico. Sacó el teléfono móvil y buscó el número de Zac. Posó el pulgar sobre una tecla. Debería llamarle, preguntarle por aquel beso.

Pero, ¿preguntarle qué?

«Ya basta», se ordenó, y cerró bruscamente el teléfono. Philip la estaba esperando y estaba desesperado por ejercer de padre, por formar parte de su vida. En eso era en lo que tenía que concentrarse.

No podía permitir que su vinculación irracional con Zac Efron arruinara la posibilidad de iniciar una nueva vida. Aquélla era su gran oportunidad. Por fin podría ponerse a prueba. Quería saber quién era ella exactamente, descubrir quién podía llegar a ser lejos de Avalon, de la panadería y de todas aquellas personas que la habían conocido como una nieta obediente y la responsable directora de un negocio, como la chica con un trágico pasado. Sí, quizá estuviera huyendo, como le había dicho Zac, pero no creía que eso fuera ningún crimen.




Qué corto 😅
Espero que os haya gustado igual.

Perdón por la tardanza, he estado ocupada.

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Lu dijo...

Me encantó!
Ya quiero saber como sigue.


Sube pronto:)

Maria jose dijo...

Corto pero bueno
Siguela pronto



Saludos

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