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miércoles, 1 de julio de 2015

Capítulo 4


Su respuesta lo sorprendió con la guardia baja.

Pero no se lo perdonaría jamás si no se aprovechaba de la oportunidad que ella le había puesto en bandeja.

Había estado intentando sacarla de quicio. Su negación a la hora de admitir que su primer beso la había afectado no había hecho más que desafiarlo para demostrar que se equivocaba. Pero la tensión que había ido creciendo entre ellos durante toda la semana casi podía cortarse con el proverbial cuchillo.

Así que, cuando una de sus manos lo agarró del hombro mientras la otra se deslizaba por su nuca, Zac se dejó llevar directo a sus labios.

Sus labios, que eran tan suaves como recordaba. Seductores y calientes. Calientes mientras se movían sobre los suyos, acariciándolos.

Él separó los labios y dejó que Vanessa llevara el beso más allá. Su cuerpo se puso rígido ante la reacción instintiva a su cercanía.

No importaba lo mucho que lo negara, la tensión sexual entre ambos era casi palpable. Tanto que había una delgada línea entre sus constantes peleas y saltar directamente a la cama.

La envolvió con sus brazos y la levantó ligeramente para presionarla contra su cuerpo.

Ella emitió un sonido y comenzó a apartarse de él, pero él la apretó más fuerte con los brazos y la besó una y otra vez, cada vez con más ansia, cada vez con la sangre más caliente en sus venas.

Finalmente, cuando la necesidad de desnudarla y tomarla allí mismo comenzó a ganar al sentido común, dio dos pasos al frente y la presionó contra la pared. La dejó caer lentamente hasta que sus pechos estuvieron palpitando contra su torso y sus muslos presionados contra su erección.

Cuando los pies de Vanessa tocaron el suelo, él le permitió romper el beso. Ella parpadeó y tomó aliento con dificultad.

Zac: ¿Quieres jugar otra vez, petunia? -dijo con voz grave-. Te desafío.

Ness: No necesito jugar otra vez, Efron -dijo mientras deslizaba su mano sobre su erección-. Tengo todas las pruebas que necesito de que, ¿cómo dijiste?... puedes resistirte.

Él tomó aliento. En un instante volvió a presionarla contra la pared, colocándole las manos sobre la cabeza y agarrándole las muñecas con una de sus manos.

Ella se retorció contra su cuerpo, sin perder la sonrisa, y él maldijo en voz baja.

Ness: ¿Qué has dicho, Zac? No te he oído.

Él entornó los ojos. Estaban jugando a un juego peligroso. Ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir lo que el otro había dicho. Sin embargo él no era de los que se echaban atrás con facilidad ante un desafío.

Zac: Cuidado, princesa. Puede que quieras pensarlo dos veces antes de lanzar un desafío así cuando estás literalmente contra la pared. ¿Quieres volver a negar que hayas disfrutado con nuestros besos? Porque, si lo haces, tendré que intentar volver a demostrar que te equivocas.

Para su sorpresa, su valentía no la abandonó. Echó la cabeza hacia atrás pare retirarse el pelo de la cara y dijo:

Ness: Supongo que esto cuenta como una seducción para un cavernícola como tú.

Él le retiró un mechón de pelo de la cara y se lo colocó detrás de la oreja con la mano libre. Pero entonces, en vez de apartar la cabeza, se rindió a la tentación y le acarició el mentón suavemente, dejando que su pulgar se deslizara perezosamente sobre su labio inferior.

Ella se quedó quieta, mirándolo a los ojos.

Él deslizó la mano hacia abajo, acariciándole el cuello y luego llevando el dedo índice hacia el cuello de su camiseta, y más abajo, sobre la redondez de su pecho.

Con la yema del dedo dibujó la forma del pecho moviéndolo sobre el pezón endurecido.

Vanessa gimió.

Zac: Mírame -dijo mientras le tomaba el pecho con la mano y comenzaba a masajearlo-.

Ella miraba fijamente su mano y respiraba cada vez más entrecortadamente, señal de que no era inmune a sus caricias.

Zac: Seríamos pura dinamita en la cama, petunia. Claro que tus hermanos probablemente me echarían a patadas si lo hiciéramos. Y no los culparía.

Ness: No sería asunto suyo -dijo casi sin aliento-.

Él encontró interesante el hecho de que Vanessa no hubiera negado al instante la posibilidad de acostarse con él.

Zac: Bien. Siempre la chica independiente, ¿verdad?

Ness: Sería genial si tú pudieras recordar eso también -dijo, pero una vez más su voz llevaba implícito un tono de excitación sexual que estaba volviéndolo loco-.

Zac: ¿Alguna vez te has preguntado, petunia, cómo sería si nos dejáramos de frustraciones el uno con el otro en la cama en vez de lanzarnos insultos todo el tiempo?

Ella abrió mucho los ojos pero luego frunció el ceño. Liberó las manos de su agarre y lo empujó. Cuando él dio un paso involuntario hacia atrás, ella pasó por delante para darse la vuelta de nuevo con los brazos cruzados y aspecto furioso.

Ness: ¿Que si me lo he preguntado? ¿Es ésa una invitación a tu cama?

Zac: Si lo fuera, ¿aceptarías?

Ness: Ni lo sueñes, Efron.

Él no sabía qué había causado aquel súbito cambio de humor, pero se maldijo a sí mismo en silencio por haberlo desatado involuntariamente.

Ella caminó en dirección al salón.

Ness: Encuentra otra diversión para la noche.


A la mañana siguiente, Vanessa se sentía más relajada.

Decidió acabar con los recuerdos de la tensión de la noche en el gimnasio. Zac fue con ella, claro.

Era demasiado para ignorarlo. Ese plan se había ido por la borda la noche anterior. No ayudaba que, a pesar de sus intenciones, sus ojos no pudieran dejar de mirarlo, encontrándolo detrás de ella con la ayuda del espejo que tenía delante. Zac estaba en una condición física excelente. Sus bíceps y los músculos de su pecho se flexionaban cada vez que levantaba el peso sobre su cabeza y lo volvía a bajar, ajeno a su escrutinio. Ella pensaba en esos brazos a su alrededor la noche anterior y se sonrojaba. Entonces volvió a recordar sus palabras: «¿Alguna vez te has preguntado cómo sería irte a la cama conmigo?».

La pregunta había sido como un jarro de agua fría que la había sacado de golpe del embrujo romántico en el que había caído.

Por supuesto había habido un tiempo en que sí se había preguntado cómo sería pasar la noche con Zac. Pero aquella pregunta no solo dejaba claro que sus sentimientos no habían sido recíprocos, sino que la conocía bastante poco.

Y, naturalmente, Vanessa tampoco podría olvidar que, hacía tiempo, Zac había demostrado ser un gamberro insensible.

Otra mirada rápida al espejo reveló que Zac estaba atrayendo más atracción femenina de lo que era justo.

Vanessa frunció el ceño y comenzó a correr más deprisa sobre la cinta andadora.

Minutos después se bajó y se acercó a él.

Ness: Voy a nadar en la piscina.

Él la miró con una sonrisa. Una delgada capa de sudor cubría los músculos de sus brazos y su cuello y su camiseta estaba oscurecida en el centro a causa de la sudoración.

Zac: ¿Necesitas refrescarte, princesa?

Su doble sentido no pasó inadvertido. Ella lo miró con frialdad.

Ness: Sí, y he pensado que unos largos en la piscina serán mejor que tirarte agua a la cabeza.

Él se rió abiertamente mientras ella se dirigía al vestuario para darse una ducha antes de ponerse el traje de baño. Dado que él había entrado en ese gimnasio con su pase de invitados, Vanessa dudaba que fuera a seguirla hasta la piscina.

Se equivocaba.

Había hecho tres largos cuando se detuvo en uno de los extremos de la piscina para levantar la cabeza y verlo allí, de pie. Se dio cuenta de que estaban solos. La mujer de mediana edad que había estado nadando a su lado desaparecía en los vestuarios en ese mismo instante.

Ella frunció el ceño y echó la cabeza hacia un lado.

Ness: No pensé que te vería aquí -dijo señalando su bañador azul-. ¿De dónde lo has sacado?

Zac: Siempre vengo preparado.

¿Era sorpresa eso que veía en sus ojos? Si no se equivocaba, él sabía que ella había estado pensando en despistarlo.

En vez de eso, estaba mirándola desde arriba, con sus piernas plantadas junto al borde de la piscina, con las manos en las caderas.

Molesta consigo misma, Vanessa tuvo que luchar contra su necesidad de ceder.

Ness: Tú mismo -dijo y salió disparada hacia el otro extremo de la piscina-.

En pocos minutos, sin embargo, fue consciente de que él estaba en la calle contigua a la suya. Tuvo que aguantarse la furia mientras Zac nadaba a su lado de un extremo a otro de la piscina, igualando sus brazadas.

Vanessa se detuvo al darse cuenta. ¿Era eso lo que él era? ¿Su rival? ¿Por eso lo encontraba tan molesto?

Ella había atacado a Zac durante años y él le había devuelto los ataques. No le dejaba llevar las riendas como muchos de los hombres con los que había salido. En vez de eso, se mantenía inamovible, como un bloque de granito, y ella no había conseguido hacer ni la más mínima mella, a pesar de intentarlo durante años.

Salvo la noche anterior, cuando la había deseado. Imaginaba que, si no hubiera hecho algún comentario frívolo, si se hubiese tomado su oferta en serio, habrían acabado en la cama.

Consideró aquella posibilidad contra su voluntad. En la cama con Zac Efron. En la cama con su enemigo. En la cama con el hombre más detestable y molesto que conocía.

Instintivamente supo que el tiempo que pasaran en la cama no sería una aventura sosa. No. Ambos se llevarían su tormentosa relación al dormitorio y se mostrarían salvajes, desinhibidos y apasionados.

Sabía que él la encontraba atractiva en aquellos días a juzgar por los besos. Entonces ¿por qué no rendirse a la llama que ambos habían encendido?

Vanessa se sentía caliente a pesar del agua fría. Sería muy fácil irse a la cama con Zac, y muy complicado, sobre todo porque estaba viviendo en su casa.

Una parte de ella, una parte que se dejaba halagar por la evidencia de su poder femenino, estaba entusiasmada de haber captado por fin la atención de Zac, aunque fuera diez años después. Esa parte le susurraba por qué no podía averiguar la clase de amante que él era.

Además, Zac era el mejor amigo de Scott. Estaba tan cercano a la familia que Mike y Andrew pensaban en él como en un hermano. Si ella se rendía a la tentación, puede que tuviera que enfrentarse a su antiguo amante en las cenas familiares por el resto de su vida.

Cuando llegó al extremo de la piscina de nuevo, decidió parar. Su mirada enseguida conectó con la de Zac.

Estaba inquietantemente cerca.

Zac: Nadas bien, petunia. ¿Es así como te mantienes en forma?

Ness: Me gusta nadar de vez en cuando. Sola.

Zac: Qué contento estoy de haber podido tener acceso al ritual secreto.

Ness: Qué afortunada.

Ella se apartó de él nadando hacia la escalera que había al lado de la piscina. El nadó tras ella y Vanessa fue consciente de cómo la observaba salir de la piscina con el agua resbalándole por el cuerpo.

Agarró una toalla mientas él salía también del agua. Mientras se dirigía al vestuario, Zac la llamó.

Zac: Nos vemos fuera en veinte minutos.

Ella le dirigió una mirada siniestra por encima del hombro.

Una hora más tarde, Zac aparcó frente a la casa y siguió a Vanessa hasta la puerta principal.

El buzón de metal clavado a la fachada de ladrillo de la casa estaba medio abierto y visiblemente lleno de catálogos y otro correo.

Zac pasó por delante de ella antes de que Vanessa pudiera reaccionar, y recogió el correo con rapidez.

Ness: La última vez que lo comprobé -dijo molesta-, era una ofensa federal interferir en las operaciones del servicio de correo.

Zac: Entonces considéralo una comprobación y no una interferencia. -Ella agarró el correo pero él no lo soltó-. ¿Es que no vas a abrir la puerta?

Ness: No me trates con condescendencia.

Zac: Súmalo a mi cuenta. Parece que contigo va a ser una cuenta muy grande.

Ness: Es gracioso, porque recuerdo haberte cortado el crédito hace tiempo.

Zac: Abre la puerta -dijo señalando hacia la cerradura-.

Luego miró a su alrededor. Estaban a plena luz del día, ni siquiera era mediodía, pero no le gustaba estar allí fuera con ella. Eran un blanco fácil. Vanessa no había recibido ninguna amenaza desde que él se había mudado allí, pero sabía que no debía bajar la guardia.

Tras abrir la puerta, Zac desactivó la alarma apretando unos botones. Entonces se tomó un momento para hojear el correo.

El catálogo de lencería le proporcionó un momento de pausa, preguntándose si ella llevaría cosas parecidas al sujetador de satén y las bragas que aparecían en la portada.

Tras dejar a un lado el catálogo, se fijó en un sobre blanco sin remite. Lo giró y, al darse cuenta de que tampoco ponía nada en el otro lado, lo rasgó con el dedo para abrirlo.

Ness: ¡Es mi correo! -exclamó desde la mesa en donde acababa de colocar las cosas del gimnasio-. ¡Y no me digas que también abres el correo de tus clientes!

Zac: De hecho a veces lo hago -dijo evitando que ella agarrara el sobre-. Cuando el trabajo lo requiere.

Sacó el contenido del sobre y se quedó helado. Vanessa se quedó quieta a su lado.

Había tres fotografías de Vanessa en su trabajo. Las fotos estaban generadas por ordenador, tomadas a distancia, pero aun así el sujeto era inconfundible.

Se alejó ligeramente de ella para analizar la hoja de papel que había caído del sobre junto con las fotografías. Las líneas mecanografiadas le helaron la sangre.

Para que sepas que te estoy observando. Puedo pillarte en cualquier momento. Si quieres vivir, deja el curro y vete de vacaciones con el dinero de papá.

Vanessa agarró las fotos y el papel, pero él no las soltó.

Ness: ¿Qué es?

Zac dudó por un momento, pero se dio cuenta de que no se quedaría tranquilo hasta que ella no lo supiera, por mucho que quisiera protegerla.

Quería matar al bastardo que la estaba amenazando. Le entregó el contenido del sobre y le dijo:

Zac: Echa un vistazo -vio cómo Vanessa se ponía blanca-. No toques nada. Llamaré a la policía y haré que investiguen el contenido del sobre en busca de huellas. ¿Sabes cuándo pudieron tomarse las fotos?

Ness: Hace unas dos o tres semanas, creo. La primera fue tomada frente a la tintorería. Mi coche está a lo lejos a la izquierda, que es donde creo que lo aparqué al no poder encontrar otro sitio más cerca. Parece que la foto ha sido tomada desde el aparcamiento que hay al otro lado de la calle.

Zac: Bien, ¿y reconoces las otras dos?

Ness: Eso creo. Llevo puesta otra cosa, pero creo que fueron tomadas con días de diferencia.

Zac: Bien. Eso le proporcionará a la policía un buen punto desde el que comenzar a hacer preguntas para ver si alguien recuerda algo, aunque lo dudo.

Vanessa se pasó la mano por el pelo.

Ness: Esto es ridículo. Estoy acostumbrada a que me saquen fotos de vez en cuando, pero siempre son periodistas que hacen saltar el flash en mi cara en conferencias de prensa o bailes benéficos.

Zac: La pequeña y popular heredera de la acusación, ¿no?

Ness: Bésame el millonario trasero, Efron.

Él se rió, pero admitió para sus adentros que sí que había considerado la idea de besarla por todas partes más de una vez.

Pero se alegró al ver que su comentario había tenido el efecto deseado y vio que Vanessa volvía a tener fuego en los ojos. Aquella expresión de susto que había puesto no iba con ella. Y aunque quería hacerle ver el peligro que podía estar corriendo, tampoco quería que aquel loco la marcara de por vida.

Ness: Parece que no tiene muchas habilidades con el lenguaje, ¿verdad?

Zac: Sí. Lo que nos lleva hacia nuestro Tayler o, más acertadamente, uno de los miembros de su banda que no esté entre rejas.

Ness: Mmm, quizá -dijo poco convencida-. O quizá sea alguien que intenta despistarnos y colocar las sospechas en otra parte.

Zac: ¿Qué te hace pensar eso?

Tenía su propia teoría pero estaba interesado en escuchar la de ella.

Ness: Si alguno de los amigos de Tayler me quisiera muerta, ya lo estaría o, al menos, no se habrían molestado en escribir una nota.

Él asintió. Obviamente había aprendido algunas cosas en la oficina del fiscal. No estaba seguro de que le gustara que Vanessa estuviera en contacto con el lado más sórdido de la vida. Sabía que en muchas ocasiones se había burlado de su entorno de millonarios y diamantes, pero sabía también lo mala que podía ser la alternativa.

Ness: La persona que está haciendo esto, obviamente, quiere asustarme -musitó-, pero hasta ahora ha hecho poco más que amenazar. Así que, una vez más, tenemos un perfil que puede encajar mejor con Kendall.

Zac: ¿Sabes una cosa, petunia?

Ness: ¿Qué? -dijo esperando un comentario sarcástico-.

Zac: Me quitas las palabras de la boca.

Ness: Probablemente ése sea el mejor cumplido de tu lista.




De cada vez hay más tensión en esta novela. Y no hablo solo de las amenazas XD

¡Thank you por los coments!
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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Ho dios!!!! Esta novela es perfecta
Me encanta la historia de la novela
La emoción que hay en todos los capítulo
Y el amor que presentan los personajes
Esta muuuuy buena!!!!
Síguela pronto por favor
Espero el siguiente capítulo con muchas
Ansias

Saludos

Sara dijo...

Tienes razón, hay muchisima tension entre los dos... No se como acabara esto!!!
Me gusta mucho la novela, pero me exaspera Vanessa que no reconoce lo que le pasa con él.
Espero que subas pronto
Besos

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