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lunes, 6 de julio de 2015

Capítulo 6


Vanessa sintió escalofríos por toda la piel cuando Zac la tocó. Sabía que, si se acostaban juntos, nada volvería a ser lo de antes.

No se trataba solo de un beso o de una noche. Se trataba de involucrase con un hombre que no sería tan fácil de manejar como el resto de los hombres con los que había salido antes. Zac la desafiaría, y no podía tener la certeza de que sería ella la que tuviera el control.

Sin haber contestado, la luz desapareció de los ojos de Zac y su mano se alejó de su cara. Ella no le había ofrecido invitación alguna, y él no había visto ninguna en sus ojos, así que se estaba retirando.

Sin embargo, en ese instante, Vanessa supo que no podía dejar pasar el momento. Él le ofrecía confort y seguridad en un mundo que se había convertido en un lugar tenebroso. Y, aunque sabía que podía defenderse sola si tuviera que hacerlo, también sabía que, en ese momento, esa noche, quería ese confort.

De pronto no podía esperar a hundirse entre sus brazos. La posibilidad de no tener el control era más una tentación que un riesgo.

Se bajó del taburete y se pegó a él.

La habitual fachada de autocontrol de Zac había desaparecido, y lo único que podía ver en él era un ansia desmedida y un deseo brutal.

Ness: Zac...

Le colocó las manos en el pecho y sintió los latidos de su corazón. Él estaba muy quieto mientras ella deslizaba sus dedos hacia su cara. Luego, lentamente, muy lentamente, presionó los labios contra los suyos.

Él abrió la boca y le devolvió el beso. Se tomó su tiempo. Seguía con las manos quietas a los lados. Lo único con lo que respondía era su boca.

Vanessa pensó que, definitivamente, ese hombre sabía cómo besar.

Y justo cuando ella estaba a punto de emitir sonidos de frustración, Zac decidió saciar sus necesidades y la envolvió entre sus brazos.

El beso se hizo más profundo, él jugueteó con la lengua entre sus labios hasta introducirla en su boca y unirse a la de ella.

Ella gimió y deslizó los dedos por su pelo. No parecía estar lo suficientemente cerca de él. No parecía tener suficiente.

Cuando finalmente él apartó la boca de la suya, dijo:

Zac: Enrolla tus piernas a mi alrededor.

Ella obedeció y Zac colocó las manos en su trasero para soportar su peso.

En esa posición, su erección presionaba contra su zona más íntima e, instintivamente, Vanessa se frotó contra él.

Él murmuró algo en voz baja mientras se dirigía hacia las escaleras que llevaban a los dormitorios.

Zac: Haz eso otra vez y no llegaremos al dormitorio.

Ella se rió abiertamente.

Ness: ¿Y qué hay del sofá de aquí abajo?

Él se detuvo un segundo y la miró fijamente.

Zac: Quiero verte tendida en mi cama. Quiero ver tu melena sobre mi almohada. Quiero verte, quiero oírte y, lo más importante, quiero saborearte mientras estés tumbada en mi cama.

Ness: ¿Es una orden?

Él se enderezó y siguió caminando hacia las escaleras, levantándola aún más y dirigiéndole una sonrisa.

Zac: No, pero espero haber contestado a tu pregunta. Hay un sofá aquí abajo, pero no vamos a utilizarlo.

Ness: ¿Entonces puedes darte prisa? -bromeó-.

Parecía como si hubiera estado esperando ese momento toda su vida y ahora la necesidad amenazara con destrozarla.

Al fondo del pasillo que había arriba de las escaleras, Zac abrió de una patada la puerta a su dormitorio y, en dos zancadas, cruzó la habitación hasta la cama y se colocó sobre Vanessa.

En ese momento no había pensamientos. La necesidad los consumía a los dos. Eran como dos personas que habían cruzado el desierto y finalmente habían llegado a un oasis.

Vanessa se quitó las sandalias y Zac la ayudó a quitarse la camiseta por encima de la cabeza. Entonces, con un leve movimiento de los dedos, le desabrochó el sujetador.

Zac: Eres perfecta -gimió mirándole los pechos, encumbrados por sus pezones erectos-.

Ness: Son unos pechos normales -murmuró avergonzada-.

Zac: Perfecta -repitió en voz baja-.

Entonces, sin dejar de mirarla, agachó la cabeza lentamente hasta uno de sus pechos. Ella suspiró cuando Zac cerró la boca alrededor de su pezón.

La excitación amenazaba con llevarla con ella mientras veía cómo Zac utilizaba la boca sobre su cuerpo.

Cuando movió la boca al otro pecho, ella le pasó los dedos por el pelo y cerró los ojos. Un deseo infinito se había apoderado de ella, haciendo que sus miembros se estremecieran sin control.

La boca de Zac abandonó su pecho y se colocó sobre sus labios. Ella enredó las manos en su cuello y recibió sus besos con pasión hasta que finalmente él se apartó y se incorporó.

Vanessa abrió los ojos y casi gimió a modo de protesta hasta que vio el deseo escrito en su cara. Se levantó apoyándose sobre los hombros y observó cómo Zac se quitaba la camisa con rapidez y luego se sacaba la camiseta interior por encima de la cabeza.

Su pecho tenía solo un poco de pelo, así que había muy poco que pudiera disimular los músculos que definían su torso y sus brazos.

Lo había visto sin camisa muchas veces a lo largo de los años, cada vez que iba a las fiestas de los Hudgens en la piscina.

En aquellas ocasiones había fantaseado con tocarlo. Y por fin podía deslizar las manos por aquellos músculos.

Zac: Sí, tócame -murmuró-. Hazme arder, petunia.

Ella disfrutaba con el poder que tenía sobre él. Luego puso los labios donde habían estado sus manos, cubriendo su pecho con besos húmedos y calientes.

Él la detuvo un instante para poder quitarse los zapatos y los pantalones. Luego le quitó a ella los vaqueros con un movimiento fluido, llevándose consigo la ropa interior.

Le colocó la mano en la cadera mientras volvían a tumbarse en la cama y sus labios se encontraban de nuevo.

Zac le acarició la pierna y luego deslizó la mano hacia la cara interna del muslo, haciéndola temblar ante la expectativa.

Ness: Ah, Zac...

Zac: Shh -dijo mientras subía la mano hasta donde sus muslos se juntaban-.

Sujetándola, sin dejar de mirarla, introdujo un dedo en su interior.

Ness: ¡Oh!

Zac: Sí -dijo con voz grave-. Quiero oír cómo te gusta, petunia.

Ella se agarró a sus hombros y fue la mirada de posesión de Zac lo último que vio antes de cerrar los ojos y dejarse llevar en una espiral de sensaciones en respuesta al ritmo de su mano.

Ness: ¡Zac!

Cuando Vanessa regresó a la realidad, Zac estaba tumbado a su lado, mirándola, con el brazo doblado y la cabeza apoyada en la mano. Su otra mano dibujaba círculos sobre su muslo.

Ella miró hacia abajo y él siguió su mirada.

Zac: Sí, aún te deseo -dijo con una nota de humor en su voz-.

Ella volvió a mirarlo. Se dio cuenta de que parecía bastante complacido consigo mismo.

Ness: Bueno, gracias por todo -dijo, y trató de incorporarse-.

Pero él se rió y la volvió a tumbar en la cama.

Zac: No tan deprisa, princesa. Creo que tenemos algo pendiente.

Ness: ¿De verdad? -dijo con una fingida inocencia-. ¿Y es...?

En vez de responder, Zac la acercó a él, colocando la boca sobre la suya, y haciendo que volviera a perderse en las sensaciones.

Era el hombre más maravilloso con el que jamás había estado. Su corpulencia hacía que se sintiera pequeña e insignificante, a pesar de su estatura. Su esencia la envolvió.

La besó con fuerza, con ansia. Ella abrió la boca mientras él le separaba las piernas para abrirse camino.

Entonces Vanessa bajó la mano y acarició su erección hasta que él apartó la boca para emitir un gemido de placer.

Zac: Estoy a punto de morir, petunia.

Ness: Eso es lo que esperaba.

Zac: No tienes que esperar nada -dijo, y sonrió haciéndola reír. Zac abrió un cajón de la mesilla de noche y sacó una pequeña caja. Luego se volvió hacia ella y dijo-: Antes de que saques conclusiones precipitadas, voy a decirte que eres la primera mujer a la que he traído aquí. Además no he traído protección conmigo porque me sintiera seguro de mí mismo. Simplemente pensé que estar preparado no sería una mala idea dadas las chispas que han saltado entre nosotros últimamente.

Ella se sintió ridículamente complacida por ser la única mujer a la que había llevado a su refugio. Le quitó el paquete de la mano e, ignorando su cara de sorpresa, le colocó el condón con suavidad.

Zac: Oh, Vanessa -gimió. Luego le estiró las piernas y se colocó en posición-. Última oportunidad, princesa.

En algunos aspectos, parecía que ella había estado esperando ese momento toda su vida. Estaría loca si se retirara en ese momento. Al diablo con las consecuencias. Estaba a punto de descubrir si la realidad estaba a la altura de sus fantasías de adolescente.

Ness: Ni lo pienses, Efron -lo envolvió con las piernas y levantó las caderas-.

Zac gimió mientras la penetraba.

Zac: Ah, petunia.

Ella gritó y luego suspiró.

Él se amoldó al ritmo que ella marcaba, construyendo los dos un baile apasionado mientras la tensión aumentaba hasta conducirla al clímax en una espiral de convulsiones, agarrada con fuerza a los hombros de Zac y sintiendo la leve capa de sudor que había cubierto su cuerpo.

Desde las profundidades de su excitación, lo oyó gemir con fuerza y notó cómo se convulsionaba sobre ella.

Zac regresó a la realidad lentamente. Sentía como si hubiera pasado por un huracán. Estaba agotado. Sentía los músculos débiles tras el clímax. Paradójicamente se sentía más vivo que nunca.

Antes de aquella noche siempre había pensado que la tensión sexual entre él y Vanessa era una señal de que serían dinamita en la cama.

No se equivocaba.

Miró a Vanessa. Tenía los ojos cerrados y una leve sonrisa plantada en los labios.

Lo había vuelto loco. Se preguntaba si se habría resistido tanto tiempo si hubiera tenido alguna pista de que sería así. A pesar de todas las razones que tenía para haberse resistido.

Y ése era el problema. Aquellas razones seguían allí.

Su trabajo era proteger a Vanessa, no irse a la cama con ella. Seguía siendo la hija de la pareja que lo había tratado como a un hijo. Era la hermana pequeña de Scott. Alguien a quien, como el resto de sus hermanos, la había tratado durante años como a una mocosa malcriada.

Cerró los ojos. No podía arrepentirse de lo que acababa de suceder. Había sido la experiencia sexual más gloriosa de toda su vida. ¿Pero qué iba a decirle a Scott la próxima vez que lo viera? «Me he acostado con Vanessa y, mira, ha sido mejor de lo que había imaginado».

Entonces tendría que ver cómo Scott le daba una paliza. Le había pedido que fuera su guardaespaldas, no su amante.

Y sin embargo, la atracción ente ambos había estado latente durante mucho tiempo. Las amenazas que ella estaba sufriendo habían sido la cerilla que había prendido la caja donde habían mantenido guardada su atracción mutua.

Iba a tener que andarse con cuidado, eso era seguro. Entre otras cosas tenía que averiguar, y pronto, quién estaba amenazándola. Después de eso, podría concentrarse en averiguar a qué territorio desconocido habían llevado Vanessa y él su relación.

Volvió a mirarla. Lo admitiera Vanessa o no, lo que habían comenzado aquella noche no había acabado.


Vanessa se despertó con el olor del café recién hecho. ¿Acaso había conectado el temporizador automático de la cafetera?

Se dio la vuelta y abrió los ojos. Los techos de madera le dieron los buenos días. Frunció el ceño, momentáneamente desorientada. ¿Dónde estaba?

Y entonces recordó. La amenaza de muerte en el correo, su acuerdo de ir a Berkshires con Zac a pesar de que su juicio le había dicho que no lo hiciera, su cena íntima, su experiencia en la cama.

Se sonrojó. Desde luego Zac había estado a la altura de sus fantasías.

Se habían despertado en mitad de la noche y habían vuelto a hacer el amor.

Lo más importante de todo era que sabía que aquella noche había visto un lado de Zac que normalmente no dejaba ver a nadie. Había notado la vulnerabilidad al hablar de la muerte de su padre y se había dado cuenta de que sus instintos de protección estaban fuertemente arraigados.

Hacer el amor. ¿Era eso lo que literalmente había sido? Trató de apartar de su mente esa pregunta.

Obviamente la deseaba. Agarró la sábana con fuerza al recordar la demostración de deseo de Zac durante la noche.

Tenía que admitir que su relación había cambiado irrevocablemente. Escuchó pasos en las escaleras.

Gimió. Zac no iba a darle ni un momento para refrescarse y ponerse presentable.

Zac: Buenos días, princesa.

Estaba vestido con una camiseta vieja y unos vaqueros, y el pelo aún estaba húmedo de la ducha.

Zac esbozó una sonrisa. Llevaba una taza humeante en la mano.

Zac: Te he traído un buen chorro de cafeína. Iba a ponértelo bajo la nariz para resucitarte, pero veo que ya estás despierta.

Ella se estiró sobre la cama y extendió las manos.

Ness: Gracias.

Él le entregó la taza y se sentó a su lado.

Zac: Con leche y sin azúcar.

Ness: Mmm -dijo tras dar un sorbo-. Excelente. ¿Cómo lo supiste?

Zac: Hay algunas cosas que he descubierto de ti con los años. Una de ellas es cómo te gusta el café.

Ness: ¿Es parte de tu dossier sobre mí?

Zac: Podría decirse así.

Ness: Mmm -dijo mientras daba otro sorbo-. Gracias por traerme el café. No era necesario.

Volvió a sentir esa timidez tan poco característica de ella. La misma que había sentido por la noche antes de... Al sentir que comenzaba a sonrojarse, trató de pensar en otra cosa.

Zac: En realidad sí era necesario.

Ella levantó una ceja tratando de adoptar la actitud casual que, hasta la noche anterior, le había resultado tan fácil de adoptar.

Zac: Admito que sentía el deseo de verte tumbada en mi cama esta mañana.

Ness: ¿Y qué aspecto tengo? -preguntó sin poder resistirlo-.

Zac: Como una mujer que ha hecho el amor apasionadamente -dijo con fuego en la mirada-. Como imaginaba.

Ness: Estás loco.

Zac: Sí, loco por ti. Aunque he de admitir que saltar sobre ti anoche fue un antídoto bastante bueno contra eso. Al menos temporalmente.

Oh, Dios. Por alguna razón las bromas sexuales de Zac eran más peligrosas que su antiguo tono sarcástico.

Zac: Puede que tenga que tomar el antídoto una vez al día -murmuró, y Vanessa casi se atragantó con el café-. No te preocupes, petunia. A juzgar por lo de anoche, estás más que preparada. Supongo que no debería sorprenderme el hecho de que seamos dinamita en la cama, dado lo acostumbrados que estamos a meternos el uno con el otro.

Ness: Mmm -dijo encogiéndose de hombros, como si él le hubiera dicho algo tan insignificante como qué tiempo hacía fuera-. Supongo que debería sentirme halagada.

Él se puso de pie y sonrió.

Zac: Vístete antes de que me vea tentado de demostrarte lo halagada que deberías sentirte.

Vanessa apoyó la barbilla sobre la mano y miró la lluvia a través de la ventana de la cocina. Sabía que probablemente tendría una expresión bobalicona y de ensoñación, pero había pasado una semana desde que habían regresado de Berkshires y la semana había rozado lo idílico.

Su relación con Zac se había instalado en una rutina mejor. Después de que Zac la recogiera de la oficina, normalmente preparaban juntos la cena y luego trabajaban o veían una película. Se sentía agradablemente sorprendida de descubrir que las habilidades de Zac al cocinar se extendían más allá de las tortitas y las barbacoas.

Zac: Necesidad -había dicho con una sonrisa-. Un tipo soltero que vive solo, cocina o se muere de hambre. Tras un tiempo se hace aburrido comer de una lata.

Ella había puesto una cara y él se había reído.

Vanessa también había descubierto que sus gustos cinematográficos diferían. A él le gustaban las películas de aventuras y acción mientras que ella prefería las comedias románticas, así que se habían asentado en los dramas legales con una subtrama romántica.

Sus veladas normalmente terminaban a la luz de las velas de su habitación. Había sido alucinante ver a Zac invadir una habitación tan salvajemente femenina.

A pesar de las amenazas que rondaban por su cabeza, la pasada semana la había dejado con un sentimiento de plenitud y de bienestar que nunca había experimentado.

Sabía que corría el peligro de enamorarse de él. Pero en vez de sentirse alarmada, se sentía feliz.

No cabía duda de que Zac la deseaba. Su cara se sonrojaba cada vez que recordaba los diferentes modos en que lo había demostrado. Y, como una vez le había dicho a su cuñada cuando pensaba que estaba teniendo problemas con Scott, que el deseo a veces era el camino hacia el amor.

Si Zac no la amaba todavía, al menos podría llegar a darse cuenta de que tenía unos sentimientos más profundos por ella. Sobre todo si el futuro iba a ser como la pasada semana.

Volvió a mirar al cielo de aquel sábado por la tarde. La lluvia no había cesado y Zac no había regresado de su reunión de negocios. Llevaba esperándolo una hora para ir a hacer algunos recados, entre los que se encontraba comprar más comida.

Llevaba todo el día planeando una cena a la luz de las velas. Los dos solos, brindando con sus copas de vino, saboreando su ensalada de pera, el faisán, la crema de espinacas y los tomates al horno.

La ensalada estaba en el frigorífico, los ingredientes para la crema de espinacas listos par mezclar y el faisán y los tomates preparados para meter al horno en cuanto Zac regresara.

Miró el reloj. Las seis y media. ¿Dónde estaría? Su reunión debía de haberse alargado.

Se preguntaba si tendría tiempo de salir antes de que regresara. La mayoría de la comida que necesitaba podía esperar al día siguiente, pero había descubierto que le faltaban algunos ingredientes para el pastel que quería hacer de postre.

Volvió a mirar el reloj y se mordió el labio. Podría salir corriendo al supermercado y volver en nada de tiempo. Zac ni siquiera tendría que enterarse.

Acabó por decidirse, tomó un papel y escribió una nota por si acaso Zac regresaba antes que ella. “He ido al supermercado. Vuelvo pronto”. Usó cinta adhesiva para pegar la nota al espejo de la entrada. Luego agarró su bolso.

Como había imaginado, no le llevó nada de tiempo llegar al supermercado. Debido a la lluvia, había menos gente que de costumbre.

Cuando salió fuera de nuevo, la lluvia había cesado, pero el cielo gris y la niebla hacían que todo pareciese oscuro y tenebroso.

Comenzó a cruzar el aparcamiento en dirección a su casa, sujetando con fuerza las dos bolsas y el bolso.

Divisó el coche y se dio cuenta una vez más de que la nueva pintura, que le había costado un dineral, había conseguido cubrir las pintadas que le habían hecho semanas atrás.

Sin embargo algo parecía extraño. Al acercarse se dio cuenta de que la parte de atrás del coche estaba ligeramente inclinada hacia abajo.

¿Habría tenido un pinchazo?

Dejó las bolsas en el suelo, caminó entre su coche y el que estaba aparcado al lado, y se inclinó para inspeccionar el neumático trasero.

Había un corte limpio en la goma. El corazón le dio un vuelco.

Alguien le había pinchado el neumático.

Oyó un coche acercándose a ella y automáticamente se puso en pie.

Sonó un disparo, seguido casi al instante de otro. Se agachó justo cuando el parabrisas crujió.

El corazón le iba a mil por hora mientras pensaba en algún modo de salir de aquello. Fuera quien fuera el que hubiera disparado, había pasado con el coche por delante de ella, pero eso no significaba que no pudiera dar la vuelta y volver a intentarlo.

Se incorporó ligeramente arriesgándose a mirar el color y el modelo del coche que conducía el asaltante, pero no vio nada.

Ness: ¡Socorro! ¡Que alguien llame a la policía! -gritó mientras buscaba su móvil en el bolso-.

Entonces escuchó pisadas en el pavimento y se agachó más.

**: ¡Vanessa, por el amor de Dios, agáchate!

Era la voz de Zac que le gritaba mientras corría. Entonces se oyó el sonido de un coche que salía disparado del aparcamiento derrapando con los neumáticos.

Zac: ¡Maldición! -exclamó-.

Siguió maldiciendo mientras se acercaba a Vanessa.

Ella se puso en pie, quitándose el pelo de la cara, y salió de entre los coches.

Zac: He tratado de ver quién era, pero estaba demasiado lejos.

Vanessa deslizó la mirada hacia abajo y vio la pistola que Zac llevaba en la mano. ¿De dónde la había sacado?

Cuando volvió a levantar la mirada, se fijó por primera vez en la cara de Zac.

Parecía estar verdaderamente furioso.




¡Un tiroteo! Pobre Ness, por poco la matan. Menos mal que apareció Zac. Miedo me da de como reaccione ahora, porque ya imagino porqué está furioso.

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Oh pero que increíble capítulo
Ya lo dije mucho pero que buena novela
Pobre ness por poco y la matan
Síguela pronto
Me encanta la relación de ellos
Saludos

Unknown dijo...

Que gran capitulo!
Si que son dinamita ellos dos, son tan lindos juntos.
Pobre Ness.. Menos mal que Zac apareció justo a tiempo. Y se va a enojar muchísimo.
Me encanto el capitulo




Sube pronto

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