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jueves, 16 de julio de 2015

Capítulo 10


Vanessa estaba en su cocina fingiendo hacer cosas, aunque en realidad se sentía decaída y apática.

Zac estaba arriba haciendo las maletas, aunque aún quedaban muchas cosas sin resolver entre ellos. A pesar del hecho de que ella no quería que se fuera.

Unas semanas atrás habría dicho que la idea era ridícula. Pero unas semanas antes no habían convivido juntos, no habían tenido noches de sexo apasionado, no se había enamorado de él. Se había colado en su corazón, si es que alguna vez se había marchado.

El hecho de que se hubiera negado a cobrar por su trabajo protegiéndola le daba cierta esperanza. Había habido una época en la que ver a Zac haciendo eso voluntariamente habría sido una evidencia más del sentimiento de sobreprotección que tenía el resto de la familia. Pero dado lo que sabía de él, pensaba que no era más que otra manera de demostrar que le importaba.

Zac protegía a aquéllos que le importaban. Tenía que ver con ser el hijo de un oficial de policía asesinado cumpliendo con su deber, tenía que ver con los proyectos de la comunidad en su antiguo barrio.

Por supuesto, el hecho de que viera a los Hudgens como a una familia explicaba gran parte de por qué se había ofrecido a hacer su trabajo gratis. Simplemente lo consideraría un favor a la familia.

Sin embargo había una parte de ella que se negaba a creer que ésa fuese toda la explicación, al menos esperaba que hubiese más. Porque no solo había ofrecido los servicios de su compañía gratuitamente. Además había insistido en protegerla él mismo cuando podía haber delegado en alguien, lo cual seguramente habría sido lo más lógico puesto que lo más probable era que ya tenía suficiente con ocuparse de la compañía.

Cuando pensaba que Scott le estaba pagando, había imaginado que su hermano habría insistido para que se ocupara personalmente del asunto. Pero resultaba que había sido Zac el que había insistido. Le gustaba pensar que había sido porque le importaba, porque la deseaba... y más.

La pregunta de Scott resonó en su mente una vez más. «¿Por qué no se lo preguntas?».

Al escuchar un ruido sobre su cabeza miró hacia el techo. Zac estaba arriba empaquetando y ella estaba allí abajo nerviosa y temerosa. Sentía mariposas en el estómago al pensar en la conversación que debería tener con él, pero una timidez inexplicable hacía que aquello fuese sumamente difícil.

Molesta consigo misma, tiró el trapo con el que había estado limpiando la encimera.

Mientras subía las escaleras pensaba en lo que podría decirle. «¿De repente se me ha ocurrido que te quiero?» «¿Puede que nuestra relación sea un error pero es un error que quiero seguir cometiendo toda mi vida?».

Quizá debía empezar con un «no te vayas». «No te vayas, por favor. No te vayas».

Caminó por el pasillo y se detuvo frente a la puerta abierta de la habitación de invitados. Zac estaba metiendo unos vaqueros en la maleta. Se le aceleró el corazón.

Parecía duro y severo, e increíblemente sexy. Con una camisa azul claro y unos vaqueros proporcionaba una imagen de sensualidad informal.

Levantó la cabeza y, al verla en la puerta, se detuvo un instante, dobló las camisetas que tenía en la mano y continuó empaquetando.

Zac: Si has venido para hacer el baile de la victoria mientras me marcho, llegas un poco pronto. Todavía me queda un rato.

Ness: No estoy aquí por eso -dijo mientras entraba en la habitación-.

Zac: ¿De verdad? -preguntó tras dejar de hacer la maleta-. ¿Entonces por qué estás aquí, petunia?

Ella se mordió el labio y juntó las manos.

Ness: Porque quería darte las gracias. Y disculparme.

Zac: ¿Gracias por qué? -preguntó levantando una ceja-.

Ness: Por ayudarme -dijo tras tomar aliento-. Por capturar a Kendall.

«Por defenderme delante de mi familia, por hacer que me enamorara de ti».

Zac: ¿Y disculparte por qué?

Ness: Por hacértelo pasar mal desde el principio.

Zac: Ésa es la segunda disculpa que he obtenido de ti en dos semanas, princesa -dijo con una sonrisa irónica-. Debe de ser un récord.

A pesar de sus buenas intenciones, Vanessa se encontró a sí misma irritándose por el tono burlesco de sus declaraciones. Y, francamente, era más fácil tratar con él desde el escudo que le proporcionaba el enfado. Cobarde.

Ness: ¿Y qué hay de la disculpa que me debes tú a mí? No he oído salir ninguna de tus labios, Efron.

Zac: Está bien -dijo con un suspiro-. Voy a seguirte el juego. ¿Disculpa por qué? ¿Por acostarme contigo?

Ella apretó los labios.

Ness: Me engañaste adrede con lo de tus servicios de seguridad. Scott no te contrató. Te ofreciste voluntario.

Él se cruzó de brazos y asintió.

Zac: Está bien, lo admito. Soy culpable de haber hecho eso. Lo siento. ¿Es eso todo lo que has venido a decir aquí?

Ness: ¿Por qué?

Zac: ¿Por qué, qué?

Ness: ¿Por qué te ofreciste voluntario?

Él pensó por un instante antes de contestarle con cara inescrutable.

Zac: Simplemente hice lo que le había dicho a Scott que haría, que era garantizar tu seguridad.

Ness: No. Quiero decir que ¿por qué te ofreciste voluntario cuando Scott podía haberse permitido contratarte? ¿Y por qué te presentaste tú cuando podía haber mandado a cualquiera de los expertos que engrosan tu plantilla? ¿Por qué insististe en quedarte cuando no tenías ninguna obligación de hacerlo?

Por fin lo había dicho. Él descruzó los brazos.

Zac: Creo que conoces la respuesta a esas preguntas -dijo con suavidad-.

Ness: No, no la conozco -dijo levantando la barbilla desafiante-. ¿Por qué no me lo aclaras?

Zac: ¿No tienes ninguna teoría?

Vanessa sintió un vuelco en el estómago cuando Zac comenzó a acercarse a ella.

Ness: ¿Acaso le estabas haciendo un favor a un amigo al cual considerabas como a tu familia?

Él asintió y pareció reflexionar sobre ello.

Zac: Ésa sería una teoría. ¿Te la crees?

Ness: ¿Es cierto?

Zac: No.

Ella se alejó pero Zac siguió acercándose.

Zac: No diría que ésa fuera una de mis principales motivaciones, por mucho que me guste tu familia.

Vanessa bordeó la cama y se encontró con la espalda contra la pared.

Ness: Entonces puede que no te gusten tanto -dijo casi sin aliento-.

Zac colocó un brazo contra la pared cerca de su cabeza y luego le acarició la mejilla con los nudillos de la otra mano.

Zac: Quizá me gustes más tú.

A Vanessa le dio un vuelco el corazón. Había dicho «gustar», no «amar».

Trató de apartarse de él pero Zac la agarró del brazo y le dio la vuelta. Ella sintió la pared contra su espalda segundos antes de que Zac la besara.

Fue igual que siempre entre ellos. Una alta dosis de deseo y necesidad que recorría su cuerpo. Su sentido común y la conciencia de todo aquello que los rodeaba desaparecían mientras ella se volvía extremadamente sensible a su tacto, a sus labios, a su cuerpo presionado el suyo.

Vanessa rompió su abrazo para colocarle los brazos alrededor del cuello, devolviéndole los besos con el ardor que había estado guardando en su interior.

Tan pronto como él sintió su respuesta, gimió e hizo el beso más profundo. Comenzó a mover las manos de arriba abajo por su cuerpo antes de que una de ellas se deslizara por su pierna para agarrarle las nalgas y pegarla más a él, dejándola sentir su erección.

Finalmente separó su boca de la de ella y se apartaron el uno del otro. Los dos respiraban entrecortadamente. Él parecía tener la capacidad de regresar al punto en el que lo acababan de dejar, que no era muy lejos de donde ella se sentía.

Zac habló primero.

Zac: Eres con diferencia la mujer más frustrante que jamás he conocido, petunia.

Ness: Lo mismo digo.

Y entonces su cara perdió esa expresión sardónica de sorpresa que lo caracterizaba y lo que pudo ver Vanessa entonces la dejó casi sin aliento.

Zac: ¿Vas a hacerme decirlo, princesa? -preguntó, e hizo una pausa sin dejar de mirarla, para que ella no pudiera desviar la mirada-. La razón por la que me ofrecí voluntario era porque la idea de pensar que algo pudiera ocurrirte me destrozaba. Quería matar al bastardo que te estaba aterrorizando.

Ness: Zac...

Zac: No, déjame acabar -dijo con ferocidad-. Puede que yo nunca sea tan fino como esos chicos del club de campo, pero tengo mucho dinero actualmente. No podrías gastártelo todo incluso aunque lo intentaras.

Ella asintió. Una felicidad mareante estaba creciendo y extendiéndose por su cuerpo. No por el comentario del dinero, sino porque Zac estaba desnudando su alma allí mismo.

Zac: Lo más importante, hay toneladas de química entre nosotros. El tipo de química que mucha gente se tira una vida entera buscando y no encuentran.

Ella volvió a asentir, sintiendo que se le derretía el corazón.

Zac: Y estoy seguro de que no vas a encontrar a un hombre que te quiera más que yo. Porque no es posible. Estoy tan enamorado de ti que me duele.

La amaba. La confesión fue tajante y concisa, como lo era Zac, y ella ya no pudo preguntar nada más. Unas lágrimas inesperadas se le acumularon en los ojos.

Zac le dirigió otra mirada feroz.

Zac: Así que acostúmbrate, petunia. Por ahora estás bajo la protección de este magnate.

Ness: ¿Puedo decir algo? -preguntó casi temerosa-.

Zac: Solo si es lo que quiero escuchar. ¿Estás preparada para decir las palabras, petunia? Porque si no lo estás... puedo ser muy convincente.

Ness: Dios, Efron -dijo parpadeando con rapidez-. Vas a hacerme llorar.

Él le secó una lágrima con el dedo y dijo:

Zac: ¿Lágrimas por mí?

Ness: Sí. Eres el ser más irritante y molesto que he conocido... y te quiero. Loca y apasionadamente.

Él sonrió con una felicidad genuina que inundaba su cara.

Zac: Yo diría que la locura y la pasión resumen nuestra relación.

Ness: Nunca nos aburriremos -convino-.

Zac: No puedo creer que permitieras que me fuera hoy.

Ness: No puedo creer que realmente estuvieras planeando marcharte.

Zac: Incluso aunque lo hubiera hecho, ya se me habría ocurrido un plan para regresar.

Ness: ¿Ah, sí? ¿Y qué plan habría sido ése?

Zac: Seducirte y ser tan pesado que habrías acabado dándote cuenta de que estamos hechos el uno par el otro.

Ness: De eso me di cuenta hace mucho tiempo.

Zac: Cuenta -dijo sorprendido-.

Dado que estaban siendo completamente honestos, Vanessa supuso que debía decirle la verdad.

Ness: Estuve colgada de ti cuando era una adolescente.

Zac: Eso si que es difícil de creer -dijo riéndose-.

Ness: Créelo -dijo con firmeza-. ¿Por qué si no crees que estaba en el bar aquella noche? ¿Por qué crees que me resultó tan humillante que fueras tú y no otra persona la que se lo dijera a mis padres?

Zac: ¿Estabas allí porque pensabas que yo estaría allí? -preguntó visiblemente sorprendido-.

Ella asintió.

Ness: Pensé que, si me comportaba como una adulta, entonces pensarías que lo era. En vez de eso, me llevaste a casa como si fuera un saco de patatas.

Él meneó la cabeza.

Zac: Si hubiera sabido que estabas allí por mí, no sé si habría sido capaz de resistirme hasta ahora.

Entonces fue el turno de Vanessa para mostrarse incrédula.

Ness: Pensé que habías hecho un gran trabajo actuando como si yo fuera completamente resistible.

Zac: «Actuando» es la palabra clave. Con los años se hizo cada vez más fácil tratarte como a una niña consentida. Significaba que no tenía que analizar mis sentimientos demasiado.

Ness: Dijiste una cosa en la cocina después de que me empapara con el agua.

Zac: Sí, ¿cómo voy a olvidarlo? -dijo con una sonrisa-.

Ness: Hablaste de lo que siempre había habido entre nosotros. Entonces pensé que sabías lo de mi enamoramiento adolescente.

Zac: No -dijo negando con la cabeza-. Me refería a la electricidad que hay en el aire cada vez que estamos en la misma habitación.

Ella estiró la mano para acariciarle la mandíbula y recorrer con el dedo la cicatriz de su barbilla.

Ness: ¿Por qué nunca dijiste nada?

Él suspiró pero sus ojos no dejaron de mirarla intensamente.

Zac: Eras la hermana pequeña de mi amigo. La niña de una familia adinerada. La hija de una gente que me había tratado como a un hijo. No se puede traicionar ese tipo de confianza.

Ness: A veces desearía que no pensaran en mí como alguien tan preciado -murmuró-.

Sin embargo tenía que respetar el código de honor de Zac. Se dio cuenta de que ésa era una de las razones por las que lo amaba.

Zac: Lo sé, petunia -dijo girando la cabeza para besarle la palma de la mano-. Pero es solo porque se preocupan por ti.

Ness: Yo te metí en el mismo saco que a ellos, lo sabes. Luego me di cuenta de que lo que consideraba como un sentimiento prepotente de sobreprotección no era más que una manera de demostrar que te importaba.

Zac: Oh, claro que me importabas -dijo tras darle un beso en los labios-. ¿Pero cómo te diste cuenta de eso?

Ness: Fue la noche en Berkshires. Cuando estuviste hablando de tu padre y de cuando volviste a tu antiguo barrio para intentar que la vida de la gente fuera más segura. Me di cuenta entonces de que así demostrabas que te importaba. Protegiendo a la gente y a las cosas que quieres.

Él sonrió y negó con la cabeza.

Zac: Antes de que me des demasiado crédito, he de decir que contigo sí que utilicé algunas técnicas un tanto prepotentes.

Ness: ¿No me digas? ¿Te refieres a haber conseguido la llave de mi casa gracias a Scott? ¿O a haberte instalado cuando te dije que te esfumaras?

Zac: Sí, eso. En mi defensa diré que fue solo porque me daba mucho miedo que pudiera pasarte algo. Pero tenías razón al decir que no te estaba dando el crédito que merecías. Si quieres continuar trabajando en la oficina del fiscal...

Vanessa le puso un dedo sobre los labios.

Ness: Shh. -Sabía lo duro que era eso para él. Habiendo perdido a su padre, habría sido muy duro para él ver a alguien más que apreciaba en peligro-. Me enseñaste a no ser tan perezosa con respecto a mi segundad y tenías razón. Pensé que había hecho un buen trabajo apuntándome a clases de defensa personal. La verdad es que fui un poco arrogante. Me había criado en una familia agradable en una comunidad tranquila y nunca me había pasado nada realmente malo. Al menos nada tan malo como tener un padre asesinado por un ladrón.

Él relajó los hombros. Era evidente que estaba contento de que ella comprendiese esa parte de su naturaleza.

Ness: En cuanto a lo de la oficina del fiscal, voy a tomarme cada cosa a su tiempo. Ahora que Kendall ha sido detenido, la amenaza inmediata se ha ido. No sé cuánto tiempo seguiré con este trabajo -admitió-, pero sé que, por ahora, es ahí donde quiero estar.

Zac: No puedo prometer que lo consiga, pero intentaré mantener mis instintos de protección guardados bajo llave.

Ella le sonrió, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban de nuevo.

Ness: Eso es todo lo que pido. Y, por cierto, ¿qué fue lo que te convenció para llevar nuestra relación a otro nivel cuando, como has dicho, estabas preocupado por estar traicionando la confianza de mi familia?

Zac: El hecho de que alguien estuviese amenazándote. Cuando me di cuenta de que podía ocurrirte algo, supe que no me lo perdonaría si al menos no trataba de explorar lo que había entre nosotros. Aunque, en última instancia, he de decir que no estoy seguro de que la decisión fuera tan consciente. Sabía que mudarme contigo iba a poner a prueba mi resolución de no ponerte las manos encima, y tenía razón. Una vez que me hube mudado, una cosa llevó a la otra...

Ness: Porque saltan chispas entre nosotros.

Zac: Exactamente.

Ness: Bueno, quiero dejar claro que no pensaba que estuvieses por debajo de mí. Como tú, yo también tengo mis mecanismos de defensa. Hasta el punto de que, cuando me llamaste princesita consentida, decidí intentar comportarme como tal, y de la manera más ofensiva posible.

Zac: ¿Considerando lo nuestro como un error, por ejemplo? -preguntó alzando las cejas-.

Ness: ¿Es eso lo que creías que quería decir?

Zac: Me pareció lógico -dijo encogiéndose de hombros-.

Ella negó con la cabeza.

Ness: Lo que quería decir realmente era que, si seguías considerándome como a una adolescente impetuosa, entonces no pensaba que tuviéramos la base para una relación basada en el respeto y la confianza mutuos.

Él la miró fijamente a los ojos y dijo:

Zac: Tienes mi confianza y mi respeto. Y mi amor. No lo dudes nunca -entonces le tomó la mano y la condujo hacia la cama-.

La observó con ansia mientras se quitaba las sandalias y los pantalones. Luego se quitó la camiseta blanca por encima de la cabeza, quedándose solo en ropa interior.

Ness: ¿Es que tú no vas a quitar nada?

Zac: Mmm -respondió mientras se acercaba para acariciarle los hombros-. Dado que solo llevas las bragas y el sujetador, no me queda mucho donde elegir.

Vanessa se rió.

Ness: Zac, no me refería a eso.

Zac: Pero creo que empezaré con el sujetador -continuó antes de desabrochárselo con un rápido movimiento de dedos-.

Entonces sus ojos se oscurecieron con el deseo.

Ness: Ahora es tu turno -dijo tras dejar caer el sujetador al suelo-.

Él se desabrochó los pantalones y se bajó la cremallera. Ella lo ayudó a bajarse los vaqueros y los calzoncillos mientras él se quitaba los zapatos y luego se sacaba la camisa por encima de la cabeza

Mientras se levantaba tras haberlo ayudado con los pantalones, Vanessa estiró la mano y acarició su erección.

Zac: Ah, petunia -dijo casi sin aliento-.

Ness: Ámame -dijo con voz grave-.

Inclinándose hacia la cama, Zac hizo un movimiento rápido con el brazo para quitar de en medio su maleta y tirarla al suelo. Luego levantó a Vanessa con facilidad, como si no pesara nada, y la depositó sobre la cama antes de tumbarse a su lado.

Deslizó la boca sobre su pecho, haciéndole sentir espasmos de placer, antes de cambiar al otro pecho y hacer lo mismo. Finalmente, cuando ella pensaba que no podía aguantarlo más, Zac levantó la cabeza y le dio un beso largo y profundo.

Sus manos la acariciaban, encontrando sus zonas erógenas, haciéndola gemir.

Ness: Zac...

Zac: Sí -dijo mientras le cubría de besos el cuello-.

Ella le acarició la espalda y deslizó las manos sobre sus músculos, notando cómo se endurecían bajo sus dedos.

Ness: Por favor.

Él se inclinó sobre su cuerpo y la tocó. Su respiración era cada vez más entrecortada, su deseo más incontrolable, hasta que Vanessa gimió, se arqueó y lo acercó a su cuerpo.

Entonces se puso un condón y se colocó sobre ella, dándole un beso antes de penetrarla con un gemido.

Ness: Oh, Zac.

Comenzaron a moverse juntos, lentamente al principio y luego más rápido, mientras el mundo dejaba de existir a su alrededor.

Al llegar al clímax simultáneamente, el mundo de Vanessa explotó en una serie de espasmos de placer seguidos de un sentimiento de plenitud y felicidad total.

Después se acurrucó junto a Zac.

Zac: Eres una maravilla -murmuró. Ella se rió-. Vanessa -añadió-.

Ness: ¿Sí?

Zac: ¿Te casarás conmigo?

Ella levantó la cabeza y lo miró.

Ness: ¿Quieres decir que si voy a pasarme el resto de mi vida discutiendo contigo? ¿No estando de acuerdo con tus afirmaciones? ¿Siendo una espina clavada en ti?

Él arqueó una ceja.

Zac: Sí, eso suena bien.

Ella sonrió sabiendo que su cara estaría brillando de felicidad.

Ness: Sí, me casaré contigo.




Awwww! ¡Qué bonito! Por fin se han dicho lo que sienten. Siempre todo en el último momento XD

¡Aún queda el epílogo!

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Oh que lindo capítulo
Alfin se dijeron sus sentimientos
No quiero que esta novela termine
Fue muy buena y aun falta el epílogo
Novelas como estas me hacen pasar un buen rato
Saludos y siguela pronto

Unknown dijo...

Por dios! Que amor de final!!!
Lo ame tanto pero tanto y al fin se dijeron todo lo que sienten.
Fue muy hermoso. Lo ame lo ame.




Sube pronto

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