topbella

miércoles, 8 de julio de 2015

Capítulo 7


Mientras conducían de vuelta a la casa, Zac mantuvo el control. Pero solo porque tenía que hacerlo.

Acababan de terminar de hablar con la policía, que había recuperado un par de balas poco comunes de la escena. Con suerte la policía pronto tendría alguna teoría sobre el calibre y el modelo de la pistola que había utilizado el asaltante.

Por desgracia, en el parking no había nadie a la hora del tiroteo, probablemente debido al mal tiempo. De las dos personas que la policía había interrogado y que habían visto el coche, una decía que era gris, mientras que la otra aseguraba que era azul.

En cualquier caso, Zac dudaba que el asaltante fuera tan estúpido como para usar un vehículo con una matrícula que pudiera delatarlo, aunque se aseguraría de que la policía, al igual que sus hombres, se ocupara de ello.

Por otra parte, el perfil que Vanessa y él habían hecho sobre el agresor no servía ya para nada.

El asaltante había pasado de las amenazas al vandalismo de la propiedad. Había demostrado que estaba lo suficientemente desesperado como para intentar un ataque directo contra Vanessa.

No solo eso, sino que aparentemente había rajado el neumático de Vanessa antes de disparar, para hacerle más difícil la huida.

Zac no estaba convencido de que las pistas señalaran hacia algún miembro de la banda de Tayler. Y se inclinaba más hacia Kendall. El asaltante de Vanessa, por suerte, no tenía buen tino. Mientras que era posible que el incidente hubiera sido planeado como un tiroteo perpetrado por una banda, el hecho de que el trabajo hubiera salido mal levantaba serias dudas en la mente de Zac.

En cuanto había regresado a casa y había visto la nota de Vanessa, había salido tras ella, tratando de localizarla con el móvil y sin tener éxito. Al llegar al parking había girado a la izquierda frente al supermercado, y nada más bajar del coche había oído el primer disparo. Había sentido un miedo que lo había dejado helado mientras sacaba su propia pistola.

Giró la cabeza y vio a Vanessa sentada en el asiento del copiloto. Estaba mirando al frente, aún parecía agitada.

El silencio reinó entre ellos hasta que llegaron a la casa. En ese momento Zac decidió que era el momento de conseguir algunas respuestas.

Zac: Creo recordar haberte dicho que te quedaras en casa -dijo secamente-. Corrígeme si me equivoco, pero salir al supermercado no me parece a mí quedarse en casa.

Ness: Te retrasabas -respondió con cierta irritación-. Y, en cualquier caso, me niego a estar prisionera en mi propia casa.

Zac: De acuerdo -dijo mientras la seguía hacia el salón-. Parece que prefieres acabar muerta.

Vanessa se detuvo y lo miró con ira.

Ness: Eso es demasiado tajante. En cualquier caso, aunque hubieses estado conmigo, también podían haberme disparado.

Zac: Cierto, pero se trata de probabilidades, princesa, y habría sido menos probable. Él, o quienquiera que fuera el que te disparó, se lo habría pensado dos veces si hubiera visto que tenías seguridad.

Ness: ¿Desde cuándo llevas una pistola?

Zac: ¿Qué te crees que significa estar en el negocio de la seguridad, petunia? Claro que tengo una pistola.

No añadió que era considerado un buen tirador. Sus clientes esperaban de él que les proporcionara seguridad plena, y eso implicaba usar una pistola si era necesario. Por suerte nunca había sido necesario, hasta ese día, porque solía usar otros medios para conseguir resultados.

Ness: Y no me puedo creer que persiguieras a ese loco. Podría haberte matado.

¿Acaso estaba preocupada por él? En otras circunstancias se habría sentido halagado, pero en ese momento seguía furioso por el modo en que Vanessa había ignorado sus instrucciones.

Zac: Entonces ¿por qué saliste? ¿Qué era tan importante que no pudiera esperar a que regresara? Al menos podías haberme llamado al móvil.

Ella se quedó quieta, sin mirarlo, pero entonces giró la cabeza y lo miró. Parecía avergonzada, aunque eso no tenía sentido.

Zac: ¿Qué? -insistió-.

Ness: Estaba planeando una cena romántica -dijo finalmente-. Para dos. Necesitaba algunos ingredientes.

Aquel argumento lo dejó perplejo. ¿Era eso? ¿Ése era el recado importante que le había dicho a la policía? A él no le habría importado comer cartón si con eso ella se hubiera quedado en casa.

Lo único bueno que había salido del tiroteo era que a partir de ese momento, la policía estaría frente a la casa cada vez que Vanessa estuviera dentro. Se estaban tomando más en serio las amenazas.

Aun así, la declaración de Vanessa había revelado una desagradable verdad: ambos se habían centrado más en explorar aquella recién encontrada química sexual entre ellos que en mantenerla a salvo.

En vez de considerarlo como a un guardaespaldas cuyas órdenes habrían de ser seguidas al dedillo, Vanessa pensaba en él como un amante que no se pondría furioso con ella necesariamente si desobedecía sus órdenes. Había salido de casa y puesto en peligro su vida porque estaba planeando sorprenderlo con una cena romántica.

Por su parte, por mucho que había estado tratando de convencerse de lo contrario, acostarse con ella lo había cambiado todo. Él no era el experto con la cabeza fría que tenía que ser en las situaciones de peligro. Por el contrario, había implicado sus emociones porque la idea de que algo pudiera pasarle a Vanessa lo desconcertaba.

Zac: ¿Es eso? ¿Sales corriendo a la tienda para poder hacer la cena? -preguntó mientras se pasaba la mano por el pelo-. ¿Dónde está tu sentido común?

Ness: Obviamente en el lugar equivocado -dijo cruzándose de brazos-, ya que estaba pensando en cocinar para ti. Evidentemente estaba perdiendo el tiempo.

Zac: Sigues siendo la misma cabezota de siempre, ¿verdad? ¿Cuándo vas a aprender a pensar antes de actuar?

Ness: Bueno, ahora estoy pensando -dijo con frialdad descruzando los brazos-. Y lo que pienso es que llevar nuestra relación un paso más allá fue un error. Debí haberlo sabido.

¿Debía haberlo sabido? Diablos, él debía haberlo sabido. Debería haberlo pensado mejor antes de involucrarse con ella.

Él y Vanessa venían de mundos diferentes, y había sido un tonto por haberlo olvidado aunque solo fuera un minuto. Ella era la hija de una familia adinerada y él siempre sería el tipo que salió de la miseria de los barrios del sur de Boston.

Incluso después de Harvard, incluso después de más de diez años construyendo una empresa multimillonaria, seguía siendo como antes. Su acento del sur de Boston salía si no tenía cuidado. Y francamente, no se mezclaba con la gente del club de campo y nunca lo haría.

Zac: Puedes intentar pensar que he sido un error, pero somos dinamita en la cama.

Ness: Vete a la...

Zac: Apuesto a que los chicos guapos del club de campo no han hecho tan buen trabajo a la hora de satisfacerte, ¿verdad, petunia? De otro modo no estarías dispuesta a pasar una noche loca con un tío que ha visto lo peor de la vida.

Ness: Es cierto, Efron, y me alegra que te hayas dado cuenta, porque eso es lo que has sido. Un jugueteo agradable. No alguien con quien me plantearía tener una relación de verdad.

Él la agarró del brazo obligándola a mirarlo, pero Vanessa se liberó de su mano.

Ness: ¡Déjalo! -dijo con ira en los ojos-.

Ignorando su petición, la siguió por el pasillo hacia la parte trasera de la casa. No habían terminado. No soportaba que ella tratase de calificarlo como una aventura sin importancia.

Vanessa entró en la cocina y se dirigió al fregadero.

Zac: Maldita sea, no hemos terminado.

Ness: Oh, claro que hemos terminado -dijo sin girar la cabeza mientras comenzaba a fregar un vaso-. Hemos terminado, se acabó.

Zac: Si eso es lo que crees, petunia, entonces los duendes viven al final del arco iris.

Ness: Lo que creo, Efron -dijo girándose-, es que necesitas que te bajen los humos.

Un chorro de agua fría lo golpeó en la cara antes de poder reaccionar.

Zac: ¡Pero qué...! -exclamó, y levantó los brazos para protegerse la cara mientras caminaba hacia ella-.

Los dos forcejearon con la manguera del fregadero mientras el agua los empapaba a ambos, hasta que Zac consiguió quitársela de las manos.

Estaba a punto de decirle exactamente lo que sentía, pero entonces se fijó en la parte delantera de su camisa blanca, que estaba pegada a ella, haciendo visibles su pezones a través del sujetador y de la tela.

Se le calentó la sangre.

Ella levantó los brazos para taparse.

Zac: No -murmuró-.

Ness: Al infierno, Efron -susurró-. Yo no quiero esto.

Zac: Si lo queremos o no parece estar fuera de toda discusión. Hay algo entre nosotros y siempre lo ha habido.

Vanessa meneó la cabeza salpicándolos a los dos.

Ness: No sé lo que quieres decir.

Zac: Mentirosa -dijo suavemente. Estaban prácticamente pegados. Él deslizó la mirada hacia su boca, que se separó ligeramente para respirar-. Eso es, cariño -añadió-. Déjame ver cómo te sientes.

Ness: Vete a la...

Zac agachó la cabeza en ese momento y se tragó el resto de la frase con un beso desesperado, tan desesperado como su deseo.

Aún seguía excitado por la adrenalina que se había desatado en el parking, solo que en esa ocasión la realidad de su experiencia cercana a la muerte se mezclaba con el alivio, y canalizaba esa energía hacia el deseo sexual. Ni siquiera el hecho de comprender qué era lo que tanto lo provocaba era suficiente para que su inteligencia venciera a sus instintos más primitivos.

Ella gimió en sus brazos, enredando las manos en su pelo.

Zac la sentó sobre la encimera, colocándose entre sus piernas mientras se le subía la falda.

Sus bocas calientes se mezclaron con besos desesperados. Él ansiaba estar dentro de él, dar rienda suelta a la frustración buscando la liberación sexual que allí lo aguardaba.

Levantó la cabeza y le sacó la camisa por fuera de la falda, desabrochándole los botones en su necesidad por librarse de ella.

Cuando le hubo quitado la camisa, inclinó la cabeza para acercar la boca a uno de sus pezones a través del sujetador.

Ness: ¡Zac!

Zac pasó la boca al otro pecho y le colocó la mano en la espalda.

Sintió sus dedos enredándose en su pelo, a la vez que se le aceleraba la respiración.

Ness: Por favor -susurró-.

El deseo de Vanessa lo excitaba aún más.

Levantando la cabeza, Zac dejó que ella le sacara la camisa por fuera de los vaqueros.

Sus movimientos eran feroces y desesperados mientras ambos intentaban quitarle la camisa empapada.

Cuando la camisa cayó al suelo, Zac se dio cuenta de que no iban a poder esperar mucho más.

Zac: Espera -dijo mientras se desabrochaba los pantalones-.

Ness: Sí -dijo casi sin aliento mientras él le quitaba la ropa interior-. Zac.

Él la colocó en el borde de la encimera y luego la bajó, colocándola sobre él mientras se echaba para delante. Tomó el ritmo entonces, abandonándose a las sensaciones y a la pasión mientras ella se agarraba a él, envolviéndolo con las piernas, apoyando la cabeza sobre su hombro y respirando con rapidez.

Zac apretó los músculos a medida que su respiración se iba entrecortando más. Ella gimió y se arqueó en sus brazos.

El clímax mutuo fue rápido y poderoso. Él la sintió gemir y gritar su nombre segundos antes de entrar en una espiral de convulsiones que lo dejó casi sin sentido.


Dándose cuenta de que una vez más se había perdido en sus pensamientos, Vanessa dejó el lapicero que había estado golpeando contra el escritorio que a veces llamaba suyo en la oficina del fiscal.

Los sucesos del sábado por la noche se repetían una y otra vez en su cabeza.

¿Qué la había llamado? Princesa cabezota.

¡Cómo se atrevía! Había hablado y se había comportado como si ella no hubiese cambiado en absoluto. Como si siguiese siendo una adolescente consentida. Incluso ahora que apreciaba de manera distinta sus instintos de protección, no podía excusarlo por la manera en que la había etiquetado.

Sus palabras y sus acciones se repetían una y otra vez porque, en esa ocasión, en vez de simplemente visitar un bar porque estaba enamorada de él, realmente se había acostado con él. Había permitido que la desnudara tanto física como emocionalmente. La traición esta vez era mucho más profunda.

Había comenzado a pensar que tenían un nuevo entendimiento, uno basado en el respeto mutuo. En vez de eso, parecía que Zac no había dejado de pensar en ella más que como en una pequeña heredera malcriada, solo que una con la que tenía una intensa química sexual.

De hecho, tras el tiroteo, se había comportado al igual que su familia con la sobreprotección. La había regañado como si en su interior siguiese habitando la adolescente carente de sentido común.

Su relación, por corta que hubiera sido, había sido un error. Ahora estaba segura de eso. No había manera de que pudieran tener una relación real cuando él había dejado claro que no la veía más que como a una princesa mimada.

Había estado loca por planear recibirlo con una cena romántica. Debía haberle preparado simplemente unos macarrones con queso, o incluso haberle dado una cuchara para que comiera directamente de una lata.

Los hombres eran unos animales.

Al pensar eso, se sonrojó recordando su encuentro en la cocina después de la pelea.

Debería haberle dado un rodillazo y marcharse. Sin embargo, una mezcla entre alivio por haber salido ilesa del tiroteo, y de rabia hacia él, hizo que todo acabara con una sesión de sexo, como si Zac hubiera necesitado más pruebas de que ambos eran unos amantes geniales.

No paraba de pensar en la referencia que había hecho a la atracción que siempre había existido entre ellos. ¿Acaso sabía lo de su encaprichamiento adolescente por él? ¿Acaso sabía que aquella noche ella había aparecido en el bar esperando verlo?

Al menos eso no se lo había reconocido. Eso habría hecho que su humillación fuese completa.

Sonó el teléfono sacándola de su ensimismamiento. Descolgó el auricular y contestó:

Ness: ¿Sí?

Scott: ¡Vanessa!

Ness: Hola, Scott -dijo con frialdad-.

Su hermano seguía estando en su lista negra.

Scott: ¡Gracias a Dios que estás bien!

Obviamente alguien le había contado a su hermano el incidente del sábado, los detalles del cual habían permanecido milagrosamente alejados de los periódicos, y ella podía imaginarse quién se había ido de la lengua.

Ness: Sí, estoy bien. No tienes por qué preocuparte.

Scott: ¿Que no tengo por qué preocuparme? ¿Estás loca? ¿Podían haberte matado y eso es lo único que se te ocurre decir?

Ness: Bueno, como puedes ver, no me han matado. Así que siento decirte que tu hermana pequeña sigue aquí para atormentarte.

Scott: Déjate de superficialidades, Ness -dijo con impaciencia-. Tienes suerte de que mamá y papá estén de vacaciones en Europa y que Mike y Andrew estén de viaje de negocios. De otro modo, todos estarían detrás de ti.

Ness: Como si no lo supiera -murmuró-.

Scott: ¿Qué?

Ness: Nada.

Scott: Maldita sea, si incluso habría ido yo allí si no fuera porque tengo gente importante que viene a la oficina esta mañana. En cualquier caso, Zac me ha asegurado que lo tiene todo bajo control.

Ness: Oh, sí, claro.

Scott: Vanessa, por el amor de Dios, ¿por qué no tratas de escuchar a Zac para variar? Sé que casi no os podéis soportar...

Vanessa se preguntaba cómo habría reaccionado Scott si hubiera sabido que ella y Zac habían descubierto algo en lo que se llevaban bastante bien.

Scott: ...pero está allí para protegerte, y es uno de los mejores en el negocio. Así que ¿por qué no tratas de no hacerle más difícil su trabajo de lo que ya es?

Ness: Yo también tengo un trabajo, Scott. Y es poner a los malos entre rejas. Por desgracia puede que eso implique algunos riesgos.

Scott: Correcto, y ésa es otra cosa -dijo, e hizo una pausa para aclararse la garganta-. ¿Has pensado en lo que vas a hacer después de la oficina del fiscal? Llevas allí ¿cuánto? ¿Cuatro, cinco años?

Ness: Casi cinco. ¿Pero a quién le importa cuando te lo pasas bien?

Scott: No creo que la familia pueda aguantarlo mucho más, Vanessa. Este último episodio del tiroteo puede que sea la gota que colme el vaso de mamá y papá.

Ness: ¿Se lo has dicho?

Scott: Todavía no, pero alguien tiene que hacerlo, porque los periódicos relacionarán tu nombre con el suceso tarde o temprano.

Ness: Está bien, lo sé.

Ya podía imaginarse los titulares. Los años de trabajo duro intentando forjarse una identidad al margen de su familia se evaporarían ante sus ojos.

Scott: Lo único que digo es que quizá quieras empezar a pensar en cuándo va a acabar esto de la oficina del fiscal. Es demasiado peligroso. Zac dice que el periodo habitual son dos años o así.

¿Zac había dicho eso? Le hubiera gustado saber qué más cosas había dicho.

Ness: Quizá no sea solo un periodo. ¿Has pensado en eso? Quizá quiera ascender en la oficina del fiscal. Además yo no soy la única que corre riesgos, Scott. Todo el mundo en la oficina tiene un trabajo duro. Si no fuera yo, sería otro.

Scott: Muy bien, todo eso es muy bonito, pero la realidad es que se trata de ti -la contradijo-. Eres tú a la que han estado amenazando. Eres tú a la que han disparado. Y no me digas que tu nombre y el dinero de tu familia no te sitúan en una posición más arriesgada de lo normal.

Entonces pensó en las amenazas telefónicas que había recibido. Secuestrada por dinero. Scott, sin saberlo, había dado en el blanco.

Ness: No pienso quedarme encerrada solo por mi nombre. Y puedes decirle a tu amigo Zac que no se preocupe. No intentaré volver a prepararle la cena nunca.

Si eso era posible, estaba más enfadada con Zac cuando colgó el teléfono.

Había vuelto a chivarse a su familia. Ni siquiera había esperado a que se lo contara ella. En vez de eso, no había perdido el tiempo para contarle la historia entera a Scott, como si ella siguiera siendo una adolescente incorregible.

¿Y encima tenía el coraje de sugerirle a Scott que ella debería empezar a pensar en cambiar de trabajo porque la oficina del fiscal era demasiado peligrosa? Seguro que era así como a Scott se le había ocurrido la idea.

No debería sorprenderla viniendo de Zac.

Entornó los ojos. Si Zac pensaba que las cosas entre ellos se habían enfriado, sería mejor que se preparase para la ventisca.




Awww! ¡Ness arriesga su vida para hacerle la cena a Zac! Pues no creo que se lo merezca mucho ¬_¬

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

No te imaginas como espere este capítulo
Woooww Vanessa tiene su carácter
Lo malo que zac la sigue viendo de un modo mal
Espero que las cosas mejores entre ellos
Esta novelar tiene muy inquieta es muy buena
Síguele pronto
Saludos

Unknown dijo...

Que capítulo!
Que carácter el de Ness no? La verdad que me gusta esta Ness.
Y Zac bueno... Tiene un poco de todo.
Me encanto este capitulo.


Sube pronto

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