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domingo, 12 de julio de 2015

Capítulo 8


Zac se miró al espejo y trató una vez más de hacerse el nudo de la corbata del esmoquin.

Durante la última semana, él y Vanessa se habían evitado en todo lo posible aun viviendo bajo el mismo techo. Aquello no había sido tan difícil como habría podido ser, dado que ella había estado trabajando hasta tarde durante toda la semana. Como resultado, él había podido ponerse al día con el trabajo de la oficina y organizado algunas reuniones.

Sin embargo la tensión entre ellos continuaba aumentando, a pesar del hecho de que él hubiese vuelto a dormir en el dormitorio del final del pasillo. Aún estaba furioso con ella, pero también sufría una inmensa frustración sexual.

Eran como dos tigres dando vueltas cada uno en su jaula. Y por desgracia sus días de dar vueltas iban a llegar a su fin.

Aquella noche era el baile de Cortland, y sabía que era el más importante y antiguo baile benéfico de la temporada social de Boston.

Normalmente evitaba ese tipo de eventos como una plaga, pero la fundación Hudgens era una de las patrocinadoras más importantes ese año, así que Vanessa tenía que ir. Y si Vanessa tenía que ir, él tenía que ir.

A pesar de que casi ni se hablaran. A pesar de que el nudo de la corbata lo estuviese ahogando, pensó mientras se pasaba la mano por el cuello tras haber conseguido hacer el lazo. Dejó el dormitorio y se dirigió abajo.

Uno de los que iba a asistir al evento era ese tal Bryan Kendall, el ejecutivo cuya acusación llevaba Vanessa. Sería una oportunidad estupenda para estudiar a uno de los mayores sospechosos de las amenazas de Vanessa.

Cuando Zac llegó abajo, comprobó los mensajes de su móvil y se resignó a tener que esperar hasta que Vanessa estuviese lista.

Diez minutos después, un sonido lo alertó de su presencia segundos antes de mirar hacia arriba. Cuando lo hizo, la visión de Vanessa lo dejó sin aliento.

Iba metida en un vestido azul cielo sin mangas que se ajustaba a su cuerpo como un guante. El estilo de su pelo, recogido gracias a un estilista que había ido a casa, acentuaba su aire de elegancia.

Al bajar las escaleras, la abertura del vestido se abrió para revelar unas piernas perfectas. Llevaba un pequeño bolso plateado en una mano y las joyas brillaban en su muñeca y en sus orejas.

Zac notó que eran diamantes. Sin embargo llevaba el cuello desnudo.

Pensó que, si hubieran estado casados, él le habría regalado diamantes para adornar su cuello también. Habría cubierto de besos su cuello, hasta el canalillo que revelaba el escote en forma de corazón del vestido. Sobre todo porque su aspecto estaba diseñado para desafiarlo, a él o a cualquier hombre de sangre caliente.

Parecía realmente como la princesa que a veces le decía que era. Excepto que, en esa ocasión, no se sentía con ganas de bromear, sino atraído por ella.

Cuando Vanessa llegó al último escalón, Zac trató de apartar aquellas imágenes de su cabeza y le extendió la mano.

Sus ojos echaban fuego, pero dejó que la acompañara el resto del camino. Y, mientras que la expresión de su cara decía que seguía molesta con él, el color de sus mejillas decía que no era inmune a la atracción física entre ellos.

Él se había alegrado cuando le había dicho que no tenía un escolta para esa noche. Si hubiera sido así, estaba seguro de que habría querido deshacerse de él.

Ness: ¿Te gusta? -preguntó con la barbilla levantada-.

Zac: Para eso tendría que quitarte el vestido -contestó sabiendo que sus palabras la enfadarían más-.

Ness: Entonces tendrás que esperar mucho tiempo -dijo con frialdad mientras abría la puerta del armario para sacar un chal-. Y si tus párpados van a estar así de abiertos toda la noche, será mejor que lleves colirio.

Zac: ¿Por qué no llevas una botella de eso para mí? Así cuando lo necesite, porque pienso estar mirándote toda la noche, princesa, podrás venir a administrármelo.

Ella cerró el armario de un portazo con el chal en la mano y dijo:

Ness: La única cosa que te voy a administrar es una patada en...

Zac: Eh, eh -la interrumpió-. Es un baile benéfico, ¿recuerdas? ¿Y la beneficencia no empieza en la propia casa?

Ness: Deja que te diga una cosa, Efron, por si el mensaje todavía no te ha quedado claro -dijo mientas abría la puerta principal-. No me siento precisamente benéfica con respecto a ti últimamente.

Cuando llegaron a la sala Riverton, donde se celebraba la gala, Zac vio que Vanessa no perdió el tiempo en alejarse de él para mezclarse con el resto de invitados durante el cóctel anterior a la cena. Parecía conocer a la mayoría de la gente y se socializó con facilidad.

¿Y por qué no? Había crecido en ese mundo, pensaba él.

Verla en su territorio natural dejaba ver las diferencias en sus respectivos pasados. Se había sentido furioso cuando ella le había echado en cara esas diferencias durante su discusión pero, si tuviera que admitir en algún momento que esas diferencias minarían una relación entre ellos, ése sería el momento perfecto.

Bebió de su copa de vino y vio cómo Vanessa sonreía a uno de los invitados. El tipo la miraba como si fuese un adorno que iba a colgar en su ilustre libro de familia.

Zac creía recordar que se llamaba Luke. Un miembro de la familia Makepeace.

Zac apretó los labios al ver a Luke acercarse a Vanessa. Entonces recordó que tenía un trabajo que hacer, y era proteger a Vanessa. Pensaba tener los ojos pegados a ella, pero solo para asegurarse de que estaba a salvo y se quedaba quieta.

Zac dio otro trago al vino y rastreó la sala, a tiempo de ver a Bryan Kendall aparecer por una de las puertas.

El hombre parecía más bajo y gordo de lo que parecía en las fotos que Zac había visto en los periódicos. Estaba medio calvo, tendría unos cincuenta años y no superaba la estatura media.

Zac observó mientras Kendall y su cita, una gran dama de la vida social de Boston, se movían entre los invitados. Si las noticias eran ciertas, la década de matrimonio de Kendall había finalizado unos años atrás y desde entonces se había convertido en un hombre muy popular en la ciudad.

Vanessa tenía razón. El estatus social de Kendall era esencial para él. Si las denuncias por malversación llegaban a mayores, estaría arruinado. No solo entraría en prisión, sino que sería expulsado de la alta sociedad.

Por su posición, Kendall tenía poco más que su dinero para poder asistir a eventos como el baile de Cortland.

Zac había hecho algunas averiguaciones y sabía que Kendall ni procedía de una familia ilustre ni tenía contactos de juventud con nadie de la gente que allí estaba.

De acuerdo con su investigación, Kendall había crecido en una familia de clase media alta en New Hampshire y había ido a escuelas públicas antes de graduarse en la universidad con un título en económicas y después mudarse a Boston para comenzar su ascenso en la vida social.

Zac miró a Vanessa y vio que ella también se había percatado de la llegada de Kendall. Sabía sin necesidad de preguntar que ella debía evitar a Kendall. Sería impropio para un fiscal de la acusación hablar con el acusado de uno de sus casos.

Por otra parte Kendall parecía tranquilo a pesar del hecho de que casi todo el mundo que allí había debía de pensar que había tenido la audacia de aparecer incluso aunque Vanessa estaría allí.

Zac entornó los ojos. Si Kendall era su hombre, entonces el acechador de Vanessa era un hombre astuto. Exactamente el tipo de hombre que sería difícil de atrapar. Y exactamente el tipo de hombre al que pretendía estar observando como un halcón.

Vanessa miró alrededor de la sala. Había conseguido despistar a Zac por el momento. Por desgracia sus padres se acercaban a ella.

Ness: Hola, mamá.

Amy: Ness -dijo dándole un beso antes de echarse hacia atrás para mirarla con preocupación-. ¿Cómo te sientes? ¿Estás durmiendo bien? Porque si no es así...

Ness: Mamá, estoy bien.

Ya había hablado con sus padres aquella semana sobre el tiroteo, pero les había ahorrado los detalles que seguramente los habrían preocupado innecesariamente.

Sus padres se miraron. Su padre era una versión mayor de Scott, pero su pelo negro estaba salteado con algunas canas, dándole un aire distinguido.

Jack: Deberías habernos dicho que habías recibido otra amenaza en el correo días antes del tiroteo.

Vanessa tuvo que contener su irritación. Parecía que Zac había estado hablando con ellos una vez más.

Ness: No quería preocuparos a mamá y a ti sin necesidad -dijo esperando que la explicación fuese de su agrado-. Estabais de viaje la semana pasada a miles de kilómetros. No había nada que pudierais hacer si no preocuparos más de lo que ya lo habéis hecho últimamente.

Amy: Claro que nos habríamos preocupado.

Ness: Gracias a Scott tengo un guardaespaldas, ¿recordáis? Tomó precauciones.

Jack: Zac dijo que habías salido sin él cuando te atacaron.

¿Qué más les habría dicho a sus padres? Lo único que le faltaba para que su humillación fuese completa era que les hubiese contado la razón por la que había salido de casa.

Ness: Zac ha estado diciendo muchas cosas estos días -dijo, y vio cómo Scott dejaba a Ash, que estaba hablando con otra mujer, y se acercaba a ellos-. ¿Qué más cosas ha estado diciendo Zac, Scott?

Scott: Eh, solo trata de ayudar.

Ness: Pensé que simplemente iba a tener un guardaespaldas -dijo indignada-, pero parece que Zac también trabaja como espía.

Scott: Ahora, Vanessa...

Ness: Deberías haberme advertido, Scott. Si hubiera sabido que Zac iba a informarte a ti y a los demás de todo, al menos le habría dado algo interesante de lo que informar. Ya sabes, fiestas salvajes, bailes sobre las mesas, hombres colgados de la lámpara, strippers masculinos...

Scott: De hecho, obtener información de Zac es como abrir una ostra con las manos.

Ness: Oh, venga -dijo inclinando la cabeza-. ¿Me vas a decir que no perdió el trasero la semana pasada para decirte lo del tiroteo? ¿Incluso antes de que yo tuviera la oportunidad de descolgar el teléfono?

Scott: Solo porque yo lo llamé para saber qué diablos había ocurrido la noche anterior. Había recibido una llamada de la policía para decirme que harían todo lo posible por mantener a los periodistas alejados de la noticia del tiroteo. Una de las ventajas de ser un donante importante en las beneficencias de la policía es que se acuerdan de uno cuando su hermana se ve involucrada en un tiroteo. Naturalmente tuve que preguntar qué tiroteo.

Ness: Yo iba a llamarte -dijo sabiendo que aquello sonaba un poco defensivo-.

La verdad es que no había querido tener esa conversación con su hermano ni con nadie de su familia por esa razón. Sabía que su familia habría caído entre la alarma y el pánico, y no se equivocaba.

Scott: Tras recibir la llamada de la policía -continuó-, llamé a Zac.

Ness: ¿No quieres decir que lo interrogaste? ¿Y por qué no te molestaste en llamarme a mí primero?

Scott: Porque, conociéndote, sabía que tendría más posibilidades de que él me contara la historia completa.

Ness: ¿Quieres decir que yo habría mentido? -preguntó cruzándose de brazos-.

Scott: Se trata más bien de omisión de datos. T

Ness: Lo que sea.

Scott: Y sí, lo creas o no, tuve que amenazar a Zac -prosiguió-. Al principio me dijo que te llamara. La única razón por la que aceptó decirme algo fue porque yo ya lo sabía todo más o menos gracias a la policía.

Así que quizá Zac no había ido corriendo a contarle a su hermano lo sucedido.

Amy: Debo decir que estoy de acuerdo con Scott. Zac parecía reacio a entrar en detalles sobre el tiroteo cuando tu padre y yo le preguntamos. Francamente, creo que quería ahorrarnos preocupaciones innecesarias.

Jack: Y, por cierto. Zac no fue el que nos contó lo de la amenaza en el correo. Es algo que la policía mencionó cuando llamó a Scott.

Vanessa miró por la sala y su mirada se encontró con la de Zac. Su expresión le decía que se estaba debatiendo sobre si acercarse o no. Ella meneó la cabeza casi imperceptiblemente. No necesitaba su ayuda para lidiar con su familia.

Sin embargo le debía una disculpa, al menos por haber sacado la conclusión precipitada de que había ido corriendo a informar a su familia de todo.

Sentarse al lado de Zac durante la cena fue una tortura para Vanessa. Su familia, por suerte, estaba sentada en otras mesas. De otro modo habría resultado más difícil fingir interés por la charla que se desarrollaba en la mesa.

Dio otro mordisco a su postre. Por suerte el invitado sentado a su izquierda se había excusado para ir a saludar a gente que conocía en otra mesa.

Quería solucionar las cosas con Zac. Quería disculparse. Al mismo tiempo, sin embargo, seguía molesta por la actitud prepotente que había adoptado tras el tiroteo. Él también le debía una disculpa.

Le dirigió una mirada furtiva. Estaba hablando con la invitada que tenía a su derecha, la mujer de un congresista. Zac estaba especialmente guapo con el esmoquin aquella noche. La combinación era increíblemente sexy, y al parecer, la mujer del congresista opinaba lo mismo.

Se sintió sorprendida ante los celos que sintió. Sin embargo no tuvo necesidad de ponerse a analizar aquella sensación porque en ese momento Zac se volvió para hablar con ella.

Zac: ¿Bailas? -preguntó con una sonrisa-. Creo que podemos sobrevivir, ¿no crees? Además, sería extraño si no diésemos ni una vuelta por la pista -añadió señalando al resto de los comensales de la mesa, que se habían levantado ya-.

Ella asintió y dejó que la ayudara a levantarse. Quizá la pista de baile le proporcionara la privacidad suficiente para llevar a cabo su disculpa.

Cuando llegaron a la pista, él la acercó a su cuerpo para bailar una lenta. Su tacto era firme y ligero a la vez, e hizo que Vanessa sintiera la excitación por todo el cuerpo casi al instante.

Durante un rato estuvieron bailando sin hablar, deslizándose por la pista al ritmo de una canción lenta hasta que la tentación de descansar la cabeza sobre su hombro se hizo palpable.

Sacudió la cabeza mentalmente. Había cosas que quería decirle y sería mejor que empezara cuanto antes.

Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, Zac acercó la boca a su oído y susurró:

Zac: Eres la viva imagen del silencio.

Ella levantó la cabeza y vio la ironía en sus ojos. Ella estaba en sus brazos pensando que tenía que disculparse y él simplemente se burlaba de ella. Decidió que la disculpa podría esperar un poco más.

Ness: Y tú serías la viva imagen de la humildad, pero no veo que muestres ninguna.

Zac: Ésa es mi chica -dijo riéndose abiertamente-. Me preguntaba dónde estaría tu temperamento. Parecías tan desinflada como un globo durante la cena.

Ness: Esta noche lo tuyo son los cumplidos.

Zac: ¿Es eso lo que quieres? ¿Cumplidos?

Ness: No seas ridículo.

Él inclinó la cabeza fingiendo pensar antes de aclararse la cabeza y mirarla a los ojos.

Zac: Tus ojos tiene el color y el brillo de una tarde de otoño, tu pelo la oscuridad y la exuberancia del cielo nocturno.

Ness: Para.

Aunque sabía que bromeaba, sus palabras la complacían.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Porque estamos en una habitación llena de gente.

Zac: Ah -dijo con ojos brillantes-. ¿Nunca has oído que bailar es la expresión vertical del deseo horizontal?

¿Y a ella se lo iba a decir? Estaba prácticamente ardiendo por dentro.

Zac: ¿Cómo lo hago? ¿Soy mejor que Lucas?

Ness: ¿Quién?

Zac: El niño mimado. El señor “Haz el amor y no la guerra”.

Ness: Es Makepeace.

Zac: Lo mismo da.

Ness: Y se llama Luke, no Lucas.

Zac: Sí, lo que sea. ¿Eran los cumplidos de Makepeace tan buenos? -preguntó, y acercó la boca a su oído para susurrar-: Apuesto a que él no te excitaba, petunia.

Era imposible. Ya se había olvidado de la disculpa. Imaginaba que Zac le debía a ella una.

Zac: A juzgar por tu mirada, diría que quieres darme una patada en la espinilla -añadió-.

Ness: Y en algún que otro lugar.

Zac: Eres demasiado fiera para alguien como Makepeace.

Ness: Yo juzgaré eso.

Zac: Me parece a mí que ya lo has decidido. De otro modo, no seguirías sintiéndote atraída por los chicos malos de la ciudad.

Un chico en particular, pero no le iba a dar la satisfacción de saber eso. Sobre todo porque parecía estar disfrutando de tomarle el pelo.

Ness: ¿Sabes? -dijo con desdén-. Debo de haber estado loca por pensar que te debía una disculpa.

Tuvo la satisfacción de verlo desconcertado por un instante. Sin embargo la expresión pronto fue sustituida por una de sorpresa más sardónica.

Zac: Se me ocurren muchas razones por las que me debes una disculpa, petunia. Así que ¿por qué no me lo pones fácil y me dices qué cosa en particular ha desatado tus remordimientos?

Ella apretó los dientes. El único remordimiento que sentía era el de no haberle pegado.

Ness: Al día siguiente del accidente del parking Scott me llamó. Parecía saber todo lo que había ocurrido sin que yo se lo hubiera dicho.

Zac: Así que naturalmente pensaste que había sido yo.

Ness: Fue una presunción lógica dadas las circunstancias -dijo a la defensiva-.

Zac: Lógica porque soy una sabandija en la que no se puede confiar en lo que a ti se refiere, ¿verdad? Desde que te mentí y les conté a tus padres toda la historia del bar de moteros cuando tenías diecisiete años. Todo se remonta a eso, ¿verdad?

Ness: No fue una conclusión tan desacertada. En cualquier caso, ¿vas a negar también que le sugirieras a Scott que debía dejar mi trabajo en la oficina del fiscal porque se estaba haciendo demasiado peligroso?

Zac: Yo no le sugerí eso. Él sacó el tema. Pero no diré que no estoy de acuerdo.

Vanessa se sentía furiosa. Por suerte la canción que estaban bailando acabó y la banda decidió tomarse un descanso. Momento que aprovechó para separarse de Zac.

Ness: Genial, entonces cuanto antes encontremos al que me está amenazando, antes dejará de ser peligroso mi trabajo y antes podrás sacar el trasero de mi casa. Francamente, nunca será demasiado pronto para mi gusto.

Se dio la vuelta sin darle la oportunidad de responder, aunque notó que su cara se había puesto roja de ira.

Vanessa pensó que había sido una tonta al pensar que algo único y duradero se estaba creando entre ellos. En vez de proporcionarle a ella su respeto, para él estaba claro que siempre seguiría siendo una niña rica y mimada que necesitaba protección. Su protección.




Zac, se nota a la legua que te gusta Ness, así que díselo porque piensa lo peor de ti XD

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Oh dios alfin, creo que este capítulo
Ha sido el capítulo que mas he esperado
De todas las novelas Jajajaj estaba quedando
Loca por que subas otro capítulo
Woooww se esta poniendo muy tensa la situación
Entre Vanessa y zac, espero que zac termine
Diciendo lo que siente por ella
Síguela pronto

Saludos y besos

Unknown dijo...

Wow wow, este capítulo ha sido dinamita.
No se porque Ness no acepta que siente cosas por Zac, y Zac debería decirle a Ness lo que siente también.

Espero que no le pase nada a Ness. Me ha encantado este capitulo. Ojala se digan lo que sienten de una vez por todas.



Sube pronto

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