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sábado, 4 de julio de 2015

Capítulo 5


Vanessa no sabía por qué había dejado que Zac la convenciera para pasar el fin de semana en su casa de campo en Berkshires, al oeste de Boston. De algún modo se había dejado convencer de que necesitaba un cambio de escenario.

Se sentó en el salón, con sus archivos a su alrededor, tras haber pasado la tarde trabajando en su informe en respuesta a la moción del abogado de Kendall para excluir ciertas pruebas y que no fueran presentadas ante el jurado.

Podía oír a Zac moviéndose por la cocina. Tras ir al pueblo a comprar comida, él se había ido a trabajar con el ordenador. Había descubierto que había cuatro ordenadores en el refugio, aparte de varios accesorios informáticos.

Se sentía agradecida de que la semana no hubiese sido tan agitada como el sábado anterior. Tras haber descubierto el anónimo en el correo, el resto del día lo habían pasado hablando con la policía, a la que Zac había llamado para ir a la casa. Ella se había pasado más de una hora siendo interrogada.

Poco después la policía les había dicho que las fotos y la nota no habían revelado ninguna huella dactilar aparte de las de Zac, aunque el sobre tenía muchas huellas, incluyendo probablemente las del cartero. Ninguno de los dueños de la tienda ni nadie más cerca de donde habían sido tomadas las fotografías recordaba nada sospechoso.

Sin embargo, a pesar de lo poco agitado de la semana, Vanessa no se había sentido relajada. Mientras que antes solo había imaginado que alguien podía estar observándola, ahora ya sabía que ése era el caso.

Era una idea desconcertante e inquietante. Se encontraba a sí misma volviéndose a todas horas, esperando pillar a alguien observando.

Así que, al final de la semana, cuando Zac había dicho que ella podría trabajar igual en su casa de campo que en su casa, Vanessa había estado de acuerdo. De hecho tenía que admitir que tener a Zac cerca la hacía sentirse más segura. Quizá habían sido las fotos y la nota, pero ya no tenía tantas ganas de librarse de él.

E ir a la casa de Zac supuso una distracción. Cuando habían llegado aquella mañana, había descubierto que la casa de campo de Zac era un edificio de dos plantas, con estructura de madera y situado en el bosque, apartado de la carretera. Tenía cuatro habitaciones, dos baños, una espaciosa cocina, un salón, un comedor, un estudio y una enorme bañera.

Trató de no pensar en la bañera, y mucho menos en que la habitación de Zac estaba pegada a la suya.

Miró hacia las puertas correderas que daban al porche y vio a Zac encender la barbacoa. A su lado había una serie de platos con filetes y patatas listos para asar.

Tras decidir que ya era hora de dejar a un lado los archivos por el resto de la noche, Vanessa se puso en pie, recogió sus papeles y los colocó en una pila a un lado de la mesa.

Cuando salió fuera, Zac estaba bebiéndose una cerveza y observando los rayos de sol que desaparecían entre los árboles.

Abrió otra cerveza y se la entregó.

Ness: Gracias -dijo observando cómo Zac utilizaba un tenedor largo para darle la vuelta a los filetes-. ¿Sabes? Podría acostumbrarme a tenerte cocinando para mí, Efron -añadió, y se rió al ver su cara de sorpresa-. Pero supongo que eso va con el resto de habilidades masculinas como saber cómo abrir una botella de cerveza o programar el vídeo.

Zac: Tienes razón, petunia. Así que recuerda que, por el resto de la noche, yo estoy al cargo y tú eres la suplente.

Ness: ¿Qué quieres decir con el resto de la noche? Llevas todo el día tratando de convencerme de lo mismo.

Zac: Sí, pero sin éxito -dijo señalando hacia las puertas que daban a la cocina-. El resto de cosas para la cena está allí.

Vanessa captó la indirecta y se dirigió a la cocina. Regresó con platos, utensilios y servilletas para la mesa de fuera. También llevaba la ensalada que Zac había dejado en la encimera de la cocina.

Mientras ponía la mesa, le dirigió una mirada discreta. Sus vaqueros gastados hacían poco por disimular su prieto trasero. Llevaba una camisa abierta a la altura del cuello, donde podía verse una camiseta interior blanca. El efecto que daba era informal pero muy sexy.

Hasta que no se hubieron sentado a cenar, Vanessa no se dio cuenta de lo íntimo que era cenar con Zac, rodeados de bosque, comiendo comida que él había preparado. A pesar de eso, o quizá a modo de distracción, la conversación fluyó con normalidad entre ellos. Hablaron de las últimas noticias, de lo que los Boston Red Sox podían hacer para llegar a los mundiales y sobre rock and roll.

Como resultado, para cuando hubieron terminado de cenar, ella se sentía completamente relajada. Tanto que incluso fue capaz de decir:

Ness: Hay una cosa que nunca he comprendido de ti, Efron.

Zac: ¿Solo una? -preguntó alzando una ceja-. Qué decepción. ¿No te parezco complejo o, al menos, torturado?

Ness: James Dean era un torturado. Tú solo eres... -hizo una pausa durante unos segundos- inescrutable.

Zac: ¿Inescrutable? Bien, supongo que eso es mejor que nada. Así que supongo que me vas a decir qué es lo que me hace inescrutable.

Ness: Como iba diciendo -dijo ignorando su tono burlón-, hay sobre todo una cosa que no entiendo de ti. Todo el tema del sur de Boston.

Al decir aquello, vio cómo la expresión de Zac se endurecía, pero ella no era de las que se echaban para atrás una vez que había comenzado a hablar, así que continuó.

Ness: Dejas el sur de Boston, consigues un título en Harvard, con buenas notas en informática, nada menos. Y entonces, en vez de iniciar el ascenso corporativo en algún banco, regresas al sur de Boston. Y no solo eso, sino que eliges empezar en el negocio de los sistemas de seguridad. La mayoría de la gente no va a Harvard para luego regresar al mismo sitio.

Zac se recostó en la silla y la observó.

Zac: Es cierto, pero las cosas salieron bien de todas formas -dijo mirando a su alrededor-. Quizá, princesa, todo era parte del plan maestro.

Ness: Conociéndote, no lo dudo. Lo que quiero saber es: ¿cuál era el plan maestro?

Zac: Vas a seguir probando hasta que consigas algunas respuestas, ¿verdad? Que probablemente es lo que te hace tan buena en tu trabajo.

Ness: No intentes despistarme con tus cumplidos -dijo inclinándose hacia delante-. ¿Por qué regresar al sur de Boston después de Harvard? Cualquiera habría dicho que tenías todas las razones para no hacerlo, sobre todo cuando tu padre murió allí en cumplimiento del deber.

Sabía, gracias a Scott, que el padre de Zac había sido un policía que había muerto cuando él no era más que un crío. También sabía que la madre de Zac, una enfermera, había muerto de cáncer de mama poco después de que su hijo se graduara en el instituto, dejándolo huérfano desde los dieciocho. Todo aquello había hecho que sintiera pena por él al conocerlo.

Zac: ¿Me estás interrogando? -preguntó en tono casual, aunque ella pudo notar la tensión en su voz-.

Ness: Háblame de tu padre. Por favor, me gustaría saber de él.

Zac: Muy bien, princesa. Veo que no vas a rendirte.

Ella se preguntaba si eso sería cierto. Tenía la sensación de que él iba a darle una respuesta solo porque quería, y también sentía que estaba entrando en un terreno en el que Zac no dejaba entrar a la gente habitualmente.

Él se quedó callado durante un momento, mirando al vacío antes de volver a mirarla a ella.

Zac: Tenía nueve años cuando mi padre murió. Una mala edad para perder a un padre, claro que ninguna edad es buena. Era el entrenador suplente de mi equipo de softball y me enseñó las típicas cosas: a montar en bici, a nadar. Mi padre tenía ese sentimiento de ayudar a la comunidad. Quizá porque él se había criado en una familia trabajadora del sur de Boston y se había convertido en policía.

Ness: Mmm

Fue lo único que ella dijo. Por fin había conseguido que se lanzara a hablar y no iba a permitir que se desconcentrara con sus comentarios.

Zac: En cualquier caso, aunque podíamos habernos permitido irnos a vivir a las afueras, él quiso quedarse en el sur de Boston. Incluso hizo todo lo posible por conseguir un trabajo allí.

Ness: En otras palabras, se dedicó a la policía comunitaria incluso antes de que se creara el término.

Zac: Exactamente. No creía solo en las patrullas policiales, sino en el involucrado de la policía en los asuntos de la comunidad.

Ness: Llegar a conocer a la gente -añadió-. Entrenando un equipo de softball como manera de mantener a los chicos alejados de las calles.

Zac: En efecto.

Ella esperó a que continuara.

Zac dio un enorme trago a su cerveza, y luego miró hacia el horizonte como si estuviera intentando ver algo entre los árboles.

Zac: Un día sonó el timbre y yo pensé que era él, que había vuelto de su turno de noche. Pero era el sargento del distrito, con una expresión tan seria que inmediatamente sentí un vuelco en el estómago. Puedes imaginar lo que vino después.

Ness: ¿Cómo ocurrió?

Se conocían desde hacía años, pero ésa era la primera vez que se sentía lo suficientemente cómoda como para preguntarle por las circunstancias de la muerte de su padre. Sentía pena por el chico que había abierto la puerta a una pesadilla tan tremenda hacía tantos años.

Zac: Había ido a cubrir un allanamiento de morada. Detuvo a un tipo y lo esposó. Lo que no sabía era que ese tipo tenía un compañero con una pistola. -Vanessa se estremeció al imaginarse la escena. Zac sonrió y dijo-: Tú has querido saberlo, princesa.

Ness: Lo que quiero saber es por qué enterraste esa historia.

Zac: Siempre combativa, ¿verdad?

Ness: Quizá, pero la verdad es que no hay por qué estar avergonzado de la historia. No sé por qué guardas silencio al respecto. De hecho...

Zac: De hecho -concluyó-, la gente habría sentido pena por mí y se habría desvivido por ayudarme. ¿Es eso lo que querías decir?

Ness: Bueno, sí...

Zac: Y eso es exactamente lo que no quería -dijo casi a la defensiva-. Así fue exactamente como actuó la gente que lo sabía. No necesitaba su compasión. Eso no iba a traerme a mi padre de vuelta. Y no quería que la gente pensara que yo estaba comerciando con una tragedia.

Sus palabras fueron alarmantes. Pero sin embargo se ajustaban bastante bien a la imagen que había dado de sí mismo: orgulloso, duro, reservado.

Zac: ¿Satisfecha tu curiosidad, petunia? -preguntó mientras se levantaba con el plato vacío-.

Ness: Gracias por contármelo -dijo simplemente, recogiendo su propio plato y cubiertos para seguirlo dentro, donde dejó las cosas en el fregadero-. No puedo imaginarme lo duro que debió de ser para ti y para tu madre.

Él se inclinó sobre la encimera de la cocina con las piernas cruzadas a la altura de los pies.

Zac: Sí, fue devastador para mamá. Volvió a ser enfermera para ganar algo de dinero, pero el sur de Boston era lo único que ella conocía, así que allí fue donde se quedó.

Ness: Debes de haberte sentido solo.

Zac: No -dijo negando con la cabeza-. Yo era un horror. Mi padre había sido asesinado y yo estaba furioso con el mundo. Me peleaba, me saltaba el colegio y corría riesgos innecesarios. Lo que finalmente me reformó fue mi madre y las buenas intenciones de algunos profesores del instituto, junto con la certeza de que yo tenía un cerebro y que sería mejor utilizarlo para llegar a algún sitio.

Ness: Lo que me devuelve a la pregunta inicial -dijo mientras se sentaba en un taburete-. ¿Por qué volver al sur de Boston después de todo? Podías haberte ido a cualquier lugar después de Harvard, y tenías todas las razones para hacerlo.

Zac: Como ya he dicho, eres tenaz -dijo mirándola fijamente con una sonrisa-. Cuando empecé con mi negocio, quería vivir sin excesos. El vecindario está cambiando, pero el alquiler de un apartamento de mala muerte en el sur de Boston en aquella época era el precio idóneo. Así de simple.

Ella asintió. De pronto trabajar en la oficina del fiscal y vivir en una casa en el exclusivo Beacon Hill no le parecía tanto sacrificio.

Ness: Siempre que leo algo sobre ti en los periódicos, mencionan que regresaste al sur de Boston para comenzar tu negocio.

Zac: ¿Lees todo lo que publican sobre mí, princesa?

Ness: Solo cuando la única alternativa es leer los prospectos de las medicinas.

Zac: No pasas una, ¿verdad?

Ness: Tú tampoco. En cualquier caso, Seguridad Efron sigue teniendo una oficina en el sur de Boston, ¿no?

Zac: Sí, podría decirse que sí.

Su vacilación la desconcertó. Sabía que su información era cierta y la pregunta había sido casi retórica.

Ness: Bueno, ¿qué otra cosa podría decirse? -Él tosió y se cruzó de brazos-. ¿Sííí?

Zac: Realmente no es una oficina. Es más bien un lugar de relaciones con la comunidad.

Ella frunció el ceño por un segundo, y luego se rió.

Ness: ¿Quieres decir que haces caridad allí?

Zac: Más o menos.

Ness: No me digas que el duro de Zac Efron tiene su punto débil. ¿O debería decir Zac E, de filántropo, Efron?

Zac: No los llamamos filántropos en el sur de Boston, petunia.

Ness: ¿Ah, no? ¿Y cómo los llamáis? ¿Benefactores? ¿Donantes caritativos? ¿Gente tan rica que regala su dinero? Afróntalo, Zac, eres como esas ricas bienhechoras de tacones altos a las que tanto criticas. Lo sabes. Como ésas que organizan subastas benéficas.

Él recibió las bromas levantando una ceja, pero luego negó con la cabeza.

Zac: Yo no nací rico. Ésa es la diferencia.

En vez de discutir con él, Vanessa preguntó:

Ness: ¿Y qué hace tu organización benéfica? Y, por cierto -añadió extendiendo la mano-, a pesar de que me lo pase tan bien tocándote las narices con el tema de tu filantropía, me encanta que intentes hacer el bien.

Zac: Mi «organización benéfica», como tú la llamas, patrocina programas para los niños del vecindario.

Ness: Muy bien. Me sorprende que no hagas algo que esté más relacionado con el negocio de Seguridad Efron. -Él pareció sorprendido por un segundo-. ¿Qué?

Zac: La verdad es que sí lo hacemos -añadió-. Ofrecemos clases de defensa personal y clases para la seguridad en el hogar.

Ness: Ah.

Zac: Puedo ver que tu cabeza no para de dar vueltas.

Ness: Bueno, eso explica muchas cosas. A tu padre le gustaban los servicios comunitarios, y tú regresas al sur de Boston y creas una organización benéfica. No solo eso, sino que tu padre murió por detener a un ladrón, y tú te metes en el negocio de la seguridad.

Zac: Atar esos cabos es fácil, petunia -dijo apartándose de la encimera-. Pero no le des mucha importancia. Yo no lo hago.

Ness: ¿Por qué? ¿Quieres decir que la muerte de tu padre no tuvo nada que ver con eso?

Zac: Lo que digo es que haces demasiadas preguntas -murmuró-. Pero sí, reconozco la influencia.

A pesar de su tono indiferente, ella sabía que finalmente había penetrado un poco en la fachada que Zac Efron presentaba ante el mundo.

Pensó que debería dejarlo un poco en paz, a pesar del modo tan brusco en que había entrado en su vida. Habiendo sufrido una pérdida tan dura, era lógico que se mostrara protector con aquéllos que estaban a su alrededor, y ese instinto de protección se extendía a ayudar a sus antiguos vecinos.

Zac: ¿En qué piensas, princesa? Estoy seguro de que el motor de tu cabeza sigue funcionando.

Ness: Es difícil de creer, pero estaba empezando a sentirme inclinada a que me gustaras -dijo con una sonrisa-.

Él la miró intensamente por un momento y luego dijo:

Zac: Deberías sonreír más a menudo.

Sus ojos se encontraron antes de que ella pudiera apartar la mirada, sintiéndose extrañamente tímida.

Zac: ¿Y qué pasa contigo, petunia? -preguntó volviéndose a apoyar sobre la encimera-. Tu madre es jueza y tú abogada. Me temo que tú también eres culpable de alguna que otra influencia semiconsciente.

Ness: Psicoanálisis aparte -dijo sintiéndose relajada otra vez-, deberías saber que la analogía no es correcta. Si realmente hubiera querido hacer feliz a mi familia, me habría mantenido alejada de acusar a criminales en la oficina del fiscal y me habría ido a un cómodo y agradable trabajo de oficina. Ya sabes, algo más a tono con las subastas benéficas que se supone que debo organizar.

Él sonrió y dijo:

Zac: Muy bien, quizá me apresuré a juzgarte.

Ness: ¿Tú crees?

Zac se dio cuenta entonces de que era hora de cambiar las tornas a favor de Vanessa. Ella había indagado y lo había hecho darse cuenta de más cosas de las que quería.

Zac: ¿Por qué lo haces?

Ness: ¿Hacer qué?

Zac: Trabajar en la oficina del fiscal cuando obviamente no tienes por qué hacerlo y cuando podías haber tenido un trabajo mucho más cómodo, que evidentemente tu familia esperaba que tuvieras.

Ella inclinó la cabeza a un lado y lo observó por un momento, como si estuviera pensando cuánto podría revelar.

Zac: Reacciona, princesa. Tú no eres la única que puede hacer preguntas.

La observó sentada en el taburete y se dio cuenta de que tenía un aspecto delicioso, con sus vaqueros azules y su camiseta de algodón que se ajustaba a la perfección a sus pechos.

Ness: ¿Me creerías si te dijera que por una pasión por la justicia? Antes de hacer su carrera en el mundo de las leyes, mi madre era la reina de todos esos actos benéficos de filantropía que tanto te gustan. Supongo que algo de todo ese rollo de hacer el bien se nos pegó a mí y a mis hermanos.

Zac: Y sin embargo a tu familia no la entusiasmó tu decisión de trabajar en la oficina del fiscal -dijo tratando de concentrarse en el tema de conversación y no en el calor que había comenzado a sentir en la ingle-.

Ella miró hacia abajo, como para apartar su expresión de él, estirando las piernas mientras lo hacía.

Ness: Puede que te hayas dado cuenta de que son bastante protectores.

Zac: Eres la pequeña de la familia, y la única chica.

Ness: Exacto -dijo mirándolo a los ojos-.

Zac: Bueno, seguro que tú no se lo pusiste fácil. Por lo que recuerdo, hiciste un buen trabajo golpeando los barrotes de la jaula.

Ness: Tú sabrías algo de eso, ¿no?

Zac: Vamos a aclarar de una vez por todas lo del bar. Admito que no fue uno de mis mejores momentos. Normalmente no suelo enfrentarme a los engaños.

Ella lo miró sorprendida por aquella media disculpa, pero Zac no pudo evitar seguir hablando.

Ness: Claro, que no es como si la noche del bar hubiera sido algo excepcional en ti.

Zac: ¿Oh?

Había mucho detrás de aquel «oh», y si hubiera sabido lo que era bueno para él, se habría callado. Por desgracia, no le resultaba fácil callarse en lo que se refería a Vanessa.

Zac: ¿Qué me dices del año en que comenzaste una campaña para conseguir que todas las chicas del instituto llegaran a clase accidentalmente sin sujetador? Por lo que recuerdo, fue la primera vez que tu escuela tuvo que poner una norma en cuanto a la ropa interior.

Ness: ¡Estábamos haciendo una declaración política!

Zac: Sí, para disfrute de la mitad masculina del cuerpo estudiantil.

Ness: El tema era mostrar que, si una chica iba sin sujetador un día, no se le daba mayor importancia, pero si todas las chicas iban sin sujetador cada día, sería una victoria. En otras palabras, podríamos conseguir mucho poder si nos uníamos. Después de todo, conseguimos cambiar algunas cosas en el consejo escolar.

Zac: ¿De eso trata tu trabajo en la oficina del fiscal? ¿Más tendencias de las tuyas o es que simplemente estabas intentando volver loca a tu familia?

Ness: Es discutible el hecho de si yo los volví más locos a ellos de lo que ellos a mí.

Zac: Ah.

Ness: Con el trabajo en la oficina sentí por primera vez que me había creado una identidad al margen de mi familia. No era Vanessa Hudgens, la heredera, la hija de los filántropos Jack y Amy, hermana de Scott el multimillonario, Andrew el enigma y Mike el playboy.

Zac: Ya entiendo.

Ness: ¿Ah, sí? En la oficina del fiscal yo era simplemente Vanessa Hudgens. Muchos de los acusados en mis casos ni siquiera habían oído hablar de los Hudgens. Y los otros abogados en la oficina no se preocupaban por cuál era mi segundo nombre siempre y cuando yo los ayudara a salir de entre las montañas de casos que tenían.

Había subido el tono de voz y cada vez que hablaba lo hacía más deprisa. Era evidente que le había tocado la fibra sensible.

La oficina del fiscal había sido un medio de independencia para Vanessa y él se había estado burlando de ello. De pronto sentía haberlo hecho.

Ness: ¿Realmente lo comprendes, Zac? -continuó-. Porque a veces pareces comportarte igual que mis hermanos.

Zac: Créeme, el último sentimiento que puedo tener hacia ti es el de fraternidad -dijo en voz baja-.

Su apasionado discurso había hecho que apareciese un brillo en sus ojos y que su lenguaje corporal se agitase de tal forma que la libido de Zac había respondido al instante.

Ness: ¿Qué?

Zac: ¿No me has oído, petunia? ¿O es que no puedes creer lo que has oído?

Todas las razones que se había dado a sí mismo durante los años para no beber los vientos por Vanessa volaron por la ventana en ese momento. En realidad, ya había bebido los vientos por ella, y quería más.

Vanessa emitió una risa que sonó forzada.

Ness: Imagino que fue difícil sentir algo fraternal por mí cuando yo no fui más que una espina a tu lado.

Zac: La pérdida de coraje no es algo de lo que jamás pensé que podría acusarte -dijo apartándose de la encimera-.

Estaban solos en el bosque, juntos en la casa de campo que Zac había terminado de construir recientemente y donde no había llevado a ninguna otra mujer. De pronto no le importaba en absoluto las consecuencias que pudiera tener el involucrase sentimentalmente con ella. Lo único que le importaba era el momento.

Las amenazas en el correo, la evidencia de que algún loco había estado observándola, esperando para atacar, todo eso le hacía pensar que ya podría haberla perdido.

Quizá no tuviera un mañana para reír con ella, para hacer el amor con ella, y se maldeciría eternamente si tuviera que preguntarse siempre lo que habría podido pasar.

Ella se enderezó sobre el taburete con el ceño fruncido.

Ness: No sé de lo que estás hablando.

Zac: ¿Ah, no? -preguntó suavemente-.

Con dos pasos se colocó frente a ella. Para su sorpresa, ella se quedó donde estaba, con la barbilla levantada de igual manera que hacía cada vez que se disponía a contraatacar.

Zac casi sonrió cuando estiró la mano para tocarla.

Ness: No -dijo de pronto-.

No era miedo ni pánico lo que veía en sus ojos, sino un turbulento conjunto de emociones.

Zac: ¿Por qué no? -El deseo de tocarla era agobiante y no se le ocurría razón alguna para no rendirse a él-. ¿Porque tus hermanos me molerían a palos? -añadió mientras le levantaba la barbilla, acariciándole el labio inferior con el pulgar-. Creo que correré el riesgo.




Todas queremos que corras el riesgo, Efron XD

No os perdáis el próximo capi, ¡el más esperado!

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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Ay que lindo capitulo!
Me encanto, fue súper tierno. Zac es un amor y una lástima todo lo que paso cuando era chico.
Y Ness.. Que no se resista mas a Zac, se nota que se gustan.
Ame este capitulo!!



Sube pronto :)

Maria jose dijo...

Zac es muy tierno, amo a este zac
La novela tiene un 10/10 es muy linda
Me encanta este tipo de novela
El pensamiento de zac ha serca de q
Puede ser el último día con ella, es muy lindo
Y eso hará que se unan mas
Sigue la novela por favor


Saludos y este capítulo hizo mi día!!

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