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lunes, 29 de junio de 2015

Capítulo 3


Zac comenzó a sospechar al ver que Vanessa no le discutía el tema de llevarla al trabajo. Su instinto le decía que era demasiado fácil. Se proponía algo, pero no estaba seguro de qué.

En cualquier caso no se detuvo mucho tiempo a pensar en ello, porque tenía un duro día de trabajo por delante, que empezaba por ir a su apartamento para ponerse el traje de trabajo antes de dirigirse a la sede central de Seguridad Efron.

A la hora de comer se dirigió a la central de Empresas Hudgens en Carlyle. Él y Scott habían planeado hacía tiempo comer aquel día en La Parrilla de Burke. Trataban de quedar a comer de vez en cuando, frecuentemente en Burke, como manera para mantenerse en contacto a pesar de sus respectivos negocios. Él sabía sin embargo que en esa ocasión, Scott tendría preguntas al respecto de la seguridad de Vanessa.

Se dio cuenta de que no se equivocaba mientras estaba sentado frente al escritorio de Scott, porque aún tenían algo de tiempo antes de ir a Burke.

Scott: Traté de convencerla para que tomara más medidas de seguridad -estaba diciendo-, pero cambia de tema. Me dice que se está ocupando de ello. Pero lo cierto es que tiene un trabajo arriesgado en el que se tiene que enfrentar a tipos de dudosa reputación cada día.

Zac: Lo hago lo mejor que puedo. La verdad es que no se mostró muy entusiasmada al verme anoche. Y ya sabes que yo no soy famoso por mi habilidad para ser encantador.

Scott: Sí, pero no tengo elección.

La puerta del despacho se abrió de golpe y Scott se calló al ver a Vanessa entrar.

Ness: ¿Estáis hablando de mí, por casualidad?

Iba vestida con el mismo traje azul marino con el que Zac la había visto aquella mañana. El cuello abierto de su camisa blanca proporcionaba una tentadora visión de su cuello desnudo. Llevaba unos zapatos negros de tacón que remataban sus piernas al final de su corta falda.

La mera visión de su cuerpo hacía que todas las células se despertaran en el cuerpo de Zac, pero ella había ignorado todo lo que él le había dicho aquella mañana.

Scott: Supongo que Celia te ha dejado entrar sin más, ¿no?

Ness: De hecho tu secretaria desapareció justo después de dejar caer que estabas reunido con Zac -dijo mirando a Zac-. Debería haberme imaginado que estarías aquí. Dándote palmaditas en la espalda por un trabajo bien hecho, ¿no?

Zac se puso en pie.

Zac: Solo sentiré que he hecho bien mi trabajo cuando encontremos al que va detrás de ti. Creía haberte dicho que te quedaras quieta y que yo te recogería del trabajo cuando estuvieras lista.

Ness: Sí, recuerdo que me ordenaste quedarme quietecita. Lo que no recuerdo es que yo estuviera de acuerdo, sobre todo cuando tenía que agradecerle a mi querido hermano los nuevos cambios en mi casa -dijo cruzándose de brazos mientras se sentaba sobre una esquina del escritorio de Scott, mirando de nuevo a su hermano, que se limitó a levantar una ceja y mirarla extrañado-. Hola, Scott. La persona a la que quería ver. Fíjate, la última vez que lo comprobé, los inquilinos aún tenían el derecho de ocupar la casa pacíficamente sin necesidad de compañeros de piso no deseados imponiéndose porque sí. He tenido que resistirme para no denunciarte. Sé que eso le rompería el corazón a mamá.

Scott: ¿Es para eso para lo que has venido? ¿Para quejarte? -dijo exasperado-. Y lo que le rompería el corazón a mamá sería encontrarte muerta en una zanja. Estamos todos muy preocupados por ti con el psicópata ése que te manda amenazas.

Ness: Bueno, claro que mamá está preocupada. También se preocupó cuando Mike probó con las carreras de coches hace unos años. O cuando Andrew decidió hacer alpinismo. Y cuando tú te fuiste de mochilero por Europa. Pero ella confiaba en que tomaríais precauciones.

Scott: ¿Qué hay de malo en tener algo de ayuda en este caso? -preguntó inclinándose hacia delante-. Yo no podía ni mencionar el nombre de Zac sin que te pusieras furiosa conmigo. Zac es el mejor en este negocio. La única razón por la que no lo quieres a él es por que estáis todo el tiempo ladrándoos el uno al otro.

Ness: ¡No creo que eso nos convierta en los mejores compañeros de piso!

Zac se sintió satisfecho al ver que al menos ella se preocupaba por su nueva situación en la casa.

Zac: Yo puedo soportar el calor en la cocina si tú puedes, petunia.

Ella le dirigió una falsa sonrisa y añadió:

Ness: No tendrás que preocuparte por la cocina, Zac, porque tengo la intención de hacer un fuego bajo tus pies.

Sus miradas se encontraron mientras Scott se reía. Zac se preguntaba qué diría ella si le dijera que ya había prendido un fuego en su interior. Simplemente llevaba años intentando apagar las llamas sin éxito.

Scott: Sí crees que me estoy entrometiendo, Ness -dijo tras aclararse la garganta-, considéralo como un reembolso por haberte entrometido tú en mi vida. Fue un detalle por tu parte el año pasado, haciendo que Ashley y yo nos conociéramos.

Ness: Eso fue diferente.

Scott: ¿Ah, sí?

Zac sabía que, en parte gracias a las maquinaciones de Vanessa, Scott y Ash estaban casados y eran padres del pequeño Nick.

Vanessa se apartó del escritorio y se cruzó de brazos.

Ness: Tú y Ash estabais hechos el uno para el otro, Scott. Además, no puedes decir que no estés feliz con el modo en que han salido las cosas.

Scott levantó la cabeza y se recostó sobre la silla.

Scott: Así que era diferente porque en tu corazón estaban mis intereses, ¿verdad?

Zac miró a Vanessa y luego de nuevo a Scott.

Zac: Obviamente, y no como Vanessa, que tenía tus intereses en mente, tú eres un entrometido de los peores.

Vanessa suspiró exasperada. Su hermano y Zac estaban cortados por el mismo patrón, a pesar del hecho de que uno había nacido en la riqueza y el otro aún tenía el aspecto de un chico malo del lado oscuro de la ciudad. Ninguno de los dos se echaría atrás en una situación como aquélla.

Zac la miró fijamente y dijo:

Zac: Por alguna razón sabía que no te quedarías callada cuando te dejé en el trabajo con ese aspecto tan dócil esta mañana.

Ness: Me conoces mejor que todo eso.

Zac: Lo dejaremos como un empate, petunia -dijo con calma, aunque a juzgar por su mirada, daba la sensación de que no dejaría que le desbarataran los planes una vez más-.

Scott: ¿Por qué no comes con nosotros? Zac y yo habíamos quedado para comer hoy desde hacía tiempo, pero resulta que por ahora tú has sido el tema de conversación número uno.

Ness: Gracias por la oferta -dijo consultando su reloj-, pero tengo que regresar.

Había conseguido hacerle ver a su hermano lo mal que se sentía por su intromisión, pero era evidente que ni él ni Zac iban a acabar por entender su punto de vista, ni su necesidad de que Zac se marchara de la casa.

Como quedarse más tiempo probablemente iba a resultar un ejercicio de frivolidad, Vanessa supuso que tendría sentido aceptar la oferta de Zac sobre el empate y retirarse del campo de batalla. Pero si Zac pensaba que había ganado, lo esperaba una sorpresa.

Zac: Iré contigo -dijo acercándose a ella-.

Ness: Tú vas a comer con Scott, ¿recuerdas? Además, estamos en pleno día y hay mucho tráfico.

Zac: Scott y yo podemos comer en otra ocasión. Además, ya nos hemos dicho todo lo que teníamos que decir. Mis operarios comenzarán esta tarde con el sistema de seguridad de la casa y tengo que regresar -miró a Scott-. No te importa si lo dejamos para otro día, ¿verdad?

Scott: No, no hay ningún problema. Ningún problema.

Zac: Te recogeré del trabajo cuando hayas terminado -le dijo a Vanessa dando a entender que no iba a discutir sobre el asunto-. Llámame al móvil.

Ness: Claro -contestó sarcásticamente, aunque en silencio admitió que, sin quererlo, había resumido parte del problema-.

Tenía miedo de que tener a Zac alrededor pareciese demasiado natural demasiado pronto.


El domingo, Vanessa condujo hasta Carlyle para almorzar con su familia. Sus hermanos y su cuñada se habían reunido en la enorme casa colonial de sus padres.

Zac fue con ella, como sabía que habría hecho igualmente aunque no hubiese recibido una invitación aparte de sus padres.

Seguía acampado en su casa, aunque ella no había perdido la esperanza de deshacerse de él. Incluso aunque la casa fuera técnicamente de Scott y Zac pudiera decir que estaba allí porque él quería, eso no significaba que ella no tuviese ninguna opción. Aún no estaba preparada para dar el paso drástico de mudarse ella, pero podía negarse a cooperar con Zac e ignorarlo todo lo posible.

El tema de conversación principal durante el almuerzo fue, por supuesto, su acosador misterioso. En comparación, el hecho de que estuviera viviendo con Zac pasó bastante inadvertido.

Su madre parecía resumir el sentimiento general diciendo:

**: Te estamos muy agradecidos, Zac, por proveer tus servicios de seguridad. Me proporciona mucha calma.

Su hermano Andrew añadió:

Andrew: Mucha suerte, Zac. Por lo que conozco a Vanessa, la vas a necesitar.

Zac simplemente alzó una ceja pero Scott y Mike sonrieron con aire de conspiración.

Vanessa les dirigió una mirada silenciadora a sus hermanos, una mirada que indicaba que sus gracias no eran bien recibidas.

Para cuando terminó el almuerzo y Vanessa se reunió con su cuñada Ashley en la sala familiar, estaba de los nervios. Si había alguien que podía compadecerla, ésa era su mejor amiga. Se desplomó sobre una silla mirando a Ash.

Ness: ¿Puedes creerlo? ¿Agradecidos? ¿Calma?

Ash, que estaba sentada en la mecedora para darle el pecho a Nick, levantó la cabeza.

Ash: Lo sé, lo sé. Pero, Ness, ¿es que no estás ni un poco asustada por este asunto?

Ness: ¿Te refieres a las amenazas? -preguntó encogiéndose de hombros-. Sí, claro, pero no puedo dejar que el miedo me paralice. De otro modo tendría que dimitir en mi trabajo mañana mismo. Pero no se lo digas a mis hermanos. Si supieran que este asunto me preocupa en lo más mínimo, me encerrarían en alguna cabaña perdida del mundo rodeada de guardaespaldas.

Ash: Oh, Vanessa, lo hacen con buena intención. Scott está verdaderamente preocupado por tu seguridad.

Ness: Lo sé. Solo desearía que me dieran un poco más de crédito. Además, es como si fueran cuatro. Zac les gana con creces en la categoría de sobreprotección.

Ash le dirigió una mirada compasiva.

Vanessa suspiró exasperada.

Ness: Zac se ha instalado como en su propia casa. Ayer estaba inspeccionando las puertas y comprobando las ventanas. Sus hombres están colocando un sistema de alarma conectado directamente con la policía.

Aunque reconocía que el sistema de alarma había hecho que se sintiera más tranquila. Era la persona que supervisaba la instalación la que la inquietaba.

Ash: Mmm -dijo agachando la cabeza para mirar al bebé-. Hubo un tiempo en el que habrías dado saltos mortales para que Zac te prestara atención.

Ness: Hace ya tiempo que me cansé de comer las migajas de esa mesa.

**: Me sorprendería si una hija mía comiese de las migajas de cualquier mesa -dijo Amy Hudgens mientras atravesaba la puerta que daba acceso a la sala-.

Vanessa observó cómo su madre, elegante como siempre, se sentaba en una silla cercana.

Ness: Mamá, ¿cómo has podido decir eso antes?

Amy: ¿Decir qué, cariño?

Ness: ¿Agradecidos, mamá? ¿Calma? ¿Qué pasó con eso de que «una mujer es perfectamente capaz de cuidar de sí misma»? Normalmente puedo contar contigo al menos en esta familia.

Su madre prácticamente había criado a sus hijos sola mientras que su padre construía Empresas Hudgens. Cuando la más pequeña de todos había alcanzado la adolescencia, Amy había asistido a la escuela de derecho y finalmente se había convertido en una respetable jueza. La madre de Vanessa era su heroína, su modelo a seguir.

Amy: Claro que sé que puedes cuidarte sola. Pero no hay nada de malo en agradecerle a Zac su ayuda cuando puede que estés en verdadero peligro. De hecho espero que no se te hayan olvidado los modales que traté de inculcarte y ya le hayas dado las gracias tú misma. ¿Verdad?

Vanessa sintió el puño de la culpa. Su madre tenía una habilidad especial para cambiar las tornas a su favor.

Ness: Por el modo en que todos os desvivíais por darle las gracias, es como si pensarais que le ha caído encima el peor cliente de la historia.

Amy: Vanessa -dijo con una sonrisa-. Sabes que no pensamos eso. Tus hermanos estaban simplemente tomándote el pelo, y normalmente tú les ganas en ese juego.

Ness: Sí, bueno, piensa en los inconvenientes que Zac tiene que soportar -dijo, y se incorporó fingiendo pensar un segundo antes de chasquear los dedos-. ¡Ya lo sé! Esta mañana lo hice esperar abajo hasta que estuve lista -añadió, y miró a Ashley, que la observaba asombrada-. Ya sabes lo mucho que me gusta darme duchas largas y calientes.

Su madre intentó sin éxito parecer realmente preocupada. Vanessa la miró y luego miró a Ash, para volver a mirar después a su madre.

Ness: ¿Es que a nadie de esta familia se le ha ocurrido que estoy viviendo con un hombre? Quiero decir que, si hubiera sido cualquier otro y no Zac, tu reacción habría sido lo opuesto a la calma y te aseguro que Andrew y Mike no le habrían deseado suerte.

Amy: Pero se trata de Zac, cariño. A no ser que estés sugiriendo que hay algo entre vosotros dos.

Ness. ¡Por supuesto que no! -exclamó. La idea era ridícula. El beso no contaba-. Solo estaba pensando en lo que podría pasar. ¿Tan raro es que exista la posibilidad de que Zac y yo encontremos el vivir juntos... sexualmente extraño?

No solo eso. Era demasiado íntimo, demasiado personal, demasiado todo. Un brillo asomó a los ojos de su madre.

Amy: Ya entiendo.

Vanessa conocía aquel brillo; la última vez que lo había visto era cuando su madre se había enterado de que Ash y Scott iban a tener un bebé.

Ness: No, no lo entiendes, mamá.

Vanessa había pretendido utilizar el asunto de la cohabitación como salvavidas para conseguir la ayuda de su madre dejándole claro por qué vivir con Zac era una situación insostenible. Por desgracia su plan se había vuelto en su contra y su madre parecía agradablemente sorprendida.

Amy: Bueno, lo que yo comprendo es que ahí hay un joven muy agradable.

Vanessa miró hacia el jardín y se preguntó si a Zac le hubiera gustado ser descrito como un joven agradable.

Amy: Y, si alguien estuviera interesada, yo diría que sería una buena ocasión -concluyó-.

Vanessa asintió en dirección a Ash y dijo:

Ness: ¿Ves? Ya está contando los nietos. Tú y Scott habéis abierto la veda.

Ash enderezó al bebé, que ya había terminado de comer, y dijo:

Ash: Bueno, tienes que admitir que Zac es un buen partido. Si estuvieras interesada, quiero decir.

Amy: Hablando de nietos -dijo, y tomó en brazos a Nick, colocándolo sobre su hombro para que echara los gases-. Con lo mucho que quiero a este pequeño, mi única pena es que Scott y Ash no tuvieron tiempo de planear una boda formal -añadió mientras se ponía de pie para pasearse de un lado a otro con su nieto en brazos-. Así que, cariño, te sugiero que te asegures de darte esas duchas calientes y largas tú sola, y dejes las frías para Zac.

Ness: ¡Mamá!

Ash pareció sorprendida un instante y luego comenzó a reírse. Amy se dirigió hacia la puerta con una sonrisa en la cara.

Ness: ¡Si ni siquiera nos gustamos! Somos como el agua y el aceite -luego se giró hacia Ash-. ¿Por qué me estoy justificando?

Ash: Creo que protestas demasiado.

Vanessa agarró un cojín de una silla cercana y se lo tiró a Ashley.

La semana siguiente fue un caos para Vanessa. Zac había terminado de supervisar la instalación del sistema de seguridad de la casa y ambos se habían instalado en la rutina. Cada mañana, sin importar lo pronto que fuera, ella llegaba a la puerta delantera para descubrir que Zac ya la estaba esperando con las llaves del coche en la mano. Si ella no lo llamaba al final del día, la llamaba él para preguntarle a qué hora tenía que recogerla.

Trató de darle esquinazo el miércoles, pero apareció en su oficina de todas formas y esperó media hora a que terminara su trabajo. Ella se había sentido fatal, sin importar lo mucho que se decía a sí misma que Zac se lo merecía, por irrumpir en su vida y en su casa de aquella manera.

Pero, a pesar de lo mucho que ella intentaba tratarlo como a una mota de polvo en la pared, seguían estorbándose. Los papeles de Zac y su ordenador estaban colocados en una esquina de su estudio, y sus cosas personales estaban en su casa.

Pero lo que realmente la molestaba era la intimidad de la situación. Había intentado hacérselo ver a su madre empleando las palabras «sexualmente extraño», pero la verdad no estaba muy lejos de eso.

El jueves por la mañana, mientras se preparaba para irse al trabajo, se dio cuenta de que la camisa para el traje que iba a ponerse estaba colgada en el armario del vestíbulo. Sabiendo que Zac estaba en la ducha, había salido de su habitación llevando solo el sujetador y la falda.

Y justo en el momento en que se daba la vuelta para regresar al dormitorio, contenta de haber encontrado la camisa, la puerta del baño se había abierto de golpe y se había encontrado frente a frente con Zac.

Lo único que cubría su cuerpo era una toalla a la altura de las caderas. Medio desnudo parecía incluso más grande y más imponente que de costumbre.

Vanessa bajó la mirada y se deleitó con sus músculos firmes y la línea de pelo que viajaba sobre su estómago plano hasta desaparecer bajo la toalla.

Al volver a mirarlo a los ojos, sintió que se sonrojaba. Pero no estaba segura de si era por la vergüenza de haber sido pillada mirando o por la mirada que Zac había dirigido hacia su torso semidesnudo.

Involuntariamente se había llevado la camisa al pecho a modo de protección y había pasado por delante de él, cerrando la puerta de su dormitorio de un portazo.

El viernes por la noche, después de que Zac la recogiera del trabajo y la llevara de vuelta a casa, la tensión era ya tan evidente que Vanessa se sentía a punto de estallar.

Tras cambiarse de ropa y ponerse unos vaqueros y una camiseta, Vanessa había ido abajo para prepararse algo de cena y luego acurrucarse en el sofá para hojear unos documentos que se había llevado de la oficina.

Por desgracia, Zac estaba abajo cuando ella llegó. Se estaba aflojando la corbata y obviamente se dirigía arriba para cambiarse de ropa.

Se detuvo cuando la vio y su mirada recorrió su cuerpo, descansando después en los documentos que llevaba en la mano.

Zac: ¿Qué? ¿No tienes planes para el viernes por la noche?

Ness: Tengo trabajo que hacer -dijo levantando la barbilla-. De otro modo claro que habría tenido planes.

Zac: ¿Y desde cuándo el trabajo significa olvidarse de las noches de los viernes?

Ness: A veces es así -dijo encogiéndose de hombros-. Además, no estoy de humor para salir esta noche.

En parte era cierto. Además no estaba saliendo con nadie en ese momento.

Normalmente habría salido de todas formas y, aunque habría preferido comer tiza a admitirlo delante de Zac, la verdad era que las amenazas de muerte habían llegado a intimidarla. Así que, pasar el viernes por la noche metida en casa, incluso con alguien tan molesto como Zac, era más atrayente que saltar al panorama social.

Zac: Quizá pensarías de forma diferente con respecto a quedarte en casa si los tipos con los que sales fueran más interesantes.

Ness: Déjalo, Efron.

Como si él supiera más de su vida amorosa de lo que podía deducirse por las menciones ocasionales sobre ella en las páginas de sociedad. Dejó los archivos en la mesita que había en el vestíbulo, de donde los recogería más tarde.

Zac: ¿Sabes cuál es tu problema, petunia?

Ness: Estoy segura de que me lo vas a decir -dijo adoptando un tono de aburrimiento-.

Zac: Claro que voy a decírtelo. Tu problema es que no puedes enfrentarte a un hombre que tenga cerebro.

Ness: No seas ridículo.

Zac: Te he observado, princesa. He visto a cada fulanito y menganito entrar y salir en tu vida.

Ness: Nunca he salido con ningún fulanito ni ningún menganito.

Zac: Claro que siempre supe que no tenía ninguna posibilidad a no ser que me quitase quirúrgicamente una parte del cerebro.

Ness: Ésa sería una imagen preciosa. En cualquier caso, no es verdad. Lo tipos con los que he salido no son tontos.

Zac: ¿Y qué hay del tipo que accidentalmente se pegó los dedos con pegamento?

Ness: ¿Por qué todo el mundo tiene que sacar a John a relucir? Fue en el instituto y aún no he podido librarme de eso.

Zac: Para ti los hombres tienen que parecer y hablar como tipos duros pero han de ser más simples que una tabla de madera -insistió-. Tu problema es que nunca has salido con un hombre de verdad.

Ness: ¿Como tú, quieres decir?

Zac: La verdad es que nunca he oído quejas.

Ness: Claro. Ese espacio a prueba de críticas en tu mente en donde habita tu ego no te deja oír nada.

Zac: Quizá es que no hay nada que oír. No he oído ninguna queja por tu parte con respecto a nuestro beso. De hecho pareciste disfrutarlo.

Ness: Habría sido mejor.

Zac: ¿En serio? -preguntó con una sonrisa mientras se acercaba a ella-.

Ness: Sí, en serio. Y que te quede claro: no disfruté de aquel beso.

Zac: Mmm -dijo mientras le agarraba los brazos con las manos, acercándola más a él-. ¿Estás segura?

Ness: Bastante segura.

Zac: Porque yo habría jurado que te lo pasaste bien.

Ness: Pues te equivocabas -dijo casi sin aliento-.

La mirada de Zac descansó sobre su boca y murmuró:

Zac: Entonces debo de haberme imaginado esos suaves labios moviéndose bajo los míos.

¿Pensaba que sus labios eran suaves?

Entonces Zac inclinó la cabeza, tomó aliento y le giró la cara para susurrarle al oído:

Zac: Y debo de haber soñado esa esencia de mujer -añadió, y Vanessa sintió el calor al instante. Zac agachó más la cabeza hasta acariciarle el cuello con la nariz-. Debo de haber fantaseado con ese cuerpo suave presionado contra el mío.

Vanessa sabía que debía apartarse, recordarle la promesa que ella misma había hecho diciendo que no habría más besos, pero su voz grave y las caricias, de sus manos provocaban un efecto extraño en ella.

Zac: Admítelo -dijo contra su sien-. Te gustó el beso -añadió mientras seguía acariciándola-.

Era difícil negarlo y difícil recordar por qué era tan importante que lo negara. Zac levantó las manos hasta colocarlas sobre sus hombros. Sus ojos estaban muy juntos. Vanessa podía sentir el magnetismo que irradiaba de su cuerpo. Zac levantó la cabeza y sus miradas se encontraron. Ella sintió escalofríos por todo su cuerpo y cómo los pezones se le endurecían bajo el sujetador.

Zac: Me encuentras irresistible, ¿verdad, petunia? Soy un arrogante, un monstruo, pero te gusta.

Sí. Debía decirlo en voz alta y acabar con aquello. Se centró en su boca. Si decía que sí, probablemente volvería a besarla. Vanessa se inclinó hacia él... y él se apartó, dejando caer los brazos a los lados.

Zac: Es una suerte para nosotros que yo sea capaz de resistirme.

A Vanessa le llevó un par de segundos, pero finalmente se dio cuenta de la situación y sintió una extraña furia en su interior. Había estado jugando con ella.

Estuvo tentada de darle un puñetazo en ese mismo momento. Él la encontraba completamente resistible, ¿verdad? El muy cerdo había disfrutado del beso tanto como ella.

Y con aquel pensamiento, supo cómo borrarle esa sonrisa arrogante de la cara. Lo agarró de las solapas de la chaqueta y tiró de él hacia abajo.

Justo antes de cerrar los ojos, Vanessa notó la sorpresa en los ojos de Zac.




Cualquier escusa es buena para besar a Zac, ¿verdad, Ness? XD

"Ese espacio a prueba de críticas en tu mente en donde habita tu ego no te deja oír nada."
Voy a enmarcar esa frase, me ha encantado. Es buenísima XD

¡No os perdáis el próximo capi!

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

En verdad esta novela se merece un 10 sobre 10
Cada capítulo es tan pero tan bueno
Ya quiero leer el próximo
Que final de capítulo!!!
La amo
Síguela pronto por favor

Unknown dijo...

No puede terminar ahí este capiii!!
Muy bueno, me encanta! Pero Ness no debería negar que le gusta Zac, ya se nota. Y de Zac nada que decir, me encanta!!




Sube pronto

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