topbella

jueves, 25 de junio de 2015

Capítulo 1


Vanessa Hudgens observó al hombre que probablemente estuviera intentando matarla.

Giró las tablillas de las persianas para tener una mejor vista de la oscura calle de Boston que se alargaba frente a ella. La luz amarillenta emitida por una antigua farola de gas libraba una batalla perdida con la oscuridad de la fría noche de abril.

El hombre estaba sentado sin moverse en el asiento del conductor de un coche negro al otro lado de la calle, con la cara en la sombra.

Había estado ahí la noche pasada también.

Ella se había dado cuenta. Era lógico que se hubiera dado cuenta. Cuatro años como abogada de distrito en Boston le otorgaban eso a una persona. Al salir de la escuela de derecho había sido mucho más ingenua.

Un agradable trabajo en un bufete habría sido el próximo peldaño en la escalera. Su familia había esperado eso de ella. Su madre, una respetable jueza que acababa de publicar un artículo en The Boston Globe, desde luego así lo esperaba.

Sin embargo Vanessa los había sorprendido a todos. Había elegido el trabajo de la acusación. Y ni siquiera como una prestigiosa abogada de Estados Unidos enfrentándose a casos federales.

No. Se había metido con el trabajo sucio, apartando del vecindario el tráfico de drogas o los robos como parte de la acusación en la oficina del distrito.

Volvió a mirar al hombre del coche. Por supuesto los sorprendería más aún a todos si apareciese muerta en su apartamento, con el cuello rajado por el misterioso hombre que le enviaba amenazas de muerte.

Contuvo el aliento mientras el hombre se movía ligeramente y abría la puerta del coche.

Cuando salió del coche, ella trató de obtener un mejor punto de vista, pero no pudo ver sus rasgos faciales con la oscuridad. Lo que sí pudo ver fue que era alto, de constitución fuerte, con el pelo castaño y ropa oscura.

Ella observó mientras el hombre escaneaba la calle de arriba abajo antes de dirigirse hacia la casa. ¿Se dirigiría hacia ella?

Se le empezó a acelerar el corazón y sintió dificultad para respirar. «Llama a la policía», le decía su parte racional.

Seguramente los vecinos lo oirían si acaso él intentaba entrar en la casa. Aquel exclusivo barrio de Beacon Hill normalmente era tranquilo y sereno.

El hombre pasó por debajo de una farola y entonces la mente de Vanessa echó el freno de emergencia.

Conocía aquella cara.

De pronto el miedo fue sustituido por la rabia. Una rabia intensa. El tipo de rabia que cualquiera de sus tres hermanos mayores habría reconocido como señal para esconderse.

Vanessa se dirigió hacia las escaleras de aquella casa de ladrillo rojo al que llamaba su hogar, ajena al hecho de que estaba vestida para irse a la cama, con un diminuto pantaloncito de seda y una bata a juego. Cuando llegó abajo, dándose cuenta de que aún no había oído llamar a la puerta, quitó el cerrojo y abrió sin más dilación.

**: Hola, princesa.

Vanessa sintió el mismo torrente de energía que siempre sentía en presencia de aquel hombre, que pronto fue sustituida por una corriente de tensión.

Él tenía un físico esbelto pero musculoso, un físico que normalmente hacía que las mujeres se derritieran y se rindieran al flirteo. Pero no ella. Tenían algo más que una historia como para algo así, y ella dudaba seriamente de que su presencia en su puerta aquella noche fuera una mera coincidencia.

Vanessa se cruzó de brazos y dijo:

Ness: ¿Te has equivocado de camino, Zac? La última vez que lo comprobé, Beacon Hill era un barrio demasiado exclusivo para gentuza como tú.

Él tuvo la desfachatez de parecer sorprendido.

Zac: Y tu sigues siendo el mismo diamante perfecto de sangre azul, princesa. Justo como lo recordaba.

Ness: Si sabes algo sobre diamantes, recordarás que son las piedras más duras del mundo.

Zac: Oh, sé mucho de diamantes últimamente, petunia -dijo tocándole la punta de la nariz con el dedo mientras entraba dentro sin ser invitado-. He descubierto que son el regalo perfecto para mujeres de tu categoría.

Vanessa se imaginó a Zac eligiendo diamantes para sus novias. Probablemente en un lugar tan exclusivo como Van Cleef & Arpéis. Puede que se hubiese criado en una familia trabajadora del sur de Boston, pero, gracias al multimillonario negocio de seguridad que había fundado, su cuenta bancaria había alcanzado los ocho dígitos en aquellos días. Era un magnate por derecho propio.

Vanessa cerró la puerta tras él de un portazo y echó el cerrojo.

Ness: Como en tu casa -El sarcasmo era mucho más fácil que pensar en él deambulando a oscuras por su casa, sin más compañía que la suya y sabiendo los turbulentos sentimientos que evocaba en ella-. Estoy segura de que encontrarás el momento para decirme qué estabas haciendo estudiando mi casa en mitad de la noche.

Zac: ¿Qué te hace pensar que estaba estudiando algo? -dijo dejando la chaqueta en una silla cercana-.

Ella se frotó la barbilla mientras lo seguía al salón y encendía una lámpara.

Ness: Oh, no sé. ¿Puede ser porque llevas media hora metido en el coche al otro lado de la calle con el motor apagado?

Ella observó mientras él miraba a su alrededor. Había fotos por todas partes, incluyendo fotos con su familia, sus amigos y con Sansón, su gato, que había muerto de viejo cuatro meses antes. Se sentía vulnerable y expuesta viendo su vida como en un escaparate en diversas instantáneas.

Se había mudado a aquella casa tras vender su apartamento el año pasado. Su mejor amiga y cuñada, Ash, que era decoradora de interiores, la había ayudado a decorarlo con un estilo elegante que encajaba con la historia de la casa.

Zac: Bonita casa -dijo mientras se agachaba para observar una foto de ella en biquini en una playa del Caribe, sonriendo a la cámara mientras corría con gafas y aletas hacia el agua-. Te desarrollaste bien, princesa, una vez que dejaste atrás la pubertad.

Ella apretó los dientes. A pesar de que Zac Efron prácticamente se había convertido en miembro de su familia desde que fue compañero de habitación de su hermano mayor, Scott, en Harvard, ella nunca se había sentido cómoda a su lado. Y desde luego nunca había pensado en él como en un hermano.

Ness: ¿Por qué estás aquí? Y lo más importante, ¿qué hacías escondido frente a mi casa un jueves por la noche?

Él se enderezó y se metió las manos en los bolsillos, endureciendo su mandíbula.

Zac: ¿Te he asustado? ¿Creías que era el cerdo que ha estado enviándote notitas de amor perversas?

Ness: ¡No!

Se dio cuenta demasiado tarde que la vehemencia de su negación sonaba exactamente como la mentira que era, pero su mera presencia la había puesto de los nervios. Supuso que alguno de sus hermanos, probablemente Scott, le habría contado lo de los anónimos que estaba recibiendo.

Zac: ¿Qué? ¿No pensaste que te alegrarías de verme?

Ness: Sé realista -De hecho se había sentido aliviada de que fuera él un segundo antes de dejar paso a la rabia-. No has contestado a la pregunta. ¿Qué estás haciendo aquí?

Zac caminó y se apoyó sobre el respaldo de un sofá, estirando las piernas.

Zac: Solo mi trabajo.

Ness: Solo...

Se detuvo en el momento en que un desagradable pensamiento apareció en su mente.

Zac: Siempre fuiste muy rápida, petunia. He de confesar que es fascinante ver cómo echa chispas esa cabecita tuya. Siempre he dicho que, si hubieras nacido pelirroja, el paquete habría sido perfecto. Pelo rojo a juego con el rojo de tu ira.

Ness: Fuera.

Zac: ¿Es ésa forma de tratar al tipo que está aquí para protegerte?

Vanessa recorrió la habitación y se volvió hacia él cuando llegó a la chimenea. No podía creer que eso estuviese ocurriendo.

Ness: No sé qué miembro de mi familia te ha contratado, Zac -dijo cruzándose de brazos-, y francamente, no me importa. Puede que tengas la mejor empresa de seguridad del país, pero aquí ni se te quiere ni se te necesita, ¿Lo pillas?

Apartándose del sofá, Zac se cruzó de brazos.

Zac: Por lo que he oído, diría que sí me necesitas. En cuanto a si se me quiere -se encogió de hombros-... me han dicho que haga un trabajo y lo voy a hacer.

Querer. Aquella palabra resonó en su cabeza, pero enseguida trató de olvidarla. Fuera lo que fuera lo que sintiera por Zac, aquélla no era desde luego la mejor descripción.

Cierto que, con los ojos color azul y el pelo corto, parecía un modelo, excepto por la nariz, rota en un par de ocasiones, y la cicatriz que adornaba su barbilla. Pero en su mente todo eso quedaba borrado por el hecho de que fuera tan condescendiente y molesto. Por no hablar de lo que se podía confiar en él.

No lo había visto desde la boda de su hermano Scott unos meses antes, pero a pesar de que sus caminos no se habían cruzado últimamente, Zac le era tan familiar como un miembro de su propia familia. Por otra parte él no tenía una familia de la que pudiera hablar, puesto que había perdido a sus padres nada más llegar a Harvard. Por lo tanto había pasado casi todas las vacaciones con los Hudgens.

Ness: No hay manera de que puedas hacer este trabajo si yo te digo que no puedes -dijo con las manos en las caderas-.

Zac: Dado que Scott sigue siendo el dueño de esto, porque no has cerrado aún el trato con él para comprarlo, yo diría que te equivocas. Así que lo primero que vamos a hacer es asegurarnos de que la seguridad en el piso de nuestra soltera de oro es de primera.

Una vez más, la necesidad de estrangular a Zac Efron la poseyó. Cierto, la casa no era suya, pero eso no era más que un tecnicismo. La casa había estado vacía dos años desde que Scott la había adquirido como inversión, pero ella se había enamorado del piso y le había ofrecido comprárselo. En cualquier caso, no necesitaba un guardaespaldas.

Ness: Si necesito protección, la conseguiré.

Zac: No será necesario -dijo apretando los labios-, porque pienso pegarme a ti hasta que sepamos quién ha estado enviándote amenazas de muerte y escribiendo obscenidades con spray sobre tu Mercedes.

Ness: Puedo cuidar de mí misma. Te he visto escondido en un coche aparcado, ¿no?

Zac: ¿Y qué me dices del hombre que estaba en el coche que había aparcado en la esquina? No me digas que no lo has visto.

No lo había visto.

Él levantó una ceja e interpretó su silencio como la admisión de que se trataba.

Ness: No puedes estar seguro de que tuviera alguna conexión conmigo -dijo, y sabía que tenía razón-.

Zac: Tienes razón, no puedo. Pero salió de allí disparado como una flecha en el momento en que decidí comprobar mi teoría y salir del coche.

Ness: ¿Y no lo seguiste?

Zac: ¿Cómo podía estar seguro de que iba detrás de ti? -dijo atacándola con sus propias palabras-. En cualquier caso, era demasiado tarde para regresar al coche para seguirlo y no pude ver su número de matrícula ni la marca del coche por la oscuridad. Así que decidí venir a tu puerta pensando que, al menos, me daría las gracias la damisela en peligro por haber espantado al malo.

Ness: ¿Y ahora que lo has espantado, te importaría espantarte a ti mismo también?

Incluso aunque necesitara protección, podría conseguirla por sí misma. Lo último que necesitaba era un guardaespaldas contratado por su familia sobreprotectora, y menos aún uno tan molesto como Zac.

Zac: Realmente no lo pillas, ¿verdad, princesa?

Ness: Supongo que vas a explicármelo para que lo pille -dijo viendo cómo Zac se acercaba-.

Si pensaba intimidarla, iba a llevarse una sorpresa.

Zac: Supones bien -dijo tras detenerse a solo unos centímetros de distancia-.

Vanessa tuvo que levantar la barbilla para mantener el contacto visual. Debería sentir satisfacción sabiendo que, con lo mucho que él la inquietaba, ella parecía tener la habilidad de molestarlo a él también.

Zac: Trabajar en la oficina del fiscal puede que te haga pensar que eres muy espabilada, pero no lo eres. Lo cual hace que me pregunte por qué no te quedarías con lo que hacen las demás novatas y señoritas de la sociedad por el servicio público. Ya sabes, organizar subastas benéficas y cosas así. ¿Por qué molestarse en trabajar con los tipos duros de la oficina del distrito?

Ella apretó los dientes y trató de tener paciencia.

Ness: Esto no es un hobby. Es una profesión.

Sabía que él había tenido una infancia difícil en las calles del sur de Boston, pero eso no le daba derecho a tocarle las narices por haber crecido con todas las comodidades.

Zac: Has hecho de tu profesión un modo de vivir emociones fuertes, ¿verdad, petunia? Me pregunto por qué es así, y por qué parece que no puedes conseguir lo que quieres con los niños mimados del club de campo.

Ella miró a su alrededor buscando algo que lanzarle, pero entonces decidió que sería una pena malgastar una reliquia contra aquella cabeza dura. Además, estaría jugando a favor de todos los prejuicios que él tenía sobre ella.

Ness: Estás muy seguro de que lo sabes todo, ¿verdad? Excepto una cosa. Que ya no soy una cría de la que te puedes chivar a sus padres.

Él la miró con frialdad. Vanessa vio que Zac estaba a punto de estallar.

Zac: Sigues sin poder perdonarme por eso, ¿verdad?

Vanessa arqueó una ceja y trató de ignorar cómo su cercanía despertaba todas las células de su cuerpo.

Ness: No te eches halagos. Decir que no puedo perdonarte implica que todavía me importa lo que ocurrió. Y no es así.

Zac: Sí, y no pareces haber aprendido la lección después de aquello.

Ness: Claro que la aprendí. Aprendí que no podía confiar en ti.

Zac: Eras una cría de diecisiete años que empezaba a mezclarse con la gente equivocada. ¿Qué creías? ¿Que ese motero del bar se había acercado a ti porque quería llevarte a casa a compartir una cerveza?

Ness: ¡Tú no eras mi guardián!

No le dijo que una de las razones por las que había ido al bar aquella noche era la esperanza de que él apareciera. Brevemente, en sus años de adolescencia había tenido lo que algunos llamarían un encaprichamiento por Zac. Pero eso había sido antes de demostrar, mediante la traición, que solo la veía como una cría.

Aún podía recordar la vergüenza y la humillación que había sentido cuando Zac se la había echado al hombro en el bar y se la había llevado al coche, ajeno a sus gritos y patadas.

Como si eso no hubiera sido suficiente, a pesar de haberle prometido que si se estaba quieta no se lo diría a sus padres, había seguido adelante con ello y la había traicionado. Vanessa había tenido que soportar un sermón sobre el alcohol y el sexo antes de la mayoría de edad, había estado castigada un mes y, después de aquello, siempre había sido interrogada sobre sus idas y venidas.

Ness: Diría que tú eres tan culpable como yo, Zac, de no aprender lecciones del pasado. Sigues actuando como si fueras mi guardián cuando no lo eres.

Zac: ¡Maldita seas! ¿Tan cabezona eres que no aceptas ayuda aunque la necesites? ¿Cuando tu vida puede estar en peligro?

Ness: ¿Cabezona? Me parece que tú podrías escribir un largo tratado sobre eso.

Trató de pasar por delante de él pero Zac la agarró del brazo y la obligó a mirarlo. Su expresión era acalorada y tenía el ceño fruncido y los labios apretados.

Zac: Cabezona, testaruda...

Ness: Lo mismo da.

Estaban prácticamente nariz con nariz y, bajo la adrenalina que corría por sus venas, Vanessa sintió una ligera excitación al comprobar que finalmente había conseguido acabar con su autocontrol.

Entonces Zac inclinó la cabeza y le cubrió los labios con los suyos en un beso de furia. Sus labios se movían con fuerza sobre su boca y, cuando Vanessa trató de apartarse, él le colocó la mano detrás de la cabeza y la mantuvo en el sitio.

Ness: ¡Mmm...!

En sus años de adolescencia Vanessa a veces había fantaseado con cómo sería ser besada por Zac. Pero ninguna de las opciones había sido como aquélla. Zac besaba del mismo modo que hacía todas las cosas: con una seguridad aplastante.

Cuando finalmente él se apartó, la respiración de ambos estaba acelerada. Sus ojos color azul la miraban desafiantes, como si la estuviera instando a hacer algún tipo de comentario frívolo sobre lo que había hecho y sobre la invisible línea que había cruzado.

Ella abrió la boca, pero cuando la mirada de Zac se hizo más aguda, Vanessa volvió a juntar los labios. Aquel momento tenso entre ambos parecía alargarse. Ella era plenamente consciente de lo cerca que él estaba, de la energía que emanaba de su cuerpo.

Y entonces, sin saber bien cómo ni por qué ocurrió, Vanessa estaba en sus brazos de nuevo y los labios de Zac sobre los de ella, mientras ella respondía del modo con el que solía fantasear; solo que en esa ocasión podía compararlo con la realidad.

Los labios de Zac eran más suaves de lo que parecían. Se deslizaban sobre los suyos, adaptándose a su boca. Sus manos no se movieron, se quedaron sobre su espalda ejerciendo una ligera presión.

No hizo ningún sonido, sino que centró su atención en el placer de dar y recibir mientras le acariciaba los labios con los suyos. Si el primer beso había sido feroz, el segundo fue completamente seductor.

Vanessa separó los labios y Zac le introdujo la lengua, que comenzó a danzar con la suya. Las sombras de la noche que oscurecían su mandíbula eran como una caricia sobre su suave piel.

Él la acercó más a su cuerpo y la apretó con fuerza.

Aunque Vanessa hubiera sido capaz de ignorar el primer beso, el segundo... bueno, Zac Efron era la persona que mejor besaba, con los mejores labios que ella había visto jamás, y eso incluía a Ben Carver, del instituto, que se había leído y memorizado 100 besos creativos.

Cuando él deslizó la mano hasta agarrarle las nalgas para que ambos tuvieran un contacto íntimo, las alarmas se dispararon en la mente de Vanessa. Le agarró los hombros intentando apartarlo de ella y entonces se dio cuenta de que el ruido no solo provenía de su cabeza.

El teléfono volvió a sonar, insistentemente, y Zac le colocó a Vanessa las manos sobre los hombros para estabilizarla mientras se separaban.

Nerviosa, miró a su alrededor para averiguar dónde estaba el inalámbrico. Lo divisó bajo un cojín sobre el sofá y descolgó vacilante.

Ness: ¿Sí?

*: Voy a por ti -dijo una voz grave al otro lado del teléfono-.

Ness: ¿Quién es?

*: Deja tus casos en la oficina del distrito o acabarás muerta.

Vanessa apretó con fuerza el auricular. Sabía que tenía que mantenerlo hablando para averiguar más pistas.

Ness: No me asusto con facilidad.

Por el rabillo del ojo vio cómo Zac se ponía tenso y se acercaba a ella. Hubo una risa al otro lado de la línea telefónica.

*: Apostaría a que tu papá pagaría una buena suma de dinero para recuperarte... viva o muerta.

De pronto Zac le quitó el auricular.

Zac: Tócala y acabaré contigo como la escoria que eres. No podrás caminar por la calle sin mirar hacia atrás.

Vanessa dedujo que se había cortado la conexión porque Zac comenzó a pulsar los botones del auricular. Luego escuchó durante unos segundos y luego tiró el teléfono sobre una silla con cara de fastidio.

Zac: Debí imaginar que no sería tan fácil de localizar.

Ness: ¿Por qué has hecho eso? -preguntó colocándose las manos en las caderas-. Ni siquiera me has dado la oportunidad de intentar hacer que se le soltara la lengua.

Zac: ¿Que se le soltara la lengua? -preguntó con incredulidad-. Olvídalo, cariño. Puede que trabajes en la oficina del distrito, pero escucha a alguien que ha tenido mucha más experiencia con criminales. Ese tipo es un mal nacido. Solo se le soltará la lengua cuando venga a por tu precioso cuello.

Ness: No hay necesidad de ser grosero.

Zac: ¿Qué te ha dicho?

Ness: Me ha advertido que deje los casos legales en los que estoy trabajando.

Zac: ¿Y?

Ness: ¿Y qué?

Zac: ¿Qué más?

Buscando una distracción, Vanessa recolocó uno de los cojines del sofá.

Ness: Y dejó entrever que el secuestro era una de las opciones.

No contó la parte sobre el rescate para recuperarla viva o muerta. No había necesidad de echar más leña al fuego.




Menudo primer encuentro, ya se han comido la boca XD
Ness está en peligro =S Pero Zac la protege ^_^

No os perdáis el próximo capi.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


3 comentarios:

Sara dijo...

Tenias razon, nos va a encantar esta novela. A mi con solo el primer capitulo ya me ha conquistado. Me encantaaaaaa!!!!
Se nota la quimica que hay entre ellos. Seguro que años atras estaban enamorados uno del otro y ahora con tremendo reencuentro... Espero que no tarden en darse cuenta lo que sienten el uno por el otro. No quiero imaginar lo que habria pasado si ese beso no hubiera sido interrumpido por el telefono...
Siguela pronto
Besos

Unknown dijo...

Que comienzo de primer capitulo!
Me parece que paso algo mas en el pasado no? Entre Zac y Ness..porque se nota que hay química.
Y pobre Ness que la quieren matar pero menos mal que Zac la va a cuidar.

Sube pronto

Maria jose dijo...

Pero que novelon nos tienes preparada he
Si el primer capítulo es así no me imagino
Como estar toda la novela
En verdad mi única palabra que tengo ahora es
Wooowwww!!!!
Esta novela empieza muy fuerte con
Su primer capítulo
Estuvo muy bueno, no quería dejar de leer
Síguela pronto por favor
Ya me enamore de esta novela
Esta mega interesante

Besos

Publicar un comentario

Perfil