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sábado, 6 de junio de 2015

Capítulo 6


Ash: Todo ha sido idea del alcalde Frost -explicó-. El ayuntamiento piensa dar una gran fiesta en el club de campo el sábado, para homenajear a Zac Efron... la estrella de Crooked Oak.

Ness: Me pregunto qué opinará Zac -ex trajo una lata de Coca-Cola de la máquina e intro dujo más monedas-. Desde luego, parece haber cambiado de opinión con respecto a que lo dejen en paz.

Ashley abrió la lata.

Ash: Scott dice que Zac ha aceptado asistir. In cluso ha prometido ir acompañado. No te habrá llamado para invitarte, ¿verdad?

Ness: No, claro que no. ¿Acaso está obligado a ha cerlo?

No pensaba admitir, ni siquiera de lante de una de sus mejores amigas, que llevaba toda la semana esperando una llamada de Zac.

Ash: Bueno, se rumorea que no ha vuelto a salir con Grace, y que ahora tú eres la única mujer de su vida.

Ness: ¡Malditos chismorreos! La gente puede empe zar a atar cabos, y...

Ash: Cálmate -la tranquilizó-. Nadie sospe chará que Zac es el verdadero padre de Andrew.

Ness: Espero que tengas razón. Porque no sé lo que haría si Andrew y Zac descubrieran que los he en gañado a ambos durante todos estos años -entró en el taller y abrió la puerta de la oficina-.

Luego se sentó mientras Ashley desempaquetaba las hamburguesas y las patatas fritas.

Ash: Si te hubieras tomado en serio tu relación con Austin, ya estaríais casados a estas alturas, y no tendrías que preocuparte por el problema de Zac. Sé que Austin no te vuelve loca, pero sería un buen esposo y un buen padre.

Ness: Ya estuve casada con un hombre así. Si me vuelvo a casar, será únicamente por amor.

Ash: ¿No estarás empezando a pensar que Zac Efron es tu príncipe azul? -tomó asiento-. Mira, sé lo que sentías por él cuando estábamos en el instituto. Estabas tan colada por Zac como yo por su hermano Alex. Scott Speer quizá no sea el hombre de mis sueños, pero lo quiero mu cho y somos felices juntos.

Ness: Tu situación es ligeramente distinta de la mía -puntualizó-. Alex y tú nunca hicisteis el amor ni tuvisteis un hijo.

Ash: Es cierto. Ni siquiera llegó a besarme nunca.

Ness: Deja de preocuparte por mí, Ashley. No pienso sucumbir a los encantos de Zac Efron ni permi tir que arruine mi vida.

Ash: He hablado con Miley. Dice que piensa lla marte -se llevó la hamburguesa a la boca-.

Ness: ¿Qué le has dicho? ¿Le has comentado que la gente empieza a pensar que Zac y yo somos pa reja?

Ashley tragó un bocado y bebió un sorbo de Coca-Cola.

Ash: Miley no está de acuerdo conmigo. Tampoco sabe lo que yo sé, desde luego. Cree que tú eres la mujer idónea para Zac. No te extrañe que in tente convencerte de que salgas con él.

Ness: Quizá debería hacerlo.

Ash: ¿Cómo dices?

Ness: Quizá debería salir con Zac y dejar que digan lo que quieran. Quizá me estoy preocupando de masiado.

Ash: ¿Te arriesgarás a que te destroce el corazón de nuevo?

Ness: Creo que Zac solo está interesado en mí por que le he dejado muy claro que no me acostaré con él. Debo de ser la primera mujer que le ha dado una negativa, así que me considera una especie de desafío. Quizá si salgo con él y...

Ash: ¿Vas a acostarte con él para desanimarlo? Santo cielo, Vanessa, ¿en qué estás pensando?

Ness: Tal vez deba llamarlo para pedirle una cita. Mandar las precauciones al infierno, y...

El teléfono empezó a sonar. Las dos mujeres abrieron la boca, sorprendidas. Vanessa descolgó el auricular.

Ness: Taller Montez, ¿dígame?

Zac: Hola, Vanessa.

Vanessa notó mariposas revoloteando en su estó mago al oír la voz de Zac.

Ness: Hola.

Zac: ¿Cómo estás?

Ness: Bien. ¿Y tú?

Zac: Necesito pareja para el sábado por la noche. Al parecer, van a dar una fiesta en mi honor en el club de campo. He pensado que a lo mejor te gustaría acompañarme.

Ness: Yo... yo... -«¡Deja de tartamudear, estúpida!», se ordenó-. Sí.

Zac: ¿Sí?

Ness: Sí, me encantaría ir contigo a la fiesta el sábado por la noche.

Zac: Estupendo. Te recogeré a eso de las siete -hizo una pausa, y luego dijo-: ¿Cuáles son tus flores preferidas?

Ness: ¿Mis preferidas...? Las margaritas blancas.

Zac: Margaritas blancas, ¿eh? Sí, van con tu persona lidad.

Ness: Andrew me ha dicho que vas todos los días a ver el entrenamiento de los Bulldogs. Pero lo decepcionó mucho no verte en los dos últi mos partidos.

Zac: He pensado que debo mantenerme algo ale jado del pequeño. Eso era lo que querías, ¿no?

Ness: Comprendes por qué temo que Andrew se enca riñe demasiado contigo, ¿verdad? -contestó al tiempo que miraba de reojo a Ashley, que fingía no estar escuchando cada palabra de la conversa ción-.

Zac: Sí, lo comprendo.

Ness: ¿Te... veremos antes del sábado?

Zac: Probablemente, no. Pasaré un par de días en Marshallton con Arthur Hill. Vamos a ir de pesca. Pero volveré para la fiesta. Te veré entonces, cariño.

Ness: Sí, hasta entonces -colgó el auricular-.

Ash: Te ha pedido que lo acompañes a la fiesta del club, ¿verdad? -dejó la bolsa de patatas en la mesa-. Si te interesa mi opinión, te estás buscando problemas alentándolo de esa manera.

Ness: ¡Pero no te he pedido tu opinión!

Ash: Cielos, Vanessa, no te pongas así. No soportaría verte sufrir otra vez.

Ness: Ya no soy la muchachita asustada de antes. Y quizá Zac tampoco sea el jovencito egoísta y alocado de hace doce años.


Ness: Creo que llevo demasiado maquillaje -se miró en el espejo del armario de su dormitorio-. ¡Me habéis puesto como una muñeca pintarrajeada! -extrajo un pañuelo de papel del cajón de la cómoda-.

Sarah: ¡Ni te atrevas! He tardado veinte minutos en maquillarte como Dios manda.

Ash: Estás perfecta -le aseguró-. De hecho, nunca te había visto así de guapa.

Ness: Sí, lo sé -dijo a sus amigas-. Eso es lo malo. No parezco yo. Zac se morirá de risa cuando me vea.

Sarah: Cuando Zac te vea, se pondrá a babear. Estás despampanante con ese vestido.

Vanessa se estiró la falda del vestido negro, que le quedaba por encima de la rodilla. El sedoso tejido se ceñía perfectamente a su generoso talle y acentuaba su estrecha cintura.

Ness: Me siento desnuda con esto -miró por encima del hombro hacia el espejo, contemplando su es palda descubierta-.

Ash: Estás estupenda.

Sarah: Solo necesitas otro detallito para completar el conjunto -rebuscó en su bolso, sacó una cajita forrada de satén y la abrió-.

Ness y Ash: ¡Uauh! -exclamaron simultáneamente al ver los pendientes de diamantes y rubíes-.

Sarah: Ten, póntelos.

Ash: ¿Son auténticos?

Sarah: Sí, son auténticos.

Ash: ¿De quién son? -miró de cerca los bri llantes aretes que su amiga tenía en la mano-.

Sarah: Míos -se colocó detrás de Vanessa y le en tregó los pendientes-. Te darán el toque perfecto. Bueno, acaba de arreglarte. Ashley y yo debemos irnos antes de que se presente Zac.

Con dedos temblorosos, Vanessa se quitó los pendientes que llevaba y los sustituyó por las joyas de su amiga.

Ness: ¿De veras soy yo? -inquirió mientras se contem plaba de nuevo en el espejo-. Parezco un fraude.

Sarah: Deja de infravalorarte. Eres una mujer muy atractiva, y ya es hora de que empie ces a sacar partido de las cualidades que posees. Y créame, señorita, posee usted muchas.

Ness: ¿Las suficientes para alguien como Zac Efron?

Ash: Más que suficientes -le dijo abrazán dola-. Si ese hombre sabe apreciarlas.


Zac prácticamente dejó caer el ramo de mar garitas cuando Vanessa abrió la puerta y lo invitó a pasar. No sabía qué había esperado, pero, desde luego, no a aquella elegantísima mujer cuya belleza lo dejó sin habla.

Dios santo, qué sorpresa iba a llevarse Crooked Oak aquella noche.

Zac: ¿Lista? -preguntó a Vanessa mientras entraban en el club de campo-.

Ness: Creo que sí.

Zac le rodeó la cintura con el brazo y la guió al interior del salón. Todos los presentes se volvieron para mirar. Los susurros aumentaron hasta conver tirse en sonoros murmullos. Media docena de hom bres, incluido el alcalde, se acercó a la pareja. Y todas las mujeres estiraron el cuello para verlos mejor.

**: ¿Quién es ésa que va con él? -preguntó una an ciana a su hija-.

*: Dios bendito, mamá, es Vanessa Hudgens.

**: No puede ser.

***: Sí, es Vanessa Hudgens -confirmó otra mujer sen tada a la misma mesa-.

Frost: Vanessa, mi querida muchacha -el alcalde le dio la mano-. Estás absolutamente preciosa.

Ella se ruborizó por completo y contestó con ti midez:

Ness: Gracias.

Witten: Venid, Zac. Hemos reservado una mesa en primera fila para ti y para tu acompañante -el con cejal señaló la mesa con la barbilla-.

Vanessa sabía que todos los ojos estarían puestos sobre Zac y ella, y se sentía más nerviosa que nunca. Zac estaba acostumbrado a ser el centro de atención, pero ella siempre había sido una chica sencilla y vulgar a quien nadie solía mirar dos veces.

Después de la cena, Zac subió al estrado para dirigir unas palabras a los presentes.

Zac: Queridos amigos, ¿qué puedo deciros? -paseó la mirada por el salón atestado de gente-. Sienta bien regresar a casa.

Los ensordecedores aplausos hicieron temblar el club de campo. Todos se levantaron de sus asien tos para rendir homenaje al héroe de Crooked Oak. Vanessa vio cómo la mandíbula de Zac se ten saba y sus ojos se humedecían. Sintió el impulso de abrazarlo y decirle que todo iba bien, que llorara con fuerza si le apetecía.

Zac: Jamás comprendí, al marcharme de Crooked Oak, a cuánto tendría que renunciar a causa de mi amor por el béisbol -prosiguió-.

*: Pero llegaste a la cima, Zac Efron -gritó una voz masculina desde el fondo del salón-. Eres una leyenda, y este pueblo se enorgullece de ti.

Una vez que el alcalde le hubo entregado la llave de la ciudad y una placa en conmemoración a sus logros, en medio de otra estruendosa salva de aplausos, Zac se giró hacia Vanessa y le tendió la mano.


Zac: ¿Me concedes un baile, mi guapa señorita?

Sonriendo, con el corazón colmado de amor, Vanessa se levantó y tomó su mano. Él la guió hacia la pista de baile y luego la abrazó. Bailaba con la misma elocuencia con la que solía hablar. Al princi pio, ella se sintió un poco tensa, pero conforme fueron pasando los minutos se abandonó al mo mento, al goce de estar entre los brazos de Zac.

Zac: Eres la mujer más hermosa que hay aquí esta noche -le susurró él al oído-.

Vanessa notó que su corazón se elevaba, aunque su mente le advertía que no tomara en serio el cumplido. Pero, ¿qué daño le haría, se preguntó, creer en sus palabras solo por una noche? ¿Consi derarse bella y deseable, la única mujer en el mundo de Zac?

«Volverá a destrozarte el corazón» le advirtió una vocecita interior. «Tomará todo lo que tienes que ofrecerle, te dará esperanzas y luego te aban donará. Una mujer como tú jamás podrá hacer suyo a un hombre como Zac Efron.»

Ardía en deseos por él. Ansiaba ser poseída y re clamada por el hombre destinado a ser su compa ñero. Ningún otro hombre le hacía sentir lo que Zac. Él, y solo él, podía satisfacer sus necesidades más básicas.

Mientras Zac bailaba con otras mujeres, ella se mantuvo ocupada con un auténtico aluvión de ca balleros ansiosos por sacarla a bailar. La noche ha bía llegado a ser para Vanessa un sueño hecho reali dad. Doce años antes, había asistido al baile de fin de curso acompañada de Elbert Platt, el chico más inútil del instituto, mientras veía a Zac bailar con una sucesión casi interminable de chicas guapas. Aunque a ella le había hablado y le había sonreído, no la había sacado a bailar. Ni una sola vez. Esta noche, sin embargo, ella era la belleza de la fiesta. La pareja de Zac.

Tras despedirse de sus admiradores, Zac llevo a Vanessa por la carretera que conducía a su casa.

Zac: ¿Seguro que no te importa viajar con la capota bajada?

Ness: ¿Por qué va a importarme? Hace una calida y preciosa noche de primavera -recostó la cabeza en el asiento de piel-.

Zac: A las mujeres no suele gustarles que el viento les estropee el peinado.

La miró de nuevo y se maravilló al ver lo guapa que estaba. En realidad, la ropa y el maquillaje no la habían cambiado radicalmente. Solo habían realzados sus encantos.

Ness: No soy como la mayoría -comentó-.

Zac: Por fin me he dado cuenta.

Condujeron en silencio, acariciados por la calida brisa nocturna.

Zac redujo la velocidad conforme se acercaban a la casa de Vanessa.

Zac: Puesto que Andrew pasará la noche en casa de Ben Flecher, no tienes por qué recogerte tan pronto -«Ve despacio, con calma. No la presiones» se advirtió a sí mismo-. Podemos llegarnos a algún club de Marshallton.

Ness: No soy muy amante de la juerga. Pero si eso es lo que te apetece...

Zac: Lo que en realidad me apetece es que vengas a mi casa, conmigo -detuvo el Porsche pero no paró el motor-.

Ness: ¿Intentas pedirme que pase la noche contigo?

Zac: Sí, supongo que sí.

Ness: Entonces, pídemelo.

Él se giró y descansó el brazo sobre su asiento.

Zac: Me gustaría llevarte a mi casa y pasar la noche entera haciéndote el amor.

Ness: Muy bien.

Zac: ¿Muy bien? -la miró incrédulo. ¿Había oído bien, o había imaginado aquella respuesta?-. ¿Estás diciendo que...?

Vanessa le cubrió los labios con el dedo índice, in terrumpiéndolo inmediatamente.

Ness: Estoy diciendo que quiero que me hagas el amor durante toda la noche.

Zac: ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión? -le frotó la yema del dedo con la nariz-.

«La necesidad de estar con el único hombre al que he amado nunca.»

Ness: He decidido que vale la pena correr el riesgo.

Y, cuando Zac la miró profundamente a los ojos, Vanessa comprendió algo más. Que, esta vez, Zac Efron desearía quedarse con ella. Con ella y con su hijo.

Él agachó la cabeza y la besó. Tierna, suave y dul cemente, como si estuviera manejando un objeto sumamente frágil que se rompiera con facilidad. Vanessa exhaló un suspiro, conforme empezaba a re correrla por dentro el hormigueo de la excitación.

Zac alzó la cabeza bruscamente, tomó aliento y sonrió.

Zac: Más vale que no sigamos, o acabaremos hacién dolo en el coche.

Ness: Como hace doce años -murmuró-.

Zac: Esto no será igual que hace doce años -le pro metió-. Esta vez estarás en mi cama, y voy a amarte como jamás te han amado. Y, por la ma ñana, no nos arrepentiremos de los momentos que hayamos compartido.

Vanessa notó que se le cortaba la respiración. Él revolucionó el motor y condujo a toda velocidad hacia la granja Efron. Al cabo de quince minutos aparcó el coche en el patio, salió, rodeo y abrió la portezuela del pasajero. Tras guardarse las llaves en el bolsillo, le tendió la mano a Vanessa. De un tirón la tomó entre sus brazos. Ella se dejo llevar satisfecha, feliz, excitada ante la perspectiva de lo que les aguardaba.

Juntos, subieron los escalones del porche a la carrera. Zac arrinconó a Vanessa contra la puerta y la besó hasta dejarla sin aliento. Con dedos trémulos, ella le aflojó el nudo de la pajarita y le desabrochó los botones de la camisa blanca.

Zac la agarró por las caderas y la apretó contra su excitación.

Sus lenguas emprendieron una febril danza preliminar que nubló y excitó los sentidos de ambos.

Por fin, Zac se sacó la llave del bolsillo y abrió la puerta. Besándose, tocándose, arrancándose mutuamente la ropa, entraron al vestíbulo, y él cerro la puerta de una patada.

Dejaron un rastro de prendas desde el salón hasta el dormitorio de Zac. Ya no había vuelta atrás.

Estaban a punto de acudir a su cita con el destino.




Wow! Os habéis quedado con ganas de más, a que sí XD
Tendréis que esperar al próximo capi.

¡Thank you por los coments y las visitas!
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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Wow wow que capitulo.
A mi me parece que Zac esta sintiendo cosas por Ness, y Ness nunca dejo de amar a Zac.
Lo que me da miedo es la reacción de Zac cuando se entere que el hijo de Ness es de el.


Me encanto el capitulo.
Sube pronto :)

Maria jose dijo...

Ho mi dios!!!!! Como pudo terminar
Así este capítulo
Esta novela me esta matando
Es muy buena he interesante
Síguela pronto por favor
Espero que la mente de zac cambie
Y se quiera casar con ella

Saludos

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