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sábado, 27 de junio de 2015

Capítulo 2


Zac: Me voy a quedar aquí.

Ness: ¿Qué?

Zac: Ya me has oído. Mi trabajo empieza ahora -dijo mirando con escepticismo hacia el sofá-. Supongo que ese sofá no se convierte en cama.

Ness: No se convierte en nada. Es una antigüedad.

Zac casi pudo escucharla añadir mentalmente: «cosa que sabrías si tuvieras un poco de clase».

Dado su trabajo, estaba acostumbrado a todo tipo de mujeres malcriadas que lo miraban por encima del hombro.

Hacía tiempo que había catalogado a Vanessa Hudgens bajo el título de Niña Mimada. Por su parte, ella lo trataba con un desdén y una frialdad que habría causado escalofríos a los osos polares.

Cierto que hacía mucho tiempo la había hecho explotar sacándola de aquel bar de mala muerte, pero había estado totalmente justificado. Ella había sido demasiado ingenua para saber en dónde se metía.

Cuando, tras salir de la escuela de derecho, Vanessa había anunciado que se uniría a la oficina del fiscal, Zac había imaginado que duraría un segundo. Pero lo había sorprendido aguantando cuatro años, aunque sabía que, a pesar de su aversión hacia la gente del club de campo, tarde o temprano tiraría la toalla para casarse con alguien llamado Luke, o Derek, y que criaría a niños vestidos de Ralph Lauren en su casa en las afueras.

Miró el reloj que había sobre la repisa de la chimenea. Dado que ella parecía dispuesta a volver a discutir con él, decidió cambiar de estrategia.

Zac: Son casi las dos de la mañana. Estoy agotado y no me apetece conducir de vuelta a mi casa. ¿Así que por qué no muestras algo de piedad?

Observó la cara de Vanessa mientras decidía qué hacer. Cuando finalmente pareció haber llegado a una conclusión, Zac supo que había ganado, pero disimuló sus sentimientos bajo una expresión suave.

Ness: De acuerdo. Pero solo esta noche. Hay una habitación de invitados. Iré arriba a ver si está todo en orden.

Mientras veía cómo se marchaba, Zac pensó que ya se enfrentaría a ella cuando llegara la mañana. Vanessa estaba hasta el cuello en aquella ocasión y, quisiera admitirlo o no, lo necesitaba.

Se movió por la habitación inquieto. Había recibido una llamada de Scott, el hermano de Vanessa, por la mañana. Naturalmente, toda su familia estaba preocupada por las amenazas de Vanessa y aquello parecía tener que ver con alguno de sus casos en la oficina del fiscal. Pero ella, que no se dejaba intimidar con facilidad, había insistido en que podía apañárselas sola y que nadie debía hacer un drama.

La reacción de Zac había sido ofrecer sus servicios de seguridad. Y, como Scott era un viejo amigo y los Hudgens habían sido buenos con él, había insistido en tomarse aquello como algo personal, sin cobrar.

Por supuesto, no le había dicho eso a Vanessa. Imaginaba que sería más fácil si ella pensaba que él no era más que alguien contratado, y no una especie de hermano mayor tratando de inmiscuirse para hacer lo correcto.

Y la verdad del asunto era que estaba completamente seguro de que no era nada fraternal. Era cierto que lo volvía loco cada vez que lo trataba con desdén. Pero por mucho que lo irritase, saltaban chispas entre ellos cada vez que estaban en la misma habitación.

Tenía suficiente experiencia sexual como para reconocer eso. Las señales estaban allí y eran demasiado obvias para ignorarlas. Era demasiado consciente de ella, de la fragancia de flores que se pegaba a su piel, de sus ojos negros y brillantes, de su melena color azabache que le caía sobre los hombros.

También tenía un buen cuerpo. No era muy voluptuoso, pero hacía que su cuerpo se tensara cada vez que ella estaba cerca. Casi se le habían fundido los plomos al verla abrir la puerta con aquellos pantaloncitos de seda y la bata a juego, ligeramente abierta.

Se metió las manos en los bolsillos. Si no se controlaba, se excitaría al instante pensando en ella, y no podía permitírselo.

La tensión sexual entre ambos era cada vez más difícil de ignorar, y vivir bajo el mismo techo iba a poner a prueba su autocontrol.

La había besado, por amor de Dios. Tenía que intentar racionalizarlo, pero sabía que la verdad era más complicada que todo eso.

Además, ella le había devuelto los besos. Era una interesante reacción en la que tendría que pensar. Vanessa se había mostrado apasionada, como había imaginado, y él había estado más que preparado para dejarse consumir por el fuego.

Se preguntaba qué ocurriría si trataba de besarla otra vez. Comenzó a esbozar una sonrisa pero se detuvo de golpe. «Contrólate, Efron», pensó. «Estás aquí para protegerla».

Cierto, Vanessa había pasado de ser una mocosa a una mujer hermosa y muy deseable. Pero no se llevaban lo suficientemente bien como para pasar de un leve flirteo. Y sabía que cualquier cosa que fuera más allá habría sido como traicionar su amistad con los Hudgens. Eso explicaba por qué su atracción por Vanessa había permanecido latente, hasta esa noche.

Así que la protegería, por mucho que su atracción hormonal lo quemase por dentro. El mero hecho de pensar en que alguien pudiera intentar herir a Ness hacía que le hirviera la sangre.

Por fortuna la había convencido para permitirle quedarse a pasar la noche. Pero había mayores batallas que librar aún. Pensaba que iba a librarse de él por la mañana, pero se llevaría una sorpresa.

Por la mañana, Vanessa se vistió para ir a trabajar y bajó las escaleras para descubrir que Zac ya estaba en la cocina, vestido con los mismos vaqueros negros y camiseta blanca de la noche anterior.

Levantó la cabeza tras terminar de preparar una tortita y señaló hacia la cafetera.

Zac: Sírvete tú misma.

Vanessa supuso que no iba a librarse de él tan fácilmente. Pero no iba a sentirse molesta por ello.

Ness: Gracias por preparar el desayuno.

Zac esbozó una sonrisa, como sabiendo que aquella afirmación estaba dictada únicamente por las buenas maneras.

Zac: De nada -dijo mientras colocaba una tortita en la fuente-.

Cuando casi habían terminado de desayunar, Vanessa decidió sacar el tema que ambos estaban ignorando.

Ness: Las amenazas son ridículas. Quiero decir que, sea quien sea, seguro que sabe que, aunque yo deje los casos, seguirán adelante. La oficina del fiscal conseguirá a alguien para que se ocupe de ellos.

Zac se tomó su tiempo para contestar mientras se acababa la última tortita.

Zac: Es cierto. Pero nadie conoce tus casos tan bien como tú. Sea quien sea el que te amenaza sabrá que una persona sustituta no sabrá llevar tan bien los casos.

Ness: Pero eso es una locura.

Zac: Sí. Una locura y algo totalmente desesperado.

¿Acaso estaba tratando de asustarla a propósito?

Como si hubiera leído el escepticismo en su rostro, Zac prosiguió con su explicación.

Zac: Ha habido casos en el pasado para librarse de los jueces. Un abogado defensor quizá imagine que puede conseguir un juez más comprensivo si se libra del primero. No es difícil llegar a la conclusión de que una estrategia similar podría servir con la ayudante hiperentusiasta del fiscal.

Ness: No soy hiperentusiasta.

Zac: Sí, pero estás haciendo tu trabajo demasiado bien y estás asustando a ese tipo. Cuando digo que eres excesivamente entusiasta, me refiero a lo que el tipo del teléfono puede pensar de ti, y a lo que puede que lo motive. Quizá la próxima ayudante del fiscal no se preocupe tanto por sus casos como tú, o no tenga la misma determinación.

Vanessa no pudo evitar sentir el torrente de felicidad al escucharlo decir eso.

Zac se inclinó hacia delante y apartó su plato vacío.

Zac: ¿Hay algún caso en el que hayas estado trabajando especialmente?

Ness: Ojalá hubiera solo uno -dijo dirigiéndole una mirada sardónica-.

Sabía que debía levantarse, agradecerle su preocupación e indicarle el camino hacia la puerta, como había prometido la noche anterior. Pero supuso que le debía algo por su preocupación, por no hablar de haberle preparado el desayuno.

Zac: Está bien, ¿cuál es uno de los más importantes en los que estás trabajando?

Ness: El caso de Tayler.

Zac: Ése no ha llegado a los periódicos.

Ness: Sam Tayler tiene un interesante historial que incluye tráfico de drogas y robo con intimidación. Esta vez tiene cargos por robar en una casa.

Zac: ¿Está en libertad condicional?

Ness: No. Está entre rejas, esperando el juicio -entonces añadió a modo de explicación-: Tiene veintipocos años, así que aún tiene tiempo de meterse en cosas más serias si se libra de ésta, o incluso si no se libra pero sale de prisión dentro de unos pocos años.

Zac: Tráfico de drogas. ¿El camello del vecindario?

Ness: Básicamente.

Zac se terminó el café antes de hacer su próxima pregunta.

Zac: ¿Alguien lo ha relacionado con alguna banda? Tiene la edad justa y además el tráfico de drogas es el sustento principal para las bandas.

Ness: Algunos de sus vecinos han dicho más o menos eso.

Zac: Así que puede que algunos de los miembros de la banda estén amenazando a la ayudante del fiscal que está intentando que su colega Tayler acabe entre rejas durante una buena temporada.

Vanessa sintió un escalofrío, como si Zac hubiera dicho en voz alta el miedo que ella se negaba a aceptar, pero simplemente se limitó a asentir con la cabeza.

Ness: De acuerdo, eso tiene lógica.

Zac: ¿Algún otro caso en particular?

Ness: Está el caso Kendall.

Zac: Bien, ¿en qué consiste?

Ness: Un ejecutivo acusado de malversación -dijo encogiéndose de hombros-. Básicamente robar y ocultar el dinero desaparecido en cuentas por cobrar de la compañía -hizo una pausa-. Al menos eso es lo que intentamos probar.

Zac: Kendall. El nombre me es familiar.

Ness: Forma parte de varias juntas de caridad. Quiere mejorar socialmente.

Zac: Genial, mis favoritos.

Ness: ¿Qué? ¿Desprecias a los que quieren mejorar tanto como a los que han nacido en familias ricas? ¿Hay algún tipo que te guste en particular?

Zac: Ese tipo de casos de estafas suelen llegar a un acuerdo. La mera idea de acabar en prisión junto a los traficantes y los ladrones suele ser suficiente para que los abogados defensores de estos tipos pidan un acuerdo.

Ness: Cierto pero, en este caso, Kendall no quiere admitir haber hecho nada mal -dijo sorprendida al ver los conocimientos de Zac sobre leyes. Supuso que no debía mostrarse muy tosca. El padre de Zac había sido policía y Zac con toda seguridad habría trabajado en varias ocasiones con la policía y los abogados de la acusación-. Como ya he dicho, Kendall quiere mejorar socialmente. Si se convierte en un convicto, eso lo arruinaría todo. Ahora mismo su empresa de relaciones públicas está publicitando esto como el intento de la oficina del fiscal por acabar con uno de los más grandes filántropos de Boston.

Zac: ¿Kendall está libre bajo fianza?

Ness: Sí.

Zac: Bien, así que Kendall es libre de ir y venir. No como Tayler, que a pesar de todo podría tener a gente ayudándolo fuera. Por otra parte, Kendall parece ser simplemente un criminal de oficina. No sabemos si querría ensuciarse las manos con amenazas de muerte.

Ness: En otras palabras -dijo tras observarlo con impaciencia-, estoy trabajando en dos casos importantes, así que ¿tengo dos defensores con motivos para hacerme daño? ¿Es eso lo que quieres decir?

Zac: Lo que digo es que te andes con ojo, petunia. Alguien va detrás de ti y aún no hemos resuelto ni quién, ni qué, ni por qué. Hasta que lo hagamos, será mejor que me quede aquí.

¿Quedarse allí? ¿No habían acordado eso la noche anterior? Se suponía que él se iba a marchar. De hecho ya debería haberse ido. Si no fuera porque a ella le chiflaba el café y las tortitas, lo habría echado hacía una hora. En cualquier caso, había demasiados errores en sus sugerencias como para empezar a contarlos.

Ness: No puedes quedarte aquí -dijo con voz tajante-.

Zac: ¿Ah, no?

Ness: No es necesario -añadió-. Creía que ya habíamos acordado eso anoche.

Zac: Despierta, princesa. Ni siquiera tienes sistema de alarma.

Ness: Haré que me instalen uno.

Zac: Por eso exactamente me contrataron a mí. Pero poner un sistema de seguridad lleva tiempo. Incluso una compañía como Seguridad Efron necesita unos pocos días para hacer un trabajo así.

Ness: Pues me quedaré con... -¿quién? Trató de buscar en su cabeza con rapidez. ¿Sus padres? ¿Alguno de sus hermanos? Las opciones no eran muy tentadoras-. Con mis padres.

Zac: Tus padres viven en Carlyle. Tendrías que viajar todos los días -dijo cruzándose de brazos y recostándose en la silla-. Y, veamos... claro, si yo fuera un criminal tratando de secuestrarte, me encantaría poder seguir tu coche a casa desde la oficina por la carretera desierta a la una de la madrugada.

Ness: Entonces alguno de mis hermanos. Scott, Andrew y Mike tienen apartamentos en Boston.

Zac: No suelen estar en Boston. Desde que se casó, Scott se ha entregado a la felicidad marital en Carlyle con tu amiga Ash y su bebé. Y Andrew y Mike están de viaje frecuentemente para Empresas Hudgens. Si desapareces de alguno de sus apartamentos, nadie lo descubriría hasta pasadas varias horas, incluso uno o dos días.

Vanessa sabía que Zac tenía razón, pero la fastidiaba ese hecho. Nadie, y mucho menos en su familia, parecían comprender que un guardaespaldas levantaría sospechas en la oficina del fiscal. Había trabajado muy duro como para que su credibilidad se fuese por la borda con la imagen de pobre niña rica que la había perseguido toda su vida.

Zac: Lo que necesitas es un guardaespaldas -dijo finalmente-. Pero entiendo que eso pueda ser un problema para alguien de tu posición.

Ness: Gracias -dijo con amargura, sorprendida por su suspicacia-. Al menos eres más razonable que mi familia.

Zac: Así que -continuó-, te sugiero otra opción. A saber, yo. Lo único que tiene que saber la gente es que soy un amigo de la familia que se ha mudado contigo durante un tiempo, quizá hasta que se terminen las obras en mi nueva casa.

Era verdaderamente testarudo. Incluso aunque consiguiera pasar inadvertido como guardaespaldas, su oferta no era inteligente. De hecho era muy poco inteligente, a juzgar por el beso de la otra noche.

Ness: Pensé que ya habíamos acordado eso. No.

Zac: Te llevaré y te recogeré del trabajo -continuó-. Y, como premio extraordinario, podré quedarme aquí contigo.

Ness: Qué generoso eres.

Zac: No te preocupes -dijo con una sonrisa-. Soy un experto en temas del hogar, y sé cuidarme solo -entonces se inclinó hacia delante y se puso serio de repente-. No se trata de un juego, Vanessa. Alguien ya ha pintado tu coche y te ha enviado amenazas de muerte. No sabes qué será lo próximo que haga.

Ness: Lo sé.

Había tratado de no centrarse en el peligro, sino en descubrir al criminal. Se negaba a vivir con miedo, aunque, a decir verdad, ¿no había sido ésa parte de su motivación para estar mirando por la ventana la noche anterior?

Zac: Tu familia dice que la policía está trabajando en ello, pero tú y yo sabemos que no llegarán muy lejos.

Ella siempre había sabido que Zac Efron era un hombre que no aceptaba un «no» por respuesta. Al fin y al cabo era el tipo que había salido de las calles del sur de Boston y que a los treinta años había construido una empresa multimillonaria que proporcionaba sistemas de seguridad y protección personal a las grandes compañías al igual que a los ricos y famosos.

Pero se recordó a sí misma que era el tipo que la había sacado de aquel bar hacía más de diez años. El tipo que seguía actuando a veces como si ella fuera una mocosa.

Ness: Mira, Zac. Yo aprecio tu oferta, pero como tú mismo has dicho, la policía está trabajando en ello. La oficina del fiscal también tiene detectives investigando el caso.

Zac: ¿Y qué pasa si te digo que no tienes elección?

Ella estuvo a punto de reírse, pero entonces vio cómo Zac sacaba un juego de llaves de su bolsillo y sintió otra vez las alarmas en su cabeza.

Ness: ¿De dónde has sacado eso?

Zac: Cuando me contratan para un trabajo, normalmente tengo acceso al lugar -dijo con frialdad-.

Ella apretó los labios. Sabía exactamente a quién tenía que agradecerle haberle proporcionado el acceso. A su hermano Scott iban a estar pitándole los oídos durante días. Pero mientras tanto, tenía a un experto en seguridad al que enfrentarse.

Era evidente que no iba a poder librarse de Zac tan fácilmente como le hubiera gustado. La experiencia le había enseñado, sin embargo, que era mejor llegar a una tregua temporal antes que admitir la derrota. Necesitaba tiempo para averiguar cómo sacarlo de la casa. Mientras tanto, le seguiría el juego.

Ness: Entiendo -dijo tratando de ser más fría que él-. Bueno, si vas a ser temporalmente mi compañero de piso, entonces deberíamos acordar algunas normas de convivencia.

Zac: ¿Como por ejemplo?

Ness: Lo de anoche fue un error que no volverá a suceder, ¿entendido? Por desgracia me pillaste con la guardia baja, sin defensas.

Zac: Ésa era la idea.

Ness: Como he dicho -dijo entornando los ojos-, no volverá a ocurrir.

Zac: ¿Por casualidad estamos hablando del beso que compartimos?

Ness: Claro que estoy hablando del beso.

En algún momento en las últimas horas, el beso, en realidad los dos besos que habían parecido uno solo, había adquirido una identidad propia y ella se refería mentalmente a él como El Beso.

Zac: Solo quería asegurarme.

Ness: Y deja que te corrija. No es el beso que compartimos. Es el beso que me plantaste cuando estaba distraída y vulnerable.

Zac: Es curioso, porque pareciste disfrutar de ello.

Ness: Nada de besos. Esa es una de las normas, Efron.

Zac tuvo la temeridad de parecer abiertamente sorprendido.

Zac: Estoy de acuerdo en que no te besaré. Pero si me besas tú a mí, eso ya es otra cosa.

Ness: Haré lo posible por resistirme -dijo con ironía-.

Zac: ¿Entonces vamos a vivir juntos?

Ness: Con una oferta así, ¿cómo puedo negarme?

Zac: La modestia me impide decir más cosas -dijo con una sonrisa-.

Ness: Siempre he pensado que ése era tu punto fuerte.

Zac: ¿Es sarcasmo eso que detecto?

Ness: Eso y las buenas maneras me impiden decir nada.

Entonces él se rió abiertamente. A Vanessa le dio un vuelco el estómago y tuvo que resistir la imperiosa y súbita necesidad de acabar con su risa con un beso.

Era evidente que tenía problemas. Hasta la noche anterior habría pensado que la única manera de silenciar a Zac habría sido con una de sus llaves de kárate.

Al menos hasta que averiguara cómo librarse de él, Zac iba a protegerla de una amenaza desconocida, ¿pero quién iba a protegerla de la amenaza que él representaba?




Nada de besos. ¿Cuánto tiempo aguantarán sin romper esa norma absurda?
Les doy un par de horas XD

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¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

Ho que capítulon!!!
Ya quiero seguir leyéndola
Esta novela me tiene muy hechizada
Desde el primer capítulo ame esta novela
Espero que Vanessa no se resista a zac
Ella lo besara
Saludos y sube pronto que me dejo con ganas de mas novela

Unknown dijo...

Wow que capitulo.
No se porque Ness se resiste tanto a que Zac se quede con ella... Aunque creo que es por la atracción que hay.
Me gusto el capi!

Sube pronto :)

Sara dijo...

Vaya suuuuper capitulo!!!! Me gusta el hecho de que Zac ya sabe que le gusta Vanessa. Ella por lo menos ya se ha dado cuenta que sera dificil resistir la tentacion de besarlo... No creo que aguanten mucho y menos viviendo juntos.
Esto se pone muy muy interesante!!!!
Espero el proximo capitulo.
Sube pronto

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