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viernes, 12 de junio de 2015

Capítulo 9


Zac: Espera un momento -dijo con voz baja y seductora-.

Mientras Vanessa lo observaba, apenas sin respira ción, él cerró la puerta, echó las persianas y co nectó el contestador automático. Luego se detuvo junto al equipo de música, seleccionó un CD y lo colocó en la pletina. La melodía lenta y melancó lica de una canción de amor llenó la oficina.

Finalmente, Zac se dirigió hacia Vanessa, to mándose su tiempo. Sus pasos lentos y deliberados la provocaban, incrementando el deseo que iba apoderándose de ella.

Zac: Eres un bálsamo para mis heridas, cariño -se detuvo delante de Vanessa, pero no la tocó-. Sabes cómo hacerme feliz, cuando pensaba que no volvería a serlo nunca.

Ella extendió las palmas de las manos sobre su pecho y sintió los potentes latidos de su corazón. Con la rodilla, Zac le separó los muslos.

Zac: Tengo hambre de ti -gimió contra sus labios-. Me gustaría hacerte el amor durante horas. No quiero andarme con prisas, pero...

Vanessa le dio un beso fuerte y cálido, introdu ciéndole la lengua en la boca. Él respondió inme diatamente y, conforme el beso se hacía más in tenso y profundo, le bajó el mono hasta la cintura. Luego le desabotonó apresuradamente la blusa, de sabrochó la presilla del sujetador y descubrió sus pechos. Mientras Vanessa seguía aferrada a él devorándolo, Zac se desabrochó la camisa y a continuación apretó el pecho desnudo contra sus senos. Los endurecidos pezones de Vanessa se hundieron en el vello y en la cálida piel de su amante.

Tras quitarle los zapatos, Zac terminó de bajarle el mono y las braguitas hasta los tobillos. Mientras le chupaba un seno y le acariciba el otro, Vanessa empezó a bajarle la cremallera de los pantalones. Después introdujo la mano en el slip y rodeo su excitado sexo.

Sin más rodeos, él la empujó contra la mesa y la penetró salvajemente. Ella emitió un jadeo ahogado conforme un torrente de sensaciones se desataba en su interior. Zac se movía con un ritmo poderoso y posesivo, que no tardó en transportarlos a ambos al borde del éxtasis. En el momento en que ella gritó, notando la liberación del climax, él perdió el control. El orgasmo sacudió su cuerpo con la fuerza de un huracán.

Abrazándola, Zac le cubrió el rostro con una lluvia de besos, al tiempo que le decía lo fabulosa que era, lo maravillosamente que le hacía sentir.

Mientras, Vanessa no dejó de susurrar dos palabras:

Ness: Te quiero. Te quiero.


Zac aparcó el Porsche junto al campo de beisbol y buscó a Andrew Hudgens entre el grupo. Le había dicho a Vanessa que deseaba ir a buscar a Andrew para hablarle de la situación. En otras palabras, de su relación con Vanessa. No podía decirle a un niño de once años: «Eh, chico, tu madre me pone a cien y ella también está loca por mí, así que de vez en cuando hacemos el amor». Tendría que explicarle las cosas con mucho tacto. A Zac le gustaba mucho el hijo de Vanessa. Deseaba ser amigo del pequeño. Pero no podía prometerle que sería un padre para él, al menos de forma permanente y definitiva.

Andrew se acercó corriendo al Porsche. Zac abrió la portezuela del pasajero.

Zac: Sube. Hoy te llevaré yo a casa.

Andrew: ¿Y mi madre? -inquirió mientras se des lizaba en el asiento-.

Zac: En casa, preparándonos la cena. Dijo algo acerca de unas hamburguesas al grill. Y se supone que debemos llegarnos a la pana dería a comprar unos bollos de camino a casa.

Andrew se colocó el guante de béisbol en el re gazo y cerró la puerta.

Andrew: ¿Cuándo has vuelto al pueblo?

Zac dio marcha atrás y se incorporó a la carre tera.

Zac: Esta mañana.

Andrew: Te hemos echado de menos. Creo que mamá se disgustó contigo porque no la llamaste en toda la semana. Debiste haber llamado, ¿sabes? Anoche la oí llorar.

¡Maldición! Zac se daba cuenta ahora de lo vulnerable que era Vanessa con respecto a él. «Te quiero», le había susurrado ella una y otra vez mientras se derrumbaba entre sus brazos.

Él mismo les había dicho esas palabras a muchas mujeres. Dos palabras falsas que solía utilizar con tanta ligereza como cambiaba de cama y de amante. Entonces, ¿por qué no se las había dicho a Vanessa? No, no podía decirle que la amaba. Aún no. No cuando, por primera vez en su vida, compren día lo que esas palabras entrañaban. Compromiso. Promesas. Cariño eterno.

Andrew: Eh, ¿te pasa algo? Se te ha puesto una cara muy rara.

Zac: Solo estaba pensando en tu madre. Ya le he explicado por qué no llame la semana pasada. Y lo ha comprendido.

Andrew: ¿Le has dicho que lo sentías?

Zac: Sí, más o menos.

Andrew: ¿Piensas irte a Greenville? -jugaba nerviosamente con el guante de béisbol-. Mi madre me dijo que te habían ofrecido el puesto de ayudante del entrenador.

Zac: He decidido no aceptarlo. De  hecho, pienso quedarme en Crooked Oak un año, como mínimo.

El rostro de Andrew se iluminó, y la comisura izquierda de su boca se arqueó formando una risa.

Andrew ¿Un año? Así que no te marchas. Te quedas. Seguro que mamá se pondrá muy contenta. No estaba segura de que fueras a volver.

Zac: Ya hice eso una vez -dijo, y luego carraspeo al comprender lo cerca que había estado de decirle al pequeño cómo abandonó a su madre-. Me fui de Crooked Oak y abandoné a mi familia y a mis amigos hace doce años. Supongo que pensó que esta vez haría lo mismo.

Andrew: Pero esta vez has vuelto. ¿Lo has hecho por mi madre?

«Bueno, ahora es cuando la situación se complica», pensó Zac.

Zac: Sí, en parte lo he hecho por ella.

«Miento, pero lo he hecho única y exclusivamente por ella pero no puedo decírtelo, porque entonces esperaras de mi un compromiso duradero... Algo que no puedo darte. Aún no. Quizá nunca.»

Andrew: ¿Y por qué más?

Zac: Bueno, necesito algo más de tiempo para deci dir sobre mi futuro. Voy a criar algo de ganado en la granja y a restaurar coches antiguos. Y ya he alquilado un local para abrir una tienda de artículos de béisbol.

Andrew: ¡Una tienda de artículos de béisbol! -se giró rápidamente, mirándolo con ojos entusiasma dos-. ¿Lo dices en serio?

Zac: Sí. ¿Qué te parece? ¿Te gusta la idea?

Andrew: ¿Si me gusta? ¡Me encanta!

Zac: Bueno, me preguntaba si tendrías tiempo para ayudarme a prepararlo todo, y...

Andrew prácticamente saltó del asiento.

Andrew: ¿Que te ayude? ¿Yo? ¡Claro que sí!

Zac miró a Andrew de reojo y emitió una ri sita. Adoraba el entusiasmo del pequeño. Durante una fracción de segundo, la mente de Zac se de tuvo en un único pensamiento. Andrew tenía un in dudable parecido a los hermanos Efron.
«¡Basta, no sigas en esa dirección!» le gritó su mente. «No intentes ver un parecido que no existe, salvo en tu cabeza.»

Zac: Puedes ser mi ayudante -dijo al fin, mientras desterraba de su mente aquellas estúpidas ideas so bre la paternidad de Andrew-.

No pudo haber dejado embarazada a Vanessa la noche de la graduación. Había utilizado un preservativo. Y, si la medida hu biera fallado, Vanessa habría acudido a él de haberse quedado embarazada. Se lo habría dicho.

Andrew: Yo, ayudante de Zac Efron. ¡Los chicos me van a tener envidia!

Zac detuvo el Porsche junto a la casa de Vanessa, detrás del Thunderbird de Mike Montez. Apagó el motor y se giró hacia Andrew.

Zac: Tu madre y yo vamos a salir de forma más o me nos fija, así que a partir de ahora nos veremos mucho.

Andrew: ¿Me estás preguntado qué me parece que mamá y tú seáis pareja? ¿Me pides permiso para ser su novio?

Zac: Sí, algo así. Al fin y al cabo, tú has sido el hom bre de la casa desde que murió tu padre. He creído conveniente decirte cuáles son mis intenciones.

Andrew: ¿Y cuáles son? -cruzó los brazos sobre el pecho y entrecerró los ojos-. ¿Vas a casarte con mi madre?

«Agarra el toro por los cuernos, compañero. Sé sincero con el chico.»

Zac: Tu madre y yo no tenemos intención de casar nos. Solo vamos a salir juntos. No sé qué sucederá el año que viene, pero te prometo que tu madre y tú me importáis mucho. Quiero que seamos ami gos, Andrew, pero debes comprender desde ahora mismo que quizá no siempre forme parte de vues tra vida. No quiero que veas en mí a... a un padre.

Andrew apretó con fuerza la mandíbula.

Andrew: Comprendo -respirando profundamente, agachó la cabeza con tristeza y acarició el guante de béisbol-. Zac, si... si mi madre no me tuviera a mí... o sea, si no tuviera un hijo, ¿estarías más interesado en casarte con ella?

Zac: ¿Qué? -estudió la expresión del niño y comprendió la sinceridad de su pregunta-.

Andrew: Hay hombres que no quieren cargar con un hijo que no es suyo -lo miró directamente a los ojos-.

¡Maldición! Zac tragó saliva. La mirada supli cante del pequeño le llegaba al alma. Alargó el brazo y le dio un cariñoso apretón en el hombro.

Zac: Eres exactamente el hijo que me gustaría tener. Créeme. Si el matrimonio fuera conmigo, quizá me casara con tu madre para poder ser tu padre.

Tuvo que hacer un duro esfuerzo para no estrechar al pequeño entre sus brazos. Todos los ins tintos paternales que albergaba en su interior ha bían salido a flote.

Andrew: ¿Lo dices en serio? -cuando Zac asintió, le rodeó el cuello con los brazos, y luego re trocedió tímidamente-. Me... me encantaría que fueras mi padre. Si... el matrimonio fuera contigo.

Zac divisó a Vanessa en el porche, observándo los y esperando. ¿Habría visto el abrazo que acaba ban de darse?

Se giró hacia Andrew y le torció la gorra.

Zac: Vamos, campeón. Me parece que tu madre nos espera.

Cuando hubieron acabado de cenar, Zac retiró los platos de la mesa del jardín con la ayuda de Andrew.

Mike Montez echó el brazo sobre los esbeltos hombros de su esposa y le acarició el voluminoso
vientre.

Mike: Eh, princesita. Soy tu papá -dijo con ternura a su hija nonata-. Tu madre y yo hemos visto hoy tus primeras fotos, y creemos que eres muy guapa.

Christie sonrió de oreja a oreja, complacida. Ob viamente, su embarazo era una bendición tanto para ella como para su marido. Colocó la mano so bre la de Mike.

Christie: Tu padre te va a mimar terriblemente, ¿sabes?

Andrew: ¿Por qué tío Mike y tía Christie le hablan al bebé mientras aún está en la barriga de Christie? -quiso saber-. No puede oírlos, ¿verdad?

Ness: No lo sé. Aunque sospecho que sí. Yo solía hablarte antes de que nacieras.

Andrew: Ah, caray, mamá -miró de reojo a Zac para ver cómo reaccionaba ante el comentario de Vanessa-. ¿Qué va a pensar Zac?

Zac: Creo que eres un chico afortunado -dijo sonriendo-. Tienes una madre que te quería incluso antes de que nacieras.

Andrew: ¿Y me hablabas de béisbol?

Los cuatro adultos se echaron a reír, pero Zac observó que Vanessa y Mike intercambiaban una mirada extraña.

Ness: Pues claro que sí. Te hablaba de todo, incluido el béisbol.

Cuando Drew no estaba presente, solía hablarle también de Zac. Por mucho que lo intentara, jamás logró pensar en Drew como el verdadero padre de Andrew. En el fondo de su corazón, Zac había sido y seguiría siendo el padre de su hijo.

Zac contempló el amor que fluía entre Mike y su esposa, la ternura con que Mike la acariciba. Una punzada de algo no identificable lo estremeció por dentro. Instintivamente miró a Vanessa. Ella sonrió. Cálida, cariñosamente. Atrajo a Andrew hacia sí y lo rodeó con sus brazos. Zac sintió de nuevo la extraña punzada, pero esta vez identificó la naturaleza de la sensación. Envidiaba la felicidad de Mike y Christie. Envidiaba a Drew Hudgens por haber tenido como esposa a aquella mujer extraordinaria... por haber sido el padre de su hijo.

«Todo eso podría ser mío» se dijo. «Vanessa podría ser mi esposa. Andrew podría ser mi hijo ¿Poseo el valor necesario para dar ese paso? ¿Para arriesgarlo todo esperando hallar una felicidad permanente?»

Ness: ¿Por qué no subimos al desván a ver la cuna de Andrew? -propuso-. Mike y yo también la utilizamos cuando éramos bebés.

Christie: Me encanta la idea de que nuestra hijita duerma en la misma cuna que su padre.

Mike: Muy bien, id vosotros. Zac y yo subiremos en unos minutos. Quiero hablar con él sobre el Firebird que vamos a restaurar -esperó a que Vanessa, Christie y Andrew se fueran, y luego se dirigió a Zac-: Lamento meterme en la vida de mi hermana, pero los quiero mucho a ella y a Andrew, y no deseo que ninguno de los dos sufra. Eso me da derecho a hacerte una advertencia.

Mike: Sí, supongo que sí. Adelante.

Mike lo miró directamente a los ojos.

Mike: Has de saber que mi hermana está enamorada de ti. Siempre lo ha estado. No es de esa clase de mujeres que van de aventura en aventura. Andrew Hudgens y tú habéis sido los dos únicos hombres de su vida.

Zac: Sé que lastimé a Vanessa hace doce años, cuando me fui del pueblo y nunca volví a dar señales de vida. Ya lo hemos hablado, y creo que me ha perdonado.

Mike emitió un gruñido.

Mike: Diablos, ése es el problema. Te perdonaría cualquier cosa. Te ama más que nunca. Y está arriesgando su felicidad y la de Andrew al darte otra oportunidad. Lo que deseo saber es si la está arries gando en vano. Porque bien sabe Dios que como le hagas daño, te...

Zac: No estoy seguro -admitió-. Nunca había sentido por otra mujer lo que siento por Vanessa. Y he sido totalmente sincero con ella.

Mike: Superó tu abandono... a duras penas. Gracias a Andrew -se dio un puñetazo en la palma de la mano-. ¿Qué harías tú si supieras con seguridad que un tipo iba a destrozar el corazón de Miley, eh? ¿Qué harías?

Zac: Probablemente le partiría el cuello. Créeme, Mike, sé cómo te sientes. Y no te re procho que me hagas esta advertencia.

Mike: No tenías por qué haber regresado.

Zac: Es cierto. Quizá sea un bastardo pero me gusta lo que he encontrado con Vanessa y no estoy dispuesto a dejarlo.

Mike: Aún no. Pero, ¿y cuando te canses de ella?

Zac: No tienes un gran concepto de mí.

Mike: Demuéstrame que me equivoco -se dio la media vuelta y se dirigió hacia la casa-.

Zac apretó el paso y se alejó en la dirección opuesta. Todo lo que Mike había dicho era cierto. Todas sus dudas eran razonables. ¿Tenia derecho pedirle a Vanessa que arriesgara su futuro y el de su hijo por un hombre incapaz de entablar una relación duradera, de ofrecerles un compromiso serio?


Vanessa llenó la lavadora, añadió el detergente y la puso en marcha. Justo entonces Zac entraba en la cocina.

Ness: ¿Se ha dormido?

Zac: Por fin.

Ness: Estaba muy excitado con lo de la tienda. Seguro que mañana se levantará tarde para ir al colegio.

Zac: ¿Crees que soy una mala influencia para él? -se acercó a Vanessa, le quitó de las manos la cesta de la ropa y la puso encima de la secadora-. Mike estuvo hablando conmigo. Me hizo una advertencia.

Ella sintió un escalofrío.

Ness: ¿Qué te dijo?

Zac: Le preocupa que vuelva a hacerte daño. Que te abandone cuando me canse de ti.

Ness: Mike no tenía derecho a decirte esas cosas.

Zac: Cariño, tiene todo el derecho del mundo. Yo haría lo mismo por Miley -le acarició con ternura la mejilla-. No permitas que te destroze el corazón, Vanessa. No permitas que...

Ella lo silenció con un beso. Si existía justicia en el mundo, Zac descubriría que su lugar estaba junto a Andrew y ella. No podía irse de nuevo sin mi rar atrás. No después de lo que habían compartido.

Él le recorrió el cuerpo con las manos, familiari zándose con el tacto de sus caderas y sus senos. Vanessa le clavó las uñas en los musculosos hombros y siguió besándolo con auténtico frenesí.

De pronto, Zac se separó de ella, la tomó de la mano y la guió hasta la puerta trasera. Una vez entre los árboles del jardín, envueltos en la oscuridad, la po seyó sin miedo a que Andrew pudiera interrumpirlos.

Vanessa jadeó su nombre al sentir su mano en el interior de las braguitas. Tras quitárselas, Zac se bajó la cremallera y flexionó las rodillas para poder penetrarla.

De puntillas, Vanessa separó las piernas y sintió cómo Zac alzaba las caderas y se enterraba del todo en ella. Se mordió el labio para no gritar de placer.

Alcanzaron el orgasmo juntos, en medio de un frenesí de sollozos y jadeos. Después, mucho des pués, cuando hubieron recuperado la compostura, Zac se cerró la cremallera y le subió las braguitas.

Zac: Supongo que no aceptarías que me viniera a vi vir contigo y con Andrew, ¿verdad? -susurró mien tras le acariciaba los brazos-.

Ness: Oh, Zac. No puedes venirte a vivir aquí. Crooked Oak es un pueblo pequeño. La gente murmu raría. No quiero que Andrew oiga habladurías sobre su madre.

Zac: Entonces, tendremos que agudizar la imagina ción. Porque pienso hacerte el amor al menos una vez cada día.




Zac, tú siempre tan sutil XD

No os perdáis el próximo capitulo. Es el más esperado.

¡Thank you por los coments y las visitas!
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¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

Por dios por dios!
Zac ya esta sospechando de que el hijo de Ness es de el, lo siente en su corazón y no quiere admitirlo.
Espero que no se enoje cuando descubra la verdad.
El capi siguiente se entera de la verdad? Ay por dios!!!
Ame este capitulo.


Sube pronto

Maria jose dijo...

Zac ya se esta dando cuenta que quiere
Que Vanessa sea su esposa y andrew su hijo
Wooww este capítulo fue muy bueno
Creo que el próximo capítulo se sabrá la verdad
Ya quiero leer el próximo
Sube pronto por favor

Saludos

Sara dijo...

Me gusta el Andrew protector con su madre, es taaaaan mono!!!!!
Zac empieza a sospechar... Esto se pone mucho mas interesante de lo que ya estaba. Estoy deseando leer el proximo capi para ver que tal se toma Zac la noticia (ya sabes que yo soy de las que piensa que no va a tomarselo muy bien).
Siguela pronto!!!
Besos

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