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jueves, 15 de enero de 2015

Capítulo 9


Ness: Al menos siéntate hasta que lleguen -le pidió tratando de no parecer muy mandona mientras Zac volvía a levantarse una vez más sobre las muletas-.

Zac: Lo haré, lo haré. -Apretó la mandíbula y puso cara de concentración mientras se ponía de pie. Cuando lo hubo hecho, la miró con nerviosismo-. Lo he hecho muy rápido, ¿verdad?

Vanessa asintió con la cabeza.

Ness: Tendrás tiempo de sobra para levantarte antes de que te vean.

Zac: ¿Estás segura de que la silla está fuera de la vista? -preguntó dejándose caer una vez más en el sillón-.

Ella sonrió. Desde que Will había llamado para decir que por fin iba a traer a los niños a ver a su padre, Zac se había convertido en un manojo de nervios. Enseguida se había apresurado a afirmar que Jessica y Alex no lo verían en aquella «maldita silla». Vanessa sabía que aquella era su manera de asegurarles a sus hijos que tendría una rápida recuperación.

Ness: La silla está en tu vestidor. Nadie la verá a menos que vayan a buscarla expresamente.

Zac: De acuerdo. Bien -dijo apoyando la muleta a un lado del sofá-. Ojalá pudiera abrir yo mismo la puerta. ¿Qué tal estoy? -preguntó pasándose la mano por el cabello rubio-. ¿Tengo aspecto saludable?

Vanessa se acercó a él y lo miró. Aquella mañana le había cortado el pelo y le había afeitado para que tuviera el mejor aspecto posible, aunque aquel hombre no podía estar nunca nada más que guapo.

Ness: Estás estupendo.

Zac: Gracias -respondió sonriendo levemente-.

Llamaron a la puerta. El sonido del timbre resonó por toda la casa. Zac se puso tenso al instante. Vanessa le dedicó una sonrisa tranquilizadora y se dirigió hacia la puerta a buen paso.

Comprendía la ansiedad de Zac, pero no la compartía realmente. Hasta que abrió y se encontró por primera vez con Amber Efron. Era una mujer alta, rubia y sofisticada con una figura impresionante y un rostro perfecto. Su perfecto peinado hacía que el cabello le cayera a la altura de los hombros y no daba lugar a que hubiera ni un solo pelo fuera de lugar. Las sandalias de tacón de aguja, la minifalda y la camisa escotada aportaban una nota de sensualidad a su belleza clásica. Vanessa se sentía como una niña huérfana al lado de aquel dechado de virtudes, y era evidente que al dechado de virtudes le ocurría lo mismo.

Amber arrugó su perfecta nariz patricia como si allí oliera mal y preguntó con malos modos.

Amber: ¿Quién es esta?

Will: Enfermera Hudgens -dijo a sus espaldas-, supongo que nos estabais esperando.

Amber: Enfermera -repitió sin dar mucho crédito-. A juzgar por su aspecto parece más bien la canguro.

Vanessa sintió una oleada de calor en el rostro mientras Will empujaba suavemente a dos niños hacia delante y se los presentaba.

Will: Alex, Jessica, esta joven tan amable es la enfermera de vuestro padre. Lo está ayudando desde que llegó a casa del hospital.

Vanessa consiguió mantener la compostura ignorando a la madre e inclinándose para recibir a los niños a su misma altura. Alex era una preciosidad. Una réplica de cuatro años de Zac, rubio y de ojos azules. Aunque le sonrió tímidamente, el niño se abrazó a la pierna de Will como si buscara refugio. Jessica tenía los ojos azules de su padre y también el cabello rubio, aunque lo llevaba cortado a la altura de la barbilla y peinado con raya al medio. Tal vez había heredado el mal humor de su madre, porque se cruzó de brazos y observó a Vanessa con gesto combatiente.

Ness: Hola. Me alegro de conoceros. Vuestro papá habla todo el tiempo de vosotros. Os echa mucho de menos.

La tímida sonrisa de Alex se agrandó entonces, pero los ojos azules de la niña reflejaron algo parecido al miedo.

Amber resopló y pasó por delante de Vanessa para entrar en la casa.

Amber: Acabemos cuanto antes con esto.

La sonrisa de Alex desapareció. La hostilidad de Jessica se hizo más patente y dejó al descubierto una corriente interna de miedo aún más intenso cuando alzó los ojos para mirar a Will. Los ojos azules se le llenaron de lágrimas.

Jess: No quiero -aseguró en medio de un sollozo-.

Will: Ya hemos hablado de esto, Jessica -aseguró con firmeza-. El juez dice que tienes que visitar a tu padre.

Ness: Así podrás comprobar por ti misma que tu papá está mejor -intervino con dulzura-. Todavía no está bien del todo, pero ha mejorado mucho. Pero entrad y verlo por vosotros mismos.

Alex soltó valientemente la pierna de Will y se acercó hasta la enfermera. Jessica torció el gesto pero dio un paso al frente y se colocó al lado de su hermano como si fuera un soldado dispuesto a entrar en batalla. Tras dirigirle a Will una mirada de preocupación, Vanessa se dio la vuelta y empujó suavemente a los niños hacia el interior de la casa. Will cerró la puerta tras de sí y los siguió.

Cuando Vanessa entró en el estudio supo al instante que Zac y Amber ya estaban discutiendo, aunque Amber giró bruscamente la cara y él, apoyado sobre las muletas, compuso una sonrisa de oreja a oreja. Vanessa asintió con la cabeza para darle ánimos y se apartó a un lado para dejar que los niños entraran. El pequeño Alex sonrió en cuanto vio a su padre. Zac se rió y se dejó caer sabiamente sobre el brazo del sofá mientras su hijo corría hacia él. Apartando las muletas, lo estrechó con el brazo bueno con tanta fuerza que consiguió levantarlo del suelo.

Zac: ¡Vaya, has crecido! -aseguró cambiando la voz para divertir al niño-. Estás muy grande.

Vanessa sabía que Zac estaba al borde de las lágrimas. La mirada que le dedicó a Will estaba cargada de tal gratitud que ella misma sintió un nudo en la garganta. Zac puso al niño en las rodillas y lo besó antes de volver a abrazarlo. Pero tenía la mirada clavada en el otro extremo de la habitación, en Jessica. La niña tenía los brazos a los lados del cuerpo y los puños apretados. Zac la sonrió para animarla.

Zac: Hola, cariño. Ya veo que estás tan guapa como siempre.

La mirada angustiada de Jessica se detuvo en él durante un instante interminable y después la apartó. Zac se inclinó ligeramente hacia delante y habló por encima del hombro de Alex.

Zac: ¿Qué tal el colegio, cariño? -Aunque la niña no respondió, él siguió hablando como si lo hubiera hecho-. ¿Te gusta la profesora? Quiero que seas feliz, Jessica. No solo en el colegio sino todo el tiempo.

La niña siguió mirándolo fijamente, callada como una roca. Zac dejó caer la cabeza. Vanessa miró a Amber, que se estaba atusando el escote de la blusa como si todo lo que estuviera pasando a su alrededor no fuera con ella. Will se aclaró la garganta y se cruzó de brazos, como si estuviera montando guardia para defender a su amigo. Zac estiró la columna y lo intentó de nuevo.

Zac: Jessica, quiero que sepas lo orgulloso que estoy de ti y lo mucho que te agradezco lo que hiciste por mí la noche del accidente. Fuiste muy valiente e hiciste justo lo que tenías que hacer. -Mientras hablaba, la niña se iba poniendo cada vez más rígida. Al final tenía la espalda tan dura como una tabla-. Seguramente me hayas salvado la vida -continuo diciendo con dulzura-. Soy un papá afortunado por tener una hija como tú. Y te quiero más que...

Jess: ¡No! -gritó de pronto girándose bruscamente-. ¡No quiero que me quieras!

Zac: No puedes hablar en serio -aseguró implorando y al mismo tiempo exigiendo. Pero Jessica miró con desesperación a su madre, que se limitó a girarse y dedicarle una mirada vacía-. Cariño, no te enfades -le pidió estirando la mano de tal manera que estuvo a punto de hacer caer a Alex-. Escúchame: Te quiero. Te quiero mucho, Jessica.

Amber: ¡Oh, por favor! -se burló-.

Jessica volvió entonces a atacar a su padre.

Jess: ¡Te odio! ¡Ojalá estuvieras muerto! -le espetó llorando antes de salir corriendo de la habitación-.

Zac: ¡Espera, hija! -gritó inclinándose hacia delante para permitir que se bajara Alex, que tenía una expresión perdida-.

Amber: ¿Estás contento? -preguntó con pasmosa tranquilidad-. Has hecho desgraciado a todo el mundo, así estarás encantado.

Zac: ¿Qué le has dicho? -demandó mirándola-. ¿Es que no te das cuenta de lo que le estás haciendo?

Amber: ¿Yo? -respondió alzando los brazos-. ¡No es a mí a quien odia! ¿Es culpa mía que se haya dado cuenta del fracaso de padre que tiene?

Will dio un paso adelante y apartó a Alex de allí, indicándole a Vanessa con un gesto que ella debería marcharse también. Ella abandonó la habitación a regañadientes no sin antes dedicarle una última mirada de preocupación a Zac, que en aquel momento le estaba implorando a Amber.

Zac: ¿No podemos hablar con sinceridad de nuestra hija?

Amber: ¡No se trata de nuestra hija, Zac! -gritó-. ¡Se trata de ti! ¡Eres un veneno, Zac Efron! ¡Un veneno!

En el comedor, Will se acercó a Vanessa y le dijo con suavidad:

Will: Llévatelo a su habitación y mira a ver si puedes hacer algo por Jessica, ¿quieres?

Ness: Claro -respondió agarrando al niño de la mano y forzando una sonrisa-.

Mientras caminaban en dirección a su cuarto, escuchó unos ruidos tras la puerta del dormitorio de la niña que la alarmaron. Llevó a toda prisa al pequeño a su cuarto, le sacó algunos juguetes y se marchó diciendo que tenía que comprobar cómo estaba su hermana.

Los sonidos destructivos que salían del cuarto de Jessica habían disminuido, pero Vanessa no perdió un instante en entrar. Un libro salió disparado y le pasó rozando al lado de la cabeza. Ella se giró sin perder los nervios hacia la niña que lo había arrojado. Durante un instante, Jessica pareció sorprendida de verla. Luego la miró con gesto desafiante. Vanessa echó un vistazo a su alrededor. Había un pupitre tirado en el suelo. Desparramados por todas partes había peluches, CDS, y todo tipo de objetos. Los restos de un póster estaban esparcidos por el suelo. La enfermera sonrió con simpatía y Jessica se echó a llorar con tal desesperación que Vanessa sintió que sus propios ojos se humedecían.

Ness: No llores, Jessica -le pidió acercándose a ella-.

Jess: ¡Déjame en paz! -contestó apartándose-. Además, ¿tú qué sabes?

Ness: Sé que tu papá te quiere.

Jess: ¡No! -gritó llevándose a la boca los puños apretados-. ¡No me quiere! ¡No puede quererme!

Ness: ¿Cómo puedes decir una cosa así? -preguntó agarrándola con firmeza de los hombros-. Llevo aquí el tiempo suficiente para haber visto que os quiere a tu hermano y a ti. Os echa tanto de menos que no te lo puedes ni imaginar. Todos los días recuerda lo valiente e inteligente que eres.

Jessica levantó los ojos hacia el rostro de Vanessa. En un principio parecían llenos de esperanza pero luego le empezó a temblar el labio inferior y la niña estiró la espina dorsal, murmurando:

Jess: Por lo menos mamá estaría contenta si él muriera.

Ness: No digas eso -dijo la dando un paso atrás-. Estoy... estoy segura de que eso no es verdad. Ya sé que discuten mucho, pero estoy segura de que nadie quiere que nadie muera.

Jessica se apartó y se acercó a la ventana, apoyándose contra el quicio sin dejar de llorar. Decidida a ayudar a la niña como fuera, Vanessa se acercó a su lado. Entonces se dio cuenta de que la pequeña estaba mirando el lugar exacto en el que su padre había estado a punto de perder la vida, el lugar desde el que probablemente ella le vio caer.

Ness: Escúchame, Jessica -comenzó a decir con firmeza-. Vieras lo que vieras, o lo que creyeras ver, todo va a salir bien. Sé que la... caída de tu padre ha sido traumática para todos, pero tu padre está consiguiendo dejarlo atrás y tú debes hacer lo mismo.

Jessica la miró. Las lágrimas resbalaban por su rostro impasible.

Jess: Tú no sabes nada.

Ness: ¿A qué te refieres? -preguntó agarrándola por los hombros-. Jessica, si sabes algo sobre la caída de tu padre que no hayas contado, deberías decírselo a alguien. ¿Estás diciendo que esta caída no ha sido un accidente?

Jessica parpadeó y giró la cabeza para volver a mirar por la ventana. Parecía como si le costara trabajo respirar.

Ness: Todo va a estar bien -aseguró estrechándola de pronto contra sí-.

Un sonido la puso en alerta, y se dio la vuelta para encontrarse a Alex con la mejilla apoyada contra el marco de la puerta. Sus ojos tristes planteaban un sinfín de preguntas que Vanessa no podía ni empezar a contestar. Sin querer soltar a Jessica, que seguía muy rígida apoyada contra ella, le hizo un gesto al niño con la mano. Alex corrió hacia la habitación esquivando las cosas de su hermana y se arrojó al costado libre de Vanessa, hundiendo el rostro en su cadera.

Alex: ¿Mi papá se va a morir? -le preguntó con voz trémula alzando la cabeza-.

Ness: ¡No! -exclamó arrodillándose delante de él-. Claro que no. El médico le ha curado los huesos y enseguida estará listo para cuidar de vosotros, jugar con vosotros y llevaros a los sitios. Se pondrá bien. Todos estaremos bien.

Jess: No, no lo estaremos -aseguró con un susurro-.

Vanessa miró a la niña sin saber qué decir o hacer. Pero en aquel momento, Will apareció en el umbral de la puerta. Al ver el caos de la habitación, se limitó a sonreír bondadosamente.

Will: Me gustaría que vinierais conmigo -dijo con voz tranquila dirigiéndose a los niños-. Dadle las gracias a la enfermera Hudgens.

Jessica se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta.

Alex: Gracias -dijo tímidamente sonriéndole a Vanessa-.

Cuando los tres salieron de la habitación, dudó un instante pero luego pensó en Zac y decidió seguirlos. Cuando llegó al estudio, Amber no estaba a la vista. Zac abrazaba a su hijo.

Will: Es hora de marcharse -dijo aclarándose la garganta-. Tu madre está esperando en el coche.

Alex: Adiós, papá -respondió apartándose-.

Zac: Adiós, hijo -se despidió tragando saliva a duras penas-. Vuelve pronto, ¿de acuerdo? Y sé amable con tu hermana. Lo está pasando muy mal.

Alex: Vale.

Zac acarició la cabeza de Alex y se despidió de él con una sonrisa. En aquel momento, Jessica, que seguía allí de pie con gesto sombrío, se dio la vuelta y se dispuso a marcharse.

Zac: Te quiero, hija -le gritó-. Y siempre te querré. Nada podrá cambiar eso. ¿Lo entiendes? Siempre te querré, pase lo que pase.

La niña se detuvo y cuando alzó la vista, Vanessa se dio cuenta de que tenía los ojos llenos de lágrimas. No se dio la vuelta, pero con la clara intención de que su padre no le escuchara, susurró entre dientes algo que solo Vanessa oyó.

Jess: Yo también te quiero, papá.

Y dicho aquello salió de la habitación.

Vanessa se quedó donde estaba hasta que el ruido de los pasos de los niños dejó de oírse en la distancia. Solo entonces se acercó a Zac y le puso la mano en el hombro. La mirada que él le dedicó era de agonía pura. Cuando alzó la mano, ella se dejó abrazar.

Zac: Me odia -dijo con la voz rota-. Eso es lo que Amber ha conseguido, hacer que mi hija me odie.

Ness: No te odia -aseguró acariciándole el cabello-. Por alguna razón es incapaz de decírtelo a la cara, pero lo dijo de modo que yo pude oírlo, y no tengo ninguna duda de que quería que yo te lo dijera en cuanto se marchara.

Zac: ¿Decirme qué?

Ness: “Yo también te quiero, papá”. Esas fueron las palabras exactas. Me miró y susurró aquellas palabras antes de salir corriendo de la habitación.

Zac se la quedó mirando durante un largo momento y luego le asomó a los labios una trémula sonrisa.

Zac: Es un comienzo -dijo esperanzado-.

Vanessa sonrió para tranquilizarlo, pero por fin había comprendido a lo que Zac se enfrentaba. Era una pesadilla. Su niñita se sentía incapaz de decirle que lo quería a pesar de desear hacerlo porque a su madre no le gustaría. ¡Con cuánta desesperación necesitaría esa criatura la aprobación de su madre, y qué difícil era que llegara a conseguirla alguna vez!

Vanessa lo rodeó con sus brazos. Zac tenía sus ojos azules llenos de lágrimas, y cuando hundió la cabeza en su pecho se limitó a sollozar. Le temblaban los hombros. Fue en aquel preciso instante cuando ella fue consciente de cuánto lo amaba. Habría dado cualquier cosa, su último aliento y todos los que le quedaban por liberarlo de aquel dolor, de su preocupación por sus hijos. Transcurridos unos instantes, Zac se recompuso, se sorbió el resto de lágrimas que le quedaba y se secó los ojos con el dorso de la mano.

Zac: ¿Cómo voy a ayudarlos si ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo? -preguntó con amargura-. Mi pobre Jessica está destrozada. Alex es incapaz de comprender qué está pasando. Y a Amber no le importa lo más mínimo lo difícil que resulta todo esto para ellos siempre y cuando consiga hacerme daño a mí.

A Vanessa le había costado trabajo llegar a creer que alguien pudiera tener tan mala intención, pero por fin lo había aceptado. El hecho de que Amber hubiera hecho saber a su hija que le gustaría que su padre muriera le daba una idea de lo distorsionados que estaban sus sentimientos, pero también era la prueba de algo más. Algo realmente estremecedor.

Ness: Ella te empujó, ¿verdad?

Zac giró la cabeza y la miró con gesto de dolor.

Zac: ¿Por qué me preguntas eso ahora?

Ness: Por algo que Jessica dijo.

Zac: ¿Qué dijo? -preguntó subiendo el tono-.

Ness: Dijo que su madre estaría contenta si tú murieras -le espetó sin poder contenerse. Zac ni siquiera parpadeó al escuchar aquello, así que ella decidió presionarle un poco más-. Lo vio todo, ¿verdad? Vio cómo su madre te empujaba por las escaleras.

Zac: Jessica no puede haberte contado eso -insistió-.

Ness: Pero es la verdad, ¿no es cierto?

Zac: No pienso discutir esto -aseguró inclinándose para agarrar la muleta que tenía más cerca-.

Ness: Lo que no comprendo es por qué no utilizas eso para apartarla de los niños -continuó Vanessa-. Porque eso es lo que quieres, ¿verdad? Apartar a tus hijos de tu ex mujer.

Zac: Tienes razón en las dos cosas -dijo misteriosamente utilizando una muleta para alcanzar la otra-. Quiero que mis hijos estén a salvo lejos de Amber y tú no lo comprendes.

Ness: Entonces, explícamelo -le pidió sin dudarlo-. Estoy segura de que si les cuentas a las autoridades lo que ocurrió...

Zac: ¡Déjalo ya, Vanessa! -le espetó-. Tengo mis razones y no son asunto tuyo.

Ella contuvo la respiración. Aquello era hablar meridianamente claro. Se mordió el labio inferior, entrelazó las manos y se las arregló para decir suavemente:

Ness: Ya veo.

Zac: Lo siento -se disculpó con expresión arrepentida-.

Ness: Lo comprendo.

Zac: No, no lo comprendes -dijo con impaciencia-.

Ness: Tienes razón -respondió bruscamente-. No lo comprendo, pero eso no importa.

Zac: Es solo que no puedo... Hay mucho en juego.

Ella no podía quedarse allí escuchando. El impacto de su propia vulnerabilidad la dejó momentáneamente impotente.

Ness: Si me disculpas, tengo cosas que hacer -dijo secamente dándose la vuelta-.

Zac inclinó la cabeza. Ella se marchó sin mirar atrás. Se dirigió a toda prisa a la habitación de Jessica con la intención de ordenar aquel desastre antes de que Zac pudiera ver las consecuencias de su arranque emocional. Pero en lugar de hacerlo, apoyó la espalda contra la puerta y aspiró varias veces con fuerza el aire tratando de recuperar la calma.

Bueno, ¿y qué esperaba? ¿Que él hubiera comenzado a quererla? ¿Acaso no había intentado explicarle que un hombre con tantos problemas no podía reunir la energía suficiente para enamorarse? Sería una locura por su parte pensar lo contrario. Y sin embargo no podía evitar sentir lo que sentía. Amaba a Zac Efron y quería ayudarlo. Si pudiera, lo reuniría con sus hijos en un cálido abrazo y mejoraría las cosas por arte de magia. Sacudiría a Amber hasta que las piezas de su cabeza se alinearan correctamente, hasta que aquella mujer fuera consciente del daño que les estaba haciendo a los que se suponía que más debía proteger.

En aquel momento, Vanessa habría dado cualquier cosa con tal de arreglar lo que estaba roto en aquella familia. Sin embargo, lo único que podía hacer en aquel momento era recoger la prueba de la ansiedad de Jessica. Aquello era lo único que le estaba permitido hacer por el hombre del que se había enamorado.




Pobrecita Jessica, lo está pasando fatal y todo por culpa de Amber, seguro (¬_¬) Y Zac también lo pasa mal, y Ness... por culpa de Amber (¬_¬)

¡Thank you por los coments y las visitas!

El próximo capi os gustará mucho. Comentad y el sábado lo pongo.

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Ho dios que mala es amber
Creo que es el personaj mas malo que he visto en las últimas novelas
No entiendo que le habrá dicho amber a jess para que ella actúe asi
Ya quiero seguiré leyendo, la novela se me hace muy interesante
Estaba pasando un momento malo en mi vida y la novela hizo que por un rato olvida los problemas
Síguela pronto!!!!
Ya quiero ver mas acción entre la relación de zac y vanessa

Unknown dijo...

Amber es una loca, desgraciada y muchas cosas mas. No puede ser tan mala madre. Pobre niños con la madre que le toco. Y pobre Jessica todo lo que tiene que pasar y siendo tan pequeña. Pobre Ness en el lío que se metió y del hombre que se enamoró. Ya veo que estos dos van a tener mas problemas para estar juntos...



Sube prontoooo

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