topbella

viernes, 23 de enero de 2015

Capítulo 12


El súbito sonido de la alarma hizo que Vanessa diera un respingo y dejara caer en el fregadero la lechuga que estaba lavando. El agua se derramó por la encimera. Dando un paso atrás, se llevó la mano mojada al corazón y compuso un gesto irritado. Desde la noche en que Zac y ella se habían convertido en amantes habían programado la alarma durante veinticuatro horas porque él había insistido. Vanessa había protestado, porque ella no tenía miedo de Amber. La veía como cualquier matón. Cuando se enfrentara a un igual mostraría sus verdaderos colores. Sin embargo, mientras mantuviera rehenes a sus hijos, Zac no era un igual.

Tras secarse las manos en un paño de cocina, Vanessa salió corriendo hacia el panel de control que estaba en una de las paredes del pasillo que daba al comedor. Si la alarma no se desconectaba al primer minuto, la policía recibía automáticamente el aviso. Marcó el código que la apagaba y bendijo el silencio que se hizo hasta que Zac gritó desde el estudio:

Zac: ¿Qué ocurre?

Ness: Todavía no lo sé -gritó a su vez-.

Entonces apretó el botón del intercomunicador y habló al micrófono, consciente de que su voz sería escuchada desde fuera.

Zac: ¿Quién es?

Ness: Will. ¡Es Will! -le gritó a Zac antes de volver a apretar el botón-. ¿Dónde estás?

Will: ¿Cómo que dónde estoy? Pues en la puerta de entrada.

Ness: ¿Y por qué no has llamado al timbre? Bueno, da igual. Espera un momento. -Salió corriendo hacia la puerta no sin antes dejar el trapo y gritarle a Zac, que se había acercado todo lo deprisa que le permitían las muletas:- Relájate. Will está en la puerta.

Zac puso los ojos en blanco y se acercó a duras penas hasta la mesa del comedor pequeño en la que ella serviría dentro de poco la comida.

Zac: ¿Y por qué demonios no ha llamado al timbre? -murmuró entre dientes-.

Vanessa se acercó a la entrada y cuando abrió se encontró con Will apoyado contra el quicio y sacudiendo la cabeza.

Will: ¿Qué está ocurriendo?

Ness: Has hecho que se disparara la alarma.

Will: Lo siento. Debo haber tocado algo sin darme cuenta al buscar el timbre -murmuró-.

Vanessa se dio la vuelta y encabezó la marcha hacia el interior de la casa.

Ness: Si quieres saber mi opinión, creo que esa cosa estúpida no debería estar conectada durante el día.

Will cerró la puerta y la siguió.

Will: Supongo que tu jefe ha decidido otra cosa.

Ella asintió con la cabeza y suspiró.

Ness: Tiene miedo por mí.

Will: ¿Por ti?

Vanessa bajó el tono de voz.

Ness: Tuvo una pesadilla en la que al parecer Amber me atacaba.

Zac: Toma asiento, Will -dijo entrando en aquel momento apoyado en las muletas-. Está claro que has venido para quedarte a comer...

Will se giró hacia Vanessa.

Will: Sí no supone un problema... -dijo esperanzado-.

Ness: En absoluto.

Will: Entonces, si nos importa, me quedo. -aseguró el abogado frotándose las manos antes de agarrar una silla-.

Zac se giró hacia Vanessa y le dijo:

Zac: Ángel, vuelve a conectar la alarma antes de que termines de hacer la comida, ¿de acuerdo?

Vanessa le dedicó a Will una mirada de “Ya te lo dije” y luego besó distraídamente en los labios a Zac antes de dirigirse a la cocina.

Will: Veo que no hace falta preguntar qué tal os va, a la vista del desarrollo de los acontecimientos -apuntó-.

Vanessa se quedó paralizada y cayó en la cuenta de que acababan de delatarse. Aquellos besos fugaces les parecían tan naturales y se habían convertido en algo tan habitual que no se lo había pensado dos veces antes de hacerlo en frente de Will.

Zac se aclaró la garganta y dijo con tranquilidad:

Zac: Tú qué sabrás del desarrollo de los acontecimientos.

Will: Tal vez nada, pero sé reconocer un beso.

Zac: Cómete tus propios higadillos, abogado.

Will: Preferiría remover los tuyos con una cuchara.

Zac: Te invito a intentarlo.

Will: ¿Vas a pegarme con la muleta?

Ness: ¡Por favor! -intervino girándose con los brazos cruzados-. Ya está bien, vosotros dos. O jugáis los dos juntos o me veré obligada a mandaros a cada uno a una habitación.

Zac: A mí me parece bien -aseguró mirando fijamente a Will aunque se estuviera dirigiendo a Vanessa-. Siempre y cuanto tú vengas conmigo como es habitual, cariño.

Will: Eres lo peor -murmuró-.

Ness: ¡Zac! -exclamó-.

Zac: ¿Qué pasa? -preguntó mirándola con una expresión de inocencia absoluta con la que no consiguió engañarla-. ¿No querías que lo supiera?

Ness: ¡No es eso! Es solo que Will no está interesado en nuestros...

Zac: ¿Asuntos de cama? -sugirió-.

Ness: En nuestros asuntos personales -respondió sintiendo cómo se sonrojaba-.

Zac alzó una ceja y miró fijamente a su amigo.

Zac: A mi me parece que está muy interesado.

Will: Tan interesado como puedas estarlo tú en hacerme saber que te has puesto una medalla.

Ness: ¡Ya basta! -exclamó-. Os estáis comportando como un par de bueyes. Sois amigos íntimos, por el amor de Dios, y a quien yo elija o deje de elegir para dormir no está abierto a ninguna discusión.

El rostro de Will pareció petrificarse de golpe. Por su parte, Zac sonrió abiertamente.

Zac: Sí, señora.

Entonces le guiñó un ojo y Vanessa supo que lo había hecho adrede, había girado la cara cuando fue a besarlo para darle a Will en las narices con su relación, como si Will estuviera interesado en algo más que un coqueteo. Se dio la vuelta y se dirigió al panel de control, donde volvió a pulsar el código de la alarma con gesto enfadado. Cuando estaba tecleando el tercer número se le ocurrió pensar si no sería verdad que, tal y como lo había expresado Will, Zac se había puesto una medalla, consciente o inconscientemente. Estaba celoso, y quería que Will supiera que ella ya tenía dueño. Sonriendo, pulsó los dos dígitos que faltaban.

Will: Eres más inteligente de lo que pensaba -le dijo a Zac a regañadientes-.

Transcurrido un instante, Zac suspiró.

Zac: Más egoísta, querrás decir.

Will: Bueno, eso no hace falta ni decirlo -reconoció con una ironía que ayudó a calmar el ambiente-. Pero te aviso una cosa, amigo: Tal vez decida contratar a una enfermera personal para mí solo.

Zac: ¿Quieres que alguien te ayude para saber qué huesos romperme?

Will: Ya te darías cuenta.

Zac: Yo estaré encantado de hacerte a ti una demostración.

Vanessa puso los ojos en blanco y se dirigió a la cocina. Mientras ellos se enfrentaban verbalmente, terminó de lavar la lechuga, hizo unas tostadas de ajo, colocó otro plato en la mesa y sacó la ensalada de pollo de la nevera. Para cuando la comida estuvo en la mesa, la conversación había girado hacia alguien que trabajaba en la oficina de Will, alguien que Zac conocía y en el que Will tenía al parecer muy poca confianza. Ambos se rieron con la última pifia legal de aquel personaje. Después dejó el tenedor y apartó el plato.

Will: Ha sido una comida deliciosa -le dijo a Vanessa-. Tienes un gusto sospechoso en lo que a hombres se refiere, pero tu cocina es siempre de primera clase.

Ella echó mano al plato y preguntó con ironía:

Ness: ¿Quiere eso decir que fregarás los platos en agradecimiento?

Will miró a Zac como si le estuviera preguntando: “¿Te lo puedes creer?” Luego se cruzó de brazos y dijo:

Will: Mala suerte. Yo soy el que se va a ir solo a casa, ¿recuerdas? Deja que aquí el paciente haga el trabajo sucio.

Zac levantó rápidamente el brazo escayolado.

Zac: Me temo que esta semana no podrá ser.

Vanessa se puso en pie y comenzó a recoger la mesa mientras comentaba con buen humor:

Ness: Estáis hechos unos príncipes los dos. Creo que os cambiaré a ambos por un ogro vestido con gorro de cocinero y una esponja.

Will: ¡Ay!

Zac: ¡Doble ay! -añadió-.

Ness: Ay, pobrecito mío -bromeó-. ¿Te duele?

Él le pasó el brazo por la cintura y le sugirió con adulación:

Zac: Supongo que si me das un beso mejoraré.

Vanessa sonrió y se inclinó para rozarle la punta de la nariz con la suya.

Ness: Cuando acabe con los platos, tal vez -dijo con su tono más sensual-.

Zac levantó el brazo escayolado y miró a Will a los ojos, preguntándole con sarcasmo:

Zac: No llevarás encima un guante de goma extra largo, ¿verdad?

Will: Ya quisieras tú.

Vanessa soltó una carcajada y llevó los platos a la cocina. Los dejó sobre la encimera y cuando se disponía a regresar a la mesa a por más, escuchó a Zac decir:

Zac: Muy bien, abogado. No has venido solo para comer gratis, ¿verdad?

Will la miró mientras ella se colocaba al lado de Zac. Él levantó el brazo bueno y la tomó de la cintura mientras esperaba a que su amigo hablara.

Will: El juez ha firmado esta mañana una orden obligando a Amber a que lleve a Jessica a un médico independiente.

Vanessa sintió que Zac se quedaba petrificado.

Ness: Eso es bueno, ¿no? -preguntó rápidamente-.

Zac: Eso es maravilloso -aseguró apretándola contra él-. ¿Cómo lo has conseguido? -le preguntó a Will-.

Will: La niñera. Empezó a silbar la melodía cuando vio cómo Amber trataba a la niña, pero se decidió a cantarla entera cuando la amenazó a ella directamente.

Zac: ¿Con qué clase de amenazas? -preguntó poniéndose rígido-.

Will se encogió de hombros.

Will: Le dijo que se encargaría de que no volviera a trabajar nunca más, que le diría a todo el mundo que era una mala niñera. Todo lo que te puedas esperar de Amber.

Nss: Pero nada físico -aclaró-.

Will: Abiertamente no -aseguró-. Pero tras hablar con el juez, la niñera siguió sabiamente mi consejo y aceptó un trabajo en otro estado.

Ness: Pero tú no crees realmente que Amber podría atacarla físicamente...

Will miró significativamente a Zac y después de nuevo a ella, como si quisiera decirle: “¿Acaso no es obvio?”

Zac: ¿Cuándo podrá ver Jessica al médico? -preguntó de pronto-.

Will rebuscó en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó una hoja de papel doblado.

Will: En cuanto escojas uno de la lista que me ha facilitado el tribunal y consigamos cita. -El abogado desdobló el papel y se lo acercó a Zac por encima de la mesa, añadiendo:- He puesto una estrella delante de los que me han recomendado y he tachado un par de ellos porque me han dicho que no se les dan muy bien los niños.

Zac estudió la lista. Vanessa hizo lo propio y reconoció en ella varios nombres. Sin embargo, uno de ellos le llamó particularmente la atención y lo señaló con el dedo.

Ness: Esta mujer es una médico excelente y una de las pocas psiquiatras que aparecen en el listado.

Zac: ¿La conoces? -preguntó alzando la vista-.

Vanessa asintió con la cabeza.

Ness: Es una médico especializada en psiquiatría infantil. He atendido a muchos pacientes suyos. Uno de ellos era el único superviviente de un accidente de coche en el que murieron sus padres. Cuando lo conocí era un niño de once años que había intentado suicidarse arrojándose delante de un coche en marcha. La primera vez que intenté cambiarle el vendaje lanzó pestes contra mí. La doctora Clement cambió completamente a aquel niño. Lo han adoptado y tengo entendido que es un magnífico estudiante. La doctora Clement lleva encima una foto suya, igual que la de otros muchos de sus pacientes, y siempre que me la encuentro me pone al día de sus vidas.

Zac: Comprado -aseguró devolviéndole el papel a Will-.

Will: Concertaré una cita.

Ness: Saluda a la doctora Clement de mi parte -añadió-. Tal vez eso ayude a acelerar un poco las cosas.

Will: Desde luego, daño no hará -reconoció-.

Zac la atrajo hacia sí otra vez y asintió con la cabeza.

Zac: Gracias, ángel. Te agradezco la implicación.

Ness: Me alegro de poder hacer algo para ayudar.

Will volvió a doblar el papel y lo guardó en el mismo lugar del que lo había sacado sacudiendo la cabeza en dirección a Zac.

Will: Parece que la suerte ha vuelto a ti a lo grande, amigo.

Zac: Ya iba siendo hora, ¿no crees?

Will: Bueno, tengo que volver al despacho -aseguró poniéndose en pie y apartando la silla-. Gracias por la comida.

Zac: Ha sido un placer -respondió mientras su amigo metía la silla debajo de la mesa-.

Ness: Un placer total -estuvo de acuerdo-. Iré contigo para cerrar la puerta cuando salgas.

Will: De acuerdo, adelante pues -bromeó rodeando la mesa para ofrecerle el brazo-.

Zac: Oye, nada de tonterías -le advirtió-.

Will: ¿Qué tiene de malo?

Zac: No creas que vas a conseguir nada -aseguró-.

Will: Tal vez sí -sugirió alzando una ceja y mirando a Vanessa-.

Ness: Bueno... -murmuró mirándolo de arriba abajo con ojos escrutadores-. Con un buen tinte de pelo y un poco de cirugía plástica... No, con mucha cirugía.

Will: ¡Oye!

Zac soltó una carcajada. El abogado fingió sentirse muy herido en sus sentimientos. Vanessa se limitó a sonreír, lo agarró del brazo y se echó a andar con él.

Will: Está claro que sabes cómo explotar la burbuja de un chico -gruñó de buen humor-.

Ness: Lo superarás -aseguró con ironía-.

Will: Tal vez -respondió bajando el tono de voz-. Porque está claro lo que sientes por él.

Ness: Estoy loca por él -admitió suavemente-. Totalmente loca.

Will: Tal y como dije antes, es obvio que el hombre ha recuperado su buena suerte.

Ness: Eso espero -replicó esperanzada-.

Will: Y yo también -confesó-.

Se detuvieron delante de la puerta de entrada y Vanessa se soltó el brazo.

Ness: Me alegra escuchar eso. Nunca me perdonaría a mí misma haberme interpuesto entre vosotros.

Will: Eso no podría pasar nunca -respondió con una sonrisa-. Porque está claro que lo prefieres a él.

Ness: Tú eres el número dos de mi lista -reconoció para consolarlo-.

Will: Ya, bueno. Tengo la sensación de que el número dos está situado muy por detrás del número uno.

Vanessa ladeó suavemente la cabeza en gesto de disculpa y dijo con dulzura:

Ness: Le quiero.

Will estiró el brazo y le apretó la mano.

Will: Lo sé.

Ella se mordió el labio.

Ness: ¿Crees que él también lo sabe?

Will levantó una ceja.

Will: ¿No se lo has dicho? -Vanessa negó con la cabeza-. ¿Por qué no?

Ella se encogió de hombros y apartó la mirada.

Ness: No he encontrado el momento oportuno de hacerlo. Zac tiene muchas cosas en la cabeza.

Will aspiró con fuerza el aire antes de continuar.

Will: ¿Entiendo que él tampoco ha expresado sus sentimientos?

Ness: No exactamente.

Will: Bueno, como tú bien dices, tiene muchas cosas en qué pensar.

Asintiendo con la cabeza, Vanessa marcó el código correcto en el panel de la pared que estaba detrás de la puerta, quitó el cerrojo y abrió.

Ness: Ya me lo dirá -aseguró con convencimiento-. Cuando llegue el momento.

Will: Me lo has quitado de la boca -aseguró dirigiéndose a la salida-. Por cierto, no deberías tomarte los riesgos a la ligera -dijo deteniéndose un instante-. Créeme, cuando a Amber le llegue esta nueva orden del juez se va a poner como una fiera. Así que mantén la alarma conectada, ¿me has oído?

Vanessa asintió con la cabeza.

Ness: No te preocupes. Cuidaré de él.

Will: Y de ti misma.

Ness: Por mucho que diga Zac, no va a venir a por mí -aseguró con una mueca-. Ni siquiera sabe que estamos juntos.

Will: Yo no estaría tan seguro de esto. Desprendéis chispas. Además, si sigues aquí terminará por enterarse.

Vanessa alzó la barbilla.

Ness: No tengo intención de ir a ninguna parte. Sí, Zac piensa que es demasiado peligroso que sigamos juntos cuando se haya recuperado, pero yo no lo creo, y aunque no fuera así tampoco lo dejaría.

Will sonrió y le guiñó un ojo.

Will: Esta vez he apostado por ti, niña.

Ella soltó una carcajada.

Ness: No se puede decir que no aprendas rápido.

Will: Amén.

Ness: Va a funcionar -aseguró con fervor-. Porque él también me quiere. Lo sé.

Will: En caso contrario sería un estúpido.

Luego le pellizcó suavemente la barbilla y se marchó.

Vanessa cerró la puerta, echó el cerrojo y conectó de nuevo la alarma. Pasara lo que pasara se quedaría donde estaba. Lo único que podría sacarla de allí sería que Zac la convenciera de que no la amaba, y no creía que eso llegara a ocurrir nunca. Zac no podía acariciarla como lo hacía, ni convertir sus noches en una aventura íntima que superaba con creces sus sueños más salvajes si no la amara profundamente. Tenía que ser así.


Zac: Y dime, ¿qué tal te va con la nueva doctora, cariño? -le preguntó a su hija mientras acariciaba a Alex, que estaba sentado en su regazo-.

Sentada en el sofá que había frente al sillón, la niña se encogió de hombros, cruzó los brazos y miró hacia otro lado.

Zac había sentido un gran alivio y una gran satisfacción cuando supo por Will que la doctora Clement había recomendado con firmeza ante Amber y ante el juez que los niños cumplieran con las visitas regulares.

Amber había insistido en que se tratara de visitas cortas, y Zac no había querido decir nada al respecto para no parecer exigente. Teniendo en cuenta todo lo ocurrido, tal vez sería mejor que Jessica no se quedara por el momento a pasar la noche. Su niña tenía todavía que asumir muchas cosas, pero al menos ahora parecía que iban por el buen camino.

Will: Supongo que la primera sesión sería solo para conoceros -dijo con ánimo de ayudar-.

Jessica siguió callada.

Ness: ¿Te ha enseñado la doctora Clement su colección de muñecas? -preguntó desde detrás del sillón de Zac-.

Jessica le dirigió una mirada sorprendida y asintió con la cabeza.

Alex: Tiene un tren en la sala de espera -intervino para convertirse en el centro de atención-. Va por debajo de las sillas y pasa al lado de los árboles que están en las macetas y...y... y por todas partes.

Jess: No son árboles de verdad -aseguró con gesto de superioridad-.

Alex: Sí que lo son -insistió-. Yo me subí a uno. -Miró a su padre y admitió con tristeza:- Se cayó.

Zac: Supongo que lo recogerías -dijo conteniéndose para no reírse-.

El pequeño asintió con la cabeza.

Alex: La señorita de la ventana que trabaja allí me ayudó.

Zac no pudo evitar esta vez la sonrisa. Estaba claro que Alex se refería a la recepcionista, que sin duda estaría sentada tras una pequeña mampara de cristal.

Zac: Eso fue muy amable por su parte.

Jess: Apuesto a que mamá te dio una bofetada -soltó-.

Alex: No -respondió negando con la cabeza-. La señorita le dijo que no lo hiciera.

Zac miró a Will con furia creciente.

Ness: ¿Jugaste con el tren? -se apresuró a preguntar-.

Alex asintió con la cabeza.

Alex: Sí, era muy divertido. Pero mamá dijo que no podía comprarme uno porque...

El niño se calló de pronto y se llevó la mano a la boca.

Jess: Porque papá no nos pasa suficiente dinero -terminó por él-.

Zac sintió como si le hubieran pegado una patada en el estómago.

Alex: No, no -aseguró en su defensa-. Porque había sido malo y había tirado el árbol.

Zac: Da lo mismo la razón -aseguró con firmeza-. Tal vez pueda convencer a Papa Noel para que traiga un tren de juguete por navidad, hijo. Estoy seguro de que hasta que llegue el momento serás un niño bueno.

Will: Y Jessica, que sepas que tu padre os pasa más pensión de la que le exige el juez -dijo sin poder contenerse-.

Zac le dedicó una mirada de agradecimiento y cambió de tema.

Zac: Resulta que la enfermera Hudgens conoce a la doctora Clement y tiene una buena opinión de ella -dijo, dirigiéndose a su hija-.

Ness: Sí, así es -confirmó-. La doctora Clement solía pasarse por el hospital en el que yo trabajaba y cada vez llevaba una muñeca distinta para enseñársela a los niños que tenía allí como pacientes.

Jess: ¿Por qué eran sus pacientes? -preguntó con suspicacia-.

Ness: Oh, por varias razones. Algunos tenían una gripe muy fuerte, otros se habían caído... Una vez tuvimos una niña que había sufrido un accidente.

Alex: ¿Estaba alguno de ellos loco? -preguntó girándose para mirar a Vanessa-.

Jessica palideció completamente y Zac sintió que todo su cuerpo se ponía en tensión.

Ness: No -respondió con calma-. Algunos tenían algo que los preocupaba. Y un par de ellos estaban muy, muy asustados.

Alex: Porque mamá dice que es una médico de niños locos -continuó explicando-. Papá, ¿tú crees que Jessica está loca?

Zac estuvo a punto de saltar de la silla. Estaba tan enfadado que podría morder.

Zac: ¡Por supuesto que no!

Alex: Porque mamá dice que...

Ness: Tu madre está equivocada -intervino con dulzura-. Tanto la doctora Clement como tu padre saben que no hay niños locos, sino niños confundidos, asustados o dolidos.

Jess: A mí me da igual -le espetó apretando los puños-. No quiero volver a ver a esa doctora Clement ni a sus estúpidas muñecas nunca más.

Alex: Dijiste que era muy simpática -dijo balanceándose en el regazo de su padre-.

Jess: ¡No es verdad! -aseguró poniéndose en pie de un salto-. Quiero irme a casa. Mamá dijo que podíamos volver a casa cuando quisiéramos, y quiero irme ahora.

Alex: ¡No! -gritó-. Yo no quiero irme. Quiero quedarme con papá. Quiero quedarme toda la noche.

Zac: Ya es suficiente -dijo agarrando a su hijo por la rodilla-.

Sentía ganas de llorar, de llorar por todos. Pero en lugar de hacerlo se tragó la desilusión y trató de mirar las cosas desde un punto de vista positivo. A Jessica le caía la doctora Clement mejor de lo que trataba de demostrar, y Alex quería quedarse a pasar la noche. Además, había disfrutado de otra visita de sus hijos. Era un paso adelante. Abrazó con fuerza a Alex y le dijo:

Zac: Me ha encantado verte, hijo. Dentro de poco volverás a dormir aquí. Te lo prometo. Pero tal vez sea mejor que ahora el tío Will os lleve de nuevo con vuestra madre.

Will: Claro -dijo poniéndose en pie-. Además, ya es casi la hora.

Le tendió una mano a cada niño. Jessica lo ignoró y se cruzó de brazos, pero Alex se bajó a regañadientes del regazo de su padre y colocó la manita sobre la de Will.

Will: Jessica, ¿no vas a decirle adiós a tu padre?

La niña se encogió de hombros y después hizo con la mano un gesto parecido a un saludo.

Jess: Adiós.

Zac: Adiós, cariño. Te quiero. Y a ti también te quiero, Alex.

Alex: Te quiero -repitió mientras Will sacaba a los dos hermanos de la habitación-.

Cuando llegó a la altura del sillón de Zac, Jessica se detuvo. Durante un instante pareció como si se hubiera quedado congelada. Pero entonces se balanceó levemente sobre una rodilla y se dejó llevar. Zac estiró el brazo izquierdo y la atrajo hacia sí, estrechándola entre sus brazos todo el tiempo que la niña se lo permitió. Luego Jessica se apartó y salió por la puerta. Él echó la cabeza hacia atrás, tan agradecido por aquel instante como si le hubieran regalado todo el oro del mundo.

Vanessa deslizó la mano desde el respaldo del sillón hacia el hombro de Zac.

Ness: Lo está consiguiendo -le susurró-.

Zac: Dios, eso espero -musitó alzando la mano para agarrarle la suya-.

Vanessa rodeó el sillón y se sentó sobre su regazo.

Ness: Lo conseguirá, Zac. Ya lo verás.

Él asintió con la cabeza, rezando en silencio para que fuera cierto. Jessica había estado algo más suave, pero Alex se había mostrado más competitivo y acusica de lo que solía ser.

Ness: Tal vez deberías hablar con la doctora Clement -sugirió-. Contarle lo que está ocurriendo.

Zac negó con la cabeza.

Zac: No puedo hacerlo hasta que ella solicite hablar conmigo. Amber tampoco puede. Es parte de la orden del juez, un intento de asegurarse de que la médico sea completamente imparcial.

Vanessa asintió con la cabeza.

Ness: Supongo que es lógico.

Zac: Supongo que sí -reconoció suspirando-. Siento como si se me estuviera acabando el tiempo, ángel.

Ness: ¿Qué quieres decir?

Zac: La semana que viene me quitan la escayola -le recordó levantando el brazo-.

Ness: Pero todavía falta mucho para que se te cure la pierna. Acaban de quitarte los puntos.

Zac: Y la semana que viene me pondrán también una escayola blanda con la que podré andar -susurró como si le costara trabajo decir lo que le preocupaba-. ¿Cómo justificaré entonces tu presencia aquí?

Ness: ¿Por qué tienes que justificarla? Si queremos estar juntos podemos estarlo, Zac.

Él negó con la cabeza.

Zac: No es tan fácil, cariño, y tú lo sabes. Eso sería colocarte directamente en el punto de mira.

Ness: No importa. Puedo cuidar de mí misma.

Zac: Lo sé.

No tenía ganas de iniciar una discusión. Le apartó el cabello de los hombros, dejándole al descubierto aquel punto del cuello en el que tanto le gustaba que la besaran.

Durante las últimas semanas, Zac se había tomado como una misión descubrir y explorar todas sus zonas erógenas. Aquella había sido la labor más gratificarte a la que se había entregado nunca. Su dulce enfermera lo había curado en muchos sentidos y le había proporcionado el máximo placer que había experimentando jamás. Cielos, ¿cómo podría seguir adelante sin ella? Pero, ¿qué otra opción le quedaba?

Zac: Acostémonos pronto esta noche -le susurró-.

Vanessa sonrió y se bajó de su regazo. Había qué ver la sonrisa tan seductora que aquella mujer había sacado en pocas semanas. ¡Cómo iba a echarla de menos!

Ness: ¿Ahora es demasiado temprano? -preguntó con picardía-.

Zac: Ahora es perfecto -respondió haciendo un esfuerzo para levantarse-.

Tal vez con un poco de suerte se rompería un par de huesos más.




¡Capi largo!

Qué monos Zac y Ness, restregándole su felicidad a Will XD

¡Thank you por los coments y las visitas!

¡Batalla en el próximo capi! ¡No os la perdáis! Lo tendréis el domingo si no se me pasa XD

¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Que capítulo tan lindo!!!
La relación de zac y vanessa asa vez me esta gustando mas
Batalla en el próximo capi?!?!? Dios!!!! Ya quiero leerlo
Sur pronto que el domingo no podré dejar de pensar en la novela
Saludos

Unknown dijo...

Hasta ahora parece que todo va muy bien entre Zanessa...
A que te refieres con batalla? Tiene algo que ver la loca de Amber??? Espero que no.
Y espero que la relación de Zac con los hijos cambie.

Sube prontooo

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