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martes, 13 de enero de 2015

Capítulo 8


Zac estaba de mal humor. Llevaba así dos días pero no parecía mejorar con el paso de las horas. Vanessa había rondado a su alrededor todo el tiempo sin dirigirle apenas la palabra, aunque él no podía comprender la razón. No se había mostrado más terco de lo habitual. No había gritado, al menos a ella no. No se había quejado. No mucho. No le había pedido que lo entretuviera a pesar de que nunca en su vida había estado más aburrido. Qué demonios, ni siquiera había mencionado lo irritante que le resultaba tener a Will todas las noches allí fingiendo ir a visitarle pero sin apartar los ojos de Vanessa.

Cuando sonó el teléfono, aprovechó que estaba cerca para contestarlo él mismo y no tener que esperar a que lo hiciera ella por él.

Zac: ¿Diga?

Mark: Hola, Zac. ¿Cómo estás?

Zac: ¡Mark!

Su capataz y al mismo tiempo amigo estaba al otro lado de la línea. Tras saludarle con afecto, le puso al día de la marcha del negocio y le preguntó un par de cuestiones sobre una de las obras en la que estaban trabajando que necesitaba solucionar con urgencia.

Zac: ¿Seguro que no quieres saber nada más, Mark? -le preguntó a su capataz-. Porque estoy totalmente capacitado para responder a cualquier duda que tengas. -Se quedó callado un instante y asintió con la cabeza-. De acuerdo, de acuerdo. Ya sé que puedes manejar perfectamente tú solo el negocio. En cualquier caso, si me necesitas ya sabes dónde estoy. -Exhalando un suspiro, colgó el auricular. Vanessa carraspeó a su espalda-. ¿Es la hora de la medicina? -preguntó ladeando la cabeza-. Porque es demasiado pronto para la cena...

Ella parpadeó, sorprendida ante la pregunta. Si daba por hecho que solo se acercaba cuando era la hora de la medicina o de acostarse, entonces tal vez se estuviera excediendo en su afán de mantener las distancias. Eso era lo que había hecho aunque lo viera aburrido hasta las lágrimas. Le habían retirado ya la escayola del hombro, así que tenía un poco más de movilidad, pero todavía llevaba el brazo roto en cabestrillo. Y aunque las heridas de la pierna evolucionaban favorablemente, todavía no estaba preparado para andar. Como mucho le permitía utilizar las muletas para algo más que ponerse de pie y dar un par de pasos. Zac odiaba la silla de ruedas, odiaba incluso sentarse en ella. Pero seguía siendo el modo más efectivo que tenía de moverse, aunque si salía de su área necesitaba que ella lo ayudara.

Ness: Iba a regañarte por cómo tienes el despacho, pero creo que será mejor sugerirte que hagas algo al respecto.

Zac: ¿El despacho? -preguntó sorprendido-.

Ness: No es asunto mío, por supuesto -aseguró haciendo un gesto con la mano para restarle importancia el comentario-, pero lo tienes hecho un desastre. Si yo fuera tú utilizaría este tiempo muerto para limpiar la mesa de papeles.

Zac se quedó un instante pensativo antes de contestar.

Zac: ¿Y por qué no? -dijo levantándose del sillón-.

Sabiendo que prefería hacerlo él solo, Vanessa se quedó detrás y observó cómo se las arreglaba para sentarse en la silla de ruedas y dirigirse hacia el comedor pequeño. Solo aceptó su ayuda cuando no hubo más remedio que subir la rampa para llegar al despacho.

Ness: ¿Por dónde quieres empezar? -preguntó enseñándole el lío de papeles que había encima de la mesa-.

Zac miró a su alrededor con cierto desconcierto. No recordaba que hubiera tanto desorden.

Zac: Bueno, supongo que podría empezar por contestar la correspondencia. Pero no llego a la parte de arriba de los archivadores sin muletas.

Ness: Enseguida vuelvo -aseguró saliendo del despacho-.

Zac miró a su alrededor una vez más con inquietud. ¿Por qué no se había dado cuenta nunca de lo desordenado, caótico y por ello ineficaz que se había vuelto su lugar de trabajo? Había llegado el momento de poner orden.

Utilizando la mano izquierda y el pie, se las arreglo para colocar la silla de ruedas detrás de la mesa. Agarró la primera pila de documentos que encontró y se dispuso a analizarlos. La mayoría no servían para nada. Pero por desgracia la papelera le quedaba muy lejos. Así que arrugó el anuncio de suministros que tenía en la mano y lo arrojó al suelo.

Para cuando Vanessa regresó con las muletas ya había acumulado una buena cantidad de basura. Sin decir una palabra, ella acercó la papelera, comenzó a recoger los papeles del suelo y los depositó allí. En esas estaba cuando sonó el teléfono. Zac dejó el papel que tenía entre manos y agarró el inalámbrico que tenía encima de la mesa.

Zac: ¿Diga?

Tras una breve pausa, una voz áspera preguntó:

**: ¿Dónde está Vanessa?

Zac: Aquí mismo -respondió con irritación-. ¿Quién es?

Andrew: Su hermano. Dile que quiero hablar con ella.

Zac sintió ganas de colgarle a aquel imbécil insolente. Pero contuvo su rabia y le pasó el teléfono a Vanessa, que se apoyó contra la mesa antes de llevarse tímidamente el inalámbrico a la oreja.

Ness: ¿Diga? -Dijera lo que dijera ese hermano suyo, hizo que su expresión se ensombreciera, se alejara de Zac y bajara el tono de voz-. Ya hemos hablado de esto muchas veces. -Transcurrido un instante, dijo-: Soy una mujer adulta. No puedes decirme lo que debo hacer. -Unos segundos más tarde suspiró y respondió a algo que debió escuchar al otro lado de la línea-. Entonces lávate los calzoncillos, por el amor de Dios. Yo no tengo la culpa de que la asistenta que has contratado se haya ido.

Completamente enfadado, Zac se acercó y le arrebató el teléfono de las manos.

Zac: ¿Tú de qué vas? -espetó-.

Andrew: ¿Quién es?

Zac: Zac Efron. ¿Y tú quién eres? Dime tu nombre.

Andrew: ¿Cómo?

Zac: Ya me has oído.

Andrew: Andrew Hudgens.

Vanessa hizo gesto de quitarle el teléfono, pero él se giró hacia el otro lado, lo sujetó entre el hombro y la oreja y le hizo con la mano buena un gesto para que se fuera.

Zac: ¿Cuántos años tienes, Andrew?

Andrew: ¿Qué?

Zac: Tengo entendido que eres mayor que Vanessa.

Andrew: Sí, ¿y qué?

Zac: Entonces te repito la primera pregunta -dijo alzando el tono de voz-. ¿Tú de qué vas? Vanessa no es tu criada particular. Es una profesional que está cumpliendo un trabajo por el que, por cierto, le estoy pagando muy bien. Si quieres lloriquear hazlo cuanto quieras, pero no te atrevas a volver a llamar a tu hermana aquí y tratarla de esa manera. Hazte un hombre, por el amor de Dios.

Y dicho aquello, colgó el teléfono.

Ness: ¿Cómo te atreves? -le preguntó mirándolo con los ojos brillantes-.

Zac: ¿Que cómo me atrevo? -preguntó a su vez, boquiabierto-. ¡Ese desgraciado quería que fueras a lavarle los calzoncillos!

Ness: ¡Es mi hermano! Es un asunto personal mío y tú no tienes porqué interferir.

Zac: Vaya, te pido mil disculpas. Pensé que estaba pagándote un buen sueldo.

Ness: ¡Pero no me has comprado! -respondió haciendo que Zac se preguntara por qué no habría sacado aquel genio cuando había hablado con su hermano-.

Zac: ¡Ni tampoco te he pedido que me lavaras los calzoncillos!

Vanessa suspiró y se volvió a sentar en la esquina de la mesa.

Ness: Tú no lo entiendes -dijo con amargura-. Soy la pequeña y en realidad está tratando de protegerme.

Desesperado, Zac la miró fijamente un instante y entonces se dio cuenta de lo que estaba viendo.

Su indignación se transformó en compasión y en remordimientos. Por supuesto que Vanessa quería creer que su hermano deseaba que volviera a casa porque la quería, del mismo modo que él quería pensar que sus hijos lo querían por mucho que su madre les estuviera envenenando los oídos. Y no sería él quien dijera otra cosa.

Zac: Tienes razón -dijo tomándola de la mano y atrayéndola hacia sí-. Sabe tan bien como yo lo dulce y cariñosa que eres y no quiere que nadie se aproveche de ti. Pero tienes razón cuando dices que no eres una niña. Mereces respeto y tienes todo el derecho del mundo a organizar tu vida como quieras. No dejes que te acose ni que te controle, aunque sea por cariño. -Le acarició suavemente las mejillas con las yemas de los dedos-. ¿Eres consciente de lo especial y maravillosa que eres?

Ness: ¿Lo soy?

Aquellos ojos marrones y suaves brillaron con una calidez que le dio de golpe en el pecho y le llegó hasta el corazón. Por desgracia, también le envió una oleada de sangre a la entrepierna. Suspirando con impotencia, Zac se pasó la mano por el pelo de la nuca y deseó poder soltar aquella cola de caballo y dejar que sus mechones azabaches le enmarcaran el rostro y los hombros.

Zac: Deberías saber que lo eres. Deberías saberlo.

Ness: Gracias -susurró-.

Y de alguna manera sus labios se encontraron, suavemente al principio y después con un ardor sobre el que Zac no parecía tener ningún control.

Ella se limitó a estar allí de pie, sujetándole la cabeza con las manos y con la boca sobre la suya. Aquel contacto debió haber sido algo tenue, mínimo, pero ocurrió lo contrario: Parecía como si se estuvieran fundiendo el uno en el otro, derritiéndose de una manera indefinible que era nueva y al mismo tiempo resultaba completamente natural.

Y de pronto, a través de un flash que lo dejó completamente noqueado, Zac supo que había encontrado una mujer única, una mujer que le tocaba una fibra sensible oculta. En el par de semanas que llevaba conviviendo con ella en la misma casa había llegado a conocerla bastante bien. Vanessa despertaba en él un sinfín de deseos y necesidades, pero estaba tan lejos de su alcance como si todavía estuviera casado, y así sería siempre. Porque ella se merecía mucho más de lo que Zac podía ofrecerle: Una ex mujer loca, dos niños traumatizados, una vida de constantes preocupaciones y sí, también miedo. Era consciente de que Amber intentaría hacerle daño a la mujer con la que él estuviera. Herido de desesperanza, dejó de besarla e inclinó la cabeza hacia abajo.

Durante un instante, Vanessa permaneció en la posición que estaba, con la frente apoyada contra la suya y las manos en su rostro. Luego se estiró ligeramente.

Ness: ¿Zac?

Él sacudió la cabeza, pero no la miró. No se atrevía a hacerlo.

Zac: No quiero hacer esto. No está bien. No es justo.

Ness: Lo comprendo -aseguró con tristeza-. Yo no te importo.

Zac: Sí que me importas.

Ness: Pero no... de “esa” manera.

Entonces Zac levantó la vista y la encontró erguida, con la espalda bien recta y los brazos cruzados sobre el pecho en gesto de autoprotección. ¿Cómo podía dudar de su propio atractivo?

Zac: Por supuesto que de “esa” manera -aseguró con rabia, contra todo y contra todos-. ¿Es que no te has mirado últimamente al espejo? Si lo hubieras hecho entenderías que me importas mucho de “esa” manera.

Ness: Yo... no te entiendo.

Zac: ¡Por el amor de Dios, Vanessa, quiero hacer el amor contigo! ¿Eso lo entiendes? -Se llevó la mano a la cabeza. Estaba arrepentido. Muy arrepentido-. ¡Me estás volviendo loco! No quiero hacerte daño, pero no puedo hacerte ninguna promesa y mucho menos mantenerla. ¡Lo único que puedo hacer es intentar mantener las manos lejos de ti! ¿Eso lo entiendes, Vanessa? Si es así, sal de aquí. ¡Ahora!

Ella se dio la vuelta y se marchó corriendo. Al salir tropezó con la papelera, derramando todo su contenido. Por una vez, Zac no se rió ante su torpeza. ¿Cómo iba a reírse si todo lo que deseaba en la vida se le escapaba? Si Vanessa era lista, seguiría corriendo.


Al día siguiente, cuando se sentaron a desayunar en el comedor pequeño, Vanessa y Zac evitaron mirarse a los ojos. En su lugar observaban un desayuno que a ninguno de los dos les apetecía. Hasta que Zac dejó el tenedor, se llevó la mano a la frente y dijo:

Zac: Si te quieres marchar, lo entenderé.

No hacía falta que Vanessa preguntara el porqué. Sabía que se refería a lo que había ocurrido entre ellos el día anterior. O más bien a lo que no había ocurrido. A pesar de la vergüenza que le producía recordar la situación, Vanessa tenía un trabajo que hacer.

Ness: No voy a marcharme -aseguró breve-. Todavía necesitas mi ayuda.

Zac: En cualquier caso, sería mejor que te fueras -insistió. Luego dejó caer la cabeza, aspiró con fuerza el aire y levantó la vista de golpe. Durante un instante sus miradas se cruzaron. Luego ella apartó los ojos-. Por favor, quiero que comprendas que tengo miedo de hacerte daño -aseguró-.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Tendrías que comprender a Amber para comprender eso -respondió con misterio-.

Ness: Entonces es que la amas...

Zac: ¿A Amber? -preguntó con el asombro reflejado en el rostro al observar cómo Vanessa asentía tímidamente con la cabeza-. ¡Por supuesto que no amo a Amber! Por el amor de Dios, ¡la odio! -Frunció el ceño y siguió hablando como si pidiera disculpas-. Sé que no debería. Sé que ella no puede evitarlo, y si se tratara solo de mí podría soportarlo, podría encontrar la manera de aguantarlo. Pero mis hijos... Dios Santo, ha convertido sus vidas en un infierno -aseguró sacudiendo la cabeza-. Eso no puedo soportarlo, ni tampoco perdonarlo.

Ness: Entonces, ¿por qué? -suplicó más confundida que nunca-.

Zac agarró con la mano la taza de café que tenía sobre la mesa. Su rostro reflejaba todo el peso de su sinceridad y su preocupación.

Zac: Vanessa, cariño, ¿es que no lo ves? No puedo involucrar a nadie más en la tragedia en que se ha convertido mi vida. Tú no eres ese tipo de mujeres con las que un hombre puede hacer el amor y luego marcharse. No sería justo permitir que formaras parte de esta pesadilla. Te convertirías en otro blanco más de su locura. Y yo no puedo permitir que le ocurra algo así a nadie, y mucho menos a ti.

Ness: Pero no puedes permitir que Amber dirija tu vida -objetó agarrándole la mano por encima de la mesa-.

Zac: Mientras tenga la custodia de mis hijos no me queda elección -aseguró cerrando los ojos-. Debes saber que si no fuera por ellos me iría a cualquier lugar del mundo donde esa mujer no pudiera encontrarnos y empezaría una nueva vida.

Encontrarnos.

Vanessa alzó la mano y le acarició suavemente la mejilla.

Ness: Por ahora me basta con eso -susurró-. Por ahora.




¡El hermano de Ness me estresa! ¡La llama para que le lave los calzoncillos! Si yo fuera Ness, le diría por donde puede meterse los calzoncillos (¬_¬)

Zac, bravo, eres el rey de la sutileza. Habla con Ness otra vez, no estoy segura si al decirle "¡quiero hacer el amor contigo!", te habrá entendido bien XD

¡Thank you por los coments y las visitas!

Del próximo capi solo os digo que vienen los hijos de Zac. Comentad y el jueves lo pongo.

Por cierto, hoy es martes y 13, espero que no hayáis tenido mucha mala suerte XD

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Ay madre santa! Que capitulo, me he puesto al dia con la novela ya que me habia tomado unas minis vacaciones de verano!

Que lindo capitulo, y triste a la vez. Por suerte Zac dijo todo lo que sentia sobre Ness y le aclaro lo loca que esta Amber. Ojala que Amber no le haga daño a Ness.
Me encantoooooooooooooo!!!

Maria jose dijo...

Al fin aclararon todo!!!! Zac le dijo la verdad y al fin vanessa ya sabe la verdad solo espero que amber no empeore las cosas
Ya quiero leer el próximo capítulo, aunque creo que el siguiente capítulo pasra algo malo
Sube pronto!!!!

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