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lunes, 26 de enero de 2015

Capítulo 13


Ness: Vaya, mira quién está aquí -dijo sonriéndole a Will-. Siento no haber llegado a la puerta.

El abogado se levantó de la silla que había al lado de la hamaca de Zac.

Will: Por una parte, creo que es un avance que haya sido el muchacho quien me haya abierto. Aunque por otro lado no es ni por asomo tan guapo como tú.

Will abrió los brazos y ella se acercó para abrazarlo brevemente mientras se reía y se apartaba un mechón de pelo que se le había salido de la coleta. Vio entonces una bolsa de plástico grande en lo alto de las escaleras y frunció el ceño.

Antes, cuando iba a salir a tirarla a la basura que había en el callejón, Zac le había pegado un grito para que contestara al teléfono. Para cuando consiguió convencer a la enfermera jefe, que había conseguido su número a través de su hermano, de que no estaba interesada en dejar su actual empleo, ya se había olvidado de la basura. Trató de recordar que debía bajarla antes de la cena. Si la sacaba cuando se hiciera de noche, algún armadillo o algún coyote podría destrozarla y por la mañana se encontrarían su contenido esparcido por todas partes.

Los últimos rayos de la tarde los iluminaban con una luz amarilla cálida y pacífica. Era el momento ideal de año para sentarse en el porche y disfrutar del sol. La temperatura era perfecta. No hacía todavía demasiado calor y corría una suave brisa. Dentro de poco los días se harían más fríos a medida que avanzara el otoño.

Mientras tanto, Will se había puesto en jarras y miraba a Zac con gesto divertido.

Will: ¿Y qué ha pasado con Mary?

Zac le dio un último sorbo a su taza de té y la dejó sobre la mesita auxiliar que tenía a la izquierda.

Zac: Mary se ha auto reducido las horas. Dice que no tiene nada que hacer con Vanessa por aquí.

Ness: Lo único que hago es recoger y limpiar lo que yo ensucio -protestó alzando los brazos-. ¿Tan difícil es de entender? Además, le pagabas demasiado a esa mujer. Y hablando de tareas domésticas, voy a tirar la basura antes de cenar.

Will: Ya la tiro yo -se ofreció levantándose a toda prisa de la silla-.

Pero Vanessa hizo un gesto con la mano y se dirigió a las escaleras.

Ness: No, no, tú vas de traje. Ya me encargo yo. No tardaré ni un minuto. ¿Por qué no entráis ya? Cuando vuelva prepararé algo de cena.

Will: ¡Sí! -exclamó frotándose las manos-.

Zac: ¿No tienes a nadie más que te alimente? -se quejó agarrándose del brazo de su amigo para levantarse-.

Will: Claro que sí -respondió el abogado-. Pero tú tienes la cocinera más guapa.

Vanessa sonrió y siguió su camino. Con una mano levantó la bolsa de basura y con la otra abrió la portezuela que había al final de las escaleras antes de bajar hacia el sendero que había detrás. La bolsa no pesaba demasiado, pero Vanessa se tomó su tiempo. Cada vez que sacaba la basura pensaba en Zac cayéndose por aquellas mismas escaleras y un escalofrío le recorría la espina dorsal.

Cuando llegó al final de las escaleras se giró hacia el contenedor que había oculto debajo de ellas. Levantó la tapa y dejó caer la bolsa encima de las otras dos que ya había allí. Recogería la basura al día siguiente por la mañana. Al estirarse para dejar caer la tapa, un movimiento en su visión periférica la obligó a girar la cabeza hacia aquella dirección. Vanessa tragó saliva y dio un paso atrás mientras Amber estiraba la mano y la agarraba de la muñeca.

Amber: Quiero hablar contigo.

Vanessa se soltó la mano con un movimiento brusco.

Ness: Será mejor que Zac no te vea aquí.

Vestida con zapatillas de deporte y un chándal gris, Amber se las arreglaba sin embargo para parecer elegante. Con sus pantalones vaqueros y su camiseta, Vanessa se sentía en clara desventaja.

Amber: He dicho que quiero hablar contigo.

Ness: Ya conoces el número de teléfono.

Amber: Lo que tengo que decirte tengo que decírtelo a la cara.

Vanessa se cruzó de brazos.

Ness: Pues empieza ya. Tengo que preparar la cena.

Amber le imitó el gesto, lo que sirvió para enfatizar el tamaño de sus pechos, y comenzó a andar en círculo alrededor de Vanessa.

Amber: Nunca conseguirás mantener su interés.

El tono de Amber no dejaba lugar a dudas de que sabía lo suyo. Vanessa volvió a sentir un escalofrío que le recorrió la espina dorsal, pero mantuvo la compostura.

Ness: Muy bien. ¿Algo más?

Amber: ¿Qué te ha contado? -preguntó bruscamente-.

Ness: ¿Sobre qué?

Amber: No te hagas la tonta conmigo, enfermera Hudgens. Sé dónde vives.

Ness: ¿Me estás amenazando?

Amber: No me subestimes, enfermerita. He hablado con tu supervisor del hospital, y también podría ir a hablar con tu hermano.

La rabia por las amenazas de aquella mujer se mezcló con una sensación casi divertida ante lo absurdo de sus comentarios, pero se negó a que se le notara.

Ness: ¿Esta conversación tiene algún sentido o se trata solo de competir conmigo?

La suave belleza de las facciones de Amber se transformó de pronto en una máscara de malicia.

Amber: ¿Cómo te atreves a compararte siquiera conmigo? -exclamó mirándola de arriba abajo con infinito desdén-. No eres nada ni nadie y careces de atractivo. Ningún hombre se daría la vuelta para mirarte.

Ness: ¿De verdad? -respondió con una sonrisa inocente-. Es curioso, porque Zac no parece estar de acuerdo contigo.

Un brillo de furia se desprendió de los ojos azules de Amber, pero un instante después recuperaron su frialdad habitual.

Amber: No te engañes. El sexo no significa nada. A Zac le vienes muy bien en este momento, le vienes de perlas. Eso es todo.

Ness: Sí eso fuera así tú no estarías aquí -respondió tratando con todas sus fuerzas de disimular su inquietud-.

Amber: Al contrario -repuso con exquisita calma-. Por eso precisamente he venido. Quiero que te vayas de esta casa.

Ness: Lo que demuestra que no puedes soportar tener competencia -aseguró-.

Amber: Quiero que te marches porque le vienes bien -insistió-. Y no se lo merece.

Ness: ¿Y quién te ha nombrado a ti su juez? -quiso saber-.

Amber: Él mismo lo hizo cuando se casó conmigo.

Ness: Pero también se divorció de ti.

Amber dio un paso adelante con gesto amenazador.

Amber: ¿Y crees que con eso se ha librado? Merece pagar por lo que me ha hecho.

Ness: ¿Por lo que te ha hecho? -exclamó-. ¡No fue él quien te tiró por las escaleras!

Amber: ¿Y qué? Me ha hecho daño en otros sentidos. ¿Sabes cuántas puertas se me cerraron cuando se divorció de mí? Muchas personas que eran amigas mías me dieron la espalda. Personas importantes.

Ness: Te refieres a personas que salen en las páginas de sociedad -le espetó-. Personas tan vacías y mentirosas como tú.

Amber: ¡Personas con dinero! -gritó-. No sabes lo que es vivir como ellos. No puedes ni imaginártelo porque estás muy por debajo de ellas.

Ness: ¿Y tú no?

Amber: Yo nací para formar parte de ese mundo -afirmó-.

Sus ojos brillaban con una fiebre cercana al fanatismo.

Ness: Y al ser un Efron, Zac era tu pasaporte, ¿verdad? Deberías haberlo pensado dos veces antes de engañarlo.

Amber: ¡Aquello fue solo sexo!

Ness: ¿De veras? Al parecer todas esas personas que te dieron la espalda no son de la misma opinión.

Amber: ¡No fue por aquella aventura! -contestó acaloradamente-. ¡Fue por el divorcio! Esa gente, la gente como nosotros, no estamos sujetos a las mismas convenciones absurdas que los demás. Estamos por encima de esas cosas.

Ness: Pues ya ves que no -respondió con sequedad-.

Amber: ¿Y de quién es la culpa? -insistió-. ¡Por él lo perdí todo!

Ness: La culpa fue tuya.

Amber se llevó los puños a las sienes en gesto de frustración.

Amber: Lo que hice no tuvo importancia. El amor es algo incondicional.

Ness: Pero tiene que ser recíproco -señaló-.

Amber: ¡Yo lo amaba! -exclamó-. Zac es todo lo que siempre he querido: Guapo, rico, y procede de una de las familias más importantes de Texas. Lo invitan a todas las fiestas, a las mejores mansiones. Deberías ver el modo en que se inclinan ante él. ¡Y a él no podría importarle menos!

Ness: Pero a ti sí -murmuró, que había comprendido por fin el distorsionado razonamiento de la otra mujer-. No puedes entender que un hombre como Zac no valore algo tan superficial como eso.

Amber: ¿Superficial? -le espetó-. ¿Y tú qué sabrás? Apuesto a que eras una de esas chicas en las que nadie se fijaba en el colegio. Yo era la alumna más popular del instituto. Y también en la universidad. ¡Y debería haber sido la chica más popular de San Antonio!

Ness: ¿No te das cuenta de que no vale la pena dejarse la vida por esa gente? Solo te aceptaron porque estabas casada con un Efron.

Amber: ¡Y así debería seguir! -insistió-. ¿No lo entiendes? Zac lo estropeó todo. Pero se lo advertí. O lo soluciona o pagará por ello.

Ness: Nunca volverá contigo -aseguró con rotundidad-.

El rostro de Amber se endureció.

Amber: Entonces, pagará por ello -murmuró entre dientes-.

Vanessa alzó los brazos con gesto frustrado.

Ness: ¡Solo conseguirás hacerte daño a ti misma! ¿Qué piensas hacer? ¿Provocarle un nuevo accidente?

Amber reaccionó exactamente como Vanessa siempre había imaginado que lo haría. Abrió desmesuradamente los ojos en gesto alarmado y su rostro perfecto palideció. Sin embargo, un instante después una expresión de absoluta seguridad en sí misma sustituyó al miedo.

Amber: No sabes de qué estás hablando.

Ness: Venga ya. Las dos sabemos que tú empujaste a Zac y que Jessica te vio hacerlo.

Para su disgusto, Amber echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.

Amber: Cielos, eres tan tonta como pareces.

Ness: Aunque Zac no permite que testifique en tu contra, algún día la verdad saldrá a la luz -continuó-.

Amber: Mi hija nunca le contará a nadie lo que sucedió aquella noche -aseguró con una seguridad escalofriante-.

A Vanessa le resultaba incomprensible que Jessica no terminara sintiendo la necesidad de contar lo que sabía, pero tenía la sensación de que Amber estaba absolutamente convencida de que su hija nunca la traicionaría.

Ness: ¿Y por qué? -se preguntó en voz alta-.

Amber se giró ligeramente.

Amber: Porque sabe lo peligroso que es su padre, por supuesto.

Ness: Zac no es peligroso.

Amber: No tienes ni idea de lo que es capaz de hacer -insistió con los ojos brillantes-. Si Jessica no tuviera miedo haría que lo encerraran durante el resto de su vida.

Ness: ¡Eso es mentira!

Amber: ¿Ah, sí? -preguntó con sarcasmo-. Si una niña pequeña dice que su padre hizo algo malo, ¿no la creerías?

Vanessa se sentía físicamente enferma.

Ness: Jessica no diría nunca una cosa así.

Amber: Lo haría si yo se lo pidiera.

Vanessa sacudió la cabeza. De repente sentía mucho miedo por Zac.

Ness: Estás enferma. Lo sabes, ¿verdad? Necesitas ayuda.

Amber: ¡No! -gritó-. ¡No digas eso!

Vanessa dio un paso atrás.

Ness: Deberías estar en el hospital -musitó-.

Amber: ¡Nooo!

De pronto, Amber se lanzó sobre ella. Le clavó las uñas en la cara y en el brazo. Le tiró del pelo, la golpeó y le dio patadas. Vanessa levantó los brazos para protegerse lo mejor que pudo, asombrada en un principio. Recordó lo que Zac le había contado sobre los ataques de Amber y cómo no se había atrevido a defenderse. Pero Vanessa no tenía por qué contenerse. De pronto, explosionó toda la rabia ante la injusticia de la que eran víctimas Zac, sus hijos y ahora también ella misma por culpa de aquella mujer. Para algo tenía que servirle haber crecido con un hermano.

Agarrándola del tacón de la sandalia, consiguió que Amber perdiera el equilibrio y cayera al suelo como un saco de arena. Pero se levantó enseguida llena de rabia y fue a parar al puño de Vanessa. El golpe apenas le rozó el hombro, pero le dio la oportunidad de agarrar a Amber por la muñeca, doblarle el brazo y arrojarla al suelo. La mujer aterrizó con un grito y se quedó tumbada. boca arriba. Vanessa le puso un pie en el estómago y la retuvo de aquella manera.

Ness: Y ahora, escúchame bien -le dijo inclinándose con los puños apretados; decidida a penetrar en su locura-. Si algo les pasara, y cuando digo “algo” me refiero al más mínimo daño, a Zac o a esos niños, haré que te encierren.

Amber: No... no puedes hacer eso.

Ness: Oh, sí, claro que puedo -aseguró-. Ahora no estás tratando con un hombre contenido por su decencia ni con una niña confundida y asustada. Conozco gente, médicos que pueden encerrarte. ¿Entiendes?

Amber se limitó a mirarla fijamente, pero el miedo que reflejaban sus ojos fue respuesta suficiente para Vanessa. Entonces se apartó de la mujer y se colocó a una distancia prudencial.

Amber se incorporó con dificultad.

Amber: No sabes nada -susurró como si estuviera tratando de convencerse a sí misma-.

De pronto se escuchó la voz de Will gritando desde arriba.

Will: Vanessa, ¿por qué tardas tanto?

Amber salió corriendo y gritó por encima de su hombro:

Amber: ¡No sabes nada!

Will: ¡Vanessa! -exclamó agobiado bajando las escaleras-.

Ness: Sé lo suficiente -murmuró mientras Amber se batía en retirada-.

Se llevó la mano a la mejilla escocida justo en el momento en que Will llegó a su lado. Miró durante un instante su cabello alborotado y la rodeó con sus brazos en gesto protector.

Will: He oído a Amber, ¿dónde está?

Ness: Se ha ido.

El sonido de las llantas de un coche rozando sobre el pavimento al alejarse confirmaron la afirmación de Vanessa. Will le giró el rostro hacia la luz. A los pies de la colina, con el sol escondiéndose tras el horizonte, las sombras se habían intensificado considerablemente durante los últimos minutos aunque al parecer no lo suficiente para oscurecerle la herida.

Will: ¡Estás herida!

Vanessa se miró el brazo. Tenía la piel cubierta de arañazos rojos. La sangre le había manchado la manga.

Ness: Parece peor de lo que es -murmuró-. Pero bastará -concluyó con seguridad alzando la vista para mirar a Will-. Amber me ha atacado. Quiero presentar cargos. Sé que puede hacerse con pruebas menos irrefutables que estas.

Will le examinó el brazo con el ceño fruncido por la preocupación. Luego la miró a los ojos.

Will: ¿Qué ha ocurrido?

Ness: Me estaba esperando cuando bajé con la basura. Discutimos y después me atacó. Es tal y como dijisteis que era. Teníais razón los dos, Zac y tú. Está loca, y hará cualquier cosa con tal de hacerle daño. A menos que la detengamos.

Will se acarició la barbilla.

Will: Puede que funcione. Desde luego es suficiente para ir a juicio, pero Vanessa, tienes que saber que después de esto irá a por ti.

Ness: Si ganamos no -aseguró alzando la barbilla en gesto desafiante-.

Will: Sobre todo si ganamos -le advirtió el abogado-. Y a Zac no le va a gustar.

Como si hubiera estado esperando a que mencionaran su nombre, Zac escogió aquel momento para gritar:

Zac: ¿Vanessa? ¿Will? ¿Qué pasa?

Ambos oyeron el sonido de sus muletas contra la madera del porche.

Ness: No es Zac el que tiene que tomar la decisión -dijo girándose hacia las escaleras-.

Will: En ese caso -dijo siguiéndola-, espero que me dejes recomendarte a un buen abogado.

Ness: Oh, sí.

Y se preparó para la batalla que iba a comenzar.




Ahora ya sabéis de qué batalla hablaba. Y aún les queda otra =S Amber, mala pécora (¬_¬)

¡Thank you por los coments y las visitas!

Por cierto, solo queda un capi y el epílogo.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

Wow y wow. Quien iba a decir que Ness se iba a defender así!! No me esperaba que defienda a Zac con uña y diente!! La ame mucho, es una genia!!

Un capi mas nada massss?? Wowww.
Sube prontooo

Maria jose dijo...

Amber difinitivamente esta loca!!!
Solo un capi que rápido pero esta muy buena
Gran idea de vanessa demandar a amber por atacarla
Ya quiero leer el siguiente capítulo
Sube pronto!!!

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Me ha encantado el capi, al igual que todas y cada una de las novelas que subes!
Espero que la siguiente sea igual o mejor que esta.
Estoy deseando que llegue el proximo capitulo.
Sube prontoo!

Por cierto, acabo de empezar una novela que se titula ''Al fin soy feliz'' , me gustaria mucho que os pasarais por ahi y que la leyerais :)
http://alfinsoyfelizzanessa.blogspot.com.es/
Esperare vuestro comentarios.
Besiitos!!

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