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domingo, 4 de enero de 2015

Capítulo 4


Zac: ¿Nos sigues? -le preguntó desde la ventanilla de atrás de su coche, sabiendo de sobra que aquello era en lo que habían quedado-.

Vanessa asintió con la cabeza y saludó con la mano mientras caminaba por el aparcamiento de empleados del hospital. Debajo del brazo, bien sujetos, llevaba los informes y el papeleo de Zac. Él subió la ventanilla, recostó la espalda contra el asiento de atrás y acomodó la pierna herida en el asiento de al lado. Cuando el coche se puso en marcha reclinó la cabeza y cerró los ojos. Estaba disgustado consigo mismo por varios motivos.

En primer lugar, tenía el corazón acelerado como si hubiera subido las escaleras a la pata coja, cuando lo único que había hecho había sido acercarse al coche de Will con la silla de ruedas. En segundo lugar, acababa de robarle al hospital a una de sus mejores enfermeras y era consciente de que lo había hecho por razones que iban más allá de las necesidades médicas. La idea de tener a Vanessa Hudgens bajo su mismo techo durante varias semanas había provocado en él el tipo de imágenes que perturban el sueño de un hombre.

No le servía de gran ayuda saber que ya estaba decidido a contratarla antes de que hubiera aparecido en la habitación del hospital con aquellos pantalones cortos que le hacían las piernas interminables y con aquella camiseta que no dejaba lugar a dudas sobre la madurez de sus formas. Tenía los senos pequeños, pero altos y firmes. Su forma natural había quedado deliciosamente remarcada con aquella camiseta de tirantes tan finos que era imposible que hubiera llevado sujetador. Al verla, le había resultado la belleza natural más hermosa que había visto en su vida. Y la deseaba.

Vanessa Hudgens no era ninguna niña. Era una mujer. De pronto, las posibilidades que le brindaba el hecho de tenerla trabajando para él le resultaban de lo más apetecibles. Aunque cualquier tipo de relación, con Vanessa o con cualquier otra mujer, estaba absolutamente descartada. Pero no podía negar que la deseaba. Así que esperaba que para cuando fuera capaz físicamente de dejarse llevar por sus deseos, ella ya se hubiera marchado. Qué demonios, debería haber contratado a alguna cacatúa para que se hiciera cargo de sus necesidades, aunque no podía mostrarse descontento por el hecho de que Vanessa hubiera accedido a ayudarlo. Al parecer no estaba tan disgustado consigo mismo como pensaba en un principio. Por primera vez, Zac se planteó si no sería realmente el monstruo egoísta que Amber aseguraba que era.


Vanessa detuvo el coche y se quedó boquiabierta.

Ness: Guau.

La casa de piedra que se alzaba sobre la cima de la colina era una maravilla. La entrada circular, el garaje exterior en forma de arco y el paisaje circundante la impresionaron. Los inmensos ventanales en forma de arco, las tejas cobrizas y las tres grandes chimeneas del tejado le otorgaban una inesperada grandeza a la belleza del lugar. Estaba claro que Zac Efron no era ningún pordiosero.

Vanessa avanzó de nuevo con el coche muy despacio y siguió al otro vehículo. Mientras ella aparcaba, Will salió y sacó la silla de ruedas de la parte de atrás. Entonces ella se acercó a toda prisa a Zac y lo ayudó a bajarse para colocarse en la silla. Después la agarró por los mangos y se dispuso a empujarla hacia la casa. Zac giró la cabeza y la sonrió.

Zac: No puedes imaginarte lo contento que estoy de volver a casa.

Ness: Ya supongo.

Tampoco ella querría salir nunca de semejante casa.

Mientras empujaba la silla se fue fijando en todo. El suelo del vestíbulo de entrada era de piedra. A la derecha había un pequeño comedor abierto con una gran mesa de forja y sillas a juego rematadas con cojines de colores suaves. Una chimenea de piedra ocupaba entera una de las paredes.

A la izquierda quedaba el salón. Para acceder a él había que bajar un nivel. El suelo, de madera pulida, estaba cubierto con exquisitas alfombras y cómodos sofás de cuero. En el centro, frente a una mesa con tablero de cristal, se alzaba otra impresionante chimenea.

Del vestíbulo subían un par de escalones que llevaban a un pasillo situado a la derecha. Allí había instalada una rampa para facilitar el acceso de la silla de ruedas. A la izquierda, otra rampa llevaba a un amplio estudio en el que se había instalado un sofá frente a una gran pantalla de televisión encastrada en la pared. Al final del vestíbulo de la entrada, en el mismo nivel, había otro comedor y presumiblemente la cocina. Toda la pared trasera de la casa parecía estar acristalada y daba a un porche cubierto que a su vez daba a un pequeño bosque. Más allá, a lo lejos, se vislumbraba la ciudad de San Antonio.

Will: Creo que nuestra enfermera Hudgens está impresionada -comentó de buena gana-.

Vanessa cerró de golpe la boca. Hasta entonces no se había dado cuenta de que la tenía abierta como un niño.

Will: Zac piensa que la casa de un constructor debe reflejar lo mejor de su trabajo.

Ness: Entonces hay que decir que construye casas magníficas.

Will: Habrás observado que está diseñada de manera que hay escalones pero no escaleras -le informó-.

Vanessa arrugó la frente en un gesto confundido.

Ness: Pero yo creía que se había caído de las escaleras dentro de casa.

Will señaló con el dedo el porche que había tras la pared de cristal.

Will: Está fuera. Una escalera alta que da al sendero que rodea la casa. Allí fue donde se cayó.

Zac: Hola -dijo irritado-. Por si no os habéis dado cuenta, estoy aquí. Dejad de hablar como si no estuviera delante.

Will: Está claro que el paciente necesita una siesta -le dijo a Vanessa con una sonrisa-. Deja que te ayude a subir la silla a la rampa y luego te enseñaré dónde dejar a este personaje.

Ness: Puedo hacerlo yo -aseguró consciente de que tendría que manejarse sola tarde o temprano-.

Zac: No soy un inútil, ¿sabéis? -murmuró guiando torpemente la rueda izquierda hacia la rampa-.

No tenía ninguna posibilidad de montar la silla sobre aquella inclinación y todos lo sabían.

Pero Vanessa esperó a que la colocara en línea y entonces empujó con su cuerpo hasta que estuvieron de nuevo a nivel del suelo.

En aquella planta había dos puertas. Cuando pasaron delante de ellas, Zac señaló a la izquierda y dijo:

Zac: Por allí se va al cuarto de baño y al cuarto de la lavadora. A la derecha está mi despacho. Arriba, en el siguiente nivel, los dormitorios de los niños. Dan a la parte de atrás de la casa.

Vanessa deseó que no se le notara el impacto de aquellas palabras cuando habló.

Ness: No sabía que tuvieras hijos -dijo tras subir la silla por la segunda rampa-.

Zac: Tengo dos -aseguró-. El niño, Alex, tiene cuatro años. Y mi hija Jessica, ocho. Esas dos son las habitaciones de invitados -dijo señalando a la derecha y dando el tema de los hijos por terminado-. Escoge la que quieras. Ambas tienen su propio cuarto de baño.

La tercera y última rampa llevaba a una estancia de doble puerta que Will se apresuró a abrir. Para cuando Vanessa llevó la silla a la habitación principal le temblaban los brazos. Agradeciendo la oportunidad de descansar, echó un vistazo alrededor. Era una estancia muy amplia en la que había una zona de estar y chimenea. Los ventanales llegaban del suelo al techo. En la pared opuesta a la chimenea había una inmensa cama de matrimonio con cabecera de forja.

Ness: Vamos a desvestirte y a meterte en la cama -aseguró al ver que Zac mostraba signos de extremo cansancio-.

Él iba vestido con unos pantalones vaqueros cortados a la altura del muslo en la pierna escayolada y una camiseta sin mangas. El hecho de que no discutiera era indicativo de su fatiga.

Zac: Will -dijo con voz cansada-, ¿te importaría sacarme unos pantalones cortos de deporte del vestidor? Están en el tercer cajón empezando por abajo. Y sácame la bata del armario. -Mientras Will hacía lo que le mandaban, Zac le señaló a Vanessa la puerta del baño-.  Encontrarás unas tijeras en el armario que hay frente al espejo. Deberían estar en el cajón de arriba.

Ella se dirigió hacia allí, fascinada por el lujo que recorría cada rincón de la casa. Por supuesto, tenía muy claro que Zac Efron estaba fuera de su alcance. Después de todo, su familia era una de las destacadas de San Antonio. Aquel lugar probaba que era un hombre de buen gusto con el dinero suficiente para permitirse lo mejor. Obviamente, nunca podría sentirse atraído seriamente por una mujer del montón como ella. Vanessa abrió el cajón del bien organizado armario y sacó las tijeras. El hecho de ser consciente de aquel hecho, se dijo, la liberaba de cualquier sueño absurdo. Ahora podría concentrarse en su trabajo y disfrutar de aquel momento inesperado de libertad respecto a sus obligaciones familiares.

Cuando Zac le pidió a Vanessa que literalmente le cortara los pantalones vaqueros lo hizo porque el cansancio y el dolor le hacían ver que era imposible quitárselos del mismo modo que se los había puesto. Ella trabajó en silencio, cortando la fuerte tela vaquera mientras Zac permanecía sentado. No llevaba nada debajo de los pantalones a excepción de la piel, y le agradeció a Vanessa que se diera la vuelta cuando terminó, permitiendo que Will lo ayudara con la camiseta. Regresó un instante después para colocarle sobre los hombros la bata que el abogado había llevado y se retiró prudentemente mientras él se ponía de pie a la pata coja para que los destrozados pantalones cayeran al suelo.

Una de las cosas que más le gustaba de ella era la manera sutil y sabia con la que le otorgaba toda la dignidad posible a sus movimientos dada su discapacidad. Cuando volvió a dejarse caer sobre la silla, Will le subió los pantalones cortos por las piernas.

Zac intentó una vez más ponerse de pie, pero entonces descubrió que había llegado al límite de sus fuerzas. Balanceándose peligrosamente, echó la mano atrás para agarrarse al brazo de la silla de ruedas y encontró piel. Vanessa lo sujetó mientras Will le ajustaba a toda prisa los pantalones a la cintura por dentro de la bata. En cualquier otro momento, Zac se hubiera sonrojado de vergüenza. Pero en aquel instante el dolor de sus heridas era tan fuerte que no dejaba espacio para la humillación.

Se giró a ciegas hacia la cama con Vanessa a un lado y Will al otro y se las arregló para llegar hasta ella. Entre los dos lo ayudaron a sentarse encima con mucho cuidado. Zac exhaló un suspiro de satisfacción. Su cama. Qué felicidad. Estaba agotado, pero consiguió fijar los ojos en Will.

Zac: ¿Te encargarás de instalar a Vanessa?

Will: Claro, amigo.

Zac sonrió. Sabía que siempre podría confiar en Will. Pero mientras se le cerraban los ojos, una imagen alarmante se abrió camino a través de su cerebro: Su mejor amigo y confidente pasándole el brazo con familiaridad por el hombro a su ángel personal.




Pobre Zacky, da mucha pena verlo tan mal. Encima parece que su amigo se quiere ligar a Ness =S
Sabemos de sobra que no lo conseguirá, si no no sería novela Zanessa, sería Willessa o Vaniam XD XD ¡Qué horror! ¡Suenan fatal! XD XD Pero el caso es que no sabemos si Ness se dejará encandilar por un tipo guapo al que le funcionan las piernas. 

¡Thank you por los coments y las visitas!

El próximo capi os gustará mucho, os adelanto que es muy tierno. Comentad mucho y el martes lo podréis leer.

¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

El siguiente capítulo será tierno?
Siiiii ya no puedo esperar a leerlo
Esta novela me esta gustando
Se me hace muy interesante su historia
Ya quiero seguir leyendo
Sube pronto!!!!

Unknown dijo...

Jajaja Willessa!! xD!
En serio se la quiere ligar Will?? No pues! Es su amigo!!!! No puede hacer eso!!! Aunque técnicamente él no sabe que Zac está interesado en ella.. ugh! Entonces sí puede T.T

Siiiii!! Capi tierno! Los amo! *.*

Síguela pronto! :D

Unknown dijo...

Aaaaa nooo Will!! Ness es de Zacccc!!
Me encanto el capítulo y hay tanta conexión en ellos aunque no se den cuenta!
Ya quiero seguir leyendo.

Sube prontooooo

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