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miércoles, 31 de diciembre de 2014

Capítulo 2


Will: Así que al parecer te encontró en seguida -aseguró refiriéndose a Jessica, la hija de ocho años de Zac-.

Zac sonrió y trató de sonreír.

Zac: Qué suerte.

Will: Estoy de acuerdo. Llamó a urgencias y luego a mí. Después te echó una manta por encima, se sentó y esperó a tu lado hasta que llegaron los médicos.

Zac: No recuerdo nada de eso -aseguró frunciendo el ceño-.

Will: En mi opinión fue muy duro -comentó-. Le daba terror que estuvieras muerto. Le dije que se fuera con su hermanito, pero me dijo que Alex estaba dormido y que no quería dejarte solo. Estaba sollozando, la pobre niña. Yo vine volando, te lo aseguro. Llegué justo después de la ambulancia. Supongo que también llamaría a su madre, porque Amber estaba allí cuando yo llegué. Es extraño, porque vive más lejos de tu casa que yo -miró de reojo a Zac y añadió:- Comentó algo de que estaba en un restaurante en la zona sur de la ciudad. Le pregunté dos veces cuál era pero no me lo dijo.

Zac mantuvo la misma expresión impasible.

Zac: Jessica sabe que me voy a poner bien, ¿verdad?

Will: Sí, los médicos nos lo dijeron antes de que Amber enviara a los niños dentro de la casa con la niñera esa que contrató, pero Amber se quedó hasta que te llevaron a la UCI después de la operación.

El abogado volvió a mirar a Zac. Eran amigos desde el instituto, y Will era la única persona del mundo con la que era completamente sincero. Hasta ahora.

Zac: Seguro que estaba deseando que me hubiera roto el cuello -aseguró tras aclararse la garganta-.

Will: Preguntó qué medidas habías adoptado en tu testamento para los niños y ella -aseguró con sequedad-.

Zac suspiró, adivinando lo que venía después.

Zac: Y se quedó de piedra cuando le dijiste que, al ser mi ex mujer, no tenía derecho a nada.

Will: Se puso como una fiera cuando le informé de que Mark Coleman y yo éramos los administradores del fondo que habías creado para tus hijos -aseguró sonriendo-. Pensándolo bien, tus padres tampoco parecían muy contentos.

Zac: ¿Quieres decir que han estado aquí? -preguntó con amargura-.

Will: Claro -aseguró ensombreciendo la expresión-. Hasta que supieron que te ibas a poner bien.

Zac: En otras palabras: No se quedaron para asegurarse de que salía bien de la operación -corrigió-.

No esperaba otra cosa. Aquella era la relación que había tenido con sus padres desde que podía recordar. Cuando era niño estaba convencido de que le habían cambiado por otro al nacer. No tenía absolutamente nada en común con sus progenitores, gente de la alta sociedad y amigos de las apariencias. Nunca le habían perdonado que prefiriera trabajar con las manos antes que con una calculadora. Y cuando su hermano pequeño abrazó con entusiasmo el negocio banquero de la familia, el destino de Zac como la desilusión quedó definitivamente sellado.

Will, que Dios lo bendijera, cambió rápidamente de tema.

Will: Quiero solicitar un aplazamiento de la vista por la custodia. De todas maneras en estos momentos no estás capacitado para ocuparte de dos niños, y sabes perfectamente que nuestra posición ha sido muy débil desde el principio.

Zac asintió con desgana y se pasó la mano izquierda por la cara. Le dolía el hombro, sentía la cabeza pesada y la pierna le latía por encima de la rodilla. Se giró en un esfuerzo inútil por encontrar una posición más cómoda en el estrecho colchón y dijo lo que ambos sabían.

Zac: No estamos ahora más cerca de demostrar que es un peligro para los niños de lo que lo estábamos al principio.

Will: Esa mujer es una loca inteligente -aseguró con un suspiro-. Ha tenido sumo cuidado en amenazarte siempre a solas. Lo único que tenemos a nuestro favor es el hecho de que sea una adúltera demostrada.

Zac: Pero eso no aporta nada en lo que a la custodia se refiere -explicó-.

Will: Escucha -dijo acercando la silla a la cama-. Si conseguimos que uno de esos niños testifique que Amber ha perdido muchas veces la paciencia con ellos...

Zac estaba ya negando con la cabeza.

Zac: No -afirmó con rotundidad-. De ninguna manera. No presionaré a mis hijos para que declaren en contra de su propia madre.

Will suspiró.

Will: Bueno, Alex es demasiado pequeño. Y Jessica tampoco querría hacerlo, en cualquier caso.

Zac: No puedes ni imaginarte la presión a la que está sometida, Will. Nadie puede a no ser que haya vivido con Amber. Cualquier cosa que le disguste, por muy insignificante que sea, supone para ella una gran traición. Eso se traduce en una escena irracional tras otra hasta que tu vida se convierte en un intento inútil de intentar complacerla, de detener la situación. Al final te das cuenta de que es imposible, pero no puedes escapar y no te atreves a abandonar. Yo lo sé. Soy un adulto y dos años después todavía estoy intentando encontrar la salida. Imagina lo que debe ser eso para un niño. Te voy a decir la verdad, Will: Si Mark y yo no la hubiéramos pillado in fraganti, todavía seguirías casado con esa vampiresa.

Will se golpeó la palma de la mano con el puño cerrado.

Will: Todavía siento ganas de pegarle a ese tipo cada vez que pienso en él. Tú le construiste la casa, por el amor de Dios. Y no solo intenta estafarte con tus honorarios sino que además se acuesta con tu mujer, y nada menos que en el sofá del salón.

Zac: Sí, pera aquello fue mi salvación -repitió sintiendo que las palabras empezaban a patinarle-. Fue mi vía de escape. Le estaré eternamente agradecido a ese tipo. En cualquier caso -dijo retomando el hilo de la conversación-, volviendo a Jessica: No quiero que nadie le presione, ni respecto a su madre ni respecto a mi caída. ¿Entendido?

Will: Claro, claro -asintió-. Su antipatía hacia ti no es más que un intento de aplacar y complacer a su madre. Eso es lo que tú siempre has dicho, y me da la impresión de que últimamente su comportamiento refuerza esa idea. Quiero decir que te salvó la vida. Si no te hubiera encontrado a tiempo y no hubiera llamado a la ambulancia, el golpe...

Zac: El golpe habría terminado lo que su madre empezó -murmuró-.

Will: ¡Lo sabía! -exclamó triunfante levantándose de la silla-. ¡No te caíste por las escaleras! ¡Ella te empujó! ¡Esa bruja te tiró! Necesitamos un detective privado -concluyó poniéndose en jarras-.

Zac: No.

Will: La hundiremos, la...

Zac: No -lo interrumpió tratando de incorporarse sobre el codo izquierdo-.

Will: Pero has dicho que...

Zac: Me has entendido mal -aseguró apoyándose contra las almohadas-. Lo que quise decir era que Amber me ha estado castigando por todo lo que le ha salido mal en la vida. Seguro que si hubiera muerto habría pensado que me lo merecía. Eso es lo que les ha estado inculcando a mis hijos desde el divorcio. -Will volvió a tomar asiento en la silla con aire derrotado-. Quiero que hagas algo por mí -dijo reprimiendo un bostezo inducido por los medicamentos-. Quiero que me busques un psicólogo para Jessica. Tiene que estar traumatizada por todo esto.

El abogado lo miró fijamente a los ojos.

Will: Zac, ¿vio Jessica cómo su madre te empujaba? ¿Es eso?

Zac: No. Y aunque hubiera sido así no permitiría que nadie la presionara. La niña necesita hablar con alguien en quien pueda confiar, alguien neutral. Lo digo en serio, Will. Alguien neutral. Esto no forma parte del caso. No es una prueba nueva. Se trata de mi hija. Necesita ayuda.

Will se estiró y asintió con la cabeza.

Will: De acuerdo. Lo siento. Me pondré a ello en cuanto salga de aquí. Aunque ya sabes que Amber se pondrá en contra.

Zac asintió débilmente con la cabeza.

Zac: Voy a pedirle a mi médico y al pediatra de la niña que lo soliciten.

Will: Eso ayudará -dijo sin mucha convicción-.

La puerta se abrió en aquel instante y la enfermera Hudgens entró con una bandeja de plástico.

Ness: La cena.

A pesar del cansancio, el estómago de Zac crujió y él sonrió.

Zac: Tengo tanta hambre que hasta la comida de hospital me va bien.

Will: No sabía que se pudiera llegar a tener tanta hambre -bromeó mientras la enfermera colocaba la bandeja en la mesa auxiliar-.

Sin mostrar ningún signo de humor, la joven señaló a Will con un dedo y le dijo con brusquedad:

Ness: Ya ha estado aquí suficiente tiempo. El paciente necesita comer, tomarse la medicina y descansar.

Will arqueó las cejas con gesto divertido y se puso en pie.

Will: De acuerdo, sargento -dijo guiñándole un ojo a la diminuta enfermera-.

Ella ni siquiera le dedicó una mirada. Se limitó a pasar por delante de él para colocar la mesita a la altura del regazo de Zac.

Zac: Gracias por venir, Will.

Viendo que quedarse era una batalla perdida, el abogado se acercó a la puerta y dijo animadamente:

Will: Volveré esta noche.


“Pí-pí-pí-pí”.

Vanessa le echó un vistazo al panel de alarmas mientras se ponía la bata blanca. Habitación dieciocho. Zac Efron. Lydia Joiner, la enfermera jefe, gruñó.

Lydia: Otra vez no...

Ness: ¿Qué ocurre? -preguntó metiendo las manos en sus grandes bolsillos-.

Lydia: El de la dieciocho está que trina -aseguró levantándose de la silla-. Le han comunicado que tienen que volver a operarle la pierna y la ha tomado contra todo el personal de enfermería.

Ness: Yo iré -dijo consciente de que no tendría por qué hacerlo ya que todavía no había comenzado su turno-.

Lydia inclinó la cabeza en gesto de agradecimiento.

Lydia: Gracias, niña.

Niña. Siempre la niña. A sus veintiocho años, todavía seguía comprándose la ropa en la sección infantil de las tiendas. Aquella era la razón principal por la que siempre iba vestida con camisetas y pantalones vaqueros. Lydia no sería mucho mayor que ella, pero debido a su aspecto físico, Vanessa era «La niña». Suspirando con resignación, se dirigió a la habitación de Zac. El panel de alarmas volvió a sonar cuando ella empujó la puerta.

Zac: ¡Gracias a Dios! -exclamó dejando caer el control remoto sobre el regazo-. Ya era hora de que alguien con sentido común apareciera por aquí. ¿Dónde demonios te habías metido?

Vanessa contuvo una sonrisa de satisfacción ante semejante bienvenida.

Ness: Mi turno acaba de empezar.

Zac: Han vuelto a moverme el maldito teléfono. Cada vez que entra alguien me ponen la mesa a un lado y la dejan allí, así que no llego.

Vanessa colocó la mesita al lado izquierdo de la cama y movió el teléfono hacia la esquina derecha, al alcance de la mano.

Ness: ¿Qué tal así?

Zac dejó caer la cabeza contra la almohada.

Zac: Gracias. Gracias.

Ness: ¿Cuándo le han quitado el monitor del dedo?

Zac: No me lo han quitado. Me lo quité yo -confesó-.

Ness: Ya veo.

Vanessa le tomó el pulso con los dedos. Zac se quedó muy quieto mientras ella contaba los latidos y calculaba el tiempo con el reloj. Cuando terminó apuntó la cifra en el informe que había colocado a los pies de la cama.

Zac: ¿No me vas a regañar? -preguntó levantando la cabeza de la almohada-.

Ness: ¿Serviría de algo? -preguntó a su vez sin dejar de mirar el informe-.

Zac no respondió. No había necesidad. Pero tras un instante le preguntó con brusquedad:

Zac: ¿Cuántos años tienes?

A Vanessa se le cayó al suelo el clip que sujetaba los papeles del informe.

Ness: ¿Por qué lo pregunta?

Zac: Porque seguro que eres mayor de lo que aparentas.

Ella estiró los hombros dentro de la bata blanca tratando de aparentar normalidad.

Ness: Tengo veintiocho.

Zac: ¡Cielos! Yo habría dicho veinte o veintidós, o incluso menos antes de conocerte.

Ness: ¿Qué te hace pensar que me conoces? -preguntó molesta, tuteándolo sin darse casi cuenta-.

Zac encogió el hombro sano y se dejó caer sobre la almohada.

Zac: Sé que eres la única persona por aquí que muestra un poco de compasión. Primero me dicen que descanse y luego me tienen toda la noche despierto haciéndome pruebas. ¿Qué sentido tiene eso? Y además, tengo hambre. No he comido nada en todo el día.

Vanessa se cruzó de brazos. Había visto en la puerta de la habitación un cartelito que indicaba que no se sirviera comida en aquella habitación.

Ness: ¿A qué hora está prevista la operación?

Zac: A las tres -respondió mirando al techo-.

Ness: Dime qué quieres para cenar y me aseguraré de que lo tengas aquí cuando regreses.

No hacía falta que le dijera que aquello era lo más que podía hacer.

Zac suspiró con dramatismo y luego entornó los ojos y dijo:

Zac: Pizza de langostinos y pollo, salsa de queso, aceitunas negras, pepino y queso.

Entonces levantó la cabeza para ver cómo se lo había tomado ella.

Vanessa sonreía, porque sabía que Zac pensaba que la había empatado.

Ness: El número seis de Riccotini -dijo-. Hay uno en la esquina. Yo siempre pido los tomates secos con salmón.

Zac: Número nueve -aseguró con una sonrisa-.

Ness: ¿Te traigo algo más? ¿Té helado, por ejemplo?

Zac: Bueno. Unos cinco litros no me vendrían mal.

Ness: Un número seis con un vaso grande de té helado.

Zac: Y tarta de queso.

Ness: Y tarta de queso -repitió dirigiéndose a la puerta con una sonrisa-.

Zac: Espera un momento -la llamó señalándole con el dedo la cómoda-. Allí, en el primer cajón.

Vanessa lo abrió y vio su cartera.

Ness: Oh, no te preocupes por eso.

Ignorando el comentario, Zac tanteó a ciegas el cajón hasta que dio con la cartera. Entonces la abrió y sacó un billete de veinte dólares.

Zac: La cena es cosa mía -aseguró tendiéndole el dinero-.

Ness: No, no pasa nada. De todas formas tenía pensado salir.

Zac: ¿Y bien...? ¿Cuál es tu nombre? -preguntó con una sonrisa-.

Ness: Vanessa.

Zac: Y bien, Vanessa: Insisto en invitarte a cenar, ya que te has ofrecido a traerme mi cena. No hay nada más que decir. Es lo menos que puedo hacer.

De pronto, Zac le introdujo el billete en el bolsillo superior de la bata. Ella sintió una descarga eléctrica de tal magnitud que tuvo que dar un paso atrás. Con tal mala fortuna que tropezó con la mesa y el teléfono salió disparado hacia el suelo. Lo agarró al mismo tiempo que él, y aunque consiguieron que no cayera, sus brazos quedaron enredados. Y lo mismo ocurrió con sus miradas.

Durante un instante el mundo y todo lo que había en él se detuvieron. El segundo que transcurrió según el reloj quedó congelado mientras se miraban el uno al otro a los ojos. Entonces, lentamente, Zac parpadeó y sacó con cuidado el brazo del de ella. Luego se recostó de nuevo contra las almohadas y carraspeó. Vanessa colocó el teléfono en su sitio.

Zac: Yo... esto... ¿Cuándo... cuándo crees que podré degustar esa cena? -preguntó con voz tensa-.

Ella trató de mantener un tono natural.

Ness: En el mejor de los casos no antes de las ocho.

Zac sonrió y se tapó los ojos con la mano.

Zac: Supongo que para entonces todavía estarás de turno.

Ness: Hasta las diez -confirmó-.

Zac: Bien.

Bien. Vanessa trató de que aquella palabra no la complaciera desde el punto de vista personal.

Ness: Yo... yo estaré por aquí más tarde para el preoperatorio -dijo antes de desaparecer por la puerta-.


Katherine Efron levantó su barbilla afilada e hizo un gesto de desagrado. El cabello plateado se le movió a la altura de la nuca.

Katherine: Lo único que he dicho es que es una pena que no pueda presentar una demanda.

**: Eso es lo malo de este país -proclamó Mike, su marido y padre de Zac-. Todo el mundo se queja. Deja que la compañía de seguros corra con los gastos. Para eso está. Aunque no se puede decir que no haya sido culpa suya. Él construyó esa maldita escalera.

Zac gruñó y se preguntó con desesperación dónde estaría Vanessa con su pizza. Apenas la había visto de refilón cuando regresó a su habitación hacía aproximadamente una hora. Pero aquel sonido no provocó ningún efecto sobre sus padres.

Katherine: ¡Tú demandaste a tus propios socios! -señaló-.

Mike: ¡Eso es distinto! Tenía que conseguir que me cuadrara la contabilidad.

Katherine: Tu contabilidad ya estaba bien cuadrada.

Mike: ¿Y yo cómo iba a saberlo?

La puerta se abrió y, para inmenso alivio de Zac, su ángel entró en la habitación con dos cajas de pizza y una bolsa de papel marrón.

Zac: ¡Por fin! -exclamó relajándose y suspirando-.

La mirada cobriza y dulce de Vanessa pasó por delante de él. Sonriendo a sus padres, dejó la pizza y la bolsa en la mesa antes de dirigirse al lavabo y preparar una toalla para que Zac pudiera lavarse las manos.

Ness: El examen postoperatorio ha salido bien, así que ya puedes comer -aseguró colocando la bandeja antes de dirigirse con amabilidad a sus padres-. Disculpen: Estas habitaciones son muy pequeñas y enseguida parecen llenarse. Tal vez no les importaría retirarse a aquella esquina. Por si acaso. Todavía le resulta difícil comer con una mano.

Aquella era la excusa que sus padres necesitaban para batirse en retirada. Zac le hubiera dado un beso. Otra vez.

Mike: Dejaremos que disfrutes con tranquilidad de tu cena -anunció su padre ofreciéndole el brazo a su esposa-.

Katherine besó el aire que rodeaba la mejilla de su hijo y dijo con su tono de voz más sufridor:

Katherine: Intenta no volver a hacerte daño.

Luego ambos salieron por la puerta sin apenas dedicarle a Vanessa una mirada. Aunque estaba encantado de que se hubieran ido, Zac frunció el ceño. Lo menos que podían haber hecho era dedicarle unas palabras de agradecimiento a la única persona de por allí que le hacía sentirse mejor.

Zac: ¿Con quién tengo que hablar para que te suban el sueldo? -le preguntó cerrando los ojos con gratitud-. No has podido ser más oportuna. Estaba pensando en fingir un ataque al corazón para que se largaran de aquí, pero no soy tan buen actor.

Vanessa sonrió, sacó el cambio del bolsillo de su camisa y lo dejó sobre la mesilla de noche.

Ness: Tu cara lo decía todo. ¿Quiénes eran, por cierto?

Zac: Mis padres.

Ness: Supongo que debería haberlos reconocido -dijo alzando ligeramente las cejas-. Su foto sale habitualmente en el periódico. Lo siento.

Zac: Yo también -respondió brevemente-.

Ness: Quiero decir que no los hubiera echado de esa forma si hubiera sabido que eran tus padres.

Zac: No están más encariñados conmigo de lo que yo lo estoy con ellos. No te preocupes. Si no hubieran querido irse no habrías podido echarlos ni con un tridente. Bueno, ¿y mi pizza?

Ness: Aquí está.

Vanessa abrió una de las cajas y colocó su contenido en un plato sobre la bandeja movible. Después hizo lo mismo con la salsa que había en la bolsa. Al terminar agarró su caja y uno de los vasos con té. Un instante antes, Zac hubiera dado su casa, la casa de sus sueños, por tener unos minutos de paz a solas. Pero de pronto la idea de cenar solo, de estar solo, le resultaba muy poco apetecible.

Zac: ¿Te vas? -le preguntó agarrándola suavemente de la muñeca con el brazo bueno-.

Cuando sus dedos agarraron aquellos huesos delicados y finos, Zac se dio cuenta de que no estaba tratando de detenerla, sino que más bien buscaba el calambre, aquel respingo carnal que había sentido cuando le había puesto el billete de veinte dólares en el bolsillo y había vislumbrado un atisbo de sus senos bajo la bata. Al agarrarla, el vaso de té se le cayó de la mano y se derramó por el limpio y seco suelo.

Vanessa dio un paso atrás soltando un gritito con la boca en forma de “O”. Zac inclinó el cuello para echarle un vistazo al té deslizándose por las baldosas y, movido por un misterioso impulso que hacía mucho tiempo que no sentía, dijo:

Zac: Estaré encantado de compartir el mío.

Pero Vanessa se limitó a negar con la cabeza y salir corriendo de la habitación. Exhalando un suspiro, Zac agarró una porción de su pizza. Por alguna extraña razón, no le resultaba tan apetecible sin compartirla con la enfermera Vanessa Hudgens.




Qué mono Zacky, ya quiere a Ness XD Solo falta saber qué piensa Ness, pero me da que le tiene algo de miedo XD

El siguiente capi os va a gustar mucho, será bonito. Comentadme mucho y el viernes lo pongo.

¡Thank you por los coments!


¡FELIZ AÑO NUEVO 2015!

Que lo paséis muy bien y que tengáis un buen año.

¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

Esta novela ya e atrapó
Definitivamente ya quiero seguir leyendo
Zac es muy tierno y obviamente vanessa
Tiene un poco de miedo por lo que siente
Ya quiero que sea viernes pra leer el capítulo
Que va a ser muy tierno
Sube pronto!!!!
Feliz año para todos!!!!!
Espero que este 2015 este lleno de novelas
Jajajajajaj

Unknown dijo...

Que capitulo! La ex esposa de Zac esta demente... una duda, hace todo eso para quedarse con la plata de Zac? Que maldita.Y por cierto... pobre de la hijita de Zac, vaya madre le toco.

Se re nota que entre Ness y Zac hay una conexion que ni ellos se dan cuenta de la magnitud que va a tener...solo espero que a lo largo de la novela la ex de Zac no le haga nada a Ness, pero ya presiento que si.

Esta novela ya me encanto, obviamente como todas las novelas que subiss! ME ENCANTA!!!


FELIZ AÑOOOOO! Y como dijo Maria por un 2015 lleno de novelasss jajajaaj.

Unknown dijo...

Amo esta novela en serio! Creo que me gusta el suspenso :D :D :D Ojalá la metan presa a la ex esposa esa que no merece que la llamen madre!!!!!!

Pobre de sus hijos también que están entre la espada y la pared siendo obligados a ponerse del lado de uno y escuchando todas las mentiras y crueldades que dice su madre de su papá!!

Síguela pronto :D

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