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miércoles, 30 de octubre de 2013

Capítulo 10


Ness se sentía acorralada. Su padre amenazaba con volar desde Florida para poner las cosas en su sitio. Tal y como había predicho Ashley, su madre estaba entusiasmada y había llamado para ofrecerse en cualquier cosa que ella pudiera necesitar.

En su tono habitual, Derek se había comportado como si fuera perfectamente normal que su primogénito, soltero, de veintinueve años, hubiera dejado embarazada a la mejor amiga de su hija.

Pero si Ness pensaba que Zac había heredado el tacto de su madre, estaba equivocada. ¡Muy equivocada!

Estaba hablando con el contratista acerca de las obras en la guardería cuando notó cómo se le erizaba el vello de la nuca.

**: Quiero hablar contigo.

Ness: Estoy hablando con el señor Higgins.

Ignoró la frialdad en su tono de voz y la agarró del brazo.

**: Estoy seguro de que eso puede esperar mientras discutimos algunos asuntos de suma importancia -se vio arrastrada mientras el contratista captaba la indirecta y volvía a su trabajo-.

Ness: Eso ha sido una grosería -espetó en cuanto estuvieron solos-.

**: Trabaja para mí -se encogió de hombros-. No te preocupes.

Ness: ¿Las cosas funcionan así? -señaló en un tono que habría enorgullecido a su padre-. ¿La gente cumple tus deseos sin rechistar? ¿Nadie se atrevería a desafiar al poderoso Zac Efron, no?

Se tiró del cabello en un gesto que ella ya reconocía como una señal clara de su frustración.

Zac: ¿Has pensado en cómo te las arreglarás cuando nazca el bebé? ¿Y cómo mantendrás a flote tu negocio?

Ness: Me las apañaré. Y no aceptaré tu dinero -respondió con determinación-.

Zac: Ya estás aceptando mi dinero, ¿recuerdas? El proyecto de la guardería para Empresas Efron -dijo fríamente-.

Ness: Eso es diferente -señaló con un nudo en el estómago-.

Zac: ¿En serio? ¿Y si decidiera que la guardería ya no resulta necesaria? -los ojos de Ness se abrieron ante la amenaza implícita-. Eso rompería nuestro contrato. Incluso si me pusieras una demanda, cosa que no puedes permitirte, podríamos llegar a un acuerdo. Pero quizás las negociaciones fueran largas.

Ness: ¿Qué estás sugiriendo?

Zac: Cásate conmigo.

Ness: ¿Cómo? -el corazón le dio un vuelco, pero aguantó el tono-.

Zac: Vas a tener un hijo mío.

Ness: Eso no significa que tengas que casarte conmigo.

Zac: Para mí, sí -frunció el ceño-. He pensado en todas las posibilidades y es la mejor solución. Nos casaremos, al menos hasta que el niño haya nacido. -Ella empezó a protestar, pero Zac levantó la mano-. Escúchame. Es lo mejor para ti, para mí y para el bebé. Seguiremos adelante con el plan original, pero esta vez tomaremos un atajo. Quiero que el bebé lleve el apellido Efron. Y mis padres tendrán al nieto que siempre han deseado, algo que consideran mi deber legítimo.

Ness: ¿Y qué gano yo?

Zac: Ganas en tranquilidad. Y la seguridad de que tu hijo siempre dispondrá de un colchón económico importante. Y dinero suficiente para que tu negocio no se hunda hasta que puedas volver a trabajar.

Ness reprimió una punzada de dolor. Sabía que la trataría como un simple negocio. ¿Qué había esperado ¿Una declaración de amor incondicional?

Ness: Pensaré en ello -respondió en voz alta. Al ver que no respondía y no movía un solo músculo, empezó a sentirse incómoda-. ¿Eso es todo?

Zac: ¡No, maldita sea! -amusgó los ojos-. No he terminado. -Antes de que supiera lo que iba a ocurrir, Zac la sujetó del brazo y se inclinó sobre ella para besarla con pasión. Se aseguró de que ella sintiera toda su frustración antes de soltarla-. Avísame cuando lo hayas pensado -dijo antes de dar media vuelta y alejarse-.

¿Iba a pensarlo?

Zac pensó que nunca había tratado con una mujer tan terca en toda su vida. Y eso era mucho, si tenía en cuenta su propia familia.

El deseo lo corroía por dentro. Deseaba desnudarla y hacerle el amor sin desmayo, pero ella solo se limitaba a mirarlo con esos increíbles ojos marrones y decir que ya lo pensaría.

Bien, quizás debería haberle contado el asunto de Construcciones Hudgens. Al principio había creído que no tenía importancia y después lo había pospuesto hasta que ya había sido demasiado tarde.

El plan había sido una chapuza. Había planeado acercarse a Vanessa con una lógica infalible. Y persuadirla que el matrimonio sería la mejor opción.

Pero, en vez de convencerla de cuánto lo necesitaría para mantener a salvo su negocio mientras tenía a su hijo, había usado el chantaje. Se estremeció ante la idea.

En cuanto ella había comentado que no quería su dinero, se había dejado llevar por el instinto primario masculino de la dominación.

Pero, ¿era eso realmente? No, era su necesidad de tenerla cerca lo que le había hecho perder la cabeza. Ella y el bebé, por supuesto. Había comprendido que deseaba a ese niño y a Vanessa con una intensidad que lo había sorprendido.

Si tan solo la muy cabezota cooperase con él para arreglar las cosas.

Y para colmo de males, parecía que toda su familia había tomado partido por el bando contrario y lo habían dejado solo.

Recordó la mañana en que su hermana se había presentado por sorpresa en su despacho. Estaba furiosa y se lo había dejado muy claro. Ashley lo había apuntado con el dedo y lo había acusado de extorsión.

Ash: ¡Intentas obligarla a que acepte tus condiciones! Le tiras el dinero a la cara porque crees que es igual que Amber, ¿verdad?

Zac: ¿Estás loca? -había replicado, consciente de su terrible comportamiento con Vanessa-. Nunca pronunciaría sus nombres en la misma frase.

Ash: ¿Y por qué tengo que creerte?

Pero había omitido una respuesta y Ashley se había marchado, dejando que rumiara su propio silencio.

Volvió a mirar el paisaje frente a él. Y volvió a pensar en la pregunta de Ashley.

¿Por qué?

Porque era sencillamente ridículo. Amber representaba todo lo que detestaba. Era avariciosa y manipuladora. Y le había enseñado una lección muy dura en el amor.

Hizo una pausa y le dio vueltas en la cabeza a esa idea.

¿Amor? ¿Realmente había estado enamorado de Amber?

Los sentimientos que había albergado hacia ella palidecían en comparación con lo que sentía por Vanessa. De hecho, había pasado los últimos tres días en el purgatorio mientras que Amber decidía si le abría las puertas del paraíso o... bueno, la otra opción no merecía pensarse.

Entonces, ¿por qué seguía pensando que Amber había traicionado su amor mientras pensaba que no amaba a Vanessa?

La certeza se abrió paso como los rayos de sol en la mañana clara.

Temía el poder que Vanessa podría ejercer sobre su voluntad si admitía algo parecido a la palabra «amor». Si Amber lo había herido, la capacidad de Vanessa para hacerle daño sería terrible.

Pero, maldita sea, amaba a Vanessa. Y la razón principal era que representaba la antítesis de Amber. Era cariñosa, dulce y vulnerable.

Su familia pensaba que era un mal tipo, pero la verdad era que no había podido sacarse a Vanessa de la cabeza. Su mente tenía la alarmante tendencia de divagar durante las conferencias, las reuniones y en cualquier momento.

Suponía que no le quedaba otro remedio que aguantarse hasta que ella le diera una respuesta a su proposición. Era su turno para mover pieza.

Solo podía pensar en una forma de desequilibrar la balanza en su favor. Una forma de olvidar todo lo que había dicho y que ella tomara la decisión de casarse con él y que su hijo llevara el apellido Efron... sin la presión que ejercían sobre ella su dinero y el hecho de que fuera el propietario de Construcciones Hudgens.

Acababa de efectuar la llamada cuando una voz retumbante sonó en la recepción.

Era lo que necesitaba. Otra visita inesperada. Todavía no se había recuperado de la visita de su hermana esa mañana. Pero, cuando salió al pasillo, se quedó de piedra.

Era el padre de Vanessa, justo a tiempo.

Zac: Señor Hudgens -saludó respetuoso-.

Patrick Hudgens se giró y arqueó las cejas. Pese a que Zac fuera un poco más alto, el buen hombre no le perdió la cara.

Patrick: Vaya, vaya, muchacho. Somos casi de la familia. Olvida eso de señor Hudgens. Llámame Patrick.

Zac: Bien, Patrick.

Patrick: Acabo de decirle a esta encantadora señorita -y miró a Celia- que venía a hablar contigo, pero que no tenía cita.

Zac: No necesitas una cita -señaló su despacho-. Adelante.

Patrick: ¿Seguro que no te importa?

Zac: Celia, no me pases llamadas -indicó-.

Celia: Por supuesto -asintió la buena mujer-.

Patrick entró en primer lugar y Zac se dirigió al bar.

Zac: Ya sé que es pronto, pero ¿puedo ofrecerte algo?

Patrick: Whisky -se sentó en un sillón de cuero-. Con hielo. No es demasiado pronto.

Zac: Supongo que Vanessa no sabe que has venido a verme -le tendió el vaso y retuvo su copa-.

Patrick: Supones bien -ambos bebieron-. Siempre fuiste muy avispado.

Zac: ¿Qué te ha contado? -preguntó, con los codos en las rodillas, meciendo la copa-.

Patrick: Solo que finalmente te había contado que estaba embarazada.

Así pues, la proposición de matrimonio no había llegado a sus oídos. Suponía que no se lo diría a su padre hasta que hubiera tomado una decisión. No tenía sentido alimentar falsas esperanzas.

Patrick: No me hizo mucha gracia que me hija se hubiera quedado embarazada fuera del matrimonio -señaló-.

Zac asintió y se preguntó si Vanessa le había hablado alguna vez a su padre de su enfermedad. Aparentemente, parecía que no. Así que guardó silencio.

Patrick: Pero ya no hay marcha atrás -dijo con una sonrisa-. Y un nieto siempre es un nieto.

Zac bebió un sorbo. Al menos, contaba con el apoyo de Patrick en ese sentido.

Patrick: No me gusta ver cómo Ness sufre. Pero estoy seguro de que solucionaréis vuestros problemas -dijo con énfasis-.

Zac: ¿Te ha mencionado algo acerca de Construcciones Hudgens? -preguntó sin tanto optimismo-.

Patrick: Sí, y echaba fuego por la boca. Pero a mí me alegró esa parte. Recuperaríamos la empresa para la familia, en cierto modo. ¿Pasarás el control de Construcciones Hudgens al chico, verdad?

Zac: Por lo que a mí respecta, es parte de la herencia del crío. No lo vendería -hizo una pausa-. Tanto si Vanessa acepta mi proposición matrimonial como si me rechaza.

Patrick: Me alegro de que estemos de acuerdo -afirmó satisfecho-.

Zac empezaba a ver las cosas con más claridad. Y comprendía las razones del enfado de Vanessa en todo ese asunto. Su padre encaraba la compañía como un beneficio adicional al hecho de convertirse en abuelo.

Zac: Quiere que se la respete por sus méritos, no solo por su matrimonio -apuntó, siempre que aceptara casarse con él-.

Patrick: Pues claro que quiere que aplaudan sus méritos -repitió-. Ha trabajado muy duro para levantar su propio negocio.

Zac: ¿Y por qué vendiste Construcciones Hudgens, si me permites la pregunta? -se decidió a preguntar-.

Patrick: La construcción es un mundo difícil y no resulta sencillo para los débiles -dijo recostado en el sillón-. Cuando me jubilé, me pareció que hacía lo correcto. El negocio tenía más posibilidades de mantenerse a flote en manos de una compañía más grande. Imaginé que era lo mejor para la mayoría de los empleados y así salvaban su puesto.

Zac: ¿Nunca pensaste que Vanessa se hiciera cargo de la compañía?

Patrick: ¡Por el amor de Dios, no! -tamborileó en el apoyabrazos de madera-. ¿Por qué habría querido meterse en un mundo tan sucio como la construcción? Además, estaba forjándose un futuro brillante en la carrera de Arquitectura.

Zac: Quizás porque la compañía llevaba su nombre, Hudgens -bebió otro sorbo de su copa y miró al hombre por encima del vaso-.

Patrick se quedó callado un instante mientras digería la información.

Patrick: Habría sido un suicidio, en todo caso. Ya te he dicho que la empresa no era viable a largo plazo. No tal y como progresaba el negocio de la construcción.

Zac: ¿Alguna vez hablaste con Vanessa acerca de lo que te llevó a vender?

Patrick: No, creo que no -lanzó un suspiro-. Supongo que habría sido lo más sensato. No quería que pensara que vendía porque no confiaba en ella.

Zac: Pero el hecho es que Vanessa tiene cabeza para los negocios -señaló, aliviado por la confesión de Patrick-. Es decidida y sabe lo que quiere.

Patrick: Sí, es cierto -afirmó con cierto orgullo-.

Zac: ¿Por qué no se lo dices alguna vez? -lo miró a lo ojos, marrones como los de su hija-. Hasta los mejores necesitamos oírlo de vez en cuando.

Patrick: Lo haré -aseguró con un gruñido-. Desde luego que lo haré.

Zac: ¿Crees que el mundo está preparado para un retoño Efron Hudgens? -preguntó ya más relajado y con una sonrisa-.

Patrick: Yo también me lo he preguntado -le palmeó en la espalda como una señal de su nuevo entendimiento-.


Ness pasó toda la noche en vela, inquieta. Cada vez que se adormilaba, empezaba a soñar con Zac. Zac le pedía que se casara con él, Zac le hacía el amor, Zac la divertía, la irritaba y la molestaba.

Se levantó a las siete y comprobó que no tenía buen aspecto. Tenía los ojos llorosos. Paseó en bata, se preparó unos huevos y unas tostadas. Echaba de menos su matutina taza de café. Pero había renunciado a la cafeína en cuanto había sabido que estaba embarazada.

Una vez que tuvo todo listo, se instaló con la bandeja en el salón. Se acomodó en el sofá y se dispuso a mirar las noticias de la mañana.

Zac no había llamado. Ya habían pasado tres días. ¿No era eso lo que quería? Pero una parte de ella hubiera deseado que persistiera en su acoso sin darse por vencido.

A mediodía sonó el teléfono mientras hojeaba unos catálogos de antigüedades.

Al principio, pensó que sería Zac. Después le molestó la emoción que la había embargado ante esa idea. Tenía que mantenerse fría y calmada.

De hecho, no era Zac, sino su abogado.

**: Señorita Hudgens -informó-, he hablado esta mañana con el señor Efron y me ha pedido que la llamara con relación a los términos de su acuerdo.

Ness: ¿Sí? -dijo con la mano aferrada al auricular-.

**: El señor Efron me ha autorizado a transferir todas sus acciones en Empresas Samtech a su nombre. ¿Está usted de acuerdo, señorita Hudgens?

Notó cómo todo su mundo se volvía del revés y le temblaron las manos.

Ness: Sí.

**: Bien. Haré las gestiones pertinentes y volveré a llamarla a final de semana cuando los documentos estén listos para su firma -y se despidió tras reclamar de Ness algunos datos personales-.

Ness colgó en medio de una nebulosa. Zac había decidido poner Construcciones Hudgens en sus manos. Y, de paso, había borrado su miedo a que la aceptación de su propuesta de matrimonio la dejaría en manos de su padre.

Pero, ¿por qué?

Era un gesto muy generoso por su parte. Quizás no lo hiciera solo por el bien de su hijo. No habían estipulado que ella tendría las acciones de la compañía.

Parecía uno de esos grandes gestos que solo hacían los hombres cegados por el amor. Un hombre que quisiera probarle a su mujer que su amor era auténtico. ¿Sería eso posible?

Comprendió el gran paso que suponía para Zac confiar en ella de esa manera después de lo que había vivido con Amber. Se llevó dos dedos temblorosos a los labios. Había confesado que la deseaba. Había sentido una irresistible atracción desde que la había visto por primera vez. Deseaba creer a toda costa que...

Y, si ella lo amaba, ¿no valía la pena luchar por ese amor? Quizás no la quisiera. Pero al menos sabía que la deseaba y, si Ashley tenía razón, podían llegar a algo mucho más profundo... con su ayuda.

Miró el reloj y levantó el auricular. Para que su plan funcionara, necesitaba la ayuda de Ashley. Esta vez, tenía su propia proposición para Zac.




¡Un capi y epílogo!
El final se acerca...

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3 comentarios:

Unknown dijo...

UUUUUUUUUHH!
QUE CAPITULO!! DIOS COMO LO AME!
DE VERDAD, ESTA NOVELA ME GUSTO DEMASIADO!

Y ESPERO QUE ESE EFRON HUDGENS SEA RE LINDO.. Y OJALA PASARA ESO EN LA VIDA REAL! UN HIJO DE ZANESSA! GENIAL!


EN FIN , AME EL CAPITULO. SUBE PRONTO :)

LaLii AleXaNDra dijo...

Wao, que capítulo lleno de emociones jaja
Pero al menos han aceptados para si mismo que se aman... espero y Vanessa acepte

Unknown dijo...

Wooo wooo wooo!!! Como que se casen???? Que raro proceso el de enamoramiento el de estos en serio!! Jaja, me hubiera gustado que fuera mas romantico, pero weno asi es la nove y me encanta! :D

Siguela pronto :D

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