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domingo, 6 de octubre de 2013

Capítulo 1


Ness: He decidido acudir a un banco de esperma y someterme a una operación de inseminación artificial.

El anuncio de Ness Hudgens fue recibido con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Ashley Efron, que había sido su mejor amiga durante los últimos diez años, reflejaba esas emociones con viva intensidad.

Estaban sentadas en el estudio forrado de libros de la casa de los padres de Ashley, una impresionante mansión colonial de ladrillo rojo en las afueras de la ciudad de Carlyle, al noroeste de Boston. La familia Efron celebraba cada año una barbacoa durante el fin de semana en que se conmemoraba a los caídos en combate y ese año no era una excepción, pese a que los padres de Ashley, Alexander y David, estaban de viaje por Europa.

Ash: Pero, Nessi, el niño nunca conocerá a su padre. ¿Es que no te importa?

Ness: Claro que sí, pero un banco de esperma me parece la mejor opción en estos momentos. Además, podré elegir el color de ojos, la estatura y todo lo que quiera.

Ashley había sido su acompañante cuando Ness había acudido al hospital varias semanas atrás para una laparoscopia que había confirmado el diagnóstico de su ginecólogo y sus peores temores. Sufría endometriosis.

Afortunadamente era un caso leve que habían descubierto a tiempo y la operación había retirado con éxito todo el tejido infectado que rodeaba el útero. Pero, desgraciadamente, no se podía predecir lo que depararía el futuro. Eso implicaba una inquietante incertidumbre año tras año mientras esperaba quedarse embarazada, siempre que ya no fuera demasiado tarde.

Ash: ¿No preferirías a alguien conocido? -rebatió con el ceño fruncido-. Creo que sería muy ventajoso que conocieras la identidad del padre.

Ness suspiró. Apenas podía creer que su plazo para ser madre ya hubiera expirado. ¡Dentro de seis meses cumpliría veintiséis!

Siempre había considerado que la familia era muy importante. Su madre había fallecido cuando ella solo contaba con ocho años y no había tenido hermanos. Si no hubiera sentido la imperiosa necesidad de demostrarse a sí misma y a su padre que podía triunfar en el mundo de los negocios, habría prestado menos atención a sus estudios y un poco más a su inexistente vida social.

De hecho, había acudido a la mansión de los Efron ese día por un asunto de trabajo, pese a los trastornos de las últimas dos semanas. Confiaba en tratar acerca de una importante cuenta para su negocio de diseño de interiores, Bebés Preciosos, especializado en cuartos de niños y zonas de recreo.

Ashley había sugerido que se ocupara del diseño de la guardería que Empresas Efron había planeado para las oficinas centrales. Si conseguía el contrato, sería el encargo más importante de su negocio hasta la fecha y supondría un paso enorme para enderezar su situación económica.

Si tenía suerte Zac, el hermano de Ashley, director general de Empresas Efron, aparecería en cualquier momento y tendría la oportunidad de sellar el trato.

Ness rechazó con determinación la punzada nerviosa que siempre acompañaba cada pensamiento que dedicaba a Zac y se inclinó para tomar el vaso de limonada que había dejado sobre la mesa.

Ness: Claro que resultaría beneficioso si conociera al padre. Pero, ¿a quién iba a pedírselo? No estoy saliendo con nadie y no tengo suficiente confianza con ningún hombre.

Ashley se quedó pensativa un instante, pero enseguida tomó la palabra.

Ash: Bueno -sugirió-, yo tengo tres hermanos.

Ness paralizó el movimiento de la mano a medio camino de su vaso y miró a Ashley entre divertida y horrorizada.

Ness: ¡Me dan escalofríos al pensar en algunos de tus planes adolescentes a los que me vi arrastrada por tu calenturienta imaginación!

Ash: ¡Disfrutaste cada minuto! -replicó con aire pretendidamente ofendido-.

Ness se recostó nuevamente sobre los cojines del sofá, olvidó el vaso de limonada y lanzó otro suspiro. Ashley podía resultar muy tenaz. Era un rasgo de su carácter muy útil en su puesto como abogada y ayudante del fiscal del distrito en Boston, pero también la convertía en una oponente muy dura.

Ness: Incluso tú deberías admitir que pedir a uno de tus hermanos que se ofreciera voluntario como donante de esperma resultaría un poco raro -señaló-.

Ash: ¿Por qué? -se levantó y comenzó a pasear nerviosa-. Me parece muy sensato. Mi madre ha dejado muy claro su deseo de que la hicieran abuela, pero ninguno de mis hermanos parece muy dispuesto. ¡Y yo no voy a casarme con el primer heredero aburrido que asome la cabeza solo para hacerle feliz! -Se detuvo y miró a Ness con una sonrisa triunfante-. Además, estoy convencida de que serías una madre maravillosa. De hecho, serías la mejor -aseguró-.

**: ¿La mejor, qué? -preguntó una voz grave desde la puerta-.

Ness se tensó y dirigió a Ashley una mirada de advertencia.

Incluso después de once años, Zac Efron, primogénito de la familia y hermano mayor de Ashley, seguía poniéndola muy nerviosa. Era muy alto, más de un metro setenta según sus cálculos, de pelo castaño algo corto. Era de complexión fuerte y rasgos bien definidos. Tan solo una pequeña cicatriz en el vértice de su ceja derecha, producida por un accidente en un partido de hockey, rompía el equilibrio.

Su mirada viajó a través del despacho y se posó en ella.

Zac: Hola, Vanessa.

Nunca la llamaba Ness, tal y como hacía la mayoría, o Nessi, diminutivo que usaban la familia y sus amigos íntimos.

Recordó de pronto que se habían encontrado por primera vez en esa misma habitación, en esa casa. Tenía dieciocho años y estaba a punto de terminar el instituto. Él, por su parte, tenía entonces veintidós y estaba a punto de graduarse en Harvard.

Una sola mirada en sus insondables ojos azules había bastado para elevarla hasta el séptimo cielo, en alas del deseo y la pulsión adolescente. Zac, por su parte, se había mostrado inmune entonces y en posteriores encuentros. Siempre se había comportado con reserva y educación.

Entró en el despacho. Dirigió sus pasos hacia el enorme escritorio de caoba, situado junto a un gran ventanal en uno de los lados de la habitación.

Zac: ¿La mejor, qué? -repitió, pero dirigió la pregunta a su hermana-.

Ash: Zachy, Ness necesita tener un bebé. ¡Y rápido!

Ness: ¡Ashley!

Ness miró boquiabierta a su amiga. Había olvidado que Ash se comportaba igual que un crío con zapatos nuevos siempre que tenía alguna de sus brillantes ideas.

Zac se paró en seco y frunció el ceño.

Zac: ¿Qué?

Ash: El médico le ha confirmado hoy que padece endometriosis -prosiguió-. Sus posibilidades para tener un hijo se reducen cada día que pasa.

La mirada de Zac clavó a Ness contra el sofá.

Zac: ¿Es eso cierto?

Ness: Sí -confirmó con voz ahogada-.

Ashley ignoró la angustiosa mirada de su amiga.

Ash: Necesita un donante de esperma -añadió-.

Zac: ¿Debo asumir que la razón para que me contéis todo esto es que necesitáis un donante de esperma? -preguntó con evidente sospecha-.

Ashley prosiguió su explicación, aparentemente ajena al tono amenazador de su hermano.

Ash: Has soportado una gran presión por parte de papá y mamá para que sentaras la cabeza y les dieras un nieto. Y has dejado muy claro que no tienes la menor intención de casarte otra vez. Tal y como yo lo veo, esta es la solución perfecta para vuestros problemas -concluyó-.

Ness: ¡Ashley, por favor! -gritó cada vez más avergonzada-.

Era intolerable que su mejor amiga sugiriese que Zac, entre todos los posibles candidatos, ejerciera de padre. Y a juzgar por la expresión de Zac, también él parecía horrorizado ante esa perspectiva.

Zac: No tienes ni idea de lo que me estás pidiendo -replicó a su hermana-.

Su expresión lo decía todo. Estaba claro que pensaba que Ashley había perdido la cabeza.

Ness soltó el aire retenido en sus pulmones. Había sido una insensata al pensar que, por un instante, quizás Zac consideraría la posibilidad de engendrar su hijo.

Ash: ¿No sé lo que me digo? -dijo con la mirada reprobatoria sobre el traje gris marengo y la corbata azul que lucía su hermano-. Es sábado, Zachy. Este fin de semana honramos a los caídos en combate. ¿Y dónde has estado? En el trabajo, claro. Y si no me equivoco, venías al despacho para dedicarle un poco más de tu tiempo al trabajo. Yo diría que sé perfectamente lo que digo.

Ness sofocó el pánico creciente.

Ness: Zac, quiero que sepas que no le he pedido a Ashley que mencionara nada de esto -sacudió la cabeza cuando Ashley amenazó con una nueva intervención-. De hecho, ya le he dicho que he concertado una cita en un banco de semen.

Zac se volvió hacia ella y la miró a los ojos.

Zac: ¿Es que os habéis vuelto locas? -metió las manos en los bolsillos delanteros del pantalón-. Pensaba que la idea de Ashley estaba fuera de lugar, pero ahora me parece la más sensata de las dos.

Ness: Un banco de esperma es una idea muy razonable -se defendió con sonrojo-. Muchas mujeres acuden a uno.

Zac: Tú no eres una de esas mujeres -replicó-.

¿Desde cuándo se había convertido en un experto acerca de la clase de mujer que era? Por su experiencia previa, podía asegurar que se había comportado a lo largo de los últimos años como si ignorase que era una mujer.

Se incorporó con valentía. Siempre se había sentido un poco intimidada ante la presencia de Zac, pero ahora no era el momento de intimidarse.

Ness: Yo juzgaré eso. Después de todo, es mi problema.

Ash: ¿Qué respondes a eso, Zachy? -intervino con voz aflautada-.

Zac envió una mirada de aviso a su hermana antes de centrarse nuevamente en Ness.

Zac: ¿Por qué no te casas? ¿Qué tiene de malo? Solo tienes que encontrar un buen tipo y tener todos los hijos que quieras -apuntó-.

Ness soltó un suspiró algo exasperado.

Ness: Así de fácil, ¿eh? -chasqueó los dedos-. ¿Y dónde sugieres que busque al hombre ideal?

Zac: Elige a cualquiera -respondió-. Somos una presa fácil.

Ness: Vaya, ¿en serio? Bien, quizás tú lo veas de ese modo. Pero desde este lado las cosas se ven de muy distinta manera -empezó a contar con los dedos-. Veamos. Llevaría varios meses encontrar una persona adecuada. Después harían falta un par de semanas para que nos conociéramos. -Respiró hondo-. En la tercera o la cuarta cita, le permitiría que comprobase la mercancía. -Un músculo empezó a vibrar en la mandíbula tensa de Zac-. Es una buena aproximación, ¿no te parece, Zac? Después de todo, los hombres siempre os quejáis de lo larga que resulta la caza.

Zac: Vanessa... -masculló con aire siniestro-.

Era consciente de que estaba llevando la provocación más allá de sus propios límites. Era una conducta temeraria, pero no le importaba. Quizá fuera fruto de su diagnóstico médico, pero algo se había desatado en su interior.

Ness: Bien, ya llevamos cerca de un mes en nuestra relación. No hay que perder tiempo, así que le propongo matrimonio. -Estaba a punto de perder el control, pero toda la desesperación que había procurado mantener oculta hasta ese momento estaba emergiendo a la superficie-. Supongamos que tengo suerte con el primer hombre que encuentre y acepta la proposición de matrimonio. Bien, necesitaremos algunas semanas para preparar una ceremonia rápida con un juez de paz.

Zac: Vanessa...

Ella levantó la mano y le obligó a guardar silencio.

Ness: En este punto, habrán transcurrido entre cuatro y cinco meses. Pero, está tan enamorado de mí que accede sin rechistar para que tengamos un hijo inmediatamente. Bien, eso nos llevará algunos meses de práctica. -Hizo una breve pausa para tomar aliento. Empezaba a ser presa del histerismo-. Así pues, yo calculo entre seis y siete meses si todo sale «perfecto».

Zac cerró los puños, apretó los labios y adoptó una expresión sombría. Vanessa sabía que había resultado hiriente, pero ya no le preocupaba.

Zac: Escucha, Vanessa, desconozco lo que te ha contado Ashley, pero no estoy disponible para ejercer la paternidad. Estoy seguro de que a mi madre le encantaría que le hiciéramos abuela, pero tiene otros tres hijos que pueden proporcionarle ese capricho.

Ashley tosió y ambos se volvieron al unísono hacia ella.

Ash: ¡Vamos, Zac! Sabes que mamá y papá te han insistido durante años. Y no se trata tan solo de un capricho de abuelos. Están preocupados por ti. Desde que...

Zac: Mi vida privada goza de muy buena salud -cortó de raíz-. Gracias por tu interés.

¿Saludable? Suponía que era una manera de verlo. La vida privada de Zac había sido portada de las revistas de Boston durante años. Si los reportajes publicados en el pasado marcaban la pauta, preferiría las mujeres esculturales y sofisticadas de carrera con el pelo liso y medidas de modelo.

Ella, por su parte, estaba tan alejada de los parámetros que configuraban su «tipo» que resultaba patética. Su rebelde melena negra ondulada se derramaba por su espalda y solía enmarañarse. En cuanto a su figura... bueno, se había prometido en repetidas ocasiones que se libraría de esos tres kilos de más, pero parecía que habían encontrado acomodo permanente en sus caderas.

Zac: Mira, no se trata únicamente de un problema de donación de esperma. Quiero ser un buen padre para mi hijo, no un simple semental -observó-.

Ness: Exacto -dirigió una rápida mirada a Ashley-. Por eso mismo el banco de semen es tan buena idea.

Zac y Ash: ¡No! -soltaron al unísono-.

Zac: Escucha, tiene que haber otra solución -dijo con cierto enojo-.

**: Otra solución, ¿para qué? -preguntó Alexander Efron, el hermano mediano, que entraba en ese momento por la puerta que conducía al vestíbulo principal-.

Su pregunta fue recibida con un silencio glacial.

La mirada de Alexander recaló en la expresión ceñuda de Zac, saltó sobre la excitación de Ashley y se posó finalmente sobre el rostro de Ness. Alzó las manos.

Alex: ¡No respondáis todos a la vez, por favor!

Ash: Nessi tiene un problema -señaló finalmente-.

Alex: ¿En serio? -levantó la ceja-. ¿De qué se trata?

**: Sí, ¿qué problema es ése? -intervino David Efron, el hermano pequeño, desde el umbral de la puerta mientras le guiñaba un ojo a Vanessa-. Hola, preciosa.

Ash: Nessi tiene que quedarse embarazada enseguida. De lo contrario, quizás no pueda tener hijos.

Ness: ¡Ashley! -protestó con severidad-.

Alex: ¡Demonios! -miró a Ness con ternura-. ¿Cuáles son las alternativas?

Ash: Es gracioso que lo preguntes... -apuntó mientras sostenía la mirada de su hermano-.

Ness: Bien, si toda la familia tiene que estar al corriente -interrumpió antes de que Ashley tuviera ocasión de continuar-, estaba solicitando consejo acerca de un banco de esperma de confianza.

Alex: Tienes que ir tú sola, ¿verdad?

Ness suspiró aliviada. Finalmente, encontraba un aliado.

Ness: Sí -confirmó-.

Alex: Enhorabuena.

David: Seguro que serás una madre estupenda -añadió-.

Ness observó cómo Ashley dirigía una mirada de reproche a sus hermanos.

Alex: ¿Qué pasa? -preguntó perplejo-.

Ash: Has elegido un mal momento para entrar en escena -bromeó-.

Zac: Al menos estamos de acuerdo en algo -apoyó en tono sarcástico-.

Ash: Alex -prosiguió-, ¿no sería preferible que Ness recibiera la ayuda de alguna persona conocida? Un amigo de la familia, por ejemplo.

Ness observó cómo Alexander sostenía la mirada de su hermana un instante. Después se apoyó en el marco de la puerta, cruzó los brazos y estudió la propuesta.

Alex: Bueno, yo diría que eso sería una gran idea.

Zac: Estupendo -dijo con firmeza-. Tengo una idea aún mejor. ¿Y si se reservara para su marido?

David: Ness no está casada, Zachy -apuntó con su típica ironía-.

Zac: En ese caso será mejor que se apresure en encontrar uno -replicó-.

Alex: ¿No te has parado a pensar que, hoy en día, las mujeres tienes otras alternativas? -señaló mientras meneaba la cabeza-. Te comportas como el hombre de Neanderthal.

Ness apreció que la discusión no era del agrado de Zac. Dirigió a su hermano una mirada severa.

Zac: Si tienes algo que decirme, Alex -dijo fríamente-, te sugiero que lo escupas rápido.

Alexander miró a todos los ocupantes del despacho antes de tomar la palabra.

Alex: Bueno, yo diría que salta a la vista. Nessi necesita un amigo en quien pueda confiar y yo soy, sin la menor duda, el mejor tipo que conoce -guiñó el ojo a Ness-. Cariño, siempre que no me exijas demasiado, soy tu hombre.

Zac se recuperó con asombrosa rapidez. Era uno de sus rasgos más característicos. Había sido una estrella del hockey en la escuela primaria y también en la universidad. Una de las principales razones de sus éxitos habían sido sus increíbles reflejos. Un rasgo que también lo convertía en un adversario temible en la sala de juntas. Siempre estaba en guardia. No podías relajarte frente a él.

Se volvió hacia su hermano.

Zac: ¿Te has vuelto loco?

Alex: En absoluto -respondió en tono apacible-. ¿Y tú?

David ahogó una sonrisa.

Zac: No puedes engendrar al hijo de Vanessa.

Alex: La última vez que hice una comprobación, todas las partes de mi cuerpo estaban en orden -señaló-.

Zac apretó los puños. No recordaba la última vez que había sentido el impulso de borrar esa expresión de la cara de su hermano.

Zac: Ya sabes a lo que me refiero, ¡maldita sea!

Ash: No sé por qué estás tan molesto, Zachy -señaló desde el sofá-. Después de todo, tú no estás interesado.

Vanessa salió al paso para ahorrarle a Zac una réplica mordaz.

Ness: Os agradezco que todos queráis... -dudó unos segundos mientras su mirada se encontraba con sus ojos azules, pero enseguida se volvió hacia Alex- ...ayudarme. Gracias por tu oferta. Pero siempre te he considerado un hermano. No compliquemos la estupenda relación que tenemos, ¿quieres?

Alex sonrió y un destello de admiración asomó en su mirada.

Alex: De acuerdo. Pero si en algún momento reconsideras tu postura...

Ness: Gracias -dijo con suavidad y se aclaró la garganta-.

Zac frunció el ceño. ¿Por qué nunca le dirigía a él esas miradas tan tiernas? ¿Cuánto tiempo hacía que se conocían? Más de diez años, sin duda.

Quizás fuera culpa suya. Se había sentido terriblemente molesto la primera vez que había experimentado una reacción física frente a ella. Por entonces ella acababa de cumplir dieciocho años y era, a su modo de ver, una cría.

Claro que eso había ocurrido muchos años atrás. Mucho antes de que Vanessa le enseñara que ninguna mujer era digna de confianza.

Se mordió los labios ante el recuerdo de su antigua prometida. Al menos le había dictado una lección de enorme valor. De cara a las mujeres solteras, no era más que un trofeo dorado adornado con la promesa de una boda por todo lo alto.

Era una lástima que su hermano no se hubiera espabilado todavía. Seguramente creía que el enjambre de mujeres que siempre revoloteaba a su alrededor era únicamente producto de su encanto natural.

Zac: Alex, Vanessa no va a cambiar de opinión -ignoró la expresión ceñuda de Ashley-. Encontrará una solución.

Ness: Estoy segura de eso -apuntó con cierta rigidez-. ¿Me disculpáis?

Y, sin dirigirse a ninguno de los presentes en particular, salió del despacho.

Ash: ¡Cómo has podido!

Zac desvió la mirada desde la puerta hacia su iracunda hermana.

Zac: ¿De qué estás hablando?

Ash: Podrías haberte mostrado un poco más compasivo.

Zac: Eso he hecho -apartó de su cabeza el sentimiento de culpa y añadió-. Pero ofrecerme voluntario como donante de esperma creo que supera los límites aceptables de la solidaridad. -Se volvió hacia Alex, que todavía lo miraba indirectamente-. Tenemos que discutir los términos del Proyecto Topaz en cuanto termine la juerga.

Alex: Sí, señor -respondió con evidente sarcasmo-.

Zac: Escucha, listillo...

Alex: Gracias -interrumpió, un brillo irónico en su mirada, y señaló con el pulgar a su hermano pequeño-, pero me has confundido con David.

David levantó las manos como un muro defensivo y retrocedió un paso.

David: No me metáis en vuestros asuntos.

Zac enarcó las cejas. En su opinión, Alex podía hacerle sudar tinta a su hermano en ese apartado. Pero, con buen criterio, prefirió reservarse su opinión. En vez de eso, salió de la habitación a grandes zancadas antes de que Ashley pudiera iniciar la discusión que, obviamente, deseaba mantener con él.

En un acuerdo tácito, Vanessa y él se evitaron el resto de la velada. Zac observó cómo se manejaba bajo la presión. Alabó con delicadeza las labores de punto de la señora Cassidy. Columpió a la hija pequeña de sus vecinos, Molly, y más tarde relevó a David en el juego del pídola con el hermano gemelo de esta, Tommy. Se sonrojó ante los continuos elogios que recibieron sus tartaletas de manzana.

E ignoró su presencia.

No sabía qué le molestaba tanto ante la idea de que Vanessa acudiera a un banco de esperma. Pensó en ello mientras observaba cómo charlaba con David. Quizás fuera porque, en esas circunstancias, tanto él como cualquier otro hombre, resultaba totalmente prescindible.

En realidad, era un asunto en el que no se jugaba nada. Sencillamente, se trataba de una buena amiga de la familia a la que todo el mundo adoraba.

Estaba seguro de que lo más saludable sería evitar cualquier compromiso. Y la mejor forma de lograrlo sería evitándola a ella. Desgraciadamente, ya había dado su palabra de que trabajaría con ella en el proyecto de la guardería.




Que cacao mental tienen todos XD
Y Zac se nota un montón que está celoso. Vamos a apostar a ver cuanto tiempo tarda en besar a Ness XD

Espero que os haya gustado el capi. Seguro que esta novela os gustará. Es muy chula.

¡Comentad!
¡Un besi!


4 comentarios:

Anónimo dijo...

wooowww muuuy buena
la nove porfavor sube
rapido ya quiero saber
que pasa. Excelente!!!!

Unknown dijo...

Wowwww! Que capitulo e! Y ha sido el primero.

Zac es muuuuuuuuuuuy tonto verdad? Se nota que quiere a Ness y que sintio celos de su hermano, pero se hace el duro y no quiere ayudar a Ness.




Sube prontooo :)

LaLii AleXaNDra dijo...

Dios...
Estuvo de emociones, me ha encantado..
siguela :)

Unknown dijo...

Jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! Qué graciosoooooooo!! Me encantó!!! Déjenla a la chica hacer lo que se le da la gana, carambaa!!! Qué se meten!! Y Ashhhley!! Pero qué amiga para más imprudente!! Jaja

Síguela pronto! :D

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