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lunes, 28 de octubre de 2013

Capítulo 9


Treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta. Terminó de contar los días en el calendario.

Tenía un retraso. No había la menor duda. ¿Cómo era posible?

En su estado, quedarse embarazada tendría que haberle resultado mucho más difícil. Y sin embargo, una sola e inolvidable noche en los brazos de Zac había sido suficiente.

El pánico se apoderó de ella. Tendría que ir a su ginecólogo para confirmarlo. Pero estaba segura del diagnóstico. Nunca se retrasaba tantos días.

Había evitado a Zac con bastante éxito desde la fatídica noche. Había aceptado llevarla a su casa después de que ella aceptara la compañía de Mandy durante unos días hasta que pudiera desenvolverse sin las muletas.

De hecho, desde esa noche no había coincidido con Zac y solo había tratado con David para el seguimiento de la guardería. Si a David le había perecido extraño que ella y Zac no discutieran entre ellos el asunto, no lo había mencionado.

Se había sentido muy desgraciada, por supuesto. Había perdido peso el mes anterior y eso había hecho del embarazo una sorpresa doble. Ahora tendría que obligarse a comer mucho más por el bien del bebé.

Si al menos pudiera dormir por las noches. Desde que había salido de la casa de Zac, había pasado más de una noche en vela.

Recordó la noche que había pasado en los brazos de Zac. El deseo mutuo, una vez desatado, había resultado una fuerza de la naturaleza mucho más poderosa que la suma de sus voluntades en busca de satisfacción. Entonces se había asustado debido a las emociones que había despertado en ella y lo que había admitido interiormente en un momento de pasión. Estaba enamorada de él.

Había reaccionado a la defensiva, dudando que fuera capaz de seguir adelante con su acuerdo pese al dolor en su corazón. Y Zac había salido de su vida en un acuerdo tácito de que ambos olvidarían la noche de pasión que habían compartido y seguirían con sus respectivas vidas.

El problema era que, en menos de nueve meses, tendrían una poderosa razón que les recordaría constantemente esa noche.


La visita de Ness a la consulta de su médico le confirmó lo que ya sabía. Si el doctor se sorprendió ante el rápido cambio de los acontecimientos, no lo demostró.

Después de las oportunas indicaciones del médico, una docena de folletos sobre maternidad y fijar la fecha para su próxima visita, salió de la consulta y condujo hasta su casa.

¿Qué iba a hacer? Quizás podría convencer a todos de que se había quedado embarazada mediante inseminación artificial en tan poco tiempo, pero ¿qué haría cuando naciera su hijo? ¿Y si era un chico con los rasgos característicos de los miembros masculinos de la familia Efron? ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que se descubriera la verdad?

Siempre podía mudarse a otra ciudad. Incluso podría reunirse con su padre en Florida. Pero eso supondría el cierre de su negocio y empezar de cero en otro sitio.

No, tenía que hacer frente a la realidad. Llevaba el hijo de Zac y debía criarlo en Carlyle, donde estarían sus raíces.

Antes o después tendría que contárselo a Zac, por supuesto. Pero, por el amor de Dios, no en ese momento.

Necesitaba tiempo para reunir fuerzas. Necesitaba tiempo para pensar. Y no quería, por nada del mundo, que Zac pensara que acudía a él por dinero. Eso solo confirmaría su idea acerca de las mujeres y sus motivaciones.

Normalmente, se confesaba con Ashley en situaciones como esa. Ash era su mejor aliada en las crisis. Pero conocía la reacción de Ashley. Estaría contentísima de que su idea original hubiera surtido el efecto deseado. Insistiría en que se lo dijera a Zac para que éste asumiera sus responsabilidades, tanto económicas como emocionales.

Una vez en casa, tiró el bolso sobre una mesa y se dirigió al despacho. La única persona en la que podía confiar era en su padre. Y no le haría muy feliz.

Se mordió el labio inferior y encaró el teléfono en la mesa de su despacho como si estuviera poseído por espíritus malignos. Solo el cielo sabía cómo reaccionaría cuando supiera que su única hija, todavía soltera, estaba embarazada.

Pero decidió que lo mejor era hacer frente a lo inevitable. Levantó el auricular y marcó el número de su padre. El saludo al otro lado de la línea le retorció el estómago.

Patrick Hudgens empezó inmediatamente con su tema favorito. Se quejó por lo poco que lo llamaba su única hija.

Patrick: Nessi, si estás demasiado ocupada para acercarte hasta aquí, iré yo a verte. Me vendrá bien reunirme con los amigos.

Su padre se refería, naturalmente, a sus socios en la empresa y compañeros de pesca. Muchos de ellos, pese a las excelencias que su padre les había contado de los cayos de Florida, todavía necesitaban más estímulos para dar ese paso.

Una vez que su padre había roto el hielo, Ness respiró hondo y se tiró a la piscina.

Ness: Me alegro de que hayas pensado en pasarte por aquí. ¿Qué te parece si vienes el fin de semana del Día del Trabajo, navidades y, digamos, a mediados del próximo abril?

Patrick: Me encanta que estés tan ansiosa por verme -rió-. ¿Y qué se celebrará el próximo mes de abril, si puede saberse?

Ness: El nacimiento de mi bebé. No hay una fecha concreta todavía -dijo con los ojos cerrados-, pero si tienes suerte, estarás presente en el parto. -Hubo un silencio del otro lado de la línea telefónica-. ¿Papá? -preguntó, ya con los ojos abiertos-.

Patrick: ¡Cómo! -escuchó que mascullaba entre dientes-. Cuando te dije que me encantaría que me hicieras abuelo, cariño, creía que estaba claro que contaba con que se celebrara una boda primero. Parece que tenía razón al preocuparme por ti.

Ella se estremeció. Sabía que se sentiría decepcionado con ella. Pero no ayudaba en nada que su padre confirmara esas terribles sospechas.

Patrick: Y ahora vas a decirme quién es el padre -rugió-.

Ness: Zac Efron -dijo completamente tiesa-.

Patrick: ¡Por todos los santos! Así que, ¿Efron?

Ness: Espera, papá, no te enfades...

Patrick: ¿Enfadado? -soltó una carcajada clara-. Estoy encantado.

Ness: ¿Qué?

Le habría resultado menos sorprendente que le hubiera dicho que abandonaba la pesca para ingresar en una orden franciscana.

Patrick: Vaya, así que voy a ser abuelo -rió-. Bueno, te aseguro que eso colma mi corazón. Y además, cielo, has conseguido recuperar el negocio familiar.

Ness: ¿De qué estás hablando?

Patrick: Zac es el dueño de casi todo lo que antes era Construcciones Hudgens, cariño.

Ness: ¿Qué? ¿Cómo?

Todo su mundo se puso patas arriba. ¡No era posible!

Patrick: No lo adquirió directamente -prosiguió-. No, se lo compró a los hermanos Scudder un año después de que yo lo vendiera. Zac es el accionista principal en una compañía llamada Samtech que ahora es propietaria de lo que antes era nuestro negocio.

Ness sintió que la cabeza le pesaba demasiado. El apuro en el que estaba metida se reveló tan grande como una tonelada de ladrillos. Era mucho peor de lo que había imaginado... porque había involucrado a su padre en el juego.

Su padre pensó que Ness le había proporcionado las llaves de un negocio que había dirigido toda una vida. Un negocio que ella siempre se había preguntado si hubiera puesto en venta de haber tenido un hijo con el coraje necesario para meterse de lleno en el mundo de la construcción. Ahora, con la ayuda de Zac y un poco de suerte, podría cederle su empresa a uno de sus nietos.

Patrick: Te ha pedido que te cases con él, ¿verdad, garbancito?

Ness notó que empezaba a calentarse. ¡Su padre ya la veía en el altar!

Ness: No se lo he dicho.

Patrick: ¡No se lo has...! Y, en nombre de todos los santos, ¿por qué? -estalló-. Al menos, oblígale a que asuma su responsabilidad.

¿Eso era ella, una responsabilidad?

Ness: Quizás no quiera casarme con él. ¿Has pensado en esa posibilidad? -espetó para que asimilara ese golpe-. Ya se lo diré a su debido tiempo. ¡Y no se te ocurra intervenir!

Patrick: Vamos, no te pongas a la defensiva, garbancito...

Ness: No me vengas con esas. ¡No necesito otro hombre que me diga lo que tengo que hacer! -gritó en tono chillón, pero no le importó-.

Escuchó la risa sorda de su padre a través del auricular.

Patrick: Ha intentado decirte lo que tienes que hacer, ¿eh? Ya aprenderá. No se juega con el carácter de los Hudgens.

Ness: Adiós, papá -y colgó el teléfono-.

¿Cómo era posible que Zac fuera el dueño de Construcciones Hudgens y que ella no lo supiera? Porque no era directamente el propietario y... ¡porque nunca lo había mencionado!

De pronto acudió a su mente una idea todavía más siniestra. ¿Y si Zac le hubiera ocultado esa información adrede? Recordó el concierto en la fiesta del 4 de julio y su charla acerca de su padre. No cabía duda de que habría imaginado, si no antes, que esa información hubiera resultado de vital importancia para ella.

Mientras ella había desnudado sus sentimientos acerca de sus miedos y su necesidad de demostrar su valía ante su padre, él había sabido que era propietario del negocio de su familia. ¿Cuándo habría pensado en compartir esa información con ella?

Tamborileó con los dedos en la mesa y entrecerró los ojos. ¿Quizás en la sala de partos? Sí, tenía sentido. Zac y su padre compartiendo una sonrisa cómplice frente a su cuerpo postrado y exhausto, después de traer al mundo el muy querido heredero de la familia Efron-Hudgens.

¡Podría estrangular a Zac! Después de lo que le había contado, sabía que estaría en manos de su padre. Y, aun así, no le había avisado. No le había dicho nada y se había limitado a hacerle el amor de un modo salvaje y pasional.

El odio fue sustituido por el dolor. ¡Había confiado en él! Había compartido sentimientos que nunca antes había revelado.

Bien, le daría una lección. No era una niña que necesitara que la protegieran de la verdad, la manipularan o le dijeran lo que tenía que hacer. ¡Tendría el bebé por su cuenta y se las arreglaría perfectamente!


Zac: ¿Qué has dicho?

Ash: Ness está embarazada -repitió su hermana-.

Vanessa estaba embarazada. Iba a ser padre.

Zac: ¿De cuánto está?

Ash: Oh, ya lo sabes -hizo una mueca-. Poco.

Zac: ¿Dónde está? -preguntó con paciencia-.

Ash: No lo sé -le dirigió una mirada burlona-. No lo ha dicho.

Zac: ¿Te ha dicho quién es el padre?

Ash: Acudió a una clínica de fertilidad... -Zac salió de su despacho a grandes zancadas y Ashley lo siguió-. Zac, ¿dónde vas...?

Zac: Estaré fuera esta tarde -informó a su secretaria mientras se dirigía a los ascensores que había detrás de la recepción-. No estaré localizable.

Ash: Siempre estás localizable -apuntó que intentaba ponerse a su altura-. ¿Adónde vas? -Zac ignoró la pregunta. El ascensor llegó, subió a la cabina y se volvió para mirar a su hermana, que no dejaba de insistirle-. ¿Qué ha pasado entre vosotros dos?

Zac: Te lo contaré en cuanto lo sepa -replicó antes de que las puertas se cerrasen-.

No dejaba de darle vueltas a la cabeza mientras conducía hacia casa de Vanessa a más velocidad de la permitida. ¿Y si el bebé era suyo? ¿Había planeado ocultárselo? ¿O realmente había pasado de sus brazos a ponerse en manos de un médico en una de esas clínicas? Sintió cómo le vibraba una vena en la sien.

Había una cosa segura. Si ese bebé era un Efron, se aseguraría de que Vanessa reconociera su paternidad.

Frenó frente al despacho de Bebés Preciosos, caminó hasta la entrada y subió los escalones del porche de dos en dos. Un cartel que rezaba «abierto» colgaba en la puerta de cristal. Al tiempo que entraba, giró el cartel.

Vanessa estaba sentada en su mesa, sujetaba el teléfono con el hombro y tomaba notas en un cuaderno. Abrió los ojos de par en par al ver a Zac.

Ness: Sí, señora Bradford, el papel de la pared lo recibirá el martes.

Avanzó hacia su mesa y se inclinó sobre ella con las manos apoyadas en el fino acabado de madera de caoba. Vanessa garabateó algo y la punta del lápiz se rompió a causa de la presión.

Mientras buscaba otro lápiz con el que escribir, Zac la sujetó por la muñeca y le obligó a mirarlo a los ojos. Deletreó que colgara el teléfono y le soltó la mano.

Ness: Está bien -balbuceó, insegura-. Sí, de acuerdo. Hablaré con usted el martes.

Ness colgó el aparato y miró a Zac. Parecía un tigre preparado para saltar sobre su presa.

Zac: Una sola pregunta -dijo con la voz tenue-. ¿Es mío?

Los ojos azules de Zac se clavaron en ella, que sostuvo su mirada. Eran magnéticos, penetrantes y escrutadores.

Ness: Sí.

Relajó los hombros y desapareció algo de la tensión en sus facciones.

Zac: Le dijiste a Ashley que habías solicitado un donante de esperma -acusó-.

Ness: No. Asumió que fue lo que había pasado y no lo desmentí. Además, no sería mentira. Eres uno de los donantes que ella sugirió.

Zac: ¿Cuándo pensabas contármelo?

Esa fue la chispa que encendió la mecha. ¡No esperaba que Zac se enfadara con ella bajo ningún concepto!

Ness: Justo cuando tú decidieras decirme que eres el propietario de la empresa de mi padre -se incorporó de su asiento-.

Zac seguía siendo mucho más alto, desde luego. Pero al menos no se sentiría como un criminal en una sala de interrogatorios, sometida al tercer grado.

Sostuvo la mirada de Zac sin flaquear hasta que éste apartó la vista y empezó a dar vueltas por el despacho.

Zac: No creía que fuera importante. Al principio, no estaba seguro de que no lo supieras.

Ness: Después del concierto, sabías que me importaba mucho. ¡Y no dijiste nada!

Zac: Está bien, tendría que habértelo contado -admitió de frente a ella-. Pero ahora mismo tenemos otro problema mucho más grave. Estás embarazada y tenemos que pensar qué vamos a hacer.

Ness: ¿Nosotros? -el modo en que quitó importancia a Construcciones Hudgens la enfureció todavía más-. Creía que estábamos de acuerdo en que no habría un «nosotros».

Zac: Eso fue antes de que supiera que iba a ser padre -señaló con una sonrisa siniestra-.

Ness: Bien, pues no te preocupes. No lo serás -afirmó-.

Zac: ¡El bebé que llevas dentro es mío! -amusgó los ojos-. ¿O estabas mintiendo?

Ness: Admito que contribuiste en algo. Pero eso está muy lejos de la paternidad.

Zac: ¿Una pequeña contribución? -avanzó hacia ella-. Yo diría que fue una gran contribución en beneficio mutuo.

Ness: Yo me crié sola con mi padre. El bebé y yo estaremos muy bien solos.

Zac se detuvo un instante y metió las manos en los bolsillos.

Zac: Así que ya sabes que un solo padre puede hacerlo muy bien, pero dos sería una ayuda -apuntó-.

Había enfurecido a Zac, pero eso no le había reportado la satisfacción que había imaginado.

Un músculo se tensó en la mandíbula de Zac.

Zac: Tu hijo es un Efron. ¿Estás segura de que quieres negarle a tu hijo todas las ventajas que eso representa?

Ness: No voy a impedirte que veas a tu hijo, si te refieres a eso -dijo con la mirada serena-. Pero, pese a lo que puedas pensar acerca de las mujeres, el dinero no me interesa. Ni para mí ni para el bebé.

Zac frunció el ceño mientras elegía las palabras cuidadosamente.

Zac: Si consideramos los hechos en conjunto, lo que yo piense acerca de tus motivaciones ya no es relevante.

Ness: Es muy relevante -sacudió la cabeza-. ¡Escúchate! Estás hablando de todas las ventajas materiales que podrías ofrecerle a este niño.

Zac: Es el papel que habitualmente cumplimos los hombres -pareció triste-. Somos proveedores. ¿Acaso vas a negarlo?

Ness: No voy a negarte nada, Zac. No pienso impedirte que veas a tu hijo o a tu hija. Pero no necesito nada más.

«A excepción de ti, por supuesto».

Pareció que fuera a decir algo importante, pero después cambió de idea. Asintió con un gesto de la cabeza, giró sobre los talones y salió de allí.

Ness se dejó caer en su silla y finalmente dejó que las lágrimas brotaran. Había cumplido con lo que se había propuesto. Había echado en cara a Zac sus mentiras y había manifestado que podría educar a su bebé por sus medios. Pero, ¿por qué se sentía tan desgraciada?


Esa noche, Ashley se presentó sin previo aviso. Tal y como era habitual en ella, fue directa al grano sin miramientos.

Ash: Nessi, cuando le dije a Zac que estabas embarazada, salió del despacho como alma que lleva el diablo.

Ness: Ashley, yo... -tragó saliva-.

Resultaría duro abordar ese tema con Ashley, pese a los muchos años que duraba su amistad y todos los secretos que habían compartido. Estaban en el salón. Ness se había dejado caer en un sillón y Ash se acomodó en el sofá.

Ash: ¿Has hablado con él? Te juro que si te ha insultado, le... Bueno, no sé lo que le haría, pero sería muy doloroso.

Ness: Ash...

Ash: Puede ser que solo quiera protegerte, pero no tiene derecho a ejercer de hermano mayor contigo -resopló furiosa-. ¡Ya me tiene a mí para eso! Además, tiene que aprender a respetar tus decisiones...

Ness: Ash, voy a tener un hijo de Zac.

Ash: ¿Qué? -por primera vez, pareció desconcertada-. ¿Cómo...? ¿Qué...?

Ness: No olvides preguntarme cuándo y dónde -dijo secamente-.

Ash: ¡No es el momento para hacer bromas!

Tiró el cojín que tenía entre las manos contra la mesa y se dirigió hacia la chimenea.

Ness había sabido que no resultaría sencillo. Solo confiaba en que Ashley pudiera perdonarla algún día. En ese instante, parecía que estuviera en el juzgado.

Ash: Está bien, creo que he sufrido un golpe emocional -suspiró-. Tienes suerte de que la furia y el dolor duren tan poco. Ahora ya me siento muy feliz.

Ness: ¡Oh, Ash!

Tenía que haber sabido que Ashley siempre le sería fiel.

Ash: ¿Cómo no me lo has contado? -levantó las manos exasperada-. Me dejaste pensar que... bueno, ya lo sabes.

Ness se aclaró la garganta. Habían existido muy pocos secretos entre ellas.

Ness: Eres la hermana de Zac. Te habrías sentido obligada a contárselo y, conociéndote, lo habrías amenazado -esbozó una sonrisa débil-. De todos modos, tuvimos una discusión espantosa.

Ash: ¡Vaya, me hubiera encantado verlo! -dijo con expresión incrédula-. Zac nunca pierde los nervios. Eso arruinaría su reputación.

Ness: Yo lo provoqué -admitió-.

Ashley sonrió y se cruzó de brazos.

Ash: Todavía mejor. ¿Estaba furioso porque no se lo hubieras contado enseguida?

Ness: No solo eso. Estaba rabioso. ¿Sabías que Zac posee Construcciones Hudgens a través de una empresa subsidiaria?

Ashley se quedó muda y volvió al sillón donde se derrumbó.

Ash: ¡Oh, Dios mío!

Ness: Sí. Un hecho crucial que olvidó mencionar incluso después de... -se ruborizó-.

Ash: Ya entiendo.

Ness: Mi padre está loco de contento. No solo voy a darle el nieto por el que tanto ha suspirado, sino que voy a recuperar el negocio familiar. Zac se hará cargo de todo, por supuesto, hasta que... -y cruzó los dedos con expresión sarcástica-, si hay suerte, la empresa pueda pasar a manos del heredero.

Ash: ¡Dios mío!

Ness: Exacto.

Ash: ¿Y cómo reaccionó Zac?

Si al menos hubiera existido alguna reacción.

Ness: Admitió que tendría que habérmelo contado, pero no creía que fuera tan importante como para mencionarlo desde un principio. -Ashley entornó los ojos-. Insiste en aceptar las responsabilidades financieras del bebé.

Ash: Naturalmente, Zac ha tenido responsabilidades desde que estaba en la cuna.

Ness asintió. Era una de las razones por las que lo quería. Pero no le permitiría que asumiera todas las responsabilidades en esta ocasión.

Ness: Bien, sí. Pero no se lo permitiré.

Ash: ¿Qué? -pareció alarmada y se inclinó hacia delante-. ¿Qué quieres decir?

Ness: Quiero decir que cometimos un error -dijo con convicción-. Puesto que yo era quien quería quedarse embarazada, el bebé es solo responsabilidad mía.

Ash: ¿Un error? ¿Te has vuelto loca? -se puso de pie de un salto y se llevó las manos a las caderas-. ¿Crees que mi hermano va por ahí embarazando a cualquier mujer? Claro que no. Zac nunca se deja llevar por sus impulsos. Te desea. De lo contrario, nunca tendrías un hijo suyo.

Ness: El deseo no tiene nada que ver con el amor -suspiró-.

Ash: No, pero es el camino que conduce al amor.

Ness: Ni siquiera le gusto.

Ash: ¡Oh, vamos! -arqueó una ceja en un gesto característico de la familia-. Examinemos las evidencias, ¿de acuerdo? Mi hermano ha evitado cualquier tipo de lío amoroso en los últimos siete años. En apenas unas semanas te ha contratado para el proyecto de la guardería y ha roto una de sus reglas de oro. Nunca mezcla el trabajo con el placer. -Se paró un instante y le dirigió una mirada perspicaz-. Y no solo eso, sino que lo hace consciente de que está jugando con fuego. Después de todo, eres una mujer que busca a toda costa quedarse embarazada. Inexplicablemente, se enfada cuando se entera de que quieres acudir a una clínica de fertilidad y te sugiere que te busques un marido. ¡Y después se presenta voluntario para ese puesto!

Ness estuvo a punto de sonreír. Ashley, a la hora de exponer un caso, era todo un espectáculo. Incluso si lo hacía a su costa. Y aunque no había adivinado el acuerdo al que habían llegado, se había aproximado bastante a la verdad.

Ash: Me muero de curiosidad, pero no voy a preguntarte cómo pasó... -hizo una pausa y le dirigió una mirada cómplice-, pero sería un buen confesor si alguien necesitara alguno. Solo sé que entre vosotros dos existe más química de la que nunca he visto en una pareja desde los años de instituto. -Ness suspiró-. Tú lo quieres, ¿verdad?

La inesperada pregunta y la mirada comprensiva de Ashley provocaron que las lágrimas asomaran a los ojos de Ness. No quería llorar delante de Ashley, pero había poco que pudiera hacer para ocultar las evidencias.

Ash: ¡Oh, Nessi! -se sentó a su lado y abrazó a su amiga-. Está bien.

Ness: No, no está bien -dijo entre sollozos-. He estropeado todo.

Ash: ¿Tú? -frunció el ceño-. Yo diría que Zac tiene la misma responsabilidad que tú en lo que ha pasado.

Ness: ¡Yo solo quería tener un hijo! -dijo con voz entrecortada-.

Ash: ¡Y lo vas a tener! ¡Y yo seré su tía! -se rió-. Y mi madre... ¡Oh, mi madre! Estará encantada.

Ness: ¿Con que yo haya tendido una trampa a su hijo? -balbuceó-.

Ash: No, tonta. ¡Estará encantada contigo y con su nieto! Ha sido su mayor deseo desde que tengo uso de razón.

Ness: ¿A qué te refieres? -miró a su amiga, algo avergonzada-.

Ash: Bueno, es...

Ness: He sido como un libro abierto, ¿verdad?

Había pasado años procurando que no se notara su interés por Zac. Parecía que su esfuerzo había resultado inútil.

Ash: Era difícil no darse cuenta de tu adoración por él -sonrió-.

Ness: Ya lo he superado -protestó-.

Al menos pensaba que su devoción juvenil se había transformado en un cúmulo de sentimientos mucho más maduros.

Ash: ¡Gracias a Dios! Zac es mi hermano, y creo que es un tipo genial, pero los cuentos de hadas no son su estilo. -Ness soltó una carcajada ahogada-. ¡Ves, estás de acuerdo conmigo! -le dio un reconfortante abrazo-. Así que no intentes contarme historias sobre Zac. Merece cambiar todos los pañales que la paternidad conlleva. Y en cuanto a vosotros dos, todo se arreglará.




Awwww...! La familia Efron-Hudgens... ¡Qué bonito suena!
Esperemos que Zac deje de ser pronto un idiota ¬_¬ y confiese lo que siente.

¡Gracias por los coments!

Estoy a cuadros. No sabía que Zac tenía algo con esa tal Lily. No sé como de serio será eso. No dicen nada...

Lau, ¡no me hagas tener pesadillas! ¡Qué es eso de Zac y Lily y Ness y Austin en la boda de Ash! ¡¡Es raro de narices!! Pero como tú dices, vete a saber cuando será que Ash se case. Pueden pasar años. Aunque no sé cuanto de guay debe ser estar simplemente prometida XD. Y pues hasta que se case pueden cambiar muchas cosas. Quien sabe y si para entonces están los dos solteros. Sería lo ideal XD. Y, a propósito, ayer que vi "El diario de Noa", que no la había visto nunca, la historia de esa pareja me recordó a Zac y Ness XD. Y me gustaría pensar que al igual que Noa y Ally, Zac y Ness terminarán juntos. Porque en la peli, Ally estaba ya casi que se casaba, tenía el vestido y todo, pero pasar unos días con Noa lo cambia todo. Si es que un amor tan fuerte como ese no se olvida. ¡Qué bonita la peli! ¡Me encantó! Aunque el final cuando están viejecitos es triste v.v
Espero no haberle chafado a nadie la película XD. Imagino que la única que no la había visto era yo XD.
Y por cierto Lau, si quieres hablar conmigo envíame un email, ¿vale?

¡Comentad!
¡Un besi!


3 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Wao, embarazada? jaja y ahora?
mas le vale a Zac y Vanessa que dejen su orgullo y acepten que se aman.

Unknown dijo...

Embarazada? Ja! Apenas empecé a leer el capítulo pensé que no era cierto y que quizás eran mmm quistes o yo que sé!
Bueno, me encantó el capi :D

Síguela pronto :D

Unknown dijo...

OH POR DIOS!! OH POR DIOS!!!

NESSA EMBARAZADA? QUE BUEEEEEEEEEEEENO, AME AME EL CAPI.

Y PORFAVOR QUE ZAC Y VANE DEJEN DE SER TONTOS, Y SE DEN CUENTA QUE SE AMAN Y MAS AHORA QUE VAN A TENER UN HIJO!



SUBE PRONTO :)

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