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sábado, 1 de junio de 2013

Capítulo 2


Vanessa se quedó mirándolo atónita.

Ness: ¿Zac?

Lo había visto hacía solo ocho meses, pero estaba cambiado. Muy cambiado.

Ya no llevaba gafas, llevaba un traje hecho a medida y gemelos de plata. Llevaba el pelo bien cortado y la manicura hecha. Además, lucía un Rolex en la muñeca y unos zapatos de piel italiana en los pies.

Pero el cambio no radicaba solo en la ropa. También olía a colonia y estaba más fuerte.

Ness: ¿Peculiar? -repitió como una tonta-.

Zac: Puede que haya hecho algunas locuras en esta vida, pero todavía no me pongo vestidos.

Ness: ¿Ah, sí? ¿Como qué? -sonrió-. ¿Como saltarte una clase para irte a programar?

Zac: No, cosas que te sorprendería mucho saber -contestó con un brillo familiar en los ojos-.

Ness se rió. La primera impresión de que había cambiado se esfumó. Aquel seguía siendo su Zac, el amigo del colegio con el que siempre se reía. Su mejor amigo.

Aunque lo cierto era que, aunque estaba sonriente, no la había abrazado ni besado.

Ness: ¿Qué quieres?

Zac: Tengo que hablar contigo. Te iba a llamar, pero lo que te tengo que decir es demasiado importante como para decírtelo por teléfono.

«¿Cómo?», pensó Ness recordando las palabras de su hermana.

«Zac estaba enamorado de ti».

Intentó dejar de pensar en ello. Llevaba ocho meses sin hablar con ella. Eso no era amor.

Ness: Vas de traje -comentó intentando disimular su nerviosismo-. Te queda muy bien. ¿Intentas impresionar a alguien?

Zac: A ti, espero.

Ness se agarró al pomo de la puerta.

Ness: Estoy muy impresionada -contestó intentando calmarse-.

Zac: ¿De verdad? ¿Puedo pasar?

Ness: Claro, por supuesto -contestó apartándose-.

Zac miró a su alrededor y se fijó en el sofá verde y en la mesa de pino cubierta de catálogos, en el papel color melocotón con florecitas blancas y en los vestidos de diferentes colores que estaban colgados de la pared.

Zac: ¿Lo has hecho tú? -le preguntó fijándose en el vestido de la señorita Becket. Ness asintió orgullosa-. Siempre se te dio bien la ropa -apuntó-. ¿Recuerdas aquellas navidades que me regalaste unos pantalones de rapero, una camiseta negra, unas gafas de sol plateadas y me dijiste que me dejara perilla?

Ness no pudo evitar sonreír.

Ness: Está bien, está bien. No acerté, pero te lo podías haber puesto por lo menos una vez. ¡Ni siquiera lo estrenaste!

Zac: No era mi estilo -contestó mirando de nuevo los vestidos-. ¿Los haces tú todos?

Ness: No, la mayoría son de serie. Yo solo coso un vestido cuando es un encargo especial. Así, ayudo a Anne. Le va muy bien. Abrió hace solo un año, pero ya casi tiene beneficios. Tiene seis bodas en junio y dos más al mes para el año próximo. La acabo de ayudar con una ceremonia en Arboretum, en Arcadia. Tuvimos que encargarnos de las diez damas de honor, del arpista, de los fuegos artificiales y de muchas cosas más. Fue tan bonita que, al finalizar, soltamos diez mil mariposas Monarca y... -se interrumpió al darse cuenta de que estaba hablando sin parar-. Perdón.

Zac: Me gusta escucharte. Recuerdo que Anne dijo hace ya diez años que quería poner una tienda de novias.

Ness: Yo no creía que lo fuera a conseguir, ¿sabes? Le ha costado lo suyo.

Zac: Es normal. Lo importante es no tirar la toalla.

Ness: Mmm. ¿Me querías hablar de la tienda de Anne? ¿Por eso has venido?

Zac: Tan directa como siempre, ¿eh? No, obviamente, no he venido por eso. He venido porque te quería pedir una cosa...

Ness: Ah...

Zac: Sí -dijo mirándola a los ojos-. Quería pedirte perdón por cómo me he comportado últimamente. Estaba... bloqueado por una cosa y he dejado que esa situación afectara a mis amistades.

Ness: ¡Oh, Zac! -exclamó tocándole el brazo-. ¿Y has solucionado esa situación?

Zac: No, pero lo estoy intentando -sonrió-. Mientras tanto, quería preguntarte si podemos volver a ser amigos.

Ness: Por supuesto -sonrió-. Te he echado de menos.

Zac: ¿De verdad? -dijo apartándole un mechón de la frente-. Creí que te habías olvidado de mí.

Ness: Eso es imposible. Eres el hombre más encantador que conozco. Siempre te he tenido por mi mejor amigo.

En ese instante, Zac dejó caer la mano y la miró de forma extraña.

Zac: Me alegro -sonrió-. Así, la próxima pregunta será más fácil. -Ness se puso tensa-. No me mires así, que no es para tanto -rió-.

Ness: Zac...

Zac: Por favor, Nessi, escúchame. Hace mucho tiempo que me quiero casar...

Ness: Oh, Zac...

Su hermana tenía razón. ¡Le iba a pedir que se casara con él!

Zac: Y, por fin, he encontrado a una mujer que quiere casarse conmigo.

Ness: Me temo... ¿Qué has dicho? -preguntó confundida-.

Zac: Dame la enhorabuena -sonrió-. He conocido a la mujer de mis sueños y me ha dicho que se quiere casar conmigo. Se llama Heather Lovelace y es la criatura más guapa, dulce y buena del mundo.

Vanessa no podía articular palabra. ¿Se estaba mareando? ¿Zac se iba a casar? Nunca se lo había planteado...

Zac: Y queremos que tú le hagas el vestido y que tu hermana se ocupe de todo lo demás -continuó-. Nessi, ¿estás bien?

Ness: Sí, sí, muy bien -contestó intentando no sentir el vértigo que hacía que la tienda le diera vueltas-. Encantada de hacerle el vestido -consiguió sonreír- y, si Anne no puede hacerse cargo de los preparativos, me encargaré yo -le prometió-.

Zac: Gracias, Nessi. Heather está en el coche porque quiere conocerte. ¿Te vienes a cenar con nosotros?

Ness: Ay, no puedo -contestó automáticamente-.

No se sentía muy bien. ¿Tendría un resfriado veraniego?

Zac: ¿Por qué?

Ness: Porque... eh... ¿Cómo voy a salir a cenar vestida así?

Zac: Pero si estás preciosa.

Ness: Pero tú vas de traje.

Zac: ¿Y no hay algún vestido en la tienda que te puedas poner?

Sí, sí lo había, por supuesto. Ness se mordió el labio. ¿Qué le ocurría? Hasta hacía poco tiempo se moría por retomar su amistad con Zac y ahora él estaba allí proponiéndole exactamente eso.

¿Por qué la feliz noticia de su matrimonio la había afectado de forma tan extraña? Se alegraba por él, ¿verdad? Claro que sí. Se iba a casar y a ser feliz para siempre.

Si es que aquello podía ser.

Ness había visto a parejas casadas en acción, peleándose y gritándose. Por eso, lo que Zac le acababa de decir la había dejado mal, porque no quería que su amigo sufriera.

Ness: No puedo, de verdad -insistió-. Estoy esperando a una clienta -añadió mirando la hora-.

Más de las siete y media. Obviamente, la señora Becket no iba a aparecer.

Zac: ¿No podrías cancelar la cita? Nessi, por favor -le rogó-.

Ness: Bueno...

Lo cierto era que quería conocer a la prometida de Zac. Le había dicho que era la mujer más guapa del mundo. Sí, pero no debía hacerle mucho caso porque, al fin y al cabo, estaba enamorado de ella, ¿no?

También había dicho que era dulce y buena. Eso le recordó a Amber Adams, la chica de la que Zac se había enamorado en el colegio. La pobre era una triste empollona de carácter gris.

Ness: Muy bien -decidió-. Voy a cambiarme y a llamar a la señora Becket. No tardo nada.

Zac: Estupendo. Voy a decírselo a Heather. Te esperamos fuera.

Zac salió y Ness fue al taller. La asistenta de la señora Becket le informó de que la señora estaba en una fiesta e iba a volver tarde. Aquello no la sorprendió demasiado. Solía no presentarse y no llamar para cancelar las citas.

Con la conciencia tranquila, eligió un vestido de punto negro y se lo puso. Lo combinó con unas sandalias de tacón que elevaban su altura de un insignificante uno sesenta a un respetable metro sesenta y cinco.

Se peinó y se tapó las ojeras con maquillaje.

«Aceptable», se dijo al mirarse al espejo.

Antes de salir, tomó un jersey de lana negro a juego con su oscuro cabello que realzaban el color marrón chocolate de sus ojos.

Cuando salió, se encontró un coche deportivo rojo aparcado. Allí estaba Zac, de pie junto a él y agarrando de la cintura a una altísima rubia de cuerpo escultural y vestido color bronce.

Vanessa dio un traspié. ¿Aquella era su prometida? ¡Era espectacular! Parecía una modelo e incluso lucía un pecho de silicona parecido. Llevaba unas magníficas sandalias de Jimmy Choo que hacía que sacara a Ness una cabeza.

De repente, se sintió como un trol a su lado. Aquella mujer no se parecía en absoluto a Amber Adams.

Ness: Hola, Heather, soy Vanessa Hudgens -sonrió tendiéndole la mano-.

La rubia la ignoró y la envolvió en un abrazo de Chanel Nº 5.

Heather: ¡Vanessa! ¡Zac me ha hablado mucho de ti!

Ness: ¿De verdad? -murmuró medio ahogada-.

Heather sonrió encantadora. Tenía los dientes tan perfectos como el resto del cuerpo.

Heather: Sí, la verdad es que, al principio, cuando me dijo lo amigos que erais tuve celos, pero ahora que te he conocido me doy cuenta de que no tenía motivos para tenerlos.

Sorprendida, Ness la miró con los ojos muy abiertos.

¿Había dicho aquella mujer... más bien, niña... lo que a Ness le parecía que había dicho? Heather sonreía y la miraba con ojos azules e inocentes.

Zac: Ya te dije que era una tontería -sonrió también-. Vanessa y yo siempre hemos sido amigos, ¿verdad, Ness?

Ness: Verdad -contestó diciéndose que Heather no lo debía de haber dicho con mala intención-. Te vas a casar con un hombre realmente bueno.

Heather: ¿Bueno? -dijo deslizando un dedo por el pecho de Zac-. No sería esa la palabra que elegiría yo precisamente para describirte, cariño.

Ness frunció el ceño ante la implicación sexual de las palabras de Heather. Miró a Zac esperando que su amigo dijera algo, pero él se limitó a agarrarle la mano y a mirarla fijamente a los ojos.

Obviamente, debían de estar recordando algo muy tórrido porque se habían olvidado de la presencia de Ness, que se vio obligada a carraspear para recordársela.

El hechizo se rompió y la pareja se separó.

Zac: Perdón -sonrió-. Ya sabes cómo es el amor.

Ness forzó una sonrisa, pero sintió que estaba a la defensiva. Pues claro que sabía lo que era el amor. Había salido con muchos chicos en el colegio y en la universidad. Había salido con chicos en Chicago, en Nueva York, en Londres, en París y en Roma, pero tenía la impresión de que ninguno la había mirado como Zac acababa de mirar a Heather.

Heather: ¿Nos vamos? -sugirió. Zac le abrió la puerta del copiloto-. No te importa que vaya yo delante, ¿verdad? Es que detrás me hago daño en las piernas.

Ness vio que Zac miraba inmediatamente las larguísimas piernas de su prometida.

Ness: Claro que no -contestó sintiéndose como una niña pequeña-.




Jolín con Vanessa, ha salido con chicos de medio mundo XD
Respecto a Zac, se le ve muy contento con su chica. Así que Ness tendrá que aceptarla.

¡Gracias por los coments!

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¡Un besi!


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún sigo pensando que todo es un plan de Zac para atrapar a Nessa & nadie me va a convencer de lo contrario xD

att. Naya
Siguela pronto<3

Natasha dijo...

Definitivamente es un plan de zac. Todas las señales apuntan a eso ademas de que la primetida no se llama amber. Asi que no es la mala cierto? Si.. Eso debe ser... Siguelaaaaaaa yaaaaa!

Unknown dijo...

AY POBREEEEEEEE NESSA. NO ME CAE LA PROMETIDA DE ZAC MUY "PASTICA"

SUBE PRONTO.

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