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domingo, 16 de junio de 2013

Capítulo 10


Charlie: Lo relacionado con el antimonopolio ya está todo hecho y el informe final estará para hoy. Podemos empezar con los pagos la semana que viene -dijo abriendo la carpeta que tenía en la mano-. Leo ha calculado lo que le corresponde exactamente a cada empleado y la cantidad media es de cincuenta y ocho mil dólares por persona y... por Dios, Zac, ¿qué demonios te pasa?

Zac dejó de mirar por la ventana y se giró hacia su socio.

Zac: Nada, no me pasa nada.

Charlie: Venga ya, a mí no me engañas. Es la tercera vez que entro en tu despacho hoy y no le has sacado brillo al trofeo ni una sola vez. A ti te pasa algo. ¿Es por tu prometida?

Zac: No, no es por Heather. Sé lo que estoy haciendo -le aseguró-.

Charlie: Ya -dijo yendo hacia la puerta-. ¿Sabes? Si le dijeras lo que sientes por ella, tal vez funcionaría.

Cuando Charlie salió, Zac suspiró. Respetaba y quería a su amigo, pero en aquella ocasión Charlie se equivocaba por completo.

Zac volvió a mirar por la ventana.

Recordó la noche anterior, cuando había entrado en la tienda y había visto a Ness con aquel vestido, oliendo tan bien... Inmediatamente, se había dado cuenta de que iba a tener problemas.

Como un tonto, había ignorado la alarma que había sonado en su cabeza, se había dicho que podía controlar la situación y, por supuesto, no había sido así.

Sabía que no debía besarla, pero no había sido capaz de resistirse. Había querido besarla desde los diecisiete años y, por fin, tenía la oportunidad. ¿Cómo no iba a aprovecharla?

Recordaba el día en el que se habían conocido como si fuera ayer. Estaba a punto de mandar a cierto sitio al cretino de Drake Bell cuando apareció una coleta y le había gritado a su contrincante que le dejara en paz o que le iba a contar a su madre qué había sido de su preciada colección de frasquitos de perfume.

Drake se había ido a regañadientes y, justo cuando Zac se disponía a decirle a aquella niña que se fuera a casa a jugar con sus muñecas, ella se había girado y le había sonreído.

En ese momento, Zac sintió una punzada en el corazón. Qué guapa era. Tenía los ojos marrones, la piel ligeramente morena y una sonrisa preciosa. El pelo casi le llegaba a la espalda y su uniforme de animadora revelaba unas piernas largas y bonitas y unos pechos con muy buena pinta.

Tenía diecisiete años y, con la revolución hormonal, se había excitado. Por suerte, había conseguido disimularlo. Aquella niña era muy pequeña para él.

Cuando se enteró de que tenía catorce años, decidió que, definitivamente, era muy pequeña para él, así que decidió ignorarla, pero la niña era insistente. Se pasaba a buscarlo a su casilla, se sentaba con él en la cafetería a la hora de comer, se le pegaba al volver a casa andando.

En uno de esos paseos le había hecho sonreír por primera vez desde que sus padres y su hermana habían muerto.

Había bajado tanto la guardia con ella que un día se encontró hablándole de Miley. Era su hermana pequeña, le llevaba seis años y era un incordio. La solía soportar como podía, pero una mañana, tras una noche en vela estudiando para un examen de cálculo, se había hartado y le había dicho que lo dejara en paz.

Unas horas después, en mitad del examen, el director había entrado en su clase con lágrimas en los ojos y le había dicho que lo acompañara.

No había llorado entonces y no lloró cuando se lo contó a Vanessa aunque ella sí lo hizo y por los dos. Sin embargo, al llegar a casa de su abuela aquella noche, se había acostado y notó que el nudo que llevaba seis meses en su pecho se había hecho más grande.

De repente, las lágrimas brotaron de sus ojos a borbotones y, tras un buen rato llorando, se quedó dormido con más facilidad de lo normal.

Se despertó sintiéndose un poquito mejor y desesperadamente enamorado de Nessi.

Intentó convencerse de que le recordaba a su hermana pequeña y que la tenía que tratar como tal, pero en lo más hondo de su corazón sabía que lo que estaba haciendo era esperar a que creciera para casarse con ella.

Las cosas no habían salido como él quería. En los años siguientes, sus padres se divorciaron, su hermana mayor se casó a toda prisa y su padre murió. Aquella combinación de acontecimientos no le benefició lo más mínimo pues Ness se convirtió en una joven a la que los hombres daban miedo.

De hecho, cambiaba de novio como de camisa. Dejaba a todos los que querían algo serio con ella, así que Zac decidió que si él intentaba algo iba a correr la misma suerte.

Tenía que tener paciencia. Al final, Ness terminaría por vencer sus temores y entonces habría una oportunidad para ellos.

Sin embargo, para su frustración, seguía encantada con ser solo su amiga y seguía teniendo novios aquí y allá a los que dejaba en cuanto la sombra del sexo aparecía entre ellos.

Zac había esperado, pero llegó un momento en el que ya no pudo esperar más, así que puso en marcha un plan para romper las barreras. Con un abrazo aquí y una caricia allá consiguió que Ness se fijara en él de otra manera.

Las cosas iban bien. Tan bien que Zac compró una casa y se la enseñó. Vio en sus ojos que le había gustado mucho. Tanto que pocos días después Ness se fue a Nueva York

Entonces, Zac decidió olvidarse de ella y seguir su vida. Había montado una empresa próspera, había conocido a otras mujeres y se había convencido de que lo había superado, de que ya no la quería.

Claro. Ya no la quería. No, qué va.

La noche anterior, Ness lo había besado como él siempre había soñado que hiciera. Besarla y tocarla había sido una experiencia impresionante, pero lo que había sucedido a continuación había sido horrible.

Sus palabras no podrían haber sido más insultantes ni desagradables. Menos mal que Heather había aparecido. Zac le había explicado lo sucedido creyendo que le iba a mandar a paseo, pero para su sorpresa no había sido así.

Heather había insistido en que lo entendía. Era realmente una mujer sorprendente, buena y comprensiva. Lo que más le había gustado había sido ver la cara de Ness cuando le había visto alejarse de la mano de Heather.

Pero aquella satisfacción le había durado poco.

Zac, mirando por la ventana, se dijo que tenía que dejar de creer que en la vida se podía tener todo. Él mejor que nadie debía saberlo. Había accidentes de tráfico, la gente moría y no se podía hacer que una mujer lo amara a uno por mucho que él la quisiera.

Se sentó en su butaca y se dijo que ya iba siendo hora de que se enfrentara a la realidad. Ness no lo iba a amar jamás.

Sonó el teléfono.

Marilyn: Vanessa Hudgens por la línea tres -le dijo su secretaria-. ¿Se la paso?

«Ya encontrarás a otra mujer», recordó.

Zac: No, dígale que estoy ocupado.

Colgó y se puso a mirar el informe que le había pasado Charlie. Las cifras le parecían adecuadas. Leo había hecho un buen trabajo y su socio, también.

Volvió a sonar el teléfono.

Marilyn: Lo siento, pero la señorita Hudgens ha dejado un mensaje. Ha dicho que tiene que hablar con usted y que se reúna con ella en el restaurante de enfrente a la hora de comer. Ha dicho que estará esperándolo.

¿Qué diablos querría?

Zac: Llámela y dígale que no puedo ir. No, déjelo, ya la llamo yo.

Tras colgar, se quedó mirando el trofeo que tenía sobre la mesa. Marcó un número y esperó a que contestaran mientras le sacaba brillo.

**: ¿Sí?

Zac: Hola, Heather, ¿me podrías hacer un favor?

Ness estaba sentada en una mesa del restaurante con un refresco. No paraba de mirar la hora.

Eran casi las doce y media y ella llevaba allí desde las once y media.

¿Dónde se habría metido Zac?

No podía dejarla plantada. Necesitaba hablar con él, saber qué había pasado en la tienda. Aquél beso la había removido hasta los cimientos y, para colmo, el comportamiento de Zac había sido imprevisible. Se había enfadado y la había acusado de... ¿de qué exactamente? No lo sabía, pero lo que sí sabía era que eran amigos y que no quería que aquello cambiara. Si las cosas cambiaban, la nueva situación sería impredecible y, por lo tanto, le daba miedo.

Zac había sido la única constante en su vida durante los últimos diez años, el claro al que se había agarrado cuando el mundo se le había caído encima. No quería que aquello cambiara y aun así... aun así...

No podía dejar de recordar cómo la había besado. ¡Y cómo la había tocado! Ojala hubiera podido hablar con él, pero no había podido ser porque había aparecido Heather y le había importado un bledo que su prometido se hubiera estado besando con otra mujer.

Por supuesto, había llorado e hipado durante un buen rato, pero Zac se había asegurado de consolarla y de prometerle que no volvería a ocurrir.

Ness había sentido deseos de gritarle que era tonto. ¿No se daba cuenta de que Heather solo quería su dinero? ¿No se había dado cuenta de la facilidad con la que había dejado de llorar cuando le había dicho que Ness no significaba nada para él, que solo era como su hermana pequeña, su amiga?

Ness frunció el ceño. Ella se había dicho lo mismo a sí misma muchas veces. ¿Por qué, entonces, oírlo de labios de Zac le había hecho tanto daño? Se sentía traicionada, como si Zac le hubiera clavado una daga en el corazón.

Se había intentando convencer de que todo era fruto de la preocupación que sentía por su amigo, pero no era cierto. Algo había cambiado entre ellos.

Lo que sentía por él era diferente. Estaba hecha un lío y necesitaba hablar con él. Necesitaba saber, preguntarle si él también sentía algo.

**: ¿Esperas a alguien?

Ness levantó la cabeza y vio horrorizada quién era.

¡Heather! Llevaba un pantalón dorado, una chaqueta de generoso escote y un collar de diamantes. Estaba increíble.

Heather: ¿Te importa que me siente? -le dijo haciéndolo-.

Ness: Eh, la verdad es que estoy esperando... a alguien.

Heather: Sí, lo sé. Zac me ha llamado para contarme que has suplicado verlo. Tiene una reunión y no ha podido venir, así que me ha enviado a mí -dijo llamando al camarero-. Pizza tailandesa de pollo, ensalada y té con hielo -pidió-.

Ness: Yo solo una limonada.

Saber que Zac le había contado a Heather lo de su llamada le había quitado el hambre. De hecho, sentía náuseas.

Ness: Gracias por venir a decírmelo -dijo dejando un billete sobre la mesa-. Esto es para la limonada...

Heather: No huyas. Quiero hablar contigo.

Ness: ¿De qué?

Heather: No te hagas la inocente -dijo encendiéndose un cigarrillo a pesar de que estaba prohibido fumar allí-. Quiero saber qué te propones.

Ness se quedó mirando el vaso de limonada.

Ness: No sé a qué te refieres.

Heather se acodó en la mesa y se echó hacia delante.

Heather: Mira, a mí no me engañas. Lo deseas, ¿verdad? Anoche, querías acostarte con él, ¿eh?

Ness: ¡No! -contestó enrojeciendo-.

Heather: Venga, por favor. ¿Te crees que no se ver a una mujer en celo cuando la tengo delante? No se te puede notar más.

Ness tragó limonada.

Ness: Te equivocas.

Heather: Nunca me equivoco a la hora de valorar a mis competidoras aunque lo cierto es que tú has sido más una ayuda que un obstáculo, ¿sabes? Zac se siente tan culpable por lo de anoche que mira lo que me ha regalado -dijo tocándose el collar de brillantes-. Por mí, cuando quieras compartir cama con él puedes hacerlo.

Ness hizo una bola con la servilleta. Aquella actriz era la peor persona que había conocido en su vida. Zac se merecía a alguien mucho mejor, a alguien que lo quisiera, lo entendiera y lo cuidara...

Ness: Hay algo que deberías saber -dijo esperando a que el camarero dejara la comida de Heather-.

No se le ocurría nada, pero debía hacer algo para que aquella rubia peligrosa no le arruinara la vida a su amigo.

Heather: ¿Me decías que me tenías que decir algo?

Ness: Sí, eh... Zac ronca -improvisó-.

Heather: Estupendo, la excusa perfecta para tener habitaciones separadas -sonrió-.

Ness: Eso no es todo -añadió-. ¡Le encanta vestirse con ropa femenina!

Heather: ¿Y? -bostezó-.

Ness: Y nada, pero supongo que habrá gente a la que no le parezca bien.

Heather: A mí no me parece ni bien ni mal, pero soy actriz y estoy acostumbrada a tratar con todo tipo de excentricidades.

Ness: Me alegro, pero... hay otra cosa.

Heather: ¿Qué?

Ness: Es... es eyaculador precoz.

Por primera vez, Heather pareció preocuparse.

Heather: Bueno, ya me las apañaré... quiero decir, conmigo no ha tenido ese problema.

Ness: ¿Qué quieres decir? Zac me había dicho que vosotros no...

Heather: ¿Te ha dicho eso? Es tan chapado a la antigua que lo habrá hecho para hacerme parecer una santa, pero la verdad es que llevamos un mes acostándonos y es un genio en la cama.

Ness sintió más náuseas. Se habían acostado. Sintió ganas de llorar.

Heather se rió.

Heather: Incluso se creyó que era virgen. Así conseguí que me pidiera que me casara con él.

Ness dejó de tener ganas de llorar y pasó a desear arañarle la cara a Heather y a dejarla calva.

Ness: Entonces, espero que no te importe saber...

Heather enarcó las cejas.

Heather: No te pongas más en ridículo, por favor. Si Zac quiere tener a una fresca por ahí, yo no voy a decir nada.

¡Una fresca! Ness agarró el vaso de limonada con fuerza y estuvo a punto de tirárselo a Heather a la cara.

Heather: Mira, Vanessa, ¿por qué no nos dejamos de tonterías? ¿Por qué no admites de una vez que quieres quedarte con Zac?

Ness: Porque no es cierto.

Heather: Por mí, puedes seguir mintiendo, me da igual. Además, aunque una vez le gustaste, de eso ya hace mucho.

Ness: ¿Le gustaba yo?

Heather: No me digas que no lo sabías, pero ahora ya es agua pasada. Ahora, me quiere a mí. Aunque le digas que estás enamorada de él no podrás hacer nada.

¿Enamorada de él? Ella no estaba enamorada de Zac.

Ness: Zac y yo solo somos amigos.

Heather: Sí, claro. Venga, hombre, admítelo. Admite que estás enamorada de él.

Ness miró a la rubia. No podía hablar. Recordó las palabras de Zac, tan parecidas a las de Heather.

«Admítelo. Por una vez en tu vida, admite la verdad».

Ness sintió pánico.

*: Perdone -dijo una voz masculina-.

Ness levantó la mirada y se encontró con un hombre moreno que, por supuesto, no la miraba a ella sino a Heather.

La rubia estaba pálida como la pared. Ness nunca la había visto así.

*: ¿Podría acompañarme, señorita Lovelace? Tenemos que hablar.

Heather: No, estoy ocupada.

*: Sabe que tiene que hablar conmigo aunque no tengo ningún inconveniente en hablar delante de su amiga si lo prefiere.

Heather estaba aterrorizada.

A pesar de lo mucho que la odiaba, Ness sintió pena.

Ness: Por favor, váyase o llamo al encargado -le dijo al hombre-.

Él la miró con ojos fríos como el acero.

*: ¿Heather?

La rubia consiguió sonreír.

Heather: Lo siento, Vanessa, pero tendremos que seguir hablando en otro momento.

Ness observó con el ceño fruncido cómo Heather se iba con aquel desconocido. ¿Quién sería? ¿Y por qué estaba tan enfadado?

Ness se levantó y miró por la ventana. Vio al hombre haciendo gestos y gritando. Salió con cuidado y se acercó a ellos. Se escondió detrás de una palmera y decidió que, si el hombre le hacía algo a Heather, se pondría a gritar.

Heather: ¿Por qué no te metes en tus asuntos? -le dijo al hombre-.

Ness se sorprendió. Nunca había oído a Heather hablar con tanta pasión.

*: Es asunto mío. Esto podría afectar a tu trabajo.

Heather: ¿Solo te importa mi trabajo?

*: Vas a tener que tener cuidado con el embarazo. Hablaré con el director -dijo el hombre-.

Heather: Solo estoy de un mes, idiota. No afectará a mi trabajo hasta dentro de varios meses.

Ness se quedó de piedra. ¿Heather estaba embarazada?




¡Hala! ¡Venga! ¡La rubia embarazada! ¡No fastidies! ¡Lo que faltaba!
Zac, ¡existen los anticonceptivos! Pero pobrecito, ¡cómo lo va a saber si es tonto del culo!
¿Y ahora qué pasará? =S

¡Gracias por los coments!
A ver si comentáis un poquito más en este ^_^
¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

COOOMOOOO???
DE QUIEN ESTA EMBARAZDA? ESPERO QUE DE ZAC NOOO!!!

ME ENCANTO EL CAPI, Y POBRE NES...


SUBE PRONTO.

LaLii AleXaNDra dijo...

Nooooo, lo que faltaba, ahora se lo van acolar a Zac :s
siguela, este capítulo estuvo triste

Unknown dijo...

Terminé mis exámenes siiiiiiiiiiiii!! Hoy es mi único día libre, mañana otra vez al vuelo y estudiar mucho :P

Ok, lo del embarazo me sorprendioo!!! :O Que ella lo haya perdonado, obviamente no jaja, era obvio!
Me encantó el capi, sube pronto :D

Lau B. dijo...

Yo de verdad no creo que sea de Zac...
es mas diria que estoy segura pero prefiero examinar las distintas posibilidades.
En cuanto a Ness cuando vi que era Heather quien habia aparecido pense "Yo me habria largado enseguida" pero me alegro de que no lo haya hecho... Por Qué? por dos razones:
la 1ra porque por fin Vanessa se dio cuenta de la verdad. Esta enamoradisima de Zac. Necesitaba que alguien se lo dijera y la Bruja lo hizo. Asi que gracias Heather
y la 2da porque ese embarazo, para mi, es el arma que tanto a buscado Ness para aplastar a la prometida de Zac (a la vibora venenosa, ponsoñoza y traicionera)
Con respecto al tarado de Zac (que amare hasta la muerta a pesar de su falta de sentido comun y extrema inocencia) me parece que con todos sus recuerdos en este capi me ha puesto nostalgica... esa es mi reaccion a este capitulo y el cual undira cincuenta mil veces
Ya quiero saber como termina toda esta historia! y sobre todo quiero ver la reaccion de Zac al conocer la verdad y como hechan a la mentiros de Heather de sus vidad!
Bye
Xx

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