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miércoles, 12 de junio de 2013

Capítulo 8


Tiffany Hudgens había conocido a David Evans en un club de jardinería justo después de divorciarse del padre de Ness. Se habían casado unos años después y se habían ido a vivir a casa de él.

Se trataba de un edificio de los años setenta en el que todo era verde. A Ness nunca le habían gustado ni él ni su casa... hasta aquella noche.

David: El aguacate me está dando problemas -comentó con su voz nasal-. Los hongos anthracnose se lo están comiendo vivo, así que le di pesticida y le fue bien, pero le han salido unas manchas marrones en las hojas que me tienen preocupado -añadió mirando a Heather-. Me temo que son hongos cercospera. Son horribles de quitar. Solo se puede hacer con cobre, pero claro...

David, que tenía cierta tonalidad verde de comer tantos aguacates, llevaba una camisa hawaiana y unos pantalones cortos color aceituna. Apenas había probado la enchilada de pollo pues estaba demasiado ocupado poniendo a Heather al día sobre las diferentes clases de hongos que atacaban a los aguacates.

La rubia, con una sonrisa forzada desde hacía un buen rato, estaba anonadada.

Ness no entendía por qué su madre se había casado con David. Lo cierto era que no sabía qué había podido ver en un hombre tan normal después de haber estado casada con su padre, que era mucho más dinámico.

Sin embargo, aquella noche, por primera vez Ness sintió cierto aprecio por él. Es más, cuando vio que a Heather se le cerraban los ojos sintió ganas de abrazarlo.

A su madre también. Tiffany, vestida con unos pantalones de poliéster beige tan feos como los que tenía su hermana Anne, no se había dejado engañar por el vestidito de margaritas y el bolsito de paja de Heather.

De hecho, le había ido haciendo preguntas cada vez más personales. Su instinto le había hecho ver que Heather no era lo que quería hacer creer. Era patente que no le gustaba aquella chica.

Ness estaba encantada. La noche iba sobre ruedas. Heather parecía inquieta y parecía querer irse. Ness estaba convencida de que no lo hacía por Zac.

Zac... Ness lo miró. Estaba relajado, pero aquello no había impedido que hubiera hecho incisos graciosos cada vez que Tiffany había atacado a Heather.

Ness no podía dejar de mirarlo. Llevaba toda la noche ayudando a su prometida y en más de una ocasión Ness había sentido ganas de meterle la servilleta en la boca.

Se tuvo que conformar con pensar que no había conseguido engañar a su madre. Y así era. Tiffany había dejado que David hablara de sus aguacates durante un buen rato, pero ya se estaba hartando.

Tiff: Así que os casáis en tres días, ¿eh? -intervino-. ¿Y por qué tantas prisas? ¿Estás embarazada? -le espetó-.

Zac: Solo enamorados -contestó sonriendo a la rubia-.

Tiff: Me han contado que las actrices os tenéis que acostar con mucha gente para conseguir papeles en las películas, ¿no?

Ness miró a Heather y la vio apretar el tenedor con fuerza. Esperó.

Zac: Esas cosas ya no pasan, Tiffany. Hoy en día, con eso del acoso sexual es imposible. Solo se consiguen papeles por tener talento y trabajando duro.

Tiff: Ya -dijo fastidiada porque el mundo del cine no fuera el amasijo de historias sexuales que ella creía-. Pero, aun así, hay que estar dispuesta a desnudarse ante las cámaras para que te contraten, ¿no?

Zac estuvo a punto de atragantarse con los frijoles.

Zac: Casi todas las actrices tienen principios morales muy fuertes y, además, participan en actos benéficos. Heather, por ejemplo, ha ayudado a organizar la carrera de patines en la que participó Ness ayer.

Tiff: Vanessa no me había comentado nada de que fuera a competir en una carrera -dijo mirando a su hija-. ¿Y para qué era dices? -añadió mirando a Heather con recelo-.

Heather: Para la Sociedad para la preservación de la rata de árbol de Hollywood.

Tiffany se quedó con la boca abierta.

Tiff: ¿Pides dinero para salvar ratas?

Heather: Es una especie en vías de extinción -sonrió-.

Tiff: Cualquiera lo diría -apuntó sirviéndose maíz-.

Heather tomó aire. A Ness le pareció que miraba a su madre con desprecio.

David: Yo he tenido que llamar a una empresa para que viniera a matar las que había en el jardín -intervino sin darse cuenta de la tensión-. Se estaban comiendo mis aguacates.

Heather: Espero que tuvieran cuidado de que no fueran ratas de árbol de Hollywood -le advirtió-.

David: ¿En qué se diferencia una rata de árbol de Hollywood de una normal?

Heather: La primera es rubia, delgada y elegante -contestó comiendo ensalada-. Es muy superior a la rata normal y corriente.

Tiffany torció la nariz y se revolvió en la silla.

Tiff: A mí me parece un roedor inútil. Seguro que se aparean unos con otros de forma descontrolada.

Heather apretó el cuchillo hasta que se le pusieron los nudillos blancos. A continuación, dejó los cubiertos muy despacio sobre la mesa y miró a Tiffany a los ojos. La madre de Ness, visiblemente buscando pelea, dejó la cuchara con la que se estaba sirviendo y le devolvió la mirada.

A Ness le parecía ver la bandera roja. Tomó un nacho y observó. Heather abrió la boca.

Zac: Tiffany -dijo amablemente-, ¿sabes que Heather, Ness y yo llevamos a los niños de Anne al laberinto? Se lo pasaron en grande.

Tiff: Sí, su madre me comentó algo -contestó desviando su atención hacia él-.

Zac: Heather y yo también nos los pasamos muy bien -continuó-. Sobre todo, Heather. Ella, Justin y Kate le cayeron de maravilla.

Ness se dio cuenta de que la rubia se quedaba estupefacta, pero cuando su madre volvió a mirarla ya había recobrado la expresión normal.

Tiff: Son unos niños fantásticos -apuntó-.

Zac: Heather dice que son muy guapos -anotó-.

Para horror de Ness, la expresión de su madre se dulcificó.

Tiff: ¿Verdad que sí?

Zac: Claro que sí -insistió sirviéndose salsa sobre la enchilada-. Además de guapos, Heather dice que tienen algo difícil de ver, algo único.

Tiffany hinchó el pecho como un pavo real.

Tiff: A mí siempre me han parecido especiales. Anne y yo lo hemos hablado muchas veces.

Zac: Heather me ha preguntado si tu hija se ha planteado alguna vez hacerlos modelos -dijo probando la enchilada-. Se gana mucho dinero, ¿sabes?

Tiff: Oh, no, no. Tienen que tener una infancia normal -contestó visiblemente halagada-.

Zac: Tienes razón. Te quería pedir un favor hablando de los niños. Heather quería que Ella fuera dama de honor y Justin llevara las arras. Kate va a llevar las flores, ¿sabes? Lo cierto es que Anne nos ha dicho que los dos mayores no porque los tres juntos a lo mejor dan problemas.

Tiff: ¡Mis nietos nunca dan problemas! -exclamó olvidando las tres ventanas rotas, el cisne de piedra decapitado del jardín y la dentadura postiza de David que encontraron por ahí enterrada-.

Zac: ¿Te importaría hablar con Anne?

Tiff: Por supuesto que no -contestó encantada-.

Ness se echó hacia atrás en la silla. Estaba segura de que Heather había estado a punto de estallar. Si Zac no se hubiera metido...

Lo miró y se encontró con que él también la estaba mirando. Y estaba sonriendo. Al darse cuenta de que lo estaba mirando, la sonrisa se esfumó y Zac volvió la atención a Tiffany, que le estaba contando a Heather que Ella había ganado el concurso de poesía, Justin el campeonato de baloncesto y Kate había sido la protagonista del último ballet.

¿Por qué parecía Zac enfadado? La había mirado como diciéndole «sé perfectamente lo que estás pensando».

Lo que más rabia le daba era que normalmente solía saberlo. Pero aquella vez era diferente. Era imposible que lo supiera. Si sospechara que estaba intentando romper su compromiso, se pondría como una fiera.

Seguía pensando que era perfecta. Cuando la había llamado desde Washington durante su viaje se lo había dejado bien claro.

Zac: Heather nunca se queja por nada -le había dicho la primera noche-, así que quiero que, si algo va mal, me lo digas.

¿Si algo iba mal? Todo iba mal. Tenía que hacérselo ver y lo había intentado, pero a la mínima crítica Zac se lanzaba a ensalzar las virtudes de la rubia, algo que Ness no podía soportar, así que terminaba cambiando de tema.

Entonces, hablaban con soltura durante horas de hecho.

Si no hubiera sido por la sombra de su boda, Ness habría disfrutado mucho más de aquellas conversaciones. Le resultaba mucho más fácil hablar con él por teléfono que cara a cara.

Cuando lo tenía delante se ponía nerviosa. A veces, tras colgar, se tumbaba en la cama y deseaba que las cosas entre ellos fueran siempre así, que todo volviera a ser como cuando estaban en el colegio...

Se sirvió azúcar en el té y miró a Zac mientras lo revolvía. Las cosas nunca volverían a ser igual si Heather no desaparecía. No iba a ser fácil porque Zac la tenía en un pedestal. Tenía que ver con sus propios ojos lo equivocado que estaba.

Ness: ¿No quieres enchilada, Heather? -preguntó amablemente-.

Heather: No, gracias.

Tal y como Ness había esperado, Tiffany miró el plato de Heather.

Tiff: ¿Solo vas a comer eso? No serás anoréxica, ¿no?

Heather: No, nada de eso, lo que pasa es que voy a hacer un anuncio y el director me ha dicho que tengo que perder un par de kilos.

Tiff: No me parece bien que las jóvenes comáis tan poco -insistió en tono maternal. Aquella no era en absoluto la reacción que Ness quería-. No es sano. ¿No te ha hablado tu madre de los efectos de no comer bien? -continuó-.

Zac le pasó el brazo por los hombros a su prometida.

Zac: No tuvo tiempo de enseñarle casi nada porque murió cuando Heather tenía doce años -dijo en tono solemne-.

Todos callaron. Incluso Tiffany.

Tiff: Cuánto lo siento -eligió por fin-. Debió de ser difícil para tu padre y para ti.

Zac: Su padre también murió. Heather quedó muy afectada, ¿verdad, cariño?

La aludida bajó la mirada y asintió.

Tiff: ¿Cómo murieron?

Zac: En un accidente de coche -le explicó-. Volvían de la costa este de donar médula ósea para la investigación de cáncer y un toro que padecía la enfermedad de las vacas locas los embistió. Los dos salieron del coche para intentar apaciguar al pobre animal y terminaron muriendo corneados.

Ness frunció el ceño.

Ness: ¿Pero la enfermedad de las vacas locas no era solo en Europa?

Tiff: ¡Vanessa! -la increpó-. ¿Estás diciendo que Heather se ha inventado una cosa así?

Ness: No, solo estaba haciendo una pregunta... -contestó viendo que la miraban como si la que sufriera la enfermedad fuera ella-. Lo siento, Heather. No ha sido mi intención poner en duda tu historia.

David: ¿Quieres un poco de guacamole? -le preguntó a Heather con lágrimas en los ojos-.

Heather: Gracias -contestó sirviéndose media cucharada-.

Tiff: ¡Pobrecita mía! -exclamó al borde de las lágrimas también-. ¿Y qué hiciste?

Zac: Se fue a vivir con sus abuelos.

Tiffany le tomó la mano a Heather.

Tiff: Menos mal que los tenías a ellos.

Heather: Sí, les estoy muy agradecida -murmuró-.

Zac: Hicieron todo lo que estaba en su mano... a pesar de que eran inválidos -apuntó-.

Tiff: ¡Inválidos! -exclamó-. ¿Pero y quién cuidaba de ellos?

Zac: Heather.

Heather: Era lo mínimo que podía hacer -explicó-. Sino hubiera sido por ellos, me habría criado en un orfanato. A veces, sin embargo, resultaba difícil porque tenía que cuidarlos, ir al colegio y trabajar por las noches...

Tiff: ¿Trabajabas por las noches? Pero si eras muy pequeña...

Heather: Sí, pero necesitábamos el dinero. Además, como siempre he parecido mayor de lo que soy, me dieron trabajo en el Big Boy's. No me importaba llevar ropa de segunda mano y comer pasta todas las noches con tal de estar con mis abuelos.

David tomó aire.

David: Te voy a poner en una bolsa unos cuantos aguacates para que te los lleves a casa.

Tiff: Eres la chica más valiente que he conocido en mi vida. Zac, tienes que cuidarla bien. Se lo merece después de todo lo que ha pasado.

«Lo que se merece es un Oscar», pensó Ness.

David y su madre se habían tragado su historia como dos tontos. Ness estaba dispuesta a apostarse el cuello a que Heather se lo había inventado todo, pero también sabía que nadie la creería... a menos que tuviera pruebas.

Zac: No te preocupes, la voy a tratar como a una princesa -sonrió mirando con cara de bobalicón a su prometida-.

Ness se preguntó como un hombre de negocios tan inteligente podía ser tan bobo. Y pensar que Ness siempre lo había tenido por una persona lista. Al fin y al cabo, siempre había tenido buena vista para la gente, por lo menos con sus novios.

Había tardado dos minutos en descubrir que Drake era un gallito posesivo, Tod un enclenque dependiente y Steve un aburrido egocéntrico. ¿Por qué le costaba tanto entonces ver cómo era Heather en realidad?

Ness mojó un nacho en la salsa picante mientras su madre se sonaba la nariz.

Tiff: Supongo que eso de ser actriz no está tan mal, pero de todas formas no te queda mucho, claro, porque una vez casada dejarás de trabajar, ¿verdad? El matrimonio y los niños son lo más maravilloso del mundo... aunque algunas no opinen lo mismo. -Ness sintió que su madre la miraba-. Si Vanessa se casara... -continuó-. Lo malo es que parece encantada con la vida vacía que lleva...

Ness: Mamá...

Tiff: Y salta de novio y en novio...

Ness: Mamá...

Tiff: ¿Qué pasó con el último, por cierto, aquel que trajiste en Navidad? ¿Cómo se llamaba? ¿Jake Ryan? ¿Qué tenía de malo ese chico?

Que la presionaba para casarse, eso era lo que tenía de malo. Ness sospechaba que lo que quería era conseguir la nacionalidad, pero no dijo nada.

Ness: Mamá, ya te he dicho que antes de casarme quiero tener afianzada mi profesión.

Tiff: ¡Profesión! ¿Qué profesión? Te pasaste tres años en la universidad para nada. Si hubieras terminado, tendrías una licenciatura.

A Ness le estaba empezando a doler la cabeza. Adoraba a su madre, pero la odiaba cuando cuestionaba su vida. Era cierto que no sabía muy bien por dónde tirar, pero estaba intentando resolverlo, que ya era algo.

Zac: Yo tengo muy claro lo que va a hacer Ness -intervino-. Va a ser diseñadora de moda.

Todos lo miraron, incluida Ness, con la boca abierta.

Tiff: ¿Diseñadora? Pero si Vanessa tiene un gusto pésimo vistiendo -añadió limpiándose una miga que le había caído sobre la blusa de flores moradas y amarillas-.

Zac: Tiene talento -sentenció-. No hay razón para que no pueda retomar los estudios en la universidad. Tengo un amigo en el instituto de diseño. Si quieres, lo llamo mañana mismo, Nessi.

Tiff: Haría mucho mejor en casarse y tener hijos -protestó-. Toda mujer necesita un hombre...

Zac: Sí, pero es importante encontrar al adecuado. A mí me ha llevado tiempo encontrar a la persona perfecta, pero ahora tengo a Heather y ha merecido la pena. Es mejor esperar que conformarse con cualquier cosa, ¿no crees, Tiffany?

Tiffany miró a David, que estaba terminándose el guacamole y sonrió feliz.

Tiff: Sí. Mira lo que me pasó a mí. El primer matrimonio a la basura por haberme precipitado...

Ness: Mamá, hay tarta de fresa de postre, ¿verdad? Voy a buscarla.

Una vez en la cocina, Ness se apoyó en la nevera y cerró los ojos. Quería irse del salón para no escuchar cómo hablaba su madre de su padre, pero sobre todo para pensar en lo que Zac había dicho.

¡Diseñadora de moda! Por supuesto, eso era exactamente lo que quería hacer. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Era obvio, pero no se le había ocurrido hasta que no lo había oído de labios de Zac.

Zac... ¿Cómo lo había sabido? A veces, Ness pensaba que la conocía mejor él que ella misma. Lo había echado de menos aquellos dos años, más de lo que se había dado cuenta entonces.

En Nueva York y en Europa lo había echado mucho de menos y cuando lo había vuelto a ver algo dentro de ella había explotado de felicidad porque Zac era su mejor amigo. No, no solo eso. Era... era...

En ese momento, se abrió la puerta de la cocina y entró Heather.

Heather: He venido a ayudarte con los cubiertos... Era la única manera de librarme de esa arpía.

Ness fue a contestarle, pero se mordió la lengua. Aquella era la oportunidad que había estado esperando.

Ness: Siento mucho lo de tus padres -dijo metiéndose las manos en los bolsillos-. Debe de ser horrible morir corneado por un toro con la enfermedad de las vacas locas.

Heather: Una historia muy buena, ¿verdad? -rió-

Ness: ¿Cómo? -dijo fingiendo inocencia-.

Heather: No te lo habrás creído, ¿no? Todo eso de los abuelos inválidos y el orfanato. Madre mía, pero mira que sois todos tontos. Le conté eso a Zac para darle pena y surtió efecto. Él también se lo creyó.

Ness se tuvo que contener para no abofetearla.

Ness: ¿Te importa lo más mínimo Zac? ¿Sientes algo por él?

Heather: Por favor, no me vengas con actuaciones a mí. No te pongas ahora en plan indignada. Está muy claro que tú también quieres su dinero.

Ness: ¡Eso no es cierto! ¡A mí me importa él!

Heather: Ya, claro. ¿Pretendes que me crea que estás haciendo todo esto porque lo quieres?

Ness: Claro que lo quiero aunque no como tú crees. Es mi mejor amigo y quiero que sea feliz.

Heather: ¿Me tengo que creer que lo único que te interesa de Zac, que es rico, sexy y guapo es su amistad? Anda ya.

Ness se quedó mirándola fijamente.

Ness: Está claro que no tienes ni idea de lo que es la amistad.

Heather: Lo que está claro es que tú no tienes ni idea de sexo.

Pi, pi, pi.

Heather: ¿Qué es eso? -preguntó confusa-.

Ness: Una grabadora -contestó sacándose del bolsillo el aparato que había comprado aquella mañana-.

Heather: ¿Una grabadora? -repitió desconcertada-.

Ness disfrutó de aquel momento.

Ness: A Zac le va a encantar oír esto -dijo triunfante dándole al play-.

Hubo unos segundos de silencio, luego un clic y... dos voces que no se entendía lo que decían.

Ness se quedó mirando horrorizada la grabadora.

Heather se puso a reír.

Heather: Sí, desde luego a Zac le va a encantar oír eso. ¿Ni te has molestado en comprobar que funcionaba antes de grabar? -se burló agarrando los cubiertos y yendo hacia la puerta-. Obviamente, no tienes cabeza suficiente para que un hombre como Zac se interese en ti.

Ness apretó los puños y los dientes. Había creído odiar a Amber Adams y a David, pero se dio cuenta de que no había sabido lo que era el odio de verdad hasta que había conocido a Heather Lovelace.

Furiosa, tomó la tarta y fue al comedor.

El resto de la velada apenas habló. Solo podía pensar en una cosa: estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para parar a la rubia.

Cualquier cosa.




Heather, ¡eres mí idola! Eres la única inteligente XD. Los otros son todos tontos. Vanessa ha sido muy tonta en no comprobar que la grabadora funcionara pero Zac se lleva la palma por creerse semejante historia. A estas alturas es más que obvio que Heather es una gran actriz y Zac es un grandísimo idiota XD.

Esperemos a ver ahora qué es esa "cualquier cosa" que está dispuesta a hacer Ness. Hasta ahora le ha salido todo al revés XD. Así que no sé que esperar ahora XD.

¡Gracias por los coments!
Aunque solo han sido dos ¬_¬
Ya sé que el capi era corto, pero espero que este haya estado a la altura. ¡Seguro que sí!
Comentad mucho que el siguiente os va a encantar.

¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

COMOOOOOOOOOOOOOOO? NO PUEDE SER TAN MALA LA MUJER PLASTICA! COMO VA A INVENTAR ESO? ES UNA MALDITA PERRA!!


Y ZAC ES DE VERDAD DEMASIADO TONTO EH, COMO NO SE VA A DAR CUENTAA? QUE GANAS DE MATARLO QUE TENGO.
NESS ES SU VERDADERO AMOR Y SE VA CON LA PLASTICA!

Y POBRE NESS.. OTRO INTENTO QUE LE SALE MAL,PARA LA PROXIMA ESPERO QUE PUEDA.. PERO DEBERIA SEDUCIR A ZAC, YA QUE ZAC ESTA ENAMORADO DE NESSA.

Unknown dijo...


ME HA ENCANTADO EL CAPI, PERO ME EH ENOJADO TAMBIEN.

SUBE PRONTO PORFAA!

Lau B. dijo...

EN SERIO????
Fueron a donar médula osea y fuero cuerneados por un toro con una enfermedad Europea! Si claro!! y luego se despertó... -.-
NO PUEDO CREER QUE SE HAYAN COMIDO ESE CUENTO!
me empieza a parecer inverosímil...
lo que Ness tiene que hacer es hacer que Zac este a solas con ella y decirle lo que siente... si DECIRLE en vez de quedarse en el "Era... Era..." las mayores posibilidades que ella a tenido ha sido cuando esta a solas con el, siempre terminan mirandose profundamente o a punto del beso... esta mas que claro que hay que hacer...
PS: no me sorprendió para nada que le pasara lo de la grabadora... la estupides de ellos me parece TAN grande que... OMG! En serio cuerneados?? abuelos invalidos?? PLEASEEEEEE!
Publica pronto!
Bye
Xx

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