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lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 3


Vanessa estaba sentada en el restaurante del oeste de Los Ángeles observando a la pareja que se reía enfrente de ella. Parecían exultantes de felicidad.

De hecho, Zac tenía un brillo en los ojos que jamás le había visto y Heather estaba radiante. Ness nunca había visto a una mujer más radiante que ella.

Ness miró la carta e intentó controlar el sentimiento de antipatía que le producía aquella chica. Hasta el momento, no había visto nada en aquella rubia que justificara que Zac se hubiera enamorado de ella.

Aparte de su preciosa cara y su estupenda figura, claro, pero Heather tenía que tener algo más porque Zac no era de esos hombres que solo buscaran una fachada bonita.

Ness miró a su amigo, que estaba llamando al camarero. Al escucharlo pedir la cena, tuvo la sensación de que había cambiado mucho y no solo por fuera.

Ness: ¿Qué te ha pasado, Zac? -le preguntó con curiosidad cuando el camarero se hubo ido-. Antes, pedías carne con patatas y ahora gambas en salsa picante. Ahora pareces un modelo de portada de revista. Llevas un traje de Armani, ¿no?

Zac: Lo que me ha pasado ha sido Heather -contestó sonriendo a su novia-. Me ha convencido para que pruebe comida nueva, para que me corte el pelo, me ponga lentillas y me compre ropa nueva. He mejorado, ¿no crees, Nessi?

Ness: A mí me parecía que antes estabas bien -contestó pensando que le resultaba casi un desconocido-.

Heather: La apariencia es extremadamente importante -intervino-. Hay mujeres, sobre todo las mayores, que no se preocupan y así les va. Yo pongo mucho cuidado en mi ropa y mi maquillaje y, por supuesto, vigilo mi peso hasta la última caloría. Merece la pena, ¿no crees, Zac?

El aludido, paseó su mirada por el impresionante cuerpo de su prometida.

Zac: Ya lo creo, cariño.

Heather sonrió encantada.

Ness sintió inmensos deseos de tirarle por la cabeza una tarta de fresa que llevaba el camarero que pasaba en aquellos momentos por su mesa, pero se dijo que Heather no había querido decir que ella fuera mayor y gorda.

Ness: ¿Y cómo os habéis conocido? -preguntó forzando una sonrisa-.

Zac: En la Maratón de RiversWare. A Heather le encanta correr y se apunta a todas las carreras que puede.

Heather: ¿Tú corres, Vanessa?

Ness: Si lo puedo evitar, no -contestó intentando recordar cuándo había tenido lugar aquella carrera-.

Hacía cuatro meses, sí. No era mucho.

Heather: Correr no es para todo el mundo, claro -apuntó-. A mí, además, me gusta probar cosas nuevas de vez en cuando, como patinar en línea. He empezado hace solo unas semanas, pero Zac dice que se me da fenomenal.

Zac: Se le da de maravilla -le aseguró-. Nunca había visto a nadie sobre unos patines con tanta gracia como ella.

Heather sonrió modestamente.

Heather: Patinar en línea es muy fácil. Hasta la persona más torpe podría hacerlo.

Zac: Ness, no -anunció encantado-.

Ness clavó las uñas en la servilleta.

Heather: ¿No? -exclamó horrorizada-.

No, no sabía patinar, pero hubo algo que le impulsó a mentir.

Ness: Sí, claro que sí. Ah, ahí llega la cena -añadió aliviada al ver al camarero-.

Zac: ¿Desde cuándo sabes patinar? -insistió-. Porque recuerdo aquella vez que te llevé y casi te partes la nariz.

Ness: Eso fue hace mucho tiempo. He mejorado -mintió-. Por desgracia, no puedo ir a patinar muy a menudo -añadió cortando un trozo de pollo y mojándolo en la salsa de mango-. La tienda de Anne me quita mucho tiempo.

Heather: Yo también trabajo, pero siempre saco tiempo para hacer ejercicio -apuntó-.

Zac: En la profesión de Heather, es muy importante estar bien -le aclaró-. Es actriz.

Heather: En realidad, solo he aparecido en una película para la televisión llamada «Los vigilantes de la playa. Reunión en California».

Ness: ¿De verdad? -No la había visto, pero sabía de lo que trataba-. Debió de ser divertido -añadió-.

Heather: Sí, lo cierto es que sí. David Hasselhoff en persona me rescató cuando un enorme tiburón blanco atacaba a los nadadores en mitad de un maremoto producido por un instructor de yoga loco que acababa de volar el muelle. No tenía que decir nada, solo gritar muy fuerte. Jim, el director, está editando las escenas finales en estos momentos y me ha dicho que tengo que ir. Por eso estoy en el hotel de enfrente, porque está cerca del lugar de rodaje.

Ness: ¿No vives con Zac?

Zac: Mi casa no le va bien.

Ness saboreó el risotto con piñones y pimientos verdes y se sintió sorprendida a la vez que extrañamente aliviada.

Pensar en Zac viviendo con Heather era horrible. Pensar en Zac acostándose con ella era...

El arroz se le hizo una bola en el estómago.

Ness: ¿Y cuándo la van a poner en televisión? -le preguntó a Heather intentando resultar simpática-.

Heather: Dentro de unos meses. Mi agente me ha dicho que, en cuanto eso suceda, me van a llover las ofertas. Claro que no podré aceptar ninguna.

Ness: ¿Y eso?

Heather: Porque me voy a casar con Zac. Solo quiero ser su esposa, amarlo y apoyarlo en todo. Y, si Dios quiere, le daré hijos, el fruto de nuestro amor eterno.

Ness sonrió creyendo que la rubia estaba de broma, pero dejó de hacerlo cuando vio que Zac no se estaba riendo sino mirando a su prometida con cara de carnero degollado.

Ness: Zac me ha dicho que quieres que te diseñe yo el vestido de novia -dijo para romper el hechizo-.

Heather: Oh, sí. Significaría mucho para nosotros. ¿Podrás hacerlo?

Ness: Por supuesto -contestó automáticamente-. Ven mañana a la tienda de mi hermana y veremos juntas los catálogos.

Heather: Bueno... espero que no te importe... pero lo cierto es que quiero algo único, algo especial a tono con mi personalidad.

«Algo con muchos lazos y encajes. Incluso con un chupachups bordado», pensó Ness malévolamente sin poder evitarlo.

Heather: Uy, tengo que llamar a mi agente a ver si por fin tengo que hacer de amante esposa en un anuncio. Ahora vuelvo, cariño.

Se levantó y fue hacia el vestíbulo del restaurante.

Ness la observó alejarse preguntándose cómo podía andar moviendo tanto las caderas.

Miró a Zac para ver su reacción y, para su sorpresa, no estaba fijándose en las caderas de su prometida sino que la estaba mirando fijamente a ella.

Zac: ¿Qué te parece?

Ness: Es... -se interrumpió pues todos los calificativos que le acudían a la mente eran negativos-. Perfecta -mintió-. Seguro que vais a ser muy felices.

Zac se echó hacia atrás en la silla y permaneció callado un momento.

Zac: Es increíble, ¿verdad? -dijo por fin-. No me puedo creer que me haya dicho que se quiere casar conmigo -suspiró dándole vueltas al café-. ¿Y tú? ¿Estás saliendo con alguien?

Ness: No, ahora no. Estoy muy ocupada con la tienda.

Zac: Ah, sí, la tienda. ¿Te vas a quedar permanentemente?

Ness: No, no creo. Me parece que, de hecho, voy a empezar a buscar otro trabajo en breve.

Zac: ¿Sigues sin saber qué quieres hacer con tu vida?

Vanessa se puso a juguetear con el arroz.

Ness: Sí, la verdad es que nunca lo he sabido y sigo sin saberlo. No como tú, ¿verdad? Tú siempre has sabido lo que querías.

Zac: Sí, así es.

Ness: Has conseguido llegar muy alto.

Zac se encogió de hombros.

Zac: Cuestión de estar en el lugar apropiado en el momento justo.

Ness: Eres demasiado modesto.

Zac: Eso dice Heather -sonrió-. Es una mujer extraordinaria. Soy el hombre más afortunado del mundo, la verdad.

Ness: A mí me parece que la afortunada es ella.

Zac: ¿De verdad? -preguntó echándose hacia delante y mirándola intensamente-.

Ness: Por supuesto. Eres mi amigo.

Zac: Tu mejor amigo, ¿no? -sonrió tendiéndole la mano-.

Ness asintió y la aceptó.

Se quedaron unos segundos así, ambos sonrientes. La mano de Zac era mucho más grande y fuerte que la suya. De repente, sin razón, Ness sintió enormes deseos de llorar.

Zac: ¿Estás bien? -le preguntó apretándole la mano-.

Ness: Sí, sí -contestó controlándose y sonriendo-.

Zac le miró la boca.

Zac: Espero que no te enfades por lo que te voy a decir, pero tienes un trozo de pimiento entre los dientes.

Ness dejó de sonreír al instante e intentó quitárselo con la lengua mientras se preguntaba cuánto tiempo llevaría así.

«Por favor, que Heather no lo haya visto», rogó.

Ness: ¿Ya? -preguntó mostrándole los dientes a Zac-.

Zac: No. Lo tienes muy metido.

Ness: Perdóname un momento -dijo dejando la servilleta sobre la mesa y levantándose-.

Entró en el baño y se miró en el espejo, pero no vio ni rastro del pimiento. Debía de haber conseguido quitárselo por el camino.

Aliviada, se lavó las manos e intentó conciliar sus emociones. Desde que Zac le había dicho que se iba a casar se sentía algo nerviosa. Quizás porque siempre había pensado que era suyo. Su clavo ardiendo, su ancla, su amigo.

Creía que eso jamás cambiaría. Sin embargo, sabía que si se casaba con Heather iba a cambiar absolutamente todo. Nada volvería a ser igual.

Se volvió a lavar las manos intentando no llorar.

Estaba siendo realmente egoísta. Zac y ella iban a seguir siendo amigos y se alegraba por él. Sí, se alegraba por él.

Se sintió un poco más tranquila y se secó las manos mientras repetía en voz baja: «Me alegro por ellos, me alegro por ellos».

Olió humo y arrugó la nariz. Alguien debía de estar fumando en el baño y aquello estaba prohibido.

Ness: Me alegro por ellos -continuó murmurando-.

Oyó una cisterna y cuál sería su sorpresa al ver que era Heather la qué estaba fumando.

Heather: Ah, eres tú. Creí que me habían pillado -añadió abriendo el bolso de noche y sacando el paquete de tabaco-. ¿Quieres?

Ness: No, gracias. Zac debe de haber cambiado mucho porque odia el tabaco... -comentó-.

Heather: No lo sabe y tú no se lo vas a decir, ¿verdad?

Con un cigarrillo en la mano, Heather no parecía tan joven y angelical como antes.

Ness: ¿No lo sabe? -dijo sorprendida-.

Heather: Por supuesto que no. Es tan sano y natural que si se enterara sería capaz de romper el compromiso. No se lo vas a decir, ¿verdad? -insistió-.

Ness: ¿Pero y no se da cuenta de que te huele el aliento?

Heather: Ya tengo cuidado, no te preocupes por eso.

Ness: No me preocupa... Quiero decir, Zac te quiere y no creo que le importe que fumes -sonrió-. Aunque supongo que te pedirá que lo dejes cuando tengáis niños...

Heather: ¡Niños, ja! Odio los niños. No estoy dispuesta a tenerlos. Me arruinarían el cuerpo y la carrera.

Ness: Pero... creí que habías dicho que ibas a dejar de trabajar.

Heather: Tuve que decirle eso a Zac para que me pidiera que me casara con él. Quiere una mujercita que lo adore, pero yo tengo mis planes y ningún hombre va a interferir en ellos.

Ness: ¿Entonces por qué te casas con él?

Heather la miró como si fuera idiota.

Heather: Obviamente, porque es guapísimo, heterosexual y rico. Con cien millones de dólares, me puede financiar una película para mí sola. Así, no tendré que hacer esa porquería de anuncios.

Ness no podía dejar de mirarla.

Ness: Solo tendrá cincuenta cuando le dé la mitad a sus empleados -acertó a decir-.

Heather: ¿Y te crees que le voy a dejar que lo haga? Pero qué ingenua eres. ¿De verdad te has creído mi actuación de la cena? Creí que otra mujer se daría cuenta al instante de que todo era mentira. ¿Y qué vas a hacer? ¿Se lo vas a contar todo a Zac?

Ness: Es mi amigo.

Heather se rió con una risa fuerte y fea.

Heather: No me digas que sois de esos de uno para todos y todos para uno. No sé en qué siglo has nacido, hija. Dile lo que quieras, pero no te va a creer. Está tan enamorado de mí que jamás creerá a otra persona.

Ness: ¿Eso crees?

Heather: Lo sé, guapa -contestó apagando la colilla en el suelo-. No me causes problemas o te arrepentirás.

Heather se echó varias veces un spray de menta en la boca y salió del baño. Ness se quedó mirando la colilla.

Se sentía como en una telenovela.

Como anestesiada, volvió a la mesa y aguantó media hora más viendo a Heather sonreír y apretarse contra Zac como si pensara que era el hombre más maravilloso del mundo. Era fácil creer que estaba completamente enamorada de él.

La escena del baño cada vez le parecía más lejana y surrealista. ¿No lo habría soñado? La rubia la miró de reojo y le dedicó una sonrisa felina.

Ness apretó los labios. ¡No, no lo había soñado! Heather era una mujer egoísta y despiadada. Zac le importaba un pimiento, solo quería su dinero.

Ness miró a su amigo, que estaba embelesado sonriéndole a su prometida. Pobrecillo. ¿Tenía idea de dónde se metía? Obviamente, no. Pobrecillo.

Creía que Heather era perfecta. Se había enamorado de ella. Cuando se enterara de la verdad, se iba a quedar destrozado. No podía soportar imaginárselo sufriendo amargamente.

Recordó cuando Jack Dane la había dejado porque no se quería acostar con él y Zac la había escuchado llorar y despotricar. En realidad, le había dolido más el orgullo que el corazón, pero en cualquier caso lo había pasado mal y él había estado allí para ayudarla.

Siempre había estado allí. Si no hubiera sido por él, jamás habría aprobado el cálculo en el colegio. No se lo daban bien las matemáticas, pero él se las había explicado una y otra vez hasta que había conseguido entenderlas.

También había estado allí cuando sus padres se divorciaron y un año después cuando murió su padre. Había llorado sobre su hombro y Zac la había abrazado con fuerza y le había retirado el pelo de la cara.

Zac era un buen hombre y no se merecía a una arpía como Heather.

En ese momento, se inclinó para decirle algo a su prometida al oído y, como si Heather le hubiera leído el pensamiento a Ness, la miró de reojo de forma burlona.

Ness apretó las mandíbulas hasta que le dolieron.

No podía permitir que Zac arruinara su vida. Era su amigo. Tenía que hacer algo para salvarlo. Zac la necesitaba.

No iba a defraudarlo.




Mira, Ness, yo no le diría nada a Zac, por gilipollas XD ¡Porque hay que serlo para enamorarse de semejante tipa! A parte también hay que estar más ciego que Dora la exploradora XD.

Esperemos a ver que pasa, que esto no ha hecho más que empezar.

¡Gracias por los coments!

Chicas, no os equivoquéis. Zac no ha planeado nada. Es un poco idiota, nada más XD.

¡Comentad!
¡Un besi!


2 comentarios:

Milagros L. dijo...

me encanto el capii
me pregunto si ness quiere se parar a Heather de zac por el hecho de ser el su mejor amigo o por k lo kiere como algo mas
siguela pronto
bye**

Unknown dijo...

WOowww que capitulo!!
Pero pobre Zac ahora.. me da lastima, el piensa que su novia es la mejorrrr.

sube pronto.

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