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jueves, 6 de junio de 2013

Capítulo 4


Ness decidió que lo mejor era hablar con Zac y contarle lo que Heather le había dicho. La rubia era una engreída. ¿De verdad creía que la iba a creer a ella antes que a su amiga de toda la vida?

Por ello, cuando después de cenar, Zac propuso dejar a Heather en el hotel antes de llevarla a ella a casa, Ness se mostró encantada.

Heather: Date prisa en volver. Tengo un regalo para ti, una sorpresita...

La forma en la que la rubia se mojó los labios al decir «sorpresita» hizo que Ness sospechara que no iba a ser nueva.

Probablemente, una vez que le pusiera las manos encima a Zac, su amigo no podría pensar en nada.

Aquello le pareció horrible. Espantoso. Ness no se lo podía quitar de la cabeza. ¿Por qué le molestaba tanto imaginarse a Zac y a Heather en la cama? Al fin y al cabo, eran dos adultos que se iban a casar.

¿No había dicho la malvada Heather que encontraba a Zac de lo más atractivo? Qué raro.

Ness nunca lo había visto así.

Zac: ¿A que Heather es fantástica? -le preguntó rompiendo el silencio-. No me puedo creer que quiera casarse conmigo.

Ness: Yo, sí -apuntó algo sarcástica-.

Zac: ¿Por qué dices eso, Nessi? Antes me has dicho que era perfecta -dijo mirándola de reojo-.

Ness: Nadie es perfecto. Me parece que la palabra que mejor describe a Heather es interesante.

Zac: ¿Interesante? -repitió enarcando las cejas-.Venga, dime lo que piensas de verdad.

Ness: Me encontré con ella en el baño y no me pareció tan simpática -confesó-.

Zac: ¿A qué te refieres?

Ness: No estaba tan dulce.

Zac salió de la autopista y paró el coche.

Zac: Hay una cosa sobre Heather que tienes que entender. Las demás mujeres suelen tomarla con ella porque es muy guapa, pura envidia, pero no te puedes ni imaginar de lo que son capaces. ¡Una incluso intentó convencerme de que solo quería casarse conmigo por mi dinero! Era amiga mía, pero después de aquello no quiero volver a verla. -Ness lo miró fijamente-. Veo que te has quedado tan sorprendida como yo. Sé que Heather puede parecer un poco desconfiada, pero yo ya le había dicho que tú no eres como las demás, que jamás dirías cosas malas sobre ella a sus espaldas.

Ness: No, no, jamás -consiguió decir-.

No se lo podía creer. ¡Heather había conseguido que no pudiera decir nada! Aquella rubia de tonta no tenía nada.

Zac volvió a poner el coche en marcha y Ness decidió que tendría que moverse con cautela.

Ness: ¿Te has llegado a plantear si algo de lo que te han contado pudiera ser verdad?

Zac: Por supuesto que no. Heather puede resultar un poco antipática cuando la conoces, pero es porque, en realidad, es muy tímida.

¿Tímida? ¡Por favor! ¿Por qué todos los hombres se volvían ciegos cuando había un buen cuerpo de por medio?

Ness: ¿Hace cuánto que la conoces? ¿Cuatro meses?

Zac: Llevamos saliendo casi dos meses.

Ness: ¡Dos meses! ¡Pero si eso no es nada!

Zac: Ya sé que no es mucho, pero a mí se me hace como si la conociera de toda la vida.

Ness miró a su amigo y se preguntó si de verdad podía un tipo tan inteligente creerse la estúpida frase que acababa de decir.

Heather lo había pillado y bien. Aquello preocupaba a Ness.

Ness: He visto un artículo sobre ti en el periódico -dijo intentando un enfoque más sutil-.

Zac: ¿El que me ponía entre lunático y santo? Me parece que compartir los beneficios de la empresa me parece lo más justo, es todo. Todo el mundo ha trabajado mucho y se merecen parte de la recompensa. ¿A ti te parezco un loco?

Nss: En absoluto. A mí me parece que eres muy generoso -contestó agarrándose al cinturón de seguridad-. ¿Y a Heather qué le parece?

Zac: A Heather le parece bien todo lo que yo haga. Lo único que me ha pedido es que me espere a que estemos casados para hacerlo porque quiere participar en ello.

Ness dio un respingo. ¿Pasaría a ser dueña de la mitad de la fortuna de Zac una vez casados?

Ness: ¿Os vais a casar en separación de bienes?

Zac: Claro que no -contestó indignado-. Heather me lo ha propuesto, pero yo le he dicho que no. Confío en ella. Jamás le haría algo así.

Ness se mordió la lengua. Heather había entendido rápidamente cómo era Zac y había sabido aprovecharse de ello.

Tenía razón. No iba a creer nada de lo que le dijera.

Sintió una punzada de dolor en el corazón. En el pasado, habría sido al revés. Habría creído cualquier cosa que le hubiera dicho porque confiaba en ella por completo, pero ahora parecía que de la que más se fiaba era de su prometida.

Ness entendía que un hombre debía confiar, por encima de todo el mundo, en su futura esposa, pero no pudo evitar sentir nostalgia del pasado cuando su posición como mejor amiga de Zac había sido incuestionable.

Sentía que le había usurpado el trono.

Al llegar a casa de Ness, Zac aparcó y la acompañó a la puerta.

Ness: Zac... -dijo tras rebuscar en el bolso en busca de las llaves-.

Zac: ¿Sí?

Ness: Heather es...

Zac: ¿Sí?

Ness: Muy atractiva y... espero que no hayas confundido el amor con el sexo.

Zac: Ah, pero, ¿hay alguna diferencia?

Ness: ¡Pues claro que sí! El sexo es temporal, pero el amor es para siempre.

Zac: ¿Lo sabes por tu amplia experiencia?

Ness: Sí... no... esto no tiene nada que ver conmigo.

Zac: ¿Cómo que no? Tengo que saber la validez de tus consejos. ¿Me estás diciendo que el payaso ese con el que te presentaste las navidades pasadas era un amante estupendo, pero no apto como marido?

Ness: ¡Claro que no! Jake Ryan y yo nunca...

Zac: ¿Nunca qué? ¿Nunca os acostasteis? Ya lo sabía.

Ness: ¿Cómo que ya lo sabías? -preguntó irritada-. No sabes nada de mi relación con Jake Ryan.

Zac: Te conozco y sé que te da miedo el sexo.

Ness: ¿Cómo? ¡Pero qué dices! ¡El sexo no me da miedo!

Zac: ¿Ah, no? Me apostaría RiversWare, mi casa e incluso mi coche a que sigues siendo virgen.

Ness se sonrojó de pies a cabeza.

Ness: ¡No sé cómo nos hemos desviado tanto del tema!

Zac: Me estabas dando un sermón sobre que no tenía que confundir el sexo con el amor en lo que respecta a Heather -sonrió muy satisfecho-. No te preocupes. Heather y yo no nos hemos acostado todavía. Quiere que esperemos a la noche de bodas.

Ness: ¿Y tú has estado de acuerdo? -exclamó sorprendida-.

Zac asintió.

Zac: Estoy dispuesto a esperar para tener a la mujer a la que deseo.

Ness: No quiero decir nada malo sobre Heather, pero no me parece suficientemente buena para ti.

Zac: ¿Y quién te parece suficientemente buena para mí? -preguntó acercándose peligrosamente a ella-.

Ness: No lo sé -contestó percibiendo su colonia-. Alguien como... como... Amber Adams.

Zac: ¿Te parece que estaría mejor con Amber Adams que con Heather? -dijo entrecerrando los ojos-. ¿Me estás diciendo que no soy hombre suficiente para Heather?

Nss: Claro que no...

Zac: Ness, métete en casa. Ahora mismo.

Hubo algo en su tono de voz que le hizo obedecer. Una vez dentro, apartó la cortina y lo observó ir hacia el coche, montarse, ponerlo en marcha y alejarse.

Bajó la cortina y frunció el ceño. ¿Qué le pasaba? ¿Se había enfadado? Imposible. Zac nunca se enfadaba. Pero llevaba haciendo y diciendo cosas raras toda la noche, vestido de traje, poniéndole ojitos a Heather y diciéndole a ella que el sexo le daba miedo...

¡Que el sexo le daba miedo! Qué cosa tan ridícula. Era cierto que no se había acostado con ninguno de los chicos... hombres... con los que había salido, pero no había sido por miedo sino porque no estaba lista para atarse a nadie. Sabía que se empezaba en la cama y se acababa en el altar y en casa cambiando pañales.

Era inteligente, no era que tuviera miedo.

Se sentó en la mesa del salón y tomó un lápiz. ¿No estaría bromeando? Zac siempre había tenido sentido del humor, siempre la había hecho reír. Pero aquello no era para reírse. Tenía que salvar a su mejor amigo y no iba a ser fácil.

Era más impredecible ahora, probablemente porque estaba enamorado. ¡Enamorado de una mujer para la que el amor no importaba!

Lápiz en mano, se puso a dibujar posibles vestidos de novia para Heather. El primero que le salió parecía de una cabaretera y el segundo se iba acercando más al de una prostituta, pero a Ness no le parecía suficiente.

Siguió y siguió hasta que le dolió la mano. Al final, se fue a la cama, pero tuvo una pesadilla horrible en la que una gaviota adornada con un vestido color bronce se posaba en el hombro de Zac y le picoteaba la perilla y las gafas de sol mientras otra, con vestido de punto negro, gritaba histérica: «¡Esas gafas se las regalé yo!».


A la mañana siguiente, llegó tarde a trabajar y se encontró con otra pesadilla. Allí estaba Heather, vestida con un imposible vestido amarillo tan ceñido que se le marcaba el ombligo y unas sandalias de tacón azul turquesa a juego con el bolso.

Al lado de Anne, con su viejo traje de chaqueta color lavanda, y de Selena, la hermana de dieciséis años de Ness, con sus vaqueros y su camiseta, parecía una mariposa exótica.

Heather estaba allí como una reina. Anne le estaba enseñando objetos de decoración y hablándole de menús mientras Linda y Sally, las sastras que su hermana tenía contratadas media jornada, le enseñaban vestidos y Selena tomaba notas de lo que la propia Heather le dictaba.

Y apoyado en la pared con una taza de café estaba Zac con cara de estárselo pasando en grande entre tanto caos.

Como si hubiera sentido su presencia, levantó la vista y sus ojos se encontraron.

«Me apostaría RiversWare, mi casa e incluso mi coche a que sigues siendo virgen». Confundida, apartó la mirada y se encontró con la de Heather.

Heather: ¡Ah, estás aquí, Vanessa! -saludó-. ¡Qué suerte tienes de poder dormir tanto! Supongo que, al ser la hermana de la dueña, tendrás ciertos privilegios, claro. Qué envidia. Yo, por mi profesión de actriz, me tengo que levantar al amanecer. La gente no se da cuenta de lo difícil que es ganarse la vida en Hollywood. Cuando rodé «Los vigilantes» tenía que estar en maquillaje a las seis de la mañana para que me pusieran la loción bronceadora instantánea. La sigo utilizando, la verdad, para tener siempre buen color.

Ness vio cómo Zac deslizaba la mirada por los hombros desnudos de su prometida. El bronceado parecía completamente natural.

Ness, que había trabajado muchos días doce horas y que lo único que había conseguido aplicándose una loción similar había sido que se le notaran todavía más los lunares, apretó los dientes y fue hacia la cafetera.

A Heather ni le importó que no le contestara. Ella siguió hablando.

Heather: Le he dicho a Zac: «Lo primero que tenemos que hacer hoy por la mañana es ir a la tienda de Ness para preparar la boda cuanto antes».

Anne: Muy bien hecho -apuntó-. Solo tenemos tres semanas y no hay tiempo que perder.

Ness: ¡Tres semanas! -exclamó sirviéndose tres cucharadas de azúcar decidida a que aquella boda no se celebrara-. Me temo que Anne tiene mucho trabajo y no va a poder preparar una boda en tres semanas. Necesitaríamos, por lo menos, un año. No es cierto, ¿Anne? -añadió levantando las cejas para que Anne entendiera-.

Anne la miró sorprendida, pero no le dio tiempo a contestar.

Sele: ¿Pero qué dices, Ness? -intervino-. Por supuesto que podemos hacernos cargo de la boda de Zac y de Heather. Este mes es tranquilo.

Ness miró a su hermana pequeña. ¿Por qué demonios había accedido Anne a que trabajara allí? Selena hablaba siempre sin pensar y, normalmente, decía justo lo contrario de lo que debería decir.

Además, llevaba los ojos demasiado maquillados.

Zac: ¿Podrías hacernos un hueco? -le preguntó a Anne-.

Anne dudó.

Anne: Va a ser difícil porque tenemos mucho trabajo -contestó mirando a Ness-.

Ness: En tres semanas, me es completamente imposible hacerte un vestido -añadió-.

«Ni en tres semanas ni en tres años», pensó.

Zac miró a Heather.

Zac: Me lo temía, cariño. Sé la ilusión que te hace una boda de verdad, pero ya ves que no va a poder ser. Vamos a tener que casarnos en Las Vegas como habíamos dicho en un principio. ¿Qué te parece esta noche?

Heather asintió.

Heather: Ya te dije que no me importa casarme en Las Vegas, mi amor. Además, no quiero esperar tres semanas más para ser tu esposa.

Ness se quemó la lengua con el café.

¿Se iban a casar aquella noche? No podía permitirlo. Necesitaba tiempo para que Zac comprendiera el error que iba a cometer.

Ness: La verdad es que... Anne, ¿no canceló ayer alguien? -se apresuró a decir-. Tal vez, podamos haceros un hueco.

Anne: Yo creo que sí.

Zac: ¿Y el vestido?

Ness: Yo lo diseñaré y Linda y Sally se encargarán de coserlo.

Sele: ¿Y la iglesia? Os va a resultar un poco difícil encontrar una con tan poco tiempo.

Ness: Ya encontraremos algo -contestó preguntándose por qué sus padres tuvieron a Selena-. Hay muchos hoteles y parques donde casarse.

Anne: ¿Cuántos invitados tenéis? -le preguntó a Heather-.

Por primera vez, Ness vio dudar a la rubia.

Zac: Va a ser una boda pequeña. Unas diez personas.

Ness: ¿Queréis que preparemos una boda entera para solo diez personas?

Zac: No, claro que no. Diez personas en la ceremonia y unas cien en el convite -le aclaró-.

Sele: Me tendrás que dar los nombres y direcciones para que les mande la invitación -apuntó-.

Ness: Y tenéis que decirles a las damas de honor y a los testigos del novio que se pasen por aquí para tomarles medidas para los trajes. ¿Va a ser Charlie el padrino?

Zac: Eh, no. Estaba pensando en Frank. Frank Coleman.

Ness: ¿No se lo vas a pedir a Charlie Bennet? Pero si sois amigos de toda la vida. ¿No fuiste tú, de hecho, su padrino de boda?

Zac: Sí, pero nos hemos distanciado un poco.

Ness: ¿No seguís siendo socios?

Zac: Vamos a dejar el tema, ¿de acuerdo?

Ness: Muy bien -murmuró-.

Zac: Perdón -se disculpó-. Estoy un poco nervioso.

Ness: No te preocupes, las bodas son muy estresantes.

¡Y tanto! Ella tenía ya un estrés que no podía más. Tenía que parar aquello y no sabía cómo. Había intentado hablar con él y no había dado resultado, había intentado retrasar la boda y tampoco había podido ser.

Necesitaba un plan, pero, ¿cuál?

Zac se sentó junto a Heather y agarraditos de la mano escucharon las explicaciones de Anne. Ness no podía soportar verlos así. ¿Por qué agarraba Zac de la mano así a Heather? Nunca había sido tan afectuoso en público.

Y cómo la miraba... era nauseabundo.

En ese momento, sonó el teléfono y la sacó de sus pensamientos.

Selena contestó y escuchó atenta.

Sele: Muy bien, gracias -respondió colgando-. Era del almacén. El pedido ya está.

Anne: Necesito esas telas aquí cuanto antes -apuntó-.

Ness: Ya voy yo a recogerlas -se ofreció-. Si Zac viene conmigo, claro -añadió impulsivamente-. Es que pesan mucho, ¿sabes?

Zac: Te acompaño encantado -contestó soltándose de la mano de su prometida con expresión extrañamente aliviada-. Además, quería hablar contigo de un par de cosas.

Vanessa vio la cara de fastidio de Heather. ¡Ajá! Era la misma que había visto en muchas novias cuando los novios se escabullían para no tragarse los preparativos de la boda.

Ness sabía reconocer y aprovechar una buena oportunidad.

Ness: Gracias, Zac -sonrió encantada-.

Sele: ¿Pero y el vestido de Heather? ¿No deberías ponerte a diseñarlo cuanto antes?

Ness: Ya tengo hechos algunos bocetos -contestó estrangulando a su hermana con la mirada-.

Sele: ¿Y dónde están?

Ness: Los tengo en el bolso.

Zac: Me gustaría verlos -intervino-.

Heather: A mí, también -apuntó-.

Ness tragó saliva y los sacó del bolso. ¿Habría alguno un poco aceptable?

Zac se los arrebató de las manos y los puso encima de la mesa. Todos los miraron y nadie dijo nada durante unos segundos.

Zac: Este es interesante -apuntó señalando uno que era un mono de cuero blanco con collar de pinchos y tacones de aguja-.

Ness: Oh -intentó disimular-. Estos no son los que tenía hechos para Heather. Me los he debido de dejar en casa.

Heather: Este me encanta -dijo en ese momento. Se trataba de una malla blanca con faldita de tul. Parecía una bailarina y, decididamente, era el más decente de todos-. Es perfecto -sentenció-.

Ness: Estupendo -contestó guardando los bocetos-. Ahora que ya hemos arreglado esto, ¿nos vamos? -añadió mirando a Zac-.

Sele: ¿No te tendrías que quedar a ayudar a Heather con los preparativos?

Zac: A Heather se le da fenomenal tomar decisiones por sí sola. Prefiere elegir ella sola, ¿verdad, cariño?

La aludida dudó un segundo, pero sonrió encantadora.

Heather: Por supuesto, cariño. Tú vete tranquilo que yo me lo voy a pasar en grande con los preparativos de nuestra boda.

Zac: Gracias, mi amor.

Mientras iban hacia el coche, Ness se preguntó si Zac se habría dado cuenta de que a Heather no le había hecho ninguna gracia que la hubiera dejado allí. Obviamente, cuanto más tiempo tardara Zac en volver más enfadada iba a encontrar a su prometida y decidió retenerlo en el almacén todo lo que pudiera.

Ness: Qué encantadora Heather dejándote venir conmigo -comentó-.

Zac: Es que Heather es un encanto. Nunca se queja por nada.

Ness: ¿Por nada de nada? -exclamó con las cejas enarcadas-. ¿Por qué no pides que la santifiquen en lugar de casarte con ella?

Zac: Tiene muy buen carácter y es muy buena.

Ness: Claro -murmuró con sarcasmo-.

Zac: Eso fue lo primero que me atrajo de ella. Su dulzura.

«Es tan dulce como la leche cortada», pensó Ness parándose ante el coche de Zac.

Zac: Es buena...

«Como un buen puñetazo en el estómago».

Zac: Generosa...

«Como el tío Gilito».

Zac: Y va a ser la esposa y la madre perfecta.

«Tan perfecta como la bruja de Hansel y Gretel».

Ness se preguntó cómo estaría de encantadora Heather cuando llevara horas y horas hablando de los miles de detalles que surgían cuando se preparaba una boda.

Tenía que conseguir que se enfadara de verdad.

Ness: Parece nacida para vivir en un barrio residencial y llevar a los niños a jugar al fútbol los domingos. Mejor vamos en mi furgoneta -añadió-. Hay que traer cosas.

Zac: Conduzco yo.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Porque me he acostumbrado. Heather no conduce. Es de Ohio y le dan miedo las autopistas.

«¿Es que esta mujer no sabe hacer nada de provecho?», se preguntó Ness.

Ness: Qué incordio, ¿no? -comentó-.

Zac: No, a mí no me importa.

Ness: Pero eso la hace depender de ti para todo -apuntó-. Voy a conducir yo. Soy de aquí y no me dan miedo las autopistas.

Zac: Lo sé, pero conduces muy mal.

Ness: ¿Cómo? -exclamó indignada. Zac le quitó las llaves de la furgoneta y le abrió la puerta del copiloto educadamente-. ¡Pero si no me han puesto una multa en la vida! -protestó-.

Zac: Porque ningún policía se ha podido resistir a tus preciosos ojos marrones. -Ness no dijo nada más-. ¿Estás enfadada conmigo? -le preguntó al salir a la autopista. Ness dejó la taza de café en el salpicadero y permaneció en silencio-. Venga, Ness. Sabes que es verdad.

Ness: ¡No, no lo es! No me puedo creer que hayas sido tan grosero.

Zac: Me parece que ahí radica el problema -sonrió-. Siempre he sido demasiado educado contigo y eso solo ha servido para que no te dieras cuenta de la verdad.

¿La verdad? Ness lo miró de reojo. ¿De qué estaba hablando?

Zac: Ser educado nunca está de más -sonrió enigmático y no dijo nada-.

Ness: Además, no sé cómo puedes decir que conduzco fatal cuando me enseñaste tú -añadió-.

Zac: Uno de los fracasos más sonados de mi vida -rió-.

Ness: ¿De qué me querías hablar? -preguntó subiendo la ventana para que no entrara ruido-.

Zac: Tu madre me llamó anoche.

Ness: Ah -dijo lavando las uñas en el asiento. Su madre tenía buenas intenciones, pero...-. ¿Y qué quería?

Zac: Parece ser que se ha enterado de que me voy a casar y quería que supiera que me sigue considerando parte de la familia y que Heather y yo siempre seremos bien recibidos en su casa.

Zac siempre había pasado las fiestas en su casa, pero, ¿Zac y Heather? Ness se estremeció al imaginarse las navidades con ellos.

¿En qué estaría pensando su madre?

Ness: ¿Piensas tomártelo al pie de la letra?

Zac: No sé, solo si a ti te parece bien.

Ness tomó la taza de café intentando pensar en una razón para decir que no. No quería pasar las navidades con aquella víbora bajo ningún concepto, pero, ¿podría prescindir de ver a Zac? Recordó cómo había resultado el día de Pascua sin él... vacío y aburrido.

Ness: Claro que me parece bien -dijo por fin-.

Zac suspiró aliviado.

Zac: Trato hecho, entonces. Espero que Heather y tú os hagáis amigas. Le caes muy bien ¿sabes? De hecho, quiere que seas su dama de honor.

Ante aquello, a Ness se le cayó el café por encima.

Ness: ¡Ay!

Zac: ¿Estás bien?

Ness: Sí, sí -contestó abriendo la guantera y limpiándose con unos pañuelos de papel-.

Zac: ¿Quieres ser su dama de honor?

Ness: Eh... -bajó la ventana para aspirar un poco de humo de tubo de escape e intentar pensar en una excusa para decir que no-. ¿No tiene amigas o hermanas o algo?

Zac: No. Ya te he dicho que las mujeres que ha conocido no se han portado muy bien con ella. No conoce a mucha gente. Es hija única y sus padres han muerto los dos.

Ness se mordió el labio. Aunque Heather le caía fatal, sintió pena por ella. Ness había perdido a su padre y sabía lo duro que era.

Zac: Venga, Ness. ¿No dices que eres mi mejor amiga? Necesito que ayudes a Heather.

Ness no quería ayudar a Heather, pero tampoco quería defraudar a Zac.

Ness: Si estás seguro de que Heather lo quiere así...

Zac: Estoy seguro -sonrió-.

Ness se alegró cuando una hora después llegaron al almacén. El lugar estaba lleno de telas, estanterías y estanterías abarrotadas de cachemires, tafetanes, lanas...

Fue de mesa en mesa. Se le habían olvidado los problemas. Mientras un empleado buscaba el pedido de Anne, ella se zambulló en un mundo de telas.

De repente, se dio cuenta de que Zac la estaba mirando con cara rara.

Ness: ¿Qué pasa?

Zac: Nada. Me estaba acordando de cuando fuimos al baile de homecoming.

Ness también se acordaba. Era su último año de colegio y acababa de romper con Robert Croft. Como quería ir a la fiesta como fuera, le había pedido a Zac que la acompañara.

Ness: ¿Y?

Zac: Y recuerdo que te tocaba salir de trabajar muy tarde, así que pasé a buscarte a la tienda de telas, pero te habías dejado el vestido en casa así que te pusiste una seda dorada por encima y te la ataste.

Ness: Sí, me acuerdo -sonrió-. Y la tela se te enganchaba todo el rato en la hebilla del cinturón mientras bailábamos. -Le había pedido perdón mil veces, pero a Zac había parecido no importarle demasiado-. Me parece increíble que te acuerdes.

Zac: Claro que me acuerdo -le aseguró-. ¿Cómo no me iba a acordar si me pasé toda la noche preguntándome qué pasaría si te hubiera deshecho el nudo que te habías hecho sobre el pecho?

Ness: Que te habría matado, eso es lo que hubiera pasado -rió-. Aquel nudo era el vestido entero. Si me lo hubieras deshecho, me habría quedado en ropa interior.

Zac: Hmm.

Ness lo miró y vio que estaba acariciando un rollo de seda.

Inmediatamente, recordó cómo habían bailado, cómo Zac le había puesto la mano en la espalda desnuda. Le había gustado aquella sensación.

Sonrojada, apartó la mirada.

Ness: He terminado -dijo de forma atropellada avergonzada de las direcciones que habían cobrado sus pensamientos-.

«Fue inocente», se dijo.

Zac: Vamos.

El empleado los ayudó a cargar la furgoneta y en media hora estaban de vuelta. Durante el trayecto, Zac permaneció en silencio y Ness estaba demasiado ocupada con su mente como para darle conversación.

No podía dejar de pensar en lo que había dicho de deshacerle el nudo del vestido. Aquella noche Ness había bailado con muchos chicos y le pareció que a Zac no le había gustado mucho que lo hiciera.

De vuelta a casa, no había dicho nada. Aquella noche había sido peculiar, tan peculiar como su comentario sobre el dichoso nudo. ¿Habían tenido sus palabras cierta connotación sexual o habían sido imaginaciones de Ness?

Debían de haber sido imaginaciones suyas. Conocía a Zac y sabía que jamás pensaría en tener nada erótico con ella. Entonces, no, pero, ¿y ahora? Lo miró de reojo.

Tenía la nariz recta, los labios firmes, un buen mentón, el cuello fuerte y los brazos musculosos. Se fijó en sus manos, apoyadas en el volante con naturalidad y decisión. Eran las manos de un hombre que sabía lo que hacía...

Ness apartó la mirada y se puso a mirar por la ventana. Zac estaba prometido y, obviamente, con la única con la que tenía pensamientos eróticos era con Heather.

Ness: ¿Qué tal estará Heather? -preguntó mientras aparcaban junto a la tienda de su hermana-. No sé si se habrá enfadado un poco porque la hayas dejado aquí sola.

«O un mucho, con un poco de suerte», pensó Ness.

Zac: Seguro que está bien -contestó mientras cruzaban la calle-. Además, tenía a Anne y a Selena para ayudarla.

«Si no la han matado ya».

A Anne se le daban bien las clientas difíciles, pero su paciencia tenía un límite y Selena tenía la sana costumbre de decir siempre lo que pensaba.

Ness pensó que la tensión entre las tres iba a ser insoportable y que Zac se daría cuenta. Si no era así, con un poco de suerte, Selena se lo haría ver.

Incluso, con un poco más de suerte, podía ser que se estuvieran peleando. Así, Zac podría ver a Heather en vivo y en directo, comprobar cómo era en realidad.

Al llegar a la puerta, se quedó escuchando esperando oír gritos y berridos.

Zac: ¿Qué haces?

Ness: ¿Eh? Nada -contestó abriendo-.

Las tres mujeres estaban sentadas en el sofá muy sonrientes.

Heather: ¡Zac! -exclamó levantándose y corriendo hacia él para abrazarlo-. ¡Te he echado de menos!

Zac: Yo, también, cariño.

Ness: Solo han sido unas horas -intervino-.

Heather: Sí, pero a mí me ha parecido una eternidad -dijo sonriendo a su prometido-. Hemos mandado quinientas invitaciones.

Zac: ¡Quinientas! -exclamó-. ¿Conocemos a tanta gente?

Heather: Bueno, he invitado a toda la plantilla de tu empresa.

A Zac se le puso cara de haberse comido un limón.

Zac: ¿Has invitado a todos los de RiversWare?

Heather: Por supuesto. Llamé a tu secretaria, le expliqué lo que sucedía y ella nos mandó por fax todos los datos. Como Selena es un as con el ordenador, ha hecho las invitaciones y los sobres en muy poco tiempo y ya están enviadas.

Zac: ¿Y están enviadas? Me habría gustado echar un vistazo... por si se te había olvidado alguien...

Heather: El cartero acaba de venir a buscarlas, pero puedes consultar la lista que nos ha mandado tu secretaria.

Zac: Sí...

Sele: ¡Ya verás cuando veas el menú, Zac! -exclamó entusiasmada-. ¡Caviar, trufas y el mejor champán! Además, hemos podido reservar la iglesia que le gustaba a Heather.

Zac: ¿Iglesia?

Sele: Sí, la Iglesia de la Paz y la Tranquilidad. Heather estuvo en una boda allí hace un par de meses y le gustó tanto que se quería casar allí. Hemos llamado y hemos tenido la suerte que habían tenido una cancelación.

Heather: Sabía que querrías lo mejor -sonrió-.

Zac se quedó mirando a su prometida y Ness aguantó la respiración. Obviamente, no le había hecho gracia aquel derroche. La boda le iba a costar una fortuna. ¿Se iba a dar cuenta, por fin, de que Heather era una mujer egoísta a la que solo le interesaba su dinero?

Zac: Por supuesto -rió-. Claro que quiero lo mejor. ¿Y el banquete?

Heather: En un hotel junto a la playa -le explicó-. Incluso hemos reservado la suite nupcial para la noche de bodas.

Zac: Excelente -sonrió-. Ahora, vámonos antes de que me arruines. Adiós, chicas -se despidió-.

Ness se quedó mirándolos alejarse con el ceño fruncido. Zac era demasiado bueno. Dejaba que Heather hiciera lo que le diera la gana y ella había aprovechado su ausencia para gastar todo lo que había podido. Pobre Zac. ¿Cómo podía estar tan ciego?

Anne la estaba mirando con cara de pocos amigos y Selena, con curiosidad. Ness entendió rápidamente lo que pasaba.

Ness. Perdón por dejaros solas con ella -se disculpó-.

Anne: ¿De qué me estás hablando? -le espetó-. ¿Qué demonios has hecho? ¿Me quieres arruinar o qué? ¿Cómo se te ocurre presentarte con semejantes bocetos? Menos mal que Heather es una mujer encantadora. Yo en su lugar me habría ido inmediatamente.

Ness se quedó con la boca abierta.

Ness: ¿No os ha parecido... difícil de tratar?

Anne: En absoluto.

Sele: ¿Pero qué dices, Ness? -intervino-. Además, tiene buenas ideas.

Anne: Ha sido educada y atenta en todo momento. Me cae muy bien. Quiere que Kate lleve las flores en la iglesia y todo -dijo más calmada-.

Ness: ¿Ah, sí? -dijo sin poder dar crédito a lo que estaba oyendo-.

Heather había engañado incluso a sus hermanas. Incluso había descubierto el punto débil de Anne, sus hijos.

Sele: Es perfecta para Zac -añadió-.

Ness: ¡No lo es! -estalló. Anne y Selena se quedaron mirándola como si se hubiera vuelto loca-. Sé que puede ser encantadora. A mí también me engañó al principio, pero en realidad es una persona abominable. Anoche fui a cenar con ellos, coincidimos en el baño y me confesó que no está enamorada de Zac y que se casa con él por su dinero. ¡Me dijo que no va a permitir que Zac dé un centavo a sus empleados, que va a hacer que le financie una película para ella solita, odia a los niños y, encima, fuma! Pobre Zac, no tiene ni idea de cómo es de verdad y Heather se está aprovechando de lo bueno que es.

Sus hermanas la miraron con incredulidad.

Sele: Muchas amigas mías fuman. Es de tontos hacerlo, pero no quiere decir que sean malas personas.

Anne: ¿Crees que se está aprovechando de Zac? Pero si Zac no tiene un pelo de tonto -intervino-. Más bien, todo lo contrario.

Ness: Heather es muy hábil -insistió-.

Sele: No tanto si te ha dicho lo que te ha dicho -apuntó-. ¿Por qué iba a hacer algo así?

Ness: No lo sé -admitió-. Supongo que porque la pillé con la guardia bajada. La pillé fumando, así que supongo que debió de pensar que no me iba a poder engañar durante mucho más tiempo. Tal vez, porque es increíblemente arrogante. No lo sé. ¡Lo importante es que Zac no tiene nada que hacer contra ella!

Sele: ¿Y por qué iba a querer tener algo en su contra?

Ness: Porque cuando se dé cuenta de cómo es en realidad le va a hacer un infeliz. Lo ha cambiado por completo. Viste de otra manera y come gambas.

Anne: A mí me parece un buen cambio -dijo sentándose-.

Sele: A mí, también. Zac está más guapo que nunca. En realidad, no me había fijado en lo sexy que es.

Ness: ¿Sexy? -repitió anonadada-.

Sele: Sí, sexy.

Ness: Muy bien, lo que tú quieras, pero Zac es nuestro amigo y es nuestro deber impedir que se case con Heather.

Anne: No creo que sea asunto nuestro -dijo tomando notas en su cuaderno-.

Sele: Zac es un hombre hecho y derecho, no creo que tengamos que andarle diciendo lo que tiene que hacer -apuntó tomando un catálogo de la mesa-.

Ness miró perpleja a sus hermanas.

Ness: Es nuestro deber advertirle de cómo es Heather en realidad.

Sele: No creo que te vaya a creer -le advirtió-. No sé ni siquiera si yo te creo.

Ness: Por Dios, pero, ¿por qué iba a mentir?

Anne y Selena se miraron.

Anne: Ness, no estarás celosa, ¿verdad?

Ness: ¡Celosa! -suspiró frustrada-. ¡Por supuesto que no! ¡Solo intento ayudar a Zac!

Anne: Bien, bien, si tú lo dices... Entonces, ¿vas a hablar con él sobre Heather?

Ness: Ya lo he intentado, pero está ciego, así que tengo que encontrar otra forma de romper su compromiso.

Sele: ¿Y si le cuentas a Heather algo horrible sobre Zac? Tal vez, así, consigas que sea ella la que no quiera casarse con él -sugirió-.

Ness: ¿Como qué?

Ness intentó pensar en algo horrible de Zac, pero no se le ocurrió nada.

Anne: Dile lo egoístas que son los maridos -apuntó-.

Ness miró a su hermana mayor. Obviamente, las sesiones de ayuda matrimonial no estaban yendo bien.

Ness: Zac no lo es.

Sele: Dile que ronca -propuso-.

Anne: Todos los hombres lo son -contestó sin hacer caso de su hermana pequeña-. Son unos vagos que esperan que les hagas la cena, friegues los platos y limpies mientras ellos ven la televisión...

Sele: ¿Y qué te parece si le dices que tiene problemas de gases? -continuó-.

Ness: Zac siempre recoge y friega cuando viene a casa -contestó ignorando también a su hermana pequeña-.

Anne: Y, luego, después de estar todo el día trabajando y cuidando de tres niños, cuando te quieres meter en la cama porque estás rendida, ¡ellos quieren acostarse contigo!

Sele: ¡Lo tengo! ¿Por qué no le dices que Zac es eyaculador precoz?

Anne: ¡Selena! -exclamó-.

Sele: ¿Qué?

Ness: ¿Y tú qué sabes de eyaculadores precoces?

Selena puso los ojos en blanco.

Sele: He leído «Dear Abby».

Anne: ¡Como te oiga mamá hablar así le va a dar un infarto! -le reprochó-.

Sele: No soy idiota, delante de mamá no hablo de sexo. Ahora que lo pienso, deja lo del eyaculador precoz porque Heather ya debe de saber a estas alturas que no lo es. Lo han debido de hacer ya mil veces, en mil sitios y de mil maneras...

Ness: ¡Selena! -exclamó-.

Sele: ¿Qué? Ya sabemos todo que en lo que respecta al sexo eres una mojigata, pero no pretenderás que los demás seamos igual que tú, ¿no?

Ness: ¡No soy una mojigata! -se defendió-. Lo que pasa es que tengo principios. En cualquier caso, Zac y Heather no se han acostado.

Sele: ¿Y tú cómo lo sabes?

Ness: Zac me lo dijo anoche. Heather quiere esperar a la noche de bodas.

Sele: Pues no sé si va a aguantar porque cómo lo mira... -silbó-.

Ness: Vamos a dejar de hablar de sexo. ¿Se os ocurre alguna manera para conseguir que no se casen? -insistió-.

Sele: ¡Sí! -exclamó al cabo de un rato-. Has dicho que Heather odia a los niños, ¿no? ¿Por qué no la llevas a un lugar lleno de niños para ver si pierde el control?

Ness: ¿Solo por verlos tú crees que podría perder el control? -preguntó esperanzada-.

Anne: No creo.

Sele: ¿Y si les pedimos que cuiden de tus hijos? -propuso-.

Ness: Eso sí podría ser... Ella, Justin y Kate sí que podrían hacerle perder los estribos.

Anne: ¿Qué has querido decir con eso? -preguntó indignada-.

Ness: Nada. Sabes que quiero mucho a tus hijos, pero admite que a veces resultan un poco difíciles.

Anne: ¡Mis hijos son unos ángeles!

Sele: Yo no diría tanto -intervino-. Parecen ángeles físicamente, pero se comportan como diablos.

Ness: Tus hijos son perfectos -dijo viendo sonreír a su hermana-.

Anne: Muy bien, presto a mis hijos para salvar a Zac.

Ness: Estupendo. Mamá le ha dicho que sigue siendo de la familia, así que...

Anne: ¿Qué tal el sábado?

Sele: ¿Crees que lo hará?

Ness: Claro que sí. Adora a los hijos de Anne -le aseguró-.

A pesar de sus palabras, Ness no estaba tan segura. A Zac le iba a parecer un poco raro que se lo pidieran a él.

Ness llamó a su móvil, pero nadie contestó. Llamó entonces a la habitación del hotel de Heather y Zac contestó el teléfono.

Zac: ¿Sí?

Ness sintió una punzada en la tripa.

«Lo han debido de hacer ya mil veces, en mil sitios y de mil maneras».

Zac: ¿Sí? -repitió-.

Ness: Hola, Zac -contestó apartando aquella idea de su cabeza-. Te llamo para pedirte un favor.

Zac: Claro, dime.

Ness: Acaba de llamar mi madre para decirle a Anne que no le puede cuidar a los niños el sábado y queríamos preguntarte si a Heather y a ti os importaría quedaros con ellos.

Silencio.

Zac: ¿Quieres que cuide a tus sobrinos? -dijo por fin-.

Ness: Sí, bueno, no te lo pediría si no fuera porque tenemos una boda para el sábado y tenemos muchísimo trabajo. Como dijiste que querías verlos...

Zac: Sí, claro que quiero verlos, pero nunca he cuidado niños.

Ness: Pero Heather seguro que sí. Dijo que le encantan, ¿no?

Zac: Sí, pero...

Ness: Decidido, entonces -lo interrumpió para que no se negara-. ¿Puedes pasar a buscarlos el sábado a las diez de la mañana?

Otro silencio.

Ness rezó para que dijera que sí.

Zac: De acuerdo -dijo por fin-.

Ness suspiró aliviada.

Ness: Gracias, Zac. Te lo agradecemos mucho, de verdad.

Zac: No me cabe la menor duda. Nos vemos el sábado.




¡La que se está liando! Este capi ha sido hasta ahora el mejor con diferencia. ¿No os parece?
Yo me he reído un montón.

Por una parte, Heather lo ha apañado muy bien para que Vanessa mantenga la boca cerrada y, en el caso de que la abriera, que Zac no creyera nada.

Los pensamientos de Vanessa me matan XD: "Ni en en tres semanas ni en tres años. Tan dulce como la leche cortada. Como un puñetazo en el estómago. Como el tío Gilito. Tan perfecta como la madrastra de Hansel y Gretel." Y sigue así la cosa... XD

Y por último, pero no menos importante, Zac se va volviendo más imbécil en cada capítulo XD. Dicen que el amor es ciego, pero en su caso ha perdido los cinco sentidos.

Ey, comentad mucho que el próximo capítulo promete, con Heather cuidando de los hijos de Anne.

¡Gracias por los coments!
¡Un besi!


3 comentarios:

Milagros L. dijo...

me ncanta pero zac es tan idiota
nessa hace todo lo posible pero nada
cuandos era k por fin zac pueda verla en vivo
y haci zac y nessa esten juntos...

Unknown dijo...

ODIO A LA NOVIA DE ZAC!!
EL NO PUEDE SER TAN TONTO NO? PORR DIOS, QUE HOMBRE!!!
SUBE PRONTO, CUANTOS CAPIS TIENE?

Lau B. dijo...

Por Dios, no se si estoy disgustada, horrorisada, sorprendida...
yo creo que Zac no veria la verdad asi Heather le estuviera diciendo las cosas que le dijo a Ness...
En cuanto a nuestra querida protagonista... Pff! es mas que obvio que estas celosa! las relaciones mas estables, duraderas y llenas de amor nacen de la amistad ¿como no darse cuenta que a Zac le encantabas? un mejor amigo normal no es bueno con uno todo el tiempo... a menos que quiera algo mas contigo
Y por ultimo pero no menos importante esta Heather... yo creo que esta ha sido la mala mas inteligente y calculadora de todas las novelas que has adaptado lo cual me parece genial! es un verdadero reto que Vanessa va a tener que superar! esta de mas decir que la detesto y que me parece la peor escoria del mundo pero igual lo digo porque... agh! esta vieja es una muñequita de plastico, no, no mas bie es una brujita de plastico!
Ps: comprendo perfectamente que todas pensemos que Zac es un idiota y que haya dejado a personas que lo querian por una mujer como esa... por supuesto cuando el se de cuenta va a quedar debastado pero si algo debemos aceptar es que no solo tiene engañado a Zac esta mujer no esta jugando va en serio y es por eso que usa todos sus "encantos" para manipularlo solo espero que Ness se de cuenta rapido que ella puede usar tambien sus encantos para conseguir que el abra los ojos ademas ella tiene una ventaja... Zac esta enamorado de ella ;)
Publica Pronto!
Bye
Xx

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