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domingo, 24 de marzo de 2013

Capítulo 11


Zac no tardó mucho tiempo en experimentar en carne propia lo que Ness, o Vanessa, había sufrido antes de llegar a Bradford; y era realmente desagradable.

Un grupo de reporteros y fotógrafos había acampado alrededor de su casa. Un idiota se había subido a un olmo del jardín para sacar una foto del interior de su dormitorio y había acabado cayéndose en un macizo de azaleas. Zac se las había arreglado para hacerles caso omiso durante un par de días, pero ellos no habían cejado en su empeño.

**: ¿Conocía usted su identidad, señor Efron? -le gritó un periodista cuando salía para dirigirse a la oficina-.

*: ¿Estaba usted al tanto de las conexiones criminales de la familia? -preguntó otro-.

***: ¿Estaba usted protegiéndola?

#: ¿Eran ustedes íntimos?

Esa última pregunta le llegó al alma. Zac se dio la vuelta para enfrentarse al grupo que lo había seguido hasta la oficina, con ganas de repartir puñetazos a más de uno. Nunca se había sentido tan desgraciado.

Zac: Salgan de mi propiedad antes de que los haga detener por allanamiento.

**: Este es un país libre, señor Efron.

Zac: Es cierto, pero yo poseo esta parcela -dijo dándoles la espalda para entrar en el edificio. El grupo de periodistas salió a la carrera detrás de él, pero Zac bloqueó las puertas y dio instrucciones a la recepcionista y al guardia de seguridad-. Llamen a la policía y cuenten lo que está pasando. Quiero que esa panda de idiotas abandone mis propiedades.

Recepcionista: Sí, señor -dijo levantando el auricular del teléfono-. Si nosotros estamos así -añadió-, ¿qué estará pasando con la señorita Montez, quiero decir, con la señorita Hudgens?

La expresión de Zac se tensó. Lo sabía. Su madre le había contado que Ness no había abandonado su casa para evitar a la prensa. Pero la situación de acoso era tal que los clientes no podían entrar a la tienda y ella tampoco podía salir. Y lo peor de todo era que a Ness no parecía importarle.

Avanzó a paso vivo hasta su despacho y cerró la puerta de un portazo, tentado de lanzar su maletín contra la ventana para verla hacerse añicos. El pensamiento de no volver a verla jamás, de no volver a tocarla, lo estaba volviendo loco. Se preguntó qué estaría sintiendo y pensando ella. Quería acompañarla, quería que volviera a recuperar la confianza en él. Pero... ¿por qué iba a volver a hacerlo? Él le había dado la espalda en el momento crucial de la revelación. No necesitaba preguntarle si se arrepentía de haberlo amado: lo había visto con claridad en sus ojos cuando ella se había marchado de su casa. Zac era consciente de que le había roto el corazón. Y él mismo se sentía destrozado por dentro.

Echó un vistazo al teléfono, lo descolgó y marcó su número. Se conectó el contestador automático y se la imaginó mirando cómo sonaba el teléfono, sola. Zac colgó el teléfono sin dejar mensaje y se recostó sobre su sillón de cuero, girándolo para poder mirar por la ventana.

Recordó el gesto de desolación de Ness al abandonar su casa, como si se hubiera esperado la reacción de él. «Maldita sea», se dijo, «esto es un infierno». Ella no era una ínsipida vendedora de libros; era una heredera y una famosa diseñadora de modas. Y él la había rechazado y la había perdido. Se preguntó si era más honroso quedarse a solas con su orgullo o dejar que la mujer que amaba se enfrentara sin ayuda a los lobos. Inmediatamente se levantó y se dirigió hacia la puerta.


Ness acababa de pasar por la última crisis de llanto cuando sonó el teléfono. Seguramente sería otro periodista, porque Zac no se había dignado a llamarla en los dos últimos días. Se conectó el contestador y cuando oyó la voz de su hermano, descolgó de inmediato.

Ness: Drew, sería capaz de matarte.

Drew: Lo siento, gatita. No era mi intención que nada de esto sucediera.

Ness: Sí, me lo imagino, pero... ¡has arruinado mi vida! -exclamó tragándose las lágrimas y deseando poderse apoyar en Zac-. ¿Cómo has conseguido este número?

Drew: Papá me lo dio.

Ness: Traidor.

Drew: Se lo supliqué. Hay algo que quiero contarte. ¿Puedes reunirte conmigo en alguna parte?

Ness: Como si pudiera salir a la calle sin que me atacara una docena de perros hambrientos...

Drew: Inténtalo. Tenemos que hablar.

Ness: ¿Dónde?

Drew: Hay un pequeño restaurante en la esquina de la calle Hardeeville.

Ness: Lo conozco, vivo aquí, ¿recuerdas?

Drew: Dentro de una hora.

Unos minutos más tarde, Ness cruzó con valentía la tropa de periodistas y se metió en el coche. Media hora después, entró en el restaurante. Su hermano se asomó desde uno de los reservados traseros, tan apuesto como siempre. Como Zac, vestía vaqueros y una chaqueta de ante, lo cual no era habitual en él. Además, no se había afeitado y el cabello le llegaba hasta los hombros. Ella no sabía si abrazarlo o soltarle un manotazo.

Drew: Hola, gatita.

Ness se dejó abrazar brevemente antes de tomar asiento en el reservado.

Ness: Habla, hermano -dijo en italiano-.

Drew: Llevo más de tres años trabajando con las autoridades.

Ness: ¿Las autoridades? ¿Te refieres al FBI?

Drew: Sí, efectivamente.

Ness escuchó mientras Drew le contaba que el FBI le había pedido ayuda para utilizar su elevado rango social con el fin de hacer amistades entre miembros de la Mafia y descubrir todos los secretos que fuera posible.

Ness: Dios mío -se asombró dándose cuenta de que un infiltrado en el sector del crimen tenía que guardar bien su secreto. Parte de ella se sentía orgullosa, pero otra parte aún se resentía de lo que todo eso había significado para su familia-. Maldita sea, Drew, tu juego ha arruinado mi vida. Lo he perdido todo, incluso al hombre que amaba.

Drew: Drake Bell es un cretino.

Ness: No me refiero a él, idiota. Aunque estuvieras cargado de razón, deberías habérnoslo advertido. Nos has utilizado de forma cruel e injusta. He tenido que mentir a todo el mundo y he perdido al hombre que amaba.

Drew: ¿Estás enamorada? -preguntó con una sonrisa-. Qué buena noticia. ¿Cómo se llama?

Ness: Ya no importa.

Drew: Supongo que eso significa que no piensas perdonarme.

Ness: Dame una buena razón para que lo haga.

Drew: El FBI ha detenido a los culpables y yo estoy recibiendo entrenamiento como espía.

Ness: ¿Estás loco?

Drew: Te parecerá sorprendente, pero soy bueno en esa especialidad -explicó-. Nacimos rodeados de dinero, Vanessa, y yo nunca he tenido un trabajo propio como tú, Sarah o Richard. No me gustaba lo que veía en el espejo por las mañanas.

Ness: ¿Y ahora sí te gusta? -preguntó con sarcasmo-.

Drew: Al menos le he dado sentido a mi vida.

Ness: ¿Y nosotros?

Drew: Me siento culpable, pero me gustaría que me perdonarais.

Ness: Haré un esfuerzo -dijo finalmente con una sonrisa-. Estoy orgullosa de ti, Drew.

Drew: Gracias, hermana. ¿Quién es ese hombre al que amas? -ella bloqueó su expresión y se dispuso a partir-. Lo siento, Vanessa. Si pudiera arreglar las cosas, lo haría.

Ness: No puedes, Drew.


Zac se internó entre la maraña de periodistas que hacía guardia delante de la tienda de Ness.

**: Cuéntenos, señor Efron, ¿es Vanessa una tigresa en la cama? -le gritó uno de los reporteros-.

Zac se quedó helado y, sin pensárselo dos veces, le doy un puñetazo en la cara a Drake Bell. Multitud de cámaras se dispararon, pero a él no le importó. Llegó hasta la puerta y llamó.

Zac: ¡Vanessa!

Se abrió la ventana del piso superior.

Ness: Vete, Zac, por favor.

Zac: No pienso irme a ninguna parte, me quedaré aquí hasta que aceptes hablar conmigo.

Ness: De acuerdo -dijo con resignación. Zac se dirigió a la parte trasera de la casa y esperó a que ella le abriera la puerta. Él entró y ella cerró con llave, sin apenas mirarlo-. Bienvenido a mi mundo.

Zac subió las escaleras mientras marcaba un número en el teléfono móvil.

Zac: ¿Sheriff? Quiero que saque a todos esos idiotas de la propiedad de Ness. Los clientes no pueden entrar y ella no puede salir. Creo que se trata de una violación de las leyes del libre comercio, ¿de acuerdo? -escuchó al sheriff durante unos instantes antes de colgar-.

Ness: Gracias. Nunca he podido confiar en la policía.

Zac: Esto es una locura -repuso mirando por la ventana-. Al menos no tienen fotos de nosotros juntos en la cama.

Ness: Y eso... ¿qué importa ahora? No quería que el asunto repercutiera sobre ti, pero no he podido evitarlo. Mentí para defender mi anonimato y no me arrepiento de nada, salvo de cómo hemos terminado tú y yo.

Zac: Lo nuestro no se ha acabado, cariño.

Ness: Esto no va a parar. Mi hermano no puede defendernos. Está trabajando para el FBI en secreto. Tendré que marcharme de Bradford.

Zac: ¡No! Eso significaría tener que volver a ocultarte, Vanessa.

Ness: Es una cuestión de supervivencia, Zac. Miento para sobrevivir. Y cuando intenté confiar en ti, me diste la espalda.

Zac: Lo sé y lo siento, cariño. Pero no podía creerme que me hubieras mentido, ni que no hubieras confiado en mí.

Ness: Zac..., yo sí confiaba en ti, pero no podía arriesgarme a arruinar la relación que teníamos.

Zac: Que todavía tenemos -repuso con intensidad, sentándose al lado de ella y tomándola fuertemente de las manos-. Mírame, cariño.

Ness levantó la vista y Zac vio en sus ojos la desesperanza.

Ness: ¿Por qué has venido? ¿Qué quieres de mí?

Zac: Que me perdones -ella alzó las cejas-. No podía imaginarme que habías abandonado tu vida a cambio de un poco de paz hasta que esos lobos aparecieron por aquí.

Ness: No sabes lo humillante que resulta que medio mundo conozca hasta los detalles más íntimos de tu vida. Intenté cambiar, pero he fracasado. No puedo evitar seguir siendo yo misma.

Zac: Yo no quiero que cambies. La posibilidad de perderte me ha tenido aterrorizado.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Porque sé que me quieres por mí mismo, no por mi dinero. Y a mí me pasa lo mismo, te quiero a ti, ya seas Ness o Vanessa.

Ness: Pero me dejaste marchar, Zac.

Zac: Lo sé y estoy avergonzado. Deberíamos haber luchado juntos desde el principio. Lo siento. ¿Me perdonas?

Ella lo miró.

Ness: Sí.

Zac: Pero no puedo ofrecerte una vida sin notoriedad, Vanessa. Mi empresa y mi familia llaman la atención.

Ness: Tampoco el anonimato es perfecto, Zac. No me di cuenta de lo sola que estaba hasta que no aparecisteis tú y tu familia.

Zac: A pesar de mi familia y de mis amigos, yo también me sentía solo hasta que me enamoré de ti.

Ness: Zac, por favor, no digas eso si no lo sientes de verdad. No podría soportarlo.

Zac: Escúchame, Vanessa Anne Hudgens, no he sabido lo que era el amor hasta que te conocí.

Ness: Zac...

Zac: Te quiero, Vanessa. Te quiero tanto que no puedo soportar la idea de separarme de ti.

Ness: Zac, yo también te quiero -exclamó mientras él la rodeaba con los brazos y hundía la cabeza en su escote, aspirando su aroma-.

Luego la besó y sus cuerpos recuperaron la pasión perdida.

Cuando Zac volvió a mirarla, vio un futuro lleno de deseo y diversión.

Zac: Entonces..., ¿aceptas casarte conmigo? -ella parpadeó, atónita-. Cásate conmigo, Vanessa. Vente a vivir a esa enorme casa y haz de ella un hogar. Ten hijos conmigo. Déjame pasar el resto de mi vida demostrándote lo mucho que te quiero.

Ness miró el anillo que él se había sacado del bolsillo.

Ness: Zac... -él esperó pacientemente a que ella tomara una decisión-. Sí, sí -dijo al fin con una sonrisa espléndida-.

Él le puso el anillo, la abrazó y la besó con intensidad. Luego le llenó el rostro de besos antes de izarla y bailar con ella por la estancia, riendo de gozo. Después la soltó y se dirigió decididamente hacia las escaleras, dispuesto a enfrentarse a los periodistas.

Ness: ¡Zac, no lo hagas, será peor!

Zac: Confía en mí. -Ness lo siguió y cuando Zac abrió la puerta y le pasó el brazo por los hombros, los flashes de las cámaras se dispararon-. Soy Zac Efron -dijo-, y estoy enamorado de Vanessa . Le he pedido que se case conmigo y ha aceptado.

***: Señorita ... ¿es eso cierto?

Ness: Sí, completamente. Le quiero -dijo riendo-.

Su mundo había estado poblado de sombras hasta que él había llegado para despertarla a la vida. La había convencido de que ocultarse no era la solución y de que era preferible mirar de frente a la realidad, dados de la mano.

Mientras se sucedían las preguntas de los reporteros, Zac alzó la barbilla de Ness y le dio un ligero beso en la boca que daría la vuelta al mundo en las portadas de las revistas.




¡Aaaaawwwww! ¡Qué bonito!
Oye, pues al final sí que le dio Zac un puñetazo a Drake. No me acordaba XD.

¡Queda el epílogo, chicas! ¡Y luego otra nove!
¡Gracias por los coments! ¡Comentad más! XD

Bye!
Kisses!


8 comentarios:

Unknown dijo...

MOOOOOOOOOOOOORI DE AMOR.
O SEA? AME EL CAPI, ZAC SE ARMO DE VALOR Y LUCHO POR NESSS :)
ME ENCANTOOOOOOOOOOOOOOOOOO.
SUBE PRONTO

LaLii AleXaNDra dijo...

Awwww que hermoso, la defiende y se casan :)
me ha encantado la novela.
Ya era hora que Zac le pegara a ese man.
espero con ansias el Epilogo, :)

Anónimo dijo...

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OMG!!!!
Bien hecho Zac!
Creo que le falto un poco mas de detalles a ese puño pero mi imaginacion y yo no las arreglamossssss XD
Toma esa Drake!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Me encanta que Zac solo haya podido aguantar dos dias sin hablar con Vanessa, ahora ya es bastante obvio pero igual tengo que decirlo:
LA AMA LA AMA LA AMA :D

Anónimo dijo...

Ya quiero leer el Epilogo para ver como termina!
No puedo creer que ya vaya a terminar :'(
Estas novelas cortas son buenas y eficientes pero esto de los finales me pone muy tristeeeeee :( :( :( :( :( :( :(
Lo unico bueno es que es un final feliz…
Eso me pone Menos triste! :s :P
Publica prontisisisisisisisisisisimo please

Anónimo dijo...

Yo creo que este ha sido mi capitulo preferido!
Me encando de verdad! Me parecio lo mas tierno del mundo cuando salio donde los papz y les dijo que se iban a casar! Y no contento con eso tambien la beso! Es como: "querian una historia? Tomen su historia"
Love it!!

Anónimo dijo...

Publica pronto por favor que me muero de la intriga!!
Quiero saber si muestran la boda… aunque la verdad no creo… pero uno nunca sabe xD
Publica prontooo!
Bye
Lau B.

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