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sábado, 16 de febrero de 2013

Capítulo 12


Y entonces la música cesó. El disco había terminado. Zac tosió ligeramente y retrocedió. El movimiento sacó a Vanessa de su trance y tras parpadear rápidamente varias veces ella también se movió deseosa de que sus piernas dormidas pudieran seguirlo hasta la cocina con un poco de elegancia.

Ness: Tengo la presentación en el maletín -dijo mientras se iba alejando más y más de la ventana y de Zac-. Tal vez podríamos sentarnos y repasarla rápidamente para que puedas perderme de vista -y diciendo esto dejó la copa sobre la encimera y tomó el maletín-.

Zac se había acercado a la librería en la que estaba oculto el equipo de música y puso otro disco. La música se dispersó por la habitación a través de los numerosos altavoces ocultos por la casa y Zac se volvió a mirarla.

Vanessa no podía moverse. Allí estaba el hombre en su ambiente, lo que ella había deseado ver. Un hombre de más de metro setenta de estatura, con el pelo claro y un poco largo, unos ojos azules y unas largas pestañas. Un hombre dueño de una encantadora media sonrisa y unos cautivadores hoyuelos, vestido con unos pantalones suaves de color chocolate, un jersey fino que resaltaban sus músculos, un reloj de acero, de línea deportiva, y ninguna otra joya. Un hombre contento de pasar el viernes por la noche en casa en su cómodo sofá bebiendo un buen vino y escuchando jazz.

Zac caminó hacia ella y Vanessa vio que iba descalzo.

Vanessa mantuvo el maletín frente a ella a modo de escudo a medida que Zac se acercaba y una vez a su lado se inclinó hacia ella. Vanessa quedó sin aliento incapaz de moverse y entonces Zac extendió la mano y tomó su copa de la encimera antes de volver hacia el salón.

Zac: ¿Vienes?

Vanessa dejó escapar la respiración contenida y lo siguió. Él ya se había sentado en el sofá y ella lo siguió aunque se mantuvo alejada de él para que no pudieran rozarse.

Zac: ¿Cuáles son esos detalles tan importantes que tienes que enseñarme? -preguntó con un tono divertido-.

Ness: Puede que pienses que esta reunión es innecesaria, pero si yo creo que contribuirá a que la fiesta de Miley sea un éxito ¿por qué negarte?

Zac: Veámoslos entonces -dijo mirándola con respeto como siempre que ella se oponía a él en algo-. Aunque debo decirte que en ningún momento he dicho que nuestra reunión en mi casa fuera a ser innecesaria.

Ness: Sí, bueno, bien -tartamudeó mientras trataba de poner en orden sus ideas-.

Revisaron todos los detalles de la fiesta desde la decoración hasta el catering, sin olvidar otros muchos pequeños detalles. Terminó su presentación diciendo que ella había elegido un salón de banquetes muy lujoso propiedad de Efron Holdings porque sabía que él prefería utilizar sus propios locales para esos eventos. Al ver que Zac no respondía Vanessa alzó la vista y se encontró con los ojos de él un tanto disgustados.

Ness: ¿A qué viene esa mirada?

Zac: Lo primero Vanessa, ¿tú te das cuenta de que soy un hombre?

Ness: Sí -nunca había conocido a ninguno tan masculino-.

Zac: Bien, entonces debes entender que palabras como georgette o decoupage son ajenas a mi vocabulario. -Vanessa ya se disponía a interrumpirlo pero Zac le puso un dedo en los labios para hacerla callar-. Créeme -continuó-, no quiero infravalorar lo que estás haciendo, te contraté porque admito que tú lo haces mejor. Si has venido aquí en busca de mi aprobación, ya la tienes. A todo. Contrata todo lo necesario. Pero lo primero es lo primero, quédate donde estás. -Retiró el dedo de los labios de Vanessa, lo besó y volvió a colocarlo en sus labios para a continuación levantarse y correr hasta la cocina-. Ahora, déjame dar una vuelta a la sartén, añadir las verduras, y en unos minutos quedarás cegada por mi talento culinario.

Ness: Oh, no. Creía haberte dicho que no me iba a quedar a cenar.

Se acercó a la cocina y el aroma a soja y miel inundó de nuevo su nariz haciendo que el estómago gruñera.

Zac: ¿Tienes otros planes para la cena? -preguntó y solo le faltó decir que si se trataba de otro posible marido-.

Vanessa abrió la boca para responder, pero en el último momento pensó en su apartamento vacío y en el guiso de atún que pensaba recalentar. Aun así iba a rechazar la invitación, pero vio la mirada de Zac. A pesar de estar actuando como un hombre moderno, inalcanzable, indiferente, era evidente que estaba esperando impaciente su respuesta. No estaba sonriendo y daba vueltas a los ingredientes de la salsa con más vigor de lo que parecía necesario, sin dejar de dirigirle acusadoras miradas. Si no lo conociera diría que estaba un poco celoso.

Tras unos momentos de silencio Zac relajó los hombros y volvió a sonreír y Vanessa supo que había notado sus dudas.

Zac: Bien. Te quedas -añadió las verduras con mano diestra-.

Ness: ¿No te parece una situación un poco incómoda?

Zac: ¿A qué te refieres?

Ness: Que sepas mis planes y deseos de futuro. Me resulta incómodo mirarte como a un amigo de unos amigos, y mucho más como a un cliente.

Zac: Comprendo lo que crees querer decir pero no te creo -dijo dirigiéndole una indescifrable mirada-.

Ness: ¿Cómo dices?

Zac: Lo cierto es que me gustas, Vanessa -dijo dejando de dar vueltas al guiso y mirándola-.

Vanessa sujetó con fuerza el maletín como si fuera a escaparse.

Zac probó la comida y asintió satisfactoriamente. A continuación siguió con lo que estaba diciendo.

Zac: Mis mejores amigos son también tus mejores amigos; mi empresa y la tuya van a asociarse pronto para beneficio de ambos; entonces, ¿qué hay de malo en que sepa que tu objetivo más inmediato es encontrar marido? Yo seguía queriendo invitarte a cenar a mi casa; tal vez una cosa no excluya a la otra.

A paseo la agenda de trabajo y su reunión profesional. ¿A quién quería engañar?

Ella siempre estropeaba cualquier plan de trabajo que quisiera seguir. Allí de pie, con esa mata de pelo cayéndole sobre los hombros y sus enormes ojos. Tenía que hacer grandes esfuerzos para no tomarla en sus brazos y llevarla hasta el dormitorio para mostrarle que ella también le estaba haciendo sentir incómodo. No sabía lo que eran pero desde luego no eran solo «amigos de unos amigos» ni tampoco socios.

Debería cambiar de idea. Agradecerle la presentación y que se fuera a casa, pero en su lugar dijo:

Zac: No es tan complicado. ¿Por qué no dejamos de evitarnos cuando podríamos disfrutar mucho más estando juntos, al menos hasta que eso que tanto deseas llegue?

Zac se limpió las manos con un paño, llenó de vino las copas y tomó dos servilletas enrolladas de la encimera. La guió hasta la zona de comedor con una mirada decidida en el rostro retando a Vanessa a discutirle una propuesta tan sensata.

Vanessa solo podía pensar en la parte del discurso que decía «disfrutar estando juntos». Había olvidado que quería un marido, alguien que la quisiera, alguien como Zac. La idea la golpeó con fuerza. Hablando de cosas complicadas, estaba loca por aquel hombre.

Desde que lo había visto rodeado de equipaje luchando contra el viento helado en la acera de la calle había perdido la cabeza por él. Su visión le había provocado un deseo incontenible que ella trataba de proyectar sobre otro, erróneamente. Sabía sin duda que su búsqueda de marido había terminado desde que comenzó.

Zac dejó las copas sobre la mesa de cristal, desenrolló las servilletas dentro de las cuales estaban los cubiertos y retiró el pequeño jarrón con flores silvestres para que no entorpecieran en el centro.

«No puede ser amor. Apenas lo conozco, pero puedes conocer a alguien mucho y no amarlo, entonces ¿por qué no puede ocurrir lo contrario? Pero él no es el tipo de hombre que se casa y así lo ha dicho desde el principio. ¿Recuerdas? Y tu teoría del marido perfecto no incluía perder la cabeza por un hombre así, preocupado solo de sí mismo, superficial e interesado».

Pero no sabía qué le hacía pensar así de él. El hombre que tenía delante era un hombre seguro de sí mismo pero sobre todo era protector y generoso, amable y considerado. Iba descalzo y estaba cocinando... para ella.

El contenido de la sartén chisporroteó y Zac regresó corriendo a la cocina a apagar el fuego. Tomó dos platos y sirvió dos generosas porciones de la sabrosa cena.

Zac: No más excusas, ¿de acuerdo? -Vanessa hizo todo lo posible por componer su gesto como si la revelación no significara nada-. He hecho suficiente comida para dos y tú no tienes otros planes. Ya estás aquí y puedes traer la botella de vino a la mesa. Deja en el suelo ese pesado maletín y dame la mano.

Vanessa había conseguido desconectar y había decidido pasar una velada perfecta.

«Está bien. Como tú digas».




Otro capítulo que nos deja a medias. No os puedo adelantar cuál es el capi esperado, porque no lo sé y me da pereza mirarlo XD. Así que comentad y punto XD.
Y gracias por los comentarios del capi anterior. Lau , me río con cada comentario tuyo XD. Así que sigue comentando. ¡Y las demás comentad también! Un día tengo que encontrar alguna novela que sea una comedia. ¡Para que os riáis! ¡Hay que reírse en esta vida! XD

Bye!
Kisses!


4 comentarios:

Unknown dijo...

Aaay no, lo dejas por la mitad tambien? Me djeas con terrible intriga eh!

Me ha encantado el capi, espero que subas pronto.

Lau B. dijo...

Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww
LLegamos al capitulo que mas amo en cada una de las novelas... Cuando acepta que lo ama!
voy a llorar de felicidad...

Lau B. dijo...

Me estoy muriendo por saber que viene,
de verdad te lo digo es injusto querer mantenernos intrigadas de semejante manera!
Me encanto cuando se dio cuenta que lo amo desde el principio y gracias a Dios por fin va a terminar con lo de la busqueda de maridos.

Descalso y cocina para ella... el hombre perfecto, sin mencionar por supuesto lo rico y que se viste bien ;)
Atrapalo Ness...
Xx

Lau B. dijo...

Publica Pronto Por favor
Quiero saber como les va en su velada y cual es el proximo movimiento de Zac porque si algo tengo claro es que es el quien Hace que todo funcione.
TEAM ZAC!!
Bye
Lau B.

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