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sábado, 9 de febrero de 2013

Capítulo 10


El martes al mediodía Vanessa y Brittany se dirigieron al restaurante Lunar para conocer a Miley. Vanessa había hablado con ella por teléfono esa misma mañana y le había parecido que estaba muy feliz y emocionada.

Vanessa pidió su bebida habitual y Brittany un batido de fresa. Y poco después apareció Zac que se sentó frente a ella.

Ness: ¡Zac! ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Consciente de que se había quedado mirándolo demasiado tiempo, Vanessa miró furtivamente a Brittany y se alegró de ver que ésta no la estaba mirando. Se había retocado el brillo de labios y no dejaba de mirar descaradamente a Zac.

Zac: No me tires la bebida encima, Vanessa -dijo sonriendo enigmáticamente como si supiera algo que ella no sabía-. Traje nuevo. Ah, Miley lamenta no haber podido venir pero le ha surgido un imprevisto. Estará fuera de la ciudad... una semana.

Vanessa necesitó unos segundos para recobrar la compostura. Brittany los miraba a los dos entonces.

Ness: Pero esta mañana hablé con ella y no me dijo nada.

Zac: Como he dicho, ha sido un imprevisto.

Ness: ¿Y su prometido? ¿No ha podido venir?

Zac: Bueno, de hecho él también ha tenido que salir de la ciudad, con Miley, están esquiando en Nueva Zelanda.

Ness: Ya veo -dijo buscando con desesperación la manera de recobrar el control de la situación-. ¿Por qué no ha cancelado la cita entonces hasta su vuelta?

Zac: Quiere que la fiesta se celebre el sábado pero ella no regresará hasta el viernes por la tarde, así es que me ha dado estas anotaciones y me ha dicho que las tomara como guía pero que seguro que le gustará cualquier cosa que tú elijas.

Y le extendió varias hojas de papel rosa escritas a mano. Fue Brittany la que se apresuró en tomarlas.

Ness: Tengo una semana y media para organizar una fiesta para... ¿cuánta gente?

Britt: Trescientas -dijo echando un vistazo a las hojas-.

Ness: ¿Trescientas?

Britt: Podemos hacerlo, Vanessa. ¿Recuerdas la fiesta para los Newman? Resultó un éxito. -Vanessa miró a Brittany pero ésta se limitó a encogerse de hombros-. ¿Qué he dicho? Es cierto.

Vanessa sentía que Zac las estaba mirando y que su cabeza iría de un lado a otro como si de un partido de tenis se tratara.

Zac: Escucha, si crees que necesitas ayuda o que debería encontrar otra empresa...

Ness: No, lo haremos bien -contestó apoyando las manos sobre la mesa-.

En ese momento llegó el camarero preguntando si querían pedir la comida ya. Zac miró a Vanessa con las cejas levantadas. Había puesto todas sus cartas sobre la mesa, había cambiado las reglas y nada indicaba que no volviera a hacerlo. De nada servía fijar los límites profesionales.

Pero ahora le tocaba mover a ella. Pedir la comida o no, aceptar el trato o no. La decisión dependía de ella. Así que Vanessa pidió la comida.

Sopa del día y ensalada porque lo servirían rápido y lo comería rápido también. Además, no creía que pudiera comer nada más fuerte. Zac pidió entrantes y filete.

Zac: Muy, muy hecho por ambos lados.

Ness: Deberías comerlo crudo. Es mucho más sano -dijo mirando al camarero y esperando que Zac cambiara de idea pero en vez de ello le dirigió una de sus enigmáticas miradas y Vanessa se calló-.

Brittany dio un sorbo a su bebida y pidió a continuación un enorme trozo de pastel de manzana con helado.

Britt: El azúcar me estimula -explicó-.

Zac se rió en voz alta.

Zac: ¿Qué tal todo, Brittany?

Britt: Muy bien, Zac. ¿Y tú?

Zac: Muy bien.

Ness: Si habéis terminado ya, hablemos de la fiesta -se detuvo al ver que Zac la miraba simulando estar atemorizado-.

Zac: Me prometiste que no tendría que elegir entre bronce y peltre.

Ness: Pero...

Zac: No hay peros. Puedes seguir las notas si quieres pero tenéis carta blanca.

Sonaba perfecto, en teoría, pero Vanessa sabía que no había forma de agradar a un cliente sin ceder en ciertas cosas. Y era obvio que Brittany presentía el mismo desastre pero sacó el contrato y se lo entregó a Zac.

Britt: Te ruego que le eches un vistazo, lo rellenes con tus datos y la fecha de la fiesta y lo firmes. -Zac hizo lo que le pedía y entonces Vanessa firmó junto a su nombre. Brittany aplaudió emocionada al tiempo que recogía el contrato y lo guardaba en su maletín rosa-. Carta blanca -dijo a continuación-. Mis dos palabras favoritas.

Zac volvió a reírse y Vanessa sintió que su cuerpo se contraía en respuesta al contagioso sonido.

Britt: Entonces Zac, ya que no podemos hablar de los detalles de la fiesta, dime por qué le dijiste a Vanessa que no te tirara la bebida encima.

Zac: Bueno, sabía que esperaba a mi hermana y no quería que se pusiera histérica.

Britt: ¿Vanessa histérica? -dijo con tono de burla-. Vanessa no se altera ante nada.

Zac: ¿De verdad?

Britt: Te lo aseguro. Ayer sin ir más lejos, durante la comida con aquellos exiliados ingleses que celebraban una cena británico-australiana; habíamos pasado tres días con el cliente tratando de cerrar todos los detalles, incluso habíamos impreso unas preciosas tarjetas para numerar las mesas. ¿Verdad que eran preciosas, Vanessa?

Ness: Lo eran, Brittany -contestó lanzándole a Zac una sonrisa de disculpa a la que respondió con un breve guiño antes de volver su atención hacia la joven-.

Vanessa sintió un escalofrío recorriéndole la piel del rostro y se llevó la mano a la mejilla.

Britt: El caso es que en el último momento el cliente se dio cuenta de que Joe estaba en la mesa número tres y Ellen en la cuatro, ambas en la fila delantera, a idéntica distancia del estrado, pero Joe estaba sentado en una mesa superior en número, y aquello fue un cataclismo. El cliente estaba dispuesto a anular la reunión pero en ese momento entró la “señorita Paciencia” que tengo a mi lado y dijo: «Cambiaremos la denominación de las mesas, en vez de números, utilizaremos nombres de ciudades británicas». Y a continuación Vanessa metió la mano en su maletín «mágico» y sacó papel y rotulador negro. A los pocos minutos de la llegada de los invitados el salón estalló en una confusión de gritos entusiasmados al reconocer los nombres de las ciudades que tanto amaban y echaban de menos. Incluso Joe y Ellen se abrazaban con los ojos cerrados de la emoción. -Tomó aire y se echó hacia atrás en la silla-. Zac, podrías echar un vistazo a ver si viene mi pastel de manzana. ¡Me muero de hambre!

Zac: Aún no -contestó un poco sorprendido ante el repentino cambio de tema-.

Britt: Bien. Vanessa, ¿podrías ocuparte tú un poco? Tengo que ir a hacer pis antes de que llegue mi pastel. -Vanessa se levantó amablemente para dejar salir a Brittany-. Gracias, preciosa -dijo y se dirigió al lavabo-.

Vanessa se sentó de nuevo con movimientos deliberadamente lentos contando los segundos que faltaban para la vuelta de Brittany.

Zac: ¿No resulta agotadora?

«Si hablamos de Brittany estamos a salvo».

Ness: Es muy entusiasta e imaginativa y los clientes la adoran. Probablemente acabaré trabajando para ella algún día.

Zac hizo entonces una pausa durante la cual su cerebro no dejó de trabajar.

Zac: Te ha llamado preciosa. Ashley y Scott también te llaman así. ¿Te hacen ese cumplido habitualmente?

Ness: No lo considero un cumplido. Mi padre solía llamarme así desde pequeña y un buen día cuando conocí a Scott y llamó preciosa a Ashley yo respondí automáticamente en su lugar. Hace un par de años, en una fiesta en navidad, la gente del trabajo oyó que Scott me llamaba así y desde entonces ellos también lo hacen.

Zac: Te sienta perfectamente -dijo con una sonrisa-.

Ness: Por favor -dijo con tono de burla mirando por encima del hombro a ver si volvía Brittany-.

Finalmente tras unos incómodos segundos, Zac cambió de tema.

Zac: ¿Es cierto que hiciste lo que ha dicho Brittany? ¿Ayer a mediodía?

Ness: Digamos que sí aunque ella hace que todo parezca mucho más divertido de lo que fue en realidad. No fue más que un simple cambio de nombre y te aseguro que las hemos pasado mucho peores.

Zac: Ya estás otra vez subestimándote.

Ness: Bien -rió-. Estuve brillante. Salvé la situación.

Zac: Eso está mucho mejor.

Ness: Pero solo hago mi trabajo. Trato de hacer que las cosas parezcan fáciles mientras el cliente se relaja y finalmente se lleva los honores.

«Mira y aprende, chaval. Esta fiesta te va a dejar sin palabras».

Zac: ¿Te imaginas formar tu propia empresa? -se había apoyado sobre el respaldo de la silla y la miraba con los brazos cruzados-.

Ness: Me encanta lo que hago y si fuera la dueña no podría hacerlo porque tendría que concentrarme en las finanzas y las nóminas y ese tipo de cosas. Me gusta jugar con el dinero de otras personas.

Zac: Pero podrías tener más tiempo libre si quisieras.

Ness: Supongo que sí, pero sería decididamente más difícil pagar mi casa si pasara el tiempo de crucero en crucero.

Zac: ¿Tienes tu propia casa?

Ness: Todavía faltan algunos años para que pueda disfrutar de tal distinción.

Zac: Ya veo. Pero, si tus circunstancias cambiaran, podrías dejar de trabajar -añadió con sus ojos azules fijos en los de ella-.

Ness: Supongo que sí.

«Si acertara con los números de la lotería o me encontrara un maletín lleno de dinero en el patio trasero de mi casa».

Y entonces se dio cuenta. Zac pensaba que lo que ella deseaba de un trabajo era la flexibilidad para poder casarse y tener hijos lo antes posible. ¡Qué equivocado estaba! ¿O tal vez no?

Si su plan seguía adelante, el final lógico sería una boda, una luna de miel y algún día, niños. Vanessa sintió que una ola cálida la invadía al imaginarse con alguien cariñoso y compatible con ella. Adoraba su trabajo pero la idea de una vida plena y una familia era deliciosa.

Vanessa se detuvo de pronto. No se trataba de una charla inocente con Ashley ni tampoco estaba frente a un futuro marido estableciendo sus prioridades. Aquél era el hombre que terminaría en un futuro pagando sus cheques, si jugaba bien sus cartas.

De pronto pensó si realmente estaría dispuesto a concederle el contrato de Efron a una mujer que deseaba formar una familia. Y por otro lado, ¿estaba ella dispuesta a formarla si eso significaba renunciar a su preciado contrato con Efron? Ese contrato sería el colofón de su carrera, algo por lo que había estado luchando desde mucho antes de que la idea de encontrar marido entrara en su cabeza.

Mas antes de poder abrir la boca para contradecirle, o tal vez prometerle que dejaría de buscar marido si era necesario para conseguir el contrato, el camarero llegó con la comida y tras él, Brittany.

Britt: ¿Me habéis echado de menos? -preguntó saltando por encima de las piernas de Vanessa y sentándose en su silla-.

Zac: Puedes jurarlo -dijo lanzándole una última e indescifrable mirada a Vanessa antes de empezar a comer-.


Zac permaneció fuera del restaurante mientras miraba cómo se alejaba el coche de Vanessa, sin apenas notar el viento helado que se colaba por el tejido ligero de su traje.

Zac: Vanessa. Vanessa. Vanessa -susurró-, ¿qué estarás pensando en esa cabeza tuya?

Se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta y sacó un chicle. A continuación echó a andar de vuelta a la oficina.

El día no había ido exactamente como él había esperado. Cuando se había enterado de que tendría que ir él a la comida en lugar de su hermana, se había imaginado que Vanessa se alegraría de verlo y poder agradecerle la increíble oportunidad que le había dado. Y que después de flirtear un rato durante la comida pediría un taxi para ella que lo miraría emocionada agradeciendo la suerte de poder trabajar para él.

Tenía que admitir que esto último podría considerarse un poco optimista pero a juzgar por el pánico en el rostro de la mujer había pensado que ésta iba a renunciar. Y eso era lo último que quería. Se había acostumbrado a la idea de estar cerca de ella.

¿Pero qué le pasaba? ¿Por qué no se la veía tan emocionada ante la oferta? Por primera vez en diez años se estaba planteando ceder a una empresa privada la imagen pública de su empresa y ella no parecía comprender el alcance de aquella decisión. No parecía comprender la oportunidad que le estaba dando.

Zac la había estado observando durante la comida muy atento y había visto que Vanessa no había dejado de removerse inquieta, sonrojarse y sobre todo evitar mirarlo a los ojos. Sabía que no le parecía repulsivo como ella le había dicho a Scott y que su encuentro en la calle había sido para ella una especie de trauma que la había lanzado a la búsqueda de marido pero en realidad esto no era más que una excusa para no enfrentarse a sus sentimientos.

Y como había sido él el culpable, tal vez fuera él el único que pudiera liberarla. No podía darle lo que ella más deseaba pero sí podía darle la segunda cosa que más deseaba, el trabajo con el que siempre había soñado.


Britt: Vamos, preciosa. Escúpelo -dijo sentada junto a ella en el coche-.

Ness: ¿Qué?

Britt: Lo de la extraña y maravillosa comida. Yo iba preparada para impresionar a su hermana y aparece él con su traje y sus gemelos, sofisticado y... tengo de decirlo, está buenísimo... -Guardó silencio unos segundos para que su último comentario se asentara en el ambiente-. Estaba perfecto y entonces va y se sienta frente a ti y cambia -continuó-; parece derretirse mientras te mira con adoración. Seguro que habría preferido sentarse a tu lado para poder mirarte más de cerca.

Ness: ¡Por favor! -exclamó con las mejillas encendidas-.

Britt: Yo estaba allí y lo vi, y también vi que tú no llevabas puesto tu traje de la suerte.

Ness: ¿Mi qué?

Britt: En nuestra primera cita con un cliente siempre llevas el traje de pantalón oscuro con la camisa sin mangas y el escote sexy, pero hoy no. Hoy te has salido de la rutina con este adorable vestido nuevo -dijo señalando su impecable vestido de cuello cuadrado, ceñido, hasta la rodilla, en un tono crema-.

Ness: No es adorable ni nuevo -replicó con sinceridad, pero había tratado de elegir cuidadosamente la ropa más apropiada para la cita con Miley-. Y ni siquiera sabía que él estaría aquí.

Britt: Sino que ibas a conocer a su hermana y tenías que darle buena impresión. Todo encaja. Las miradas sensibleras lo decían todo.

Ness: Estuvo en la recaudación de fondos del canódromo y en la fiesta de la galería, y como le gustó mi trabajo me ofreció organizar la fiesta de su hermana. Es un cliente, nada más.

Britt: No si el divino señor Efron tiene algo que decir al respecto. Lo has cazado. Tira del sedal y ya es tuyo.

Brittany era una soñadora y buscaba los romances en todas partes, día y noche. Simplemente no tenía ni idea del tipo de persona que era Zac Efron. No había estado la otra noche para ver cómo palidecía al oír hablar de matrimonio. Mirada sensiblera aparte era un caso perdido. No quería ataduras.




Hoy no comento nada del capi porque, francamente, no lo he leído XD. Y no me acuerdo mucho de que iba de cuando leía esta novela. La leí hace meses. Pero espero que os haya gustado. Yo creo que sí.

¡Gracias por los coments!
Bye!
Kisses!


4 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha encantaaaaado!
Vanessa creo que ya tiene un trauma, deberia darle una oportunidad a zac.
Espero que subas pronto.

Lau B. dijo...

Ahhhh!
me encanto
please continuala prontoooo!
ya quiero saber que pasaaa

Lau B. dijo...

estoy super triste porque esta novela me gusta mucho pero lo que detesto de las noves cortas es que cuando apenas siento que esta comenzando se terminan, dejan mucho sin contar...
es como ya se termino???? si apenas y estaba comenzando :( :(
Bye
Lau B.

Lau B. dijo...

PUBLICA LO MAS PRONTO POSIBLE POR FAVOR!!!
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