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jueves, 24 de agosto de 2023

Capítulo 7


La familia se reunió en la Casa Hudgens, repartida por el bonito salón lleno de fotografías enmarcadas y presidido por la crepitante chimenea. Después de que le insistieran para que se sentara, Anne sirvió los cafés.

Si hubieran estado en el rancho, pensó Vanessa, la familia estaría reunida alrededor de la gran mesa del comedor. Y su madre no pararía quieta, igual que ahora.

Porque no parar quieta la tranquilizaba. Vanessa podía identificarse, pues hacer algo, prácticamente lo que fuera, surtía el mismo efecto en ella.

Habían decidido reunirse ahí porque la familia necesitaba estar unida, y Vanessa calculaba que no podía pasar más de media hora fuera del despacho.

Tenía que ocuparse de su gente, lidiar con las repercusiones y la pesadumbre que ya pesaban sobre el resort.

Fancy: ¿Qué podemos hacer por su familia? -estaba sentada, muy erguida, en su silla favorita-. Yo la conocía: una chica trabajadora y vital. Pero, Vanessa, tú debías de conocerla mejor. ¿Qué podemos hacer por su familia?

Ness: Ahora mismo no estoy segura, abuela. Sus padres están divorciados desde hace tiempo, creo. Tiene un hermano marine, pero no sé dónde está destinado. Lo averiguaré. Su madre vive en Helena, que yo sepa. No estoy segura de dónde vive su padre.

Fancy: Si su familia viene, nos ocuparemos de alojarlos donde puedan tener más intimidad, y de cuidarlos.

Cora: Eso está fuera de discusión. Vanessa, tendrás que apartar dos cabañas para que estén disponibles si es necesario. Y escoge para ellos un conductor.

Ness: Ya he reservado las cabañas -tenía su lista confeccionada, intentaba organizar qué podía y debía hacerse-. En cuanto al conductor, aunque puede que alquilen coches, creo que uno de nosotros debería encargarse de llevarlos a donde ellos quieran. Me parece que deberíamos hacerlo nosotros en vez de un empleado.

Anne: Buena idea. También tenemos que ocuparnos de nuestra familia del resort. Bonnie Jean... -Los ojos se le anegaron de lágrimas, de manera que tuvo que hacer una pausa para contener el llanto, que se le agolpaba en la garganta-. Caía muy bien. Una chica tan abierta... Tenemos que abordar, y pronto, la tristeza y la conmoción, y también el miedo. Todavía no sabemos qué ha pasado, pero la gente va a especular y a preocuparse, además de llorar la muerte de uno de los nuestros.

Mike: En mi opinión, deberíamos traer a un psicoterapeuta especializado en duelo.

Ante la sugerencia de Mike, Alex volvió la cabeza y lo miró de hito en hito.

Alex: No me imagino a la gente queriendo hablar de esto con un desconocido.

Mike: Tú no lo harías. Ni otros que no expresan sus emociones. Pero algunos sí lo harían, quizá más de los que tú imaginas. Somos una empresa, y, como empresa, deberíamos ofrecer ayuda psicológica a nuestros empleados.

Sam: Puedo coincidir con Alex sobre lo de explicarle mis cosas a un psicoterapeuta, pero opino como Mike. Deberíamos buscar un psicoterapeuta que tenga buena reputación en estos temas, y ofrecer este servicio. La gente ya decidirá si verlo o no.

Ness: Lo investigaré.

Este punto ya estaba en la lista de Vanessa.

Cora: No -la miró negando con la cabeza-. Tú ya vas a tener trabajo de sobra. Yo puedo encontrar la persona idónea para eso.

Mike: No estoy siendo frío ni insensible -miró su café con el ceño fruncido-. Y estoy tan cabreado como triste. Sigo sin poder entenderlo, y no estoy seguro de que lo haga ni tan siquiera cuando sepamos qué ha pasado. Pero tenemos que pensar en redactar un comunicado de prensa, en cómo responder a los periodistas, y no digamos ya a los huéspedes.

Ness: Estoy trabajando en ello. Hasta que sepamos lo que ha pasado, lo mejor es que digamos la verdad. Estamos todos conmocionados y apenados por haber perdido a uno de los nuestros. Y estamos colaborando en todo lo que podemos con la investigación. En este momento, no hay mucho más que decir.

Mike: Yo puedo hablar con algunos de los empleados. La yaya tiene razón en que tú ya tienes mucho trabajo.

Su hermano sabría qué decir, pensó Vanessa. Y sabría cuándo limitarse a escuchar. Mike tenía un gran corazón y, a menudo, la capacidad de intuir lo que una persona necesitaba antes de que ella misma lo supiera.

Ness: Sería de mucha ayuda. Jessica y yo iremos perfilando sobre la marcha los comunicados oficiales y decidiremos lo que todos, no solo nosotros, sino todos, deben decir a los huéspedes, a los periodistas. También podrías ayudar con eso, Mike.

Alex: ¿Por qué ella? ¿Por qué Jessica? Se ocupa de los eventos, ¿no?

Mike: Porque es inteligente y perspicaz. Mantiene la calma y se ciñe al guion, pero sabe cómo adaptarse cuando las circunstancias cambian.
 
Vanessa, que estaba sentada en el suelo con las piernas cruzadas, alzó la vista para mirarlo a él y su ceñuda expresión de escepticismo.

Ness: ¿Se te ocurre alguien mejor?

Alex: No entiendo por qué eliges una persona que apenas conocía a Bonnie Jean y se dedica a montar fiestas. Pero es tu decisión. 

Alex se encogió de hombros.

Ness: Exacto.

Alex: Papá y yo tenemos que tranquilizar a los mozos del rancho. De verdad, no tiene sentido -no consiguió disimular su enfado-. No tiene ningún sentido que alguien la atacara de esa manera.

Ness: No sabemos qué ha pasado -alzó una mano antes de que su hermano pudiera darle una dentellada-. Yo opino lo mismo que tú, pero aún no lo sabemos con certeza. Hasta entonces, tienes que decirles a todos los mozos del rancho lo mismo que les diremos a todos los empleados del resort.

Alex la miró hasta que la ira que le llameaba en los ojos se apagó.

Alex: Ha debido de ser horrible para ti, encontrarla así. Me alegro de que en ese momento no estuvieras sola.

La imagen del cadáver de Bonnie Jean invadió su mente, de modo que Vanessa solo negó con cabeza y apartó la mirada. Cuando llamaron a la puerta, se levantó enseguida.

Ness: Ya voy yo.

Al abrir, vio al sheriff Tyler, limpiándose diligentemente las botas en el felpudo.

Bob: Vanessa, ¿cómo estás, cariño?

Bob Tyler tenía una constitución robusta y una cara curtida y rubicunda. Vanessa lo conocía de toda la vida, pues mantenía una relación cordial con sus padres y le gustaba bromear con que había besado una vez a su madre antes de que su padre se decidiera a dar el paso.
 
Ness: Es un día horrible. Un día horrible y muy duro.

Bob: Lo sé. -El sheriff le dio un breve abrazo, seguido de una palmada en la espalda-. He pasado por tu despacho, y esa rubia del Este tan guapa me ha dicho que tu familia y tú estabais todos aquí. Necesito hablar contigo, cariño.

Ness: Lo sé. Deme el abrigo.

Bob: No te preocupes por eso -entró en el salón-. Doña Fancy, señora Hudgens. -Se quitó el sombrero-. Siento tener que presentarme en su casa de esta forma.

Cora: Tú siempre eres bienvenido, Bob -fue la primera en levantarse-. Te traeré un poco de café.

Bob: Se lo agradecería mucho. Anne, Sam, muchachos.

Fancy: Mike, trae una silla para el sheriff Tyler -dijo señalando hacia la habitación de su hija-. ¿Cómo le va a Lolly?

Bob: Me tiene a dieta -sonrió, arrugando los ojos-. Un hombre podría morirse de hambre en su propia casa. Gracias, Mike.

Se sentó en la silla que el chico había sacado para él, y resopló.

Sam: ¿Qué puedes decirnos? 

Bob: Lo cierto es que ahora mismo más bien poco. Estamos haciendo todo lo que hay que hacer, y no puedo hablar del asunto con franqueza. Debo formularle algunas preguntas a Vanessa.

Cora se detuvo al salir de la cocina, con una taza de café en la mano.

Cora: ¿Necesitas que nos vayamos?

Bob: No, señora, no hace falta. Como todos ustedes conocían a Bonnie Jean, es posible que puedan aportar algo que nos ayude. Pero, Vanessa, tú eres quien la ha encontrado. Junto con Zac Efron.

Ness: Sí, señor. Íbamos camino del trabajo, a caballo -precisó, aunque eso el sheriff ya lo sabía, por supuesto-.
 
Bob: Disteis un buen rodeo. ¿Lo propuso Zac?

Ness: No. Fui yo. Yo dirigía.

Él enarcó las cejas con sorpresa, pero asintió.

Vanessa se lo explicó todo, como había hecho con Garrett Clintok. Tyler la interrumpió cuando llegó a la parte del móvil de Bonnie Jean.

Asintiendo, pasó las hojas de una libretita.

Bob: Zac te sugirió que intentaras llamarla.

Ness: No. Cuando vi su bolso en el coche, me preocupé, así que la llamé al móvil. No tiene teléfono fijo. Y oí su tono de llamada. Más o menos en ese momento, Zac me dijo que me acercara a mirar. Y vimos su móvil tirado en el suelo y el camino abierto en la nieve. Entonces la vi tumbada en la nieve e intenté correr a su lado. Pensaba que estaba herida, trataba de convencerme de ello, pero lo cierto es que ya me había dado cuenta, cualquiera lo haría, de que era demasiado tarde. Zac me lo impidió, me sujetó.

Tyler dio unos golpecitos en la libreta con un pequeño lapicero mientras la observaba.

Bob: ¿Se acercó Zac a ella?

Ness: No. Siguió sujetándome, procurando calmarme, hasta que logró que entendiera (yo simplemente me negaba) que no debíamos tocarla, que no debíamos hacer nada.

Bob: Me han dicho que Zac tiene un ojo morado. ¿Lo tenía esta mañana cuando habéis salido?

Ness: No, porque se lo he puesto yo así. Estaba medio loca, luchando por soltarme, y le di un puñetazo antes de poder dominarme. Ya sé qué está pasando -habló con frialdad-. Y quiero darle mi opinión.

Bob: Adelante.

Ness: He explicado a Garrett lo que ha ocurrido igual de claro que se lo estoy explicando a usted ahora. Si él le ha dicho otra cosa, miente.

Como si quisiera tranquilizarla, Tyler bajó varias veces la mano.

Bob: Bueno, Ness, soy consciente de que existe hostilidad entre Zac y Garrett.

Alex: Clintok envenenó la relación hace mucho tiempo -se levantó con aire pausado-. La envenenó cuando no éramos más que unos críos y Clintok acosaba a Zac, lo hostigaba. Era un puto sádico. Lo siento, abuela, pero no hay una palabra mejor. La envenenó cuando él y tres de sus amigos, esos capullos...

Cuando volvió a quedarse callado, doña Fancy hizo un gesto con la mano.

Fancy: Espera a terminar para disculparte por decir palabrotas en mi presencia.

Alex: Eso es lo que fueron cuando se nos echaron encima mientras Zac y yo estábamos acampados en el río. Me sujetaron entre los tres para que Garrett pudiera pegar a Zac. Pero Zac acabó pegándole a él, y le habría ganado si Wayne Ricket... ¿Se acuerda de él?

Bob: Sí, recuerdo que cuando fui ayudante lo metí en una celda más de una vez, y siendo ya sheriff ayudé a que lo encerraran durante cinco años por asalto a mano armada.

Alex: Wayne se metió, así que eran dos contra uno. Pero ya solo quedaban dos para sujetarme, y yo estaba hecho una furia. Les dimos una paliza. Después, Clintok se conformó con insultar, no podía hacer mucho más, ya que estaba vomitando como un perro mareado después de los dos puñetazos que Zac le había dado en la tripa. Hágame caso, si Clintok pudiera encontrar la forma de ganar a Zac, aunque fuera haciéndole creer que es capaz de matar a una mujer, lo haría.

Cuando hubo terminado su intervención, Alex volvió a sentarse. Tyler se quedó un momento callado, mirando su libretita.

Bob: Agradezco la información. Muy bien, Ness. -Se volvió otra vez hacia ella-. ¿Qué pasó después?
 
Ness: Zac le llamó a usted, y yo llamé a seguridad (ya había recobrado la cordura) para que pudieran cortar la carretera e impedir que se acercara nadie. Clintok fue el primero en llegar, y vi claro que quería provocar a Zac, así que... -resopló. Dije que necesitaba sentarme, beber agua y que había pedido que nos mandaran las llaves de la cabaña más próxima. No me apetecía oírles cómo se decían de todo con Bonnie Jean tirada en la nieve.

Bob: Fue una manera inteligente de manejar la situación. Aún me falta reunir alguna información, y tengo que hablar con el supervisor directo de Bonnie Jean y las personas que trabajaron con ella anoche.

Ness: Es Drew Mathers. He hablado con él y los camareros. Usted también tendrá que hacerlo, pero se lo puedo adelantar: Bonnie Jean mandó a los demás a casa alrededor de las doce y media. Aún tenía tres parejas en el bar; dos entraron juntas y la tercera se hizo amiga de ellas, así que se quedaron más rato. No puedo decirle con seguridad a qué hora cerró y se marchó, pero puedo darle los nombres de las personas que estaban en el bar después de las doce y media.

Bob: Eso sería de muchísima ayuda. Tenía novio, ¿no?

Ness: Rompieron. Hace un par de semanas. Chad Ammon. Es uno de nuestros conductores, y hace las veces de botones. Hoy es su día libre.

Bob: ¿Es el hijo de Stu Ammon?

Ness: Sí.

Bob: ¿Y sabes quién rompió con quién?

Ness: Fue ella. Él la engañaba con una chica de Missoula, y antes con otra de Milltown, así que le dio puerta. Lo que quiero decir (y ya sé que usted tendrá que hablar también con él) es que Chad es una calamidad con las mujeres, pero, aparte de eso, es un buenazo. Y estaba casi igual de disgustado por la ruptura que si se hubiera cortado afeitándose. Son cosas que pasan.
 
Bob: ¿Salía Bonnie Jean con otro hombre?

Ness: Estaba..., ¿cómo lo decía ella?, tomándose un descanso de... -miró a las abuelas de reojo-, cierta parte de su anatomía. Yo la veía casi todos los días, y me lo habría dicho si hubiera cambiado de opinión.

Bob: Muy bien. Te agradezco que me expliques todo eso, Ness. -Después de meterse la libretita en el bolsillo, Tyler se levantó-. El café estaba delicioso, señora Hudgens. Ahora voy a dejarlos solos.

Ness: ¿Va ahora ahí? 

Bob: Sí.

Ness: Si pudiera acompañarlo, podría mandarle a las personas con las que necesita hablar, buscarle un sitio para hacerlo.

Bob: Me vendría muy bien.

Tyler la esperó mientras cogía el abrigo. Vanessa se volvió para mirar a su familia. De momento no había nada más que decir, pensó, y salió con el sheriff.

Ness: Sé que no puede hablar del caso, pero está claro que alguien la persiguió. No sé por qué se detuvo donde lo hizo, ni cómo pasó, pero está claro que se asustó y echó a correr, y eso significa que huía de algo. De alguien.

Bob: Hay que investigar más antes de poder afirmar si eso fue lo que ocurrió. Oficialmente.

Ness: Mi pregunta es si debería poner más seguridad.

Bob: No sé si es necesario. Pero cuando pasa algo como lo de esta mañana, la gente está asustada hasta que hay respuestas. Creo que deberías hacer lo que te parezca correcto.

Una mujer que ella conocía estaba muerta, y en sus tierras, pensó Vanessa.

Ojalá supiera qué era lo correcto.
 

Cuando subía una mansa yegua a un remolque, Zac vio que la camioneta del sheriff bajaba por la carretera en dirección al CAH.

La estaba esperando.

Levantó el portón del remolque para encerrar a los dos caballos y se dirigió al cobertizo, donde Evan Lewis estaba cepillando otro caballo.

Evan: Luego voy a ponerte a trabajar -le dijo al animal-. Así que descansa ahora.

Zac: Evan, necesitaré que lleves estos caballos al centro. Tenemos una clase dentro de más o menos una hora. Ashley irá directamente para darla.

Evan: No he terminado, jefe.

Zac: Tranquilo, yo me ocupo. Llévate a estos dos y ensíllalos. Solo di a Ashley que tiene que recordar las reglas. Puedes comer mientras ella da la clase.

Evan: Vale, jefe -salía del cobertizo junto a Zac cuando Tyler aparcó-. Supongo que ha venido por lo que le ha pasado a esa chica. Qué cosa tan terrible.

Zac: Sí. Anda, vete.

Zac fue al encuentro de Tyler.

Bob: Zac. -El sheriff lo saludó con la cabeza-. ¿Cómo le va a tu madre?

Zac: Muy bien. Le gusta tener un nieto pegado a sus faldas para mimarlo.

Bob: Yo también voy a ser abuelo.

Zac: No lo sabía.

Bob: Sí, mi primer nieto, nacerá en mayo. Mi mujer ya está medio loca, comprándole peleles y ositos de peluche. -Tyler calló y se fijó en Evan, que maniobraba con la camioneta y el remolque-. ¿Es nuevo?

Zac: Sí, aunque, si lo piensa, yo también lo soy.

Bob: No es el recibimiento que querría alguien que vuelve a casa. ¿Qué tal si me lo cuentas todo?

Zac: ¿Podemos hablar mientras trabajo? Esta tarde tenemos una ruta a caballo para un grupo de seis.

Bob: Por supuesto.

Fueron al cobertizo donde estaban los caballos y Zac retomó el trabajo donde Evan lo había dejado. Mientras tanto, fue explicándole todo, desde que coincidió con Vanessa en las caballerizas hasta que encontraron el cadáver.

Bob: ¿Fuisteis por el camino de la Cola Blanca?

Zac: Sí. Con este tiempo, es como cabalgar en una película. El paisaje es de foto.

Bob: Tú sabes de eso. De películas.

Zac: Supongo.

Bob: ¿Has ido de copas a la Cantina desde que volviste?

Zac: No. He estado ocupado, y tengo cerveza en el rancho. No llegué a conocerla. -Y jamás la olvidaría-. No puedo demostrar que no decidí ir en coche hasta ahí en plena noche y que perseguí a una mujer que no conocía, pero desde luego sería un cambio de hábitos en mi rutina.

Pese a las circunstancias, Tyler curvó un poco los labios hacia arriba.

Bob: Tuviste algunas grescas en distintos sitios, que yo recuerde.

Zac: Con chicos y hombres -convino con aire relajado, aunque percibía la influencia de Clintok en las preguntas del sheriff-. ¿Las grescas que he tenido con chicas y mujeres? Esas son de otro tipo, y siempre consentidas.

Bob: Nunca he oído otra cosa -dijo Tyler, y le señaló el ojo-. Parece que has tenido una gresca hace poco. No está mal ese ojo morado.

Zac: Los he tenido mejores. Vanessa... Solo quería ir junto a su amiga. No era capaz de pensar en nada más, y yo no podía permitírselo. Por tanto, sí, podría decirse que hemos tenido una gresca, y que ella me ha dado bien. Su derechazo es admirable.

Bob: ¿Es así como se lo has contado todo a mi ayudante?

Zac: Sí.

Tyler esperó un segundo, dos.

Bob: ¿No quieres añadir nada?

Zac: No hay nada que añadir.

Bob: Tengo una historia que contarte. -Tyler sacó un paquete de chicles del bolsillo-. La parienta estuvo dándome la lata hasta que dejé de fumar. .Le ofreció el paquete y Zac cogió un chicle.. En fin, a lo que iba. Hubo una partida de póquer una noche, en casa de los Clintok. La mujer había ido a visitar a su hermana y se había llevado a la niña, así que solo estaban Bud Clintok y el joven Garrett. Calculo que él debía de tener unos doce años por entonces. Tu padre estaba allí.

Los ojos azules de Zac no manifestaron ninguna emoción cuando asintió.

Zac: Solía estar si había una partida de póquer.

O una carrera de caballos, o un evento deportivo en el que se pudiera apostar.

Bob: Eso es verdad, aunque pasaba temporadas en que tenía ese demonio bajo control. Pero aquella no era una de ellas. No es hablar mal de los muertos decir que Jack Efron tenía una debilidad. Sin embargo, no había una pizca de maldad en él. Esa noche estaba en racha, ganando dinero a espuertas. Bebimos, soltamos tacos, apostamos y fumamos como chimeneas, lo que echo muchísimo de menos. -Tyler suspiró, masticando chicle-. En la última mano solamente quedaban tu padre y el de Garrett. Bud llevaba toda la noche perdiendo casi tanto como el tuyo llevaba ganando. Era un buen bote, y Bud no paraba de subir. Jack no se achantó. Había unos quinientos dólares sobre la mesa cuando Bud se quedó sin dinero. Dijo que se apostaría otra cosa. Tu padre, medio en broma, dijo que podía apostarse el cachorro. El perro, un cachorro que no tenía más de cuatro meses, se había encariñado de Jack. Él decía que era su amuleto de la suerte. Y Bud dijo que le parecía bien. Entonces enseñaron las cartas. Bud tenía una escalera de corazones, de ocho a reina. ¿Y tu padre? Cuatro doses. -Tyler se quedó callado, se echó el sombrero hacia atrás y negó con la cabeza-. Cuatro doses, y no hubo más que hablar. Jack cogió el dinero pero no se llevó el perrito. Era del hijo, y tu padre no tenía una pizca de maldad. Dijo que prefería que Bud lo invitara a cenar un bistec, y ahí quedó la cosa. Todos nos fuimos a casa, un poco borrachos y con los bolsillos más vacíos, salvo Jack... y yo, que no perdí nada, y eso fue igual de bueno que ganar, dadas las circunstancias. .Tyler contempló las montañas antes de mirar a Zac a los ojos-. Me enteré de que alguien pegó un tiro al cachorro justo al día siguiente. Bud puede ser un hombre duro, pero jamás habría disparado a un cachorro.

Zac podía verla, había visto esa maldad en Clintok incluso cuando tenían doce años.

Zac: ¿Por qué lo aceptó como ayudante, sheriff?

Bob: Sirvió a su país, y volvió a casa. Supuse, visto lo visto, que la maldad se le habría pasado con la edad. No digo que a veces no pueda desviarse del camino recto, pero tampoco puedo decir que me haya dado motivos de queja. Pero él y yo tendremos una conversación, porque ha muerto una mujer y nadie que trabaje para mí va a utilizar eso para tomarse la revancha.

Zac: Yo no tengo ningún problema con él. Si no se interpone en mi camino, no me interpondré en el suyo.

Bob: Esa es la idea. Saluda a tu madre de mi parte la próxima vez que hables con ella.
 
Zac: Lo haré.

Una vez estuvo solo con los caballos, Zac pensó en muchachos resentidos, él había sido uno de ellos, y en un padre que jamás había sido malvado, pero sí tan débil como para perderlo todo. Incluso el respeto de su hijo.


En su despacho, Vanessa intentó adelantar trabajo, acometiendo el que no podía posponerse, pero interrumpiéndolo todo cada vez que uno de sus empleados acudía en busca de consuelo o respuestas.

Ella desempeñó su papel con un nudo en la boca del estómago y un creciente dolor de cabeza que sentía detrás de los ojos.

Jessica se detuvo en la puerta, llamó con los nudillos en el marco.

Jessie: Siento interrumpir.

Ness: No, tranquila. De todas maneras, pensaba ir a buscarte dentro de un rato. Me ahorras los pasos.

Jessie: ¿Has comido algo?

Ness: ¿Qué? 

Sin entenderla por un momento, Vanessa se masajeó el cuello dolorido.

Jessie: Eso pensaba -tomó la iniciativa y descolgó el teléfono del escritorio de Vanessa para marcar la extensión de la cocina-.

Jessie: Hola, Karleen, soy Jessica. ¿Podéis mandar un plato con la sopa del día y una manzanilla al despacho de Ness? Sí, te lo agradecería mucho. Gracias.

Ness: ¿Y si no quiero sopa? -preguntó cuando Jessica colgó-.

Jessie: Te la comerás porque eres lo bastante lista como para saber que la necesitas. Igual que Mike, y tu madre.

Vanessa consiguió sonreír.

Ness: ¿Nos estás cuidando?
 
Jessie: Alguien tiene que hacerlo. Pareces agotada, y resulta que sé que hoy no han parado de desfilar empleados por tu despacho buscando tu apoyo, igual que ha pasado en el despacho de Mike y en el de Anne. Pero aquí ha entrado más gente.

Ness: Soy la jefa.

Jessie: Exacto. Ellos te necesitan para que los consueles, así que tú necesitas comerte la sopa. Anda, dime qué puedo hacer para ayudarte.

Ness: He estado trabajando en un par de cosas, y... ¿no tenías una consulta sobre la reunión de la Compañía Rhoder programada más o menos para esta hora? ¿Y una entrevista?

Jessie: Las he cambiado de fecha. No ha sido un problema. Hemos tenido una muerte en la familia.

Vanessa notó las lágrimas escociéndole en los ojos doloridos. Cuando se los apretó, Jessica se volvió y cerró la puerta.

Jessie: Lo siento de veras, Vanessa. No conocía mucho a Bonnie Jean, pero me caía bien. Deja que te quite algo de trabajo. Sé que Britt suele cubrirte cuando te hace falta, pero... ahora mismo está destrozada.

Ness: Eran muy buenas amigas. Me vendría bien que me ayudaras con un par de cosas. Y sé que ahora mismo tú también estás muy liada.

Jessie: Chelsea es tan buena como tú y yo pensábamos. Incorporarla a mi equipo me ha dejado lo bastante libre para disponer de algo de tiempo.

Ness: Yo te lo ocupo. Primero, he redactado un comunicado para la prensa. Ya he tenido que utilizarlo dos veces con periodistas que han llamado por lo que ha pasado. Quiero asegurarme de que no le falta nada.

Jessie: Me encantaría echarle un vistazo.

Ness: También necesitamos uno para los huéspedes. Para los que ya están aquí y para los que tienen una reserva y podrían llamarnos por este asunto. He redactado un borrador. Tú no la conocías mucho, así que serás más objetiva. No tengo claro si he sido demasiado escueta para compensar que era amiga mía.

Jessie: De acuerdo.

Ness: Y, por último, tenemos que organizar una ceremonia en su memoria. Aquí. Ya he hablado con su madre -se quedó callada y resopló-. Les hemos ofrecido nuestras cabañas y a nuestros conductores, todo lo que les haga falta; sin embargo, han dicho que van a quedarse en Missoula y se la llevarán a Helena, su hogar, cuando puedan. La ceremonia será un acto abierto para todos nosotros, todos, resort y rancho, y para cualquier persona que la conociera y quiera venir a presentar sus respetos.

Jessie: Deja que yo me ocupe de eso. No hablo a la ligera cuando digo que una ceremonia de esta clase es un evento, y los eventos son lo mío. Tú solo dime cuándo quieres que se celebre y dónde, y yo lo organizaré todo.

Agradecida, Vanessa notó cómo se quitaba un peso de encima.

Ness: Creo que tiene que ser bajo techo, dado que no podemos fiarnos del tiempo. El Molino es el mejor sitio.

Jessie: Estoy de acuerdo -se levantó cuando llamaron a la puerta; la abrió-. Gracias, Karleen, perfecto. -Llevó la bandeja hasta la mesa y la dejó encima-. Come.

Ness: Tengo un nudo en el estómago.

Jessie: Come igualmente.

Vanessa rio sin muchas ganas y cogió la cuchara.

Ness: Pareces mi bisabuela.

Jessie: Un grandísimo cumplido. Dame una idea general de lo que quieres y me ocuparé de los detalles.

Flores, porque a Bonnie le encantaban. Y música country y del Oeste. Mientras organizaba la ceremonia, Vanessa tomó la sopa. Era la elección perfecta, pues entraba sin apenas darte cuenta.
 
Ness: Creo que tendría que durar unas cuatro o cinco horas, siempre con alguien de la familia presente. Eso podemos arreglarlo. Pero querría dar a todos los que trabajan aquí la oportunidad de entrar, de quedarse un ratito. Y como no pasa un día sin que tengamos reservas, he pensado en cerrar durante un día.

Jessica, que aún tomaba notas, no se molestó en mirarla.

Jessie: Entonces has pensado en arruinarles el plan a personas que, aparte de reservar una cabaña, seguramente han comprado billetes de avión y pedido permiso en el trabajo.

Ness: No estaría bien. Pero todos tienen derecho a entrar. Sería más fácil hacerlo en el rancho, pero...

Jessie: Ella formaba parte de la familia del resort.

Ness: No me cabe en la cabeza. -Aunque tenía un nudo en la garganta, se obligó a seguir hablando-. No me cabe en la cabeza que haya podido pasar esto. No es que nunca tengamos problemas. Un huésped que se desmadra un poco, empleados que se dicen de todo o incluso algunas peleas durante algún evento. Pero ¿algo así? No me cabe en la cabeza.

Mike: ¿Ness? Perdona -apareció en la puerta-. Mamá necesita verte si tienes un momento.

Ness: Claro. Ahora mismo voy. Jessie, ¿qué te parece si te quedas a repasar los comunicados en mi escritorio? Así habrá una cosa terminada -abrió los archivos en el ordenador y se levantó-. Vuelvo enseguida.

Jessica se sentó en su silla y leyó los comunicados. Directos, pero quizá un poco bruscos, un poco forzados.

Colocó los dedos sobre el teclado y empezó a escribir sugerencias.

Alex: Ness, quiero... -se detuvo en mitad del despacho-. Pensaba que eras Ness.

Jessie: Ha tenido que salir un momento -se levantó-. Alex, lo siento mucho.

Alex: Te lo agradezco. -Se quitó el sombrero, asiéndolo con ambas manos-. Me quitaré de en medio, así te dejo comer.

Jessie: No es mío. Por lo visto, he tenido que ponerme en el papel de doña Fancy para conseguir que Vanessa coma algo. Volverá enseguida. ¿Por qué no te sientas? Te traeré un café.

Alex: El café me va a salir por las orejas. Nunca pensé que me oiría decir esto. -Aun así, se sentó, casi dejándose caer-. Esto..., ¿lo lleva bien? Me refiero a Vanessa.

Tenía cara de cansancio, incluso estaba un poco pálido, pensó Jessica, y se dio cuenta de que jamás lo había visto con ese aspecto. Rodeó la mesa y se sentó a su lado.

Jessie: Tú pareces cansado, que no te sepa mal que te lo diga. Pero Vanessa parece agotada.

Alex: Le tocará organizarlo todo. Planificarlo todo, hablar con todo el mundo.

Jessie: Así es, y lo está haciendo. Aun así, creo que trabajar está ayudándola a superar el golpe, pero lo cierto es que todo el mundo se apoya en ella. Está pálida y exhausta, y no ha tenido tiempo de llorar la pérdida de su amiga, ni tan siquiera de asimilarla.

Por un momento Alex no dijo nada, solo se quedó observando su sombrero.

Más que pálido y cansado, pensó Jessica, parecía tristísimo.

Jessie: ¿Has comido?

Alex: ¿Qué?

Jessie: Por lo visto, hoy estoy promocionando la sopa. Puedo pedirte una.

Alex: No, yo... -solo la miró, durante un largo instante-. Estoy bien. He... hecho pasar un mal rato a Ness por ti.

Jessie: ¿Por... mí?

Alex: Cuando ha dicho que iba a pedirte que la ayudaras con los comunicados y eso.

Mientras asimilaba su comentario, Jessica se apretó una horquilla, aunque no estaba floja, de su impecable moño bajo.

Jessie: Porque no soy de aquí.

Alex: No eres de aquí, no llevas mucho aquí y...

Jessie: ¿Y?

Alex: Da igual. Venía a pedirle disculpas. Estaba sufriendo, se notaba, pero aun así yo me he ensañado un poco con ella. Porque estaba enfadado -volvió a mirar el sombrero con el ceño fruncido-. Muy enfadado. Aún lo estoy.

Jessie: ¿Es este tu aspecto cuando estás enfadado?

Alex: Depende -repuso alzando la vista- de por qué estoy enfadado. Ness opina que tú eres la persona ideal para ayudarla en esto, así que no tengo ningún motivo para decir lo contrario.

Jessica asintió y cruzó los pies, calzados con zapatos de tacón.

Jessie: Ya que has abierto tú esa puerta... ¿Qué problema tienes conmigo? Los dos sabemos que lo tienes.

Alex: No lo sé. Puede que solo sea que tardo en habituarme a la gente.

Jessie: ¿La gente como yo?

Alex: La gente en general -vaciló un momento y se encogió de hombros-. Hay una buena razón para que yo trabaje en el rancho y Mike lo haga en el resort. Me volvería loco tratando con gente todo el santo día.

Jessie: Bueno, si descubres que el problema que tienes conmigo es más que mi condición humana, dímelo. A lo mejor podemos resolverlo. Iré a avisar a Ness de que la esperas.

Alex se aclaró la garganta cuando ella se levantó para salir del despacho.
 
Alex: ¿También tengo que disculparme contigo? 

Jessica volvió la cabeza, lo atravesó con la mirada.

Jessie: Depende -respondió, y se marchó-.


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