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miércoles, 8 de mayo de 2019

Capítulo 9


Comieron como lobos, incluso Zac. Quizá el amago de guerra seguido de la disputa por la albóndiga les abrió el apetito. Después de la cena, lo mejor que se le ocurrió fue desnudarlos en el cuartito de la lavadora, anexo a la cocina. Mientras metía su camisa manchada de espaguetis en la lavadora por si acaso, los chicos hicieron lo que un niño desnudo ha hecho toda la vida: correr por la casa gritando como salvajes.

No sabía qué lío era peor, si el de la cocina o el de los niños, pero decidió ocuparse de ellos primero. Dudaba que Vanessa fuera tan permisiva como para dejar que los niños se metieran en la cama pringosos y manchados de salsa, y los condujo al baño.

Zac: Los tres a la vez. A la bañera.

Christopher: ¿Podemos hacer pompas?

Zac: No sé, ¿podéis?

Luke: Tenemos a Spiderman.

Luke metió la mano en el armarito de las toallas y sacó un frasco en forma de Spiderman.

Zac: Qué guay -echó una dosis generosa en el agua-. Vamos, adentro, mientras yo…

Liam: Nos faltan los juguetes.

Liam sacó una cesta de plástico del armarito y vació el contenido en el agua. Por la mirada furtiva que le dedicó, Zac supuso que no era así como lo hacía su madre.

Pero era una noche de tíos.

Zac: Vale…

Luke: Falta el jabón -cogió un frasco con dispensador-. Sirve para el pelo y el cuerpo.

Zac: Qué práctico.

Christopher: Pero el pelo nos lo tienes que lavar tú.

Zac: Vale -examinó el frasco-. Vamos allá.

Entraron todos. Si no se hubiera distraído con Spiderman, los juguetes, el jabón, habría caído en que el agua podía rebosar.

Cerró los grifos y tiró una toalla al suelo donde había caído el agua. Dado que iba sin camisa, se remangó metafóricamente y se puso manos a la obra.

Se dio cuenta de que en cuestión de treinta segundos iba a necesitar más toallas.

Le trajo recuerdos vagos de los baños con sus hermanos, de las guerras de agua, las inundaciones, aquella diversión tan inocente.

Los lloriqueos cuando había que salir del agua.

Zac: Lo malo de las noches de tíos es que las tías vuelven. Si viene vuestra madre y ve este baño, la cocina… somos hombres muertos. Hay que deshacerse de las pruebas.

Quitó el tapón. Entre suelo, paredes y niños, utilizó media docena de toallas. Ahora los críos volvían a correr gritando por la casa, pero al menos estaban limpios.

Zac: Todo el mundo a ponerse el pijama -sacó los juguetes mojados de la bañera y los echó a la cesta-. Yo tengo que adecentar la cocina.

Bajó las toallas, pasó la ropa lavada a la secadora y las toallas a la lavadora.

Miró el reloj. Dios, ¿cómo demonios podían ser las ocho menos cuarto? Deprisa, mientras oía gritos y piececillos correteando arriba, puso los platos en el lavaplatos. Fregó la mesa, limpió la salsa del suelo, y metió el trapo en la lavadora con las toallas.

Zac: Chicos, tenéis que bajar a guardar estos juegos.

Luke: ¡Nos estamos poniendo el pijama! -le contestó a gritos-.

Siguieron las carcajadas.

Zac: Sí, seguro.

Se le agotaba el tiempo. Fue corriendo al salón y recogió los juegos y los mandos, luego subió al trote la escalera.

Se habían puesto el pantalón del pijama, pero llevaban la camiseta en la cabeza como si fuera un gorro de plumas indio y estaban sentados en el suelo alrededor de una montaña de figuras de acción.

Christopher: Sé tirarme pedos con el brazo. Me ha enseñado Liam.

Hizo una demostración mientras sus hermanos se reían a carcajadas.

Zac: Una habilidad esencial en la vida, bien ejecutada. Poneos las camisetas, tíos. Vuestra madre debe de estar a punto de llegar.

Christopher: Ella dice que es de mala educación tirarse pedos en público, aunque lo hagas con el brazo.

Zac: Sabias palabras.

Tomando cartas en el asunto, le puso la camisa a Christopher. Él le dedicó otra de sus sonrisas angelicales.

Christopher: ¿Podemos tener otra noche de tíos mañana?

Zac sintió un extrañísimo regocijo en el vientre.

Zac: Mañana no, pero repetiremos.

Christopher: Podemos hacerlo cuando no haya cole, y te quedas a dormir.

Qué más quisiera.

Zac: Eso estaría bien.

Ness: Ya estoy en casa. Ya he vuelto.

Christopher salió disparado, seguido y luego adelantado por sus hermanos.

Cuando Zac empezó a bajar, la tenían rodeada: Christopher le echaba los brazos para que lo cogiera y todos ellos hablaban como cotorras.

Ella rió, cogió como pudo a Christopher, logró darle un beso en el cogote a Liam y le acarició el pelo a Luke.

Ness: ¿Conque una noche de tíos? Tendremos que… -Miró a Zac, que bajaba la escalera. Pestañeó-. Ah, hola.

Zac: Hola. ¿Cómo ha ido?

Ness: Muy bien. ¿Qué tal por aquí?

Zac. Bien. Hemos jugado un rato al póquer, nos hemos bebido unas birras.

Ness: Lógico. Chicos, tenéis que subir a lavaros los dientes. En un par de minutos estoy arriba. Dadle las buenas noches a Zac.

Luke y Liam le chocaron los cinco, Christopher chocó por abajo y le abrazó las piernas.

Christopher: Se quedará a dormir un día -le dijo a su madre-. Adiós, Zac. ¡Adiós!

Vanessa dejó el bolso mientras los críos subían a toda prisa.

Ness: Entonces, ¿todo ha ido bien?

Zac: Desde luego.

Ness: No tenías por qué bañarlos. -Se dio un toque en un lado de la nariz al ver que Zac palidecía-. Huelen a gel de baño.

Zac. Ah, sí, bueno… Hemos tenido un pequeño incidente con los espaguetis.

Ness: Ya. ¿Por eso vas sin camisa?

Zac: Ah, sí. -Se miró-. Lo había olvidado. La he metido en la lavadora con su ropa. Se está secando. Ah, también hemos tenido una pequeña inundación, así que he puesto a lavar las toallas.

Le tocaba a ella palidecer.

Ness: ¿Has hecho la colada?

Zac: Algo así. Merezco una recompensa.

Ness: Supongo.

Se acercó a él, le besó una mejilla, la otra, luego posó sus labios suavemente en los de él.

Su torso desnudo era cálido y firme, sus brazos fuertes la envolvieron.

Ness: Hueles a batido de naranja -le susurró-.

Y quiso lamerlo.

Zac: ¿Cómo dices?

Ness: El gel de baño de los niños. Huele distinto en ti. Zac…

Liam: ¡Mamá! -El grito la sobresaltó-. Ya nos hemos lavado los dientes. Luke ya tiene el libro.

Ness: Muy bien. Voy enseguida. Lo siento, es la hora de acostarse, y procuro leerles unos minutos casi todas las noches.

Zac: Bueno, yo me voy. Te recojo mañana a las siete.

Ness: No te puedes ir sin camisa.

Zac: No creo que me valga nada tuyo.

Ness: Pero…

Zac: Aún hace calor fuera.

Le dio otro beso rápido y ligero.

Ness: Bueno, pues gracias.

Aturdida, se apartó. Iba a pedirle que se quedara… hasta que se secase su camisa. Que se tomara una copa de vino con ella. Tal vez…

Liam: ¡Mamá!

Zac: No pasa nada. Me he divertido. Nos vemos mañana.

Vanessa suspiró y cerró con llave cuando él salió.

Ness: Voy -respondió cuando Liam volvió a gritar-.

Quizá fuera mejor así, se dijo. No creía que pudiera «tal vez…» con Zac estando los niños en el piso de arriba.


Zac aparcó en su plaza de detrás de Vesta.

Mientras iba por el pasaje en dirección a la escalera, Brad, el fontanero, lo llamó desde su sitio en el comedor del porche.

Brad: ¡Zac! ¿Tan mal se te ha dado la partida hoy que has perdido hasta la camisa?

Zac: Ni te lo imaginas.

En su apartamento, fue directo al frigorífico a por una cerveza, luego encendió el televisor y se dejó caer en el sofá.

Zac: Cielo santo.

Se sentía como si acabara de correr la maratón de Boston.

¿Cómo lo hacía Vanessa? ¿Cómo demonios hacía eso todos los días, e incluso más? Si solo la cena, las disputas, el desorden, la cantidad de cosas que había que recordar, que hacer, que controlar con tres niños ya era mental y físicamente agotador.

Divertido, lo reconocía, pero agotador.

Y Vanessa tendría que levantarse por la mañana, levantarlos a ellos, vestirlos, darles el desayuno. Luego ir a trabajar. Y, después del trabajo, repetiría, básicamente, lo que acababa de hacer él. Además de eso, llevaba una casa y un negocio.

¿Tenían superpoderes las mujeres?

Fuera como fuese, por la mañana le enviaría flores a su madre.


Ash: Cuando me he enterado de que había vuelto a casa sin camisa, he pensado, «Madre mía, Vanessa está hecha una fiera».

Ashley estaba recostada en la cama de Vanessa, apoyada sobre los codos.

Ness: Las fieras son los niños.

Ash: Albóndigas voladoras, baños inundados… -meneó la cabeza-. Y todavía quiere salir contigo esta noche. Tiene carácter.

Ness: En cuanto he convencido a Christopher de que me convirtiera en «tío honorario», lo ha soltado todo. Además, he encontrado un par de rastros boloñesa que Zac pasó por alto. -Cogió los pendientes que Brittany había escogido-. Lo hizo genial, de verdad, y se fue enseguida. Ni siquiera esperó a que se le secara la camisa.

Ash: ¿Eso es algo en clave?

Ness: Qué va. Aunque iba a pedirle que se quedara un rato, quizá abrir una botella de vino.

Ash: Eres una fiera.

Ness: Ya sabes que los hombres y el sexo siempre pueden quedar en segundo plano. -Para ver cómo le quedaban los pendientes, Vanessa inclinó la cabeza a ambos lados-. De hecho, pueden salir de escena por completo. No es fácil encajarlos de todos modos. Pero… desde que empecé a ver a Zac así, y supe que él también me veía así…

Ash: La cosa se ha empezado a calentar.

Ness: Se va cociendo a fuego lento. No es fácil dejarlo en segundo plano.

Ash: Dale prioridad. Sé proactiva.

Ness: Creo que primero quiero ver cómo va lo de hoy. Asegurarme de que funciona.

Dio un pequeño giro.

Ash: Estás estupenda. Ese azul, turquesa supongo, te queda genial.

Vanessa escudriñó su reflejo en el espejo. Le gustaba el corte sencillo del vestido, con algo de vuelo en la falda por encima de la rodilla.

Ness: ¿Con o sin suéter?

Ash: Póntelo, siempre te lo puedes quitar. Sí -asintió con la cabeza-. Tienes un agradable aire de fin de verano. ¿Nerviosa?

Ness: Un poco. Y emocionada. Tengo una cita, y por primera vez con un hombre que me interesa de verdad.

Ash: Sé proactiva.

Ness: He vuelto a tomar la píldora. ¿Eso es ser proactiva o impulsiva?

Ash: Inteligente. Me largo. Esta noche cierro. -Cogió a Vanessa por los hombros-. Diviértete, y mañana me llamas y me lo cuentas todo.

Ness: Eso haré.

Se entretuvo un poco más, estudiándose desde todos los ángulos. Aun a pesar de haber tenido tres hijos, pensó, se mantenía bastante en forma. Cuestión de perseverancia y buenos genes.

Si esa noche iba bien, si seguía habiendo química entre ellos, Zac y ella quizá -seguramente- terminarían haciendo lo que todos los adultos solteros entre los que había química.

Ness: Se llama sexo, Vanessa -se dijo por lo bajo-. Que no lo hayas practicado en años no significa que no puedas decir la palabra.

Ni siquiera sabía si se le daba bien. Cody y ella habían tenido una vida sexual sana y placentera, pero era el único hombre con el que había estado. Y ambos conocían los ritmos, los signos, el cuerpo del otro perfectamente, a pesar de las ausencias de él, o quizá por ellas.

Y ahora, Zac.

¿Cómo sería con Zac?

¿Cómo sería ella con Zac?

No lo pienses, se ordenó, o no podrás disfrutar de la cita. Vive el momento. Cada cosa a su tiempo.

Bajó. Oyó a los niños jugar. Bulliciosos, pero sin pelearse. Camino de la cocina, al pasar por delante de la sala de juegos, los vio inmersos en una batalla de superhéroes. Aly hojeaba una revista de jardinería sentada a la mesa mientras en el microondas chisporroteaban unas palomitas.

Luke: Vamos a ver Cómo entrenar a tu dragón.

Ness: ¿Otra vez?

Aly: Menos mal que me gusta -se bajó un poquito las gafas de leer-. Vanessa, estás preciosa.

Ness: Es agradable arreglarse para una cita. Raro, pero agradable.

Aly: Pues lo has hecho de miedo. Y llega justo a tiempo -añadió cuando oyó el timbre de la puerta-. ¿Quieres que abra para que puedas hacer tu entrada triunfal?

Ness: No, además ya es tarde -dijo al oír a Luke gritar: «Ya voy yo»-. Más vale que vaya a salvarlo de esta panda.

Lo rodearon en el umbral de la puerta, acribillándolo a preguntas, suplicándole que jugara con ellos una partida. Vanessa notó que estaba tan acostumbrada a ver a Zac con su ropa de trabajo que le producía cierto regocijo verlo vestido de pantalón negro y chaqueta gris marengo.

Llevaba en la mano un ramo de rosas rosas y sonreía a los niños. Supo, en ese instante, que la tenía en el bote.

Ness: Chicos, dejad a Zac entrar en casa por lo menos.

La sonrisa de Zac se suavizó al mirarla. Su mirada se tornó cálida.

Zac: Estás guapísima.

Christopher: Mamá se ha arreglado porque va a salir.

Zac: Yo también. Toma, son para ti.

Ness: Son preciosas. Gracias. -Vio la expresión solemne e intrigada de Luke mientras ella se acercaba a olerlas. Instintivamente, le pasó una mano por la espalda-. Pasa, voy a ponerlas en agua. Enseguida…

Liam: Mamá.

Ness: Un segundo, Liam.

Liam: Mamá, no me encuentro bien. Me duele la tripa.

Cuando se volvía hacia él, el niño se dobló y le vomitó a Zac en los zapatos.

Ness: ¡Madre mía! -Le devolvió corriendo las flores a Zac-. Luke, ve y dile a la señora Ridenour que Liam ha vomitado, que te dé una toalla.

Zac: Vaya -dijo cuando Vanessa se agachó y le tocó la frente a Liam-.

Ness: Lo siento. Lo siento mucho. Deja que… Cariño, estás un poco caliente.

Liam: No me encuentro bien.

Ness: Lo sé. Vamos arriba. Lo siento mucho, Zac.

Zac: Tranquila. No pasa nada.

Aly llegó corriendo con toallas, un cubo y una fregona.

Christopher: Liam ha potado.

Aly: Ya me he enterado. Pobre… y te ha puesto perdido -le dijo a Zac-. Vamos a limpiar esto.

Ness: Tengo que llevármelo arriba -le dedicó a Zac una sonrisa vaga-. Habrá que dejarlo para otro día.

Zac: Desde luego.

Ness: Gracias… por las flores. Lo siento. Vamos, cielo.

Cogió en brazos a Liam. El niño apoyó su carita pálida en el hombro de su madre.

Liam: ¿Puedo acostarme en tu cama?

Ness: Claro. Te instalaremos allí. Luke, cariño, ¿me subes un vaso de gingerale?

Una vez arriba, le lavó la cara y le sostuvo la cabeza cuando devolvió por segunda vez.

Luego le tomó la temperatura -treinta y siete y medio- y lo instó a que bebiera.

Liam: He vomitado dos veces.

Ness: Lo sé -lo serenó, poniéndole el pijama de Iron Man-. ¿Te sientes mal otra vez?

Liam: No.

Ness: Aquí está la palangana por si tienes ganas y crees que no vas a llegar al baño. -Acariciándole la cabeza, cogió el mando del televisor-. ¿Cartoon o Nick?

Liam: Nick. Me siento mejor ahora que he vomitado.

Ness: Qué bien, cielo.

Acurrucado en el regazo de su madre, se le llenaron los ojos de lágrimas.

Liam: Yo no quería vomitarle a Zac encima.

Ness: Claro que no.

Liam: ¿Se ha enfadado?

Ness: No, no se ha enfadado. -Le besó el cogote-. Voy a cambiarme de ropa.

Liam: ¿Y tú? -le preguntó a su madre mientras sacaba unos leggins y una camiseta del cajón-.

Ness. ¿Por qué iba a enfadarme?

Liam. Porque te habías arreglado.

Se quitó los zapatos, bonitos pero poco prácticos.

Ness: Ha sido divertido. Y lo haré de nuevo otro día.

Volvió la puerta del armario, se metió detrás, se quitó el vestido y se puso su ropa de mamá. Como olía a vómito, guardó el vestido en la bolsa de la tintorería.

Ness: En fin.

Liam: Mamá, ¿me traes a Iron Man… el nuevo, no el viejo, y a Lobezno y Masacre? ¿Y me traes también a Luke?

Luke era su perro de peluche destrozado, que se llamaba así por Skywalker.

Ness: Claro.

Liam. ¿Y me das un poco más de gingerale?

Ness: Desde luego. -Volvió a ponerle la mano en la frente, luego los labios. Todavía tenía fiebre, se dijo, y estaba muy pálido-. Vengo enseguida, cielo. Ahí tienes la palangana, ¿vale? Llámame si te encuentras mal antes de que vuelva.

Liam: Vale. Gracias, mamá.

Le dio los juguetes primero y lo dejó acurrucado con Luke.

Ness: ¿Aly? Muchas gracias por… -Se interrumpió al ver a Zac, descalzo, salir del cuarto de juegos-.

Zac: Se acaba de ir. Ha dicho que la llames si necesitas ayuda. ¿Qué tal Liam?

Ness: Mejor, creo. Está en mi cama, viendo Nickelodeon con su perro de peluche, Lobezno, Iron Man y Masacre. Masacre es…

Zac: Sé quién es Masacre. Se te olvida que yo también he sido niño.

Ness: Sabes quién es Masacre. Muy bien, el caso es que tiene unas décimas de fiebre y ya se le ve mejor color, así que parece lo mismo que tenía Mazie. No esperaba que fueras a quedarte.

Zac: Teníamos una cita.

Ness: Sí, pero…

Zac: De modo que, como me has dado plantón, me quedo con los tíos, que es lo que suele hacerse en estos casos. Supongo que tendrás que hacer un rato de enfermera… ¿no tendrás uno de esos uniformes de faldita blanca y…?

Christopher: ¿Ha vuelto a potar Liam?

Ness: Sí, pero ahora ya está mejor. -Le puso una mano en la frente-. ¿Y tú?

Christopher: Yo no estoy malo.

Ness: Por algo te llamamos Tripas de Hierro. ¿Luke?

Luke: Yo estoy bien. Íbamos a jugar a Bendominoes, pero Zac no sabe.

Zac: Aprendo rápido. Ponlo y prepárate para que te machaque.

Luke: ¡Que te lo has creído! -cogió el estuche-.

Ness: Zac, no hace falta que… Oh, vaya, tengo que llevarle gingerale a Liam. No quiero que se deshidrate. Dame un minuto.

Corrió a la cocina. Vio las palomitas en un cuenco, y sus preciosas rosas en un jarrón sobre la mesa.

Zac: ¿Te estorbo?

Al volverse, vio a Zac observándola desde el umbral de la puerta.

Ness: No, por supuesto, pero me extraña que te apetezca pasar dos noches seguidas con unos críos, uno de los cuales te ha vomitado en los zapatos. ¿Cómo han quedado?

Zac: Sobrevivirán.

Ness: Él temía que te hubieras enfadado.

Zac: No lo ha hecho aposta.

La vio echar gingerale en el vaso que había bajado, luego puso unas cuantas galletitas saladas en un cuenco.

Pensó en el chaval, metido en la cama mientras sus hermanos jugaban.

Za: ¿Y si se lo llevo yo?

Ness: Ah… bueno.

Lo resolvió quitándole el vaso y el cuenco de las manos.

Zac: Me han dicho que hay peli y palomitas para luego.

Ness: Ese era el plan… pero se va a retrasar un poco.

Zac: Puedo esperar. Puedo esperar -repitió para asegurarse de que Vanessa captaba el mensaje-.

Ness: Zac -le dijo cuando dio media vuelta-. ¿Unos huevos revueltos?

Zac: ¿Unos huevos revueltos, qué?

Ness: Si no vomita las galletas, querrá huevos revueltos. Su comida cuando está malo. La de Luke es la sopa de pollo con estrellitas de sobre, y la de Christopher, aunque rara vez se pone enfermo, tostadas con mermelada de fresa. Puedo hacer huevos revueltos. Y tengo algo de vino.

Zac: Suena bien. Lo del uniforme de enfermera…

Ness: Lo tengo en el tinte.

Zac: Maldita sea. Mala suerte.

Mientras salía, Vanessa sonrió a sus espaldas. No había hecho mutis cuando el niño se había puesto malo; cuando la besaba, sentía un cosquilleo en el estómago. Y encima sabía quién era Masacre.

Sí, la tenía en el bolsillo.

Arriba, Zac entró en el cuarto de Vanessa y pensó en lo pequeñito que parecía el niño en su cama.

Zac: ¿Cómo lo llevas, chaval?

Liam: He vomitados dos veces.

Zac: Eso te pasa por comer tantas ostras y darle tanto al whisky.

Liam: ¡Yo no he hecho eso!

Zac: Sí, eso lo dices ahora.

Abrazó con fuerza a su maltrecho perro de peluche.

Liam: No quería vomitarte encima.

Zac: Entre tíos, pasan cosas así.

Se sentó al borde de la cama y le ofreció el vaso y el cuenco.

Liam: ¿En serio?

Zac: Vuelve a preguntármelo dentro de diez años. Seguro que Masacre ha potado alguna vez encima de Lobezno.

Liam: No, nunca… ¿De verdad?

Zac: No me sorprendería.

Fascinado, Liam cogió a Masacre e hizo como que vomitaba.

Zac: Bien. Tu madre me ha dicho que te hace huevos revueltos si te apetecen.

Liam: Puede. ¿Vas a ver la tele conmigo?

Zac: Un par de minutos.

Aunque no era la forma con que había soñado meterse en la cama de Vanessa, Zac se recolocó y se recostó en el cabecero. El niño también, e instaló la cabeza en el hueco del brazo de Zac.

Y lo miró. Allí estaba la sonrisa angelical, igualita que la de su hermano pequeño.


Jugó a Bendominoes, un juego muy divertido, mientras Vanessa le preparaba los huevos a Liam. Vio una película de risa con los niños mientras ella estaba con el enfermo. Esperó a que acostara a los otros dos y le echaba un vistazo a Liam.

Ness: Duerme -le dijo a Zac cuando volvió a bajar-. Y no tiene tanta fiebre. Así que yo diría que esta crisis está resuelta. Luke será el siguiente, y lo suyo será peor.

Zac. Qué optimismo.

Ness: Ya me lo sé. Bueno. ¿Te apetecen unos huevos revueltos en la cocina?

Zac: No es necesario que te molestes. Debes de estar cansada.

Ness: Me muero de hambre, y estoy deseosa de una copa de vino.

Zac: Convénceme.

No era mal trato, sentarse en la cocina a tomarse una copa de vino mientras ella hacía unos huevos revueltos. Inspirado, entró en el salón y cogió un trío de velas de té que ella tenía en unos pequeños cuencos de color azul oscuro.

Zac: ¿Te importa? Tenía pensado invitarte a una cena a la luz de las velas hoy.

Ness: Me encanta.

Abrió un cajón y le pasó un encendedor.

Sentados en la cocina, con las velas de té y las rosas rosas, comieron huevos revueltos y tostadas.

Ness: Me alegro de que te hayas quedado.

Zac: Y yo. Y, a la luz de las velas, estás casi tan guapa como había imaginado. ¿Qué tal si probamos a comer juntos el fin de semana que viene algo que no hayas cocinado tú?

Ness: ¿El viernes por la noche?

Zac: A la misma hora, en este mismo canal.

Ness: Qué masoca eres. Hecho. Bueno, tengo que preguntártelo. Ya sé que tú también has sido niño, pero todos los hombres lo han sido y no a todos se les dan tan bien los críos como a ti. ¿Cómo es que no tienes hijos?

Zac: Supongo que nunca he ido lo bastante en serio con nadie. Tú fuiste precoz.

Ness: Era justamente lo que buscaba, y no quería esperar. Cody pensaba igual que yo. Los dos lo teníamos claro.

Zac: ¿Cómo fue la vida militar?

Ness: La esposa de un militar se pasa la vida esperando. Yo vi partes del mundo que jamás habría visto de otro modo, aprendí a organizarme, a prescindir de las cosas. Echaba de menos mi casa. No todo el tiempo, pero sí mucho en algunos momentos. Cuando mataron a Cody, supe que debía volver, traer aquí a los niños. Por la familia, y por que tuvieran una sensación de continuidad.

Zac: Sí, lo sé.

Ness: Hay quien necesita alejarse de su familia y quien se aferra a ella. Yo he hecho las dos cosas, supongo. Ahora, o de nuevo, este es mi hogar. ¿Alguna vez has pensado en vivir en otro sitio?

Zac: Lo he pensado, pero no hay ningún otro sitio donde quiera estar.

Zac le hizo reír, hablándole de gente a la que conocía, de otros a los que no. Y, cuando ambos se levantaron para recoger la mesa, la estrechó entre sus brazos, la besó, y a ella se le aceleró el pulso.

Zac: Podríamos irnos al sofá -le susurró al oído-. Tomarnos otra copa de vino. Besuquearnos.

Ay, sí, por favor, pensó ella.

Ness: Tú sirve el vino. Yo voy a echarle un ojo a Liam, luego… ¡Luke!

Pálido como una hoja de papel, con los ojos algo vidriosos, lo vio en la puerta.

Luke: Me he puesto malo.

Ness: Ay, mi niño. -Se acercó a él corriendo y le tocó la frente-. Sí, tienes fiebre. Te pondrás bien. Zac…

Zac: Tranquila. ¿Necesitas ayuda?

Ness: No, ya me apaño.

Zac: Pues ve. No hace falta que me acompañes. Que te mejores, grandullón.

Ness: Gracias. Vamos, cariño.

Luke: ¿Puedo acostarme en tu cama yo también?

Ness: Claro.

Dedicó a Zac una última mirada de disculpa, luego se llevó a su hijo enfermo arriba.




Malditos mocosos 😆
Le han estropeado la cita a Zac y a Ness.
Más suerte la próxima vez...

¡Gracias por leer!


2 comentarios:

Carolina dijo...

Justo esperaron la cita de su madre o q? ¬¬
Lo bueno es q Zac sabe manejarlos, a pesar de ser 3 terremotos
y la entiende, es un lindo
espero que pronto tengan una cita real sin mocosos vomitando ¬¬
Pública pronto porfis

Maria jose dijo...

Esos niños se enfermaron en mal dia
Pobre zac y vanessa espero y tengan su cita
Para la proxima vez
Sube pronto
Saludos

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