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martes, 28 de mayo de 2019

Capítulo 15


Vanessa apenas había empezado el café y arrancado el ordenador en su rutina preapertura cuando oyó agitarse ruidosamente el pomo de la puerta de la librería. Volvió la cabeza y vio a Austin Freemont a través del panel de cristal. Demasiado tarde para esconderse, decidió, dado que ya la había visto y le sonreía con uno de sus guiños de ojo lascivos.

Se planteó la posibilidad de negar con la cabeza, pero él se limitaría a llamar, guiñarle el ojo y sonreír. No acababa de entender por qué Austin se creía tan encantador.

Abriendo la puerta, se interpuso en la estrecha ranura.

Ness: Lo siento, Austin. Aún no he abierto.

Austin: Huelo a café.

Ness: Sí, acabo de arrancar la máquina, pero no voy a abrir hasta dentro de una hora. De verdad, tengo que…

Austin: No me vendría mal una taza. Le puedes servir un café a un amigo, ¿no?

No es que se colara por la fuerza exactamente, pero Vanessa terminó apartándose. Le costaba menos servirle un puñetero café, se dijo, y se deslizó tras el mostrador.

Austin le había dado un poco de grima desde la preadolescencia.

Ness: ¿Cómo te gusta?

Austin: Caliente y dulce. Solo tienes que meterle el dedo. Con eso me basta para endulzarlo. -Últimamente quizá algo más que un poco, decidió-. He visto tu coche en la parte de atrás y me he dicho: Vanessa madruga hoy. Trabajas demasiado, cielo.

Ness: No se puede llevar un negocio sin trabajar. -Salvo que tu padre sea el dueño del concesionario de coches donde pasas un rato cuando te apetece. Dejó el vaso de café para llevar en el mostrador-. El azúcar está en el estante de allí.

Él la ignoró y se inclinó sobre el mostrador.

Austin: ¿Qué tal te va todo, preciosa?

Ness: Ando liada. De hecho, tengo que ponerme a trabajar, de modo que…

Austin: Tienes que buscar tiempo para tus cosas. ¿No es eso lo que te digo siempre?

Ness: Sí, así es. Pero ahora mismo…

Austin: ¿Has visto el coche de exposición que llevo? Es una delicia.

Ness: Seguro que sí.

Austin: Vente a echarle un vistazo. Mejor aún, déjame que te lleve a dar una vuelta.

Volvió a guiñarle el ojo de aquella manera.

Ness: Tengo mucho que hacer. -Le tapó el café, en vista de que él no lo hacía-. Al café invita la casa.

Austin: Si lo regalas, ya no podrás comprarte cosas bonitas.

Con esa mirada lasciva, se llevó la mano al bolsillo interior de la chaqueta del traje gris de raya diplomática, luciendo los gemelos de oro y los puños franceses con las iniciales bordadas.

Sacó un billete de veinte de la cartera y lo dejó sobre el mostrador.

Austin: Quédate con el cambio, y cómprate algún capricho.

Ella rodeó el mostrador con la intención de dirigirse a la puerta, de sacarlo fuera. Pero él lo calculó bien y le bloqueó el paso, dejándola atrapada entre él y el mostrador.

Se acabó, decidió Vanessa. Ya estaba harta.

Ness: Aparta, tienes que marcharte.

Austin: Te diré lo que vamos a hacer. Esta noche iremos a dar un paseo en coche.

Ness: No, ni hablar.

Austin: Un paseo largo y delicioso -añadió acariciándole el cuello con un dedo, hasta que se lo quitó de encima de un manotazo-. Te invitaré a cenar a un sitio bonito y luego…

Ness: Ya no sé cómo decírtelo para que te quede bien claro. Tengo un negocio del que ocuparme. Tengo unos hijos a los que educar. Y no me interesa ir de paseo contigo, ni a cenar. O comer. O merendar. -Ya está, se lo había soltado, se dijo viendo desaparecer la sonrisa de su rostro-. Y ahora sal de mi tienda.

Austin: Deberías ser más amable conmigo, Vanessa. Deberías dejar de jugar conmigo. Yo podría hacer cosas por ti.

Ness: Las puedo hacer yo misma.

Vanessa quiso dar un paso a un lado, pero él estiró el brazo y, con una fuerte palmada en el mostrador, le impidió el paso.

La primera punzada de miedo arañó la superficie de la mera indignación.

Ness: Basta ya. ¿Qué demonios te ocurre?

Austin: Siempre estás demasiado ocupada para pasar un rato conmigo, pero no estás demasiado ocupada para pasar muchos ratos con Zac Efron.

Ness. Eso es asunto mío.

Austin: Estás perdiendo el tiempo con él. Los Efron no son más que gañanes. Le doy mil vueltas a Zac Efron. -Se arrimó, le puso una mano en la cadera y le produjo sendas punzadas de rabia y miedo cuando la deslizó por detrás y le agarró con fuerza el trasero-. Solo quiero que des una vuelta en coche conmigo. Que pasemos un buen rato juntos.

Ness: Quítame las manos de encima. -Le molestó que le temblara la voz, pero se esforzó por evitarlo-. No pienso ir a dar una vuelta contigo. Tú no me interesas, ni me interesa lo que compres o vendas con tu dinero. Lo que quiero es que salgas de mi tienda ahora y que no vuelvas por aquí nunca más.

Su falso encanto mudó en una furia aguda e intensa que le puso a mil el corazón.

Austin: Esa no es forma de dirigirte a mí. Va siendo hora de que una mujer como tú se dé cuenta de que debe ser agradecida, demostrar aprecio.

Pensó en el café que tenía a la espalda, plantó una mano en el pecho a Austin y alargó la otra para coger el vaso.

Alguien aporreó la puerta.

Ash: ¡Vanessa! -enfurecida al otro lado del cristal, volvió a aporrearla-. ¡Ábreme! -Giró la cabeza y levantó una mano-. ¡David! ¡Ven aquí!

Austin retrocedió y se estiró los puños.

Austin: Piénsate lo que te he dicho.

Como le temblaban las piernas, se apoyó en el mostrador.

Ness: No vuelvas por aquí. Ni te acerques por mi casa. Mantente alejado de mí.

Austin se dirigió a la puerta y giró la llave que Vanessa no le había visto echar.

Ashley entró como un rayo en cuanto él salió.

Ash: ¡Friqui! -le gritó, luego cerró la puerta de golpe y volvió a echar la llave-. ¿Estás bien?

Ness: Eh… sí. Sí, sí.

Ash: ¿Se te estaba insinuando ese capullo trajeado? ¿Cuántas veces tienes que rechazarlo para que se entere?

Ness: Por lo visto aún no he alcanzado la cifra mágica.

Ash: Vanessa, estás temblando -se acercó de inmediato a abrazarla, y le frotó los brazos al notárselos helados-. Maldita sea, ¿qué te ha hecho? Te ha asustado de verdad.

Ness: Un poco. Vale, mucho. No se lo digas a David… ¿dónde está David?

Ash: ¿Cómo diablos quieres que lo sepa? Solo lo he usado como amenaza. Austin siempre les ha tenido miedo a los Efron. ¿Qué demonios hacía aquí dentro?

Ness: Si es que soy boba. Soy idiota. -Pasó detrás del mostrador y cogió una botella de agua del pequeño frigorífico-. Me ha dicho que le apetecía un café y he pensado que era más fácil servírselo que empeñarme en que estaba cerrado. Normalmente se pone plasta. Hoy ha sido distinto. Se ha cabreado, y se ha puesto violento. -Recordó el tacto de las manos de Austin en su cuerpo y se estremeció, asqueada-. Sabe que estoy saliendo con Zac, y parece que no le ha sentado muy bien.

Ash: El friqui de Austin Freemont siempre tiene lo que quiere, y tú eres una mancha en su historial. Su madre se lo consiente todo, desde niño. Ya sabes lo que se dice de una mujer con la que estuvo saliendo hace unos años.

Vanessa asintió con la cabeza y se suavizó la garganta con un trago de agua.

Ness: Que le hizo un bombo y la madre se la quitó de en medio a golpe de talonario. Pensé que era solo un chisme. Ahora… me inclino a creer que fuera cierto.

Ash: Deberías haberle dado un rodillazo en las pelotas.

Ness: He sido una idiota. Me ha pillado por sorpresa. Iba a tirarle el café a la cara, cosa que no habría servido de mucho, porque estaba tapado.

Ash: ¿Quieres que llamemos a la policía?

Ness: No. No, solo se ha puesto asqueroso y prepotente. Estará muerto de vergüenza por haberse asustado de ti. Además, le he dicho que no volviera por aquí. Tendrá que comprarse el café y los libros en otro puñetero sitio.

Ash: Como si leyera.

Vanessa destapó el vaso y tiró el café con saña por el desagüe de la pila que había debajo del mostrador.

Ness: Se ha dejado el maldito dinero. «Quédate con el cambio, cómprate algún capricho», me dice, el muy gilipollas.

Ash: Rómpelo.

Ness: No pienso romper un billete de veinte dólares.

Ash: Pues lo rompo yo.

Ness: No -riendo, le echó el guante al billete, y Ashley quiso quitárselo-. Se lo voy a mandar por correo.

Ash: Ni hablar. -Con el rostro encendido de irritación, le agarró la mano-. Ningún contacto. En serio, Vanessa. Eso no hará más que inflar su obsesión, o lo que sea.

Ness: ¿De dónde sacas eso?

Ash: Veo muchas series policíacas desde que no salgo ni tengo sexo con nadie. De verdad, Vanessa, rómpelo, dáselo a alguien, gástatelo, pero no se lo devuelvas.

Ness: Vale, a lo mejor tienes razón. Lo daré a la iglesia, o algo. -Se lo guardó-. No sabes cuánto me alegro de que anduvieras por aquí.

Ash: Y yo.

Ness: ¿A qué venías?

Ash: He visto el coche del tío capullo cuando iba para el restaurante. Ostentoso, con la etiqueta del concesionario, ¿de quién más podía ser? Se me ha ocurrido pasarme, para evitarte un aburrimiento mortal. No esperaba encontrármelo casi encima de ti.

Ness: Gracias. Muchas gracias.

Ash: ¿A qué hora entran las chicas?

Vanessa se miró el reloj.

Ness: Estarán al caer. Dios, qué retraso llevo.

Ash: Eso lo arreglas en nada. Va, ponte al tajo. Yo, aprovechando que estoy aquí, voy a curiosear un ratillo.

Ness: Ashley, no va a volver, y si lo hiciera, no le dejaría entrar.

Ash: Me obligas a recordarte que, como ahora no salgo ni tengo sexo, no me viene mal un buen libro.

Con las manos en los bolsillos, Ashley escudriñó las estanterías de novedades.

Vanessa suspiró y sacó dos tazas. Ya que su amiga se empeñaba en ser su escudero, lo mínimo que podía hacer era tomarse un café con ella.


Zac se lo había montado bien. Según lo había previsto, llegaría a casa de Vanessa justo después de los deberes y antes de la cena. Así que quizá lo invitara a quedarse a dormir. La cosa tenía buena pinta. El sábado por la noche lo habían pasado bien y había estado un rato en el parque con los niños el domingo por la tarde.

La semana, por el momento, había sido tranquila, sin dificultades en el trabajo, así que supuso que llevaba la suerte de cara… hasta que llegó a casa de Vanessa y vio que el coche no estaba allí. Pero Luke andaba por el porchecito, con su cinta métrica.

Bajó de la camioneta y cargó con la caja que traía.

Luke: Estoy midiendo, a ver lo grande que tiene que ser la calabaza de Halloween. La ponemos en el poste.

Zac: Buena idea. ¿Tú de qué vas a ir?

Luke: Yo, o de Lobezno o de Joker.

Zac: Héroe o villano. Difícil elección.

Luke: Tenemos un catálogo con montones de disfraces, pero hay que elegir pronto. Mamá reparte caramelos en la tienda la noche de Halloween.

Zac: ¿Ah, sí? Pues me pasaré por unos cuentos. ¿Dónde está tu madre?

Luke: Ha tenido que volver al trabajo a buscar algo. La señora Ridenour se queda aquí hasta que vuelva. ¿Qué llevas en la caja?

Zac: Algo para vosotros que hemos hecho mis hermanos y yo.

Luke: ¿Para nosotros? ¿Qué es?

Zac: Vamos dentro y os lo enseño.

Luke salió disparado hacia la puerta, gritando mientras la abría.

Luke: ¡Ha venido Zac! Trae algo para nosotros en una caja.

Aquello fue una estampida. Cuando Aly salió de la cocina los críos lo rodeaban desde distintas direcciones.

Aly: ¡Qué agradable sorpresa! Niños, bajad la voz. Vanessa ha tenido que ir corriendo a la librería. Se acaba de marchar.

Zac: Solo he venido a traerles una cosa a los críos.

Luke: Lo ha hecho con sus hermanos. ¿Qué es?

Zac: Vamos a verlo.

Se acuclilló, dejó la caja en el suelo y le quitó la tapa.

Liam: Uau -exclamó admirado-.

Aly: Si parecen… -miró extrañada a Zac-.

Luke: ¿Nos has hecho ataúdes?

Zac: Sí. -Sonrió a Luke-. Héroes y villanos merecen un entierro decente, ¿no os parece, chicos?

Liam: ¿Y esto qué es? -cogió una lápida en miniatura-. ¿Los escudos?

Zac: No exactamente. Eso son las lápidas. Se marca la tumba con eso para saber dónde está enterrado cada uno.

Liam miró a Zac con un fervor casi religioso.

Liam: Qué pa-sa-da.

Christopher: Llevan los símbolos y todo -sacó un ataúd, lo abrió y lo cerró levantando la tapa por sus diminutas bisagras-. Este es el de Batman.

Luke: Y este el de Hulk. Mira, es más grande, como él -dijo examinándolo; luego lo hizo Zac-. ¿Cómo has sabido el tamaño?

Zac: Lo medí.

Le dio un golpecillo cariñoso en la tripa.

Liam: Esto es lo más guay del mundo -excitado, se lanzó sobre Zac-. Nunca hemos tenido nada así. ¿Podemos enterrarlos? ¿De verdad?

Zac: De eso se trata.

Aly: En el cajón de arena, de momento. No cavéis en el patio.

Luke: Vamos a buscar a los muertos.

Luke fue corriendo a la sala de juegos.

Liam: Tenemos más arriba -espetó trotando por la escalera-.

Christopher fue sacando los ataúdes y las lápidas, examinándolos uno a uno.

Christopher: Aquí está el de Caballero Luna, el de Capitán América, el de Linterna Verde.

Liam: Los malos ahí también.

Luke: ¿Señora Ridenour? -asomó de la sala de juegos-. ¿Podemos coger algo para llevárnoslos todos? Los que no están muertos tienen que ir al entierro.

Aly: Sí, estoy convencida de que querrán presentarles sus respetos. Voy a buscar algo.

Miró a Zac negando con la cabeza, y volvió a la cocina.

Christopher apilaba los ataúdes, levantaba y bajaba las tapas.

Christopher: Hay que ver quién murió en la guerra y quién no. Mi papá murió en la guerra.

Zac: Lo sé. -¿Qué le decía, cómo? Cielo santo, ¿cómo se le ocurría hacer ataúdes para unos niños que habían perdido a su padre?-. Lo siento.

Christopher: Fue un héroe.

Zac: Sí, lo fue.

Christopher: No llegó a conocerme porque yo todavía no había nacido, pero mamá dice que me quiere de todas formas.

Zac: Por descontado. Yo conocía a tu padre.

Un interés sombrío asomó a los ojos de Christopher.

Christopher: ¿Lo conociste?

Zac: Íbamos juntos al colegio.

Christopher: ¿Eras amigo suyo?

En realidad, no salían juntos, pero Zac recordó la noche en que envolvieron con papel higiénico la casa del señor Schroder y la noche en que lo celebraron.

Zac: Sí.

Christopher: ¿Fuiste a su entierro?

Zac: Sí, fui.

Un día horrible, recordó Zac. En todos los sentidos imaginables.

Christopher: Eso está bien, porque los amigos deben ir. -Sonrió, angelical, y se alzó-. Me los llevo al cajón de arena. -Intentó levantar la caja y lo miró con carita de pena-. Pesa demasiado.

Zac: Yo la llevo.

Liam: ¡Ya los tengo, Luke! -bajó corriendo, cargado con una cestita roja llena de muñecos de acción-.

Aly: Poneos las chaquetas -dijo a la puerta de la sala de juegos-. Hace fresco.

Christopher: ¡Zac nos trae los ataúdes! -corrió detrás de sus hermanos-. ¡Quiero cavar! ¡Yo cavo!

Zac cogió la caja.

Zac: Supongo que lo ha oído.

Aly: Le parte a una el corazón.

Zac: Cuando los hicimos no se me ocurrió que le recordaría lo que le pasó a Cody. Debí haberlo pensado.

Aly: Bobadas. Esos niños sienten una fascinación normal por la guerra, la muerte, la maldad. Saben bien que es todo de mentirijillas. Son unos niños sanos y equilibrados. Vanessa es una madre estupenda.

Zac: Lo sé. Verdaderamente lo es.

Aly: Como es una madre estupenda, procura que esos niños crean que su padre era un buen hombre, un padre cariñoso, y que sirvió al servicio de su país. Y ahora Christopher sabe que estabas ahí cuando dieron sepultura a su papá, que el amigo de papá también es su amigo. Eso es bueno, Zac.

Zac: No quiero cometer un error.

Aly: Hasta los superhéroes los comenten, o no habría que enterrarlos en ataúdes de madera en el cajón de arena. ¿Tienes pensado esperar a Vanessa?

Zac: Sí, ya que estoy aquí, había pensado esperarla.

Aly: También eso es bueno. Entonces, yo me voy a casa y te dejo a cargo de los críos y de los preparativos del funeral. -Le dio una palmada en la mejilla camino de la puerta-. Tiene pollo descongelándose. Yo diría que hay de sobra para uno más.

Zac: Gracias, señora Ridenour.

Aly: Va siendo hora de que me tutees. Hace muchos años que dejé de darte clases.


Ashley estuvo rumiando el episodio con Freemont durante todo el día, y cuanto más lo rumiaba, más se preocupaba.

Ash: Siempre ha sido un arrogante -le dijo a Brittany-. Incluso de niño.

Tendiéndole la mano, Brittany le pidió otro clavo para colgar un cuadro.

Britt: Debería haberlo denunciado.

Tras colocarlo sobre la marca que había hecho, Brittany lo clavó en la pared.

Ash: Es posible. Sí, cuanto más lo pienso, más claro lo tengo. Aunque entiendo que no lo haya hecho, que no haya querido hacerlo. -Inquieta, se acercó a la ventana justo cuando Brittany le pedía el cuadro que iba a colgar-. Se hace raro llamar a la policía por un tío al que conoces de casi toda la vida. Aunque sea un capullo integral.

Brittany se bajó del taburete, cogió el cuadro y volvió a subirse para colgarlo.

Britt: Por lo que me has contado, tiene toda la pinta de acoso.

Ash: No sé, eso me parece exagerado.

Pero la preocupación se hizo tan punzante que le arañaba las entrañas.

Brittany cogió un pequeño nivel. Lo colocó sobre el marco y le dio unos golpecitos al lado derecho hasta que quedó centrada la burbuja.

Britt: Dices que le pide salir a todas horas, que se pasa por su casa, por la tienda cuando ya está cerrada. ¿Qué más? Ah, sí, flores por su cumpleaños, y andaba cerca muy oportunamente un par de veces cuando llegaba a casa cargada con la compra.

Ash: «Permítame que la ayude, jovencita». Eso sí es cierto. Pero no es que tenga un santuario dedicado a ella en el armario de su cuarto.

Britt: ¿Cómo lo sabes?

Ash: Si tiene algún santuario, créeme, será a sí mismo. Aun así, hoy la ha asustado, y lo que yo he visto desde luego pasaba de la raya. -Se frotó los brazos, paseando-. ¿En serio crees que intentaría algo? ¿Aparte de molestarla, aburrirla y agobiarla, digo?

Britt: No entiendo por qué arriesgarse. Si no lo denuncia, al menos que se lo cuente a Zac.

Ash: Dudo que lo haga. Le preocuparía que hiciera algo. Zac no tiene la mano tan larga como Alex, pero tampoco se queda corto.

Britt: Pues cuéntaselo tú.

Ash: Madre mía, eso sería como traicionarla.

Britt. ¿Te ha pedido ella que no le digas nada a Zac?

Ash: No, pero se sobreentiende.

Britt: Ashley, tú piensa en cómo te sentirías si pasara algo. Si ese tío le hiciese daño… o algo peor.

Ashley se llevó una mano al estómago revuelto.

Ash: Me estás poniendo mala.

Britt: Estás preocupada. No solo cabreada, sino preocupada de verdad por esto. Confía en tu instinto. Y en el mío. Porque me estás asustando.

Ash: Tengo que contárselo a Zac. Ven conmigo.

Britt: Claro.

Ash: No dejes que me distraiga cuando pasemos por la tienda.

Cogió su chaqueta.

Britt: Podemos dar un rodeo y entrar por detrás.

Ash: No, debo asegurarme de que todo va bien. Me volvería loca si viviera aquí. Estaría todo el rato mirando por la puñetera ventana a ver quién entra y sale de la tienda.

Britt: Ya bajaré las persianas cuando vengas.

Cuando salían, Ashley enhebró el brazo de Brittany.

Ash: Me encanta tenerte cerca. Y he estado tan obsesionada con Vanessa y el capullo de Austin Freemont que no te he preguntado cómo han ido las cosas hoy.

Britt: Lo tenían todo más o menos organizado.

Ash: Pero no «Brittany-organizado».

Brittany sonrió.

Britt: Ya lo estará. Me he pasado casi todo el tiempo en la unidad de almacenaje. Aquello ya está en marcha. Igual que la instalación de los azulejos. He ido a verlo hoy. -Volvió la vista atrás, contenta de ver las luces exteriores encendidas-. Ahora están trabajando en el Ático. Tienes que ver los azulejos del lado de la bañera de la pared flotante. Han acabado ya la planta baja, menos los azulejos de la cocina. La semana que viene montarán los armarios. Ha habido retraso.

Ash: ¡Mírala, lo puesta que está ya!

Britt: David me tiene al día. A Alex no le saco más que algún gruñido.

Ash: Hombre de pocas palabras.

Britt: Derecha al asunto -le dijo una vez en la puerta de entrada de Vesta-. Si tienes que encargarte de algo, puedes hacerlo después de hablar con Zac.

Ash: Cierto, derecha al asunto.

Tenían bastante gente, se dijo Ashley, y le hizo al encargado de noche una seña de «ahora vengo». Al verla mirar a la cocina, Brittany la redirigió a la puerta de la escalera.

Britt: Luego.

Ash: No se me ocurriría siquiera echar un ojo si no fuera porque estoy aquí mismo. -Salieron y subieron la escalera-. No sé ni qué decirle. Debería haber ensayado algo.

Britt: Venga ya… -llamó enérgicamente a la puerta-.

Ash: Sabes que Vanessa se va a enfadar conmigo… no, con nosotras, porque le pienso decir que te has empeñado tú.

Britt: Lo hacemos porque nos importa, porque nos preocupa. No le durará el cabreo.

Ash: Dudo que esté en casa. Tal vez está en la de su madre, o trabajando en el taller… ¡Dios, hasta puede que esté en casa de Vanessa! A lo mejor ella se desmorona y se lo cuenta y ya no tenemos que hacerlo nosotras. Quizá debería…

Se calló al oír unos pasos.

Britt: Parece que ha vuelto.

Le dio la vuelta a sus pensamientos y a su actitud cuando vio a Alex.

No entendía por qué siempre parecía mosqueado con ella.

Alex: ¡Hola! Zac ha organizado una fiesta y no me ha invitado.

Ash: No -quiso reír, pero su risa le sonó falsa y patética incluso a ella-. Solo… es que… Brittany quería preguntarle una cosa de… una cosa. Como andábamos por aquí… -Le fastidiaba mentir, se dijo, porque se le daba realmente mal-. De todas formas, no está en casa.

Alex: Me preguntaba si podría buscar una cafetera de filtro rápido para el comedor. Y calientaplatos. Me harán falta dos -miró a Brittany-. A ti se te da bien, a ella no.

Ash: ¿Cómo dices?

Alex: Que se te da bien inventar chorradas. Lo de la cafetera háblalo con mi madre. Bueno, ¿qué pasa? -le preguntó a Ashley-.

Ash: Nada.

Alex: ¿Cuánto tiempo hace que nos conocemos?

Ash: Mira, es que…

Britt: Ay, por Dios -la interrumpió impaciente, luego se dirigió a Alex-. ¿Tienes llave?

Alex: Sí.

Britt: Si crees que a Zac no le importaría, ¿te parece que entremos? Esto no es algo que deba hablarse en la escalera.

Alex se abrió paso y sacó el llavero.

Alex: ¿Os apetece una birra?

Ash: No.

Ashley lo siguió dentro, cruzándose de brazos.

Alex: Yo me voy a tomar una. -Como si estuviera en su casa, encendió las luces y entró en la cocina-. Vamos, soltadlo.

Britt: ¿Quieres que se lo cuente yo? -propuso al ver que Ashley callaba-.

Ash: No. -Se pasó una mano por el pelo-. Ya lo hago yo. Vale, mira, se trata de Austin Freemont.

Alex: ¿Ese gilipollas?

Ash: Sí, ese gilipollas. Esta mañana he visto su coche a la puerta de PLP, antes de que abriera la tienda.

Brittany escudriñó a Alex mientras Ashley le contaba lo ocurrido. Él no reaccionó, se limitó a asentir y a sorber su cerveza. Salvo mirándolo con atención, apenas se apreciaba lo tensa que se le estaba poniendo la mandíbula, lo fría que se volvía su mirada.

Lo esperaba encendido -explosivo-, pero aquella frialdad le resultó más letal.

Ash: Y he pensado que Brittany tenía razón. Si… en el caso, caso remoto, creo yo, de que pasara algo, no lo soportaría. Íbamos a decírselo a Zac.

Alex: Vale, ya nos ocupamos nosotros.

Ash: ¿No irás a darle una paliza? -se tiró del pelo-. No es que no merezca que le zurren bien por asustarla, pero, si lo hacéis, solo conseguiréis que ella se mosquee. Además, la gente se enterará y hablará de ello. Hablará de ella. Eso le reventará.

Britt: A él le da lo mismo. Lo único que le preocupa es zurrar a ese capullo por asustar a Vanessa. Y yo estoy de acuerdo con él, por principios.

Alex: Sentido común y un don para decir chorradas. No está mal.

Ash: En principio. Lo que me preocuparía a mí, pese a que no conozco a ese tipo, sería que la tomara con Vanessa. Que la somanta pudiera empeorar la situación para ella. Que tú te dieras el gustazo de hacerle pagar y te arriesgaras a que ella recibiese más.

Pensativo, Alex dio un sorbo largo a su cerveza.

Alex: Ya nos ocupamos nosotros, de un modo o de otro.

Ash: Alex…

Alex: Ashley. Eres una buena amiga, y has hecho lo que debías, lo más prudente. Deja de preocuparte ya. Nosotros protegeremos a Vanessa.

Lo harían, se dijo Ashley. Desde luego que sí.

Ash: Si te detienen por agresión, yo te pago la fianza.

Alex: Está bien saberlo. ¿Por qué no pides que me suban una pizza del guerrero?

Ash: Claro. Bueno, vale.

Alex esperó a que salieran para sacar el móvil.

Alex: Necesito que vengas a casa de Zac -le dijo a David-. No, me da igual lo que estés haciendo.

Colgó y se dispuso a esperar.


Zac subió corriendo la escalera, ligero como una pluma. Un día fantástico, se dijo, y un funeral extraordinario. Cuando Vanessa había llegado, había llamado a los ataúdes «espantosas obras de arte en miniatura» y lo había invitado a cenar un pollo delicioso. Decidió rematar aquel día extraordinario con un poco de trabajo y algo de tele. Nada más abrir la puerta olió la pizza.

Zac: Joder, nada, vosotros como en casa. ¿Esa cerveza es mía?

Alex: Ahora es nuestra. Queda una porción -le señaló la caja de la pizza-. Si la quieres.

Zac: Ya he cenado en casa de Vanessa. ¿Qué pasa?

David: ¿Por qué no te sientas?

Lo hizo.

Zac: Si le hubiera ocurrido algo a mamá, no estaríais comiendo pizza y bebiendo, pero es evidente que ocurre algo.

Alex: Pasa esto: me he encontrado a Ashley y a la rubia delante de tu puerta hace un rato. Después de algunos rodeos, Ashley me ha contado lo que había venido a decirte a ti: Austin Freemont se ha colado en la librería esta mañana antes de que abriera al público. Se ha puesto pesadito.

Zac frunció los ojos.

Zac: ¿Cómo que «se ha puesto pesadito»? Concreta.

Alex: Yo no estaba allí, pero, según Ashley que, al parecer, ha visto su coche fuera y ha decidido echar un vistazo, cuando ella se ha asomado, la tenía acorralada contra el mostrador.

Zac se levantó, despacio.

Zac: ¿Le ha puesto las manos encima?

David: La ha asustado. No ha querido irse cuando ella se lo ha pedido ni apartarse cuando se lo ha ordenado. Luego Ashley ha empezado a aporrear la puerta, ha fingido que me llamaba y él se ha largado. ¡Espera! -le ordenó al ver que Zac se dirigía a la puerta-. ¿Sabes siquiera dónde vive?

Zac no podía pensar, se lo impedía la bruma roja que le envolvía los ojos.

David: Tengo su dirección -añadió señalando su móvil-. Pero no creo que ir a ponerle la cara como un cromo sea la mejor idea.

Alex: Yo sí.

David: Tú lo harías. Y, si eso es lo que quiere Zac cuando terminemos de hablar, bueno, como la mayoría manda, me apunto.

Zac: Dame la puta dirección.

David: Te doy la puta dirección si tú me das cinco minutos. Como le partas la cara, ese tío es de los que te denuncia por agresión.

Alex: Ashley me ha dicho que ella paga la fianza.

David: Cállate, Alex. A ti eso te resbala porque lo que quieres es darle una paliza. Y no me extraña -añadió con un brillo en los ojos que contradecía su tono sereno-. Pero estarás en la cárcel o en libertad con cargos, y eso disgustará más a Vanessa. Y a los críos. Además, es de los que… ¡cómo he odiado siempre a ese cabrón engreído! Es de los que lo pagarían con ella. Volvería a acosarla, la amenazaría, o hablaría pestes de ella como hizo con Darla en su día.

Zac: Alex le dio una paliza por eso, ¿no?

Alex: Sí, pero Darla no tenía hijos que acabarían oyendo esa mierda sobre su madre. Sabes que eso es precisamente lo que haría ese tío.

Zac: ¿Y esperas que me quede de brazos cruzados?

David: Espero que le hagas una visita al concesionario de su padre mañana y hables con él. Si no consigues intimidar a ese maldito hijo de puta, es que no eres mi hermano. Si lo acojonas, igual se deja de mamonadas. Si no, como nosotros, y nuestros hombres, estaremos protegiendo a Vanessa, ya nos encargaremos de él.

Alex: Es una forma discreta de darle una paliza. Cuando hay testigos.

David: Si hace algo y lo resolvemos en público, delante de gente, lo humillamos. Ventaja para nosotros.

Zac: Tal vez. -Más sereno, cogió la cerveza a medias de David-. Tal vez.

David: Tienes que hablar con Vanessa.

Resurgió la rabia.

Zac: Voy a hablar con Vanessa, claro que sí. ¿Por qué narices no me lo ha contado ella?

Alex: Eso digo yo. Y coincido con David: debería presentar una denuncia, un informe o lo que sea en comisaría, para que quede constancia. Entonces, ¿qué, hablamos con él o le partimos la cara?

Zac entendió aquel «nosotros», aunque sería él quien tomara medidas.

Zac: Primero hablamos, luego le damos.

David: Bien. Pues cógete otra cerveza -dijo recuperando la suya-.


2 comentarios:

Carolina dijo...

Que pesado el friqui ese ¬¬, pero Britt tiene razón, Ness debió decirle lo que pasó a Zac, no necesariamente para que lo golpee peeroo... xD si pasa no me quejo xD
Esta bonita la nove, síguela pronto porfis

Maria jose dijo...

Oh oh se vienen problemas!
Que pesado es austin
Solo espero y eso no separe a zac y vanessa
Ya quiero saber que pasará
Siguela pronto Saludos

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